Disclaimer: Bla, bla, bla, bla.
A/N:Aquí va mi segundo One Shot. Me he quedado muy contenta con él.
La escena que describo esta basada en una parecida en el libro "Matar para contarlo" de Linda Howard. Bueno, básicamente leí la escena en el libro, y acabe soñando con Jane y Lisbon haciendo algo parecido.
Disfruten y espero que os alegre el corazón shipper (Jisbon)
Suave Melodía de Tormenta y Saxofón.
Lisbon avanzaba por los pasillos del CBI, mirando en el interior de cada habitación con la que se cruzaba por si acaso lo veía. Si alguien la vio a esas horas de la tarde como un perro sabueso, nadie le presto atención, era el día a día, su rutina. Hasta que finalmente llego a su destino.
- ¿Jane? ¿Estás ahí? – Eran las últimas horas de la tarde cuando Lisbon entró en el ático del CBI, o mejor dicho la oficina de su consultor Patrick Jane. Hacía calor, mucho calor. El ambiente estaba cardado de humedad, lo que hacía que el cuerpo humano sudara continuamente dejando una sensación pegajosa en la piel; y lo único que quería era marcharse a casa y darse un baño con agua fría. Al único que parecía no afectarle aquella ola de calor era a Jane. Llevaba un rato buscándolo para que le firmara unos papeles relacionados con la última queja recibida y parecía que la tierra se lo había tragado. Por supuesto no estaba en el ático.
Lisbon resoplo. Estaba exasperada, quería marcharse a casa, y encima aquel calor que parecía que le oprimía el pecho y el aire no llegaba a sus pulmones. Estaba anocheciendo, y necesitaba esos papeles firmados cuanto antes. "Maldito Jane"se dijo. Sabía que no podía echarle la culpa del tiempo, solo le faltaba escuchar que también tenía "poderes" para cambiarlo a su antojo.
La puerta de la pequeña terraza estaba abierta. Ahí fuera solo había unos metros para que los trabajadores de mantenimiento pudieran trabajar cuando tenían que hacer revisiones o algo se estropeaba, como tuberías, el aire acondicionado, etc. Eso sí, las vistas eran espectaculares. Se acerco a la puerta y se apoyo en el marco con un suspiro mientras notaba una pequeña brisa de aire fresco que la obligo a cerraros ojos de forma instintiva por el placer. Oyó que empezaba a tronar y abrió los ojos justo cuando también comenzaban a verse relámpagos. Sí, se acercaba una tormenta de verano. Venían tan rápido como se iban. Y Lisbon cerró los ojos de nuevo dejándose envolver por los sonidos.
Jane entró en su ático. También él tenía calor, aunque no lo aparentaba salvo por las mangas remangadas por encima de los codos, el pelo un poco húmedo y el pequeño enrojecimiento del color de sus mejillas. Tiró la chaqueta y el chaleco al camastro que había improvisado y entonces la vio. Estaba apoya contra el marco de la puerta de la pequeña terraza absorta en su mundo y pensamientos, ni siquiera lo escucho entrar. Se quedo unos segundas mirándola mientras se preguntaba que fluía en esos momentos por su menrte. Él también escucho como la tormenta se acercaba cargada de relámpagos y truenos. Decidió moverse y se acerco con cautela hacía la puerta, se puso a su lado imitando su postura apoyado contra el marco de la puerta. Dejo pasar unos segundos disfrutando de su ventaja y la paz que sentía.
- ¿Parece que va a llover en cualquier momento? – dijo a modo de saludo. Lisbon no pudo por menos que reaccionar sobresaltada. No lo había escuchando llegar. Lo miro, sin pronunciar respuesta. Tenía una mirada brillante como pocas veces vista, que hacía que las entrañas se le encogieran de puro placer. Volvió la vista al anochecer, a los relámpagos y truenos.
Los segundos pasaban, quizás minutos. Ninguno parecía tener la intención de mirar el reloj o hacer el mínimo movimiento; ella de que le firmara los papeles y marcharse a casa, y él de abrir la bocaza y espantarla.
Las primeras gotas comenzaron caer, suaves, finas, controladas. El techo que cubría la terraza los protegía, no podían mojarse, por ello siguieron apoyados en el marco de la puerta, cada uno a un lado dejándose envolver por la suave melodía de Tormenta. La lluvia comenzaba a caer cada vez más fuerte y agresiva, siempre acompañada de los relámpagos y truenos. Aunque el techo les protegía, no impedía que se filtrase el agua y poco a poco se estaba empezando a encharcar el suelo a sus pies.
De pronto se oyó la melodía de un saxofón, probablemente de algún edificio cercano donde quizás su dueño estaba componiendo una canción, acompañado con los instrumentos que producen el sonido de los truenos y la lluvia golpeando contra tejados, coches, ventanas, etc. No se pronunciaban palabras, ambos parecían estar hipnotizados por los sonidos que llegaban a sus oídos. Se sentían bien, en paz, tranquilos, ausentes de la vida, la realidad, papeles de oficina. Solo el sonido y él. Solo el sonido y ella.
- Vamos a bailar. Quítate los zapaos y calcetines. – Jane no preguntó, ni esperaba respuesta. Ya estaba agachado soltando las cordoneras de sus zapatos y quitándoselos, viniendo después los calcetines. Lisbon lo miraba sin mover un solo musculo y antes de darse cuenta Jane le tendía la mano y ella la agarraba para ayudarse a mantener el equilibrio mientras repetía las acciones anteriores de Jane. Si se paraba a pensar, seguramente huiría hacía su despacho, pero la Tormenta la mantuvo, dando un paso adelante, hacía Jane.
Parecía que sus cuerpos tuvieran vida propia. Jane no comprendía de donde salía el valor para disfrutar del momento y Lisbon para dejarse llevar. Jane tomo ambas manos de Lisbon, la alzo contra sí y la condujo al centro de la terraza. Ambos iban con los pies desnudos sobre el charco formado por el agua que se filtraba. A pesar de la lluvia, seguía haciendo calor, la fina camisa de Lisbon se le pegaba a la piel, al igual que la de Jane a él. Sus torsos estaban pegados, las piernas prácticamente entrelazadas, las manos de Jane en sus caderas, los brazos de Lisbon alrededor del cuello de él. Y la mirada fija el uno en el otro. Sus cuerpos se mecían lentamente, sus ojos no, hechizados por aquella maravillosa suave melodía de Tormenta y Saxofón.
Tan de repente como vino, se fue. La Tormenta se alejaba quizás en busca de otras dos almas solitarias para unirlas. Y el sonido del saxofón ceso. Da igual se dijeron en su interior, pues el recuerdo de los pies chapoteando en el agua, el lento movimiento de un cuerpo en los brazos del otro, la mirada brillante, vivaz, llena de promesas , y esa perfecta melodía no se olvidan fácilmente. Y de igual forma que se fue, otras tormentas vendrán, amenizadas con un saxofón para unirlos nuevamente.
Sus cuerpos se separaron y automáticamente entraron dentro. Si había vergüenza o miedos, no se apreciaba.
- Gracias. –. Ambos sabían que esa simple palabra escondía más que unos papeles firmados.
- Sí. Buenas noches Lisbon.
FIN
Ya tengo el corazón revoloteando de nuevo 3
Próximo: Ni idea, ya puede ser una semana, un mes, dos meses... dependerá de donde me lleve la imaginación y/o mi corazón shipper poniendo a Jane y a Lisbon donde quiero verlos.