NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE RUMIKO TAKAHASHI, YO SOLO ME DIVIERTO ESCRIBIENDO ESTAS HISTORIAS.
¡Hola seguidoras de Ranma Saotome! LLega aquí otra fanática más. Quienes me conozcan, sabrán que no escribo mucho sobre anime (normalmente no salgo mucho del fandom "avatar, la leyenda de aaang") pero últimamente he decidido experimentar con aquellos que me gustan bastante.
Hace poco comencé a ver Ranma 1/2 que siempre me lo recomendaban, y simplemente me encantó. Leí bastantes fics en ésta semana y la inspiración me llegó para escribir éste. No he terminado aún de ver la serie, me faltan varios capítulos (voy como a la mitad) así que algo le falta a los personajes díganmelo. Soy nueva en éste fandom y necesitaré un poco de guía.
Gracias por leer la historia y espero que la disfruten tanto como yo al hacerla.
Capitulo 1: Primeras Horas.
El despertador sonó, Kasumi abrió los ojos con pereza, estirando el brazo para apagar el aparato. Tenía bastante sueño, puesto que durmió poco en toda la noche. Los nervios le hicieron malas jugadas hasta la madrugada, haciéndola sonrojarse y sentir esa incómoda sensación de cosquillas en el vientre durante horas. Ahora, cuando al fin pudo concebir el sueño, debía despertarse.
Sabía que ponerse nerviosa no le serviría de nada, emocionada, se paró de la cama y miró su reflejo en el espejo. No tenía ojeras, y su rostro resplandecía por la emoción que representaba en ella aquel esperadísimo día. ¡Ese día finalmente se casaría! Y con un hombre bueno, responsable, al que quería mucho y sabía que la adoraba ¡Nada mejor!
Causó gran impacto en toda la casa Tendo el que un día, Kasumi llegara cogida del brazo por el doctor Tofú, sentándose en la cena antes de que procedieran a notificar a la entera familia acerca de su casamiento.
Flashback.
-¡Pero cómo!—exclamó Soun—¿Acaso usted, doctor, le ha propuesto matrimonio a mi hija mayor?
-Naturalmente—dijo con nerviosismo el susodicho—He hablado con Kasumi… y ella me ha aceptado… pero sólo si usted acepta, desde luego.
Kasumi agarró la mano de su novio para darle apoyo, consiguiendo sólo ponerle más nervioso aún. Soun mantuvo un rostro inexpresivo, para después aparentar que sopesaba con mucho dilema aquella decisión. Genma, a su lado, parecía extrañado por el comportamiento de su amigo. Nabiki, indiferente, bebía de su té mientras Kasumi sonreía como de costumbre.
Finalmente, habló el padre.
-Creo que eres una buena opción para mi hija—declaró al fin—puesto que eres honrado, me place darles mi bendición para que se casen sólo si juras proteger a Kasumi y cuidarla como ella se lo merece.
-Se lo juro.
-Pues que no se hable más ¡Habrá boda!
Soun se paró emocionado, mientras Genma se inclinaba al oído de su hijo. Ranma comía arroz, haciéndose el desentendido de todo el acontecimiento.
-Debería darte vergüenza—dijo el hombre—Tú y Akane llevan mucho tiempo comprometidos y jamás han hablado de boda. ¡Qué mal!
-No empieces, ya tenemos suficiente con una pareja próxima a casarse ¿O no?—respondió.
-Ranma es un insensible no sé porqué se molesta en hablar con él—dijo Akane, parándose y yendo hacia su hermana—Felicidades Kasumi, sí que lo mereces.
-Muchas gracias Akane.
Ambas hermanas se abrazaron, prontamente se hizo una enorme fila para felicitar a los novios.
Fin de flashback.
Kasumi sonrió y adoptó esa maternal postura cuando escuchó los nerviosos golpes a su puerta. Caminó y la abrió, dejando pasar a sus dos hermanas al interior de la recámara.
-¡Ah Kasumi! Tenemos tantas cosas qué hacer—habló Nabiki, con una actitud de indiferente nerviosismo.
-Sí, y no sabemos por dónde empezar—Akane le mostró una bolsita azul llena de cosméticos predispuestos para la ocasión—Espero hayas dormido, porque yo no pude ni cerrar los ojos.
-Claro que dormí… un poco.
-¿Dormiste?—inquirieron las menores, mirándola extrañado.
-Algo ¿Por qué?
No pudieron hablar. Era regla de oro que siempre las novias, por los nervios, no dormían nada la noche anterior a la boda. Nabiki y Akane temieron que su hermana sufriera el "Nervio Silencioso" como ellas lo llamaban. Aquel que consistía en que la novia era pura dulzura y alegría, pero reprimía aquel estrés tanto que estallaba cual bomba atómica poco antes de la ceremonia.
Preparándose mentalmente para el posible estallo de Kasumi, Akane sentó a su hermana en el taburete del tocador.
-¡Ay qué emoción! Por fin te casarás hermana… ¡Qué maravilla!
-Por cierto—interrumpió Nabiki—Tú y Ranma se han tardado mucho. Ayer precisamente papá hablaba sobre eso...
-¡No empieces! No es mi día, es el de Kasumi—interrumpió una sonrojada Akane.
-Sí, claro, evádeme. Kasumi, no sabes cuánto te extrañaré.
-¿De verdad?—preguntó la susodicha, extrañada.
-Claro, eres la que mejor cocina de las tres.
-¡Nabiki!—gritó la menor, más ofendida que la mayor.
-Es la verdad ¿O me lo vas a negar?
-Alguien amaneció de mal humor—refunfuñó, mirando ceñuda a la castaña—Y dime, Kasumi ¿cómo te sientes?
-bien
-naturalmente, se va a casar, no está enferma—dijo Nabiki con fastidio. Esto acabó con la poca paciencia de la artista marcial.
-Bueno habla ¿Tienes algo contra mí el día de hoy o qué?
El que la puerta abruptamente se abriera interrumpió la pelea entre las dos hermanas menores, que, no obstante, claro que comenzaron a decir en voz algo baja lo que pensaban en ése momento.
Nodoka entraba con una charola plateada, encima de ésta una humeante taza de té que le ofreció a Kasumi.
-Gracias—contestó.
-De nada, es para los nervios, espero te ayude.
-Yo estoy bien, quienes parecen no estarlo mucho son ellas—dijo Kasumi con preocupación, mirando a sus hermanas señalarse y decir cosas nada agradables.
-Mm… mejor iré por más té—resolvió Nodoka, agarrando la charola y abriendo la puerta para salir.
-¿La ayudo?
-No, gracias, no tardaré nada.
Diez minutos después, las cuatro mujeres estaban sentadas en la cama o taburete, todas con las tazas de té en sus manos. Era efectivo, pues Nabiki y Akane olvidaron rápidamente su disputa bajo el relajante efecto de las hierbas.
-Hoy se casa Kasumi—empezó Akane.
-Dime algo que no sepa—replicó Nabiki, mirando con fastidio a la menor.
Akane iba a decir algo pero la mirada de Kasumi se lo impidió, a su vez, la mayor de los Tendo pellizcó levemente la pierna de la castaña, quien no volvió a hacer ningún comentario semejante.
-Como decía, hoy se casa Kasumi, y tenemos exactamente siete horas para arreglarla—miró su reloj, eran las siete de la mañana, debían salir de su casa a las dos de la tarde, pues a las tres era la ceremonia.
-¿Qué esperamos? ¡Debemos darnos prisa!—exclamó Nodoka—En éstos días el tiempo vuela.
-Primero lo primero, un relajante baño.
Kasumi tenía baño personal en su alcoba. Nabiki entró al baño y llenó la tina con agua caliente, vaciando unos botes de jabón y burbujas en ésta.
-¿De qué son?
-Son de jazmín y rosas. Huelen muy bien—contestó Nabiki.
Kasumi—ya sola en el baño—se desnudó y entró a la tina, dejando que la temperatura y fragancia consiguieran casi dormirla. No se había percatado de lo tensa que estaba, pero ahora, todo fluía cual río andante y las preocupaciones desaparecieron ipso facto.
Fuera, en la recámara, Akane sacaba de su bolsita todos los cosméticos que traía. La mayoría en blancos, plateados y dorados, a juego con el vestido de la novia. Nodoka estaba acomodando el tocador, colocando ahí los cepillos, las planchas y todo instrumento para el cabello.
-¿A qué hora dijo que vendría la estilista?—preguntó Akane.
-No lo sé—respondió la mediana de los Tendo—creo que a las siete y media.
Mirando su reloj de pulsera, Akane descubrió que eran las ocho.
-¡Es tardísimo! Iré mejor por la estilista.
-¿Sabes dónde vive?
-Sí, al final de la calle donde tiene el consultorio el doctor Tofú.
-Fácil.
-Exacto.
Akane dejó algunos cosméticos más y salió de la alcoba de Kasumi. Cruzó el pasillo para llegar a su propio cuarto, donde se puso unos tenis y puso una bolsa al hombro, por si acaso.
Bajó a la estancia, donde estaban Soun y Genma.
-¡Buenos días Akane! ¿Cómo está Kasumi?—preguntó el padre de la chica.
-Bien, muy bien.
-¿Puedo pasar a verla para felicitarla?
-No hasta que esté lista.
-Pero…
-No.
La expresión en el rostro de Akane fue demasiado firme como para que Soun pudiera seguir argumentando. Genma, que no había hablado, finalmente se aventuró a hacerlo.
-Y…. ¿Quién va a hacer de comer?
-No lo sé, desde luego que Kasumi no—respondió Akane, mientras acomodaba unas monedas en su bolsa.
-Entonces…
-Pidan algo.
-Es muy temprano—resplicó Genma—Ningún restaurante estará abierto.
-Pues más tarde o coman algo de la cocina ¡O yo que sé! Tengo que irme, es algo importante, vuelvo pronto.
Sin decir nada más, Akane agarró las llaves de la casa y salió corriendo hacia la calle.
Soun y Genma sollozaron porque los habían dejado olvidados, pero Akane francamente los presto importancia, en ése momento, lo que más la apuraba era la estilista.
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Ranma seguía durmiendo cómodamente en su alcoba, eran ya las ocho y media de la mañana. Entró como rayo a su alcoba una Nabiki furiosa que no reparó en tumbarlo de su colchoneta para despertarlo.
-¡Pero qué te pasa!—exclamó bastante enojado—Y yo creía que Akane era ruda…
-¡Calla que no tenemos tiempo para discusiones!—le cortó Nabiki con gesto iracundo—Akane ha ido por la estilista, no ha regresado, Nodoka está haciendo la comida porque ni tu padre ni el mío quieren mover un dedo para desayunar y yo estoy con Kasumi calmándola y ayudándola a que se arregle un poco.
La cara de Ranma era un claro "¿Y a mí qué?"
El ceño de Nabiki se frunció con seriedad, causando escalofríos en el arista marcial.
-Escúchame bien, Ranma Saotome, porque espero que al menos hagas esto bien ¡Que es de lo más importante!
-¿De verdad?
-Sí—contestó con solemnidad.
-¿Qué es?
-La misión más importante de todo el día.
El ego de Ranma solo crecía conforme escuchaba el tono tan serio que usaba la castaña. Dijo, ahora emocionado:
-¡Qué es!
Los ojos de Nabiki, hasta entonces cerrados, se abrieron para mirarlo de manera casi amenazante, mientras abría la boca para hablar.
-Si fallas, juro matarte.
-¡Qué es, Nabiki!
Lo sopesó, como si no quisiera decírselo, para finalmente resignarse y confiarle su misión:
-Ve a la tintorería y recoge el vestido de Kasumi.
Ranma se dejó caer sobre la colcha, visiblemente frustrado.
-¡Sólo eso! ¡¿Quieres únicamente que vaya por un maldito vestido y que ponga en eso mis cinco sentidos?
-¡NO CINCO SI NO SEIS!
Retrocedió ante el enfado de Nabiki, Dios, en ése momento no le quedaron más dudas de que ella y Akane fueran hermanas. Comenzó a preguntarse ¿Kasumi también se pondría así cuando se enojaba? Nunca lo había visto y, ahora que lo pensaba, no quería verlo en su vida,
-Sí… claro… ¡Es más, pondré siete!
-No te hagas el chistoso.
-Pero es que yo…
-¡No digas nada más! Vete ahora y vuelve antes de las diez, con el vestido, o te mato. El número es 1560.
-¿1570?
-¡1560! ¡Ahora vete!
Ranma corrió con un cambio de ropa hacia el baño, donde se cambió rápido antes de salir disparado hacia la tintorería. Apenas pudo oler el delicioso caldo que su madre preparaba, recordando así que tenía hambre.
-Maldita Akane, si ya hubiese vuelto con la estilista ella iría y yo podría desayunar.
Se fue refunfuñando, saltando por las bardas y los tejados de las casas hasta encontrar las calles que buscaba. Se dejó caer en una acera, muy transitada, donde tuvo que dar hasta codazos para poder pasar entre el mar de gente que obstruía su paso.
El hambre y el ruido, así como el gentío, comenzaron a hastiar al pobre de Ranma, que cuando estaba a punto de doblar la calle para ir por el dichoso vestido, olió el aroma fresco de los deliciosos okonomiyakis.
Como hipnotizado, siguió ésa fragancia hacia llegar al Uchan´s donde como de costumbre, Ukyo le saludó efusiva y feliz.
-¡Hola Ranma! ¿Qué haces aquí tan temprano? No sabía que fueras tan madrugador—le saludó, mientras volteaba la mezcla con maestría.
-Bueno, me levantaron temprano para que recogiera el vestido de Kasumi—respondió, sentándose en la barra y sin despegar la vista de los panes japoneses.
-¿Mixto o…?
-Mixto.
Ella asintió mientras preparaba la otra mezcla.
-¿No debería ir Nabiki o Akane por el vestido? Son sus hermanas.
-Akane está con una estilista haciendo no sé qué cosa y Nabiki no entendí qué compromiso tenía.
-Suena que la casa está patas arriba.
-Más o menos.
Ukyo le tendió a Ranma su pan y éste lo devoró ansioso.
-Tenías hoy mucha hambre—le dijo con una sonrisa.
-No desayuné—respondió, aún con la boca llena.
-Pero lo mejor sería que te apuraras, no se vaya a retrasar la boda porque no llegas con el vestido ¡Es lo más importante en una boda!—dijo con solemnidad.
"¿Qué tienen las mujeres con los vestidos en éstos eventos?" pensaba Ranma, mientras recordaba a Nabiki antes dedarle su "misión".
-Por cierto ¿Irás a la boda?
-¡No me la perdería por nada! Por eso abrí temprano, para poder cerrar antes el lugar.
-Aahhh.
Ranma terminaba ya su pan cuando Ukyo le quitó el plato de manera repentina.
-Pero.
-Anda, ve por el vestido. No vaya a ser que me culpen después porque viniste a comer.
Ranma suspiró, aparentemente ése iba a ser un día bastante largo. Se paró del banquillo lentamente.
-¿Cuánto te debo?
-Nada.
Abrió los ojos con sorpresa. Vale, que Ukyo lo pretendiera mucho pero…
-¿Nada?
-¡Anda, vete y no pierdas el tiempo!
Casi lo empujó fuera del local y Ranma sin ganas se fue a la tintorería. Cuando llegó al fin al lugar, encontró una fila que salía inclusive de la sala de espera.
-¿Qué, hoy todos se van a casar o qué?
En la fila encontró muchos rostros conocidos, invitados seguramente que recogían sus trajes y atuendos de gala para la ocasión. Ranma, más desganado que antes, se recargó en la pared y comenzó a contar en un inútil intento de relajarse mientras esperaba pacientemente su turno.
-¡Ay Ranma! ¿Aún sigues aquí?—preguntó Ukyo, apareciendo de repente y mirándolo extrañada desde el final de la enorme fila.
-¿Qué haces aquí?—dijo el chico, sin responder a la pregunta de su amiga.
-Vine a recoger mi vestido—le respondió con un grito, pues a la distancia en la que estaban apenas así se escuchaban. Eso no agradó nada a las otras personas formadas.
-¿Lo dejaste también en ésta tintorería?
-Sí, es la más cercana de mi casa.
-Y la única en toda Nerima por la gente que veo—dijo con sarcasmo.
La fila avanzó un poco y Ranma bendijo a todo nombre que le llegó a la mente cuando se encontró frente al mostrador.
-¿Número?—preguntó la fastidiada y cansada cajera.
La mente se le borró a Ranma ¿Qué número había dicho Nabiki? Se lo había gritado, eso lo recordaba bien, pero ¿cuál?
-Ehhh.
-No tengo todo el día—le dijo la mujer—Así que dígame ¿Cuál número?
Ranma, desesperado, contestó el primer número que le pareció similar.
-¡1570!
-¿1570?—repitió la sorprendida mujer.
-Sí, 1570.
-Bien.
Le tendió el gancho con el atuendo, todo cubierto y protegido por la bolsa de plástico negro. Ranma, feliz consigo mismo, se llevó el pesado atuendo hacia la casa. Se despidió de Ukyo con la mano y saltó de tejado en tejado. Cuando consultó su reloj, comprobó una cosa:
¡ERA TARDE!
-¡Las diez y media! ¡Me van a matar!—exclamó, lleno de pavor.
Dio otro salto y cayó frente al Dojo, entrando rápidamente al lugar. El aura maligna con la que fue recibido lo dejó pasmado.
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Akane se fue corriendo hacia la casa de la estilista, llegó en tiempo récord al lugar. Tocó varias veces el timbre de la casa sin que nadie le respondiera. Tocó de nuevo y nada. Así pasaron quince estresantes minutos para la chica cuando ¡Al fin! Se abrió la puerta de la casa, apareciendo tras de ella una mujer roja y con cubre bocas.
-¿Sí?—inquirió la mujer, con voz ronca y tosiendo un poco.
-Hola, me llamo Akane Tendo—dijo con dulzura—Dígame ¿Se encuentra la estilista Naoko Takahashi?
-Soy yo-
Akane palideció.
-¿Ah sí?
-Sí, tu eres una de las Tendo ¿verdad? Iba a arreglar a una Tendo para su boda el día de hoy.
-Sí, a Kasumi Tendo, mi hermana.
-Lo lamento, le dije a mi secretaria que les llamara pero parece que no lo hizo—tosió—Estoy enferma y no podré ayudarles.
-Pero… pero…
-No te apures, a dos calles en la casa 345 vive otra estilista, mi hermana, también muy buena. Ya le hablé y ella de seguro te espera para que la lleves—tosió—a que arregles a tu hermana.
-¿De verdad?
-Claro, nunca quedo mal—ataque de tos.
-Bueno, gracias, espero que se mejore.
-Dios te oiga.
La mujer se encerró y Akane corrió en busca de la casa-
-345…345…345…¿dónde fregados está?
Finalmente, llegó a una casa pequeña pero linda a la cual tocó hasta que le abrieron.
-¿En qué le ayudo?—preguntó la mujer.
-¿Aquí vive una estilista?
-Sí, soy yo.
-¡Ah, qué bueno!
-¿Acaso eres la Tendo?
-Sí
-¡Bien, pasa! Te dejaré lista para tu boda.
-¿Qué? ¡No, yo no me caso!
-¿Ah no?
-No, se casa mi hermana, Kasumi.
-¿Y dónde está?
-En mi casa.
-No hago visitas a domicilio—respondió la mujer, cruzándose se brazos.
-¡No me haga esto!
-No te hago nada
Fueron veinte minutos de súplicas y acuerdos para que Akane convenciera a la mujer de que fuera a su casa para arreglar a Kasumi. Más otros quince minutos en lo que tardaron de cagar las cinco maletas de cosméticos al Dojo. Eran las nueve y media de la mañana cuando llegaron finalmente a la casa Tendo.
La estilista se encerró en cuarto de Kasumi, con Nodoka, no dejando pasar a ningún hombre al lugar. Nabiki y Akane estaban en la estancia, caminando nerviosas y con las manos sobre las caderas, mientras contaban cada segundo que Ranma se tardaba. El chico no llegaba ¡Y traía el vestido!
-Maldito Ranma, nada se le puede pedir—dijo Akane.
-Tu prometido es un inútil—contestó Nabiki.
-¡Eh, tampoco le hables así!
-Le hablaré como se me antoje.
-Niñas—intervino Soun—No deben…
-¿¡QUE!—Dijeron las dos, furiosas y con llamas en los ojos.
-N-nada.
El pobre padre se refugió con su amigo en una de las habitaciones de la casa, alejándose de las nerviosas chicas. Cuando eran las diez y media de la mañana, la puerta finalmente se abrió, con Ranma entrando.
-¿¡DONDE ESTABAS!—Dijeron las dos, tan enojadas que sus voces sonaban iguales. Iracundas.
-Yo—el chico se encogió, incapaz de hacer algo.
-¡Estamos atrasados por tu culpa!
-¡Nada se te puede pedir!
Gritaron al mismo tiempo, mientras le quitaban el vestido de las manos. Abrieron la cremallera de la bolsa y descubrieron una horrible verdad.
-¡RANMA!
El chico miraba aterrado y con ojos de cordero a las dos mujeres, tan enfurecidas, que jamás las volvería a ver con los mismos ojos.
-¡RANMA NO BAKA!—gritó su prometida, y pronto lo mandó a volar por los cielos de Nerima.
Y es que el chico, como el lector ya sabrá, traía el vestido equivocad. El que estaba dentro de ésa bolsa, era uno para XV años.
No es normal que escriba capítulos muy largos, pero como éste fic no será extenso (5 o 6 capítulos) los he hecho así. Es muy importante para mí saber qué opinan y ayúdenme a mejorarlo con sus preciosos comentarios, que alimentan mi ánimo de seguir aventrándome en otros fandoms.
¡Nos leemos!
chao!