¡Hola! ¡Aquí os dejo el siguiente capítulo! ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LOS REVIEWS! ¡Me hacen muxa ilusión! =)

PD: Ni Glee ni sus personajes me pertenecen. (Vídeo= youtube)

Cáp. 5- Novedades

Rachel y Sam se miraron entre ellos, sin saber qué decir, mientras esa persona se acercaba.

-¡Kurt! ¿Qué haces tú aquí?- preguntó la morena, algo nerviosa.

-Pues…Mercedes y yo hemos quedado dentro del gimnasio porque hoy se viene a dormir a casa. De hecho, Blaine va a llevarnos y está esperando en el coche. Perdón chicos, no era mi intención interrumpir… -se explicó el castaño, que no podía perder de vista las manos entrelazadas de los chicos.

-¡Oh, no te preocupes!- dijo Rachel apresuradamente y cada vez más nerviosa.

-Bueno, será mejor que vaya a buscar a Mercedes. ¡Nos vemos pronto, Rach!

-¡Espera, Kurt!-gritó Rachel que después se giró, para mirar a su novio a los ojos- Sam, ¿te importa si hablo un momento a solas con Kurt?

-¡No, no, Rach! ¡Para nada!- dijo Sam- te espero aquí, princesa- le susurró al oído, provocando una sonrisa por parte de la morena.

Rachel y Kurt se separaron un poco de Sam, que no perdía detalle de lo que hacían.

-Kurt yo…- dijo Rachel, muy sonrojada.

-¡Bien calladito que te lo tenías, eh!- exclamó Kurt, con una sonrisa.

-Yo… ¿Qu… qué? ¿No estás enfadado?

-¡Pues claro que no, boba! ¡Ay, cuanto me alegro de que al fin lo reconozcas! ¡Hacéis una pareja estupenda, Rach!

-Kurt, necesito que esto sea un secreto, nadie más debe saberlo- le pidió Rachel, mirándole fijamente a los ojos.

-Pero…

-Por favor… Sam y yo se lo diremos a todos cuando llegue el momento. Te pido que respetes eso y no le digas nada a…

-¡Rachel!- interrumpieron Mercedes y Tina, que ya habían abandonado el gimnasio- ¿estás bien?

-Sí, chicas, no os preocupéis- respondió la morena, algo nerviosa.

-¿Qué ha ocurrido aquí?- quiso saber Kurt, con el ceño fruncido.

-¡Quinn ha pegado a Rach por ganar la corona del baile!- le informó Mercedes.

-¿QUÉ? ¡¿Y Finn lo ha permitido, Rach?

-Finn y yo ya no somos novios, Kurt. No es su obligación defenderme. Además, tanto él como Sam evitaron que esto llegara a mayores. Tan sólo ha sido una tontería.

-¿Dónde está Finn?

-Se ha quedado allí dentro con Quinn, al parecer está demasiado nerviosa.

-Será mejor que entre a ver qué ha pasado. ¡Mañana te llamo, Rach! ¡Por cierto, felicidades!-dijo el castaño, señalando su corona con la cabeza y guiñándole un ojo.

-Nosotras te acompañamos- dijeron las chicas a coro.

Todos volvieron al instituto, dejando a Rachel a solas, que volvió al lado de Sam.

-¿Va todo bien?- preguntó el rubio, rodeando su cintura con los brazos.

-Sí, eso creo. Kurt guardará el secreto hasta que nos sintamos preparados para contárselo a todo el mundo- dijo ella, recostándose en su pecho.

-¡Me da igual si se lo dice a alguien, Rach! ¡Me siento tan feliz al estar contigo que todo lo demás no importa mientras estemos juntos!- le aseguró el rubio, con una sonrisa.

-Gracias, Sam. Yo también soy muy feliz, pero creo que deberíamos esperar un poco antes de decirle nada a nadie. Espero que no te moleste.

-Claro que no, Rach, lo entiendo. No te preocupes, no diremos nada hasta que no estemos totalmente seguros de dar ese paso.

Rachel sonrió, para después arrojarse de nuevo a los brazos de su novio, besándole con dulzura.

-Eres maravilloso, Sam. Todavía no puedo creer la suerte que he tenido al encontrarte.

-No, soy yo el afortunado… ¿Te llevo a casa?

-Sí, será mejor que Quinn no me encuentre cuando salga…

Los chicos entrelazaron sus manos y caminaron juntos hacia la casa de Rachel, dónde sus padres seguían despiertos, esperando el regreso de su hija.

-Bueno… ya hemos llegado- dijo Rachel, algo nerviosa- Gracias por esta noche, Sam. Ha sido una de las mejores de mi vida.

-No, gracias a ti por darme esta oportunidad. Te prometo que no te decepcionaré. Siempre que me necesites ahí estaré.

-¡Gracias, Sam!

El rubio sonrió y se acercó una vez más hacia ella, rodeando su cintura con firmeza al tiempo que la besaba con inmensa dulzura. Cuando se separaron, ambos se sonrieron y finalmente Sam la acompañó hasta la puerta de su casa, dónde se despidieron con un rápido beso. Cuando Rachel entró en casa, Sam caminó hacia la suya, sin imaginar que alguien los había seguido de cerca y había hecho algunas fotografías.

-¡Genial! ¡Con esto tengo material suficiente para dar la noticia del año en el McKinley!

Sin más, esa persona se alejó en silencio entre la oscuridad de la noche.

Al día siguiente, Rachel despertó más tarde de lo habitual cuando la luz del sol de mediodía le dio de lleno en todo el rostro. La morena se incorporó suavemente al tiempo que se frotaba los ojos para después mirar a su alredor: sobre la silla de su escritorio descansaba perfectamente colocado su vestido rosa de anoche y encima de su mesilla de noche había una pequeña bandeja que alguno de sus padres habría dejado allí con el desayuno. La morena sonrió mientras se tomaba las tostadas y el zumo para después colocarse sus zapatillas y finalmente dirigirse hacia el baño, dónde comenzó a asimilar todo lo que había ocurrido la noche anterior mientras se mojaba el rostro con agua abundante. En tan sólo unas horas su vida había dado un giro de ciento ochenta grados y todavía le costaba hacerse a la idea. No sólo tenía más que nunca a Quinn como principal enemiga sino que además cada vez estaban más lejos de Finn y ahora ella, Rachel Barbra Berry, había comenzado una relación con Sam Evans. Ese pensamiento le sacó una sonrisa, aunque la morena no pudo evitar inquietarse un poco, ante lo que estaba por venir y lo que diría todo el Glee Club cuando se enterasen. Una vez que terminó de lavarse, se dio una ducha rápida y finalmente salió del cuarto de baño, envuelta en una toalla al tiempo que su padre se asomó por la puerta.

-¡Buenos días, princesita! ¿Qué tal te fue ayer en el baile?- preguntó su papi Leroy, con una gran sonrisa.

En ese momento su móvil vibró un par de veces, indicándole que tenía un mensaje.

-¡Hola papi! ¿Me disculpas un momento? ¡Ahora mismo bajo y te cuento todo!

-¡Muy bien, tesoro! ¡Pero no tardes!

Rachel asintió con una sonrisa y en cuanto su padre se marchó se lanzó a por el aparato y no pudo evitar una sonrisa al ver que Sam era el remitente. El rubio le invitaba a comer en Breadsticks y Rach contestó que sí sin dudar. Antes de que la morena pudiera dejar el teléfono sobre la mesa, éste comenzó a sonar.

-¿Sí?- contestó ella al instante.

-¡Guau! ¡Qué rapidez! ¿Cómo está la chica más hermosa del mundo?- preguntó la voz de Sam, desde el otro lado del teléfono.

-¡Hola, Sammy! ¡Estoy fenomenal! ¿Te viene bien venir a por mí a eso de la una y media?

-¡Claro! ¡Allí estaré! Por cierto… ¿has hablado con Kurt?

-No, aún no… pero me prometió guardar el secreto hasta que nosotros decidamos contárselo a todo el mundo.

-¡No sabes las ganas que tengo de que todo el instituto sepa que eres mi novia! ¡Voy a ser el adolescente más feliz del mundo!

-¡Qué tontito eres!- rió la morena, algo sonrojada- Yo también quiero que lo sepan, pero…

-Lo sé, quieres esperar un poco… tranquila, Rach. No tengo prisa, con estar a tu lado es suficiente para mí.

-Gracias, Sammy- le dijo ella, emocionada- te quiero.

-Yo te quiero más, Rachel Berry. Te veo en un par de horas, princesita.

-De acuerdo. ¡Adiós!

En cuanto la conversación terminó, Rachel dejó escapar un leve suspiro, recostándose de nuevo contra el colchón, abrazada al teléfono. La idea de pasar tiempo con Sam le provocaba una sonrisa y no se arrepentía para nada de la decisión que había tomado al convertirse en su novia. Sin embargo, si quería que esta vez las cosas salieran bien tendría que confiar al cien por cien en su novio y ofrecerle a él también esa confianza y eso sin duda implicaba una cosa: olvidarse definitivamente de Finn. La morena frunció ligeramente el ceño al pensar en Quinn y en todo lo que había ocurrido ayer por la noche. ¿Cómo podía Finn seguir con alguien así? ¿Con una persona que no respetaba nada ni a nadie? Rachel negó con la cabeza, sin lograr encontrar una explicación lógica. Unos segundos después se levantó de la cama y comenzó a arreglarse para su primera cita como novia de Sam Evans. Tal vez nunca podría olvidar del todo a Finn, pero debía hacer todo lo posible por intentarlo y empezar de cero al tiempo que rogaba porque Kurt pudiese guardar el secreto y pudiesen ser ellos quienes diesen la noticia a todo el Glee Club. Finalmente Rachel escogió de entre sus vestidos uno de color blanco, que tenía un lazo de color rojo a la altura de la cintura y cuyo vuelo le daba un aspecto ideal para esa época de primavera. Rachel se lo puso y se hizo un discreto nudo en la espalda al tiempo que se ponía los zapatos y una diadema del mismo color. Cuando estuvo lista, bajó las escaleras, dónde ya esperaban impacientes sus padres.

-¡Princesita, por fin! ¡Ya iba a subir a buscarte! ¡Tienes que contarme qué tal ayer en el baile! ¿Lo pasasteis bien Sam y tú?

-Sí, papi, fue muy divertido y ganamos la corona.

-¡¿QUÉ? ¡Hiram! ¿Has oído eso? ¡Nuestra estrellita es la nueva reina del baile!

-¿En serio, hija? ¡Enhorabuena!- dijo el otro papá de Rachel, abrazándola- ¿Vas a algún sitio?

-Eh… en realidad venía a comentaros eso…Sam y yo… hemos quedado para comer juntos…

Los dos hombres se miraron entre ellos, sonriendo con complicidad.

-¡Claro, tesoro! ¡Nos parece estupendo! ¡Pasadlo bien!- dijo Leroy, con una sonrisa.

-¡Gracias, papi!

-¡No olvides llegar a casa temprano!

-¡Sí, papá!- le aseguró Rachel, justo en el momento en el que el timbre de la puerta sonó.

Rachel prácticamente corrió hasta quedar junto a la puerta. Una vez allí respiró profundamente para después abrir la puerta y encontrarse a Sam, que la esperaba sonriente y que la contempló en silencio, con un brillo especial en los ojos.

-¿Sammy… va todo bien?

-Estás preciosa… ¡Qué digo! ¡Eres preciosa, Rachel Berry!

La morena no pudo evitar sonrojarse de pies a cabeza, para después sonreírle, mientras tomaba su mano que la llevó hasta su coche. Una vez llegaron al restaurante, los chicos compartieron una agradable comida, disfrutando el uno de la compañía del otro sin dejar de mirarse ni un segundo. Tras pagar la cuenta, Sam llevó a Rachel hacia las afueras de Lima, dónde había un pequeño parque, discreto y tranquilo. Sam extendió una manta sobre el césped y después ayudó a Rachel a sentarse, mientras la morena no perdía de vista el lago que tenían ante ellos.

-Sam… este lugar es precioso… ¿Cómo lo has descubierto?

-De acuerdo, te lo contaré, pero no te rías, ¿vale?

-Lo prometo- dijo Rachel, con una mano en el pecho.

-Pues… verás… resulta que mis padres se criaron aquí y… bueno, mi padre se declaró aquí a mi madre… de modo que… pensé que sería un lugar especial al que traer a la chica que quiero- consiguió explicar él, al tiempo que un intenso rubor comenzó a cubrir todo su rostro.

-Sam, eso es precioso…

Los chicos pasaron toda la tarde tumbados el uno junto al otro, charlando sin parar mientras aprendían cosas nuevas el uno sobre el otro, hasta que se quedaron plácidamente dormidos sobre la manta. Cuando los chicos despertaron, ya comenzaba a anochecer y tuvieron que regresar a toda prisa a casa. Sam aparcó el coche junto a la casa de Rachel a las once en punto, mientras los padres de la morena observaban todo atentamente desde la ventana, con una sonrisa de aprobación en sus rostros.

-Gracias por traerme, Sammy… lo he pasado genial- dijo ella, con un brillo especial en los ojos.

-¡Yo también, Rach!- exclamó él, con una gran sonrisa- ¿Te recojo el lunes a las ocho y media?

-¡Vale! ¡Nos vemos el lunes!

Los chicos se despidieron con un tímido beso en la mejilla al notar que estaban siendo observados y finalmente Rachel entró en casa, pensando que sin duda aquel había sido una de las mejores citas de su vida.

Por fin llegó el lunes y Sam se apresuró a prepararse para recoger a Rachel con el coche en la puerta de su casa. El rubio no cabía en sí de felicidad y su madre lo notaba. Amy se sentía muy feliz por su hijo y estaba convencida de que Rachel era la chica que su hijo necesitaba para olvidar todo el daño que la tal Quinn Fabray le había causado. Tras tomar un rápido desayuno, Sam cogió las llaves que su madre le tendía y prácticamente salió corriendo hacia el coche, ansioso por volver a ver a su preciosa novia. Cuando por fin llegó a su encuentro, lo que vio le dejó prácticamente sin aliento. Allí, sentada en una de las escaleras del porche de su casa esperaba Rachel, con el pelo suelto y sujeto por una diadema y un hermoso conjunto compuesto por una camisa blanca y una minifalda roja. El atuendo se completaba con sus inconfundibles medias blancas que le llegaban hasta la altura de los gemelos y unas sencillas manoletinas del mismo color que la falda. Sam sacudió la cabeza, despejando sus pensamientos al tiempo que la morena se acercaba a él con una sonrisa tímida mientras subía al coche.

-¡Buenos días, Sam!- dijo ella, besando su mejilla, algo nerviosa.

-¡Hola, preciosa!- respondió él, con una sonrisa- ¿preparada para volver al McKinley?

La sonrisa que iluminaba el rostro de la morena desapareció, dando lugar a una mueca de nerviosismo y preocupación.

-No sé, Sam… tengo miedo al qué dirán después de todo lo que ocurrió el viernes…

-No te preocupes, Rach. Todo saldrá bien, te lo prometo.

Dicho esto, el rubio arrancó el coche y de vez en cuando rozaba la mano de su novia y la besaba, infundiéndole ánimos. Los chicos entraron juntos al instituto por la puerta principal y al instante se dieron cuenta de que eran el punto de mira de todas las personas que se cruzaban en su camino. Sam frunció el ceño muy confuso al tiempo que el rostro de Rachel palidecía más y más al tiempo que se acercaban a sus taquillas.

-¡SAM! ¡MIRA!- gritó Rachel, muy asustada, corriendo hacia su taquilla.

El rubio observó perplejo como en la puerta de la taquilla de su novia había pegada una instantánea de los dos el otro día en el baile. La foto no sería un problema si no fuera porque los habían pillado cuando estaban besándose y habían colocado un rótulo con la palabra EXCLUSIVA. Sam comenzó a ayudar a quitar todos los papeles sin darse cuenta de que a lo lejos alguien los observaba con una sonrisa triunfal al tiempo que sostenía una cámara de fotos entre sus manos, para después perderse entre la multitud. Justo cuando terminaron de quitar la última instantánea, la voz de Santana atrajo toda su atención.

-¡Ey, Berry! ¡Por fin te encuentro! ¿Va todo bien?

-Sí… yo…- consiguió decir la morena, entre balbuceos.

-Lo que Quinn te hizo no volverá a repetirse, tienes mi palabra, Berry. Sin embargo, ahora tenemos un asunto más importante entre manos.

-¿A… a qué te refieres?- preguntó Rachel, mirando a Sam sin entender nada.

-¡El próximo partido es en tan sólo dos semanas, Berry! ¡Tenemos que preparar el número para el intermedio! ¿Es que tengo que decírtelo todo?

-¡Oh, el número! ¡Claro, no te preocupes! ¡Ya tengo una canción preparada!

-Bien… así me gusta, recuerda que tenemos a Quinn pisándonos los talones y no podemos cederle ni un centímetro de poder, ¿entendido?

Rachel asintió, algo nerviosa.

-¿Seguro que estás bien? Los dos tenéis un aspecto horrible, ni que hubieseis visto al mismísimo demonio.

Ambos chicos rieron ante su comentario, relajándose un poco.

-Los dos estamos bien, Santana. Gracias.

-Lo que tú digas, Berry. ¡Os veo a los dos en el Glee Club! ¡Adiós parejita!

En cuanto la latina se marchó, Rachel se refugió en los brazos de Sam, temblando de pies a cabeza.

-Tranquila, Rach. Todo se va a arreglar, ya lo verás.

-¿Quién nos ha hecho esto y por qué, Sam? No entiendo nada- dijo ella, con un nudo en la garganta.

-Sea quien sea, pagará por ello, te lo aseguro- le prometió él, con un gesto serio- ¿Vamos a clase?

-Sí, vamos- dijo ella, algo más animada.

Los chicos entrelazaron sus manos y caminaron hacia el laboratorio de ciencias, dónde daban biología a primera hora, sin sospechar que Finn había estado observando la escena con los puños apretados. El moreno había intentado localizar a la morena durante todo el fin de semana, sin éxito alguno. Por más que la llamaba o iba a buscarla, siempre estaba fuera o no podía atenderle. Sin embargo, Finn Hudson no era de los que se rendían fácilmente y ahora más que nunca estaba decidido a luchar por la chica que realmente quería.

Esa misma tarde en la sala de ensayos, todos esperaban impacientes la llegada del Señor Schue. Hoy no sólo se anunciaría quien era la pareja ganadora del concurso de duetos si no que Will les propondría otra tarea para preparar las Nacionales. Sam y Rachel se sentaron juntos, mirándose de reojo al darse cuenta de que todos los observaban, con evidente curiosidad ante lo que pasó días atrás. Finalmente llegó el señor Schuester y se extrañó al ver la silla que había junto a Finn vacía.

-¿Chicos… alguien sabe dónde está Quinn?- preguntó, mirando a Finn a los ojos.

-Señor Schue, Quinn no ha venido hoy a clase. El viernes le dio un ataque de ansiedad y el médico le aconsejó guardar reposo durante varios días…- explicó el moreno, mirando a Rachel de reojo, que parecía algo preocupada.

-Vaya… pues espero que se recupere pronto.

-¡Aquí estoy, Señor Schue!- exclamó la rubia desde la puerta, luciendo una enorme sonrisa- ¿Puedo sentarme?

-Cla… claro, Quinn… ¿Seguro que ya te encuentras bien?

-Sí, señor Schue, no se preocupe- le aseguró ella, con una sonrisa- ¿Puedo decir unas palabras?

-Claro, Quinn- dijo el profesor, situándose junto al piano.

-Ante todo quería pedir disculpas por mi actitud del viernes. Una intensa charla con mi doctor me ha hecho comprender que mi comportamiento fue totalmente inapropiado. Quiero pedir perdón a Rachel por golpearla y hablarle de ese modo. Si algo nos enseña Glee es que todos somos un equipo y yo quiero formar parte de él. ¿Crees que podrás perdonarme?

Rachel miró insegura primero a Finn y finalmente a Sam, que negó suavemente con la cabeza. Rachel respiró profundamente para después levantarse y darle un abrazo a la rubia, que la correspondió al instante.

-No tengo nada que perdonar, Quinn. Tal y como has dicho, somos un equipo y estamos todos en el mismo barco. Ahora sólo debemos pensar en las Nacionales y en ganar a Vocal Adrenaline.

-¡Rachel tiene razón, chicos!- apuntó el señor Schue- ¡Tenemos que estar unidos para poder ser más fuertes! Antes de decidir la tarea de la próxima semana quiero anunciar los ganadores del concurso de duetos. Bien… por mayoría casi absoluta, los ganadores son…. ¡SAM Y RACHEL! ¡FELICIDADES! ¡Vuestra canción será la elegida para las Nacionales!

Sam y Rachel se miraron con una sonrisa al tiempo que Finn no perdía detalle de lo que hacían, cada vez más confuso.

-¡Muy bien! ¡Una vez dicho esto pasemos a la siguiente tarea! Para la próxima semana quiero que preparéis un tema en solitario y otro grupal.

Todo el mundo comenzó a cuchichear sobre la tarea y después el Señor Schue dio por finalizada la clase. Sam sonrió a Rachel y en cuanto la clase terminó no pudo evitar abrazarla en el aire, para después cubrir su rostro de pequeños besitos.

-¡Lo hemos conseguido, Rach! ¡Cantaremos un dueto en los Nacionales! ¡Tú y yo!

Todo el Glee Club se los quedó mirando con la boca abierta, al tiempo que Finn se marchaba corriendo del lugar, con lágrimas en los ojos. Rachel lo vio y no pudo evitar que su corazón se encogiese.

-¿Rach… va todo bien?

-Sam… ¿te importa si voy a hablar con él un momento?- le dijo ella, en un susurro

-No, claro que no. Confío plenamente en ti- dijo él, con una sonrisa.

-Gracias.

Un segundo después, Rachel salió corriendo de la sala de ensayos en busca de Finn. Tras dar un par de vueltas, encontró al moreno apoyado contra su taquilla con una expresión de tristeza en el rostro.

-Finn… ¿te encuentras bien?

El moreno dio un brinco de sorpresa al encontrarla allí y rápidamente se dispuso a secar las lágrimas que ya se habían deslizado por su rostro.

-Sí, Rach, no te preocupes por mí…

-Si es por Quinn, yo…

-Quinn y yo terminamos la noche del baile, Rach- dijo él, muy serio.

-Oh, yo… no sabía nada… lo siento mucho.

-Yo no, era lo que tenía que hacer- resolvió él, encogiéndose de hombros- ¿Por qué no mejor me dices que es lo que hay entre Sam y tú?

-¿Qu… qué?

-He visto cómo te mira…. cómo le miras… ¿Estáis juntos, verdad?

-Finn, yo…

-Por favor, respóndeme- le rogó él, mirándola directamente a los ojos y agarrándola por los brazos.

Rachel bajó la cabeza, incapaz de sostener su mirada, al tiempo que asentía en silencio. El moreno la soltó lentamente para finalmente marcharse sin decir una palabra. Rachel se apoyó contra la taquilla, luchando contra los sollozos que se agolpaban contra su garganta. ¿Por qué Finn no podía simplemente dejarla seguir con su vida? ¿Por qué sentía que una parte de su corazón siempre iba a pertenecerle a él? Sus pensamientos fueron interrumpidos por un carraspeo, que la llevó de vuelta a la realidad.

-¿Qué quieres?- preguntó ella con desconfianza, al ver quién era esa persona.

-¡Hola, Rachel! ¡Espero que te haya gustado mi nueva colección de fotografías! ¡La llamaré Evanberry o simplemente Samchel! ¡Tú eliges!

-¡Has sido tú!- le espetó ella, echando chispas por los ojos- ¿¡Cómo has podido, Jacob!

-¡Lo siento, Rachel! ¡No podía resistirme a una noticia tan tentadora!- dijo él, devorándola con la mirada.

-¡Eres repugnante! ¡Tu conducta es deplorable!

-Tarde o temprano me lo agradecerás, Rachel. Te estoy ayudando a ser la chica más popular del instituto. Ahora quiero un beso como agradecimiento.

-¡JAMÁS! ¡Quiero que borres todas esas fotos y que nos dejes a Sam y a mí en paz!

-¡Eso lo veremos! ¡Tengo más fotos y pienso publicarlas en mi blog! ¡En una semana todo el mundo sabrá que Evans y tú estáis liados! ¡Suerte, Berry!

Jacob se marchó corriendo justo en el momento en el que Sam apareció por el otro lado del pasillo.

-¡Rach! ¿Dónde estabas? Te he estado…

El rubio no pudo decir más, ya que la morena se arrojó a sus brazos, abrazándole con fuerza.

-Ey… ¿Va todo bien? ¿Finn te ha hecho daño?

-¡No, no! Todo está bien, no te preocupes- mintió ella- ¿Te apetece ir a mi casa para buscar algún tema para nuestros solos?

-¡Claro! ¡Vamos!

Tan sólo una semana después, la relación de Sam y Rachel ya era oficial y no había nadie en el instituto que no lo supiera o hubiese oído hablar de ello. Los chicos se disculparon ante el Glee Club por no decir nada, pero creían que era lo mejor para su relación y para el equipo. Todos los felicitaron menos Finn, que permaneció sentado con un gesto serio y pensativo. Finalmente el Señor Schuester entró al auditorio y anunció que daba comienzo el concurso de solos. Uno por uno, los chicos fueron interpretando sus canciones hasta que llegó el turno de Sam, que subió al escenario con una sonrisa.

-Esta canción se la dedico a la mujer más hermosa del mundo… mi novia Rachel Barbra Berry. Te quiero, princesa.

Rachel le sonrió muy ruborizada mientras todas las chicas suspiraban, al tiempo que las primeras notas de When you look me in the eyes de los Jonas Brothers comenzaban a sonar.

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Cuando la canción terminó, todos comenzaron a aplaudir entusiasmados, al tiempo que Rachel se abalanzó sobre su novio, recibiéndole con un beso, mientras que Finn se dirigía hacia el escenario con paso seguro, para interpretar su solo.

-Señor, Schue… ¿Puedo empezar ya?- preguntó el moreno, sin dejar de mirar a Rachel, que ya se había sentado junto a Sam y se sentía algo incómoda con su escrutinio.

-¡Claro, Finn! ¡Cuando quieras!

-Bueno, yo… creo que esta canción es la que mejor describe mis sentimientos ahora mismo, así que por eso la he escogido…

-¡Perfecto, Finn! ¡Te escuchamos!

La melodía de I don´t wanna miss a thing de Aerosmith comenzó a sonar mientras Finn se situó en el centro del auditorio, fijando su mirada en Rach que comenzó a ponerse cada vez más nerviosa.

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Prácticamente todo el Glee Club se puso en pie para aplaudirle, mientras que el moreno seguía con su vista clavada en Rachel, que le miraba con los ojos llenos de lágrimas y que finalmente se levantó para interpretar su solo, que sería la última actuación de la tarde. Cuando los chicos se encontraron, Finn le pasó el micrófono y ambos sintieron una descarga eléctrica con el simple roce de sus dedos. Rachel le dio las gracias y finalmente se situó frente al micrófono, sin saber qué decir.

-Cuando quieras, Rachel.

La morena fijó la vista en su novio, que tenía el ceño fruncido y parecía realmente disgustado. Rachel le sonrió como pudo y comprobó como su expresión se relajaba dejando ver una pequeña sonrisa, que la animó a continuar.

-Bueno, yo… como sabéis mi pasión son los musicales, así que interpretaré la canción más difícil de mi musical preferido, Funny Girl.

-¡Maravilloso, Rachel! ¡Adelante!

La música comenzó a sonar y Rachel fijó su vista en Sam, que le sonrió, dándole ánimos para continuar.

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Al terminar la canción, una lágrima se deslizó por la mejilla de Rachel. Sam se levantó para consolar a su novia. Pero en cuanto ésta fijó sus ojos en Finn, salió corriendo del lugar, ante la atónita mirada de todos.

-¡Rachel! Pero… ¿Alguien sabe qué le ocurre?- preguntó Will, muy preocupado, sin entender nada.

-Yo iré a ver qué le ocurre- dijo Sam, inquieto.

-¡No! ¡Voy yo, señor Schue!- exclamó Finn, saliendo disparado del auditorio.

Antes de que Sam pudiese protestar, Finn ya había llegado a la sala de ensayos, dónde encontró a Rachel llorando desconsoladamente en una esquina.

-Rachel… ¿estás bien?

-¿Qu… qué haces aquí? ¡Márchate, Finn! ¡Quiero estar sola!- dijo ella, abrazando sus rodillas.

-¡No pienso moverme de aquí, Rach! ¡Menos después de lo que ha pasado allí dentro!

La morena se levantó, poniendo las manos sobre sus caderas.

-¿Qué es lo que ha pasado si se puede saber?

-¡Rach, lo has sentido igual que yo! ¡Todavía sientes algo por mí tal y como yo me muero por estar contigo!

Rachel abrió la boca para decir algo, pero algo en lo más profundo de su corazón se lo impedía.

-Escúchame, Finn. Esto, lo que hubo entre nosotros, se ha terminado. No quiero que vuelvas a acercarte a mí si no es para algo relacionado con Glee.

-¿Qu… qué? Pero…

-Tú me enseñaste que la confianza es vital en una pareja. Yo te traicioné con Puck y ese fue mi gran error. Si engañase a Sam contigo, jamás me lo perdonaría. Yo le quiero, Finn, le quiero y le respeto y jamás haría nada que pudiera causarle dolor. Lo siento pero creo que es mejor que te vayas.

-No sabes lo que estás diciendo… ¡Sabes perfectamente que todavía me quieres! ¡Que todo esto es real! ¡He dejado a Quinn! ¡Metí vuestros nombres como candidatos al rey y reina del baile para que ganaseis! ¡Hasta desafiné en mi dueto por ti! ¿Qué más puedo hacer para demostrarte cuánto me importas?

-¿Qué tú hiciste…? ¡Da lo mismo, Finn! Si me quieres, tienes que dejarme ir. Ahora necesito una oportunidad para mí. Si respetas eso, podré creerte.

-Muy bien, me iré si es lo que quieres. Pero aunque todos penséis que soy un idiota os demostraré que no es así. Lo que ha pasado antes me ha demostrado que todavía tengo una oportunidad y pienso estar ahí luchando por ti hasta el final. No pienso rendirme, Rachel. Nunca lo haré. Siempre te esperaré, Rach, siempre.

Finn besó su mejilla en silencio y finalmente se marchó, sin advertir que alguien los había estado observando, mientras Rachel contenía las inmensas ganas que tenía de llorar. Cuando la morena se quedó completamente sola en la sala, se acercó al piano y las notas de Jar of hearts comenzaron a fluir por sus dedos, al tiempo que comenzaba a cantar con los ojos cerrados, con todo su corazón.

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Una semana después, Rachel esperaba al lado de Santana la señal de la entrenadora para entrar al campo dónde se disputaría uno de los partidos clave de la temporada. Aquella sería la primera representación del grupo con Rachel de capitana y la morena no podía evitar ponerse cada vez más nerviosa. A pesar de que había contado con el apoyo de Santana y de Quinn, Rachel todavía desconfiaba de las intenciones de la rubia, que cada día volvía a estar más cerca de Sam. Ahí estaba su segundo problema, desde aquella huída repentina del auditorio, Sam no había dejado de acosarla con preguntas sobre Finn, que ella no deseaba ni estaba preparada para responder. Finalmente ambos habían llegado a un pacto de confianza y parecía que todo se había solucionado entre ellos, a pesar de que la morena sentía los ojos de Finn clavados en ella y no podía evitar que su estómago se retorciese cada vez que sus miradas se encontraban.

-¡Berry! ¡Planeta Tierra llamando a Rachel Berry!- gritó Santana, zarandeando el brazo de Rachel, para atraer su atención.

-¡Santana! ¡Qué susto! ¿Qué ocurre?

-¡Te llevo hablando más de dos minutos y no me contestas! ¡Eso no es propio de ti debido a tu incontinencia verbal! ¿Qué es lo que te pasa?

-Yo… es que… ¡estoy preocupada por Glee, nada más!- mintió Rachel, con una sonrisa débil.

-¿Qué pasa con Glee?- quiso saber Santana, que estaba obsesionada con ganar las Nacionales a toda costa.

-Eh… es que… ¡Sin Kurt no tendremos ninguna posibilidad! ¡Sí, eso!- dijo ella, algo más aliviada al ver el gesto pensativo de la latina, que parecía haberse creído su respuesta.

-Mmm… tienes razón, Berry- Lauren tiene su puesto, pero necesitamos a Kurt para tener más potencia vocal…

-Sí, pero con Karofsky en el instituto…

-Tranquila, déjame eso a mí- dijo Santana, con una sonrisa traviesa.

-Pero…

-¡A tu puesto, Berry! ¡Todas listas! ¡Salimos en cinco minutos!

Mientras tanto en los vestuarios del equipo, la tensión era palpable en el ambiente a kilómetros de distancia. Sam y Finn no se dirigían la palabra desde que el moreno fuera tras Rachel en el concurso de solos y si por algún casual se veían obligados a intercambiar alguna palabra se limitaban a decir sí, no, hola y adiós. Puck se mantenía al lado de Finn en todo momento mientras que Mike y Artie hacían lo propio con Sam, para evitar que la cosa se complicase más todavía. Aquel partido era fundamental para asegurarse un puesto en la final y ahora más que nunca debían de comportarse como un equipo. Los chicos terminaban de ponerse sus uniformes cuando Finn le pasó algo a Mike con tan mala fortuna que fue a parar a manos de Sam.

-¡A ver si apuntas mejor para la próxima, Hudson!- le dijo el rubio, en un tono seco.

-¡Perdona, Evans! ¡No sabía que eras tan sensible!- se burló Finn, rolando los ojos.

-¡Déjame en paz, Finn! ¡No me busques o me encontrarás!- le advirtió Sam, con los puños apretados.

-¿Y qué? ¿Qué vas a hacerme? ¿Me vas a pegar Sam? ¡Lo que realmente te molesta es que tu novia no esté segura de sus sentimientos! ¡Lo que realmente te fastidia es que también me quiera a mí!

-¡CÁLLATE!

De un momento a otro, Sam se había abalanzado sobre Finn al tiempo que los chicos se ponían en medio para detener la pelea en el mismo instante en el que Beiste aparecía.

-¿Qué demonios está pasando aquí?

-No es nada, entrenadora. Nosotros nos ocupamos- le aseguró Puck, que sujetaba a Finn como podía.

-¡No quiero que nadie se desconcentre! ¡Tenemos que ganar este partido o seremos el hazme reír del instituto! ¿Lo habéis entendido? ¡A jugar!

Todos se marcharon hacia el campo y antes de salir, Sam llevó a Finn hacia uno de los laterales.

-Voy a jugar este partido porque quiero ganar y no te hago nada porque sé que eso disgustaría a Rachel. Me da igual lo que digas, ella está conmigo y me quiere. Tú la cagaste y lo has perdido todo, así que ahora déjala en paz o te las verás conmigo.

Dicho esto, el rubio soltó a Finn, entrando por fin al campo, dónde Rachel se acercó a saludarlo ante la atenta mirada de Finn, que no pudo evitar patear una de las sillas que había a su alrededor.

-Mucha suerte, Sam- le dijo Rachel, abrazándose a él.

-¡Gracias, princesa! ¡Luego te veo!

Sam se levantó ligeramente el casco y le dio a su novia un rápido beso en los labios. Unos segundos después, el partido comenzó y las cosas estaban muy igualadas. Finn hacía un buen trabajo como quarterback y los chicos seguían como podían sus estrategias, pero el equipo contrario tenía muy buenos bloqueadores y al final del tercer cuarto ambos equipos empataban a puntos. Justo entonces, las animadoras salieron al centro de pista, a realizar el número que habían preparado para animar al equipo.

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Sam observó embobado todos y cada uno de los movimientos de su novia sobre el campo. La morena se veía preciosa con su uniforme de animadora y Sam deseaba que el árbitro diese el partido por terminado para poder tenerla entre sus brazos y abrazarla. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció al ver cómo Finn la contemplaba. El moreno también parecía hipnotizado con sus movimientos y Sam apenas pudo contenerse las ganas de golpearle en todo el estómago. Cuando la canción terminó, todos volvieron a ocupar sus posiciones. Tras tres intentos, Finn logró un touchdown que les dio los últimos puntos justo un segundo antes de que el árbitro pitara el final del partido. Todos los compañeros fueron a abrazar a Finn excepto Sam, que se dirigía junto a Rach, cuando algo le dio en la espalda. Sam se giró, para encontrarse a Finn, que se había quitado el casco y le había dado "sin querer". Sam no se lo pensó dos veces y se abalanzó sobre él, asestándole un puñetazo en la mejilla mientras el moreno le devolvía también los golpes. Rachel en cuanto se dio cuenta de lo que estaba pasando, salió corriendo en su dirección, pidiéndoles que parasen.

-¡Sam! ¡Suéltale! ¡Finn, ya basta!

La gente empezó a hacer un corrillo alrededor y la morena era incapaz de hacer nada. De repente, se oyó un golpe seco y todos comenzaron a dispersarse en silencio, permitiendo a Rachel ver lo que había pasado.

-¡SAM! ¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!

¿Qué le ha pasado a Sam? ¿Conseguirá Santana que Kurt vuelva al McKinley? ¿Qué pasará con el triángulo Sam/Rachel/Finn? ¡Todo esto y más en próximos capítulos!