Es AU, tal vez un poco OOc…..

Los personajes no son míos…


Lo que tenía en las manos era un rico helado napolitano con cubierta de chocolate, su cara mostraba toda la felicidad que estaba experimentando en ese momento – y que era mucha por cierto- sus grandes ojos marrones brillaban tan intensamente que causó un leve sonrojo a su acompañante, que caminaba junto a ella con las manos en los bolsillos –una pose bastante común en él- su semblante al contrario de la morena era de aburrimiento mezclado con decepción y muy al fondo un tinte de alegría –muy en el fondo- pero eso no le importaba a Kagome, ella podía ver esa pequeña chispa de satisfacción que tenía el peliplata, esa chispa que saltaba cada vez que le ayudaba, que la protegía o incluso cuando la molestaba; por eso ella era feliz estando con él, aunque llegando a casa su mamá la castigaría por escaparse así de esa tonta fiesta de adultos y más aún por haber ensuciado el lindo vestido que compró especialmente para ella, pero nada de eso tenía sentido ahora para ella, todo valdría la pena con tal de estar una horas con él. Porque él era un niño de secundaria que no tenía por qué perder el tiempo con una niñita de primaria.

¿Sessh, verdad que te gusta estar conmigo? ¿Qué me vas a querer aunque yo no sea de secundaria?

El mayor rodó sus ojos ante las preguntas, su clásica expresión de indiferencia apareció.

Como si pudiera deshacerme de ti - le contesto a la pelinegra para luego tomarla de la mano y jalarla para que volvieran a correr.

Kagome sonrió ampliamente ante la respuesta, eso traducido era un "estaré contigo", el que la agarrara de la mano era un "no te dejare ir" o un "por siempre" –de cualquier forma era bueno- lo único que no comprendía del todo era porque corrían.

Y es que Sesshomaru corría para que Kagome no notara la intensidad con la que ahora brillaban sus ojos- solo de felicidad- porque entonces Kagome se perdería en ellos, y cuando Kagome se perdía en sus dorados ojos se acercaba mucho, y si se acercaba mucho, él podía perder el control, y si perdía el control agarraría a la niña de su cara y haría lo que – su padre algún día le explico- era besar.

Y es que los labios de Kagome eran tan hipnóticos como sus ojos, y por un momento se preguntó cómo sería besarlos ahora que la pequeña tenía sabor a fresa, chocolate y vanilla. Los pensamientos inundaron su mente y entonces dejó de correr para permitir que la morena lo mirará. Al fin y al cabo a él le gustaba el helado napolitano.


Gracias por leer..