Disclaimer: Los personajes de la saga Crepúsculo son de autoría de la fabulosa Stephenie Meyer quien nos regalo un excelente mundo de fantasía. Yo solo me acredito esta historia. Se prohíbe toda reproducción parcial o total de la misma por el contenido significativo que representa para mí.


Prologo

A la escasa edad de tres años, son pocos los recuerdos que pueden almacenar los niños en su pequeña memoria. Quizás recuerden con claridad lugares que frecuentan, los nombres de padres y hermanos incluso el lugar donde dejaron su juguete favorito o el sabor del mantecado que más les gusta. La mayoría de infantes tiene recuerdos más claros a los cuatro o cinco años…

…Pero ese no es el caso de Edward Cullen, él recuerda muy claro aquel suceso que cambió su vida una mañana de Abril, cuando apenas tenía tres años.

– Edward… – le habló su madre Esme, una hermosa mujer de cabello color caramelo y de tez muy blanca – Edward, nos están esperando para irnos.

– No me voy – gruñó el pequeño Edward, dueño de un rebelde cabello cobrizo, de unas penetrantes esmeraldas brillantes en sus ojos y a pesar de su corta edad, poseedor de unas manos con deditos muy largos y agiles. Manos que en ese momento se movían haciendo unos gestos que su madre no comprendía.

– Cielo, pero mañana puedes intentarlo otra vez. Papá nos está esperando – tocó su brazo y el pequeño se removió incomodo.

– Mami – el pequeño Edward tocó su mejilla y su madre sonrió – Solo una vez más – su madre asintió y Edward se volteó para encontrarse nuevamente con un par de ojos chocolates que lo veían intrigado. El pequeño le sonrío y suspiró. Colocó sus manos como le había enseñado su profesora esa mañana y trató de recordar cada movimiento.

– Yo…– se señaló a sí mismo – Te quiero – puso sus brazos sobre su pecho y los dejó en forma de cruz – A ti Isabella Swan – y señaló a una hermosa niña de cabello y ojos del color del chocolate, de labios rellenitos y de piel tan blanca como la leche que estaba frente a él. La pequeña sonrió y una lágrima rodó por su mejilla. No solo porque a sus 3 años de edad alguien le había dicho que la quería por primera vez, sino que además lo había hecho en señas… en su lenguaje, el único que conocía...

A su corta edad Isabella Swan no había escuchado jamás una canción de cuna, o el trinar de los pajaritos en el parque, o la voz de Beto y Enrique en la televisión…

Isabella no había escuchado nada desde que nació en el mundo del silencio…

Esta es la historia de amor más grande que jamás se ha contado, una historia que superó toda barrera… incluso aquella, la del silencio.


Knock… knock… ¿Alguien allí? Mis pequeñas… Esta cabecita inquieta que no se queda en paz tiene algo en mente. Me encantaría saber si les ha gustado este prologo y el misterio que aquella encierra.

Gracias de antemano por acompañarme en este nuevo viaje….

Silent Love… la historia del silencio…