Disclaimer: Digimon no me pertenece.
Canción utilizada: Only Hope - Mandy Moore (Recomiendo altamente que la escuchen cuando sea la hora).
Dream High
Epílogo: Nunca dejes de soñar
"Todas las personas tienen sueños... pero nunca son los mismos...
Se dice que los sueños que parecen más imposibles o incluso inalcanzables,
son los que, cuando los llegues a hacer realidad, te harán sentir que eres capaz de volar.
Por eso debes soñar alto. Siempre".
En una sala algo pequeña y de cuatro paredes llenas de colores, se encontraba una hermosa y sonriente castaña. Estaba sentada en una silla de madera, contemplando con amor a un grupo de niños de aproximadamente cinco años de edad tendidos en el suelo, dormidos. Ella tocaba armoniosamente su guitarra color rosa al tiempo que tarareaba una melodía con su dulce voz. Esa era su manera de lograr que los niños tomaran la siesta a la hora debida. Cantándoles lograba sumergirlos en el pacífico mundo de los sueños.
Todo era silencio, lo único que se escuchaba era la melodía producida por ella, y eso la llenaba de una tranquilidad indescriptible. Estar ahí, todos los días de la semana, era algo que no cambiaría por nada en el mundo.
– ¿Profesora?
La voz de una chica la sacó de sus pensamientos. Miró hacia la puerta del lugar y reconoció a la recién llegada. Le dedicó una sonrisa y dejó su guitarra de lado, levantándose de la silla.
– Rox, ¿qué se te ofrece? – le preguntó, ahora mirándola con curiosidad.
La aludida arqueó una ceja.
– Usted me pidió que viniera a tomar su lugar a esta hora el día de hoy. – respondió.
– ¿Qué día es hoy?
– Lunes.
– No, pero...
– Dijo que era muy importante que fuera puntual. – la interrumpió la chica de cabellera oscura. – Y debe ser importante, porque su novio la está esperando afuera.
Entonces, los sentidos de la castaña se alertaron y todo cobró sentido de un segundo a otro.
– Oh Dios mío, ¡es cierto! – dijo susurrando, pues no quería despertar a los niños. – ¡Tengo que apresurarme!
Y eso estaba haciendo ahora, corrió hacia el perchero del lugar y tomó su abrigo, poniéndoselo de inmediato. Después se dirigió al escritorio para tomar su bolso y por último volvió a la puerta, cerciorándose de que todo estuviera en orden.
– ¡Gracias Roxy! No sé en donde tengo la cabeza. – se excusó. – Los niños despertarán en una hora. No creo que haya problema alguno, les agradas mucho, y si llegara a suceder algo…
– Lo sé, lo sé. Me dio una lista, profesora. – la interrumpió, de nuevo. – ¿Sabe? Debería comprarse esa agenda electrónica del comercial para el que prestó su voz. Según la canción del anuncio, tiene una opción para recordatorios...
La castaña sonrió algo nerviosa. Era obvio que tenía una, por lo general le regalaban los productos de los comerciales que hacía. La cosa era que la había dejado olvidada en casa. Oh, qué ironías..
– Claro, sí, me sé esa canción. – dijo sólo por decir algo, saliendo al fin del salón. – Y bueno, ¡te los encargo!
La profesora corrió por los pasillos del Jardín de Niños hasta llegar a la salida, donde de inmediato buscó con la mirada el coche de su novio, que vio estacionado justo en la esquina del edificio. Lo extraño era que él no estaba dentro. Pero antes de que pudiera siquiera preguntarse en dónde podría estar, fue sorprendida por unos brazos que la levantaron del suelo, rodeándola por la espalda y dándole vueltas en el aire.
– ¡Takeru, bájame, bájame! – exclamó, pataleando.
El chico hizo lo que le pidieron, depositándola en el suelo y situándose frente a ella, para saludarla con un beso en la boca.
– ¿Ya empezó? – preguntó la castaña.
– No, pero tenemos que apurarnos. – respondió el rubio.
– ¡Sí, vámonos ya! Aunque seguramente llegaremos antes que Tai y Sora. – dijo ella. – Después de todo, sabemos que la puntualidad no es una cualidad que mi hermano posea.
– I couldn't have said it better. – le concedió.
– Además, si no salimos de aquí rápido, tal vez llega una fanática loca a embestirte, y no queremos eso. – dijo ella, recordando el fatídico día de ayer. Takeru la había invitado a cenar a un exclusivo restaurante de la ciudad y resultó que la hija del dueño era la "fan número uno" de T.K. Takaishi. Por lo que al final, la cena había sido de tres.
El rubio sonrió de medio lado.
– Oh, no te puedes poner celosa de una fan, amor…
Hikari frunció el ceño.
– No son celos. Aún estoy molesta contigo. – exclamó, cruzándose de brazos. – Yo no tengo la culpa de que seas tan famoso entre las adolescentes hormonales…
– ¿Sólo famoso? – rió. – Te olvidaste de decir que soy sumamente atractivo y sensual. – dijo juguetonamente.
– Ja, muy gracioso. – replicó con sarcasmo. – Bien que te encantan tus fans chillonas.
– ¿Sabes? Claramente, esos son celos. – dijo, arqueando una ceja, sin poder dejar de sonreír.
– ¡No lo son! – espetó.
– Kari… – exclamó con reproche.
– No.
– Kari… – insistió, arrastrando cada letra de su nombre.
– No.
– Oye…
– ¿Qué?
– Te amo, ¿lo sabías? – dijo, colocando su dedo índice sobre la nariz de la chica.
La castaña no pudo evitar sonreír como boba, como lo hacía cada vez que Takeru le decía esas palabras. Su rubio sabía hacerla volar por los cielos. Oh Dios, y ella cada día lo amaba más.
– Eres un idiota. – susurró, abrazándolo por la espalda y recostado su rostro en el pecho de éste.
Él le correspondió el abrazo.
– Kari… – repitió con el mismo tono reprochador.
Ella rió por lo bajo.
– Te amo, tonto.
::
Una apresurada pelirroja corría a través de los pasillos de la prestigiosa Academia YG. El sonar de sus tacones retumbaba por cada paso que daba, y es que ya se le había hecho tarde. Llegó al área de la Dirección Académica y tocó la puerta, aguardando por una respuesta.
– Adelante, Sora.
La aludida abrió la puerta de inmediato, saludando con la mano y con una sonrisa de disculpas.
– Lo siento, profesora Rae, acabo de terminar con las lecciones de hoy… – susurró, recuperando el aire que le faltaba.
– Está bien, Joe también se acaba de desocupar.
– Uff, menos mal. – suspiró la pelirroja, y después giró su rostro en dirección al escritorio. – ¡Hola, director Kido!
El peliazul, que se encontraba sentado en la silla de piel tras el escritorio, negó con la cabeza, sonriente.
– Te he dicho que no me llames director, Sora... – exclamó, levantándose del lugar para acercarse a las dos mujeres.
– Oh, Joe, pero si eso eres, el director de la Academia YG. – intervino Rae, acercándose a él para rodearlo con sus brazos.
El hombre puso los ojos en blanco, sin dejar de sonreír.
– ¿Listas para irnos? – preguntó.
– Yo estoy más que lista. – dijo Rae. – Sora, ¿a Taichi lo veremos ahí?
La pelirroja asintió.
– Sí, aún no aterriza su vuelo, por lo que tal vez ni siquiera llegue a tiempo. – respondió. – Pero no importa, él ya sabe que lo estaremos esperando.
– Especialmente la pequeña Yume, adora a Taichi. – aseguró la mayor.
– Oh sí, y él la adora a ella. – dijo Sora. – Aunque ciertamente, todos adoramos a su hija, profesora.
– Hmm… por un lado es bueno que Tai vaya a llegar tarde. – exclamó Joe. – Así tengo la atención de Yume por más tiempo.
– No seas un papá celoso, cariño. – espetó Rae. – Ya sabes que eres su hombre favorito en el mundo.
El peliazul fingió una mueca de disgusto.
– A veces me hace dudar.
La profesora Fujioka ahora fue quien puso los ojos en blanco.
– Bueno, ya vámonos, que tengo que terminar de preparar la comida para antes de que el programa comience.
– Sí, vámonos ya. – dijo el hombre.
Los tres salieron de la oficina de la dirección y Joe cerró la puerta con llave. Caminaron por los pasillos del lugar charlando y saludando a los alumnos que se topaban. Llegaron a la salida y el peliazul les dijo a las dos mujeres que esperaran ahí mientras iba por el auto, cosa que hicieron, recargándose en la pared del edificio.
– ¿Y cómo te fue con el grupo de primer semestre, Sora? – preguntó Fujioka, mirándola.
La pelirroja sonrió.
– Bastante bien, creo que todos los chicos tienen mucho talento. – contestó. – Ya tengo varios candidatos para la Ceremonia de Apertura. Bailan increíble.
– Sé qué harás un gran trabajo como profesora. – aseguró la mayor. – Tienes muy buenas bases y bastante experiencia.
– Y una gran maestra. – completó ella, mirando con cariño a su profesora. – Gracias por darme la oportunidad.
– Oh, no me lo agradezcas. Con Joe como director, era obvio que ibas a ser aceptada. – respondió. – Ya sabes que el los adora y confía ciegamente en ustedes.
Sora sabía que ese "ustedes" incluía a sus cinco amigos.
– De todos modos, les agradezco mucho todo lo que han hecho por mí. – insistió.
– Ya sabes que puedes quedarte con el puesto el tiempo que quieras.
– Sólo mientras dure mi descanso artístico.
– ¿Y ya sabes cuándo piensas volver a los escenarios?
La pelirroja negó con la cabeza.
– No, y no tengo prisa. – replicó. – Estaba algo cansada de lo mismo, quiero respirar nuevos aires.
Entonces, vieron como un grupo de tres chicos se acercaba a ellas.
– P-profesora Takenouchi… – tartamudeó uno de ellos.
– ¿Sí? – respondió la aludida.
– ¿P-podría darnos su autógrafo? – preguntó.
– ¡Somos sus más grandes fans! – agregó otro, sacando su libreta y un bolígrafo.
La pelirroja sonrió.
– Claro, ¿cuáles son sus nombres?
Los tres jóvenes, emocionados, comenzaron a charlar con Sora mientras ella respondía amablemente sus preguntas a la vez que escribía la dedicatoria para cada uno. La profesora Fujioka miraba la escena enternecida y muy orgullosa de Sora, a quien siempre consideraría como una hija. Esa chica había pasado por muchísimas dificultades, y le daba gusto verla completamente recuperada. Tal vez alguna vez pensó que la cicatriz de sus errores quedaría marcada en su vida por siempre. Pero ahora la tenía ahí, frente a ella, totalmente curada de cualquier mal. Ah, definitivamente, los años no pasaban en vano.
Vio entonces como el auto de su esposo se acercaba y comenzó a caminar hacia la puerta del copiloto, indicándole a Sora con señas de mano que la esperarían allí adentro. La aludida asintió, comenzando a apresurarse con los tres jóvenes, pues lo cierto era que tenían que llegar a la casa de los profesores cuanto antes.
– ¿Y eso? – preguntó Joe justo cuando Rae entró al auto.
La mujer lo miró a los ojos.
– Esos alumnos son fans de la nueva profesora. Le pidieron su autógrafo. – dijo, notablemente feliz.
– Ya veo. – respondió el hombre, mirando la escena.
– Oh, ahora que lo recuerdo, cariño… – la mujer llamó su atención. – Ayer querías decirme algo y una llamada interrumpió la plática. ¿Qué era?
El peliazul se tensó al instante, apretando sus manos en el volante. La Fujioka alzó una ceja, intrigada ante tal reacción.
– Eh… – articuló el hombre. – Pues… es que…
Rae afiló la mirada y lo miró acusatoriamente.
– ¿Qué hiciste? – exclamó. – ¿No me digas que volviste a…?
– ¡Lo siento! – se disculpó el peliazul. – Es que siete chicos no podían pagar el uniforme escolar y yo… no pude evitarlo…
– ¡Joe! No puedes estar pagando las cosas de cada alumno con problemas económicos. – le regañó. – ¡El semestre pasado pagaste el viaje escolar de cuatro chicos!
– ¡Es que no quería que se perdieran la experiencia en Alemania!
– ¡Los que nos perderemos de experiencias si sigues así seremos nosotros!
– Ya, no te enojes. – dijo Joe, robándole un beso rápido en la boca.
La mujer, sintiéndose derrotada, se cruzó de brazos.
– Es usted incorregible, director Kido. – dijo, fingiendo enfado.
– Y usted es hermosa, profesora Fujioka.
La mujer no pudo evitar sonreír ante las palabras de su esposo. No podía permanecer ni dos segundos enojada con un hombre tan bueno como él. Sí, a veces era demasiado bondadoso, pero lo amaba, y amaba que fuera el padre de su hija y el director de la Academia YG. Ah, cómo habían cambiado las cosas en estos seis años. Y pensar que pronto sería su cuarto aniversario de matrimonio.
– Listo, perdonen la tardanza. – exclamó Sora, subiendo al auto.
– No pasa nada, pero hay que apurarnos, no debemos hacer esperar a los invitados.
::
Caminar por el aeropuerto nunca era una tarea sencilla para Taichi Yagami. Su vuelo acababa de aterrizar en Tokyo hace apenas unos minutos, y él ya podía escuchar los gritos de las fans esperándole fuera del área de abordaje. Si fuera por él, se detendría a tomarse fotografías y a firmar los autógrafos de toda chica que se lo pidiera, pero especialmente hoy no podía. Hoy tenía un compromiso. Hoy tenía prisa. Y hoy, precisamente hoy, el vuelo había aterrizado dos horas tarde.
Dos horas. Tarde.
Sora iba a matarlo. No. ¡Todos iban a matarlo! ¿En qué estaba pensando cuándo dijo que llegaría a tiempo? ¿Qué no estaba lo suficientemente familiarizado con los muy usuales retrasos en los aeropuertos?
– Quita esa cara, muchacho. – exclamó el hombre que caminaba a su lado. – Por lo menos alcanzarás a ir al recital de esta tarde.
El moreno lo miró, frunciendo el ceño.
– Pues sí, pero el plan era reunirnos desde el medio día para poder ver la entrega en casa de los Kido… – replicó el castaño. – A estas horas ya debe haber acabado, presidente Arukawa…
– Creo que sí. En unos momentos nos enteraremos de los resultados.
– Hmm… – suspiró. – Bueno, ahora a lidiar rápido con las fans… – dijo, disponiéndose a salir de la sala de abordaje.
– Si te pones los audífonos y los lentes de sol, ellas entenderán tu mensaje. – exclamó el hombre. – Estás indispuesto.
– No quiero verme grosero... – respondió.
– Vamos chico, siempre eres el más amable, por una vez que lo hagas, no pasará nada. – le dijo. – Además, yo les diré que tenemos prisa.
– ¿Y los reporteros?
– Oh, a esos hay que tratar de esquivarlos.
Taichi tomó aire, poniéndose los lentes de sol y sus grandes y ostentosos audífonos.
– Pues vamos, aunque no sé qué me espere al llegar, Sora me va a matar…
Los dos guardaespaldas que los escoltaban abrieron las puertas de la sala de abordaje, y de inmediato una oleada de flashes y gritos estalló en el lugar. Había cintas de seguridad en el pasillo para apartar a las fans, pero éstas parecían querer derribarlas de la emoción. Los reporteros, en cambio, no estaban detrás de dichas cintas, y corrieron hacia el Yagami sin dudarlo.
– ¿Cuándo sacarás tu nuevo sencillo, Taichi? – preguntó una reportera.
– Hay rumores de que en tu próximo álbum cantarás junto a BoA, ¿es eso cierto? – exclamó otra.
– ¿Para cuándo el tan ansiado tour por Asia? – cuestionó otro.
– En una entrevista reciente, "Y" dijo que tú fuiste su más grande rival. ¿Qué nos puedes decir al respecto? – habló otro.
Taichi siguió caminando junto con Matsui Arukawa y los dos guardaespaldas, más los reporteros no dejaron de perseguirlo, insistiéndole con micrófonos que contestara aunque sea una pregunta o que se dejara fotografiar sin los lentes oscuros. Al llegar a la salida del aeropuerto, el Yagami sonrió de medio lado y se detuvo, permitiendo que los reporteros volvieran a rodearlo.
– ¿Así que el gran "Y" dijo eso? – exclamó, divertido. – Díganle que no hable en tiempo pasado. Esto no acaba hasta que se acaba.
– Bueno, eso es todo, Taichi tiene un compromiso. – intervino Arukawa. – Tenemos mucha prisa.
Ambos hombres subieron a la gran camioneta negra que los esperaba, y sus guardaespaldas cerraron las puertas de inmediato, entrando después a un automóvil que se encontraba atrás. Dentro de la camioneta, Taichi se quitó los lentes de sol y echó su cabeza para atrás. Bah, fuera toda preocupación. Amaba estar de vuelta en Tokyo y moría de ganas de ver a Sora, aunque ella probablemente lo regañaría por llegar tarde.
– Señor Yagami. – dijo el chofer del auto. – Tiene una llamada en espera del alcalde. – finalizó, pasándole el celular al moreno.
El chico lo tomó de inmediato.
– Hola, papá. – saludó. – ¿Qué tal va todo?
La sonrisa en su rostro se hizo más ancha.
– Yo también, todo perfecto. – hizo una pausa. – Hoy no puedo, pero mañana le digo a Kari y nos vamos a algún lado a cenar. – de nuevo una pausa. – Claro, también llevaré a Sora, e imagino que T.K. no se negará...
La llamada con su padre duró tan sólo unos cuantos minutos. Después de colgar, se dio cuenta de que el auto ya había emprendido marcha. Se iba a disponer a mirar por las calles, pero la televisión de la camioneta llamó su atención.
– ¿Ese es…? – preguntó. – ¿Entonces él…?
Arukawa miraba la televisión, sonriendo orgulloso.
– Sí, todo indica que lo logró. – respondió.
Ambos fijaron sus ojos en la pantalla.
"El Staples Center en Los Ángeles es ahora el punto focal en nuestra nación. Nuestro querido cantante Yamato Ishida, mejor conocido como "Y", acaba de obtener el Grammy de Artist of the Year, siendo así el primer artista japonés en lograrlo".
– Ese idiota… – susurró Taichi, sonriente y orgulloso de su amigo.
::
El chofer de Matsui Arukawa se distinguía por encontrar siempre la manera de llegar rápidamente a un lugar determinado, claro que, no era de los que solían respetar los límites de velocidad. Ni tampoco las reglas de tránsito. Pero gracias a él, en veinte minutos Taichi ya se encontraba en la puerta de la residencia de los Kido.
– Muchacho, aquí te dejamos. – dijo Arukawa, desde el vehículo. – No olvides que mañana tienes una entrevista importante a las nueve.
– No lo olvido. – respondió, girando los ojos. – Hasta luego.
La camioneta emprendió marcha y rápidamente desapareció de la vista del moreno, y cuándo giró su rostro de nuevo hacia la puerta, se encontró con ésta abierta y una molesta pelirroja de brazos cruzados, mirándolo a los ojos.
– Taichi Yagami, ¿qué te dije sobre…?
Pero antes de que Sora pudiera continuar, el castaño la tomó de ambas mejillas y unió sus labios con los de ella en un beso que no tardó en volverse apasionado. Dios, la había extrañado demasiado, aunque sólo se había ido durante dos semanas. El verla así, mirándolo con sus hermosos ojos rubíes y el ceño fruncido, tan sólo lo hizo desear probar sus labios justo ahí, en ese momento. Sora lucía muy sexy cuando se enojaba. Y la pelirroja ni siquiera recordaba porqué estaba tan molesta con él. Incluso ya había rodeado el cuello de su novio con sus brazos para hacer el delicioso beso aún más profundo. Podría derretirse con el calor de Taichi. Siempre que la besaba, sus pensamientos se nublaban y todo era simplemente perfecto.
Cuando al fin se separaron, después de recuperar la respiración, el moreno le sonrió.
– Perdón por llegar tarde, el vuelo se retrasó.
Sora negó con la cabeza, sonriendo.
– Sabes que no puedo regañarte si usas tus encantos conmigo.
La sonrisa de Taichi se hizo más amplia.
– Oh, vaya que lo sé. – dijo, guiñándole el ojo.
– Ya se terminó la entrega de Grammys. Yamato ganó en Artista del Año. – anunció, feliz. – ¡Lo logró!
– Sí, lo vi en televisión. ¿Ella ya lo sabe?
– Estoy segura de que sí. – respondió. – Pero vamos adentro, están haciendo entrevistas, en un momento entrevistarán a Yama.
La pelirroja tomó la mano de su novio y lo guió a la gran sala del lugar. En un sillón de una plaza se encontraban Hikari y Takeru, ésta arriba de las piernas del rubio, y lucían muy cómodos mirando hacia la enorme pantalla LED. En un extremo del sillón de escuadra se encontraban Joe y Rae. El peliazul tenía un brazo apoyado en el hombro de su mujer, y ella estaba con la cabeza recostada en el hombro de él. Yume, la pequeña hija de ambos, se encontraba completamente dormida en la alfombra, abrazando a su peluche favorito.
Sora atrajo a Taichi al extremo vacío del sillón de escuadra y ambos se sentaron de inmediato. El moreno saludó con la mano, puesto a que si hablaba, interrumpiría, y todos parecían muy concentrados en la televisión. Fijó entonces sus ojos en la pantalla y de nuevo una sonrisa adornó su rostro. Estaban a punto de entrevistar a Wada Kouji. Ver a ese hombre ejemplar siempre lo alegraba.
– Señor Wada Kouji, es un placer que accediera a charlar con nosotros sobre los logros del cantante "Y". – comenzó una reportera. – Justo acaba de ganar el premio al Artista del Año en los Grammys número 60. Más de 50 millones de personas votaron por él. ¿Qué se siente haber influido en formar a tal estrella de calibre internacional?
El aludido sonrió antes de responder. Su típica sonrisa tranquila y segura.
– Oh, no, yo no creo haber influido mucho. Lo único que hice fue elegirlo, porque sabía que era un chico con potencial.
– ¿Y por qué lo eligió? ¿Acaso fue por la fama del padre de "Y"?
– Para nada. Pero sí tuvo que ver que yo soy muy amigo de Hiroaki, por eso conocía a sus dos hijos. – explicó. – Desde que vi a Yamato, supe que tenía potencial. Y desde ese entonces han pasado ya muchos años.
– ¡Vaya! Usted sí que sabe reconocer el talento. – exclamó la mujer. – El cantante "Y" ha superado a su padre en todos los aspectos.
– Hacen buen equipo cuando trabajan juntos, ¿no le parece? – preguntó Wada Kouji.
Ella asintió.
– Prefiero las canciones que nuestro "Y" ha compuesto, tienen algo que las hace únicas... – contestó. – Pero es cierto que las composiciones que Hiroaki Ishida le ha dado a "Y" son excelentes.
– Verlos trabajando juntos, como padre e hijo, es muy gratificante. – dijo él, sin dejar de sonreír. – Yamato y Hiroaki han aprendido a disfrutar de la compañía del otro. Le aseguro que, si hace siete años me hubieran dicho que esto sucedería, me habría sido difícil de creer.
– ¿Por qué lo dice, señor?
– Yamato ha madurado muchísimo. – fue su única respuesta.
La reportera lo miró, algo confundida.
– Supongo que sí, aunque esta entrevista no es para hablar del padre del chico, sino de "Y" y sus logros. – prosiguió la mujer. – Yamato Ishida ha logrado más que cualquier otro artista asiático. Es la estrella más querida de todo el continente, y bueno, los Grammys indican que también es el favorito en el mundo. Vuelvo al inicio. ¿Cuándo usted conoció a "Y" imaginó que esto sucedería? Es decir, acaba de ganar el premio más importante en la industria musical internacional.
– Siempre creí en él. – contestó con auténtica sinceridad. – Pero como dije, yo no cree lo que "Y" es en la actualidad. ¿Ha oído hablar del término "Break Shot"?
– ¿Ah? ¿Cómo en el billar? – preguntó la mujer.
Wada Kouji asintió.
– Sí, se refiere al primer lanzamiento. El golpe que define todo. – respondió él. – Es el tiro que pone el juego en marcha. Y aunque parezca que es el tiro más sencillo, cada bola de billar saldrá disparada en una dirección diferente, sin importar que se use el mismo golpe inicial en todas.
– Eso es… interesante. ¿Pero qué tiene que ver con "Y"?
– Todo. Yamato fue quien decidió en qué dirección ir. Se arriesgó y tomó un camino distinto al de los demás, y eso fue lo que hizo al cantante "Y". – explicó. – El mismo Yamato.
::
En ese mismo instante, a miles de kilómetros de distancia y con el gran océano de por medio, se encontraba el cantante "Y". En Los Ángeles eran las diez de la noche del domingo, y apenas hace una hora, acababa de ser premiado como el Artista del Año. Justo ahora se encontraba en el concierto organizado por los mismos Grammys. Siendo que había ganado el premio mayor, sería la presentación de cierre del evento, y faltaban tan sólo unos minutos para que saliera a escena.
A lo lejos podía escucharlo perfectamente.
¡Y! ¡Y! ¡Y! ¡Y! ¡Y!
Coros de fanáticos clamando su nombre a gritos. Justo ahora se encontraba en una plataforma debajo del escenario, ya que iba a salir por ahí. Tenía su bajo en ambas manos y un micrófono de oreja. Su baterista y guitarrista ya lo esperaban sobre el escenario.
– Are you ready? – le preguntó el técnico que se encontraba con él.
Yamato le dedicó una leve sonrisa.
– I always am.
La plataforma comenzó a subir y la emoción empezó a recorrer sus venas. No importaba cuántos conciertos había dado ya, siempre era el mismo sentimiento intenso y lleno de pasión. La adrenalina le salía por los poros y su corazón latía con frenesí. Eso nunca iba a cambiar. Estaba cumpliendo sus sueños cada vez que pisaba un escenario.
Colocó su mano en su pecho y tomó de ahí su posesión material más preciada. El amuleto en forma de estrella que Mimi le había dado. Apretó el pendiente con su puño y lo acercó a su corazón, cerrando los ojos. Nunca supo si ese pequeño objeto traía suerte, pero ella se lo había dado, y desde que eso ocurrió, nunca se había separado de éste.
Sí, era su amuleto de la suerte personal.
¡Y! ¡Y! ¡Y! ¡Y! ¡Y!
Y no sólo eso…
Un espectáculo pirotécnico fue lo que acompañó la gloriosa entrada de "Y" al escenario. Los fanáticos, en su mayoría mujeres, gritaban eufóricos y como si el corazón se les fuera a salir por la boca. Y, como era habitual en cada presentación del cantante, tomaron de sus cuellos sus réplicas del amuleto en forma de estrella y los alzaron al aire, saludándolo.
Ese amuleto era era el sello oficial del cantante, y todo fanático de corazón tenía el suyo.
Yamato se retiró el collar del cuello para también alzarlo al aire, devolviéndole el saludo a sus fans. Sí, ese enigmático objeto se había vuelto la imagen de "Y", y por eso se habían lanzado millones de réplicas en el mercado. Era común ver el pendiente de estrella prácticamente en todo el mundo. Ese amuleto era muy especial, pues llevaba consigo un mensaje para las personas. "Y" siempre lo mencionaba en sus entrevistas...
"Yo no creo mucho en esas cosas de la suerte, pero mientras tengan esto, todo irá mejor para ustedes. Este amuleto representa los sueños, y cada vez que lo vean, quiero que se digan a si mismos que van a alcanzarlos. Sueñen alto, siempre".
Yamato Ishida era un ídolo en todo el mundo.
– Are you all ready? – preguntó el rubio, poniéndose el collar de vuelta en el cuello.
Una horda de gritos respondió su pregunta.
– Well, that's what I wanted to hear. – exclamó, acomodando su bajo, alistándose para comenzar a tocar. – But first of all, I want to dedicate this night to the most important person in my life…
Otra ovación aún más fuerte lo animó a continuar.
– Yeah, you all know who she is. She can't see me tonight, but this is for her. – dijo sonriendo, con amor reflejado en sus ojos.
Siempre era para ella. Para su amada Mimi.
Sabía perfectamente que la castaña no podría ver el espectáculo, pero no importaba, iba a cantar con todo el corazón para ella y por ella. Y esperaba que en este mismo momento, ella estuviera gozando tanto como él. Cerró los ojos y dio un suspiro antes de comenzar. Al abrirlos, dio varios pasos al frente y tocó con fuerza la primera nota de la canción.
– We are gonna rock tonight!
::
En ese mismo momento, pero con muchísimas horas de diferencia, en Tokyo, Japón, eran las tres de la tarde. Hoy era un día muy especial para las personas que se encontraban reunidas en el Conservatorio de Música principal de la ciudad, pues se estaba festejando el primer año de trayectoria de la brillante cantante de música clásica, Mimi Tachikawa.
En el área VIP se encontraban Joe, Rae, Izzy, Sora, Taichi, Hikari, Takeru y por supuesto, Keisuke Tachikawa. Todos esperando pacientemente por que el espectáculo diera comienzo. Justo después de que terminaron de ver la entrevista con Wada Kouji, se fueron directo al Conservatorio, pues no podían –ni querían– faltar al recital de Mimi.
Al cabo de unos diez minutos, las luces al fin se atenuaron y una ola de aplausos dio la bienvenida a la anfitriona del evento, la famosísima Ai Maeda. Una mujer caracterizada por su porte y elegancia, y cómo no, por su voz celestial y exitosa trayectoria como cantante vocal. Ella, quien había sido profesora de Mimi ya hace más de siete años, antes de que ésta entrara a la Academia YG, ahora era su mentora y consejera de carrera.
Una vez que los aplausos cesaron, la mujer comenzó a hablar a través del micrófono.
– Bienvenidos al recital conmemorativo del primer año de trayectoria de nuestra querida Mimi Tachikawa. – saludó, disponiéndose a dar una breve introducción. – Esta joven, a su corta edad de 25 años, ha tenido más logros que los que muchos tienen en toda una vida. Comenzó su carrera en el exitoso grupo de ídolos Diam S, con el cual tuvo giras por todo el país. Grabaron cinco álbumes completos, y los cinco ganaron discos de platino y numerosos premios. Esa etapa duró tres años en los cuales no hubo descanso. Después, los miembros decidieron tomar caminos separados para perseguir sus sueños personales. Así fue como Mimi Tachikawa voló a Nueva York para matricularse en Juilliard.
El público escuchaba con atención y admiración las palabras de Maeda, quien sin duda se sentía sumamente orgullosa de la Tachikawa, pues se le veía en los ojos y en su manera de hablar.
– Con un curso intensivo de seis días a la semana y ocho horas diarias, en un año y medio salió con honores y un Artist Diploma in Voice, el cual le abrió muchas puertas en el camino. Vivió en Nueva York durante ese año y medio, y después volvió a Japón para reunirse conmigo. – prosiguió. – Desde ese día, ella ha forjado su carrera como solista y ahora es muy querida en todo el continente asiático.
– Ah… estoy tan orgullosa de ella. – susurró Sora a su novio.
– Sí, realmente lo ha logrado. – respondió él en voz baja.
– Oigan, guarden silencio. – exclamó Fujioka, mirándolos de reojo.
Ambos chicos hicieron caso de inmediato, casi como reflejo. Aunque Rae Fujioka ya no era su profesora, la costumbre estaba más que presente.
– Ahora, en su corto año de trayectoria como solista, ha tenido diversos y muy gratificantes logros. Su disco fue de los más vendidos de la temporada y ya es de oro, a punto de convertirse en platino. También ha hecho duetos con famosos solistas y ha dado dieciséis recitales y dos conciertos. – hizo una pausa, sonriendo con dulzura. – Y bueno, ustedes ya la conocen. Sin más que agregar por ahora, démosle un caluroso aplauso a Mimi Tachikawa.
Y la ovación no se hizo esperar. Todo el público aplaudió con euforia cuando vieron a Mimi saliendo tras bambalinas con micrófono en mano, luciendo un hermoso vestido color rosa pálido, largo hasta el suelo, con una vaporosa capa de chiffon en la falda, que caía con gracia. Llevaba el cabello suelto y un maquillaje muy natural, y se veía simplemente hermosa.
– Gracias por haber venido a mi concierto de aniversario, aprecio mucho que estén aquí y espero que pasen una maravillosa velada. – saludó, sonriendo suavemente. – El día de hoy tengo preparado un espectáculo de dos horas, en el cual habrá muchas novedades. Ustedes serán los primeros en escuchar mi nueva canción, además, al final haré un dueto con un gran solista y uno de mis amigos más queridos, Takeru Takaishi.
Hikari le dio un leve codazo a Takeru ante dicha mención, a lo que el rubio sólo la miró inquisitivamente, sobándose el brazo recién golpeado. Después, devolvió su mirada al frente e hizo contacto visual con Mimi durante cortos tres segundos, y ambos se dedicaron una cariñosa sonrisa.
– De paso, quiero agradecer a todos mis amigos y profesores aquí presentes. Sin ellos, no sería la persona que ustedes ven sobre el escenario. – hizo una pausa. – Un simple agradecimiento no es suficiente, pero espero sepan que siempre los llevo en mi corazón. Significa mucho para mí que hoy estén aquí a mi lado.
Entonces, cerró los ojos, y después de un largo suspiro, volvió a mirar a su público, buscando entre todos esos rostros uno en específico. El rostro de la persona más importante en toda su vida. El rostro de él. Y no entendía para qué lo buscaba, pues no estaba allí, y ella lo sabía. Lo sabía, incluso lo entendía, y aun así dolía. Dolía, pero no era ni la hora ni el lugar para lamentarse.
– La profesora Maeda me recomendó traer escrito un discurso para leerlo frente a ustedes en señal de aprecio por todo el apoyo que me han brindado a lo largo de mi carrera. – exclamó, fijando sus ojos en el público. – Me pareció una gran idea, ¿pero saben algo? No preparé nada de eso.
Su audiencia soltó una leve risita al unísono, pues la Tachikawa había dicho eso último con gracia.
– Esta noche quisiera hablarles con el corazón, y no siento que necesite de ningún escrito para hacerlo. En lugar de decir las típicas palabras de agradecimiento, me gustaría que hoy pudieran conocer una parte de mí. – dijo, situando su mano libre encima de su pecho. – No de Mimi Tachikawa la cantante, sino de Mimi Tachikawa la persona.
La chica dio unos cuantos pasos hacia el frente para quedar más cerca del público y poder mirarlos al hablar.
– Quisiera comenzar con unas simples preguntas…
Su semblante era tranquilo, pero en su interior su corazón latía a un ritmo más rápido que el habitual. Eran latidos cálidos, de esos que te llenan de una sensación de paz.
– ¿Alguna vez... han esperado a alguien? ¿Alguna vez han soñado con alguien? ¿Se han sentido cálidos en los brazos de alguien sin importar la frialdad del mundo? ¿Alguna vez… se han enamorado? – cuestionó al aire. – Si esas preguntas me las estuvieran haciendo a mí, mis respuestas serían, sí, sí, sí y sí. Claro que sí. Estoy completamente enamorada, y nunca pensé que eso tomaría el control de mi vida. ¿Alguna vez se han sentido perdidos cuando ese alguien está lejos?
Sí…
5 años atrás
(Tokyo, Japón)
– Yama… y-ya no puedo esperar más… simplemente ya no puedo… – soltó Mimi al teléfono, con el rostro bañado en lágrimas. – Tú dijiste que podría verte esta Navidad, ¡lo prometiste!
Escuchó a su novio suspirar al otro lado de la línea.
– Lo sé, pero esto se salió de mis manos, no puedo salir de Londres sino hasta nuevo aviso, la compañía tiene muchos planes… – respondió, lamentándose. – Créeme que sé cómo te sientes...
– ¡No, no lo sabes! Yamato, no te he visto en meses, c-cada segundo que pasa me siento más sola… – exclamó, sollozando.
– Mimi, ¿crees que no me siento igual? Ya no quiero necesitar este estúpido teléfono para poder escucharte, para oír tu respiración, tus risas, tu voz… – dijo con impotencia, deseando tenerla entre sus brazos. – Desde el momento en el que subí al avión te extraño. Incluso estos días he pensado en retirarme de la competencia…
La castaña tuvo que morderse el labio inferior para no rogarle que lo hiciera. Que dejara la competencia y volviera a Japón, con ella. No, no iba a decirle eso. Por más que ella misma se quejara de su ausencia, por más que llorara, por más que lo extrañara… simplemente no podía alejarlo de sus sueños.
Es sólo que… dolía tanto.
– ¿Mimi? – preguntó Yamato, preocupado por la falta de respuesta de su novia.
La chica sollozó antes de hablar.
– No, Yama… no dejes la competencia. Eres de los favoritos y tienes muchas posibilidades de ganar… – susurró, tratando de que las palabras no le fallaran. – Perdóname por ponerme así, no sé qué me pasa. Es sólo que… te extraño tanto. – hizo una pausa.
– Pero…
– Nada de peros, tienes que prometerme que vas a ganar. – exclamó, hablando con más firmeza que antes. – Haz que todo esto valga la pena. Gánales a todos y conviértete en el mejor. – sonrió, aún con lágrimas en los ojos. – Yo… siempre te voy a estar esperando.
.
– Cuando era una adolescente, nunca creí que podría llegar a amar con tanta intensidad. No pensé que podría llegar a anteponer a una persona sobre mis sueños. Pero vaya que no sabía lo que la vida me tenía preparado. – continuó, mirando hacia su público. – Enamorarme ha sido lo más maravilloso que me ha pasado, pero también he llegado a pensar que es lo más horrible que pudo ocurrirme. ¿Por qué? Por qué me hice dependiente, me hice vulnerable… y lloré. Lloré muchísimo…
La audiencia la escuchaba sin hacer ruido alguno. Podían percibir que la Tachikawa estaba hablando con la voz del corazón. En primera fila, sus amigos la miraban enternecidos. Sabían que Mimi no era mucho de exponerse ante los demás, y eso hacía la ocasión aún más especial de lo que ya era por si sola.
– ¿Pero saben qué? Estoy agradecida con la vida por haberme permitido conocer el amor. Me ha dado momentos difíciles, pero también me ha dado los mejores instantes de mi vida. Y es que, cuando estoy con él, toco el cielo. ¿Lo han sentido? Esa hermosa sensación de que vuelas… y eres plenamente feliz. Yo, personalmente, les puedo decir que sí.
La más feliz sobre la faz de la tierra.
3 años atrás
(Nueva York, USA)
– Oh por Dios… – exclamó Mimi, soltando sus maletas para poder correr. Correr lo más rápido que sus pies se lo permitieran.
– ¡Mimi!
Yamato también corrió. Ambos cruzaron toda la terminal del Aeropuerto JFK de Nueva York corriendo. El rubio sólo se detuvo una vez que la tuvo lo suficientemente cerca. Y ahí, extendiendo sus brazos, la sujetó con fuerza, hundiendo de inmediato su cabeza en el hombro de su novia, inhalando su aroma, sintiendo su calor.
Mimi cerró sus ojos y recargó su cabeza en el pecho de Yamato, rodeándolo con sus brazos lo más fuerte que podía. Dios, lo había extrañado como nunca. Esto de sólo verse tres veces al año la estaba matando, y no podía creer que de ahora en adelante ya no sería así.
– Oye, ¿estás llorando? – preguntó Yamato, acariciando su cabello castaño con una mano, sin romper el abrazo. Podía sentir a la chica hipando y sollozando.
– E-es que estoy demasiado feliz de estar aquí… – susurró, apretando sus brazos con más fuerza. – Te he extrañado mucho, Yama.
Él cerró los ojos y sonrió, recargando su barbilla sobre la cabeza de la chica.
– Ya no tendremos que extrañarnos. Volveremos a vernos a diario, como en los tiempos de la Academia YG… – dijo él. – Por cierto, felicidades de nuevo por haber sido aceptada en Juilliard.
Ella sonrió, aún sollozando, y alzó el rostro, para mirarlo.
– Gracias. Y felicidades a usted por su exitosa gira mundial, mister "Y". – exclamó, risueña. – Y pensar que hace apenas dos años ganaste la competencia de Sony Music. Ahora soy la novia de la estrella más popular del momento.
El rió con ella, adorándola con todo su ser.
– Bienvenida a casa, Mimi. – exclamó, dándole un corto beso en los labios.
Pero la castaña no iba a permitir que el contacto durara tan poco, no cuando llevaba más de tres meses sin verlo, así que lo rodeó por el cuello con firmeza y lo atrajo a sus labios, besándolo con todo el anhelo del mundo. Se sentía plena. Estaba a punto de comenzar una nueva etapa en su vida. Mudarse con Yamato a Nueva York había sido la mejor decisión. Y por si fuera poco, al fin podría retomar uno de sus más grandes sueños, Juilliard.
.
Ese recuerdo la hizo sonreír. De no ser porque su publico la esperaba, se habría quedado perdida acordándose de ese día tan bonito. Ah, cómo había pasado el tiempo.
– Sí, he tenido momentos muy, muy felices en mi vida, ¿pero les digo algo? Siempre he sido una persona que piensa mucho las cosas antes de tomar una decisión. Analizo cada una de las opciones hasta que la cabeza me martillea de tanto pensar. ¿Y saben algo? Hay veces en las que pienso que tomé la decisión correcta, pero al final termino tropezando tan estrepitosamente, que el golpe es muy, muy duro. – sonrió para sí misma. – Claro, me he caído muchas veces, pero me he levantado y aquí estoy. Y no me arrepiento de ninguna sola decisión que he tomado, por más que haya sufrido a causa de éstas.
Y vaya que hubo sufrimiento...
– Ha sido un camino lleno de dificultades, pero en días como hoy, puedo sentir que realmente todo ha valido la pena. Cada obstáculo, cada batalla, cada lágrima. Deben saber que, para ser capaz de sonreír y decir esto a todos ustedes, he llorado, por lo menos, un litro de lágrimas.
2 años atrás
(Nueva York, USA)
– Ya llegué… – exclamó una derrotada Mimi, soltando sus llaves en la mesita de la entrada. Estaba cansadísima. Era sábado y se la había pasado desde las siete de la mañana en Juilliard, practicando para el recital de fin de mes.
Yamato apagó el televisor de la sala del penthouse y se levantó del sillón. Sin decir palabra alguna, tomó su abrigo del perchero y se lo puso, agarrando de paso las llaves de su Bentley.
– ¿Vas a salir a esta hora? – preguntó la castaña sin ganas, demasiado cansada como para alzar la voz.
El rubio soltó un bufido.
– Es media noche y tú vienes llegando apenas, no veo nada de malo en que yo salga. – respondió sin más, dirigiéndose a la puerta, sin mirarla.
– Estaba practicando, Yamato. ¿Es eso tan difícil de entender? – exclamó ella, cruzándose de brazos. – Yo no te reniego cuando grabas hasta la madrugada, o cuando tienes que irte durante algunos días por tus conciertos.
El rubio se giró, para darle la cara.
– Por favor, Mimi, no seas cínica. Claro que has renegado, ¿sino de donde salen tantas peleas por lo mismo? – espetó. – Es mi trabajo, entiéndelo.
– ¡Y es mi carrera! ¡Me pides que entienda y tú no puedes entenderme! – ahora sí estaba alzando la voz. – ¿Crees que llego a esta hora por gusto?
– ¡Es que siempre es así! Cuando yo tengo tiempo libre, tú estás en pruebas o con un maldito recital, y cuando tú tienes tiempo libre, yo me ocupo. – exclamó, exasperado. – Estoy cansado de lo mismo, estoy harto. ¡Pareciera que no vivimos juntos! ¡Apenas y nos vemos en la noche!
– ¡Yo tampoco estoy contenta con la situación, Yamato! – respondió ella, lanzando sus manos al aire en señal de desesperación. – ¡Pero no es mi culpa! ¿Es mucho pedir que me comprendas? En días como este sólo quiero llegar a casa y estar en paz.
– Concedido, me largo de aquí. – dijo, girándose para tomar la perilla de la puerta. – Te veo en la mañana.
Dicho esto, abrió la puerta y salió del lugar, cerrándola de inmediato tras de sí de manera brusca. Una sola lágrima cayó por el rostro de Mimi.
– ¡Eres un estúpido inmaduro, Ishida! – gritó ella con fuerza, para asegurarse de que la oyera.
.
El público no había despegado sus ojos de ella. Escuchando. Realmente escuchando cada palabra que les decía.
– Si pienso en retrospectiva, mis elecciones son las que han hecho que pueda sonreír ahora. No sé bien la razón por la que quería decirles esto. Tómenlo como un aprendizaje o como una manera de ver la vida desde otra perspectiva. Esto va para ustedes… – sonrió. – Nunca se rindan. Persigan sus sueños y confíen en sus instintos… y sobre todo, siempre tengan sus corazones abiertos al amor.
Sus ojos se estaban nublando, pero no sentía ganar de llorar. Era más bien la intensidad del momento.
– La vida me ha enseñado que siempre, después de la tormenta, sale el arco iris. No importa si no es inmediato, el sol a veces puede tardar en hacer su trabajo, pero eventualmente, la lluvia cesará.
Claro que sí.
1 año y medio años atrás
(Miami, USA)
Estaba amaneciendo, las cortinas abiertas de la Suite Presidencial del hotel permitían que los suaves colores del cielo se asomaran por la ventana mientras dos cuerpos yacían unidos, recostados en la gran cama, disfrutando en silencio de la compañía del otro. Mimi tenía su cabeza apoyada en el pecho desnudo de su ahora prometido, y él acariciaba los cabellos castaños de ella con amor.
– Yama… – exclamó Mimi, sin dejar de sonreír. – Gracias por esto, ha sido el mejor fin de semana de mi vida.
Él rió con suavidad.
– No me des todo el crédito. Tú tuviste la idea de escaparnos durante un par de días de la presión de Nueva York. – respondió. – Realmente lo necesitábamos.
Ella asintió, alzando su mano y mirando en su dedo anular el hermoso anillo de platino con diamantes incrustados alrededor. Era la joya más exquisita que hubiera visto jamás, y se la había dado el amor de su vida. Yamato Ishida le había propuesto matrimonio y con eso la había hecho la mujer más feliz.
– ¿Te gusta? – preguntó él, observando como la chica miraba el anillo.
Ella alzó su rostro y se acomodó sobre el pecho del rubio para poder verlo a los ojos.
– Me gustas más tú. – exclamó, besándolo con dulzura en los labios. – Y te amo, ¿lo sabes?
– Lo sé, y adoro cada vez que me lo dices. – respondió, rodeándola por su pequeña cintura desnuda.
– Uff, no sé cómo voy a hacer para volver a acostumbrarme a no verte todos los días… – renegó la chica. – No estoy segura de querer regresar a Japón.
Él depositó un beso en su frente.
– La señora Maeda te espera, ya sabes que tiene grandes planes para ti. Ahora soy yo el que no te va a impedir que cumplas tus sueños. – dijo, decidido. – Además, dentro de seis meses me mudaré para allá, contigo.
La chica soltó una risita.
– Uy, mister "Y" se muda de La Gran Manzana. ¿Ya lo saben los medios? Será una catástrofe. – exclamó juguetonamente.
– Lo superarán. No es como si voy a dejar mi carrera. Estarán los tours y cuando tenga que grabar un disco, viajaré y ya.
Ella suspiró, volviendo a recostar su cabeza sobre el pecho de él. Ambos cerraron los ojos y guardaron silencio durante algunos minutos. Así querían estar para toda la eternidad.
– Yama… – susurró ella. – Mi estancia en Nueva York durante este año y medio ha sido una de las experiencias más bonitas de mi vida…
Él abrió los ojos, algo confundido.
– ¿Y eso a qué viene?
– Sólo quiero que lo sepas. Solemos pelear seguido, como un par de adolescentes descarriados, pero nunca me he arrepentido de haber venido a vivir contigo. – confesó. – Quiero estar a tu lado para toda la vida.
Yamato sonrió, inhalando el delicioso aroma de su prometida.
– Y así será, Mimi.
.
Dio un vistazo a todo su público, posando sus ojos en cada rincón del auditorio, para que ellos pudieran sentir sus palabras. Quería transmitirles lo que ella había aprendido en estos últimos años de su vida. Desde que entró a la Academia YG hasta el día de hoy.
– Siempre recuerden que aunque se sientan perdidos o desviados del camino, si se lo proponen, van a llegar alto. Si se caen, levántense y sigan. Sueñen alto y verán que un día lograrán traspasar el cielo. Los sueños son el motor que impulsa nuestra vida, y el amor es el más maravilloso regalo que ésta nos dio. Dejen que su corazón sienta, dejen que experimente, que duela y que ame, que ame mucho. Y lo más importante... nunca dejen de soñar. – hizo una pequeña reverencia. – Gracias por dejarme compartirles un poco de mí.
Los aplausos no se hicieron esperar. Llenaron el auditorio de una manera total y contundente. Las palabras de Mimi habían hecho eco en sus corazones. La sonrisa de la castaña se hizo aún más amplia y esperó en su sitio a que la ovación cesara. Una vez que ésto sucedió, antes de volver a hablar miró durante unos segundos su anillo.
– Ya no hablaré más, sé que vinieron a escuchar un recital, no un discurso de graduación. – rió. – Sólo una cosa. Quisiera dedicar este concierto a la persona que se ha encargado de traer tormentas a mi vida, al igual que los más hermosos arco iris, Yamato Ishida. – exclamó. – Especialmente la primera canción, que fue la que canté el día en que todo comenzó. Fue la canción que lo hizo seguir sus sueños.
Fue la canción que lo hizo seguirla a ella.
– Yama, esto es para ti. – dijo, tomando el micrófono con ambas manos. – Felicidades por tus logros, estoy muy orgullosa de ti. Sé que no fue posible que estuvieras aquí, pero yo te veo en todas partes. En las estrellas, en el océano, en cada rincón. Para mí… tú eres todo lo que existe.
Entonces, las luces del lugar se apagaron en su totalidad y un reflector apuntó a la Tachikawa mientras la melodía del piano comenzaba a sonar como pista de fondo. Sabía que él no la escucharía, pero quería hacérsela llegar con todo su corazón.
– There's a song that's inside of my soul. It's the one that I've tried to write over and over again.
Recordaba perfectamente ese día en que lo vio por primera vez. En ese momento ella no lo sabía, pero ese era el día en el que el resto de su vida había comenzado.
"Entonces… ¿vendrás a Tokyo conmigo?"
– I'm awake in the infinite cold. But you sing to me over and over and over again.
Yamato había entrado a su corazón muy a su manera. No olvidaría que los primeros días de clases no quería verlo ni en pintura, pero él siempre se las arreglaba para dejarla confundida y por ende, ya no tan molesta. Oh, y es que solía vivir molesta.
"Créeme que las lágrimas no te sientan bien, así que mejor no llores..."
"Lo siento… Me hubiera gustado llegar a tiempo".
"Conmigo no juegues. Tú no eres así".
– So, I lay my head back down. And I lift my hands and pray. To be only yours, I pray, to be only yours I know now you're my only hope.
Él la había sacado de la oscuridad en los momentos en los que más lo necesitó. Él siempre había estado con ella. Y a pesar de que tardó en darse cuenta de lo mucho que lo quería, en el fondo siempre supo que ese hermoso chico rubio se había vuelto parte importante de su vida.
"Mimi, ya verás que tu momento de brillar llegará pronto. Así que... Esperemos juntos el momento de tu debut".
"Siempre eres así, Mimi. Pero tienes que entender que no estás sola, ya no tienes que hacerlo todo por tu cuenta…"
– Sing to me the song of the stars. Of your galaxy dancing and laughing and laughing again.
A veces pensaba en lo mucho que había tardado en darse cuenta de que estaba enamorada de él y lo que eso casi le cuesta. Estaba infinitamente agradecida con la vida por haber sido correspondida por él. Lo mejor que le había pasado era eso, que Yamato la amara tanto como ella a él.
"No estoy seguro de cómo hacerlo, pues nadie nunca me ha hecho sentir de este modo. Pero quiero que sepas que he estado enamorado de ti desde hace mucho tiempo, Mimi".
"Eres tú, Mimi. Siempre has sido tú. La música es mi sueño, y para mí… tú eres la música. Tú eres mi sueño".
"Te amo…"
– When it feels like my dreams are so far. Sing to me of the plans that you have for me over again.
Su primer año en la Academia YG había sido el mejor gracias a él. Estuvo otros dos años ahí, hasta graduarse, al mismo tiempo que disfrutaba de otra de sus pasiones: Diam S. Esos tres años que vivió al lado de sus amigos fueron maravillosos, pero siempre tuvo ese hueco en el pecho. Lo veía muy poco, pasaban meses para que ambos pudieran siquiera compartir una caricia.
"Te he extrañado como no tienes una idea… moría de ganas de verte".
"Esto es demasiado, Mimi. No me pidas que no sufra cuando sabes que es imposible".
"Necesito verte. Realmente lo necesito. Te necesito".
– So I lay my head back down. And I lift my hands and pray. To be only yours, I pray, to be only yours. I know now, you're my only hope.
Después estuvo su etapa en Nueva York, cuando vivió con él. Había sido simplemente maravilloso. Claro que peleaban, la convivencia diaria hace eso con cualquier ser humano. Por lo general eran peleas rutinarias y absurdas… pero vaya que ambos conocieron esa parte del otro que no habían visto, y que era completamente real.
"¡A ver quién aguanta tus berrinches! ¡A veces pareces una niñita malcriada!"
"¿Sabes qué? Por mí puedes quedarte encerrada en tu preciado campus toda la semana. No me importa".
"Oh, vaya, lo siento, pero no siempre tengo que hacer lo que tú me digas, ¿es tan difícil entenderlo, Mimi?"
– I give you my destiny. I'm giving you all of me…
A ninguno de los dos le gustaba quedarse callado y ambos siempre deseaban tener la última palabra. Pero los días de dicha siempre opacaban esas peleas sin sentido. Y además… las reconciliaciones siempre valían la pena.
"Perdóname por faltar a tu recital… estaba molesto. Soy un idiota".
"Todo lo que dije esa noche... lo siento, sabes perfectamente lo mucho que me importas, ¿verdad?"
"Este soy yo, Mimi. Y soy todo tuyo. ¿Podrías perdonarme por ser un completo imbécil?"
– I want your symphony, singing in all that I am. At the top of my lungs, I'm giving it back…
Ahora llevaban seis meses viviendo juntos en Tokyo, y la vida nunca había sido tan hermosa. Los dos habían madurado y entendían bien las ocupaciones de cada uno. Entendían que, aunque a veces tuvieran que perderse los momentos más especiales del otro, lo que al final importaba era el amor que se tenían. Y tenían que apoyarse. Así sería siempre.
Yamato era el amor de su vida, y definitivamente, era la culminación más perfecta de todos sus sueños. De todo su mundo.
– So I lay my head back down. And I lift my hands and pray. To be only yours, I pray, to be only yours I pray, to be only yours…
"Mimi Tachikawa, te amo. Y quiero estar a tu lado por el resto de mi vida. Sé mía. Siempre..."
– I know now you're my only hope….
"…Cásate conmigo".
.
Escuchó un ruido lejano en su subconsciente, pero decidió ignorarlo. Aún era hora de dormir, ¿cierto? Giró su cuerpo, quedando boca abajo en la espaciosa y solitaria cama king size, tratando de volver a sumirse en el mundo de los sueños. Estaba teniendo uno feliz, en donde Yamato estaba con ella y dormían juntos, como solían hacerlo siempre que él estaba en casa.
Una sonrisa adornó su rostro, pero desapareció al instante que se dio cuenta de que ya no tenía sueño. ¿Qué la había despertado? Podría jurar que había escuchado ruidos, pero estaba segura de que eran producto de su imaginación aún adormilada. Abrió los ojos con lentitud y pudo ver que el cielo todavía estaba oscuro. Tomó su celular de la mesita de noche y miró la hora.
– Seis de la mañana… – dijo en un susurro, girándose de nuevo para quedar boca arriba, poniendo su ante brazo sobre sus ojos.
Y entonces, escuchó una voz que le hizo abrir los ojos de golpe.
– Vaya, llegué más temprano de lo esperado...
Todo rastro de sueño se esfumó de Mimi Tachikawa, quien en un segundo ya había dado un salto y se encontraba sentada en la cama, mirando hacia el umbral de la puerta del balcón de la habitación. Lo que sus ojos le regalaban era una completa visión. ¿Estaría soñando? Se talló la cara una vez. Pero él seguía ahí. Ahí, frente a ella. Recargado en el marco de la puerta. Ésta se encontraba abierta y el aire que se colaba por el balcón ocasionaba que las vaporosas cortinas se mecieran de un lado a otro, haciendo toda la imagen aún más irreal. Era él. Él, con esos ojos llenos de amor con los que siempre la miraba. Era su Yamato. ¡Ahí! ¡En casa!
No trató siquiera de ahogar el grito de dicha que salió desde lo más profundo de su garganta, y antes de que el rubio pudiera reaccionar, la chica ya se había lanzado a sus brazos y lo había rodeado con fuerza. Él tardo apenas unos instantes en corresponderle, hundiendo su rostro en los cabellos castaños de ella.
Se quedaron así unos momentos, hasta que Mimi se separó un poco y alzó la mirada, para hablarle.
– ¿Cómo entraste por el balcón? – preguntó, riendo.
– Escalando. Esa enredadera que tanto insististe en plantar sí fue útil, después de todo.
– Oh por Dios, ¡estás loco! – afirmó. – La altura es bastante, pudiste haberte lastimado. ¿Por qué no usaste la puerta de la entrada como una persona normal?
– Quería sorprenderte.
– Me habrías sorprendido aunque hubieras hecho la entrada más aburrida del mundo. – dijo con sinceridad, pasando sus manos por el cuello del rubio y colgando un poco su peso de ahí. – No puedo creer que estés aquí... – esas palabras sonaron llenas de anhelo.
Yamato le respondió con un corto beso en los labios.
– Sorpresa...
Ella soltó una risita y le devolvió el beso.
– Oye pero... ¿Cómo es que estás aquí? – preguntó, confundida.
Él sonrió.
– El concierto terminó a las once de la noche del domingo. En una hora ya estaba a bordo del jet privado, con destino a Tokyo. ¿Acá serían las cinco de la tarde del lunes? Contando las horas de vuelo, tiene sentido que ya esté aquí a tempranas horas del martes. – explicó.
Mimi arqueó una ceja. Se habría cruzado de brazos incluso, pero no quería soltarlo.
– Yama, no necesitas explicarme las diferencias horarias, ni mucho menos las horas de vuelo. Creo que ambos ya nos las sabemos de memoria. – suspiró. – A lo que me refiero es a que...
– Lo sé. – la interrumpió. – Digamos que... pospuse la gira.
¿Qué?
– ¿Qué...? ¿Pero por qué? – preguntó sin pensarlo.
Yamato suspiró.
– Hace años que no nos damos un tiempo para los dos. – exclamó, rompiendo el abrazo y tomándola de la mano, guiándola junto a él hacia el barandal del balcón. – Creo que la última vez fue cuando nos escapamos de Nueva York...
Mimi lo pensó durante unos segundos.
– Vaya, tendrás a más de una chica decepcionada con esa noticia. El gran "Y" nunca antes había retrasado una gira. – dijo ella, en tono un tanto juguetón.
– Pues resulta que a él sólo le importa una chica. – contestó, abrazándola por la cintura y pegando su frente a la de ella. – Todas las demás pueden esperar.
La castaña cerró los ojos, sonriendo no sólo con sus labios, sino también con todo su ser.
– Creo que voy a llorar... – atinó a decir, sintiendo que si abría los ojos, lágrimas de alegría saldrían de ellos.
Yamato pasó una mano por su mejilla, acariciándola.
– Es verdad, Mimi... – le aseguró. – Eres lo más importante en mi vida, aún más que mi carrera. Tú eres mi sueño, ya te lo he dicho.
Ella asintió, abriendo los ojos.
– Lo sé, lo sé. – contestó en un hilo de voz. – Y mi parte egoísta que siempre tengo encerrada está más que feliz en estos momentos. Gracias por eso. Sé que la gira era importante para ti... y más ahora que eres el artista del año. – hizo una pausa. – Por cierto, muchísimas felicidades por el logro... estoy muy orgullosa de ti, Yama.
– Te dediqué el concierto.
La castaña sonrió aún más, si es que eso era posible.
– Y yo el recital.
Como siempre solían hacerlo.
– La gira vendrá después, no te preocupes por eso. – continuó él. – Es la primera vez que me tomo un descanso en seis años, no será el fin del mundo.
Mimi lo rodeó por la espalda y él la acercó más a su cuerpo, deshaciendo toda distancia entre ellos.
– Bienvenido a casa.
Y sin pensarlo un segundo más, se paró de puntas para alcanzar los labios del rubio y tomarlos con los suyos, dejándose llevar por las mil sensaciones que ese beso le transmitía en cada terminación nerviosa de su cuerpo. Por supuesto, Yamato le había correspondido al instante, ahogando un suspiro mientras cualquier otro pensamiento que no fuera ella desaparecía de su cabeza. Era un beso de bienvenida. Un beso de esos que se dan dos enamorados que se extrañan, que se añoran. Un beso como los de ellos. Tan dulce y tan cargado de pasión. Tan perfecto.
La chica rió por lo bajo.
– Te extrañaba, Yama... – dijo en un susurro. – Estos dos meses sin ti se me estaban haciendo eternos...
Él volvió a besarla, transmitiéndole con eso todo lo que él la había echado de menos. Mimi era su todo. La amaba más que a su propia vida y su sola sonrisa lo hacía el hombre más feliz. Era la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra, y era suya. Solamente suya. Y quería que así fuera siempre.
– Deberíamos fijar una fecha...
Tomó con su mano la de ella y la alzó ante la vista de ambos, rozando con su dedo índice el dedo anular de Mimi, en el cuál yacía ese anillo que le había dado hace tiempo. Ese anillo que guardaba la promesa más bonita de todas.
– ¿Eh...? ¿Hablas en serio? – preguntó ella, aún sin creer lo que estaba pasando.
– Cuando te di este anillo, decidimos que íbamos a esperar para poder enfocarnos en nuestras carreras... – dijo él. – Ya ha pasado más de un año de eso, y ahora quiero concentrarme en ti. Quiero que, por primera vez en seis años, nos concentremos en nosotros.
Mimi escuchaba, pero no lo digería por completo. En serio, ¿no estaba soñando?
– Pero... tú has luchado mucho por todo lo que has logrado, y...
– Ambos hemos luchado mucho por nuestros sueños, Mimi. – habló él, sin dejarla terminar. – Y esto no significa que vayamos a abandonar nuestras carreras. Por supuesto que no. La música forma parte de nuestra vida y nunca nos desharemos de ella. Es sólo que llegó el momento en el que quiero reorganizar mis prioridades. Tú vas primero que todo lo demás.
La castaña sonrió.
– Ay, de verdad me vas a hacer llorar...
– Quiero dar este paso. Sé que con nuestras ocupaciones el panorama podrá tornarse difícil de vez en cuándo. Ambos lo sabemos por experiencia. – continuó. – Pero te prometo, Mimi Tachikawa, que voy a hacerte la más feliz del mundo.
– Eso no lo dudo, Yama. Siempre me haz hecho la más feliz... – contestó. – Y apostaría nuestro primer hijo a que siempre será así.
El rubio sonrió ante la declaración de su prometida.
– ¿Nuestro primer hijo? – exclamó. – ¿Tanto así?
Ella asintió.
– Tanto así. – repitió. – Estoy segura.
Escuchar eso lo llenó de una abrasadora sensación en el pecho. No sólo por la seguridad con la que hablaba su futura esposa, sino por todo lo que implicaban sus palabras. Ella veía su futuro con él y nada más importaba. Sí, aún habría espacio para sus carreras profesionales, pero después de seis años sin descanso, éstas podrían pasar a segundo plano. Era cierto, la música siempre iba a formar para de la vida de ambos, pero más que eso, eran ellos dos los que por siempre iban a estar ahí, el uno para el otro.
Entonces no pudo hacer más que tomar su rostro entre sus manos y volver a besarla. Besarla con dulzura, demostrándole que él sentía lo mismo. Sabía que Mimi lo iba a hacer el hombre más feliz del mundo. Ella lo rodeó del cuello con sus brazos y cerró los ojos, dejándose llevar por el momento. Jamás en la vida se iba a cansar de esos labios.
Al separarse, ambos recargaron su frente en la del otro.
Mimi dejó escapar un suspiro, sintiéndose plena y dichosa. Justo en estos instantes estaba completa y todo era gracias a la sola presencia de él. Nunca pensó que llegaría a ser tan feliz. Y es que, ¿cuánto le había costado poder llegar a este estado de dicha total en su vida? Lágrimas, tropiezos, golpes duros, decepciones, y un sin fin de cosas más. Había sido un largo camino, pero al final lo había logrado. Lo habían logrado. Todos esos años de esfuerzo habían dado frutos y ambos habían cumplido sus más grandes sueños.
Ella lo sabía. Sabía que sin Yamato en su vida, habría sido imposible alcanzarlos. Siempre iba a estar agradecida por haberlo encontrado. ¿O quién sabe? Tal vez era él quien la había encontrado a ella. Era Yamato quien le había infundido fuerzas en los tiempos más difíciles. Era él el que la había impulsado a seguir soñando alto. Muy alto. Era él. Siempre había sido él. Sus sueños ahora eran una realidad y el más grande tenía un nombre: Yamato Ishida.
– Yama, ¿qué haría yo sin ti? – dijo, sonriente.
El rubio le dio un corto beso en los labios antes de contestar.
– Eso nunca lo vas a averiguar, Mimi.
Ella rió. Él rió. Ambas risas mezclándose tan sólo para hacer más memorable el momento. Se amaban y serían para siempre. Después de todo, dicen que el tiempo es eterno para los que aman, ¿no es así? Juntos, todo lo demás no importaba. Juntos eran infinitos.
Juntos eran la consumación de todos sus sueños.
.
.
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- FIN -
"La vida te va a romper, eso es seguro. Nadie puede protegerte de eso, y vivir en en soledad tampoco te protegerá. Tienes que amar. Tienes que sentir. Tienes que soñar. Esa es la razón por la que estamos vivos. Estás aquí para arriesgar tu corazón y tus anhelos. Estás aquí para ser tragado y aplastado. Y cuando eso pase, cuando estés hecho pedazos, te sientas traicionado, abandonado o herido, siéntate bajo un árbol de manzanas y escúchalas caer a tu alrededor a montones, desperdiciando su dulce sabor. Es ahí, justo en ese momento, cuando debes asegurarte de poder decirte a ti mismo que has probado todas las que pudiste".
(The Painted Drum - Louise Erdrich)
No desperdicies las oportunidades que la vida te da. No las dejes simplemente pasar frente a tus ojos. Arriésgate y sueña. No importa cuántas veces caigas. No importa cuántas veces sientas que no puedes más. Debes seguir. Debes intentarlo, tratar, caer, volver a tratar, y lograrlo. Prueba todas esas manzanas, no las dejes tiradas, pues podrías arrepentirte después. No abandones nunca tus sueños, cree en ti mismo y hazlos realidad. Puedo asegurarte que esa es una de las satisfacciones más grandes que tendrás en la vida.
Recuérdalo, los que soñamos somos los más felices del mundo.
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Notas finales de la autora:
BUFF. No puedo creer que terminé Dream High, y menos puedo creer que el proyecto me duró casi dos años. WOW. ¡Y lo terminé! Si me permiten decirlo y sin afán de sonar ególatra, ¡me siento muy orgullosa de mí misma! Es la historia más larga que he escrito y vaya, pues no pensé que llegaría este momento en el que la vería completa. O sea, bueno, sí lo pensé, pero me parece que es muy pronto. AH, ni yo me entiendo. Ahora, claro que me quiero disculpar por haber tardado más de tres meses en actualizar, eso nunca me había pasado. ¡No sé porqué lo hice! No pensé que fuera a tardarme tanto, pero la verdad batallé mucho para que el final me convenciera. Incluso siento que aún puedo mejorarlo, pero no sería justo hacerlos esperar aún más, pues ahora sí que me pasé. ¡Lo siento en verdad! Y bueno, hablando de cosas más interesantes...
Como lo pudieron notar, este fue un epílogo, y transcurrieron seis años desde el último capítulo que publiqué, o sea, seis años pasaron desde el primer concierto de Diam S, y vaya que muchas cosas sucedieron. Traté de no dejar ningún hueco y bueno, aunque cada personaje siguió su propio camino después de Diam S, todos cumplieron sus sueños, superaron los obstáculos y lo más importante: dejaron atrás sus miedos e inseguridades. Me pondría a repetir aquí todo lo que logró cada uno, pero creo que lo dejé bastante claro en el capítulo.
Ahora, entre otras notas. Primero, mi querida amiga y lectora de siempre, Roxa-XIII, tuvo un cameo. La simpática Roxy que ayuda a Hikari en el Jardín de Niños. ¡Rox, gracias por darme tu apoyo desde el inicio de esta historia! En todos los capítulos recibí comentario tuyo sin falta, y no tienes idea de lo mucho que aprecio eso. ¡Gracias!
¿Momentos importantes del episodio? Bueno, creo que aquí todo fue importante, pero mencionaré algunos. Estuvo la escena de la canción del recital de Mimi. Espero que la hayan oído mientras leían. ¿Recuerdan? Only Hope fue la canción que ella cantó el día que fue por Yamato a la Universidad de Arquitectura, el día que se conocieron. La elegí porque creo que tiene un significado especial, y bueno, me gustó como quedó esa parte. OH, y espero que con ayuda de los flashbacks durante el discurso de Mimi, hayan podido entender por todo lo que han pasado esos dos. POR CIERTO, fue un pain in the ass (?) buscar las diferencias horarias entre Los Ángeles y Japón y hacer cálculos XD, GOD. ¡Son tantas horas de diferencia en el otro lado del mundo que van un día adelantados! UFF ~
También quería comentar sobre el amuleto, a mí me pareció un buen toque el hecho de que se hiciera el sello personal de Yamato. Ese pendiente en forma de estrella pasó por muchas manos y sí, representa los sueños y esfuerzos de todos. La gente podrá tener réplicas, pero el efecto es el mismo, ese amuleto da fuerzas (y tal vez, suerte :9 ~).
Si tenían preguntas sobre Rae y Joe. Pues sólo puedo decir lo que ya vieron, están casados y tienen una hijita. Además de que él se hizo director de la Academia YG (no se preocupen, está en buenos términos con Yano, después de todo, ahora son familia, lalala) y sigue pagándole viajes a sus alumnos, hahaha, el buen Joe Kido no ha cambiado nada. Y bueno, además de esos dos, ¿se fijaron que ninguna de las parejitas jóvenes se ha casado? Es el precio de la fama. Cuando tienes una carrera artística, es muy difícil mantener una relación, y ni que decir de un matrimonio. El camino de la fama suele ser muy solitario. Claro, nuestros chicos siguen juntos, pero el matrimonio tendrá que esperar. Aunque bueno, Yamato y Mimi ya decidieron que, a partir de ahora, ellos serían su prioridad.
Al final les dejé una frase muy bonita de un libro (The Painted Drum), que espero la tomen en cuenta. Esta historia, Dream High, es de sueños y de amor. Es de esforzarse y nunca rendirse. Estos chicos pasaron por muchísimos obstáculos para poder llegar a dónde están. Nosotros los vimos, todos sufrieron, lloraron y lucharon, y al final lo lograron. Sé que son personajes ficticios, pero espero puedan servir de ejemplo para algunos. De verdad, se los digo a ustedes mis lectores, sueñen y no se dejen de nada ni de nadie.
Y bueno, después de mi discurso (que wow, gracias si leyeron hasta acá), paso a despedirme. No de ustedes, porque seguiré aquí, con mis nuevas historias que tanto me entusiasman. Me despido de esta historia, que es una parte importante de mí. Gracias a Dream High conocí a muchas personitas especiales y de hecho, pude conocerme mejor a mí misma. Ha sido un largo camino y siento un vacío por verla llegar a su fin, pero a la vez siento una enorme satisfacción, pues es un proyecto al que le puse mucho cariño, amor y dedicación, y finalmente pude terminarlo.
Les agradezco a TODOS por acompañarme en este camino. Sin ustedes, no sé si hubiera terminado. Su apoyo es incondicional para mí y sus palabras siempre me motivaron a seguir. ¡Son los mejores lectores del mundo! Les agradezco que se hayan tomado el momento de leer la historia, y les agradezco aún más que se hayan tomado el tiempo de escribirme un comentario, una opinión, una crítica constructiva. En serio, no tienen idea de lo mucho que se los agradezco. Decir "Gracias" nunca va a ser suficiente con ustedes. Contesté sus RR's por privado, pero lamentablemente no me dará tiempo de contestar los que no tienen cuenta, sin embargo, agradezco públicamente a: Darae, Anitha, Tity, Ofelia de Ishida, Jossi Redfield, Rach y Mag. Y bueno, a mis queridos: Roxa, Wielder, Faty, Natylucha, Caty, Mariano, Kuchiki-Chappy, Anahiihana, Marily, Lau, Pixie, Blue, Nela, Black, Love-Girl2015, Daiana, Ukime, Athery, Sakura bonita, Eri, Kokoro-chan, Tefy, Caintlin, PetiteBlossom, Natsuki, PrincessMalfoy, Darky, Ale'm Tachikawa, MizukiSmile, Estefanía, Perla, Mimisan89, Mel, 0809m, Agridulce, Mimi Hyuga, Dani-de-Ishida, LilyAngel, Lilith, ILoveMimato4Ever, Cissy Black, Mega, y a TODOS los que alguna vez me han mandado RR, ¡gracias! No saben lo que sus palabras significan para mí.
Espero tener su opinión sobre esta última entrega de Dream High. También le hago un llamado a mis lectores invisibles. Realmente me gustaría saber que les pareció. No sólo el epílogo, sino toda la historia. ¿Les dejó alguna enseñanza? ¿Los ayudó en algún momento? ¿Los hizo reír, llorar o gritar? Quiero saberlo todo. Quiero saber qué les ha parecido Dream High.
Sin más que decir, cierro con broche de oro.
Los quiero, los quiero muchísimo. Gracias por todo.
Atte. Rolling Girl
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¡Pasen a leer mi nueva historia! Se llama "Evermore" y ya he publicado el primer capítulo. Será una historia diferente a cualquiera que haya hecho y tendrá de todo. Me llegó la inspiración de esta historia gracias a autoras como E.L. James, S.C. Stephens, K.A. Linde, Jamie McGuire, Sivlia Day, etc. La pareja principal es Mimato y habrá menciones de otras parejitas. Ya saben cuáles son las que me gustan. No será universo alterno, y a diferencia de mis otras historias, estará narrada en primera persona, por Mimi. Habrá escenas de sexo, y probablemente después tenga que cambiarle el rating a "M", pero quién sabe. Ya tengo siete capítulos escritos, así que prometo no hacerlos esperar con las actualizaciones. Aquí les dejo el summary:
Evermore
En mi regreso a Japón he aprendido tres lecciones. Lección uno: Investiga quién será tu jefe antes de aceptar un trabajo. Lección dos: No hagas apuestas con tu —extremadamente atractivo— jefe. Lección tres: La lección dos es más importante de recordar que la uno. ¿Pero qué más da? Ya es tarde. Yamato Ishida se metió bajo mi piel, y estoy segura de que será mi perdición.