Remus.

Fueron años de soledad, años de miedo, años sin saber que podía hacerle a alguien o qué podía hacerle a los demás en su estado en el que no controlaba sus acciones.

Años, hasta que entró a trabajar a Hogwarts. Lugar donde estudió, lugar en el que se sentía cómodo. Estaba casi feliz. Sólo le faltaba .

En aquel lugar, no sólo trabajó y pudo liberarse un poco de aquellas cargas que lo mantenían preocupado. Si no, también conoció al hijo de uno de sus mejores amigos de la infancia. Harry Potter.

Al descubrir que él, portaba el mapa del Merodeador quedó estupefacto. Era el reflejo de su padre.

A su mente vinieron miles de recuerdos de lo que hizo con ese mapa…

Solían utilizarlo los cuatro, pero de vez en cuando Sirius conseguía hurtárselo para huir a todos los escondites de Hogwarts para besarse con él o simplemente pasar un buen rato.

Tantas cosas que el tiempo había destruido… Estaba sin Sirius, estaba incompleto. El solo hecho de recordar cuando ambos declararon lo que sentían le destruía el corazón en miles de pedazos y le ansiaba llorar.

Pasó el tiempo, y vinieron los reencuentros…

Desde la perspectiva de Remus, era solo amor… A veces calentura pero el resto de las veces era amor puro y sincero.

Posiblemente, todos estos recuerdos pasaron en un segundo por las mentes de ambos en el minuto en el que Bellatrix, la mortífaga nombró posiblemente las peores palabras pronunciadas por un mago.

Avada Kedravra. Así fue como Sirius se desvaneció, su alma desapareció, todo indicio de que él se encontraba con nosotros. Sólo murió, desapareció y se desvaneció… Harry corrió, no pudo sujetarlo… Él, se desplomó en el piso y mientras sonaba por todas las paredes los pasos de la prima de su amado, que huía después de haberle quitado, potencialmente, su vida.

Aparte de ver en tan solo un segundo todos aquellos momentos que pasó con Sirius, su amor de infancia y posiblemente el amor de su vida… Recordó las palabras que no hacía mucho le había dicho.

-Remus… Nunca más volveré a dejarte solo… Nunca. Siempre estaré a tu lado y siempre te daré mi protección. No lo olvides.-

Rompió a llorar. No podía moverse, los espasmos eran mayores.

Sentía aún más dolor que cuando se atacaba vuelto un hombre lobo en las noches de luna llena.

Sentía más miedo del que le tenía a éstas y se sentía solo como nunca.

Había perdido la mitad de sí. Ahora, verdaderamente estaba incompleto.

Qué no daría para que Sirius volviera a estar aquí… Pero ya no se puede… Está… Muerto.

-o-

Debo reconocer que lloré escribiendo el final. Espero que sea de su agrado, si no, procuren tirar tomates blanditos porque los duros duelen.

Muchas Gracias por leer.