Luna Llena
Sorpresa
El destino. Durante la vida de las personas, sus decisiones son las que marcaran su destino, decidir una u otra cosa es fundamental para mantener el equilibrio en cada uno de ellos. ¿Alguien se imagina las consecuencias de elegir o no alguna cosa? ¿Incluso la más insignificante? Pues eso es algo que nadie puede determinar, que nadie decide, todo queda en nuestras manos. Desde luego, no todo depende de nosotros, pues, algunas veces, las decisiones de los demás también afectan a terceros, personas cercanas que de alguna forma son parte de nosotros, pero que invariablemente pueden ser afectadas. El más simple de los movimientos cambia el curso de la historia, pero jamás lo sabrás, pues en tu mente no cabe la posibilidad, hasta que es demasiado tarde.
Un pareja discutía ávidamente dentro de su habitación, una acogedor rincón hecho de madera, una cabaña como la llaman normalmente, aunque ellos lo consideran más que eso, es un refugio. El punto es, que mientras él se negaba, ella insistía en que podría funcionar; por supuesto, cada quien tenía sus motivos para reafirmar sus posiciones y ninguno de los dos parecía tener ganas de ceder a las "explicaciones razonables" que argumentaba su, ahora, adversario.
-Quiero que Jacob sea un niño normal, como cualquiera, no tiene porqué sentirse encerrado en este lugar y dudo mucho que sea un peligro para los demás, ¡Es un niño! –insistía la mujer, armándose de valor como pocas veces, tratando de hacer entrar en razón al hombre que más ama en su vida, su esposo.
-Mujer por Dios, ¿Es que no te das cuenta?, si permitimos que vaya a una escuela normal, pronto se acostumbraría a vivir entre humanos comunes… y no debo recordarte que nuestro hijo es el siguiente líder de la manada. –Su contundencia al decirlo parecía imposible de contrariar, y su rostro casi sonreía con victoria cuando su mujer pareció ceder.
-Juegas con el destino de tu hijo Billy. –afirmó la conmocionada mujer. –Los espíritus no permiten que la voluntad de nuestro hermanos o nuestros hijos sea manejada por nadie… -eso desarmó por completo al joven hombre, que endureció el rostro y se quedó callado.
-Está bien. –dijo finalmente, pasados varios minutos. –Pero se alejará de esa escuela cuando sea su momento. –la mujer ya no pudo exigir más, había ganado aquella discusión y se sentía muy orgullosa de su marido, a quien abrazo con fuerza y desesperación, sonriendo con emoción.
Ninguno de ellos se dio cuenta de que a unos metros, detrás de una puerta, un emocionado Jacob Black sonreía sin poder evitarlo, su rostro estaba impregnado de emoción, pues él mismo insistió a su madre en la necesidad de irse a la secundaria, con todos los chicos de la ciudad, con todas las ganas de poder compartir las vivencias de la juventud de ahora, aunque claro, eso no lo sabía aun, pues en realidad no conocía mucho del "mundo exterior", los 14 años de su vida los pasó en la reserva natural de los Quileutes y aunque no comprendía las razones de su padre para mantenerlo ahí, ahora por fin tenía la oportunidad de educarse como cualquier chico de su edad y eso lo emocionaba sobremanera. Sin imaginarse las consecuencias de ello.
Al poco tiempo de ingresar a la secundaria, se hizo de muchos amigos, todos lo trataban muy bien, algunos incluso admiraban la forma en que sonreía, más de un chica trataba de llamar su atención, pero extrañamente, él no parecía muy interesado en tener a alguien a su lado, por supuesto, eso le agradó sobremanera a su padre, quien afirmaba que debía elegir a alguien del clan. Las cosas pintaban muy bien, tenía a sus amigos, sus padres, y mucha gente que lo apreciaba, aun cuando su altura no estaba a la par de muchos de sus compañeros, quienes le gastaban algunas bromas, aunque claro, reconocían la fuerza extraordinaria que lo caracterizaba, demostrada en una ocasión en la que tuvo que defenderse de uno de los abusivos de la escuela.
Pero claro, el destino no parecía conforme con tanta perfección, ningún ser podía tener tantas facilidades durante su vida y se encargaría de recordárselo a Jacob.
La noche en que cumplió quince años, su vida dio un giro tan doloroso, que no lo superaría tan fácilmente. Sus padres tuvieron un accidente automovilista, en el que ella murió y él quedó paralitico de por vida. El sufrimiento no tenía precedentes, sentir todo ese cúmulo de emociones ante la pérdida de una de las personas a las que más quería, fue devastador. Dejó la escuela, se olvidó de todo, su depresión llegó a límites insospechados, su padre tuvo que recurrir a muchas personas para que trataran de ayudarlo, sus amigos incluso intentaron hacerlo, pero nada de ello pareció funcionar, Jacob se caracterizaba por tener una sensibilidad poco usual entre su gente, pero es eso precisamente lo que lo volvía una excelente persona.
-No es justo que te hagas esto Jake… no puedes vivir así para siempre, debes… debemos seguir adelante. –su padre le hablaba con la calma que le caracterizaba en ese tipo de momento. –Amé a tu madre más que a ninguna otra persona, no dudes que yo también sufro, pero seguir adelante es la misión de todos nosotros, pues la muerte es parte de la vida.
-No debía irse, no tenía que haberme dejado. –los ojos de Jacob estaban húmedos, las lágrimas se volvían difíciles de retener cuando el tema de su madre era discutido.
-Lo sé, lo sé hijo… -le contestó su padre, quien sentía su corazón romperse al ver el sufrimiento de su hijo. –Pero lo mejor que podemos hacer es mantener viva la voluntad de tu madre. –aquello no quedó muy claro para Jacob. –Sí, quiero que vuelvas a la escuela, que te gradúes allá. –eso no se lo hubiera imaginado ni en un millón de años, pero su mismo padre le insistía en volver a la escuela.
-Pero tu habías dicho que…
-No importa lo que dije, lo que importa es el ahora… y creo que es necesario que vuelvas. –lo que su padre no le diría es que lo que realmente le interesaba era volver a verlo como antes, que se divirtiera como cualquier chico de su edad y no siguiera sufriendo la pérdida de su madre. –Volverás el próximo ciclo escolar, lo quieras o no. –sentenció el hombre, dando vuelta a su silla de ruedas y alejándose para no seguir discutiendo. Jacob se sintió un poco perplejo, no tenía muchas ganas de regresar, sobre todo por lo mal que se había portado todo ese tiempo con sus amigos, pero su padre tenía razón, seguir sufriendo por la muerte de su madre no la regresaría, y lo mejor parecía ser el cumplimiento de su más ferviente deseo.
Cuando regresó a la escuela, ya tenía 16 años cumplidos, no podía creer que las cosas siguieran igual, aunque la suerte por ser puesto en el siguiente grado fue mucha, el director incluso le hizo un exámen de aptitudes para saber si merecía tal beneficio. Su primer día de regreso parecía pintar muy bien, aunque afuera, el frío estaba calando los huesos de todos.
-¡Jake, amigo! –gritaba Mike desde el otro lado de los comedores, el moreno, al verle, fue rápidamente a donde ellos, ahí estaban todos: Mike, Jessica, Ángela, Eric, y hasta Jason. Todos le recibieron con aplausos, abrazos y buenos deseos, lo que lo hizo sentirse más vivo que nunca, tener amigos sin duda es la mejor parte de su vida.
-¿Y cómo están tus hermana? Rebecca Ya Rachel. –preguntó Jessica, sabiendo que ellas también estaban tristes por la muerte de su madre, aunque con menos problemas para superarlo que Jacob.
-Están bien, mi padre hace un buen trabajo con ellas. –afirmó el joven Quileute, que no puso mucho interés en seguir hablando de su familia, lo que quedó muy claro para los demás.
-Estoy seguro de que no tendrás de que preocuparte Jake. –Mike le pasó su brazo derecho, apretándolo ligeramente, a lo que los demás se quedaron en silencio, pues la mirada que le dedicó y el sonrojo provocado en Jacob, fue realmente abrumador, parecía que aquello no es tan normal como cualquiera pensaría.
-Ay no… -La repentina voz de Eric lo hizo a todos mirarle, solo para notar que él miraba a otro lado. –Los Cullen. –todos se giraron, excepto Jacob, que no entendía muy bien que pasaba.
-¿Quiénes? –preguntó, intrigado más de lo normal, las actitudes de sus amigos no fueron muy normales.
-Ellos. –Ángela señaló con discreción detrás de él, lo que lo motivó para girar su cuerpo y mirar como varios chicos llegaban por la entrada al comedor, al principio creyó que podrían tratarse de cualquier tipo de personas, pero todos les miraban, además que de algunos parecían tenerles miedo o algo parecido, Jacob no entendía todas aquellas reacciones.
-¿Y qué tienen de especial? –preguntó el moreno, regresando a su posición.
-Llegaron el ciclo pasado y son muy raros, ¿Qué no lo notas? –cuestionó Jason. –Los primeros son Emmett y Rosalie. –pudo ver a una chica rubia de aspecto severo pero muy bello al mismo tiempo, a su lado, estaba un chico alto y con un cuerpo robusto que a leguas se notaba su actitud prepotente. –Seguidos de Alice y Jasper. –ellos parecían bastante inusuales, mientras ella sonreía con tranquilidad, el parecía estar sufriendo enormemente, aun así, iban tomados de la mano y caminando de seguridad. –Jacob ya los miraba de lado, tratando de disimular, no quería verse como sus amigos. –Y finalmente… Edward. –ante este último, las cosas fueron completamente diferentes.
El tiempo pareció ir más lento, Edward Cullen caminaba detrás de todos los demás, su aspecto no marcaba mucha diferencia de los demás, pero realmente su atractivo no pasó desapercibido para Jacob, quien se quedó estático al verle pasar, podía medio escuchar las palabras de Jason quien seguía describiéndolos, pero eso ya no le importaba, mucho menos cuando sus ojos se cruzaron con los de aquel chico, que solo le dedicó una mirada por escasos segundos, segundos que ni siquiera notó, pues para él, ese contacto fue eterno.
Su ensoñación terminó cuando Mike lo devolvió a la realidad con un ligero empuje, sin embargo, aunque sus amigos seguían hablando discretamente de los Cullen, él siguió manteniendo contacto visual con el tal Edward, quien tampoco parecía muy interesado en evitarlo, incluso creyó ver que fruncía el entrecejo con interés, pero no estaba del todo seguro. Inevitablemente se sonrojó y decidió mirar de nuevo a sus amigos, no supo por qué, pero ese chico lo incomodó de una manera muy peculiar, una que no había conocido jamás. Trató por todos los medios de no volver a mirarlo hasta que terminó el almuerzo y finalmente pudieron salir de allí. Aunque mientras levantaban sus cosas, los Cullen de adelantaron y sin mirarlos siguieron de largo.
Jacob caminó por los pasillos, tenía clase de biología y ninguno de sus amigos estaría con él. Justo iba entrando cuando volvió a verlo, estaba al lado de la ventana y estaba solo, no comprendía a que se debía, pero no tenía tiempo de averiguarlo, lo siguió mirando con disimulo, incluso pudo ver que él también lo hacía; entregó su carnet al profesor, quien lo leyó solo por unos momentos.
-Bienvenido de vuelta joven Jacob, siéntese en aquel lugar y espero que siga demostrando su talento. –Jake solo dio un ligero "gracias", pues desde siempre le incomodó que los demás dijeran cosas tan buenas con respecto a sus estudios, aunque claro, no negaba que siempre había sido el mejor de su clase, este año no podría ser la excepción. Para su fortuna, o desgracia, estaría junto a Edward. Si n tardarse mucho, se sentó a su lado, se giró un poco para sonreírle a manera de saludo, pero el otro le ignoró olímpicamente, de hecho, hasta pareció alejarse un poco, lo cual hizo sentir mal al pobre de Jacob, creyendo que quizás olía mal o algo así.
El resto de la clase fue bastante incómoda, la actitud del chico Cullen fue bastante reservada y Jake no tuvo o no sintió, ninguna oportunidad de hablar con eso. Cuando sonó la chicharra para cambio de clase, Edward salió despedido de su silla, dejando al moreno muy confundido, sin entender el porqué de esa actitud tan arisca. Recogió sus cosas con calma y salió de salón, su siguiente clase lo hizo pasar por administración y lo que se encontró no pudo creerlo.
-Lo siento señor Cullen, pero no tenemos espacio en otro horario, esa será su clase el resto del año. –afirmaba una mujer, dejando en claro su punto. Al parecer el chico pidió un cambio, lo cual causo un cierto dolor en Jacob, impactado por la extremidad con la que seguía actuando el otro. Ante la negativa de la mujer, el castaño salió corriendo de ahí, Jake tuvo ganas de ir tras él y preguntarle si tenía algún problema, pero su reacción fue demasiado lenta para la de Edward, a quien ya no vio el resto del día.
Regresó a la reserva después de clases, su padre lo recibió contento e incluso afirmó verle un rostro diferente, a lo que Jake respondió negativamente, pero sin duda, él mismo se sentía distinto y no podía negar la razón, Edward lo impactó de una manera extraordinaria, negárselo sería tonto, sobre todo cuando el de piel pálida parecía haber tenido las mismas reacciones. Esa noche durmió con cierta intranquilidad, en sus sueños estuvo Edward, pero no de la manera en que lo conoció, parecía distinto, como si sufriera y no entendía la razón.
A la mañana siguiente, al regresar a sus clases, se enteró que Edward no asistió a las clases, estaban el resto de sus hermanos, pero no él. Durante el almuerzo, tuvo la sensación de que los Cullen le miraban de manera inapropiada, quizá muy descarada y eso le incomodaba mucho, aun así, los evitó lo más que pudo. Las cosas no mejoraron al siguiente día, ni al siguiente, ni siquiera el que siguió. Su mente no le daba un motivo real para que Edward no se presentara en toda la semana. Por suerte, ese fin de semana tuvo un intensa jornada de trabajo con su padre, fueron a cortar leña para las fogatas, eso tomaba mucho tiempo y esfuerzo, así que su mente se mantuvo ocupada, ni siquiera se vio tentado a preguntarle nada a su padre.
El lunes por la mañana, dejando de lado el pensamiento sobre Edward, fue hasta su clase de biología, para su enorme sorpresa, el chico estaba ahí, sentado en el lugar en que lo vio ocho días atrás. Como si nada fue hasta su lugar y sacó su libreta, sabiendo que el otro no le hablaría ni aunque el mundo estuviera por acabarse, decidió dedicarse a lo suyo. Ese día trataban el tema de la Mitosis y el profesor le indicaba lo que debían hacer. Se llevó el microscopio para poder revisar la primera placa.
-Está en la profase. –por primera vez escuchaba la voz de Edward, tenía un grave, pero al mismo tiempo suave.
-Creí que nunca me hablarías. –fue lo primero que le dijo Jacob, tratando, de alguna manera, recriminarle su actitud; tomó entonces el microscopio y revisó, puso escuchar un bufido de Edward pero lo ignoró completamente. –Así es, profase… -le dijo, tratando de que aquella platica fuera concentrada en el trabajo.
-Perdón si me comporté así, pero tenía una razón. –dijo el otro, con aparente sinceridad. –Soy Edward. –le agregó, estirando su mano para estrecharla con Jacob, quien sin inmutarse accedió. La actitud de Edward no fue lo que esperaba, su rostro pareció desilusionado el tocar sus manos, lo que no comprendió ni tantito.
-Soy…
-Se quién eres. –aquello hizo que Jake dejara todo y le pusiera atención. –Toda la escuela te conoce, eras el más popular. –aquellas palabras hicieron que el moreno se sonrojara un tanto, sobre todo cuando Edward le sonrió.
-Creo que exageran. –fue su contestación, estrechando su mano y tratando de sonreír con normalidad.
-Ríes encantadoramente. –aquellas palabras lo hicieron abrir los ojos. –Perdona, creo que no debí decirlo, tú probablemente no seas…
-Descuida, no tengo ningún problema. –aquello simplemente fue la prueba definitiva para saber que ambos tenían gusto por el otro, por supuesto, otro paso más concreto sería demasiado arriesgado, así que por lo mientras, aunque descarado, sería lo más en contacto que estarían. El resto de la clase fue más amena, pudieron hablar de más cosas, no todas sobre el trabajo, más bien sobre trivialidades como el clima, las clases, sus padres, aunque Edward no hondó en detalles sobre su familia, y Jacob tampoco tuvo la necesidad. Al final, luego de que cada quien siguiera con el resto de su día en la escuela, pudo contarles a sus amigos lo que había pasado. De manera interesante, Mike pareció un poco molesto, pero Jake no lo tomó mucho en cuenta.
Cuando todo estaban listos para irse a sus casas, Jacob se despidió de sus amigos, pudo ver a lo lejos a los Cullen, que parecían enfrascados en una intensa charla, pero como como uno de ellos, la chica llamada Alice, le miraba distinto, casi como si le sonriera, a lo que Jacob solo pudo hacer un gesto de respeto, pero fue directo a su camioneta, esa que su padre decidió darle para trasladarse de la escuela a la reserva. Estaba tratando de sacar las llaves, cuando el ruido de llantas rechinar lo hizo levantar el rostro, pudo ver la camioneta de Jason venir a gran velocidad, pero totalmente descontrolada, el hielo sobre la carretera le había hecho perder el control. Al principio creyó que se estamparía contra los autos del frente, pero en un giro inesperado giró las llantas y sin darle tiempo a reaccionar, pudo ver cómo iba contra él. Por mero instinto se cubrió, esperando el golpe.
El sonido fuerte de la colisión lo hizo apretar la quijada y cerrar los ojos, pero no sintió ninguna clase de dolor, incluso pensó que su muerte fue instantánea, pero al recuperarse, se encontró abrazado por Edward, que tenía su mano pegada a la puerta de la camioneta de Jason, donde ahora se hacía un hueco. Jacob quedó estupefacto.
-¿Estás bien? –la pregunta hasta parecía fuera de lugar, pero asintió, aun conmocionado por la situación; quiso preguntarle, la gente se ponía alrededor, preguntando por Jacob. Edward se quitó de ahí con rapidez y se alejó, el moreno quiso seguirlo, pero sus amigos preocupados y las disculpas de Jason se lo impidieron y ni siquiera esperaron mucho para llevarlo al hospital más cercano.
Continued…
Como habrán notado, estoy siguiendo un poco el hilo de la historia, solo que planeo cambiar muchas cosas que sin duda no se adaptan a la pareja, porque vamos, es lo que hago, adaptar a la pareja dentro de la historia que todos conocemos. Espero les guste. Agradecería vuestros reviews. Hasta la próxima.