CAPITULO 1
En una mañana tranquila, luego de una noche larga y problemática para los hermanos Elric. Ed. y Al decidieron partir hacia Resembool en busca de su mecánica y amiga de la infancia Winry Rockbell, ya que el automail de Edward estaba destruido casi por completo.
—Hermano… ¿Hermano?
— Oh lo siento Al, estaba pensando en algo. — Responde Edward que miraba ausentemente el paisaje por la ventanilla del tren.
— ¿En que estabas pensando, En Scar (Cicatriz)?
— Efectivamente Al… Ese maldito se me volvió a escapar de las manos, junto a información valiosa para nuestro objetivo principal. Pero sin embargo no es lo que más me preocupa ahora.
— Es cierto, Winry te asesinara cuando vea su Automail.
En esa armadura no era posible apreciar las expresiones de Alphonse pero en el tono de su voz se podía notar la preocupación que tenía el niño.
— Winry… — Susurro Edward, meditabundo, mientras seguía mirando sin mirar por la ventanilla.
Sus labios dejaron crecer en ellos una leve sonrisa al recordar a su mejor amiga, y en ese momento fue cuando sus vivaces ojos dorados mostraron una ternura, que venía desde el fondo de su alma y que él nunca se hubiera imaginado que podía albergar.
"¿Porque tengo tantas ansias de verte?" Pensó Ed. Mientras cerraba sus ojos y disfrutaba de la brisa, que entraba por la ventanilla semi abierta, y alborotaba el rubio amanecer de sus cabellos, que hoy estaban recogidos en una coleta desarreglada.
Sin notarlo, la viva imagen de la hermosa Winry priorizo sus pensamientos. Su lacio cabello rubio pálido que caía por sus hombros, la ternura de esos ojos grandes y celestes que podían infundir ánimo a cualquiera que los viera, la esbelta figura de la mujer en la que se estaba convirtiendo, por el pesar de los años y por todas sus experiencias vividas.
"¿Maldición… En qué momento te pusiste tan hermosa?"
En el embrollo de sus pensamientos y sentimientos que no sabía interpretar, Edward había recordado el último de sus cumpleaños que había pasado con la familia Rockbell.
— Éramos tan pequeños para ese entonces... — Susurro para sus adentros.
— Hermano, ¿pasa algo? Ya casi estamos por llegar.
— Al… Mañana es mi cumpleaños. — Le dijo a su hermano ignorando sus palabras anteriores, mientras Sus ojos se desorbitaban por lo que acababa de recordar.
— Jaja sí, no me resulta extraño que lo hayas olvidado, con todo lo que estuvimos pasando desde que te convertiste en alquimista estatal.
Luego de unos minutos de una charla superficial, los hermanos bajan en la estación de Resembool.
Llegando a la casa de Pinako y Winry. Den (la perrita) pudo escuchar a lo lejos el alboroto de la enorme armadura de Alphonse y salió por la puerta, que estaba abierta, a ladrar a los visitantes.
Con todo el bullicio que había fuera de la casa, Pinako sale a ver cuál era la causante de tal situación. La anciana no pudo evitar reírse, al encontrar a Edward en el suelo, con Den encima mordiendo cariñosamente su automail como si fuese un hueso.
— Abuela! — Grito Alphonse emocionado.
— Vaya, vaya, si son Alphonse y el "duende rojo". — Dijo Pinako, riendo mientras acercaba su pipa a la boca.
Edward, al escuchar el calificativo que había usado la abuelita para describirlo, se reincorporo de un salto y totalmente furioso gritó:
— ¿ A QUIEN LLAMAS ENANO! ANCIANA DE PACOTILLA!
— Ha pasado tanto tiempo niños… que alegría verlos.
Totalmente indignado Edward entra a la casa como si fuese suya, con aires de suficiencia...
— También me alegro de estar en casa… — Musito Edward por lo bajo con algo de vergüenza.
Aquellos dos habían regresado a su hogar, por un corto tiempo, pero sentirse bienvenidos y amados aunque sea por poco de tiempo siempre recargaba sus energías para seguir…