Enero 2015

Buena gente, Vic al habla.

Primero que nada me gustaría hacer este apartado para aclarar que esta historia fue subida desde el 2011 y la he dejado vilmente abandonada. Como propósito de año nuevo en esta ocasión decidí tomarla desde sus cimientos y remasterizar un poco, con el único y firme propósito de terminarla por fin. Los capítulos tienen la misma esencia. Solamente que están bajo revisión de ortografía y un poco más amplios, puesto que de todas maneras me gusta tal cual están, así que no notaran mucha diferencia.

Esta vez, a excepción de la anterior. Decidí trabajar plenamente en la historia hasta terminarla. Y no subirla hasta logra ese propósito, puesto que no quiero que pase como la vez anterior, más sin embargo de todas formas seguiré con el rol ya antes puesto de complacer a mis lectores, así que si tienen alguna petición especial o pareja que participe, yo con gusto veo donde ponerla.

Una vez aclarado este punto resucito el proyecto, prometiendo subir un capitulo cada semana hasta terminar con esta historia de esta pareja que será mi favorita hasta el final de los tiempos.

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Abril 2011

¡Bienvenidos! Como dice afuera, esta es una historia Dinamarca/Suecia, y por si eso fuera poco, también esta recreada en un Universo Alterno. No lo sé, pero este género me persigue, me es más fácil estudiar las personalidades de cada uno y explorar si pongo una historia de trasfondo.

Antes de decir otra cosa, si no gustar, no leer. Aunque quiero suponer que si terminaste hasta aquí es obviamente porque te gusta la pareja. Nunca falta la loca arenosa que solo pasa para decir nada bueno. No sé de cuantos capítulos vaya a salir esta historia, aunque mi propósito aquí es hacer notar el diverso tipo de carácter que tienen ambos, con leves toques de humor, drama, algo muy a mi estilo, espero llegar a complacerlos en todos los sentidos.

Este fic está dedicado a Aniel Ryou, mi Suecia, mi amiga y fiel compañera.

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Título: Under Samme Tag — "Bajo el mismo techo".

Autor: Victoria Schinkovinu.

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece, les pertenecen a su respectivo creador y a su gente si fuera el caso. Más sin embargo la historia sí es mía.

Advertencias: Lemon en posteriores capítulos, lenguaje subido de tono, un poco de violencia intrafamiliar por parte de estos dos… Mis delirios mentales. Un par de parejas crack.

Algunos personajes no tienen nombres humanos por lo cual tome prestados de rp en Facebook con los que me llevo muy bien y ayudaron a crear esta historia con su amistad y convivencia diaria conmigo, están tomados con su consentimiento, claro.

Dinamarca: Dan Andersen, Países bajos/Holanda: Dirck De Lange


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:— UNDER SAMME TAG —:—

Capítulo 1:

"¿Yo? ¿Él padrino? ¡Ni de loco!" ó "¿Debería casarme? Solo quiero ser popular"

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— ¿M-matrimonio? —balbuceo la palabra con incredulidad y frunció el ceño. Su compañero asintió, reafirmando sus palabras, la sola idea de eso provoco que el oyente se estremeciera. Comenzó a negar con la cabeza, sin aceptarlo— ¿Matrimonio? ¿Tú también? —sabía que para tal noticia su comportamiento no era precisamente el adecuado, ¿pero cómo esperaba que reaccionara? ¡Le estaba diciendo algo horrible!

Tres hombres se encontraban sentados en una sala, distribuidos en los múltiples sillones. Celebrando como los hombres que eran, él dueño de la casa, un sujeto bastante alto y de mirada intimidatoria se encontraba ocupando el sillón más grande. Soltó un bostezo aburrido, mientras miraba a la pareja de amigos, uno más idiota que el otro, y de paso también, se enteraba de la noticia. Eran más de las cuatro de la mañana y después de las pláticas, discusiones, rizas y muchos libros de alcohol, el cansancio por fin se estaba haciendo presente para los bebedores.

El segundo era un hombre sonriente y juvenil de lentes, a simple vista se podía notar que era el más joven y por alturas el más bajo, este les notificaba con orgullo su más grande noticia a los dos, verdaderamente se veía feliz, una de las razones era al encontrarse encantado y divertido de la reacción de su ultimo compañero.

El tercero, era un hombre rubio, alto y despeinado. Había más cervezas vacías a su alrededor que en la de los demás, aun así, apenas se le notaba la ligera desorientación digna de cualquier borracho. Unas maletas sin desempacar reposaban a un costado, ocupando el sillón que debía ser para dos personas, se había apropiado de él, como era su costumbre.

Después de un prolongado tiempo en que tanto de lentes, como rubio despeinado se miraban el uno al otro –totalmente opuestos en emociones–, él que no había dicho nada hasta ahora decidió romper el hielo.

—Ah, entonces tú también te casas… —dijo por fin, tranquilo, hasta con aparente indiferencia, todo lo contrario a la reacción del tercero. Lo medito un momento y después brindo por él, dando un gran trago a la cerveza— Felicidades. —una mirada contenta, y otra estupefacta lo hicieron el centro de su atención— Dan, —sostuvo la del segundo, como si fuera a decir algo importante— ¿Te vas a tomar eso? —señalo la cerveza.

Este le miro como si lo hubiera insultado.

— ¿Qué les pasa a ustedes dos? —dijo por fin, indignado, dando un rápido giro que provoco que regara un poco de la cerveza en su mano por el piso.

— Hey, estas mojando mi alfombra. —gruño.

Calm down, jester. —soltó una sonrisa divertida y se acomodó los lentes—¡Deberías sentirte feliz por mí, Dan! Que mal amigo eres.

— Hey, jeg er kongen, además…¿Quién dice que no lo estoy? —dijo, todavía irritado— ¡Pero de eso no estoy hablando! Estoy hablando de ustedes, —los señalo a ambos con un dedo, terminando por apuntar al dueño de la casa— Kanin, hace apenas una semana me llamaste para notificarme que te comprometiste, con tú novia, la sádica de los cuchillos.

— Natalia… —corrigió, y miro hacía el techo para sonreír levemente.

— Ella precisamente… —rodo los ojos— Se me hizo difícil de creer, que a un sujeto que le gusta la vida loca y andar bajo las faldas de las mujeres se casara con alguien. —siguió señalándolo y miro a su compañero, continuando con su sermón— Regreso de Dinamarca y ahora tú… —siseo en tono peligroso, apuntando con la cerveza en su dirección, lo que derramo otra línea de líquido— ¡Tú, Alfred…!

— ¡Maldita sea, Dan, mi mesa ahora!

— ¿Ahora vienes a decirme que también te casas? —los planes para los futuros fines de semana se vieron frustrados de repente, les miro con sumo rencor a ambos, al que no dejaba de sonreír y al que se la pasaba gruñendo en su dirección— ¡No puedo creer que me estén haciendo esto!

Se volteó lo poco que le quedaba de alcohol en la lata, limpió sus labios y volvió a sentarse. Mirando el envase vacío, seguía meneando la cabeza en negación sin detenerse, mientras insultaba, gruñía, hablaba de cómo le habían arruinado las futuras salidas de juerga y lo crueles que eran.

— ¿De qué demonios hablas? —dijo cansado el más alto, mientras sacaba otra cerveza de la caja, y la hacía rodar en dirección a su amigo más histérico— Seguiremos saliendo, ya pensé en un buen lugar para el fin de semana, vas a ver que divertido, hay bailarinas exóticas, quizá una nos haga el favor para ti.

— ¡Pero no va a ser lo mismo! ¿No te das cuenta? ¿Te llego tarde la noticia? Estas comprometido, comprometido, amarrado, atado, con dueño. No tengo idea de cómo sea Natalia en tu relación, pero estoy seguro que no quiero llegar un fin de semana a tú casa para que Alfred y yo salgamos siendo correteados por una loca que nos está tirando cuchillos, ¿Me entiendes?

— Nada va a cambiar, amigo. Te lo prometo. —el dueño de la casa no lo escuchaba realmente, encendió un cigarrillo, para comenzar a fumar, esperando que el otro se callara…

— Dan, creo que exageras, viejo. Te equivocas con respecto a las parejas, unas son comprensivas, atentas, te dan ciertas libertades para ir de aquí allá, no es el caso de mi chico, pero espera conocerlo, él es…

El cigarrillo del holandés salió volando en dirección al danés, al ser escupido con fuerza. El rubio apenas tuvo tiempo de gritar un insulto antes de lograr quitarse a tiempo de la trayectoria.

— ¡Mis jodidas maletas! ¿Cómo demonios les voy a quitar eso?

— Alfred, —le miro perplejo, dirigiéndose al rubio americano directamente después de mucho tiempo— ¿Te vas a casar con un hombre…? —busco al danés con los ojos para pedirle una explicación silenciosa, pero este estaba ocupado maldiciendo y amenazándolo con el cenicero.

— ¡Te voy a meter esta cosa por el…!

— Si, es un hombre, un inglés. —dijo Alfred, levantando la frente con orgullo, de los tres, él era el más sobrio hasta ahora. Soltó una estruendosa risa antes de seguir— ¿Qué tiene eso de malo? Es adorable, llevamos saliendo dos años, ahora no puedo esperar más tiempo para unirlo a mí…

— ¿No has tenido sexo con él? —el danés se detuvo en seco.

—…Casarnos, Dan.

El holandés guardo silenció, sacando un nuevo cigarrillo para encenderlo y comenzar a fumar, después de un tiempo de severa reflexión interna, concluyo.

— Vale, te gustan los machos, ahora se culpa de quien es que mi amigo batee por partes iguales.

Ambos lo miraron sumamente ofendidos, comenzaron una discusión de tres, en la que el más alto participo muy poco, hasta que…

— ¡Claro! Haciéndote el inocente, ¿eh, conejo? Como si tú no le hubieras coqueteado a un hombre antes… ¿Te acuerdas de…?

—Es diferente. —se defendió. Interrumpiendo la larga lista de nombres que ya sabía.

Jester, tienen razón. Is true! Recuerdo que cuando nos conocimos intentaste meterme mano…

— Si, y no te dejaste. Por eso me caes mal.

— Tú podrías acostarte con cualquier cosa que se moviera, para eso no tienes reparos, hombre, mujer, transexual, travestí, ¡Animal! —dijo el danés, que lo conocía de sobra, el holandés había sido de esas personas que preferían una noche sin compromisos a relaciones prolongadas, como otras personas.

— No seas idiota, animales no. Yo tengo mascotas, ¿sabes?

— Odín se apiade de ellas.

Oh my god… —se unió Alfred al lamento—Lo que si me cuesta creer, es que tú estés comprometido, Dirck… —miro al danés por un momento— Por qué bueno, no te conozco tanto como Dan… pero siempre has sido…

Cofzorracof…

Alfred reprimió una carcajada, no podía estar más de acuerdo, se miró cómplice con su amigo, llegando a un mutuo acuerdo, obviamente al enorme sujeto no le había sentado bien el comentario, sobre todo con el sutil insulto.

—Imbéciles. Dudo que alguno de ustedes pueda comprender el arte de la seducción.

Ay no, ahí si no, sin filtros ni reparos ambos se pusieron a reír a carcajada limpia. El primero fue Dan seguido de Alfred, los dos hombres con la risa más escandalosa del planeta, que el dueño de la casa comenzó a temer que los vecinos los escucharan, sobre todo cuando estos comenzaron a recriminarle que no porque se llevara a cualquiera a la cama lo hacía un buen amante, y que las putas no contaban. Diablos, por qué se meten con las sexo servidoras, ellas solo tenían la profesión más vieja. Y si bueno, era cierto que solía contratar sus servicios a menudo.

Esa había sido la gota que derramo el vaso, le dio una fuerte calada al cigarro y se levantó, dispuesto a sacarlos a patadas de su casa. De no ser porqué en ese momento comenzó a sonar su teléfono, y no se callaba. Irritante sonido, mataría al que estuviera del otro lado de la línea por interrumpirlo en su homicidio.

— ¿Qué mierda quieres? —escupió frio y esquivo. Con un tic en la ceja derecha, ceja que termino levantada hacía arriba junto con la otra después de un prolongado silenció— Natalia… perdona amor, no, no era contigo… —más silencio. Irritado pero nervioso, tuvo que darse la vuelta para no ver las caras burlonas de ambos sujetos que comenzaba a hacer una imitación barata de drama de llamada telefónica, con todo y poses— Si, si te estoy escuchando bien, es que estoy con unos idiotas, —avanzo rápido hasta la cocina para rasgar un papel, comenzando a escribir en el— ¿Entonces cuando llega? Ah, ¿son dos? Eso complica las cosas… —anotaba, con expresión seria.

Dan miro la hora en el reloj de la pared y con movimientos lentos, le pidió a Alfred que le ayudara con las maletas. La fiesta se había terminado, cumplieron con su cometido, terminarse todas las cajas de cerveza holandesa usadas como tributo a su llegada.

Time…?

—Sí, dreng, ahora el señor kanin tiene que atender los importantísimos asuntos de pareja y ya no tendrá tiempo para nosotros… —suspiró, todavía con algo de recelo— ¡Oye, Dirck! ¡La nena fogosa de la mesa cuatro está esperándote, dice que si le vas a regresar las bragas! —grito fuerte, alto, Alfred soltó otra risa malosa y luego negó.

— No le hagas caso, es el imbécil de Dan, permíteme… —una mirada mortal fue dirigida en su trayectoria, y por el aparente sudor, parecía que no era un buen comentario que decir en ese momento— ¿No saben dónde está la maldita puerta? Largo. Ahora.

El danés solo le regreso una sonrisa burlona, colocándose la mochila de viaje detrás y arrastrando una enorme maleta, mientras con las otras manos tomaba unas bolsas. Alfred también ayudaba con otra de ruedas, y tenía unas cuantas debajo de los brazos. Los dos avanzaron hasta la salida y fueron recibidos por un frio estremecedor. Antes de terminar de salir, el danés se dio la vuelta para decir con urgencia.

— Más te vale que sea cierto lo que dices, hombre. Quiero tu trasero en la puerta de mi casa el próximo fin de semana… Si me cancelas, te juro que meteré ese cenicero en el culo, más rápido de lo que Natalia lo podrá hacer. —solo obtuvo un gruñido de respuesta y un asentimiento mientras lo corrían con la mano. Satisfecho, cerró la puerta de un portazo.

Salieron de la casa del holandés, hasta donde estaba estacionado el auto de Alfred, un precioso auto azul eléctrico del que no estaba seguro que marca era, pero se veía caro. El dueño se apresuró a abrir la cajuela y acomodarlo todo. Una vez que estuvo listo, subieron y se despidieron de la casa de Dirck De Lange, para entrar a las calles.

—Ustedes tienen un trato extraño —señalo Alfred, que en lo único que tenía en común con Dirck, era que ambos eran amigos de Andersen— Siento que un día podría golpearte, o a mi…

— ¿Dirck? Nah, se verá muy bestia, pero no es tan mal tipo. No te pongas melodramático, dreng, soy más peligroso yo… He ido más veces a la estación de policía que él.

— ¿Jamás ha sido arrestado? Dude, ¡eso me da más miedo…! Quizá es un psicópata, un Hannibal Lecter, por ejemplo. —dijo nervioso, aunque finalmente sonrió amplio en dirección al danés— Era aburrido sin ti, jester, tenemos que vernos más a menudo. Ya no le puedes poner pretextos al hero~

— Apenas me digas donde vives, porque rayos. ¡No tengo idea! Soy malo para las ubicaciones, y lo sabes. Dirck fue a recogerme al aeropuerto después de decirle por tercera vez que no entendía donde quedaba su casa. —rodo los ojos y soltó un bufido, cruzándose de brazos.

Alfred se le quedo mirando fijamente en el siguiente alto, recordando algo importante.

Is true! You were not in the airport —un morrito comenzó a hacerse presente en el rostro juvenil, Dan se mordió la lengua apenas tuvo la primera oportunidad.

— ¡Tengo galletas en la maleta! ¿Quieres…?

— ¡Andersen!

— ¿No quieres…? Son de mantequilla.

— ¡Si quiero galle…! Stop this shit!

— ¡Esta bien, bien! ¡Entiendo! ¿Pero te llame, no? —intento volver a poner el juego a su favor, era hábil para eso. Busco a un lado del siento la palanca para acomodarlo, la encontró, entonces el rubio comenzó a subir y bajar, bajo la mirada molesta de Alfred.— ¡Yo tampoco sabía que kanin iba a ir a buscarme! Me secuestro, yo… —llegó hasta él piso— …No sé nada.

Ahora para regañarlo tenía que mirar muy para abajo, cuando la diferencia de alturas era todo lo contrario, la risa de Alfred no se hizo esperar, al final solo le miro con un puchero, negando varias veces con la cabeza, mientras daba una vuelta y entraba a residencias.

— Me preocupe. ¿Sabes? Se suponía que yo iba a buscarte, lo habíamos hablado desde hace una semana, ese era el plan… ¡Te iba a llevar a tú nueva casa!

— No. Me vas a llevar a mi nueva casa… —se apresuró a corregir, mientras ahora subía con todo y el asiento para quedar nuevamente a su altura— Ya, stjerner… Disculpa, ¿Si? —rio también un poco, mientras se tallaba la nuca y el cabello, gesto para quien bien lo conocía, denotaba nerviosismo o arrepentimiento— Cuando yo llegué ahí estaba ese idiota, le había comentado que tú me ibas a ir a buscar, pero solo eso… pareció empeñarse más… —esto último lo dijo más para consigo mismo que para el de lentes— Se suponía que él y yo nos íbamos a ver mañana. ¡Pero luego te llame, te di las coordenadas y ya vez que bien la pasamos!

— Humm… whatever… —estaba molesto, a medias. No podía enojarse en serio, además, era cierto que se había reído mucho esa noche, o probablemente se debía a que Dan había todo más divertido estuviera donde estuviera— ¿Pero sabes qué hora es? ¡Como las cinco de la mañana! Dude, tienes una suerte que no tuviera planes para esta noche, porque si le cancelaba a Arthur. Oh my god…

— ¿Arthur? —se llevó una mano al mentón, meditando— Arthur… Arthur, Arthur, sí… Si, lo recuerdo… Creo que todavía estabas con ese Arthur antes de que me fuera… En ese entonces llevaban más de un año, ¿no? Todavía no se habían acostado…

El auto freno bruscamente, el danés estuvo a un pelo de romperse toda la nariz, sus dedos se enterraron tanto en el asiento de cuero negro, que casi pudo jurar, había sentido el metal del que estaba hecho el asiento. Agradeció a todos los dioses nórdicos el tener puesto el desgraciado cinturón de seguridad.

— ¡Qué demonios!

— ¿C-cómo puedes decir eso a la ligera? ¡Dan! —chilló algo rojo y avergonzado— ¡Ciertamente no tienes vergüenza, danés! —negó con la cabeza y acelero despacio cuando la luz volvió a ser verde— Todos tenemos pasados diferentes, jester. A-algunos vamos más cautelosos que otros…

— Alfred, por amor a Odín, ¡Mira la calle mientras conduces!

— Eso hago dude, don't worry, be happy… —miro la calle por un segundo apenas, antes de volver a girarse hacía su copiloto espantado— Pero es cierto, en ese entonces comencé a pensar mejor las cosas y gracias a ti fue que pude decidirme… —el fuerte sonido de un claxon hizo que la atención de Jones volviera al camino y tras dar un giro de noventa grados con el volante regresó a su carril— ¿Ya viste? —soltó una carcajada, confiado— ¡Es imposible que nos pase algo! Estás conmigo, los héroes nunca chocan…

Sin dejar de reír para infundirle confianza a su acompañante, estiro la mano y palmeo uno de sus rígidos hombros, preguntándose por qué la cara de su amigo de pronto se había vuelto más pálida. Menos mal que ya lo tenía de vuelta en la ciudad, ahora le daría más el sol.

—Ah, mierda… —mejor se cubrió los ojos, si iba a morir, mejor que fuera de sorpresa, y de preferencia que fuera rápido, que no sufriera…— ¿Qué me decías de tu novio? ¿Qué yo te dije que cosa…? ¡Difamación! Yo no recuerdo haberte dicho nada. ¿Matrimonio? Definitivamente estaba borracho.

Of course not, Dan! —otra sonrisa de medio lado— Well… maybe a little, pero apenas tantito, tú dijiste en esa fiesta que beber te aclaraba las ideas… Además, por ridículo que suene, tus consejos sonaron útiles y resultaron… Me dijiste que debíamos dar el siguiente paso, que formalizáramos más para el tiempo que llevábamos juntos… —sus ojos denotaron un brillo extraño, hurgando en los recuerdos, dijo con un sonoro suspiro— Entonces fue que comprendí, que debía juntar valor y pedirle matrimonio lo más pronto posible… Thank you, my friend.

La expresión de Dan, parecía un poema.

— ¡YO NO ME REFERÍA A ESO, JONES! —gritó casi histérico y a punto de jalarse el pelo— Yo estaba hablando de que ya te acostaras con él… ¡Eras muy lento! ¿Cuánto tiempo llevaban saliendo y nada de nada? ¡Estaba preocupado por ti!

— ¿Enserio no te referías a eso…? —apago el motor y por un segundo pareció sumirse en un mar de pensamientos— Well… no importa, ¡de todas formas te lo agradezco, jester! —quitó las llaves y salió del auto, dando un portazo. Dan le imito, porque no podía quejarse a gusto si nadie lo escuchaba.

— ¡Por supuesto que no, Alfred! Te saltaste como veinte pasos que venían antes de llegar al matrimonio —sus ojos azules seguían bien abiertos e incrédulos con la revelación— ¡Hombre, no sabes que horrible es que te digan que tú tienes la culpa de haber sentenciado a un amigo a esposarse!

— ¡Vamos, Dan! ¡No seas melodramático! —otra carcajada resonó, mientras ambos iban a la parte trasera del auto para bajar las maletas— Pienso en ti como mi futuro padrino.

— ¿Padrino? —se pasó ambas manos por la cara, estirándose toda la piel, hasta los parpados. Recordó de forma desagradable como Dirck le había pedido exactamente lo mismo la semana pasada— No solo me están obligando a ir, me piden que participe activamente…

Soltó un enorme suspiro, y luego tuvo que tomar aire con prisa de nuevo, porque al levantar la vista se encontró con un complejo de apartamentos de lo más llamativos. Era un edificio de tres pisos de altura, pero si así ya se veía alto, faltaba ver el ancho, se notaba que todavía se extendían varios departamentos en el interior. A Dan se le asemejo a un hotel, por lo grande que era. El edificio tenía escaleras y elevador, de frente tenía un gran espacio que servía como estacionamiento, se podían notar las luces del corredor encendidas, por eso a pesar de la poca actividad actual, no se veía ni lúgubre ni deshabitado. El danés estaba tan encimado en su admiración que no reparo en que Alfred intento arrastrar un poco más todavía en aquella desagradable y ya suficiente conversación de antes.

— El matrimonio no es malo, Dan. De hecho es la forma en la que dos personas deciden unir sus vidas para ser felices, se entregan mutualmente y hacen promesas. Tú algún día vas a encontrar a alguien que te va a hacer muy feliz… ¡Ya lo veras, cuando menos te des cuenta, estarás en el barco!

— Tú serás el que se vaya de cabeza fuera del barco si no te callas, Alfy… ¡Demonios, es perfecto! De verdad estoy impresionado… Cuando te pedí que me buscaras un buen lugar para vivir, realmente estaba bromeando, no pensé que lo encontrarías… ¡Ni siquiera uno así de perfecto! —sus pies se movieron solos y Alfred tuvo que sacar los dedos deprisa antes de que el danés se los decapitara con la puerta de la cajuela de su auto.

— ¡Hey! ¿Dudabas que logrará encontrar un lugar bueno? ¿Ah? ¡Oye! ¡Estas dudando de mis capacidades y eso no me agrada! —le arrojo una de las maletas, consiguiendo así sacarle el aire al danés del golpe, le siguió pasando más maletas de la misma forma, hasta que Dan que lanzo una de regreso, y cedió a su lucha tras soltar una carcajada— Hum… bueno vale, no lo hice solo… Arthur me ayudó un poquito… bueno, me ayudó mucho… —mientras tomaba maletas y comenzaban a caminar al interior, termino por confesarse por fin— ¡Bueno ya! Debes de saber que Arthur es el que administra el edificio, es suyo, él se encarga de estas cosas… Así que, piénsalo dos veces antes de hablar mal de mí prometido, porque gracias a él tienes casa y techo, en un lugar tan guay… —ahora rebosó de orgullo, siguiendo de largo para ir hasta las puertas del elevador y llamarlo.

— Ni tan guay… ¿Acaso no viste las horribles cortinas amarillas de afuera? ¿Es el del tercer piso, no? —el elevador llego, los dos brillantes hombres intentaron entrar al mismo tiempo y provocaron un embotellamiento de cinco minutos, era parte del juego que se traían desde que llegaron, a ambos les gustaba molestarse, era divertido, Alfred solía ver a Dan como el hermano mayor que jamás tuvo y Dan podía ver a Alfred de la misma manera— No sé si Arthur fue el de la idea de semejante falta al sentido de la moda, pero si yo fuera el dueño del edificio no permitiría que esas cosas dañaran la imagen perfecta que esta belleza ofrece al público.

— ¡Como eres, Dan! Arthur sabe lo que hace… —arrugo el ceño, no muy convencido—bueno, es verdad que de repente pone cosas extrañas e inglesas medio punks en la casa, pero siempre logro opacarlas con mi genial sentido de la decoración…

Dan ciertamente lo dudaba mucho. Ni idea de cómo era la casa de esos dos, por lo que sabía era grande, casi como una mansión, pero bueno… era de esperarse si tienes de pareja a un tipo que se la vive vendiendo cosas. No quería ser mal agradecido, de verdad que estaba muy feliz y se moría de impaciencia por ver su nuevo departamento, pero le costaba mucho agradecerle a otras personas, sobre todo a Arthur, llámelo cuestión estúpida de orgullo danés o alguna mierda así. Además todavía temía que todo se tratara de una farsa y que al llegar al tercer piso apareciera el prometido de su atolondrado amigo, diciéndole que había cambiado de parecer.

Porque ese tipo lo odiaba. O de eso se había dado cuenta, lo conocía en fotos, escuchaba a Alfred hablar mucho de él, pero por lo que sabía, Dan no era del agrado de Arthur, y no tenía idea del por qué. Pero en fin, las cuestiones ajenas a este momento le eran indiferentes, debía sentirse tranquilo y relajado. Había visto a sus viejos amigos, pasado tiempo con ellos, reído a carcajadas, bebiendo por montones, odiando cada segundo que ellos hablaban de sus bodas. Esas malditas bodas. A pesar de eso, se sentía feliz por sus amigos, pensándolo bien era obvio, el circulo de todo hombre, llegas a una edad, buscas a alguien para sentar cabeza, te casas y tienes hijos, te dedicas a tú familia, cuando llega el momento los ves partir, te quedas con la persona que escogiste… pero mientras tanto ya viviste mucho. Ese era el patrón que había visto con sus padres, y sus abuelos. Ahora con sus amigos.

Pero no era algo que él quería. No podía visualizarse ahí, quieto, junto con una mujer, y no sabía a cuál de sus tantas exnovias poner en el lugar como ejemplo. La idea no le gustaba, le aterraba… siempre se había considerado un espíritu libre, activo, aventurero y amante de la diversión, se mantenía joven de corazón. Probablemente es por eso que se llevaba tan bien con Alfred, ¿Pero entonces por qué este se estaba casando? Dentro de si mismo había una bipolaridad innata, por un lado se sentía feliz por sus amigos, pero por otro, de forma egoísta, mantenía pequeñas dudas al respecto de su felicidad…

O probablemente solo era cosa de él.

La soledad no le gustaba, por eso adoraba estar rodeado de personas. Pensar que dentro de algunos años, Dirck, por ejemplo, lo buscaría después de mucho tiempo de ausencia para presentar a sus hijos y después desapareciera de nuevo, no era un agradable pensamiento. Y Alfred, teniendo una pareja tan dominante como Arthur… ¿Qué iba a necesitar de él, si su prometido se lo daba todo? Por lo que sabía el año pasado habían estado viajando por el mundo. No sabía si llamar a eso amor, suerte o que seguía pensando que Arthur era una persona demasiado posesiva.

— ¡Dan, despierta! ¡Estamos en el piso! Dude… dude… dude… jester! Come on! —el americano finalmente lo pateo fuera del elevador, a lo que Dan apenas pudo dar un traspié mientras se iba hacia delante con la mirada perdida.

Sus pies se movieron solos, sin prestar atención a su alrededor, porque cuando tenía esas paradojas mentales se desconectaba del mundo y su cuerpo entraba en modo automático. Ese útil modo automático también funcionaba cuando perdía la consciencia estando borracho y llegaba ileso a su casa, Odín sepa cómo. Pero ese modo también tenía sus defectos, como censurarle los sonidos, en especial las advertencias. No alcanzo a escuchar ninguna de las advertencias de Alfred, o quizá sí, pero no les prestó verdadera atención. Solo se percató de la otra presencia hasta que prácticamente chocó con la pared humana que se le puso de frente, como iba acelerado y se estampo contra algo en reposo, fue el quien tuvo que retroceder y encontrar el equilibrio nuevamente con sus pies.

Abrió los ojos sorprendido, una mirada de azul intenso le regreso la vista, apenas unos centímetros más arriba de su frente. Wow, eso sí es ser alto. Pensó por un fugaz momento, al recordar lo mucho que Alfred se quejaba de su peculiar estatura europea. Parpadeo varias veces, perdido en los ojos ajenos un iris tan profundo que te calaba profundo, no pudo evitar sentir como si su cuerpo se paralizara, quedándose levemente estático. Más sin embargo peleo contra la parálisis como un guerrero que no se dejaba intimidad, y le regreso una mirada con el ceño fuertemente fruncido, tan cual como el otro hombre se la estaba dedicando. En respuesta su enemigo entrecerró un poco más los ojos dentro de los cristales que tenía por lentes. Todo se puso silencioso y tenso, ninguno de los dos parecía querer decir algo para romper esa atmosfera tan extraña que habían provocado. Hasta Alfred se había quedado quieto.

Dan levantó el mentón sin moverse de su posición, arqueo una ceja y aprovecho esa cercanía para mirar intrigado el rostro ajeno, de facciones duras y muy quietas, no mostraba más expresión que en los ojos, que en el momento en el que el rubio se puso a examinar la cara contraria, el otro modifico apenas su expresión a una incómoda y desconcertada, se notaba apenas. Tenías que estar así de cerca para notarlo. El danés sonrió triunfante, no sabía qué, ni por qué había ganado, pero sea lo que sea que hubiera provocado en ese rosto inexpresivo era un punto a su favor. Así de lunático se sentía sacando sus teorías en prácticamente tres minutos sin decir absolutamente nada.

— Tranquilo… tranquilo, Alfy…—murmuro despacio, al notar que su compañero se había parado casi en medio de ellos, sin saber exactamente qué hacer, su rostro de nerviosismo apuntado directamente a la otra persona delataba sus emociones. Volvió a girar la vista a su obstáculo, quien de nuevo tenía el rostro fruncido. ¿Acaso le molestaba ser observado? Pues Dan bajo la mirada para estudiar al otro sujeto, la barbilla… el cuello… su cuerpo, era un hombre alto, grande, casi tanto como él, y estaba vestido con un suéter gris, en unos pantalones holgados azul rey, no tenía pinta de ir a ningún lado, probablemente este era uno de sus nuevos vecinos— Nosotros somos el obstáculo, ¿Me harías el favor de moverte, amigo?

A pesar de que sabía que él estaba mal, eran ellos quienes seguían teniendo las maletas, hasta dio pequeños brincos en su lugar y las cosas parecieron chocar entre si dentro de las valijas haciendo ruido. El sujeto en cuestión pareció entender el mensaje, después de un gruñido y de ver cómo iban a la carga sin importarle que él estuviera en medio, se hizo a un lado para no ser atropellado. "Ah, perdón" fue lo único que murmuro el rubio de la camisa roja mientras seguía andando con su compañero al lado. Cuando estuvieron a la mitad del pasillo miro por encima de su hombro para comprobar que el otro sujeto ingresaba en el elevador, y los estaba mirando. Otra amplia sonrisa por su parte, y una mirada sombría en respuesta, vale, ya había comenzado una relación con uno de sus nuevos vecinos, este día no podía pintar para nada mejor.

Dudeee… ¡Qué miedo! Ese sujeto esta tan grande como Dirck y mira te mira incluso más aterrador… —se tallo el cuello, como para disipar las ansias que le provoco aquel raro encuentro, aunque a Alfred las cosas parecían olvidársele tan rápido como las pensaba, poco le duro su temor y volvía a ser el de siempre— Es tu tipo, quizá pronto van a ser los mejores vecinos del mundo.

— Así es, stjerner. Los mejores amigos del mundo… —le respondió en el mismo tono bromista después de negar con la cabeza, y volvió a mirar en el elevador, sea quien sea, de algo estaba seguro— Es interesante… y seguramente me odia ya… Eso es un record para mi… ¿Sabes? —ladeo el cuello mientras Alfred sacaba las llaves riendo y abría la puerta, por supuesto el menor entro primero, seguido del danés, que antes de ingresar al departamento una vez más su vista fue hacía las puertas semi-cerradas del elevador, donde ahora el sujeto en cuestión le miraba entre horrorizado y sorprendido, le guiño el ojo a su futuro mejor vecino, antes de desaparecer tras el metal.

¿Cuánto iba a tardar en volver a verlo? Se venía algo interesante.

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Notas finales:

Jester: En inglés "bufón", es el apodo con el que siempre Alfred se refiere a Dan, sobre todo cuando este se llama así mismo kongen o "Rey", Alfred siempre le corrige para molestar King of jesters.

Stjerner: Es el apodo con el que Dan llama a Alfred, significa "estrellas" y hace referencia a que es estadounidense, cuando quiere molestarlo le llama dreng, que significa "chico o niño". Haciendo referencia a que es el más joven de sus amigos.

Kanin: Conejo para Dirck.

Abril 2011

Si, de esta forma tan extraña es como llevo la relación de todos ellos, si te gusto, comenta y si no, gracias por leer, gracias por leer a cualquiera que lo haya leído, después subiré la segunda parte, este es un regalo para Aniel, pero me propongo a hacer un DenSu en AU y un poco menos serio…

Saludos.