Esta es probablemente la actualización más lenta que he hecho en mi vida con respecto a algo... En serio. ¡Lo siento muchísimo! Por un momento había olvidado la existencia de este fanfic, pero por suerte guardo todos los capítulos, y este lo tenía escrito a medias... Espero que quienes siguen interesados en esta historia disfruten este capítulo y debo agregar que no sé cuando será la próxima actualización, estoy perdiendo el don de escribir.

Disclaimer: Bakugan Battle Brawlers no me pertenece, sino a su respectivo creador.

Cierta pelirroja mantenía su monótono caminar por la enfermería, yendo y viniendo de un extremo a otro como si con cada paso que daba hiciera más pronta la llegada del chico a quien esperaba con tantas ansias. Miraba como sus pies desnudos tocaban las baldosas para luego dar un giro inesperado y así volver a pasar por sobre el rastro invisible de sus pisadas.

"Ace, por favor... Dime que estás bien" decía Mira en su mente sin dejar de moverse.

Sus pasos cesaron al ver como la puerta se abría rápidamente dejando entrar a dos adolescentes poseídos por la adrenalina que, una vez dentro, azotaron la puerta y pusieron llave en caso de emergencia. Los miembros de La Resistencia se quedaron perplejos ante el actuar de los dos muchachos, pero decidieron guardar silencio y esperar a que recuperaran el aliento para dar inicio a la interrogación.

— ¿Pero qué les pasó? — preguntó Dan arqueando una ceja al ver que a Ace le costaba regular su respiración.

— Tuvimos dificultades en el comedor — respondió Shun con un tono sereno en su pose emblemática: de brazos cruzados apoyando espalda y uno de sus pies contra la pared. — Y eso no es todo — agregó dejando escapar un suspiro.

Los chicos dirigieron su atención al peliazul quien parecía tener la intención de completar el enunciado de su amigo, incluso adoptó una postura similar a la del pelinegro antes de hablar.

— Falta el sermón del director por el alboroto en la cafetería… Eso y a bomba de humo que arrojó Shun — dijo esto último con la mirada puesta en el culpable de dicha acción, mostrando cierta molestia en su rostro. Shun sólo esbozó una leve sonrisa manteniendo los ojos cerrados sabiendo que el chico de cabellos opacos habría estado perdido si él no hubiera aparecido en medio de la pelea.

Dejando ese tema de lado, Dan, como líder de La Resistencia se dirigió a Mira, quien ya se encontraba más tranquila desde que Ace retornó a la enfermería. La chica no podía seguir refugiándose en dicho lugar, pero tampoco había nada planeado como para enfrentarse a Los Vexos, necesitaban más tiempo.

— Mira — llamó Dan. La aludida fijó su mirada en el chico que ahora se encontraba a su lado. Se veía serio, hecho que raras veces ocurría.

— ¿Qué sucede? — preguntó la pelirroja sin tener pista de lo que su líder pensaba decirle.

— Será mejor que te vayas de este instituto — respondió abruptamente.

Los demás miembros de La Resistencia observaron a Dan completamente desconcertados, a lo que el chico reaccionó ante esto llevando su mano izquierda hacia su nuca mientras movía efusivamente su diestra señalando que negaba el posible malentendido de sus palabras.

— ¡N-no me refiero a eso! — dijo con cierto nerviosismo en su voz. — Me refería a que sería mejor que Mira se fuera por hoy. De seguro Los Vexos deben estar más furiosos que nunca… — Se detuvo para dirigirse nuevamente a la pelirroja — Y como tú eres su blanco principal, es peligroso que camines sola por los corredores teniendo a esos psicópatas rondando por ahí.

Runo, quien se encontraba cerca de Dan, posó su mano sobre el hombro del chico asintiendo ante lo dicho. Cerró sus ojos y esbozó una sonrisa.

— Ahora recuerdo el por qué te elegimos como líder del grupo. Lo había olvidado. — agregó esto último con una sonrisa pícara lo cual sorprendió al castaño, exclamando el nombre de la chica en señal de reproche.

Mira seguía algo sorprendida por la sugerencia que le habían hecho. No recordaba que un instituto podría ser tan peligroso como éste se presentaba. ¿Acaso era ella la chica con mala suerte? Simplemente no encontraba una explicación lógica. Si bien ella estaba consciente de que no sería fácil teniendo a su hermano mayor como centro de atención, no esperaba ser el blanco principal de los matones del recinto. Sí, lo mejor sería terminar la jornada en ese mismo instante, no quería causar más problemas.

Observó la escena que se presentaba frente a sus ojos. Su nuevo grupo de amigos bromeaba con respecto a lo dicho anteriormente por la peliazul mientras que el castaño trataba de cesar sus burlas sin tener éxito en ello. La pelirroja aprovechó esta instancia para tomar sus pertenencias y así huir de la enfermería sin deja rastro. De hecho, el único que se percató de su maniobra fue cierto chico de cabellos opacos, quien dejó pasar esta situación.

— Será mejor que salgamos de aquí, creo que solo estamos estorbando — dijo Ace al grupo una vez que Mira abandonó la habitación.

— Es cierto, Mira, ¿no quieres que te acompañemos…? — dijo Baron cuando se percataron de que la chica ya no estaba con ellos. — ¿A dónde habrá ido?

Antes de que comenzaran las especulaciones sobre su paradero Ace se adelantó, tomando nuevamente una postura seria a la que los demás estaban acostumbrados.

— Debe estar en camino hacia su hogar. A fin de cuentas, Dan tiene razón, es peligroso que permanezca aquí por más tiempo. Por lo menos por hoy. — afirmó el peliazul con cierta preocupación en su tono de voz.


El humo se había desvanecido casi por completo, pero el aroma a algodón de azúcar se mantenía presente en la atmósfera de la cafetería (1). Los Vexos se reponían después del inesperado ataque por parte del pelinegro, quienes no esperaban su anticipado retorno.

— ¡Malditos mocosos! — exclamó Mylene. El aroma de la bomba de humo había impregnado su cabello y ropa.

— Tranquila, preciosa, nos vengaremos por lo que han hecho, y cuando ese momento llegue, ¡Los haremos que sufrir hasta quedar inconscientes! — dijo Shadow concluyendo con una risa maniaca que fue ahogada por inhalar abruptamente las casi nulas emanaciones de humo.

Los demás miembros de Los Vexos trataban de incorporarse nuevamente a su rutina, pero hubo cierto individuo que permanecía inmóvil desde que ordenó el ataque contra Ace. Permanecía pensativo mirando al vacío. Era la primera vez que las palabras de un subordinado habían dejado perplejo al gran Spectra. Sólo un miembro de los Vexos se percató del estado del rubio y ¿quién más podría ser?

— Maestro Spectra… — llamó. Al ver que el joven no reaccionaba decidió acercarse para confirmar si realmente lo había escuchado, pero antes de que diera un paso recibió una respuesta.

— Será mejor que vaya a casa, tengo un mal presentimiento de todo esto.

Los Vexos escucharon las palabras de Spectra y reaccionaron al instante. Primero Mylene quien lo reprochó por irse antes de poder planear siquiera el contrataque hacia La Resistencia, seguido de Shadow y Lync diciendo que en estas últimas semana se había convertido en un tipo muy aburrido.

Sin embargo, Gus no podía dejar de insistir en que su compañero se quedara en el instituto, sobre todo después del incidente que acababan de acontecer. Podrían culparlo por iniciar el pleito o incluso por la bomba de humo, ya que el director tenía cierto conocimiento sobre los problemáticos que podrían ser ciertos estudiantes.

— Spectra, no puedes irte así como si nada. — insistía el peliazul. — Además tienes práctica en la tarde ¡No puedes dejar el equipo deportivo!

El aludido sólo lo ignoraba mientras tomaba sus pertenencias dispuesto a retirarse lo más rápido posible.

— Lo siento, Gus. Pero tengo mis prioridades. — y sin nada más que agregar, el rubio se retiró de la cafetería.

Volt fue el único al que le dio poca importancia, después de ver como Mylene trató a la pelirroja abandonándola en el pasillo llena de heridas y moretones lo hizo reflexionar sobre las acciones que se estaban tomando en el grupo. Recordaba perfectamente haber vivido una situación similar en la cual decidió permanecer al margen y no involucrarse mucho en el asunto. Los resultados fueron peores de los que esperaba y, en ese momento, decidió que intervendría la próxima vez que ocurriera algo de esa misma índole. Lo curioso era que también se trataba de una pelirroja que en aquél tiempo era nueva en la ciudad. El trato que recibió en el instituto fue tal que un día desapareció sin dejar rastro alguno, comenzando a correr los rumores por los pasillos del establecimiento diciendo que la chica habría atentado contra su vida. Nadie supo si dicho chisme era algo real o no y, al igual que su desaparición, su recuerdo se desvaneció en los corredores. Sólo unos pocos la recordaban.

"Las cosas están empeorando. Mylene, ¿Cuánto tiempo más crees que resistirá la chica? Es la hermana de Spectra después de todo" pensó Volt una vez que la joven de cabello turquesa había dejado las quejas a un lado para proceder a abandonar el lugar.


Mira no tardó en llegar a su hogar. A pesar de sus heridas la chica no tuvo mayor problema para caminar. Observó las vendas que cubrían sus brazos y recordó el momento en que Ace descubrió sus heridas, no podía quitarse de la cabeza como sus ojos grises y sin brillo la observaban fijamente. No estaba muy segura de lo que realmente reflejaban en ese momento. ¿Enojo? ¿Frustración? ¿Impotencia? Con tan sólo recordarlo volvía a sentirse incómoda, se avergonzaba de sus marcas y más aún ahora que Ace sabía de ellas.

Decidió dejar ese vergonzoso recuerdo en algún rincón de su memoria y se dispuso a ir a su habitación a descansar un rato. Había tenido un día agotador y lo que más deseaba en ese momento era desaparecer por unas cuantas horas de su mundo.

No pasaron ni quince minutos cuando escuchó la puerta principal de su casa abrirse seguido de un gran portazo, aunque Mira no tenía que salir de su habitación para confirmar que quien había llegado era nada más ni nada menos que su hermano mayor y, antes de que este apareciera frente a su habitación, la chica ajustó los vendajes y se ocultó entre las sábanas, simulando que estaba dormida y así evitar el interrogatorio de su hermano. Desafortunadamente no logró engañarlo.

— Sé que estás despierta, Mira. Tenemos que hablar.

El tono con el que Keith se dirigía a la pelirroja era lo que más le preocupaba. Esta vez iba en serio, y no había nada que fuera a interrumpir su conversación. Sabía que tarde o temprano tendría que confesar sus secretos, pero ciertamente no esperaba que ese día llegara tan pronto.

— ¿Qué sucede, Keith? — preguntó Mira dejando su rostro expuesto para encontrarse con la fría mirada del rubio.

El joven se detuvo a observarla por unos instantes, luego comenzó a registrar la habitación en busca de tijeras, vidrios rotos, cualquier objeto que fuera clasificado como "punzante". No podía ignorar lo que Ace le había dicho cuando abandonó la enfermería. Sus palabras seguían perturbando sus pensamientos.

— ¿Keith, qué haces! — preguntó la chica completamente desconcertada. Comenzaba a temer las sospechas que tenía con respecto a lo que estaba ocurriendo. El mayor ignoraba las palabras de la chica y continuó registrando la habitación, sin si quiera mostrar emoción en su rostro.

Finalmente cuando terminó la revisión, dejó todos los objetos con los que su hermana podrían auto infringirse daño dentro de una caja y, sin dar aviso, tomó los brazos de la pelirroja, la cual comenzó a forcejear para que la dejara en libertad. Pero sus intentos fueron en vanos, Keith logró tomar uno de sus brazos y retirar las vendas que cubrían sus heridas para ahora quedar expuestas frente al joven. Fue en ese momento en el cual su rostro mostró cierta emoción: sorpresa.

— Mira… tú… — murmuró incrédulo. Su mano temblaba mientras sujetaba el brazo de la chica.

— Keith, yo… ¡Puedo explicarlo! — exclamó la chica. Su voz se quebraba con cada palabra que pronunciaba.

— ¿Puedes! — gritó Keith tratando de salir de su estupor. No sabía que las cosas estaban tan mal con su hermanita menor. Tampoco estaba seguro de si estaba enojado con ella o si su ira se enfocaba en él mismo. Se sentía como el peor hermano que podía haber existido. No haberse dado cuenta del estado en el que la joven se encontraba lo había dejado cerca del abismo del shock. Mira, en cambio llevó sus manos cerca de su mentón, tratando de contener las lágrimas que se precipitaban a escapar de sus ojos, no podía formular palabra alguna.

Keith observó las vendas por varios segundos. No despegaba su vista de las pequeñas manchas de sangre que se habían impregnado en la tela. Sus heridas estaban frescas.

La chica, al percatarse de que su hermano mayor no dejaba de mirar las vendas trató de llamar su atención. Mencionó su nombre, una vez, dos veces, pero no había respuesta.

— Hablaremos de esto más tarde — pronunció finalmente el mayor sin siquiera ver a la menor. No podía mirarla a los ojos, no ahora.

Cerró la puerta detrás de él para luego recargar su espalda sobre la superficie de madera. Guardó la venda n su bolsillo y llevo su mano a su rostro, cubriendo sus ojos demostrando su frustración.

— Debo descubrir la verdad detrás de todo esto… — murmuró para luego dirigirse a su habitación, con teléfono celular en mano. Debía realizar una llamada.


(1) En las bombas de humo caseras se suele utilizar azúcar como catalizador. Al quemarlas el aroma que liberan suele ser dulce, como el del algodón de azúcar.