Disclaimer: Hetalia no me pertenece, es obra del Maravilloso Himaruya Hidekaz, al igual que sus personajes. A excepción de Andrea Hernández [México] una OC de mi creación.

Oh, y la maravillosa idea y saga de los Horóscopos pertenece a Anniih c:


[Vιrgσ]

Suelen ser discretas, amables y divertidas con otras personas, y pueden ayudar a resolver los problemas de terceros con una habilidad y sensatez que muchas veces les falta en sus propias relaciones personales.

— ¡Hablo muy en serio Lily! ¡Ese vestido te queda precioso! Maldición, tienes esos ojazos de un color tan bonito en el rostro y ¿piensas dejar a un lado la oportunidad de que Vash te compre ese hermoso vestido verde celeste?

—P-pero…

— ¡No importa que sea muy costoso! ¡El mismo admitió que lucías muy linda y fue a ofrecértelo! No puedo creer ni siquiera que te hayas acercado a mí a preguntarme si era correcto. ¡Por supuesto que lo es! ¿Cuándo entenderás que es deber de los hombres ser caballerosos? Y bueno, ¿Quién carajos somos nosotras para impedírselos? —La mexicana esbozó una sonrisita divertida, llevándose las manos a la cintura. Lily se llevó un dedo a los labios y bajó la mirada, apenada.

— ¿H-Hablas en serio? Bueno, es verdad que ese vestido es muy lindo…y-y me gustó bastante…y-y—

— ¿¡Pues qué estás esperando! ¡Vamos, quiero vayas ahí y le digas a Vash que en verdad deseas que te compre ese vestido!

— ¡S-Sí, señora!

Andrea observó satisfecha cómo la tímida Lily corría hasta dónde Suiza, quién tenía el vestido en las manos e intercambiaba miradas confundidas con la vendedora después de haber visto lo rápido que Liechtenstein había corrido hacia la mexicana sólo de verla. México sólo suspiró y se cruzó de brazos, dándose la vuelta con una sonrisita autosuficiente. Sólo para encontrarse con las pobladas cejas de Arthur quebradas hacia el puente de su nariz, con visible enfado en su celeste mirada. Y luego recordó el pequeño problemita que tenía en ese momento.

— ¡Y-Ya te dije que no me lo voy a probar, bastardo! ¡No quiero! ¡No quiero, No quiero! ¡Tú me arrastraste hasta aquí contra de mi voluntad, no voy a permitir que me compres un estúpido vestido!

Pero antes de que pudiera seguir protestando, las fuertes manos del mayor la tomaron por debajo de los brazos y la alzaron con bastante facilidad. Ninguno de los dos perdió un solo segundo. Arthur, arrastrando a Andrea hasta los vestidores, y Andrea gritando una gran y linda variedad de insultos mexicanos dirigidos hacia él.

—Andrea, hace años que no te veo con un vestido. Te excusaste diciéndome que no tenías dinero para uno. Ahora, ¡es mi deber cómo caballero inglés comprarte uno, bloody hell!

— ¡Auxilio, un pervertido me rapta!

Perfeccionista y crítica, tiene un temperamento inquieto y puede revelarse meticulosa hasta el exceso. Para ella, lo más importante es poder mantener constantemente el dominio de sí misma y de sus distancias.

— ¡No te muevas, carajo! Maldición, que de por sí me cuesta trabajo hacer tus cejas de gusano azotador, ¡Ya deja de movetearte tanto!

Bloody Hell ¡No me he movido un solo centímetro, Mexico! Y apresúrate, ¡Me está picando la punta de la nariz! Damn it las mujeres no sólo tardan milenios en arreglarse, también tardan milenios en trazar unas simples líneas…

— ¡Cállate, cabrón! ¡Y deja de hablar, o te pondré una bocaza enorme cómo la que verdaderamente tienes! Eres un tan quejumbroso cómo una nenita. ¡No, una nenita es más fácil de dibujar! ¡Habloteas cómo una urraca!

S-Shut up! ¡Tú eres la que no ha parado de hablar todo este tiempo, Andrea! ¡Deberías dejar de abrir la boca para criticarme y apresurarte! —El inglés arrugó la nariz por la incomodidad que sentía, y la mexicana simplemente frunció el entrecejo, enfurruñada. Soltó un bufido de frustración y puso los ojos en blanco, azotando el pincel con brusquedad sobre la mesa.

Ya estaba harta. Ella había sido tan linda y amable yendo a ofrecerle a Arthur hacerle un retrato al salir de la junta, por que quería demostrarle que ella era una prodigio en el arte, por supuesto. No es que en realidad sólo quisiera plasmar aquella llamativa y hermosa mirada esmeralda en el papel, en la cual era tan fácil perderse… ¡Definitivamente NO!, y así de bien estaba colaborando el inglés, haciéndose el difícil de dibujar. ¡Sus cejas eran todo un enigma!

Arthur soltó un pesado suspiro al notar que la mexicana se cruzaba de brazos y le daba la espalda, indignada. Se moría de ganas por deshacer por completo aquella posición que había decido tomar —Parado de costado, con una sonrisa encantadora, una mirada matadora y una mano tirando ligeramente de su corbata. Con esa posición derretiría a cualquier señorita, no tenía duda de ello, por que era todo un caballero inglés—, pero sabía que rascarse la punta de la nariz no haría más si no ofender aún más a la chica. Así que simplemente se limitó a rodar los ojos, frunciendo levemente las cejas.

Andrea—Llamó, con su marcado acento inglés. Sabía que era la única manera de ganar la atención de la menor de nuevo —I'm sorry, pero te diré que en verdad estás tardando demasiado. Mis mejillas están entumecidas de tanto sonreír y mi brazo está cansado por la posición. Estoy de acuerdo con que un retrato debe de llevar tiempo, pero… ¿En verdad no crees que dos horas es demasiado?

— ¡N-No fueron dos horas, imbécil! S-Sólo llevamos una hora con 52 minutos, ¡¿Ves cómo exageras las cosas?

Arthur no pudo evitar sonreír ligeramente. Y México, que lo había volteado a ver por unos minutos, apartó al instante la vista al notar su sonrisa, apretando con fuerza los labios y sin poder evitar que sus mejillas se ruborizaran levemente.

Pero la maldita sonrisa aún presente del inglés a sus espaldas provocaba que se le erizaran los cabellos de la nuca, y que el rubor de sus mejillas aumentara. Y a la chingada, sabía que adoraba ver esa sonrisa, aunque no quisiese admitirlo. Gruñó asegurándose de que fuese lo suficientemente audible para el rubio.

Se dio la media vuelta y se acercó a pasos pesados y arrastrados a dónde Inglaterra, murmurando maldiciones por lo bajo hasta llegar a dónde él. Entonces se mordió el labio inferior y frunció el ceño, estirando de manera vacilante una de sus manos hacia el rostro del inglés. Éste le observó confundido, hasta que sintió cómo los menudos y delicados dedos de la mexicana rascaban con suavidad su nariz. Entonces no pudo evitar adquirir también un leve rubor en las mejillas, y se vio fuertemente tentado a desviar la mirada. Y lo hizo, pero sin voltear la cabeza, por que México no quería que se moviera.

Y Andrea aprovechó el momento para bordear con sus manos todo el rostro del inglés, palpándolo con suma suavidad y contorneando varias veces sus gruesas cejas, que por alguna razón eran agradables de tocar. Y observó bien de cerca aquellos profundos y hermosos ojos verde esmeralda, perdiéndose como tantas veces lo había hecho en ellos. Arthur se sonrojó aún más al notar el tacto de las manos de la chica.

W-What the hell are you doing?

Andrea se sobresaltó al ser tan abruptamente devuelta a la realidad. Parpadeó confundida, y luego desvió la mirada con brusquedad, frunciendo los labios.

— ¡E-Estoy intentando descifrar tus cejotas! ¿Qué no es obvio? M-maldición, es que yo hago las cosas siempre bien, y me gusta que todo esté perfecto. ¿Le parece bien al señor? ¡Pues eso espero, por que seguiré tardándome lo que me dé la gana! ¡Y tu no te moverás de aquí, a menos que quieras que te dé una gran patada en el…!

Y entonces Arthur lo comprendió todo, y la mexicana simplemente se limitó a darse la vuelta de nuevo, intentando ocultar su evidente sonrojo, y arrastrando los pies de nuevo hasta dónde aguardaba su retrato. El inglés suspiró y no pudo evitar reír levemente, aprovechando que en ése momento México no lo observaba.

Se quedó quietecito el resto del tiempo, sin abrir la boca para articular palabra alguna. Por que acababa de descubrir que a Andrea le irritaba en demasía que todo lo que hiciese no saliera absolutamente perfecto. E incluso pudo notar que la chica sonreía levemente después de unos minutos, satisfecha con el sexy, perfecto y calladito modelo que tenía.

Tiene el don de poseer un cerebro agudo y muy lúcido, por lo que no sería muy difícil que manipulen a otras personas.

—Arthur, ¡Quiero entrar a ver ésa película, ahora! ¡Se ve muy buena!

B-But Andrea! ¡Habíamos quedado en que entraríamos a ver la otra! No, ya habíamos acordado algo, y eso es lo que haremos.

— ¡P-Pero en verdad quiero verla! Vamos, Piratas del Caribe puede esperar. ¡Quiero entrar a ver Rápido y Furioso!

— ¡La última vez que venimos te dejé escoger, y ésta vez me toca a mí! Además, ¡Tú accediste a entrar a verla! Bloody Hell ¡Vamos a ver Piratas del Caribe, y punto final! ¡Esto debe ser justo!

— ¡No, yo no quiero, cejotas estúpido! ¡Yo quiero entrar a ver Rápido y Furioso! ¡Esto no es justo, seguro que la próxima vez que vengamos ya la habrán quitado de la cartelera!

— Ya dije qué es lo que haremos, Andrea. Espera aquí mientras compro los boletos—El inglés se dispuso a darse la media vuelta para dirigirse a la taquilla, con el ceño fruncido y visiblemente enojado por la pequeña discusión que acababa de tener con su acompañante. Sin embargo, un insistente jalón en la manga de la ropa le impidió avanzar. Chasqueó la lengua y rodó los ojos, sin dignarse siquiera a voltear a ver el berrinche de la chica.

— ¡Injusto! ¡Injusto! Arthur, ¿En dónde quedó tu jodido caballerismo? ¡Enséñame que eres un verdadero caballero británico y compra boletos para entrar a ver Rápido y Furioso! —La mexicana seguía igual de insistente, cómo una chiquilla pequeña. Jalaba de la manga de su ropa en un brusco intento por captar su atención.

— ¡El caballerismo no afecta en ésta ocasión, Damn it! ¡Deja de actuar cómo una niña pequeña y acepta lo que en realidad es justo! Además, en cualquier caso, ¿¡En dónde quedó tu feminidad?

Andrea empalideció de golpe, y Arthur también. La chica bajó la mirada y dejó de tirar de la manga de su ropa, observando el suelo fijamente y mordiéndose el labio inferior, herida. Inglaterra se pateó mentalmente por haber tocado aquel tema que bien sabía era tan delicado para la mexicana. Enseguida intentó excusarse, tartamudeando e instintivamente atrayendo hacia sí a Andrea del brazo que sujetaba su ropa y abrazándola. Pero la joven lo apartó de un brusco empuje y se alejó de él, cruzándose de brazos y dándole la espalda.

Arthur suspiró y se felicitó a sí mismo por lo Idiota que podía llegar a ser.

—A-Andrea, lo siento mucho. En verdad no sé en que estaba pensando. S-Soy un estúpido, no sé por qué dije algo así. Tu sabes que no es verdad, eres toda una señorita y…- —Se detuvo de golpe al notar que los brazos de la menor temblaban levemente, y que ésta se encogía sobre sí misma. Un escalofrío lo recorrió, y un nudo apareció en su garganta. Un débil sollozo confirmó su temor.

Andrea estaba llorando. Y ella nunca lloraba, realmente nunca. La única vez en la que se le había visto llorar, cómo él tan bien sabía, fue en su Independencia de España y en la Guerra contra Estados Unidos. No podía ni quería creer que tan sólo por su estupidez aquella joven estuviese derramando lágrimas una vez más. Y lo peor de todo era que él sabía que nunca debía tocar el tema de la feminidad con Andrea. Desde siempre había sabido que la chica no se comportaba así sólo por que le gustase, si no que lo hacía por que en verdad quería que la tomaran en serio y por que consideraba injusto que las chicas no pudieran hacer cosas que los hombres sí.

Andrea llorando y él parado justo frente a ella buscando desesperadamente algo qué hacer. Eran el centro de todas las miradas, que se alternaban de la mexicana al inglés para finalmente fulminar con la mirada a Arthur. Éste sonreía con nerviosismo e intentaba calmar a la joven, acariciándole el cabello y disculpándose varias veces de manera torpe y sin éxito alguno. Estaba demasiado desesperado, nunca antes la había visto llorar.

—Eres tan cruel—Fue lo único que escuchó salir de los labios de la morena, mientras que ésta se pasaba las manos por los ojos para quitarse las lágrimas. Fue cómo un baldazo de agua fría, y se sintió tremendamente culpable. Finalmente, llegó a la conclusión de que había una única cosa que tranquilizaría a la chica.

Compró los boletos para Rápido y Furioso. Se los llevó, riendo nerviosamente y enseñándole los gloriosos boletos mientras los agitaba frente a sus ojos. Andrea se restregó los ojos entre hipidos y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa. Una pequeña sonrisa que poco a poco se fue ensanchando. Y que luego se convirtió en una risita. Y una risita que luego se convirtió en carcajada. Y una carcajada que luego se convirtió en una carcajada llena de burla.

Había olvidado que en México era la Reina de la Actuación. Se dio una patada aún más fuerte mentalmente por haberlo hecho, y entonces fue él quién quiso ponerse a llorar. Observó cómo la chica se doblaba sobre sí misma de tanto reír, feliz. Y entonces fue él quién perdió todo color de su rostro, mientras que miraba el suelo y dejaba caer su mano a un costado sin fuerzas, casi soltando los boletos para la película. Se veía herido.

Andrea continuaba riendo, completamente divertida y felicitándose a sí misma por ser tan inteligente. Sin embargo, al no escuchar los comunes insultos por parte de su inglés, paró de reír de golpe. Observó aún sonriendo a Arthur, soltando risitas nerviosas. Al notar que éste aún tenía una expresión tan herida, todo rastro de diversión desapareció de su rostro. Ahora fue ella quién se sintió culpable, y caminó torpe y rápidamente hasta dónde él, envolviéndolo en un torpe abrazo y aferrándose con fuerza a él.

—L-Lo siento, Artie. Creo que me pasé un poco…b-bueno, demasiado. No quería hacerte sentir mal..yo…yo…—Se mordió el labio inferior, preocupada al no recibir respuesta alguna— H-Hay mucho tiempo, cuando salgamos de ésta función, podemos entrar a la siguiente de Piratas del Caribe. Y-Yo pagaré, te lo prometo. Nos da tiempo para ver las dos y…—Paró. Paró a secas. Por que Arthur estaba reteniéndose la risa, y podía notarlo por que éste temblaba levemente. Al principio pensó que estaba llorando, pero no hizo falta mucho tiempo para notar que en realidad se trataba de una divertida risa. Se quedó tiesa al notar que la Actuación podía ser un juego para dos.

Sintió cómo Arthur era quién la envolvía en sus brazos ésta vez, mientras que continuaba riendo y asentaba el mentón sobre su cabeza. Siguió tiesa, soltando un sonidito de indignación y berrinche por lo que acababa de pasar.

— Andrea. Lo digo en serio, eres demasiado inocente. Eres tan linda—Le depositó un suave beso en la frente, aún riendo. Y a Andrea se le colorearon las mejillas intensamente de carmesí.

— ¡C-Cállate! ¡Cállate, Cállate!

Arthur soltó otra carcajada al notar el infantil mohín que la mexicana había hecho frunciendo los labios. Le dio otro beso en la mejilla y tomó su mano con delicadeza.

— Yo invito a las palomitas.

Su sensibilidad y delicadeza le hace captar al instante las necesidades de los demás, necesidades que la mayoría de los otros signos del zodíaco de naturaleza más "precipitada" no llegan a notar.

—Arthur, ¿Estás seguro de que te encuentras bien? Luces muy pálido... ¿No estás enfermo? Te ves débil, no deberías de estar trabajando tanto…

—Estoy bien, Andrea. No te preocupes por mí. Hablo en serio —No despegó siquiera la vista de su papeleo, a pesar de que verdaderamente no se sentía bien. Había tenido mucho trabajo, y no había dormido más allá de unos minutos placenteros en los que había dormitado sobre los papeles, para luego despertarse sobresaltado y continuar. Muchos le habían preguntado lo mismo, y él siempre se los sacaba de encima diciéndoles que se encontraba bien. Pero Andrea simplemente no se iba de su lado.

—Yo también hablo en serio, cejudo. No luces nada bien —La mexicana se esforzaba por seguir pareciendo hostil, pero no podía evitar sentirse preocupada.

—Ya te dije que estoy bien. Vamos, ya es muy tarde y debes regresar a casa pronto. Mañana por la mañana iré a verte e iremos a desayunar a aquél restaurante al que tanto ansiabas ir. Okay?

No obtuvo respuesta. Frunció levemente el ceño y alzó la mirada, sólo para notar cómo Andrea se inclinaba a su lado, tomando con suavidad entre sus manos el rostro del inglés y juntando su frente con la opuesta, cerrando los ojos. Arthur se sonrojó levemente, tartamudeó por unos segundos y finalmente se dejó hacer por la chica, suspirando.

Pasaron unos minutos antes de que la chica se separara, pero sin apartar una de sus manos de la mejilla de Arthur, con preocupación evidente en los ojos.

—Estás afiebrado, Arthur—Murmuró, esta vez posando la mano en su frente, confirmándolo. Evidentemente, Arthur estaba resfriado.

Éste no pudo evitar sorprenderse, abriendo bastante los ojos. Sí, se sentía mal, y la cabeza le dolía a horrores, pero nunca pensó que pudiese estar resfriado.

S-Seriously?

—Sí. Pero sólo es una febrícula, no debes de tener más de 38º. Sin embargo, puede aumentar más tarde —La chica no pidió ningún permiso. Simplemente tomó del brazo a Arthur y lo hizo levantarse, sin hacer caso alguno a las protestas que éste le daba.

— ¡A-Andrea, no puedo irme! ¡Debo terminar éste trabajo, es muy importante!

— ¡Nada es más importante que la salud, carajo! ¡Te vas a acostar en el sofá y te quedarás completamente dormidito al instante! ¡No quiero ver que te levantes en ningún momento! Y más te vale, cabrón, no atreverte a decirme que no. —Si, eso definitivamente era una orden. Y Arthur no pudo protestar. Cuando se dio cuenta ya estaba recostado en el sofá, y tenía el termómetro en la boca.

Andrea llegó al poco tiempo, con una gruesa manta, una bandeja con un té de miel con limón, un tazón con agua helada y un pequeño trapo de cocina.

Primero lo arropó con la manta. Luego dobló con mucho cuidado el trapo de cocina, lo hundió en el agua helada y se lo puso en la frente, el inglés no pudo evitar estremecerse por la heladez. Entonces la chica sacó el termómetro de su boca y suspiró.

—38º, justo cómo sospechaba. Toma, éste es un té de mi casa que ayuda para el dolor de garganta. Te hará bien—Arthur lo tomó, le dio un sorbo y no pudo evitar sonreír. Estaba delicioso. Se lo acabó rápidamente, a sorbos lentos pero largos, y luego volvió a acomodarse.

Thank you, Andrea —Agradeció, a lo que la chica sólo sonrío levemente. Volvió a hundir el trapo en agua helada para refrescarlo y volvió a ponérselo en la frente. Repitió el proceso muchas veces, y habló con Arthur hasta que éste se quedó profundamente dormido, con la mexicana a su lado cuidándolo.

Aún no sabía cómo era que Andrea se había dado cuenta de que se encontraba enfermo cuando ni él mismo lo sospechó. No se sentía tan mal, o bueno, eso afirmaba él. Pero la chica había estado tan atenta y empeñada en decirle que no se encontraba bien, que había logrado demostrárselo.

Suele suceder que Virgo se muestre con total frialdad e incluso le grite a alguien que realmente le atrae muchísimo, porque justamente es su forma de defenderse de lo incontrolable, lo inexplicable y porque en el fondo no confían en la espontaneidad de los hechos de la vida.

— ¡Eres un maldito cabrón cejas de gusano azotador hijo de…!

W-What the hell? ¡¿Y ahora qué fue lo que hice, México? ¡No fue mi culpa!

— ¡S-Serás estúpido! ¡¿Qué no ves que me acabas de pisar? ¡Me dolió, idiota!

Arthur bajó la mirada por un momento, observando el rostro de su pareja de baile con una ceja arqueada, ligeramente enfadado. ¡Pero si él no había hecho nada! ¿O sí?...A pesar de que su expresión de dolor no parecía decir lo mismo. Bajó un poco más la mirada, hasta sus pies. Y vaya la sorpresa con la que se encontró. Sí había pisado a Andrea, y a juzgar por la sarta de insultos que la chica había soltado, la había pisado muy feo.

— U-Uhm…I-Im sorry! ¡No fue mi culpa! B-but you are so small…

— No sé que chingados dijiste, pero más te vale no haber mencionado nada acerca de mi altura, por que traigo unos lindos tacones de aguja que aún no he estrenado—Andrea no alzó la mirada, sino que por lo contrario escondió su rostro en el pecho del inglés, hablando con la voz amortiguada por su traje. Quería esconder su sonrojo, que era realmente intenso para ese momento. No acostumbraba a bailar en pareja, mucho menos bailar el vals. Y para mejorar las cosas, la colonia de Arthur era embriagante. No podía dejar de inhalar profundamente mientras bailaba con él. Bendecía el momento en el cual la había invitado a bailar.

—N-No ¡Qué va! Nunca mencionaría nada de tu altura. Estás perfecta así Hahaha~—Bueno, Arthur sabía que en cuanto a venganzas no había nadie más eficiente que Andrea Hernández, y no quería comprobarlo en ese momento. Así que simplemente se limitó a continuar danzando, con mucho más cuidado de no pisar a la mexicana, y preguntándose por qué ésta estaba tan pegada a él.

Siguieron bailando por un buen rato.

— Eres un maldito estúpido, Arthur…

— ¿¡T-Te volví a pisar? ¡No puede ser! Y-Ya te dije que no es a propósito, verdaderamente lo siento…c-creo que lo mejor sería regresar a la mesa, ando bastante torpe hoy y no quiero lastimarte…

Pero Andrea negó con la cabeza para su sorpresa, y Arthur observó curioso cómo ésta se aferraba con fuerza a sus ropas.

—No, Arthur. ¡Sólo eres un idiota! ¡Un cabrón! ¡Y muchas otras cosas más, bastardo! ¡Y además no sabes bailar!

El inglés se quedó completamente en shock, tieso cómo una roca y con una expresión llena de incredulidad. ¿Qué acababa de decirle Andrea?...Estaba preguntándose que demonios había hecho mal, justo cuando la chica se puso de puntitas y depositó un suave beso en su mejilla, para luego abrazarle con todas sus fuerzas.

—Me gustas, cabrón.

Prueban todo tipo de cosas siempre y cuando les provean de instrucciones claras y precisas. Si se las quitan o no se las dan, entran en pánico. Ellos siempre leerán el manual primero y esto es lo que los convierte en los personajes más eficientes en cualquier área de la vida que elijan actuar.

— ¡N-No puedo hacerlo, Arthur, no tengo ni la menor idea de cómo hacerlo! N-Nunca antes había besado a nadie, ¿¡No lo entiendes? N-No sé, ¡No puedo, Inglaterra! No sé hacerlo, ¡Necesito que por lo menos me digas cómo se hace!

Arthur no pudo evitar esbozar una sonrisita divertida, observando lo nerviosa que se encontraba la chica frente a él. Se veía tan linda así de sonrojada y tartamudeando, y lo ponía aún más feliz que estuviese así de nerviosa por él. Sí, le había enfadado un poco al principio cuando se había acercado para besarla y ésta se había apartado tan bruscamente, pero ahora que sabía por qué lo había hecho…no pudo evitar enternecerse. Era muy adorable.

—Oh, vamos ¿Qué ciencia podría tener un pequeño beso? No existen instrucciones para eso, Andrea, si es lo que esperas.

— ¿¡P-Pero entonces cómo demonios esperas que lo haga? No puedo Arthur, ¡No puedo! No sé cómo se hace… ¡¿Qué quieres que haga?

Arthur ensanchó su sonrisa, riendo por lo bajo y acariciando con suavidad la mano de la joven, que estaba intensamente sonrojada y desviaba desesperadamente la mirada, sin querer verle a los ojos. Se acercó más a ella de nuevo, sintiendo cómo ésta se estremecía por la cercanía, y le acomodó el cabello tras la oreja con la mano que tenía libre. Luego se inclinó sobre ella.

—Sólo déjate llevar, my lady.

Y, dicho esto, se volvió a inclinar para besar con suavidad la mano que le había estado acariciando, sintiendo de nuevo un estremecimiento por parte de la otra, que de pronto había dejado de protestar y se encontraba con los ojos fuertemente cerrados.

Permaneció con la sonrisa grabada en su rostro y observó cómo Andrea inhalaba y exhalaba con mucha pesadez, pero aún sin atreverse a abrir los ojos. Aún temblaba levemente, pero parecía comenzar a relajarse. Luego de unos segundos abrió con lentitud los ojos, dejando ver sus pupilas de un brillante y expresivo color chocolate. Y entonces volteó a ver a Arthur a los ojos, vacilante.

Asintió con la cabeza.

Entonces él se acercó, levantó con mucha suavidad el mentón de la morena y luego unió sus labios con los opuestos en un tierno y dulce beso.

Se podría decir que no son "presa fácil" de ningún oportunista, cara bonita o cuerpo perfecto.

—Y dime, preciosa. ¿Qué hace una señorita tan hermosa como tú siendo acompañada por un inglés bastardo de cejas anormales y peinado de oruga?

—Cállate

—Oh, vamos nena…. ¿Por qué no mejor dejas a éste enclenque aquí y acompañas a éste galán a ver una película? ¡Éste incompetente no te merece!

— ¡Cállate de una puta vez, estúpido! —Andrea apartó de un brusco golpe a aquel modelo juvenil que intentaba seducirla, el cuál simplemente se quedó observándola con una mueca caprichosa y desconcertada. Arthur se encontraba furioso, apretando con fuerza los puños y fulminando con la mirada al hombre, casi matándolo con ella.

Hacía bastante tiempo que se hubiese lanzado sobre él para enseñarle que esa no era forma de tratar a una dama, mucho menos a su dama. Pero no lo hizo, por que era un caballero, y lo iba a demostrar. Y también por que la mexicana había acercado tímidamente su mano a la de él, al principio casi acariciándola, luego entrelazándola para aferrarla con fuerza al instante en que aquel malnacido se le comenzó a acercar, en un acto instintivo. Arthur se sorprendió, pues la chica muy contadas veces tomaba su mano [no le gustaba hacerlo en público por que no soportaba que se les quedaran viendo], y decidió que lo mejor que podía hacer en ese momento era devolverle el gesto y mantenerla siempre cerca de él.

El hombre, cuyos rasgos había que admitir eran realmente atractivos, le dedicó una furiosa mirada a Arthur, quién sólo sonrío con sorna.

— Y bien, ¿Qué esperas para largarte de mi vista, Fucking idiot?

— ¡N-No sabes lo que dices! ¿Acaso me conoces? ¡Soy famosísimo, salgo en todas las revistas juveniles, las chicas se mueren por mí! ¿Te atreves a rechazarme cómo si nada?

Andrea esbozó una sonrisa burlona, arqueando una ceja y alzando su mano y la de Arthur entrelazadas, casi restregándoselas en el rostro a aquel chico.

— ¿Rechazar a un patán mimado sin cerebro al cual todas las chicas persiguen para quedarme con un caballeroso y sexy inglés cejón con cabello de oruga? Mmmh…pero que difícil decisión…—Arthur no pudo evitar sonrojarse al escuchar aquello, y observó a la morena con evidente sorpresa. Era la primera vez que la escuchaba referirse a él de aquella manera, nada propia de ella. Ésta continuaba con una sonrisa repleta de sorna, observando divertida la expresión de indignación del "modelo juvenil" — Sip. Me encanta la idea. ¿Y sabes algo? No necesito a un estúpido modelo. Yo tengo al mío justo aquí, y es perfecto.

Y, para terminar de sorprender a Arthur, la chica se volteó hacia él y sin previo aviso alguno le plantó un dulce beso en los labios.


Sí, sé que me matarán por subir el Horóscopo por partes(?) pero es que me está quedando demasiado largo, así que decidí subirlo así :'D El próximo capítulo será Tauro [Arthur] y el tercero será la compatibilidad de ambos, la cual espero terminar pronto~ Me encanta lo lindos que se ven México e Inglaterra juntos, y por eso decidí hacer éste horóscopo. Me encanta la manera tsundere en la que se llevan, y cómo contrasta la actitud de caballero con la actitud "especial" de Andrea. A mi parecer, sin importar qué OC sea México, el UkxMéxico o MéxicoxUk [Sí, México puede ukearse a Arthur(?)] es muy lindo!

Espero que les haya gustado ésta primera parte, y espero poder subir pronto la segunda.

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