Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún fin de lucro.

Capitulo 1: Hermanos.

Aquella noche su abuelo había partido una vez más y Tatsumi parecía estar ocupado en la cena, dejando que ella hiciera a voluntad lo que quisiese en la residencia.

Saori, tras la partida de los caballeritos a sus entrenamientos, escuchaba resonar con gran eco sus pasitos de charol al atravesar el pasillo.

La mansión guardaba un gran frio sin la presencia de los demás niños. Dejó de correr y se detuvo en la gran habitación de los infantes desaparecidos escuchando al saludar la resonancia que producía.

Las camitas perfectamente acomodadas, la luz tenue de la noche pasando las ventanas y ni un solo detalle que trajera recuerdos, eran los huéspedes de ese cuarto. De pronto extrañaba escuchar la voz dispuesta de Jabu a jugar con ella, la sonrisa tímida de Shun, la mirada desafiante de Seiya y la atemorizante de los demás ante su presencia.

Una tristeza melancólica invadió su corazón, de pronto parecía arrepentirse de haber sido tan arrogante y temeraria con ellos. Al fin y al cabo ellos al igual que ella, estaban solos.

Miró hacia las estrellas y recordó las palabras que una vez Seiya le dijo: "pídeles a las estrellas lo que más deseas y pronto te lo traerán". Se apretó el pecho con sus manos, cerró sus ojos y le habló al cielo:"Estrellitas, deseo no sentirme sola nunca mas, te esta hablando mi corazón y espero lo escuches".

Sus pensamientos tristes se removieron al escuchar la voz de Tatsumi llamando con su nombre por las habitaciones. Se movió en dirección de la voz de Tatsumi y espero atenta a que el calvo le abriera la puerta.

—Señorita Saori, baje a la sala por favor. Hay una sorpresa para usted.

La niña cambio su semblante y con sus ojos iluminados, paso ante la presencia del mayor y corrió hacia los barandales de las escaleras. Al detenerse al borde de éstas, gritó con emoción al ver un peludo y juguetón animal dar vueltas alrededor de los finos muebles.

Bajó las escaleras con emoción y el animal se abalanzo sobre ella llenándola de lengüetazos sobre su palma y moviendo su cola con felicidad ante la infanta.

—Señorita no deje que se le acerque tanto el animal—comento el mayordomo con cierta repulsión al perro.

— ¿De quién es el perro ,Tatsumi?—pregunto con felicidad la niña.

—Es suyo, es un regalo de su abuelo. Se llama Akira. Pero yo creo que no se quedara mucho tiempo, su abuelo no reparo en los muebles y el pelo que suelta esa cosa—hablo el calvo mientras el perro, que era un bonito ejemplar café y con sus ojos azulados, le gruñía con fervor.

—No le tengas envidia por el pelo Tatsumi, hasta te podrás hacer una peluca con él. Es un bonito perro y se quedara—comento cínica la niña mientras el calvo se tenia de rojo ante aquel detalle pasando su mano por su cabeza.

Un pequeñito mechón azulado abrió sus ojitos en aquella cama de paja tras sentir el cálido astro sobre su cara aquella mañana. Con su manita cubrió sus ojos de la luz incesable de esos días. Ésta se había vuelto una pesadilla después de las diez, la hora de su extenuante entrenamiento, quemando su piel a cada paso. Perezosamente se alzó de la cama y al mirar alrededor de la pequeña cabaña con dos habitaciones, vio una pequeña silueta traviesa preparando algo con prisa. Arrugo los ojos y extrañado, se acerco hacia ella. Pronto la silueta, que no percibió la proximidad de la otra, se espanto:

— ¡Ikki, te despertaste!—replicó la rubia mientras miraba la sombra detrás de ella.

—Esmeralda, ¿y eso?—dijo el pequeño observando un par de frutos rodando por la vieja mesa de madera.

—Son algunas frutas, te quería agradecer que me ayudaste el otro día y quise prepararte el desayuno.

—No tenías que...—dijo el niño siendo interrumpido por la inquieta rubia con sus manitas sobre la boca del moreno.

—Claro que tenia, lo que hiciste por mi me tocó el corazón. —dijo la pequeña pasando una de sus pálidas manos con ternura sobre el rostro del pequeño— En fin ya que me descubriste, ven te mostrare como se prepara la comida aquí.

Tras decir esto, el pequeño siguió a escasos metros a la niña arribando a otra mesa de madera con varios sacos y frutos encima.

— A veces solo comemos granos y avena, pero en ciertos días traen canastas de frutas para mi padre los grandes barcos de un lugar lejano, me parece que es Grecia por las letras de las etiquetas—comento la niña mientras señala los sacos— Aquí como vez no es posible cosechar nada, ¡el clima es horrible!

—Si lo note, sobretodo en la hora en que comienza mi entrenamiento—comentó fastidiado el pequeño. La niña continúo su rutina y tomó en sus manos un fruto y un cuchillo.

—Uno de estos días te enseñare mi jardín secreto donde la brisa no es tan fuerte y hay montón de flores por todos lados—hablaba la rubia mientras formaba rodajas con una pera—Pero bien pásame esas deliciosas manzanas están ahí.

—Toma, aquí están—dijo el niño interesado en la nueva lección de la nena.

—Pues para cocinar tienes que poner fuerza sobre la fruta con el cuchillo. Inténtalo—ordeno la niña indudable mientras ponía sin querer, la punta del cuchillo en la cara del fénix, alejándolo temeroso.

—Bien, lo hare—dijo el fénix no muy convencido y al tratar de cortar la fruta, coloco sobre su palma la fruta. Tras pasar la cuchilla por la fruta, esta llego hasta su piel, clavandose en la mano. Pronto una delgada línea de sangre espanto a ambos.

— ¡Oh te has cortado!, que tonto—rió la pequeña Esmeralda al ver la rasgadura del fénix.

—Déjame curarte.

—De verdad no es nada—dijo el niño escondiendo su mano de inmediato en su espalda ante el tacto de la rubia.

—En serio, déjame—insistió la persistente niña y con rapidez corto un pedazo de su vestido para colocárselo con cuidado en la mano. El fénix apenado le acerco su mano y ella le hizo una especie de nudo con la tela sobre la palma y terminó un pequeño mono en el centro.

— ¿Ves?, ya esta listo, así tu manita no te dolerá.

—Esmeralda—susurro encantado en los ojos de la niña sin percibir nada más. El mundo se había encerrado bajo las palabras de la rubia. Y es que no era solo su lindos gestos hacia él que solo conocía la rispidez y el dolor, si no que su sola presencia de la rubia provocaba emociones revoloteando por su cabeza, haciendo que su estancia en aquel lugar fueran mas que un insondable lugar que le toco por destino.

—Entonces cuéntame, ¿Shun es tu hermano el cual también entrenará como tu?—pregunto la rubia siguiendo cortando las frutas.

—Si, así es —dijo el fénix mientras bajaba la mirada hacia el suelo al nombrar a su hermano—Lo extraño.

—Me encantaría conocerlo, deber ser un chico increíble, aunque sigo sin creerte que se parece a mí.

—Enserio, son muy parecidos, por eso cuando tu estas aquí, no lo extraño tanto—comento bromista el pequeño santito. La rubia al ver el brillo peculiar tras el moreno, respondió.

—Pues bien, para cuando lo veas ya sabrás prepararle un delicioso combinado de frutas y no morirán de hambre ¿viste? ya cocinaste y terminamos y aunque tus cuadritos de manzana salieron disparejitos y con sangrita, no importa.

Aquella niña lo iluminaba con su sonrisa, por momentos le hacia olvidar ese infernal lugar y al querer acercarse a besarle la mejilla envuelto en emoción, un golpeteo ruidoso sobre la puerta de madera espantó a ambos pequeños.

—Maldito mocoso flojo, te quiero afuera en cinco minutos o ¡veras!—grito Guilty con fuerza caminando afuera de la cabaña del fé moreno tomo dos trocitos de fruta y se alejó.

—Me iré, gracias por el combinado, Esmeralda—dijo Ikki caminando hacia la puerta.

Shun al abrir sus ojos tras recibir el sol sobre su rostro, pudo observar el mismo pastel de la noche anterior a su recibimiento, lleno de moscas. Alrededor de su pequeña camita, listones de colores y algunas basuritas indicaban que la noche pasada hubo una gran fiesta.

Y entonces recordó a los pobladores del lugar bailando con una extraña música y todos hablándole con aprecio, sin embargo ante ese ambiente acogedor jamás dejaba de pensar en su hermano. Observo a Chocolate a su lado con una pequeña banderita que June le entrego de "bienvenido" para su osito y sonrió.

—Spica, toca la puerta y déjate de tonterías—dijo un susurro tras la puerta.

— ¿Shun, estas ahí?—pregunto Spica con sigilo, abriendo la puerta de la cabañita del pequeño de las cadenas.

—Si, aquí estoy—dijo temeroso el pequeño Shun aproximándose hacia sus compañeros. En la portón, firmes Spica y Reda le saludaron.

—Albiore nos ha mandado por ti, quiere que vengas lo más pronto posible. Hoy nos enseñara los primeros golpes básicos para una pelea, ¡apresurate!—animoso ordeno Spica hacia su compañero.

—Pero aun no me he bañado—dijo extrañado el santito de Andrómeda recordando las palabras de Tatsumi en las mañanas. Y es que si alguien no se bañaba en la mansión, sería castigado con dolor físico.

—No te preocupes—dijo Spica mientras se olía la axila—Yo tampoco y además eso sirve para dos cosas ¿verdad Reda?—pregunto el de cabellos azulados.

—Si—dijo con altanería el pelirrojo— Sirve para que ahorres agua ya que escasea y también para que las niñas no se te acerquen, son tan ¡uy! delicadas que dan escalofríos.

—Bueno vámonos, Albiore espera—dijo ansioso el niño de cabellos azulados jalando a Shun con su manita.

Al caminar entre el ardiente clima de la Isla y sentir como la piel de los pies descalzos se agrietaba por la arena, el trio de niños avanzaba despreocupado hacia la costa.

—No se hagan ilusiones, yo seré el ganador de la armadura de Andrómeda, ¿y saben porque?—hablo desfachatado el pequeño Reda cruzando sus manos hacia su nuca llamando la atención de sus compañeros.

—Porque yo ya vencí a la bestia de las cadenas—comentó estremecedor el pequeño pelirrojo.

Shun al caminar, arrugó su seño y reflexiono—En Japón existía el grillo maldito pero jamás escuche de la gran bestia de las cadenas.

—Es una bestia fiera ¡argh!—comento con sus manitas formando garras el pelirrojo —Y sus grandes ojos saltones te miran ansioso por devorarte. Pero yo lo vencí golpeando su nariz con un solo puño.

—Eso jamás lo menc...—dijo Spica sorprendido de su compañero cuando este le soltó un codazo ante la presencia de Shun—Si lo mencionaste, es cierto.

—Sobretodo les gustan las niñas, por eso una vez casi se come a June pero Albiore la salvo. Así que cuando oigas el sonido del hierro sobre el suelo, escóndete.

—Lo tendré en cuenta—dijo Shun temeroso al imaginarse ,él solo, en la noche, escuchando al exterior de su cabaña el resonar del metal sobre el suelo.

— ¡Oh! lo olvide unas cosas que me pidió el maestro, acompañame Spica por ellas, que Shun se adelante a la costa—ordeno Reda dejando a Shun en medio del camino confundido ante la actitud de sus compañeros.

Tras ver la costa cerca, Shun caminó hacia ella observando la imperceptible silueta de Albiore tanto sus compañeros caminaban en sentido contrario esperando alejarse.

—Se lo creyó todo, ¿crees que funcione lo demás?—dijo Spica mientras Reda lo abrazaba susurrando a su oído.

—Claro, el mocosin se ira en el próximo barco de la Isla. Es más, esta noche la gran bestia vendrá y se lo comerá.

Shun llego hasta Albiore, quien con destreza movía sus cadenas sobre el mar impresionando al pequeño de cabellos verdeceos. Pronto Reda y Spica alcanzaron a su maestro y a Shun, escuchando atentos sus aterciopeladas palabras sobre el dominio de las cadenas.

Cuando la noche cayó sobre el gran manto azulado de la mañana, Shun, quien dormía en la misma cabaña que el maestro, acomodo con miedo su almohada y a su osito Chocolate.

—Maestro—pregunto tímido el santito de las cadenas, observando la fornida espalda de su maestro, bostezando— ¿Me contaría un cuento al dormir? , eso hacia mi hermano cuando tenia miedo.

— ¿De qué tienes miedo, Shun?—pregunto atónito el santo de Cefeo, sentándose al borde de su cama.

— De la gran bestia de las cadenas que menciono Reda esta mañana—dijo Shun observando la pequeña ventana de la cabaña con intranquilidad—Dijo que era una gran bestia que come niños y que incluso usted salvo a June una vez de ella.

Al escuchar esto, el santo mayor rió sonoramente y le ordeno al niño que se acercara con un ademan para escucharlo mas atento.

— En Japón siempre dormía con mi hermano que me protegía del grillo maldito, pero ahora no hay nadie que lo haga de la bestia—replicó con expectativa en su relato el niño.

— ¡Vaya!, jamás oí algo tan descabellado como el grillo maldito, ustedes los niños pueden llegar a ser tan peculiares—comentó el rubio.

— ¿Puedo dormir esta noche con usted?—sugirió con sus ojitos iluminados el pequeño santito. Tras un largo y aliviante suspiro, el santo accedió.

—Bien, trae tu almohada, pero solo por esta noche.

El pequeñito corrió emocionado hacia su cama, tomando su almohada y a su pequeño compañero Chocolate de ella. Con dificultad subió a la alta cama de paja de su maestro y se acomodo sobre ella.

—No te contare un cuento, pero si una gran verdad—comento con mesura el santo de Cefeo mientras se acomodaba al borde de la cama y el niño respetuoso, miraba a su mayor.

— Cada invierno las gaviotas emigraban juntas desde lo mas alto de los riscos en búsqueda de sobrevivir. Pero un día, la más pequeña de todas, se perdió entre sus hermanas por distraída. La pequeña gaviota se quedo sola e indefensa ante el poderoso clima refugiándose en el pilar que compartía con sus hermanas en primavera. Ellas pensaban que la pobre ave moriría en aquel cruel destino que le había tocado, mas al volver la primavera siguiente, no creyeron lo que vieron .El avecilla ya había crecido y se había vuelto la más imponente de todas. Su alegría creció al ver a su hermana gaviota viva y orgullosa de ser la más esplendorosa.

El rubio vio como a su lado, el santito se había acomodado sobre su cama con los mechones revueltos, perdiéndose en sus sueños con su osito Chocolate aferrado a él. Y no era para menos, aquel extenuante día solo merecía de recompensa tumbarse sobre la cama.

—Shun, tienes que ser igual que la gaviota, para que al rencontrarte con tus hermanos de Japón e Ikki, seas tú la más esplendorosa gaviota—susurró suave el santo observando con ternura al pequeñito de ojos soñadores. —Buenas noches pequeño.

El santo le revolvió los mechones verdeceos a su alumno y le acomodo la cobija hasta sus hombros. De pronto al exterior de la cabaña, un par de pisadas y risas reprimidas llegaron hasta los oídos del santo mayor.

— ¡Shun!—decía una vocecita macabra desde el ventanal—Vengo por ti y por tu osito, soy la bestia de las cadenas.

Albiore rió suavemente al ver tal escena, y se le vino a la mente jugarles una trampa a los malosillos de afuera. Se coloco una sábana de la cama y avanzó hacia la ventana con sigilo.

— ¡Quieres dejar de reírte tonto Spica, nos descubrirán!—regaño por debajo el pelirrojo al escuchar las risas divertidas del de cabellos azulados, que jalaba una cadena por el suelo.

Reda aun discutía con Spica cuando de la ventana, una gran sombra les susurro:

—Reda , Spica ¿por qué me están usurpando?—replicó una voz de ultratumba.

Los ojitos poco a poco se fueron abriendo más al ver la imponente figura de la bestia tras la ventana, cubriendo la pequeña luz emanaba de la cabaña con su esplendor.

— ¡Cielos!, ¿quién es usted?—pregunto tembloroso Spica tras la silueta rojiza de su compañero que a pasos diminutos avanzaba hacia atrás.

Soy la gran bestia de las cadenas, ¡así que largo!, no vuelvan a molestar a Shun porque si no les comeré y tronare uno a uno... ¡sus huesitos! —rió macabro y sonoro el santo de Cefeo y observó como a tropiezos sus alumnos corrían despavoridos.

Alejándose con el aliento a extasiar en sus pulmones y tras encerrarse en una pequeña bodega donde una luz pálida iluminaba tenue, Spica reclamó:

—Reda, eres un mentiroso ¿no que ya habías vencido a la bestia de las cadenas, y lo peor, no que no existía? Eres cobarde.

Continuara...

Dedicado a Mel-gothic, sabes que en gran parte tus palabras me trajeron devuelta.

Hola de nuevo, debido al numero de peticiones sobre mi fic "el inicio de la esperanza" que hubiera una continuación, mis queridos lectores, aquí les traigo lo que tanto querían .La cuestión es que se manejara a tres viñetas por capitulo mencionando a cada caballerito(o única diosa) como protagonista debido a lo largo que podría llegar a ser si hago una aventura por cada uno. Solo serán mencionados los cinco bronceados principales y la pequeña Saori, espero les guste la nueva etapa.

Un gran abrazo y ojala se enamoren de esta historia al igual que la anterior, hasta pronto!