Sé que me he tardado mucho con este final y espero sepan entender. Soy estudiante y trabajadora al mismo tiempo, una locura. Bueno aquí está y espero lo disfruten. :D

Besos

Isa

Creciendo Juntos

Parte II

Anteriormente

"Las puertas se abrieron, ahora enfrentaría mi destino…"

Caminamos por el largo pasillo tomados de la mano, solo pensar en cual sería mi reacción al verlo me aterraba. La última vez que lo vi tenía apenas diecisiete años y no fue de la mejor forma, ese día había rescatado a mi esposa. Recuerdo haber llorado como nunca en los brazos de Sam, lo corrí y deseé no verlo nunca más, pero tampoco le deseaba un final así. Se estaba muriendo y yo era su última esperanza. ¿Qué pasa si mi sangre no era compatible?

No me di cuenta que nos habíamos detenido hasta que Sam tocó mi rostro. Limpiaba mis lágrimas con suavidad, eso tampoco lo había notado. Mi padre siempre fue un tema delicado en mi vida. Suspiré y comencé a caminar hacia el grupo de personas, que supongo estuve viendo desde hace minutos. Se trataba de una mujer joven y rubia, de al menos cuarenta años que estaba acompañada por dos adolescentes y otra mujer.

Cuando se percataron de mi presencia, la castaña que abrazaba a la mujer corrió y me abrazó. Fue un choque, nunca había esperado una reacción como esta. Ella no me conocía y por ende yo tampoco, pero eso no la frenó al momento de reconocerme… ¿tanto me parecía a él?

-Gracias… gracias por venir –su voz entrecortada logró mucho en mí.

-No tienes por qué agradecerle, él nunca sería capaz de abandonarlo… -respondió Sam por mí, me conocía tanto que sabía porque estaba así. –Mi nombre es Sam… Sam Benson –extendió la mano que fue recibida por ella.

-Dayana… un placer Sam –ella detalló el vestido de mi esposa y abrió los ojos sorprendida. -¿Se acaban de casar?

-Sí… -está vez fui yo quien respondió. -¿Dónde está el doctor? Debemos salir de dudas…

Yo no vine aquí para hablarles, solo vine por él. Es difícil sacar los viejos rencores y celos de mi corazón, pero debo superarlo, ellos no tienen la culpa.

*Sam*

Positivo, esa fue la palabra que logró derrumbar las paredes de mi esposo. El único que podía salvar la vida de su padre, era él. Lo besé antes de que lo ingresaran al banco de sangre y yo solo pude sentarme cerca de sus hermanos. De vez en cuando sentía las miradas curiosas de la señora rubia y su hija.

-Te pareces a alguien que salió mucho en la tele y en las noticias… -dijo de pronto Dayana, era de esperarse.

-Soy yo –respondí con una sonrisa en los labios. Freddie me ayudó a superar todos mis miedos y a aceptar que eso formaba parte de mi vida.No pongas esa cara, no creas que fue fácil. Freddie ha sido de gran apoyo y nuestras hijas…

-¿Hijas? –Preguntaron exaltadas.

-Sí, dos pequeñas. Alba y Haley, tus sobrinas supongo –acoté con una sonrisa. –Míralas…

-Hermosas –susurró con dulzura.

Esa fue todas las palabras que compartimos, no estaba de ánimos para seguir conversado, no cuando mi esposo se encontraba allí adentro. Dos horas después de la transfusión, él tuvo una larga conversación con su padre; no estaba dispuesto a dejarlo entrar de nuevo en su vida, no al menos como él lo deseaba. Pero quería mantener las relaciones puesto que para nuestras hijas era sano conocerlo y solo el tiempo dirá si estaba dispuesto a perdonarlo. Por ahora, podía olvidar todo, pero nada más. Eso fue lo acordado por ambos y yo pensaba que era un comienzo, aun lo hago.

-Estoy feliz… -murmuré con mi cabeza apoyada en su hombro.

-De cierta forma… siento mucha paz, más de lo que quiero admitir –susurró Freddie con la mirada fija en la ventanilla del avión, hasta que de nuevo fue capaz de cambiar el tema. -¿Cómo crees que reaccione mamá al saber que esto no es exactamente nuestra luna de miel?

-Sé que se molestara, pero luego lo aceptará. Además la sede de tu empresa está allá y debes manejar todo desde allí –murmuré con una sonrisa en los labios.

-¿No te arrepientes de dejarlos a todo? ¿Tus amigos… Melanie? –Lo observé con detenimiento, sé que estaba tratando de ver si había arrepentimiento en mis ojos y, la verdad, no conseguiría nada.

-Me entristece dejarlos –admití-, mucho más de lo que crees, pero tu eres mi vida –expliqué sonriente. –Tu y mis dos hijas son mi familia y si es necesario irnos para ser felices y comenzar de nuevo, eso haremos.

Lo vi asentir, estoy segura que no tiene palabras para expresar nada y es que era imposible. Lo conozco tanto que, a juzgar por su postura y músculos tensos, puedo jurar que tiene un nudo en la garganta. Todo parece un sueño, hace más de veinticuatro horas que soy oficialmente la Señora Benson, su mujer. No pude evitar esbozar una sonrisa, embelesada con el pensamiento. Durante el viaje me dormí y desperté varias veces, no estoy acostumbrada a un viaje tan largo y menos así, era mi primera vez. Casi dieciocho horas duró el viaje y me emocioné cuando aterrizamos finalmente en París. Luego tomamos un taxi hasta llegar a una calle hermosa con fachadas pintorescas y antiguas, sobre todo una edificación que lograba quitar mi aliento.

-Ese es el hotel –dijo Freddie sonriente.

-Pensé que tenías un apartamento aquí –murmuré intrigada.

-Lo tengo –fue su respuesta. –Pero mañana cierro el trato para venderlo –explicó sonriente-, es indispensable iniciar desde cero. En ese lugar viví con Caro y no meteré a la mujer que amo donde tantas veces la maldije y la odié.

-Entiendo… -fue mi respuesta y era así, lo entendía.

Lo vi asentir y fruncir el ceño, pero solo un poco. Ambos nos hicimos daño en aquel momento, sin embargo, a pesar de entender todo este asunto podía ver preocupación en sus ojos. Ya me lo imagino, pensando mil cosas sobre lo nuestro y si se ha equivocado o no al decirme todo eso. Pero yo estoy agradecida, él confía tanto en mí que es capaz de decirme todas esas cosas sin sentir miedo, aunque ahora Freddie no esté tan seguro de eso.

Cuando llegamos a la habitación, tomé mis cosas y me encerré en el baño. Allí duré unos largos cuarenta minutos, por lo que espero no esté dormido. Abrí la puerta del baño y fijé mi mirada en la suya. Lentamente sus ojos se abrieron recorriendo mi cuerpo con hambre y necesidad, su deseo quemaba mi piel y en silencio pedía a gritos por él.

-Pensé… -susurró con voz temblorosa, sé muy bien que pensó.

-Pensaste mal –dije antes de acercarme y besarlo con todo el amor que podía darle.

*Tres años más tarde*

Freddie

Caminó con Alba por la arena fría de la playa, ella está algo ansiosa con los preparativos para el cumpleaños número treinta y uno de Sam. Yo solo la dejaba hacerlo y escucho atento todas sus ideas.

-Papá, ¿no sería fabuloso que la tía Mel y mi abuelito también estén? –Yo solo la miré y sonreí. Alba conoce bien a su madre y sabe lo que extraña.

-Sería una buena sorpresa, tiene tres años que no los ve –murmuré con una sonrisa soñadora.

-¿Entonces? Llámalos papá y no solo a ellos, también a la tía Carly, tío Spencer…

-Ya entendí, los llamaré a todos –conociéndola ella nombraría a cada uno.

Solo bastó hacer un par de llamadas y varios arreglos con las compañeras de clase de Sam para que todo marchara en orden. Todos los invitados se quedarían en la casa más grande y nosotros en la que debía ser la destinada para huéspedes, no permitiría que se quedaran allí y estoy seguro que Sam tampoco. Al pasar de los días, las cosas marcharon en orden hasta el día de hoy que era su cumpleaños.

-Papá, ella se encuentra algo molesta… ¿hiciste algo mal? –Preguntó con preocupación.

Negué con la cabeza y suspiré afligido.

-Nada que no planearas princesa… -le dije a mi hija mayor.

Ella tiene doce años actualmente y está emocionada de darle una sorpresa a su mamá.

-¿Se molestó? ¿Fue mi culpa? –negué de nuevo, no quería que ella pensara algo así ni mucho menos. Aun era muy joven para saber que su madre era un poco delicada en estas fechas, más cuando se le ha ignorado todo el día.

Suspiré y comencé a observar a todos, Carly se mordía el labio mientras acariciaba su barriga, solo le faltan dos meses para que su hijo Alex naciera. Me acerqué lentamente a ella y me regaló una sonrisa, pero podía notar la preocupación.

-Ya ha pasado una hora y ella aun no aparece –murmuró dejándose abrazar por mí. -¿Y si no llega?

-No lo sé, pero la buscaré. Tengo una leve idea de donde puede estar, pero eso nos reduce la posibilidad de h hacer esta reunión.

-¿Y si la hacemos mañana? –Preguntó con una sonrisa en los labios.

-Excelente idea… -dije antes de acercarme a Alba. –Princesa, buscaré a tu mamá, su coche se accidento y creo que no llegaremos a tiempo. Quiero que tengas todo listo para mañana por la mañana.

-Sí papi, quiero que sea una sorpresa así que no le digas –aseveró sonriente.

-No lo haré –besé su frente antes de salir, no me preocupé por los demás; yo sé que entré Carls y mi hija se encargarán de mantenerlos al tanto.

Subí a mi coche y busqué en mi celular la ubicación de mi esposa, aunque ya sabía donde se encontraba. Por más de quince minutos manejé hasta el lugar favorito de Sam, el lugar que suplantó nuestra escalera de incendios y nuestro sitio preferido en el parque. Aparqué el coche junto al suyo mientras Frank, el vigilante me saludo con la mano; yo estoy muy agradecido de que esta noche tocara nuestro vigilante, nuestro amigo. Subí las escaleras, no sin antes quitarme los zapatos ya que la superficie del faro era muy delicada y podía rayarse.

Cuando llegué la vi, sentada con las manos en su rostro y cubierta con una manta. Sin decir palabra alguna me senté a su lado.

-¿Cómo me encontraste? –murmuró con voz entrecortada.

Yo solo sonreí e intenté tomar su mano, pero ella me esquivo.

-¿Qué sucede? –Pregunté algo molesto por su actitud. –Habla conmigo Sam, por favor.

-Estoy muy vieja para esto… -murmuró más para sí que para mí. –No sé como sucedió fue tan…

-¿De qué hablas? –No entiendo, ya me estoy preocupando.

-Freddie, esto es mi culpa. Yo lo sé… -ella comenzó a llorar y luego a reír. –Es tan inesperado…

-¡Sam! –Grité obteniendo al fin su atención. -¿Qué es inesperado?

Ella me miró a los ojos y suspiró.

-Estoy embarazada –mi corazón se hundió en un frenesí desconocido. –Sé que puede… discúlpame, fue mi error.

-¡Sam! –Grité de nuevo, está vez ella guardo silencio y me observó con sus dos hermosos ojos azulados. –Cállate, por favor… -guardé silencio por unos segundos antes de tomarla entre mis brazos y besarla con todas mis fuerzas.

-Espera… -no le permitiré arruinar este momento con sus temores absurdos, no cuando quiero expresar lo mucho que la amo. -¿Acaso no me escuchaste?

-Perfectamente –murmuré con voz entrecortada a causa de la emoción. -¿Qué pensabas? –Murmuré acercándose lentamente hacia ella. -¿Qué me iba a molestar? ¿Qué no resultaría emocionante para mí ser padre, otra vez?

-Pero…

-Je t'aime tellement et que vous voulez faire l'amour ce soir. Je veux te faire mienne –murmuré con voz ronca a causa del deseo tan grande que sentía por ella en este momento.

-Freddie, nous ne sommes pas des adolescents –dijo entrecortadamente sin apartar sus ojos de los movimientos de mis manos-

-Ce n'est pas vrai… Je t'aime –murmuré arrancando su pantalón con desespero. Quiero hacerle saber cuanto la amaba.

-Freddie, el vigi… tenemos que…

-Frank no dirá nada, él ni siquiera subirá –murmuré apartando su camiseta para tomar entre mis manos sus pechos.

Ella arqueó la espalda en respuesta al sentir mi boca sobre su piel sensible, mientras que con sus pies bajaba mi pantalón con desespero.

-Solo no grites… esto será rápido –gruñí entrando en ella sin previo aviso.

Sam está más que lista para mí. Mis ojos se perdieron en algún lugar de mi cabeza cuando ella clavo sus uñas en mi espalda; sus manos se colaron debajo de mi ropa sin que lo notara. Al principio no hice nada más, solo sentir como sus paredes se contraían a mí alrededor, ella está a punto de perderlo, escuchar su respiración y sentir su desespero me lo hacía saber.

-Gracias… -murmuré comenzando un suave vaivén. -Me has hecho muy feliz… de tantas formas, no puedes imaginar lo feliz que soy a tu lado…

Tome sus manos colocándolas sobre su cabeza. Ahora no existe apoyó alguno, solo nuestros cuerpos deslizándose dolorosamente uno con el otro.

-Dios, Freddie… -su voz apenas salió audible, está tratando de controlar las sensaciones que recorren su cuerpo.

De pronto gritó, como si la hubiera lastimado. Pero antes de detenerme ella hizo algo que me dejó sin aliento. Sus piernas desnudas están sobre mis hombros. ¡Dios! Cuanto amo su flexibilidad.

-Bésame… -suplicó con los ojos llorosos. –Bésame o gritaré de placer… -eso fue todo.

Su cuerpo comenzó a convulsionar y yo me tragué sus gemidos con desesperación, y busqué retener mi propio final. Cuando la escuché suspirar y responder a mis besos me detuve.

-¿Te sientes bien? –Ella asintió y suspiró mientras dibujaba una sonrisa en sus labios.

-Pero… -fruncí el ceño. -Besoin de quelqu'un pour terminer…

Ella se sentó sobre mí sin romper la conexión, no me di cuenta cuando decidió eso.

-Yo también soy feliz a tu lado… -murmuró moviendo sus caderas bajo un ritmo delicioso. –A pesar de todo… he sido tan feliz, mi paso no me afecta, nada me afecta y todo gracias a ti. Me ayudaste a superarlo todo… me hiciste invulnerable al dolor, a todo y por eso… -se quejó aumentando la velocidad de sus movimientos, de nuevo está cerca.

Mordí mis labios cuando sus ojos se pusieron en blanco.

-No esperaras más –murmuró con desespero. –Está vez llegaremos juntos –dijo antes de morder mi cuello y mover sus caderas con fuerza.

Mis manos aprietan su piel antes de dejar fluir toda esa tensión que me enloquecía. Minutos más tarde nos vestimos y bajamos. Notamos como Frank dormía plácidamente, pero debía despertarlo y decirle que ya nadie está arriba.

Cada quien se fue en su coche, tuve que insistir puesto que la primera sorpresa de Sam sería verlos a todos. Busqué mi teléfono y di aviso, eran las cuatro de la mañana y llegaríamos en dos horas porque la invitaría a desayunar en su restaurant favorito. Estoy seguro que ella ya sabe nuestro destino. La mañana fue estupenda, me siento más enamorado que nunca. Sería papá por tercera vez y a pesar de no ser planificado, le doy la bienvenida. Luego del desayuno, volvimos a nuestra casa de playa.

Al bajar noté su confusión, ella no se imagina el porqué de tantos coches. Sam solo se limitó a mirarme extrañada y cuando abrió la puerta fue recibida por nuestras hijas.

-Mami… -gritaron las dos al mismo tiempo.

-¿Cómo están mis princesas? –dijo antes de ver a mi amiga, que ahora era su amiga también. -¿Lily? ¿Qué haces aquí?

-¡Bah! ¿Quel genre de femme oublie son anniversaire? –Sam arqueó la ceja divertida y se acercó para abrazarla.

-Un très stupide, je suppose. Merci d'être venu. Je… -su voz se perdió cuando los vio.

Sam se giró para verme con sus ojos impregnados de lágrimas.

-¿Melanie? –Susurró con voz entrecortada. -¿Chicos?

De pronto lanzó un grito ahogado.

-¿Mamá? –Sonreí ante su llamado y mucho más cuando la vi correr hasta sus brazos. -¿Cómo es que estás aquí? Tú no puedes viajar…

-Pues tengo una nieta persistente –dijo mi madre fijando su mirada en Alba. –Además me siento bien, moría de ganas por verlos.

Sam la abrazó y eso no fue todo, pero esperaré a que ella se dé cuenta.

*Sam*

Allí estaba yo, rodeada de todos mis seres queridos. Nunca imaginé una sorpresa así, mi niña tiene un don para estas cosas, pero yo estaba atan enfrascada en mi preocupación que olvide mi cumpleaños; como dijo Lily, ¿Qué clase de mujer olvida su cumpleaños? Pero es que tengo mi mente en otro lado. ¿Se imaginan? Voy a ser mamá de nuevo, a mis treinta y un años.

-Sam, estoy hablando contigo –escuché la voz molesta de mi amiga, Carly. –Creo que te hice una pregunta.

-¡Oh! Disculpa, estoy algo distraída… -fue mi respuesta.

-No solo tú. Freddie no ha parado de suspirar y reír por nada en particular –murmuró molesta, ella no cambia.

-Tiene algo que lo distrae –aseguré con una sonrisa boba.

-¿Qué? –No dije nada, solo bajé mi mano hasta mi vientre y lo acaricie. Muero por tenerlo entre mis brazos y apenas han pasado semanas. -¿Estás embarazada? –Pregunto en medio de un susurró y yo asentí. -¡Oh por Dios! –Chilló abrazándome y con eso llamó la atención de todos.

Las felicitaciones y los abrazos no se hicieron esperar. Sin embargo, a pesar de la alegría que me causa al verlos y tenerlos a mi lado, estoy muy cansada. Me excusé con ellos por un rato, yo sé que cuando despierte ellos estarán allí. Me deslicé en mi cama y cerré los ojos, a pesar del sueño no puedo quedarme dormida, así que me puse a pensar.

El bebé que estoy esperando lo debí concebir hace dos meses, el día de nuestro aniversario. Freddie me llevó a un lugar muy hermoso, tenía una vista espectacular y el clima no era tan frio. Allí cenamos e hicimos el amor hasta el amanecer. No es que no podamos hacer eso en nuestra casa, si lo hacemos, pero algo de estar solos y en una fecha tan importante convirtió ese día en algo más especial de lo esperado.

Fue un fin de semana memorable. Freddie no podía alejar sus manos de mi cuerpo y yo no quería que eso pasara. Era simplemente increíble que a nuestros treinta años nos sintiéramos aun como unos adolescentes y que nuestra llama no se apaga. Yo solo tengo ojos para él y Freddie solo para mí, es una bendición ser una pareja así en la actualidad.

De pronto sentí como se hundía la cama, era él y eso me hizo sonreír. Aun con los ojos cerrados puedo reconocerlo.

-Ma princesse douce, c'est l'heure du coucher –me dijo y yo solo pude asentir antes de caer en un profundo sueño. Mi vida era perfecta, con peleas y defectos, pero aun así perfecta.

*Actualmente*

Sam sonreía, años atrás no esperaba ser tan feliz. Sus hijos eran su vida, al igual que su esposo que caminaba a su lado. Ella debía admitir que todo había cambiado, su vida en Seattle quedó atrás para darle paso a ese lugar tan romántico y maravilloso. Ellos necesitaron pasar por muchas pruebas para superar sus miedos e inseguridades, pero trabajaron en ello, juntos. Freddie, por otro lado, no estaba muy diferente a su esposa. Él sonreía, pero no solo por eso, si no que vería a su madre y a sus amigos de nuevo.

-Ya nos deben estar esperando –murmuraba Sam sonriente.

-Lo sé, recibí un correo ayer antes de salir. Pero ellos nos esperan mañana, no hoy –ella lo observó y sonrió.

-Eres despiadado, no sé quien te enseño a ser así –dijo Sam sonriente.

-Tal vez yo ya era así, solo tenía que exteriorizarlo –respondió con socarronería y su esposa giró los ojos.

-Muero por probar comida real –gritó Alba al ver un puesto de hamburguesas. –Nada como la comida de este continente para llevarte al cielo –suspiró.

-Eso lo haremos pronto, debemos tomar un taxi –sentenció Sam y todos asintieron de acuerdo.

El camino hasta su antigua casa, ahora el lugar donde Marissa vivía, estaba llena de visitantes. ¿Cómo no estarlo si era su cumpleaños? Por eso decidieron viajar un día antes, para darle esa sorpresa. Le pagaron al taxista y caminaron rápidamente hacia la entrada, como era de esperarse los chicos planearon una sorpresa. Alba arregló a su madre y la puso justo frente a la puerta.

-Toca mamá… -fue la orden desesperada de Haley.

-Está bien… cielos –murmuró mientras tocaba la puerta. Sam escuchó los pasos de alguien acercándose y cuando abrieron la puerta, era Carly.

-Melanie, llegaste temprano. Pensé que llegarías a las ocho –Sam sonrió, no podía creer que su amiga se tragara eso. –Marissa, Mel está aquí…

-Hola niña, que gusto verte, pasa… -la rubia negó con la cabeza.

-No puedo, mis regalos son muy pesados –murmuró con voz temblorosa.

-¿Qué regalos Mel? No tienes nada encima…

-Oh, si los tengo –dijo alejándose de la puerta. –Es mi familia…

Los chicos comenzaron a salir, todos sonrientes y por último Freddie que no podía dejar de temblar. Sam lo tomó de la mano y le susurró un débil "Ve por ella…" antes de besarlo. Eso hizo, fue una noche única. Al principio lleno de llantos y risas, luego de recuerdos y mucho amor.

-¿Se lo decimos? –murmuró Alba impaciente.

-Está bien –dijo con una sonrisa su padre.

-Familia… tenemos una noticia –dijo la castaña sonriente. –Viviremos aquí, en Seattle –la sala quedó sumida en un profundo silencio, después de diez años eso era una sorpresa.

Luego los gritos acompañados de risas llenaron el vacío que había dejado el lugar. Sam los observaba sonriente para luego alejarse hacia su lugar especial, un pedacito de cielo dentro de ese lugar. Por muchos minutos pensó como le diría a su esposo la verdad. Está vez ella si lo deseaba y no sabe porque.

-¿Por qué adiviné que estarías aquí? –murmuró Freddie en su oído haciéndola estremecer.

-Porque me conoces bien –ronroneó la rubia sonriente antes de dejarse besar por él.

-Soy feliz –murmuró él con la frente pegada a la suya.

-¿Lo serías más si te digo que serás papá de nuevo? –Freddie abrió los ojos y sin pestañear pregunto.

-¿Es eso cierto? –murmuró entrecortadamente.

-Sí… son dos –dijo bajo el mismo tono.

-¿Desde cuando lo sabes?

-Dos días… tengo tres meses y ni siquiera lo noté –él besó su frente y respondió.

-Siempre quise una familia numerosa… pero solo contigo –la rubia sonrió y lo beso.

A la distancia, tres chicos observaban embelesados a sus padres.

-Tenemos suerte… ellos se aman y nos aman con locura –murmuró Haley sonriente.

-Solo espero que uno de ellos sea niño, no aguanto estar más con niñas –dijo Fred sonriente ganándose un golpe de su hermana.

-Ya no empiecen… y sí, tuvimos mucha suerte –Alba los abrazó y decidió caminar hacia sus padres.

La castaña abrazó a su madre que dio un pequeño salto por la sorpresa, Haley se acercó a su padre y se dejó abrazar por él; de todas era la que más le costaba exteriorizar sus sentimientos. Fred por su parte solo llegó y tocó el vientre de su madre.

-Los estaremos esperando, tendrán los papas más buenos del mundo –dijo antes de besar su barriga y luego se unió al abrazo.

Freddie y Sam se miraron a los ojos, ambos sonrientes.

-Lo hicimos bien… te amo –susurró Sam y Freddie la beso, no hacía falta más.

Fin