PASO A PASO
Disclaimer: One Piece no me pertenece, ojalá.
Nota de la autora: ¡Hola a todos! Este es mi primer fic de OP, espero que os guste, está centrado en Sanji y Nami después de la batalla contra Enel, está planteado para ser un fic de 4 o 5 capítulos más o menos. Dejar vuestros reviews, toda crítica, opinión o sugerencia son bienvenidos.
Otro día más en el Going Merry.
La tripulación pirata, "Sombrero de Paja", aprovechaba el día para descansar y recuperarse de sus heridas después de su batalla contra Enel, el que se llamaba a si mismo dios.
El espadachín, ex cazador de piratas, estaba entrenando con sus pesas para distraer su mente y no pensar en lo ocurrido en Skypeia, pero sobre todo para quitarse de su mente la imagen de cierta nakama en sus brazos, cayendo inconsciente después de recibir el ataque de Enel.
Tomando el sol en la cubierta, con un libro en una mano y un refresco en la otra, la historiadora observaba escondiendo sus ojos detrás de unas gafas de sol, el entrenamiento del espadachín, y cada vez que éste se giraba a su dirección sintiéndose observado, ella volvía a concentrarse en su libro disimuladamente.
El capitán, futuro rey de los piratas, como siempre estaba sentado en su lugar favorito oteando el horizonte mientras disfrutaba de un gran trozo de carne que había robado de la cocina sin que el cocinero se diera cuenta.
El pequeño médico de la tripulación estaba junto con el tirador y encargado de arreglar el barco siempre que hiciera falta, estaban sumergidos en una conversación, porque el tirador le estaba contando alguna de sus historias inventadas para sentirse importante, lo cual hacía que el reno estuviera dando saltitos de excitación cada vez que el tirador llegaba a una parte emocionante.
El cocinero por su parte, había terminado de fregar los platos utilizados durante la comida y se secaba las manos. Una vez se las secó, salió por la puerta de la cocina y echó un vistazo al barco desde su posición, como si buscara a alguien.
-¡Sanji! ¡Quiero más comida!- gritaba su capitán.
-Acabas de comer y casi acabas con nuestras provisiones, tendrás que esperar hasta la cena mínimo.- le contestó.
Miró a su alrededor de nuevo buscando con la mirado algo o a alguien, aparentemente su búsqueda no daba frutos, porque su cara se ensombreció. Dirigió sus pasos hacia la historiadora para hablar con ella.
-Hola cocinero-san,- le saludó sonriéndole como si supiera lo que le iba a preguntar.
-Robin- chan, ¿has visto a Nami?
-La última vez que le vi, se dirigía al huerto de los naranjos con una cesta.
-Gracias, ¿necesitas algo de comer o de beber, tal vez un café?
-No, gracias a ti.- le contestó, y mirando de nuevo al espadachín, se dio cuenta de que le había estado observando durante la breve conversación que mantuvo con el cocinero. "¿Celoso? Imposible." Riéndose de sí misma volvió a concentrarse en la lectura.
La navegante estaba entretenida recogiendo las mandarinas maduras de sus árboles, y no oyó los pasos del cocinero que se dirigía hacia ella. Nami, había estado intentando evitarlo durante varios días, siempre que podía. No se atrevía a mirarle a la cara después de que casi muriera por defenderla de Enel, parecía tan decidido a dar su vida por ella que el solo pensamiento hacía que su corazón latiera más rápido.
-Nami-san- escuchó una voz que le llamaba suavemente detrás de ella. Al girarse vio a la persona que estaba evitando con todas su fuerzas. Intentó esconderse detrás del tronco de uno de sus árboles, pero no sirvió de nada, él ya la había visto.- Quiero hablar contigo un momento.
Nami, dejó escapar un suspiro de resignación, sabía que tarde o temprano esto iba a ocurrir por mucho que no le gustara.
-Ahora estoy muy ocupada, Sanji, sería mejor que te fueras y me dejaras trabajar tranquila en mis árboles.- Contestó con la esperanza de que la caballerosidad de Sanji le obligara a dejarla tranquila.
Pero no fue así, empezó a buscar mandarinas también echándole una mano para acabar su tarea lo más rápido posible. Cuando ella hizo ademán de darse la vuelta él la agarró del brazo y le obligó a girarse para encontrarse cara a cara con él. La seriedad de la mirada del cocinero, hizo que inconscientemente diera un paso atrás.
-No huyas de mi, Nami, tenemos que hablar. ¿Por qué has estado evitándome?
-Yo no te estoy evitando,- le contestó casi gritando.
-Entonces, ¿por qué sólo te veo durante las comidas? ¿Por qué cada vez que me ves acercándome a ti, sales corriendo a tu habitación y te encierras? ¿Por qué no me diriges la palabra? ¿Acaso he hecho algo para molestarte?
Ella simplemente le miró fijamente intentando sostener su mirada, pero fue imposible, bajó la mirada al suelo y de repente, las puntas de sus pies le parecieron de lo más interesante. Se había quedado sin palabras al ver la reacción del cocinero, nunca había sido brusco con ella ni con Robin, y eso que siempre le estaban gastando bromas, y muchas veces se aprovechaban de su debilidad hacia ellas. Sabía que no podía alargar más tiempo esta situación, ya sus nakama empezaban a mirarle con suspicacia notando que algo no iba del todo bien entre ellos dos, hasta el tonto de su capitán empezaba a notar algo raro.
-No te equivoques, no estoy enfadada conmigo ni mucho menos.- le dijo mientras notaba que sus mejillas empezaban a arder como si estuvieran hechas de fuego.- ¡Es que no te entiendo! Sabes que soy perfectamente capaz de cuidar de mi misma, y siempre corres en mi socorro una y otra vez como si fuera una damisela en apuros, ¿es que no te das cuenta de que no necesito ayuda de nadie?
Y con estas palabras se libró de su mano y salió corriendo en dirección a su habitación mientras las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos.
"No puedo quitarme la imagen de él poniéndose entre Enel y yo, recibiendo el golpe por mí. ¿Por qué me hace esto? No soy nadie especial, nunca lo he sido ni nunca lo seré. Estoy con ellos en este barco sólo por mis dotes de navegante, nada más. Con lo débil que soy en la batalla, soy un estorbo para ellos, siempre tienen que salir corriendo a mi rescate."
Llevaba un rato tumbada en su cama cuando escuchó a alguien llamar muy suavemente a su puerta. Como no quería que nadie la viera llorando no contestó haciéndose la dormida. Aún así el visitante abrió con cuidado la puerta y entró cerrándola tras de sí silenciosamente.
-Nami, eres tú la que no lo entiende. Sé que eres capaz de cuidarte tú sola sin ningún problema. Pero si te pasara algo, no sé qué sería de mi.- dijo el cocinero acariciando su pelo.
Ella siguió callada, disfrutando secretamente de esas caricias haciéndose la dormida. El cocinero al notar que sus manos se humedecían se sentó en la cama de la navegante y siguió acariciándola, susurrando con palabras dulces que todo saldría bien, que no se preocupara.
Siguió así hasta que los sollozos cesaron, y la respiración de la navegante se hizo más lenta y profunda, sabiendo así que se había dormido. No queriendo molestarle en su sueño, se levantó y salió con cuidado de la habitación.