Disclamer: los personajes no me pertenecen, obviamente... sino a la maravillosa S. Meyer... la historia es completamente mía XD


EPILOGO

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El funeral fue tan triste y parco como se podía esperar de un evento así. Un montón de gente vestida de negro caminaba para alejarse del lugar, la lluvia comenzaba a caer de un cielo tan oscuro como su vestimenta. Casi se podía decir que era el escenario para despedir a alguien a quien se había querido mucho.

Jacob le tomó la mano con más fuerza y la miró, sonriendo levemente, como dándole valor. Isabella intentó hacer lo mismo, mostrarse fuerte y decidida. Caminó sobre el camino de cemento cuesta arriba, hasta donde la poca gente aún permanecía despidiéndose de su amigo, hermano…

Vislumbró a Esme primero que a nadie, el cabello color caramelo se veía opaco, incluso Carlisle que estaba a su lado también se podía observar lo pálido y demacrado que estaba. No había ninguna duda de que esa perdida la resentirían todos de miles de formas diferentes.

Esme se acercó para saludarla a ella y a Jacob, los hijos de ella también estaban ahí, alejados de todo, medio escondidos bajo las faldas de un árbol. Isabella se giró a su hijo y le pidió que fuera a saludarlos, por un lado, para evitarle estar en el centro de toda aquella tristeza y, por otro, para darles una distracción.

-¿cómo están?- les preguntó, intentando serenarse.

-no lo sé todavía- contestó Esme, intentando sonreír -, todavía espero que esto sea una terrible pesadilla.

Bella afirmó y se arrebujó más en su abrigo, sintiendo de pronto el conjunto del frío y la humedad. Le tendió una mano a Carlisle, quien se la oprimió y le sonrió con la tristeza marcada en sus ojos y rasgos.

-lo siento mucho- intentó plasmar todo lo que sentía en esas tres palabras, pero sabía que se quedaba corta.

-gracias…- Esme suspiró –aunque no somos los que lo están pasando peor…

-¿cómo está Alice?- preguntó, buscándola con la mirada.

-como puede esperarse de Alice- contestó Carlisle, encogiéndose de hombros y haciendo un gesto con la cabeza hacia la dirección en que ella estaba hablando con un par de personas.

Bella se despidió de ellos y caminó hacia Alice que estaba siendo sostenida por Jasper.

El tiempo no había pasado en balde en ninguno de ellos, los años habían pasado con cada vivencia que la vida les había puesto en sus caminos. Pero Alice y Jasper aún tenían el porte de la vivacidad y la elegancia de siempre, aunque a él ya empezaran a decolorársele los cabellos y en los ojos de Alice se vislumbraran años de experiencia que antes no tenía.

-hola, Bella- la saludó en cuanto la tuvo enfrente, estrechándola entre sus brazos -. Gracias por venir.

-no podía no asistir, Alice… lo sabes- murmuró, antes de separarse.

Ella le sonrió levemente, afirmando y enjugándose una lagrima.

-lo sé.

Le destrozaba verla así, siempre había sido tan alegre que… resultaba chocante; aunque era lo que podía esperarse ante la situación.

-yo… yo…- dijo y tuvo que detenerse al no encontrar las palabras adecuadas.

Pero ella sonrió de nuevo, tomándola de la mano y conteniendo el llanto.

-lo sé- repitió, sorbiéndose la nariz.

Jasper también la saludó e intercambiaron un par de palabras lejos del tema que la había llevado ahí.

Entonces llegó Emmett y Rosalie, ambos tan cambiados como todos ellos, con Emmett con un mechón blanco comenzando a esbozarse cerca de sus sienes. ¿Cuántos años tenía ya? Él era mayor que ella por cinco años y eran los mejores amigos, acababan de cruzar juntos la línea de los 40 -47 para él, 42 para ella- y sus hijos habían dejado de ser niños hace tiempo.

Bella saludó a ambos, compartieron algunas palabras respecto a los negocios de todos, el último libro de Bella, los nuevos clientes de Emmett, la nueva colección de Jasper; al menos hasta que se sintió un poco menos denso todo.

Emmett le pasó un brazo por los hombros y le murmuró algo al oído.

Ella se disculpó con todos y caminó hasta el otro extremo del lugar, donde los árboles comenzaban a hacerse más frondosos y pronunciados; apartado de todos, Edward estaba recargado sobre el tronco de uno de aquellos árboles, su alta figura envuelta en una gabardina negra, la cabeza gacha y las manos metidas en los bolsillos.

-hey…- soltó, no sabiendo muy bien cómo empezar cualquier conversación con él.

Edward levantó el rostro y unos profundos ojos verdes la observaron de pies a cabeza, casi como si no creyera que estaba ahí; no podía culparlo, el hecho era que, en todos aquellos años se habían limitado a saludarse en eventos en los que coincidían, quizá una postal para sus hijos en navidad…

No habían vuelto a hablar desde la última vez, hace ya muchos años, en un parque de juegos, donde habían tenido su beso de despedida. Había sido dulce, recordaba ella, un momento robado de sus vidas… suave y cálido. Todavía lo recordaba.

Se acercó más, esperando que él hiciera cualquier gesto para saber si era bien recibida o no.

Él simplemente hizo un gesto con la cabeza, así que se apoyó en el tronco a su lado.

-la pregunta estándar es: ¿cómo estás?, pero supongo que no estás bien- Bella intentó hacerlo sonar como una broma, pero no pudo, el ambiente era demasiado tenso.

-no, no lo estoy… fue…- Edward negó con la cabeza varias veces, pasándose una mano por el cabello –una sorpresa para todos.

Isabella afirmó, imaginándose como era que se sentían todos ante la noticia de que Eleazar uno de los primos más cercanos a la familia había fallecido junto a su esposa en un horrible accidente automovilístico; en especial cuando iban hacia Londres con el fin de visitarlos a ellos.

Las fiestas navideñas estaban cerca y sabía por medio de Rosalie y Jasper que la familia Cullen esperaba tener una gran reunión feliz, donde los chicos podrían convivir con sus primos y donde Alice, Carlisle y Edward podrían verlos también. Isabella pensó, que habría sido muy bonito, poder ver reunida a la familia así y que hubiesen disfrutado del tiempo que tenían planeado.

Sin embargo, el destino les había jugado una curva y ahora estaban ahí, intentando hacerle frente a una situación gris en vísperas de la que se supone era la fiesta más feliz del año.

-¿cómo están Tony y Lizzie con todo esto?- le preguntó.

La verdad era que no sabía qué tan cercanos eran los chicos a los primos de Edward, aunque parecía ser un golpe duro para la familia.

-se lo están tomando bastante bien…- suspiró de nuevo, dejando una nubecita de vaho colgando en el viento que se estaba volviendo más frío –por fortuna no estaban aquí cuando ocurrió el accidente, Gianna los trajo ayer por la tarde.

Ella afirmó, pensando en lo complejo que era todo, en como los niños felices que ella había conocido habían tenido que aprender a dividir su cariño, su tiempo y sus atenciones a dos hogares distintos cuando el matrimonio de Edward había terminado.

No era como si él se lo hubiera dicho o ella se lo hubiese preguntado, pero Jasper y Rose siempre la mantenía al tanto de todo lo que le ocurría a la familia de sus parejas; así era como se había enterado que se había divorciado hace un par de años.

-¿no pasarán las fiestas con ella?

-a Gianna le pareció que el que necesitaba compañía era yo…- Edward se irguió y comenzó a caminar hasta los rezagados del entierro –creo que puede tener algo de razón…- le dedicó una sonrisa entristecida sobre su hombro y siguió caminando.

-puede que todos la necesiten- soltó en cuanto se puso a su altura, mirando a Carlisle y Alice -, después de todo, eran muy cercanos a ustedes…

-sí…

Fue todo lo que dijo Edward antes de internarse entre las pocas personas que aún no les habían dado el pésame a los hermanos Cullen, despidiéndose de otros y comenzar a alejarse del lugar.

Todos habían acordado pasar a dejar a los chicos a la suite del hotel de Edward, dejándolos fuera de lo que fuesen a hacer para pasar ese mal trago; así que los dejaron ahí con crédito abierto para que hicieran lo que quisieran por esa noche y los adultos tomaron sus autos y manejaron hacia donde Emmett los guiaba.

Resultó que él también pensó que lo mejor era llevar a los hermanos Cullen a despejarse en compañía, por lo que terminaron aparcando en un bar bastante acogedor, todo él muebles de cerezo, colores ocres y arena, un montón de cerveza internacional y un magnifico barman que preparaba todo tipo de cocteles a quien los pidiera.

Los primeros tragos fueron los más difíciles, bastantes palabras dichas a media voz y triste, luego… luego, por fin lograron sentirse cómodos ahí. Alice se quitó el abrigo negro y bebió una cerveza alemana de un trago, soltó unas risitas entre dientes y besó a su marido; Carlisle se limitó a seguir tomando de su whisky en las rocas, abrazado de Esme. Edward simplemente negaba con la cabeza ante los intentos de hacer chistes de Emmett.

Las bromas comenzaron a salir de forma menos tensa, más libres las risas también. El licor aumentó en la mesa, las botellas se vaciaron… los recuerdos emergieron, algunos tuvieron que limpiarse una pequeña lágrima que se había escapado, otros soltaron carcajadas sonoras cuando la memoria era demasiado divertida para contenerse.

Los recuerdos eran buenos, casi todos, así que rieron mucho… hablaron mucho. Bebieron lo suficiente.

La mesa retumbaba con las risas de todos, los vasos y copas pasándose de mano a mano, las botanas menguando rápidamente… y todo el ambiente del bar acompañándolos en esa escapada.

-… no, no, no…- decía Carlisle negando gravemente con la cabeza –estoy seguro de que no fue Eleazar…

-sí, fue él- insistía Alice, ya bastante achispada – y entonces fue cuando padre nos encontró y nos castigó…

-pero siempre me culpó a mí- Edward negó, dividido entre fruncir el ceño o reír -, siempre me recordaba el jarrón chino que "rompí" jugando al beisbol…

-¡oh!- Carlisle afirmó con una risa entre dientes -¡es cierto! Papá siempre pensó que habías sido tú…

-la única cosa que no rompí y fue por la que me castigaron- todos rieron y Edward no pudo contenerse más, riéndose también a carcajadas.

-pero es que Eleazar siempre lograba salirse con la suya…- Alice lo dijo haciendo un puchero que Jasper le borró con un beso.

-eso era porque los que siempre se metían en problemas eran Edward y tú- explicó Carlisle sonriendo –, no era culpa nuestra que fuesen incontrolables…

Otra ronda de risas sacudió la mesa y el ambiente pareció volver a aligerarse otro poco.

Cuando el reloj dio las tres en punto de la madrugada todos decidieron que era momento de marcharse, dormirían en una de las habitaciones de invitados de la casa que Edward había comprado para sus hijos y al siguiente día –cuando estuviesen más repuestos- irían a recoger a los chicos al hotel y podrían seguir con sus vidas, del modo en que cada cual pudiese.

Tanto Alice como Jasper se perdieron rápidamente en el segundo piso, igual que Rosalie y Emmett; los únicos que permanecieron a un paso suave, lento y cadencioso igual al de Edward fueron Carlisle, Esme y Bella. Se detuvieron en el pasillo que los llevaba a las escaleras y miraron las puertas abiertas del estudio, la sala y la cocina; parecieron preguntarse unos a otros qué hacer en el siguiente silencio, hasta que Esme se metió en la cocina y puso una tetera en la estufa.

Los cuatro se sentaron en la isla de la cocina y hablaron mientras el agua hervía. Hablaron de sus hijos, de lo grandes que eran ahora, del futuro, las nuevas inversiones, las nuevas novelas, las nuevas clínicas… hablaron también del amor, del pasado… de las cosas que siempre se habla cuando no se quiere ir a dormir tan pronto.

Después hubo té y café, Edward recordó haber comprado unas galletas de vainilla con arándanos y trozos de chocolate blanco; recordaron sus buenos tiempos, cuando Edward empezaba su negocio, cuando Carlisle apenas pensaba en lo de ser el encargado de su seguridad y la de los resorts que planeaba abrir, cuando había conocido a Esme, cuando ellos se había conocido también.

-… y esto es todo lo que puedo dar- dijo Esme, bostezando y pareciendo ya más dormida que despierta.

Carlisle sonrió, tomó su mano y juntos se perdieron también escaleras arriba.

Bella se giró para mirar a Edward y le sonrió.

-eso significa que sólo quedamos tú y yo…- ella soltó un bostezo suave y bajo –pero la verdad es que ya tengo bastante sueño…

Edward sonrió también, negando un par de veces.

-aficionados.

Isabella rió bajito, intentando no despertar a nadie. Vació el trago que le quedaba de té y dejó la taza en el lavabo. Se recargó en él y miró de nuevo a Edward.

-hey…- le dijo, esbozando una sonrisa ligera –esto no ha estado tan mal…

-no, no lo ha estado- coincidió él -. Fue mejor que encerrarnos en algún sitio y emborracharnos o llorar.

-sin duda.

Edward también dejó su propia taza en su sitio y se recargó a su lado, mirando la cocina y la puerta abierta de la sala que se encontraba justo frente a ellos, se acordó –cosa rara- cuando Bella le había arrojado la almohada en una de las discusiones que habían mantenido mientras ella había vivido en su piso en el centro de Londres.

-de hecho puedo decir que me he pasado pensando en cómo de rápido se pueden ir nuestras vidas y eso te hace preguntarte cómo has vivido la tuya y yo… - le dijo, pasando un brazo sobre sus hombros, observando las fotografías de sus hijos en las paredes paja de la habitación –creo que nuestras vidas no han estado mal…

Bella amplió la sonrisa, recargando su cabeza en su hombro, viendo también lo mismo.

-tienes toda la razón- levantó el rostro y le miró a los ojos -, son buenas vidas, ¿no?

-por supuesto…

Ella volvió a bostezar, se desperezó, soltándose de él.

-debo tomar un vuelo por la mañana temprano- murmuró, quitando lo último de la mesa y poniéndolo con las tazas.

-¿por la mañana?

-le prometí a Jacob que pasaríamos navidad con sus abuelos en Napa…- explicó, abriéndose camino por el pasillo hasta las escaleras –tal vez te gustaría ir algún día, tienen unos viñedos preciosos…

-quizá…

Llegaron a la planta alta, Bella le miró sobre el hombro, el sueño venciéndola poco a poco, sus ojos cada vez más pequeños.

-adiós, Edward- se despidió, no estando segura de si podría verlo la mañana siguiente antes de tener que irse. Extendió los brazos, esperando ganarse un abrazo.

Edward lo hizo, pasó sus manos por su cuerpo y la estrechó contra su pecho; su aroma a fresias y fresas le llenaron los pulmones, transportándolo tantos años atrás que parecían existencias enteras. Todavía era delgada, grácil y estilizada; aún le llegaba a la barbilla. Eran los mismos y tan diferentes…

-fue bueno volver a verte, Bella…- bajó la vista, disfrutando del siempre cálido mar de chocolate que eran sus ojos -hay que repetirlo… alguna vez…

-sí, alguna vez.

Le robó un instante al tiempo –de nuevo-, posó sus labios sobre los de ella, disfrutando del contacto suave y la piel tersa y cálida, ahí donde tocaba; le robó el aliento, probó aquel sabor que tenía años sin degustar y se dejó llenar por la esencia que era toda Bella y nadie más. Y, sin embargo, siguió siendo un beso lento, que no buscó nada más allá, ni hubo caricias con segundas intenciones.

Habían tenido un beso de despedida alguna vez, quizá este era otro… otro contacto robado del tiempo y a la vida, como sostener el aire en los pulmones pero mucho más placentero. Era volver a lo que conocían y nunca habían disfrutado realmente, reconocerse cada vez.

Se distanciaron poco después, para algunos ni siquiera podría calificarse como un beso en forma; pero fue suficiente.

Bella bajó la vista al suelo, quitándose un mechón de cabello del rostro, recordándole tanto a la Isabella joven que había sido una vez… que no pudo dejar de sonreír en todo el camino que ella hizo hasta la habitación de invitados que quedaba desocupada.

Edward se dirigió a su propio cuarto y soñó con… muerte, con vida, con besos…

Isabella había tenido razón, al siguiente día no pudo verlo y se fue en avión a Napa. Edward se quedó en Londres. Siguieron con las vidas que ellos mismos se habían escrito.

Había veces en las que miraban una ventana y… recordaban, añoraban; otras en las que deseaban más.

Habría más tiempo, más personas, más experiencias, más amores… pero un día, quizá poco o mucho después, tal vez uno en que coincidirían de nuevo, se saludarían como viejos amigos y lo retomarían ahí donde el tiempo siempre les daba indulgencia, con un beso.

A lo mejor el beso se volvía más y podrían encender un verdadero fuego con la leve llama que habían dejado pasar en todo aquel tiempo.

Podría ser que, en ese punto, ellos estuviesen realmente preparados para estar juntos, para dejar abierta la puerta al pasado como algo que ya había sido y permitir que la vida los ligara de una vez, como debería de haber sido desde el principio. Sin orgullos, sin mentiras, sin secretos… sólo dos personas decididas a volverse parte imprescindible de la vida del otro, a amarse como se suponía.

Quizá después…


y FIN... ahora sí, ya no hay más ke contar de esta historia... jojo... espero les haya gustado, este es el fin con el ke al final me he sorprendido a mi misma puesto ke ni io sabía como terminaría todo (como había mencionado antes)...

sé ke algunas de ustedes hubiesen preferido ke terminaran juntos u.u ... lo admito, io tmb jajajaja, pero creo ke no ha estado tan mal...

pufff, doy miles y miles de gracias a tods akells ke se tomaron el tiempo de leer, dejar rw, agregar la historia o a mi a sus favoritos... son lo maximo y lo mas sensacional del mundo ^^ y sin ustedes esta historia no pudo haber sucedido de ninguna forma... PERO...

pero viene otra (jajaja) a la ke espero le den una oportunidad y bueno, olviden ke tardo demasiado en actualizar y se den (y a mi tmb) una chance para ver otra faceta de mis textos... ahm... se llama "Al límite del honor" y la publikré inmediatamente después de publikr este capi... me enkntaría ke se pasaran x allá...

en fin... digo adiós a esta historia y espero decirles hasta luego a ustedes.

cn mucho cariño:

clarisee