I LOVE MUSIC

Esta es mi nueva propuesta para otro nuevo fic, tengo muchos sin acabar, pero como son largos, no pasa nada. Bueno, haber si os gusta la idea, básicamente, vosotros me decís una pareja y una canción, y yo hago una especie de one-shot sobre ellos ^^ Podéis pedirme cualquier pareja, preferiblemente que sea hetero, aunque también me vale yaoi… pero advierto que me cuesta mucho más escribir yaoi que hetero, y por lo tanto tardaré más en tener listo el capi.

Bueno. Enviadme vuestras peticiones al correo privado, ¿ok? ¡Gracias!

Aquí va mi debut en este proyecto, a ver si os gusta:

1."Deseos de cosas imposibles" (La Oreja De Van Gogh)[Propuesto por: aika-chan20, o sea, yo -w-]

Un KazexRika, que nunca había hecho uno y, sinceramente, me gusta mucho esta pareja. Aunque finalmente me haya quedado más como un IchixRikaxKaze… pero da igual.

¡Enjoy!

-Igual que el mosquito más tonto de la manada, yo sigo tu luz aunque me lleve a morir. Te sigo como le siguen los puntos finales a todas las frases suicidas que buscan su fin… –tarareaba la peli azul, tomando el sol en la playa, con su ipod en los oídos. Unas frías manos le tocaron los hombros. Ella se sobresaltó, se dio la vuelta inmediatamente y pateó a quien quiera que fuese que estuviera allí.

-¡Ay! –Se quejó Kaze- ¡Rika! –le gritó, con cierto tono de reproche. La oji violeta se sonrojó, avergonzada.

-Lo siento –se apresuró a disculparse.

-Bah… no importa, pero, ¿quién creías que era? –quiso saber el peli azul, cogiéndose el hombro, donde le había pegado su amiga.

-Oye, podrías haber sido cualquiera: un ladrón, un violador, un psicópata… -al oji marrón le salió una gotita por la cabeza.

-Vale, sí, cállate ya, nena –ordenó Ichinose.

-¬¬… -Rika le dirigió una mirada de odio a su novio, que había llegado tras Kazemaru. El castaño estaba detrás, con las gafas de sol puestas e ignorando completamente sus ojos enamorados, y su amigo, delante, con una sonrisa en los labios, aunque le dolía bastante el hombro. Ella le sonrió también, y tuvieron un momento en que los dos se miraron, felices, no necesitaban hablar, tenían sus miradas.

Igual que el poeta que decide trabajar en un banco.

Por la noche, en la habitación del hotel…

Rika se cambiaba de ropa cuando Ichinose entró en el baño de improviso. Parecía un poco enfadado.

-¿Qué quieres? –le preguntó ella, inocentemente.

-No lo sé, ¿a quién quieres tú? –respondió el mago del balón, con un doble sentido.

-¿Cómo?

-¡No te hagas la tonta! Vi como os mirabais Kazemaru y tú.

-Eso no te da derecho a nada. Y ahora, sal de aquí… -iba a cerrar la puerta, pero Ichi puso el pie en medio, atrancándola. La cogió de la muñeca con fuerza y rabia.

-¡Dilo! ¡Estás enamorada de él, verdad! Es así… -suspiró el oji marrón.

A la morena algo le tocó el alma, porque era todo lo contrario, estaba totalmente enamorada de su novio. Lo seguía a todas partes, le seguiría hasta donde fuese. Y no era ninguna metáfora. Porque le amaba.

Sería posible que yo en el peor de los casos, le hiciera una llave de judo a mi pobre corazón. Haciendo que firme llorando esta declaración.

-No, Ichi-kun, el único del que estoy enamorada eres tú –confesó, seria- pero lo estás echando todo a perder… -añadió, con ojos tristes. Se puso una chaqueta y un short y salió a esconderse en la oscuridad de la noche, llorando como una niña.

Llegó a lo alto de unas rocas, y se sentó. Allí, el mar las golpeaba, amenazante, igual que sus lágrimas habían amenazado con desbordarse, cuando le dijo eso a Ichinose.

Me callo porque es más cómodo engañarse.

¿Por qué? ¿Por qué no podía quererla y ya está? Era injusto y estúpido que tuviera que hacerla sufrir tanto…

-¿Por qué me odias? –preguntó al mar.

-No creo que nadie te odie, Ri-chan –dijo dulcemente la voz de Kazemaru detrás de ella. La peli azul se dio la vuelta, sorprendida de encontrarle allí a esas horas. Con la manga, se secó las lágrimas.

-¿Qué… qué haces aquí, Kaze-chan? –preguntó la oji violeta.

-Nada, te vi salir corriendo del hotel y quería saber si estabas bien –la morena dijo un "ah", muy bajito, y luego se recogió las rodillas contra el pecho. Kazemaru se la quedó mirando, apenado-. ¿Lo estás?

-No lo sé –respondió ella.

Cuando Rika se deprimía, se mostraba ausente, decaída, y contestaba a todo con monosílabos. Además, su mente no se torturaba sobre el sentido de la vida, como le ocurre a la mayoría de las personas, sino que se volvía más infantil que nunca, haciéndola aún más vulnerable.

El peli azul la abrazó, besándola en la frente, sabiendo perfectamente cómo se ponía su amiga cuando Ichi y ella discutían.

-Shhh… todo está bien… -la intentó tranquilizar.

-No, no lo está, Kaze-chan –suspiró ella-. No me quiere… odia que yo le haya obligado en cierto modo a estar conmigo, y me lo hace pagar con las cosas que me dice cuando se enfada… ú.ù

-Rika… no sufras más. Oye, si él no quiere estar contigo… tú solo puedes obligarle hasta llegado un nivel, después es libre de hacer lo que quiera. ¿No crees que si él no te quisiera, ya te habría dejado?

-Ni idea. Solo sé que ya no le agrado ni un poco, como antes.

-Vaya… -Kaze se había quedado sin argumentos para animarla.

-Y, creo… que él no me agrada ya demasiado a mí tampoco… -se sonrojó con ese comentario.

-¿Cómo? –se extrañó Kazemaru.

-Sí, eso, que… yo ya no le quiero tanto a él, yo… -se puso frente a él, recordemos que estaban muy cerca, abrazados- te quiero a ti –el chico abrió los ojos como platos, no daba crédito a sus oídos. ¡Pero si Rika siempre había estado loca por Ichinose, desde el momento en que le vio! Que ahora le soltara aquello, era una locura.

-Vamos a ver, Ri-chan, ¿tú sabes lo que estás diciendo?

-Sí… que te quiero –le besó rápidamente, antes de que pudiera alejarse. Al principio, el oji marrón le encontró el gusto a aquello y no podía negar que algo le atraía Rika, desde siempre, así que se dejó llevar.

Me callo porque ha ganado la razón al corazón.

-Rika… yo… no sé si…

-Calla –le cerró la boca con un beso, más apasionado aún que el anterior. Cuando se separaron, el peli azul la miró desaprobatoriamente y le dijo.

-Yo no creo que me quieras. Solo estás poniéndome de sustituto de Ichinose, y eso no va a ocurrir, Rika…

-¡Que no! ¡Que te quiero! ¡Créetelo de una vez! –se desesperó la peli azul-. Quiero estar contigo, no con él.

Kazemaru, en ese momento, tomó una decisión.

UN AÑO DESPUÉS…

Hacía seis meses que no se veían. Él, después de la ruptura, se había mudado a Okinawa, y no volvió a saber nada de Rika hasta que decidió visitar a Endo y a los demás a ciudad Inazuma. Estaba preciosa, más que nunca, la quería, la amaba… y se preguntaba cómo había sido tan estúpido de dejar que se marchara, cuando la tenía a sus pies para lo que quiso y más… Y es que las oportunidades, pasan pocas veces en la vida, y si no las aprovechas… te arrepientes, seguro.

A pesar de que estaba rojo como un tomate por verla otra vez, se le acercó por la espalda, y quería sorprenderla, pero el novio de ella ya la estaba agarrando de la cintura, así que no se atrevió, y salió corriendo de allí, sintiéndose un completo imbécil.

"Pero, pase lo que pase, aunque otro me acompañe, en silencio te querré tan solo a ti".

Aquella soleada tarde de verano, Rika había tenido la extraña y agradable sensación de que iba a volver a ver a alguien a quien quería mucho. Pero, no sabía por qué, de una manera que ya había ocurrido anteriormente, en un día muy importante para ella.

El día que dejó a Ichinose.

Fue muy doloroso, porque le quería, pero también amaba a Kaze-kun, y estaba confundida, aunque, finalmente, quien salió ganando fue el peli azul.

-Rika, sólo te lo digo una vez más, ¡sal-del-baño! –reclamó el impaciente de su novio.

Ella suspiró, anegada en sentimientos, cerró los ojos con fuerza. Pero luego los abrió enseguida, sonriente. Se había acostumbrado. Y, además, esos gritos le recordaron también a esa noche… otro símbolo más. Algo pasaba. Abandonó el cuarto de baño y salió a la terraza, donde su novio la esperaba ya, junto a una mesa con dos sillas, adornada con rosas y unas cuantas velas, estilo muy romántico, todo para celebrar cuatro meses de su reconciliación.

-Rika, te amo –dijo él, cogiéndola de la cintura cariñosamente.

-Yo también te amo, Ichinose –le correspondió la peli azul.

"Igual que un mendigo cree que el cine es un escaparate. Igual que una flor, resignada, decora un despacho elegante."

Te amo. Dos palabras que harían feliz al desgraciado; rico, al más pobre de entre los pobres; y bueno al peor de los villanos. Dos palabras con un significado que sólo algunos comprenden: los que están enamorados.

Entonces, si el sentimiento en sí, o el simple hecho de que alguien lo demuestre por ti, es hermoso… ¿por qué a Rika le hacía tanto daño, allí, en el pecho? ¿Sería que su corazón no era verdaderamente feliz?

Quizás la felicidad idealizada que se había formado en su mente al obligarse a querer a Ichinose, le estaba pasando factura a su felicidad real. Intentar disimular, sirve, pero no a largo plazo, porque si sonríes sin sentirlo, al final, los demás lo acabarán notando.

"Prometo llamarle amor mío al primero que no me haga daño. Y reír será un lujo que olvide cuando te haya olvidado."

Y toda esta reflexión le hizo preguntarse, mientras con cara ausente se sentaba frente a su novio, ¿acaso merece la pena jugar a ser feliz? Lo miró a él. Era un chico muy lindo. Encantador, Agradable. Simpático. Y le había regalado, tiempo atrás, un pequeño trocito de su corazón. ¿Había hecho bien? ¿O sólo podían ser locuras de una adolescente? Al fin y al cabo, ahora ya no era tan niña, y si había de llegar el momento de hacer razonar a su cabeza y su corazón… era aquel.

"Bueno, Rika, tú decides", se dijo a sí misma, decidida a llegar a un equilibrio entre sus sentimientos. "¿Continúas con esta farsa, a la que, descaradamente, te atreves a llamar vida? ¿O sigues tu instinto y sales a buscar a la única y verdadera razón de tu existencia?"

/

Kazemaru sabía que no era mucho el tiempo que había pasado junto a ella, pero desde luego, fueron los dos meses más felices de su vida. Lo único que le tenía en vela era la incertidumbre, la duda de si ella sentía lo mismo, o si en algún momento lo sintió. Él, sí, seguro. No dudó ni un solo instante, de aquel amor. Creyó en su historia casi desde el principio.

Debe confesar que, al empezar, estaba casi seguro de que estaba siendo utilizado como un juguete para Rika, para alejarse una temporada de Ichinose, y luego volver a sus brazos, como siempre. Y, al final, así sucedió. Por su culpa, pero sucedió, y de su desconfianza. Aunque, y es algo que también debe confesar, ese amor fue, en todo momento, verdadero.

Pasar los días con Rika a su lado, Kazemaru dejó que Rika fuera suya. Ella ni siquiera tuvo el valor para despedirse de Ichinose, y los dos juntos se fueron a Florencia. Todo parecía tan perfecto, tan de ensueño… que el oji marrón no se lo creyó. Y, a los escasos dos meses, empezó a insinuar que Rika seguía enamorada de su ex novio. Y eso arruinó su historia.

Ella volvió a ciudad Inazuma, con Ichinose, que la perdonó y volvieron a estar juntos. Él, lamentándose cada segundo que no pasó con ella, se mudó a Okinawa. Lejos, para no sufrir. Era una forma de huir del desamor. Un desamor que, si se hubiera comportado de una manera más madura, habría podido remediar. Sí, fue muy tonto por dejarla escapar.

En el fondo de su destrozado corazón, si se unían los pedacitos en los que se había roto, aún se podía ver lo mucho que la seguía queriendo.

Eh, un momento, ¿cómo había acabado allí? En la misma roca donde comenzó todo, donde comenzó todo, donde todas las noches, en sus sueños, se volvía a encontrar con ella. Seguramente, lo que le habría llevado hasta ese lugar había sido su subconsciente… daba igual. Se lo agradecía.

"Pero igual que se espera cuando esperan en la Plaza de Mayo, procuro encender, en secreto, una vela, no sea que por si acaso, un golpe de suerte, algún día, quiera que te vuelva a ver, reduciendo estas palabras a un trozo de papel."

Pero más se lo agradeció cuando notó a sus espaldas el perfume que tanto conocía y adoraba, que ansiaba oler por las mañanas. Se dio la vuelta, con el corazón en un puño, y se cruzó con su dulce mirada violeta. Llevaba el pelo rizado y suelto, un vestido blanco con vuelo, justo por encima de las rodillas, y unos zapatos blancos en la mano, con algo de tacón. Se los había quitado para caminar por la arena y llegar hasta él. Estaba preciosa.

No les hizo falta decir nada, los dos sabían que se buscaban, y qie se alegraban profundamente de haberse encontrado al fin.

-Rika, perdóname…

-Shh… -como hizo hacía trescientas sesenta y cinco lunas, volvió a callarlo con un beso.