NOTA: Quizás hable mal de algunos personajes, no lo se, tratare de no, pero por favor, pido tolerancia, dado que el DenSu es mi pareja favorita y yo respecto a las demás parejas, los manejo a mi punto de vista, probablemente quede un poco OCC en algunos caso. De todas formas gracias por leer. Dedicado a Aniel Ryou.
Disclaimer: "Hetalia Axis Power/Word Series" Ni ninguno de sus personajes me pertenecen, eso si, la historia [o esta cochinada] si me pertenece, no tengo miedo de que la plagien XD pero de todas formas están advertidos.
Advertencias: Probablemente Lemon, heterosexual, Yuri y Yaoi. Lenguaje un poco obsceno. Por todo lo demás, mis fumadas (?)
También, algunos personajes no tienen nombres humanos por lo cual me tome la libertad de tomar prestados algunos, no son tan originales pero sirven, si has leído hasta aquí, te lo agradezco mucho y ya no te perturbare más XD
Pudo escuchar la risa de Dirck al otro lado de la línea y probablemente un gruñido por parte de su prometida, pero nada más, nada… Eso no era una respuesta segura de si el sueco se encontraba ahí o no. Por todo lo demás lo desespero de sobre manera no tener una pronta respuesta a sus mandamientos. Estuvo a punto de insultar a Dirck una vez más, de no ser por que en ese momento escucho un gruñido de su parte, mientras insultaba en su tan conocido idioma holandés: Idiota.
— Pásame al maldito sueco y cierra la boca, imbécil. —no solía perder la paciencia tan rápido, pero en esta ocasión tenia sus motivos para. Entrecerró los ojos cuando una voz distinta a la de su amigo le respondió, era la que esperaba.
— ¿Maldito sueco? Hn… Despídete de tus cosas. —le respondió aquel hombre con escasas palabras. Eso solo hizo encender su ira.
— ¡ERES UN HIJO DE P…!
El sueco tuvo que alejar el aparato de sus oídos para no recibir la sarta de blasfemias por parte del danés, aunque claramente era imposible bajarle el volumen al individuo escandaloso del otro lado de la línea. Frunció el ceño, vaya que era histérico.
Una vez que le hubo insultado hasta el más lejano de sus parientes, tomo un bocado de aire, su pecho subía y bajaba intentando regularizarse, estaba rojo a causa del coraje e incluso sudaba un poco, pero había sido un buen método para des frustrarse, incluso el sueco se había quedado mundo se la sorpresa, o eso quería suponer.
— ¿Terminaste? —le apuro Berwald.
A pesar de todo, en su histeria se permitió una carcajada.
— Ahhh… Siempre tan gracioso, me encantan tus bromas, ¡Las amo! A veces son tan inocentes, como esta… —volvió a apretar el teléfono— Muy bien, sueco, se acabo el chiste, ¿Dónde están mis cosas?
— ¿Dónde esta mi auto? —rebatió el otro, sin ceder. Dan gruño.
— No, tú no pones condiciones, me vas a obedecer a mí. Así que más te vale que me digas donde están mis cosas, empecemos por ahí.
— Te colgare. —dijo simple, sin mostrar temor en la voz. Maldición.
— ¿Ah, si? Bueno, veamos entonces… —el danés se despego de la ventana y regreso al interior de la casa, hasta la puerta de la habitación del sueco— Que vas a hacer, ¿Dime que harás cuándo yo…? —se escucho un golpe seco, era el danés que comenzó a darle patadas a la puerta, en su punto más débil, para que cediera— ¿Además de tu auto, tome también tus cosas? —por la fuerza de las patadas la perilla se aflojo, basto una más para que reventara el seguro y la puerta se abriera de par en par— ¿¡Eh!?
Sin borrar la sonrisa el danés se metió al cuarto, pero esta se quedo congelada en su cara cuando no vio absolutamente nada dentro de el, estaba igual que el suyo, cuando lo encontró.
— ¿QUÉ? —no podía ser verdad, miro cara rincón: estaba vacio, apenas un par de hojas regadas en el piso, solamente el colchón de la cama, no más, estaba el escritorio, pero era demasiado grande, pesado y macizo para romperlo solo con un par de puños, probablemente podría con ayuda de un martillo pero… Eso no le quito la frustración.
Sueco listo.
— Pregúntale si se esta divirtiendo. —esa había sido la voz de la bruja, no le cavia duda. ¿Donde estaba el comentario sarcástico del holandés para defenderlo?
En respuesta gruño, y casi se imagino la media sonrisa de Berwald, pues lo siguiente que le dijo fue en un tono más animado, casi burlón.
— Si prometes portarte bien, y además devuelves el auto… —comenzó el sueco, cada segundo que escuchaba su voz, el tic en la ceja del rubio crecía más y más— Quizá te devuelva tus cosas.
Lo odió.
Hace no menos de media hora el danés había llegado feliz en el auto, con un nuevo televisor en las manos y un poco de dinero subió por el elevador hasta llegar a su departamento. No se imagino que le fuera a ir tan bien, incluso venia con claras intensiones de reconciliarse con el sueco, pues ahora ya tenia su propio televisor y pensaba ni más ni menos que instalarlo en su cuarto, entonces podría estar recostado, tomando un poco de cerveza mientras veía películas o el futbol. No le pudo haber ido mejor. ¡Ni siquiera se acordaba el partido de Dinamarca!
Las puertas se abrieron y llego hasta el departamento, al inicio toco la puerta, en fuertes gritos llamo al otro riendo entre cada insulto, que no eran tan letales pero si graciosos a criterio del danés. ¿Estaría durmiendo? Igual no importaba, abrió la puerta rápidamente y la empujo con su nuevo televisor, en la oscuridad pudo llegar hasta la mesa y dejar este sobre ella, así comenzó a buscar la luz con las manos, se encontró en una casa en penumbras y el otro no le respondía.
— Oye Batman, espero no te importe que te eche la luz, eh —cuando la encendió, todo se veía normal, el departamento no tenia grandes cosas, era muy sencillo, eso le irritaba un poco, si fuera por completo suyo estaría lleno de colores, con las ventanas abiertas y lámparas para que no hubiera ni un rincón sin vida a pesar que fuera de noche, el otro era muy… Anticuado. ¡Por Odín! ¡Solo faltaban un poco de telarañas y seria la replica de la casa de los locos Adams!— Sueco, tenemos que hablar muy seriamente de tu nulo sentido de la moda.
Seguía sin haber respuesta, ¿en serio seria capaz de haber ido a la policía para acusarlo? Seria una terrible exageración, es decir, dios mío, solo salió a darle la vuelta al auto y ya.
— ¡Un, dos, tres por mí! ¡El último que salga será sueco! ¡A que no me atrapas, dum!
Nada, ni una respuesta.
— Ah que más da, iré a…
— D…
— ¿Eh? —sintió un escalofrió en la nuca y se giro rápidamente. Pero no vio nadie, solamente una habitación vacía apenas iluminada— ¿Berwald? —miro de izquierda a derecha, y luego nuevamente a su espalda— ¿Dónde estas?
No hubo respuesta, a pesar que luego fue corriendo a la cocina, pues estaba seguro que de ahí había provenido el ruido. Pero nada, no había nadie. Se rasco la nuca, se encogió de hombros, era un edificio grande, probablemente algún vecino con televisión. Como la que estaba esperando por el en la sala~
Volvió a tomarla en sus brazos y fue directo hasta el cuarto, noto por la luz que la puerta estaba abierta y tarareando una canción danesa se integro en la misma, pero se quedo tieso en el marco de la puerta y casi se resbala cuando noto que no había absolutamente nada, dentro del cuarto, no estaban sus mochilas, no estaba su ropa, sus pares de zapatos, ni siquiera su consola de videojuegos, su pequeño estéreo y en resumen no había vida en esa habitación, ni siquiera presencia danesa.
La confusión fue sustituida por el entendimiento y luego opacada por una enorme ira naciente. Dejo la televisión en el piso, fue para lo único que tuvo las últimas gotas de paciencia, por que de no ser así probablemente hubiera terminado arrojándola a donde sea en un ataque de ira. Busco por toda la casa pero solo encontró las cosas suecas, con coraje tomo la sal y la arrojo a uno de los sillones regándola por toda la casa, no seria lo primero que haría, por que luego fue contra esas horribles cortillas y las arranco de las agarraderas para después partirlas a la mitad. Estaba furioso, por lo cual tacleo uno de los sillones y los volcó todos, ahora iría a la cocina a buscar uno de los cuchillos para sacarles el relleno…
Pero llegando a esta grito de frustración y comenzó a llamar al hombre a gritos, por las ventanas en el pasillo, cayo en cuenta de algo y comenzó a buscar su teléfono. ¿Dónde mierda estaba cuando se le necesitaba? Arg… maldito aparato, no tenía ni como llamarlo, pero tenía que encontrarlo. ¿Quién se creía ese maldito sueco para meterse con él? Se lo haría saber palabra por palabra, grabando cada regla en su persona.
Salió de la casa, al no tener paciencia para esperar el elevador bajo dando grandes zancadas por las escaleras, fue al teléfono publico y casi saco a un hombre que estaba a punto de usarlo, para tomarlo él. Lo siento, emergencia de estado, necesito usar este aparato. No dijo nada más antes de encerrarse en la cabina. ¿A quien llamaría? Tenía unas cuantas monedas. Después de pensarlo un poco primero que nada llamo a Dirck. Era su amigo después de todo, tendría que dejar a medías su sesión de sexo salvaje desenfrenado para darle prioridad a él. Por supuesto.
Estaba conteniendo sus ganas de no arrancar el aparato, pues en cada recuerdo de su problema, le llegaba la cara del sueco dibujada definidamente en la cabeza, y detestaba esa sensación, quería encontrarlo, y rápido, solo para romperle el…
— ¿Qué? —obviamente estaba irritado. Pero al demonio con sus problemas de disfunción eréctil, lo necesitaba, se pregunto por donde podría comenzar. ¡Ayúdame! El otro es un idiota. Es insoportable. Es necio y egoísta. Solo puedo imaginarme su cara tan… tuya y desear saltarle encima. Lo detesto. No tienes idea de cuanto lo detesto. Jamás podrás detestarlo tanto como yo.
— Tengo que encontrarlo…
Con esas simples palabras se erizo igual que un gato, y frunció el ceño, comenzando a temblar de impotencia en su lugar, lo que más le sorprendió fue la respuesta por parte del holandés, no pensó una respuesta tan exacta ni siquiera espero una respuesta, se esperaba que lo despidiera alegando que estaba muy ocupado o alguna mierda así.
— Creo que se que estas buscando, y donde puedes encontrarlo…
¡BINGO!
— ¿¡DONDÉ ESTÁ!? ¿¡DONDE MIERDA ESTA ESE HOMBRE!?
Y entonces volvíamos al inicio.
— ¿Y bien…? —la voz sueca sonaba ansiosa— ¿Dónde esta mi auto?
Odiaba decirlo, pero estaba en desventaja.
— ¿Dónde mierda más? En la calle, justo donde lo encontré. —al no obtener respuesta por parte del otro rodo los ojos y agrego— Frente al departamento, dum, justo donde lo encontré. —eso pareció tranquilizar al otro, por que se escucho el silbido de la corriente de aire contenida.
— Buen chico, entonces iré para allá… No hagas nada extraño. —amenazo, y parecía a punto de colgar, por eso el danés agrego.
— Por cierto~ Estacione tu auto en un lugar donde no se debe, si la grúa te gana, deja de ser mi culpa~ —termino de escuchar como el sueco se quejaba y entonces colgó el aparato, por lo menos recupero su sonrisa.
Mientras llegaba daba vueltas alrededor del auto y jugaba con las llaves en sus dedos. ¿Dónde pudo haber llevado sus cosas? No tenía transporte, aunque quizá si dinero. ¿De que demonios trabajaría? Tenia puros muebles finos. Seguro era villano de telenovelas o el matón de algún bar. Si claro, en especial lo ultimo.
Por otra parte.
El sueco no dudo ni un segundo en salir de ahí, pues era un lugar donde sentía cierta hostilidad con su presencia, luego de colgar al danés mantuvo una breve conversación con su amiga que radicaba principalmente en su bienvenida, y que mañana le invitaba a tomar un poco de café en su casa. Natalia le pedía que no se fuera tan pronto, pero Berwald no lo pensaba ni dos veces ante la idea de ir por su auto. Se la pasaron hablando mal del danés y aquí el fiel de su amigo no podía evitar comentar en su defensa, aunque no estaba seguro si era por que realmente lo estimaba o solo por llevarle la contraria al sueco.
Salió a la calle acompañado por el gorila y la dama. El primero le dijo de manera irónica que esperaba no volver a verlo pronto, cuando la última desmintió sus palabras y dijo que estaría encantada de volver a los viejos tiempos con el sueco. Apuro su paso, rápidamente encontró un taxi que lo encamino sin problema alguno a su casa.
Al desaparecer de su vista la casa del holandés sintió una corriente de alivio y disfruto el viaje en silencio, era la experiencia socialmente más emocionante que había tenido en mucho tiempo, y no pensaba repetirla. Pero para cuando comenzó a divisar el modulo de departamentos comenzó a sentir cierto pánico, pero no podía acobardarse en este momento. ¿Qué era lo peor que podía pasar? Tenia las de ganar, eso sin lugar a dudas.
Indico donde, pago y se bajo del taxi. Camino un poco y a la distancia rápidamente diviso su hermoso auto y casi pudo correr hasta el solo para besarlo, paso las manos por delante, con sus palmas lo acaricio y dio vueltas a los lados, examinando que no tuviera ni un rayón o le faltara alguna parte, con alivio descubrió que no, solo estaba un poco sucio y las llantas olían a quemado, gruño por eso y antes de buscar a la fuente de sus males este apareció en el camino que recorrían sus manos mientras acariciaba su rescatado auto, el danés ya hacia acostado sobre la parte delantera del vehículo, tenia un diminuto palillo sobresaliente de los labios.
Con toda la libertad del mundo, como si lo que previamente había realizado no fuera nada grabe o malo, estaba recostado desde el cristal y los pies terminaban hasta el inicio del coche, los ojos azul marinos se entrecerraron peligrosamente, enfocando a la fuente de sus problemas, el danés le regreso la mirada, pero extrañamente se notaba tranquilo. Fue mejor de lo que esperaba, pues se imagino siendo recibido por insultos o quizá un ataque terrorista por parte del otro. Furioso, irracional, un demente idiota, y demás apelativos o sinónimos que todos iban acorde con el danés.
— ¿Dónde estas mis cosas? —hablo finalmente el ladrón, mientras sacaba aquel dulce rojo de sus labios y jugaba con el antes de volver a meterlo en su boca.
Aparto la vista y bufo. Como si fuera tan fácil. Primero extendió la mano y le dio una clara indirecta sobre que cosa iba antes.
El danés sonrió, para desconcierto del sueco y se atrevió a negar con la cabeza.
— Primero mis cosas.
Arqueo una ceja, no mostrando signos de debilidad.
— Deberías devolver lo que tú tomaste primero.
— Debería… —volvió a echar la nuca atrás para usar el parabrisas de almohada— Pero no lo hare~
Se observaron desafiándose uno a uno con los ojos, que si fueran pistolas y las miradas mataran, ya estarían planeando el homicidio de cadáveres y fantasmas.
— Esta corriendo el tiempo, y la grúa no tarda ni 10 minutos en llegar a los departamentos… —le amenazo, lo cual creo una reacción en el sueco difícil de leer— Llévame hasta donde están mis cosas, y te doy las llaves de tu auto… —dijo de mala gana para negociar, ya un poco irritado.
El más alto le miro receloso, pero al final suspiro y asintió, comenzando a caminar, imaginando que el otro lo seguía, lo cual fue acertado después de escuchar el golpe que sus pies dieron contra el piso mientras se bajaba para comenzar a caminar. Para sorpresa del danés, que pensó que le quitaría las llaves y lo llevaría hacia otra parte, vio con asombro como el sueco tomaba el elevador y se detenía un piso más abajo que el de su sección, lo siguió sin dejar de notar las puertas de cada uno de los vecinos que no terminaba de conocer, cada entrada por supuesto estaba cerrada, todas escondiendo algo.
Mientras más se aproximaban, la música se hacia más fuerte, en una residencia donde suponía estaban teniendo una fiesta o el dueño tenia un serio problema de oído, menos mal que ellos Vivian arriba. Por fin llegaron a una puerta que tenía una puerta de contextura llamativa, pues tenía un león labrado. Berwald golpeo la puerta varias veces, primero despacio, más al no escuchar una respuesta repitió la acción con más firmeza. El danés por supuesto se desespero y lo aparto de un empujón, para ser él, quien con sus dos puños y un salvaje duelo contra la puerta comenzó a golpearla tan fuerte y gritar un "Sal de ahí, sordo" antes de que la música se apagara de golpe, y solo se escucharan unas contestaciones igual de fuertes, aunque en vez de agresivas, explicando que ya abriría.
Unos ojos verdes recibieron al danés, en una expresión por lo más confundida y somnolienta. ¡Que demonios! ¿De verdad el tipo estaba durmiendo?
— ¡A~h! ¿Vosotros pretendéis tumbarme la puerta? —bostezo, mientras pasaba la mano por su cabello castaño alborotado— ¡Lo lamento mucho! Otra vez me quede dormido con la música puesta… No se cuanto tiempo fue esta vez. ¡Os aseguréis que estaré llorando por el recibo de la luz! —Lloriqueo un poco por esto, Berwald estaba seguro que su vecino no se había dado cuenta de quienes estaban ahí.
— ¡¿TÚ TIENES MIS COSAS?! —por supuesto el danés con la sutilidad más suave del mundo se lo recordó. Por auto reflejo el sueco puso una mano en hombro del danés, cosa que fue recibida de mala gana por el mismo, quien tras un movimiento se la saco del hombro y lo fulmino con la mirada.
— ¿Qué…? Tío, no se de que me estas habl… ¡Oh, Belardo eres tú! —su cara de confusión fue sustituida por el reconocimiento al ver al sueco— ¿Ya vienes por ello otra vez, eh? ¿Este es el pequeño pillo ladrón~? —Antonio sonrió más, mirando a Dan, quien le dio un tic y algo más… Cuando escucho la palabra "Pequeño" siendo que el y Berwald eran más altos que el castaño— ¡A~h! ¡Mucho gusto, mi nombre es Antonio! ¡Tu debes ser Dan! ¡Me han contando muchas cosas graciosas de ti! Je, esperéis aquí~
Antonio desapareció por la puerta, el danés se vio tentado a entrar en su casa e irrumpir de la forma más salvaje para saquearla, aunque sentía que su hostilidad no surtía ni un solo efecto contra aquella alegre persona. Así que regreso su atención en contra de quien si.
— ¿Qué cosas has hablado de mi a mis espaldas? ¿Me vas a poner en contra de los vecinos, ahora?
— Hn… solo les advierto de ti… —se cruzo de brazos dignamente— Que cuiden sus autos. —después de una pausa agrego también— Y sus televisores…
Algo en sus comentarios hizo sonreír al danés.
Poco después Antonio regreso con los brazos repletos de cosas, y no volvió solo, tanto Berwald como Dan miraron a un chico, el más pequeño de todos ellos, que tenia una expresión más gruñona que la de Berwald.
— Como te atreves bastardo, ¡Te he dicho mil veces que no me despiertes de mi siesta! —maldijo al castaño, mientras llevaba de mala gana las cosas.
— P-pero Lovi, no podía llevar yo solo tocas las cosas…
— ¡Ese es tu maldito problema, yo estaba durmiendo!
Vaya y para colmo era otro con un serio problema de audición.
Al rubio le brillaron los ojos y rápidamente fue contra las cosas que tenia Antonio en las manos, sacándolas de su casa para hacerlo mismo con las que tenia el más pequeño, quien rápidamente se sorprendió y alejo de los mayores mirándolos con cierto recelo— Quienes son estos extraños…
Por su parte no fue el único, pues en dos grandes maletas, iban también las cosas de Berwald, lo que parecían ser menos cosas, en realidad igualaban las del rubio problemático, no desconfiaba de Antonio, como Dan. Así que no se molesto en revisar para ver si todo estaba en su lugar, estaba seguro que sí.
— Son nuestros vecinos Lovi, ¿No es maravilloso? ¡Viven juntos como nosotros!
Tras las palabras dichas por el español, Dan dejo caer la maleta por accidente al piso y Berwald detuvo su accion de acomodar sus cosas, para ambos voltear a ver a los otros y negar tras todas las palabras atropelladas, no muy amplias por parte del sueco y más insultos por parte del danés.
"Es temporal", "Yo ni siquiera lo conozco", "¡Ni loco estaría con el!", "¿Tú vives con alguien más?", "Le pone nombre a todas las cosas", "Es un ladrón de casas y autos".
— Ah… Bueno, muchas gracias Antonio, por guardarme las cosas… —se limpio la mano con la ropa y luego se la extendió al otro, quien se la estrecho de vuelta, más luego miro a Berwald fijamente.
En ese momento Berwald estaba revisando entre los compartimientos de su billetera para buscar una suma moderada de dinero y entregársela a Antonio, quien sonrió y le guiño en respuesta.
— Aquí esta todo el dinero que me viste, acéptalo, por favor… —dijo Berwald, tras una pequeña reverencia.
— ¡Ahora si! ¡No hay ningún problema, Dan! —dijo después de guardarse el dinero detrás de los bolsillos traseros de su pantalón— Estamos aquí, su servidor Antonio y Lovino, están abajo para servir a nuestros buenos vecinos~
— A mi ni siquiera me miren… —gruño por su parte Lovino. Quien estiro la mano para tomar la perilla de la puerta y cerrarla casi en las narices de Antonio, lo último que dejo ver este, fue una sonrisa amplia.
Dan Andersen se giro como un robot hasta donde Berwald. Que demonios.
— ¡¿VENDISTE MIS COSAS?!
— Hn… —se hecho una mochila al hombro y la otra la puso debajo del brazo— Las empeñe… —puesto que estaba totalmente seguro que el danés chocaría su auto o tendría que sacarlo del corralón. Si ese hubiera sido el caso, necesitaría dinero, y por supuesto que se lo iba a exprimir al danés, bajo cualquiera que hubiera sido su travesura— ¿Mis llaves…?
Por más que el danés tuviera ganas de saldar cuentas con el sueco, algo dentro de si le dijo que no era el momento, lo que venia seguramente compensaría todo lo malo que hasta ahora paso gracias a esta persona, por lo cual le dio las llaves y comenzó una carrera por alcanzar primero el elevador, que por supuesto no iba a poder con los dos hombres cargados de maletas. Berwald al ver que se le adelantaba comenzó a trotar más rápido, pero justo cuando ya lo iba a rebasar para adentrarse en las puertas abiertas del santo elevador, el danés fue más astuto y le metió el pie, deteniéndose de golpe, para hacer que debido al peso el sueco se fuera de boca contra el piso y callera sobre una de sus maletas.
Dando tres grandes zancadillas, Andersen triunfante lleno todo el elevador con sus cosas.
— Farvel, Belardo~ —se despidió de el, cuando las puertas del elevador cerraron.
De mala gana Oxenstierna tuvo que esperar a que bajara el elevador por segunda vez. No sabia, más si lo sospecho. Que el danés se había quedado en la puerta por fuera y cada que Berwald pedía el elevador hacia abajo, el danés lo frenaba abriendo las puertas para que permaneciera en el piso que estaba, luego de un rato, donde se aburrió del fastidiar al sueco, se dio la vuelta para ir de nuevo a su hogar.
Abrió la puerta y la dejo así para el otro, fue hasta su habitación y dejo las maletas, tendría que acomodar todo como la primera vez, aunque si lo veía de alguna manera estaba como si nada hubiera cambiado. Escucho un golpe seco en la sala, "Parece que ya se dio cuenta~" Sin perder tiempo retomo sus pasos y se recargo contra la pared más cercana para mirar al otro con una sonrisa.
¡Diablos! ¡La expresión del sueco no tenia precio! Sus ojos abiertos más de lo normal miraban hacia todas partes como si no reconociera donde estaba parado, encender la luz había sido una muy buena idea.
De esta forma el sueco podía apreciar la remodelación de su hogar. En poco tiempo el danés no había podido hacer mucho, pero en esa media hora de venganza que tuvo. No dejo un solo rastro de las cortillas amarillas, terribles cortinas amarillas con florecitas azules, en las paredes las había tapizado por posters provocativos sacados de las más bastas colecciones de revistas para adultos en su poder. Y por si eso fuera poco, en un acto de vandalismo uso un plumón para poner palabras como "Territorio danés", "Esta casa es mía", "Sueco idiota" y demás palabras por lo más infantiles como catastróficas.
— ¿Te gusta la remodelación de tu hogar~?
— ¿Q… que demonios hiciste aquí? —ahora si la paciencia del sueco se estaba disolviendo para dejar nacer una furia poco conocida en su persona— Vas a pagar por todo, los daños, la pintura. Todo.
Realmente en ese momento se odio por devolver el dinero de las cosas del otro.
— ¡Por supuesto! Estaba pensando en un bonito color ojo para las paredes… ¿No te agrada? ¡Rojo por todas partes! Igual que la bandera de Dinamarca~ —su sonrisa era igual a la de un diablo, o peor, era peor que cualquier cosa maligna con la que se hubiera topado— La cueva necesitaba un poco de ambiente… ¡O comenzaría a pensar que soy Robin viviendo en la baticueva! —su carcajada resonó por todo el lugar.
El sueco dio un paso al frente y cerró la mano en un puño, estaba a punto de hacer algo que debió haber hecho hace mucho tiempo, pero en ese momento…
Comenzó a sonar la tan característica música del timbre del celular de Andersen.
— ¿Qué es eso… es mi teléfono? —la sonrisa desapareció y hasta pudo jugar que se puso pálido— Si, es mi teléfono… ¿Por qué lo tienes? ¡Dámelo…!
El sueco le respondió dándole un buen golpe en el pecho, que iba dirigido a la cara, pero el danés se aparto no tan a tiempo para salvarse del impacto, en lo que este se recuperaba se dio la vuelta y comenzó a huir hasta la sala.
— ¡Arg, idiota! ¡REGRESA! Cofcof… —cerro un ojo y se aparto de la pared para ir detrás del otro, apenas encontró a la sala pudo ver al sueco parado sobre las puertas de cristal del balcón que daba hasta la calle, tenia el celular en la mano y tal parecia que lo había contestado, el danes corrió hasta donde estaba, pero no pudo evitar lo que obviamente haría el sueco… Este arrojo el teléfono por el balcón, tanto fue el pánico del danés que hasta se le olvido regresarle el golpe, solamente lo aparto de su camino gritando un— ¡HIJO DE…! ¡SI LO ROMPES ME LAS VAS A PAGAR!
Vio con los ojos desorbitados, como su celular iba a dar contra una lona blanca, extendida, que serbia como techo para el estacionamiento de uno de los vecinos, en la casa de al lado, bueno, por lo menos no había terminado en el piso y seguía encendido. Suspiro aliviado y se regreso igual que una fiera, evitando a tiempo que el sueco le cerrara la puerta del balcón, con un empujón donde se metió a la fuerza.
— ¿Entonces quieres jugar con los niños grandes, verdad? —le regreso el golpe, que fue bloqueado por el más alto con un brazo, Dan le atino contra las costillas, que Berwald intento bloquear con la rodilla y no le llego con tanta fuerza, el sueco sabia defenderse, pero el danés tenia experiencia de la calle.
Por eso, mientras estaba descuidado lo empujo contra el sillón, pero antes de caerle a golpes, su vista se fijo en algo brillante la pluma que siempre usaba el sueco, que pensaba… era de plata, descansando en su pequeño estante igual de elegante sobre la mesa, sonrió, la tomo y regreso su persona hacia afuera para arrojarla a pesar de que el sueco hizo todo lo posible por impedirlo. Al ver que venia corriendo igual que un mastodonte para… seguramente, empujarlo desde esa altura hasta el pórtico de la entrada, así que… haciendo lo más lógico que paso por su mente, se sostuvo de la reja y comenzó a escurrirse con rapidez por la delgada orilla de las paredes hasta la enredadera de la vecina, comenzó a bajar por ahí y vio su objetivo, el celular que estaba sobre la lona, irónicamente la pluma se atoro en la enredadera de la vecina, así que la tomo, pensando que si recuperaba su celular, entonces, efectivamente, abría ganado.
No supo en que momento el sueco lo había visto y decidido bajar, puesto que apenas levanto la vista, lo localizo corriendo desde el pórtico de la puerta en su dirección. Berwald analizo la escena rápidamente, gracias al reflejo de la luz, logro percatarse de un bulto cuadrado, que intuyo seria el teléfono del danés, el no era tan idiota como para treparse al techo a andar suicidamente con el riesgo de tras un descuido, seguramente partirse la cara como esperaba que el danés se la partiera con semejante tontería que estaba haciendo, así que tomo una escoba del piso y comenzó a golpear el pequeño bulto para que callera a su lado.
— ¿Qué demonios crees que estas haciendo…? —dijo jadeante y con cierto esfuerzo, puesto que era muy incomodo estarse sosteniendo de una enredadera, que por cierto… Comenzaba a desprenderse, tanto ella como la madera en la que estaba, solo tenia dos opciones, arrojarse desde esa altura hasta el suelo, para desear caer en los arbustos. O aventurarse a arrojarse sobre la lona, la cual, sabrá dios, si aguantara su peso. Al ver lo que estaba haciendo el sueco, opto por lo segundo.
Dio un salto estirando sus piernas, fue una suerte que callera de lleno contra la lona, la cual reboto con todo y el danés de manera peligrosa. ¡Coño se va a romper! Pensó con pánico, pero cuando se estabilizo el rebote, descubrió que tras mucho trabajo si sostenía su peso— Gracias, Odin, ahora… —no fue mucho trabajo recuperar el teléfono, pues gracias a su peso comenzó a venir de manera rápida hasta su dirección, de no ser por que en ese momento un piquete le llego de la parte baja— ¡Ouch! —otro más— ¡Ouch, que…! —y uno, esta vez en dirección al teléfono que dio una maromera en el aire y quedo casi a la orilla de la lona, no podía verlo pero Berwald se había puesto debajo del danés y comenzaba a picarlo como si fuera algún animal salvaje desde debajo de la lona, vaya que si estaba consiguiendo sacarlo de quicio. Sus golpes no eran nada sutiles, pues miraba mientras intentaba esquivar -cosa que no le resultaban del todo- los golpes del sueco; como este le hacia apoyaduras a la lona de lo fuerte que empujaba el palo hacia arriba.
Dan se aguanto todos los seguros moretones a su cuerpo y se estiro para tomar el teléfono, ¡Ahora tenia las dos cosas!
— ¡Ja, te gane! ¡Te gane! ¡Te gane! ¡Ahora quiero como vas a...! —uno de los golpes del sueco le hizo un agujero a la lona, la cual se partió igual que una servírtela y lo ultimo que pudo ver el otro fue el cielo antes de venirse con todo y ex-estructura de estacionamiento al piso.
Solo se escucho un golpe seco en el piso, acto seguido tanto sueco como danés se miraron fijamente, en una pausa de silencio.
Antonio, que hasta ese momento solo estaba como espectador silencioso mirando por la ventana lo graciosos que eran sus vecinos, suspiro con su taza de café en las manos. Se sirvió dos cubitos de azúcar y comenzó a darle vueltas, mientras en ese momento veía como el danés desaparecía del techo de la lona y terminaba justo encima de Belardo, aplastándolo.
— Je… vosotros si que sois muy divertidos… ¡A~h! ¿No te parece Lovino? —pregunto con una sonrisa buscando al otro que veía la televisión.
— ¡No, para nada! Son raros, como tú… y molestos también… —dijo este después de un gruñido mientras le cambiaba a la televisión— No se por que se tardan tanto… —dijo más para si que para el otro.
— ¿Quiénes, Lovi~? —pregunto el español curioso antes de volver a mirar por la ventana, ahora estaban forcejeándose las cosas, el español soltó una risita, más las luces amarillas de la calle fueron sustituidas por rojas y azules, tras un sonido muy característico… El de la policía— ¡Joder! ¡Ahora si tienen un problema! ¿Quién fue el despiadado que…?
— ¡Ya era hora! Pensé que jamás se iban a aparecer los ineptos policías… tsk —y bajo la mirada estupefacta de Antonio, Lovino cerró el celular en su palma, finalizando su buena obra del día.
Una hora después, en un lugar no muy lejano de ahí.
El timbre de su teléfono sonó por segunda vez. Era el mismo número, la primera vez no respondió, pues no acostumbraba responder números no conocidos, pero al ver la insistencia espero que fuera algo realmente bueno, como para interrumpirlo de su trabajo.
— ¿Quién es? —pregunto en su característico tono seco.
— ¿Dirck? ¡Amigo, tanto tiempo sin escuchar tu hermosa voz!
— ¿Dan…? —se quito los lentes de lectura y comenzó a tallar sus sienes de forma impaciente— ¿De nuevo tú? Estuviste aquí ayer, no fue anda agradable. ¿Qué tengo que hacer para pedir un poco de descanso tuyo?
— Cielos viejo, gracias, sabes que me encanta que me digan lo desagradable que es mi compañía. ¡Por alto tú eres mi mejor amigo! —dijo con cierta ironía y sarcasmo.
— Adiós, Dan.
— ¡NO, NO, NO, NO! ¡NI SE TE OCURRA COLGARME! —se apuro a responder, nervioso mientras luego carraspeaba un poco— Estoy en un… pequeño apuro, hermano…
— ¿Cuándo no? ¿Qué paso esta vez? ¿Apostaste? ¿O estas en la cárcel por destruir propiedad ajena? —soltó una pequeña burla, mientras hacia una cuenta en la calculadora.
Hubo un pequeño silencio.
— Lo… segundo…
Silencio.
— ¿Estas bromeando, verdad?
— ¿Te parece que bromeo? ¡No! Se que ya me diste dinero, pero viejo, no quiero dormir aquí, hace frio y sabes que no puedo dormir sin mi almohada especia, además es peligroso por que…
Le colgaron.
— ¡Desgraciado, como se atreve! —poco después llego un oficial pidiéndole el aparato en su mano— ¡No! ¡Espere! ¡Déjeme llamar a otra persona! ¡Quien quería no estaba!
— No es la primera vez que nadie se quiere hacerse responsable por un busca problemas como tú… —dijo el alto hombre rubio con seriedad, mirándolo con cara de pocos amigos.
— ¡Vamos! ¡Por favor! Esta vez es seguro que esta persona si responde por mi…
Le miro con cierta duda, diciéndole que seria después, entonces le indico donde sentarse, de mala gana el danés se dio la vuelta y regreso a su posición, una silla vacía se interponía entre el y el sueco. Quien hasta ese momento se encontraba mirando el suelo, su cabello alborotado se asemejaba al del danés, una de las patitas de sus lentes estaba torcida, en uno de sus labios podía verse una hinchazón en proceso, cortesía del danés que le había regalado un puñetazo en esa parte.
— Va usted, y que sea rápido. —dijo el alto hombre rubio al sueco, con voz más calmada, pero no por eso menos firme que la que uso con el danés.
Berwald asintió y se levanto para tomar el aparato con sus manos, se le quedo mirando por unos momentos, probablemente pensando a quien podría llamar. Le sobre salto sentir un agarre en su brazo y cuando giro la vista se encontró con los ojos azules del danés que le miraban intentando decirle algo que no entendía, cuando reacciono, gruño y sacudió el brazo con firmeza para quitarlo. El danés tampoco se había salvado de un buen golpe por parte del sueco, que le había atestado un puñetazo en la cara, resultado que era ahora una llamativa aureola morada en uno de sus ojos. El danés no cedió a su agarre, más decidió romper el silencio al notar al oficial mirarlo más fijo de lo normal.
— Oye… oye…
— ¿Por qué me estas hablando?
— ¿A quien vas a llamar? —le respondió con su pregunta, el sueco volvió a gruñir.
— A Quete…
— ¿Y ese quien es?
— …Importa.
Era increíble lo cínico que podía ser Andersen para dirigirle la palabra luego de que prácticamente por su culpa era que estaban en este lugar. El sueco se moría de arrepentimiento y vergüenza, jamás en su vida había tenido problemas con la justicia y estaba sumamente molesto con el otro, quien después de un rato de hacerse "la reina" tal parece que había olvidado este pequeño e insignificante detalle.
Mientras estaba dando vueltas en el piso con el otro encima, y se pelaban tanto el celular como la pluma, en una pelea que parecía más de gatos que de perros, la policía había llegado de la nada, había a sometido a ambos en el piso, y sin siquiera pedir una explicación los habían subido directamente en la patrulla, a pesar de que ambos se decían inocentes. El chismoso del danés lo había acusado de robar sus cosas, oh, problema, claro que el sueco se encargo de echarle la culpa al danés por el robo de su auto, y entre unas y otras cosas, sumando el hecho de la misteriosa llamada por perpetuación de la paz, así como la vecina que no había pedido la oportunidad de reportar el hecho de su lona, la enredadera, entre otras cosas. A los oficiales les sobraban los motivos para no dejarlos ir.
Berwald culpaba a Dan por todo esto.
— Que gracioso eres, Belardo… ¡Pero escucha! Si no tienes a quien llamar, llama a esta persona, el podrá ayudarnos…
— ¿Estas loco? Por supuesto que no. —negó con la cabeza y se hecho el teléfono debajo de la oreja, llamara a… a Natalia, era la persona de más confianza, el único problema era que surgiera el mismo destino del danés, por si el gorila era quien respondía en vez de ella.
— ¡Seguro no tienes a quien llamar!, ¡Vamos! ¡Lo conoces, se llama Alfred!
— Hey, no puedes hablarle mientras hace su llamada.
El alto hombre rubio y bien peinado avanzo hasta el danés, quien arriesgándose a su ultima oportunidad se levanto para pegarse demasiado a un costado del sueco para murmurarle al oído una serie de números, incluso le alcanzo el tiempo de repetirlos dos veces, mientras le pedía que lo llamara, el podría ayudarlos, le aseguro. Fue lo último que vio el danés pues después se lo llevaron a la celda.
Todavía se quedo de pie, estiro una mano a su oreja se la tallo varias veces para quitar la molesta sensación cosquillada que hizo que se erizara su cuerpo, volvió a clavar su vista en el aparato. Si claro… Como si fuera a llamar al amigo del danés, como si fuera a desperdiciar su única llamada por algo que probablemente no le convenía. En todo caso llamaría a Arthur Kirkland, acusando al danés de todos los problemas que le había causado y sin dudar lo sacaría de la casa. Ese hombre era peligroso, se tallo los labios solo para recordar el dolor que el mismo le había provocado.
— ¿Hará la llamada, o no? —le apuro el oficial, quien ya había regresado de dejar al danés en la celda, seguramente viniendo ahora por el.
No le respondió, solamente se dio la vuelta para comenzara marcar el numero y luego espero…
— ¡Hello! ¿Who is this?
— Hn… —esto le traía ciertos recuerdos— Hej, habla Berwald.
— ¿Berwald? ¿Quién Berwald? ¡Oh, eres el sujeto de la tienda de los comics! Already came the Captain America costume?
— N-no, Berwald Oxenstierna… Compañero de residencia de Dan Andersen…
— ¡Oh, yeah! ¡Yeah, yeah! I kwon, I remembered. —soltó una carcajada y tal parece que apago la televisión para ponerle atención— How are you? ¿Hay algún problema con Dan? ¿Va todo bien con el? Returned the car?
— Si… Regreso el auto, hm… Tenemos un problema… —y al decir "Tenemos" Esperaba que el otro sujeto comenzar a tomarlo en cuenta— Estamos detenidos…
— ¿A-ah? ¿Cómo que detenidos? ¿Fue por lo del auto, Berwald? —sintió como su tono de voz cambio, entonces su libertad estaba en riesgo— ¡No es mal tipo, yo mismo le dije que lo regresara! He shouldn't sent him to prison…
— Yo también estoy en la cárcel… Hn… ¿Podrías venir a ayudarnos?
— ¡Of course! But... What was it that happened?
Este era el momento de usar el intelecto de Berwald.
— Dan cayo por el balcón mientras buscaba su teléfono perdido. No le paso nada, cayo sobre una lona.
— Oh, claro, ese dude siempre lo arroja por la ventana a veces…
— Yo fui a ayudarlo desde abajo. Hn… La lona se rompió.
— Too bad! —aunque por su tono de voz podía notar que el rubio se estaba riendo.
— Se enojo conmigo y comenzamos a pelear, la vecina nos vio, lo malinterpreto y llamo a la policía… —hizo una pausa donde soltó aire despacio— Y aquí estamos.
— ¡HAHAHAHAHAHA! —la risa de Alfred resonó durante un largo rato, rato donde tanto Berwald como el oficial se miraron con cejas arqueadas, cuando se le termino el aire comenzó a hablar— Yeah, llego en 15 minutos, les ayudare dudes~
Colgó.
Berwald dejo el aparato puesto donde correspondía y se dio la vuelta hasta ir a la celda donde le correspondía, al entrar, además de ver al danés, vio a otros dos sujetos que se veían casi tan hostiles como el mismo danés. El rubio de cabello alborotado dejo de conversar con uno de los sujetos y se dio la vuelta para preguntarle rápidamente al sueco si había hecho la llamada, este no le respondió y mejor se dio la vuelta para quedarse lo más cerca que se podía de la puerta, así como de los oficiales que hacían guardia en este momento.
— ¿Por qué no me respondes? Y yo que pensaba darte protección en este lugar, ya casi es media noche, a la media noche este lugar parece lata de sardinas, y créeme, no te conviene estar solo.
— ¿Me estas amenazando? —primero miro al danés y luego paso la vista por los otros dos sujetos, estos, al instante que se toparon con sus ojos retrocedieron un poco. Por supuesto, que debido a su tamaño y a lo pesada que era su mirada, dudaba mucho que alguien siquiera se le aproximara— Estaré bien… —de eso no lo dudaba, por un momento agradecía ser tan temible.
— ¿Bueno pero llamaste a Alfred?
Sin respuesta.
Dan rodo los ojos y se alejo del sueco para mirar entre los barrotes, los otros dos sujetos se le aproximaron para preguntarle si era cierto que estaban ahí solo por destrucción ajena, puesto que… incluso se atrevieron a decir, que Berwald se les hacia familiar por esos tipos que salían en los programas de asesinos en serie. Definitivamente algo les hacia creer que era así.
— ¿Bromean, verdad? El otro día le vi dándoles leche a los gatos, ¡Ese hombre no mataría ni una mosca! —negó varias veces con la cabeza, para mirarlo también, ahí, recargado mirando a los policías, casi estaba seguro que les rogaba con los ojos de borrego que le dejaran salir, o más que nada, a pesar de sus palabras 'rudas' realmente estaba aterrado de estar solo en esa prisión. Y lo cierto era que mientras más cerca estés de los oficiales y menos del rincón oscuro, estabas más seguro.
Después de un par de minutos las puertas se abrieron para dejar entrar a tres sujetos, dos oliendo a alcohol y uno que se tambaleaba en dudoso estado.
Dan sintió como uno de sus compañeros dejaba descansar la mano en sus hombros y le murmuraba con una sonrisa peculiar.
— Kesesese~ No se si lo recuerdes, Dan, pero el otro día que estabas aquí cayéndote de borracho hace ya mucho tiempo, ¿Lo recuerdas?
— ¿El día que amanecí sin botas? ¡Cómo olvidarlo! —estaba sin dinero, aunque eso probablemente lo había acabado en alcohol antes de perderlo aquí.
— Si, pues que conveniente y extraño, pero creo que ese sujeto fue el que te las quito ese día, es muy común ver las mismas caras por aquí~
— ¿Lo dices por la tuya? Hasta me extraña que no te hayan dado una condena ya y una celda especial por tanto que te la pasas por aquí…
— Nah, mi hermano no lo permitiría, le daría mala fama a su imagen… Además el piensa que estando aquí me castiga lo suficiente, ¡Aquí huele horrible! ¡Que daría yo por estar en mi cama! —negó con la cabeza— ¡arg! ¡Hazme caso! Te digo que estoy seguro que ese hombre fue el que se robo tus botas el otro día, y esos zapatos que tiene son bonitos. ¿No te gustaría tener una revancha? —era como el pequeño diablo en su hombro que le decía que lo hiciera.
— ¿Qué tal si es alguna trampa sucia tuya y…? —pero justo antes de decir cualquier cosa, el mismo hombre llego por si solo y tomo con fuerza una de las orillas del chaleco del danés.
— Esa chamarra es genial, demasiado para que tú la uses… —el danés sintió asco de oler el aliento a alcohol y quien sabe que otras cosas en la boca de ese hombre.
— ¡Pfff! ¡Amigo! ¿Cuándo fue la última vez que te lavaste la boca? Creo que ya algo ha tenido crías ahí dentro… —lo aparto de un empujón, el otro hombre se tambaleo y volvió a decirle lo mismo, insistiendo al tomarlo del otro lado de la orilla— Quizá es demasiado genial para mi, pero sin duda seria un insulto para la chamarra que tu la usaras… —le dio un empujón más fuerte, el hombre choco con otro y este con Berwald, que al darse la vuelta para mirar nervioso a todos, estos se alejaron un paso de el, pensando que lo habían molestado(¿?).
— ¿Te crees muy gracioso, no? Maldita mariquita… —volvió a levantarse y avanzo hasta el danés.
— No me creo, yo soy gracioso, por algo soy el protagon-… —no pudo terminar su dialogo puesto que al estar distraído un puñetazo le llego al rostro que lo hizo chocar contra la pared, el dueño del puñetazo había comenzando a reír. Incluso Berwald se dio la vuelta, y alejo de las rejas para mirar al danés.
El rubio no dejo que el peliplateado le ayudara a levantarse, se incorporo, sacudió la ropa y tomando su quijada la movió de un lado a otro, comenzando a decir en voz ronca…
— Oye, ahora que lo pienso… Tus zapatos también son lindos… —se hizo a un lado para esquivar el segundo puñetazo del hombre, se escucho unas cuantas risas, puesto que aunque para algunos era critico el asunto para otros era bastante divertido, incluso el danés comenzó a reirá al notar lo torpe de los movimientos del sujeto— Huy, que mal… pero muy mal para ti, que por primera vez no este aquí por borracho.
Berwald cerro un ojo al ver los siguientes golpes que fueron llegando, por lo menos el danés se había hecho amigo de los dos otros sujetos que antes estaban ahí, o comenzaba a pensar que los conocía de algún lado. De todas formas, no podía creer que después del pleito que había tenido con el sueco, todavía le quedaban más ganas de seguir peleando. ¿Comenzaba a sentir un poco de pena por los borrachos?
Quien sabe pero en definitiva comenzaba a pensar, -si no es que ya muy tarde- que en definitiva ni uno de sus días iba a ser normal, mientras miraba las extrañas llaves de lucha libre que se daban entre los reos y como los policías conversaban tan tranquilamente, incluso hacían apuestas al respecto(¿?). Suspiro, esperando que ojala no se les ocurriera involucrarlo al respecto, por lo menos el danés se notaba feliz, o eso parecía. El sueco solamente contaba los minutos y asentía ante las preguntas que le hacían los hombres de azul, a los pocos minutos, llamaron tanto a Berwald como a Dan, a quien por cierto sacaron de una pelea que iba perdiendo.
— ¡Nooorhg! ¡Esperen! ¡Regrésenme, yo se que puedo ganar!
— ¡Adiós, Dan! —se despidió su compañero con una carcajada.
— Deberían dejarlo ahí dentro. —agrego Berwald, mientras respiraba un poco del aire limpio de la sala de estar.
En ese momento un rubio de lentes, además de Berwald apareció en la estancia, levanto la mano un poco y saludo a ambos, pero Berwald pudo notar algo extraño…
— ¡Hello, Dan, Berwald!
— ¡Oh, Alfred, eres tú! —por primera vez volteo a ver al sueco con algo similar a la… ¿Felicidad? Quizá agradecimiento de que tanto su pellejo como el de él habían sido rescatados— ¡Sabia que tú si ibas a venir!
— ¡H-hahahahaha! ¡Si, dude! They hesitated to come? —aun así no se movió de su lugar, pero el danés no dudo ni un segundo en ir corriendo hasta Alfred para rodearlo con un brazo.
— ¡Te agradesco mucho que llegaras a salvarnos! ¡Todo fue un malentendido lo juro! ¡Y te prometo que te pagare cada centavo!
— Ehmmm… ¡Me parece muy bien amigo! ¡Y claro, yo se que tu no tuviste nada que ver! All must have been a misunderstanding… —el americano no dejaba de estar tenso.
— ¿Pasa algo, Alfred? Estás demasiado tenso, casi parece que has visto un fantasma… ¿Qué sucede compañero? —comenzó a sacudirlo, pero en ese momento, sintió el pesar de un mirada rencorosa encima.
— Conmigo no pasa nada, Dan, pero… Creo que sí con quien vas a tener que devolverle el dinero… —le dijo con una sonrisa nerviosa, señalando a sus espaldas.
Rápidamente Berwald intervino.
— Hn… B-buenas noches, ehmm… Puedo explicarlo… —comenzó, atropellando sus palabras.
— Begins.
Arthur Kirkland hizo acto de presencia y no se veía nada contento.
— Todo fue culpa de Andersen.
— ¿¡QUÉ!? ¡¿MI CULPA?!
— ¡POR SUPUESTO, TENIA QUE SER! —rugió el ojos verdes, girándose ahora hacía Dan quien se veía más asustado que cuando estuvo encerrado con los borrachos y ladrones— ¡SEGURO FUE TU CULPA! ¡Pero tenía que venir yo mismo a comprobarlo!
— A-Arthur tranquilo… Ya te dije como fue… Berwald me dijo que todo había sido un accidente… —y aquí miro al susodicho.
— En realidad, lo fue… —coste que lo hizo por que sintió pena del danés.
— ¿Y entonces por que parece saco viejo de boxeador? —lo señalo con una palma.
— Ah, eso fue… Allá adentro. Es una historia curiosa…
— Bueno, —se dio la vuelta para mirar al sueco, este temió ser regañado también por el ingles— Berwald, puede venir conmigo, lo sacare de aquí, el dinero lo arreglaremos luego.
Entonces comenzó a hablar con el sueco, como si en ese momento la conversación fuera solo de ellos dos, o por lo menos de Arthur, dejando al danés de lado.
— ¿No se olvidan de alguien…? —intento intervenir el danés, cuando noto que los policías comenzaban a señalarlo encogiéndose de hombros.
— ¡Tú ya me debes mucho dinero! ¡Sin contar que mi reputación puede verse seriamente perjudicada si me relacionan con clientes como tú! ¡Además de que deben de pagar los daños a la señora Virgilia, quien también es clienta mía! What the hell were you thinking, get on up there?
Tanto Alfred, como Dan, y también Berwald, esperaron a que Arthur terminara de sacar todo ese rencor que se traía dentro. El danés se ponía desde blanco a rojo, amarillo, verde e incluso morado, pero finalmente, fue la mirada de ambos rubios las que hicieron vibrar algo en el interior ingles.
— Pero bueno, si no queda de otra…
Arthur se dio la vuelta. Jones estiro la mano para chocarla con la de su compañero, ahora si se habían salvado de una muy buena. Pero Berwald tenía sus dudas, no sabia exactamente por que era que Arthur había acudido también hasta aquel lugar…
— Oh y por supuesto, una vez que lleguemos al departamento, no duden que yo también tengo algo más que decirles… —su mirada no inspiro nada de confianza, mucho menos la media sonrisa que viniendo del ojos verdes no podía ser algo bueno para quien iba dirigida.
Berwald y Dan se miraron entre ellos, probablemente esta seria otra de las noches que se pasarían en vela.
— No te preocupes amigo, yo abogare en tu defensa —dijo el americano palmeando uno de los hombros del danés.
— De verdad… ¿Qué le viste a ese hombre? —todavía sentía el susto en la boca.
— ¡Hahahahahahahaha! ¡Seguro no lo entenderías, Dan! Pero Arthur tiene muchas cosas buenas~ ¿Verdad que si, honey?
— Oh course, dear. Soy una caja de monadas… —respondió por que si, mientras firmaba unos papeles, y luego les indicaba a Dan y Berwald que también firmaran.
Una vez que ambos firmaron, el sueco sintió nuevamente un peso extra en su hombro, era el danés, quien se apoyaba sobre de el, seguramente para no decirle nada bueno.
Hubo unos momentos de silencio, mientras seguían caminando, espero a que le dijera algo, pero tal parecía que el danés se debatía entre si decirlo o no decirlo, finalmente el sueco fue quien hablo.
— Lo siento.
El rubio le miro sorprendido, y para sorpresa del sueco, le regalo una enorme sonrisa, ahí pudo notar que ya no era el único con golpes tanto en los labios como en la cara.
— Yo iba a decirte algo parecido… Y también te iba a decir que… Fue un gusto pelear contigo, por que estoy seguro que después de esta noche… Es muy probable que uno de los dos se vaya de la casa… y no creo que seas tú…
Ante aquellas palabras Berwald no supo que decir, solamente se detuvo y abrió la boca con algo de estupefacción y sorpresa.
¿Era eso realmente cierto?
¿Y por que se sintió tan extraño al saberlo?
TBC
Supuestamente escribí más que en otras ocasiones. No estoy segura, pero ya tenia mucho tiempo que no actualizaba esta historia, y por supuesto estaba entre las cosas que quería hacer antes de ponerme a estudiar en serio (No es como si hasta ahora no lo hubiera hecho), quería crear antes que nada el campo de tensión respecto a estos dos, creo que ya lo estoy logrando XD
Aunque espero que tanto blablablá y la narración no les aburra, por que si no seria un fracaso. Al inicio iba bien, pero luego me bloquee pensé en otras tantas cosas y me puse a escribir otras tantas(?) que ni al caso, bueno aquí esta el trabajo final y les aseguro que en el capitulo que sigue, que espero, ahora si, tardarme menos de lo que es, alguna caricia, tensión sexual o mínimo un beso por parte de estos dos~
¿Qué les ha parecido hasta ahora? ;A;
Por cierto, vuelvo a hacer la petición general, si alguien quiere la mención de alguna otra pareja, o algún personaje (por lo menos en modo secundario) haga alguna aparición, puede pedirla, ¡Adelante! De todas formas el fic se escribe solo sin salir de la idea original, y casi ningún personaje que uso tiende a ser un personaje "blanco" así que cada que describa a algún personaje bien puede ser uno u otro XD
LOLOLOLOLOLOLOLO EL PEQUEÑO ESPACIO DONDE COMO UN RAYO VIC RESUELVE SUS DUDAS. (?)
Mr. Berwy 1313 Yo agradesco mucho la presencia de un fiel seguidor y admirador desde hace años. (?) Y yo se que a usted le encantara todo lo que yo haga, aun si es una shit, por eso lo amo~ -le abraza(?)- Y si Natalia va a tener más protagonismo, como amiga de Berwald, ya tengo ideas para el siguiente capitulo xD tanto ella como Dirck seran un dolor de cabeza, aunque no lo paresca, ¿Con estos amigos para que se quieren enemigos? (?)
Vismur Ahora si que el sueco ha entrado al ataque, ¿No? XD espero que te gustara el capitulo, y pues, jojojo~ Quien sabe... ¿Seria gracioso verdad? Veamos primero si los dos aguantan la convivencia juntos antes~
Merlina-Vulturi Ya se rebelo lo que hizo Berwald Merli XD pero al final ambos pagaron... ¿Pagaron realmente? Todavia van a juntar más deudas juntos, este es solo el comienzo de su convivencia amor-odio. Gracias por ser fiel seguidora hasta ahora 3
Mr. Berwy 1313 ¿De nuevo usted? Ya, ya va. (?)
Valentia [1,2,3(?)] XDDD Más que nada gracias a tus insistentes comentarios no podía evitar tener este fic siempre en mi mente, me alegra que a alguien le guste tanto así que le inspire curiosidad, gracias 3
Cony Llegaremos a ese punto, llegaremos llegaremos~ falta muucha convivencia por parte de estos dos XD
¡Gracias a todos por sus comentarios, follows y favs!
¿Sacaran al danés de su casa? ¿El sueco dirá algo en su defensa? ¿Por qué Arthur odia tanto a Dan? ¿La autora irresponsable responderá estas preguntas? Estas respuestas y mucho más, en el siguiente capitulo~ -con voz de comercial(?)-
Victoria Schinkovinu D' Ryou 3