Agridulce

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La primera vez que vi a Edward pensé que él era el chico más apuesto de la historia de los chicos guapos. Su apariencia, desde sus zapatos hasta el último de su cabello daba esa impresión.

Y Fue también ahí que note que él jamás se podría fijar en una chica como yo...

No es que yo fuera nerd, ni horripilante. Pero era demasiado normal… nada fuera de lo común; la chica castaña pálida y delgada. Nada en comparación con su belleza tan exótica e inexplicable…

Además yo aún no terminaba el instituto y Edward ya cursaba el tercer año en medicina…

¿Cómo iba a imaginar que él se fijaría en mí? Solo en mis fantasías más ocultas Edward se acercaba y me decía lo mucho que me amaba, lo maravillosa que era y todas aquellas ridiculeces que se piensan de adolescente.

A veces veía a Edward en el hospital donde regularmente asistía debido a mis múltiples caídas provocadas por mi eterna torpeza. Era ahí donde me podía acercar, no al extremo de llegar a hablarle pero si para poder admirar los detalles de su perfecto rostro o de los gestos que hacia cuando estaba molesto.

Jamás me puse a pensar la razón por la cual Edward estaba en el hospital –ayudando a los demás médicos- pero siempre quise pensar que era porque él era un chico demasiado listo y lo habían promovido antes para así empezar la residencia…

Recuerdo cuando Edward me hablo por primera vez… ¡Casi me muero por una combustión espontanea! Me sonroje hasta la médula, muy ridículo si pensamos que él solo me dijo "¿Sabes donde hay una florería?"…

Fue penoso, muy penoso. Sobre todo cuando me pregunte para quien serian aquellas flores…, por un lado me decía que eran para su madre, su hermana… ¡O yo! Pero la parte realista me recordaba que los chicos lindos siempre están ocupados… y eso solo provocaba que mi corazón se apretase y mis ojos de aguasen.

Luego de ese "encuentro" Edward y yo nos topamos dos o tres veces… una en el hospital y otra en Seattle…

En dichos encuentros compartimos unas pequeñas palabras, él hablo más que yo, estaba demasiado concentrada memorizando su rostro como para formar una oración coherente y decirla en voz alta.

Imagínense mi sorpresa cuando Edward me invito a salir…

¡A mí! A la flacucha Bella Swan…, la chica que siempre asistía sola a las fiestas porque nadie quería arriesgarse a perder un dedo mientras bailábamos… ¡Yo!

En ese instante fue la adolescente más feliz de la tierra, incluso del universo. Nuestra primera "cita" fue en un parque cercano al pueblo, nada muy elaborado pero para mí había sido el mejor recuerdo que había tenido hasta ese momento. Para mi alegría esa no fue nuestra última cita, vinieron otras… ¡Muchas otras!... hasta que finalmente Edward me pidió ser oficialmente su novia.

Creo que eso fue lo que me mato.

Edward fue mi primer novio… mi primer beso, e incluso fue con quien perdí la virginidad unos meses después de que me confesara que me amaba.

Todo fue demasiado intenso, cada beso, cada caricia era dada como si fuese el último momento que estuviésemos juntos. A veces sentía que Edward se despedía de mí con culpa, como si temiese que yo escapara…

Yo pensaba que eso era tierno de su parte, el hecho de que no me presentara a sus padres decía que solo quería cuidarme, y que no quería darme dolores de cabeza al conocer a su acomplejada familia, y yo como la idiota enamorada que era, le creía.

Fue por eso que cuando todo llego a su fin sentí mi alma morir… me sentía vacía y triste como una cascara dura y sin nada en su interior. Sufrí mucho cuando Edward se alejo, pero sufrí mucho más al saber porque se había alejado…, sufrí mucho más al saber que yo no era nada en su verdadera vida.

Que sencillamente era un juguete con el cual se divertía mientras hacia su residencia en el aburrido pueblo de Forks, que en realidad él tenía una familia ya formada en Seattle, una familia con esposa e hija…

¡Y que la estúpida de Isabella Swan era simplemente la amante!

Eso me destruyo, me quemo cada parte de mi corazón enamorado arrasando con aquel sentimiento de amor que sentía por él. Mi alma se oscureció, y no me importo. Aquella estúpida muchacha llamada Bella Swan había muerto y en su lugar había dejado a una mujer dura, sin nada más que dar que un cuerpo.

Sin contar con el hijo que llevaba dentro de mi vientre, ya demasiado crecido como para abortarlo y aún demasiado pequeño para dejarlo en un orfanato. Sin un padre, sin una madre amorosa… sin familia que lo amparase…mi bebe lo único que tenia era a mi; la coraza de lo que alguna vez fue Isabella Swan.