Disclaimer: FullMetal Alchemist pertenece a Hiromu Arakawa; Crepúsculo pertenece a Stephanie Meyer; Drácula pertenece a Bram Stoker. Esto fue escrito sin fines de lucro.


CREPÚSCULO

Capítulo único

Desde hacía unas semanas en la casa Rockbell ya no se escuchaba más que "¡Edward!", seguido de un suspiro enamorado de Winry, claro que, de vez en cuando, también le agregaba frases como "yo también te amo", "soy una oveja enamorada de un león" o "tú también eres mi otra mitad".

Al principio de este suceso, el ex alquimista de acero saltaba asustado y se ponía más colorado que un pimiento, pero luego descubrió que ese "Edward" no le correspondía a él, sino a un personaje de ficción ridículamente parecido a él pero en versión pirata. Esto último lo sabía no porque hubiera leído los libros (que tenían por nombre "Saga Crepúsculo"), sino porque un día Winry se había sentado frente suyo a observarlo detenidamente para luego a establecer paralelismos entre él y eso (no podía llamarlo "ese" si ni siquiera existía).

Con el tiempo, Edward comenzó a tornarse más y más molesto respecto al asunto. Le irritaba que Winry clamara su nombre a los cuatro vientos sin dirigirse a nadie en particular y que, encima, le profesara amor eterno. La realidad era que Edward estaba celoso nada más y nada menos que de un vampiro que él aseguraba, era homosexual.

Su paciencia pasó el límite cuando, una noche mientras cenaban, la rubia comenzó a parlotear sobre lo feliz que sería su vida si se casaba con un vampiro.

—Lo único malo —decía la mecánica—, es que va a estar al pendiente todo el tiempo de no matarme. Así que nunca recibiré un beso decente.

—¿Quieres parar ya, Winry? —espetó Edward—. Los vampiros ni siquiera son una especie que exista.

—¿Qué me dices de Drácula? —rebatió ofendida. Siempre que le decían que los seres de sus preciados libros no existían, perdía la cordura.

—También es un invento, pero si quieres creer en algo que te drena la sangre mejor considera al Chupacabras. Por lo menos él no querría comerte a cada momento.

Winry le puso su mejor cara de odio y decidió continuar con la discusión, esta vez usando su arma secreta.

—¡Al! ¡Dile a tu hermano que deje de ser un bruto insensible!

Alphonse casi se atraganta con su comida. Él no quería estar en esa discusión y aunque pareciera que su paciencia y tolerancia eran infinitas, la verdad era que también ya estaba bastante harto de escuchar palabras como Forks, Bella, vampiro y hombres lobo en todas partes, así que, consciente de que su amiga de la infancia podría odiarlo por años, se lanzó en defensa de su hermano.

—Pero Edward tiene razón, Winry —dijo con la voz más amable que tenía—. Los vampiros no son reales.

La aludida (que estaba segura que el Elric menor la apoyaría) lanzó un grito escandalizado y comenzó a insultar a los hermanos a diestra y siniestra, importándole un pepino que Pinako la estuviera regañando para que se callara.

—¡Lo que pasa es que tienen envidia porque ustedes no pueden hacer lo que él hace! —chilló.

Y así, sin una gota más de paciencia, Edward se levantó violentamente y golpeó la mesa con sus palmas; todo esto mientras miraba a Winry con un brillo psicópata en sus irises dorados.

—El día en que tu Edward pueda hacer esto —escupió con desdén— voy a tenerle envidia —acto seguido la besó salvajemente, sin resistencia de Winry y bajo la mirada sorprendida de su hermano y la abuela. Luego salió tranquilamente del lugar dejando a todos en estado catatónico.

Sobra decir que Winry jamás volvió a sacar el tema de Crepúsculo frente a Edward.


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Última Edición: 04/01/2013

Con agradecimientos especiales a doshi-san.