Bueno queridos, aquí llega el último capítulo. Otro fic concluido. ^_^ ¡Yay! Estoy orgullosa de mí misma. Escribí todo el capítulo en tres o cuatro horas, que no sé si eso es rápido o no, pero para mí sí que lo es, ya que soy bastante lenta y me pierdo a cada minuto.
Y nada, como siempre dar un enorme gracias a todos los que me han apoyado durante todo el fic. ^_^ ¡Sin vosotros no sería lo mismo!
Y ahora el capítulo…
Capítulo 3: Más que padre e hijo
Me desperté con el mayor dolor de cabeza que recordaba. No sabía exactamente que había hecho la noche anterior, pero estaba seguro que involucraba haber bebido toneladas de alcohol. Me moví hacia un lado para que mi espalda tocara la cama y al recostarme noté un pinchazo en mi trasero. Abrí con dificultad los ojos fijando mi mirada en el techo, estaba destrozado y sólo quería acurrucarme y volver a dormir. Entonces fue cuando me percaté de que aquella habitación no era la mía.
Me levanté un poco para averiguar dónde estaba y fue cuando le vi, a mi lado, con la boca ligeramente abierta y estrangulando uno de los esponjosos cojines contra él. El pánico me invadió. ¿Qué hacía en la misma cama que mi hijo y encima desnudo?
Me levanté corriendo de la cama sin mirar de nuevo a la figura que dormía en ella. Cuando mis pies tocaron tierra y me levanté no pude sostenerme y me caí al suelo. El extraño dolor en mi trasero ya no era tan extraño en absoluto, pero intentaba negarme a mí mismo lo que era la explicación más obvia. Me intenté levantar con impulso pero no lo logré nada hasta que unas manos me ayudaron a levantarme.
"¿Estás bien?" Oí decir a mi hijo tras de mí.
"Sí." Mi respuesta fue prácticamente un murmullo, y por si no fuera poco, la vergüenza había hecho que mi cara enrojeciera a un tono comparable al cabello de Ron.
"¿Seguro?" Dijo sin soltarme todavía.
No respondí, tan sólo me zafé de su agarre y me moví separándome de él. Ahora que estaba despierto sabía que las cosas no serían tan sencillas.
Me giré a encararle. Era Harry Potter por el amor de Dios, no creía que huir estuviera en mi vocabulario, y entonces fue cuando me percaté que nuestro estado de desnudez no había cambiado. Rápidamente cogí una camisa de Al que estaba sobre la silla y me la puse. Mi hijo era mucho más alto y fornido que yo, por eso la camisa me tapaba lo suficiente como para que no me volviera a ruborizar.
Al encarar de nuevo a mi hijo me di cuenta de que se había colocada la sabana alrededor y tapaba desde su cintura hasta sus pies. Su mirada estaba fija en mí, observándome sin siquiera pestañear.
"Yo…yo…" No sabía que decir, no sabía que preguntar, no sabía ni siquiera cómo explicar el hecho de que esto hubiera pasado. ¿Acaso estaba tan desesperado que había decidido aprovecharme de mi propio hijo? Sabía que no era esa clase de persona, pero recordaba algunos momentos de ayer; Como las palabras susurradas de Albus me encogían el corazón y me llenaban de algo cálido o cómo sus envestidas y su pasión me aceleraban el pulso y me proporcionaba un placer que en mucho tiempo no había sentido. Y eso era lo que más me preocupaba, si lo que recordaba era cierto, lo noche anterior había disfrutado más de lo que me gustaría admitir.
"Padre no entres en pánico." Las palabras de Al me sacaron de mi mundo. Sus manos se posaron en mis brazos y antes de que pudiera apartarme toda su presencia me envolvía atrapándome en un abrazo afectuoso.
Estuvimos varios segundos así, antes de que él volviera a hablar. "Aún estás temblando." Susurró muy cerca de mi oreja. Sabía que estaba nervioso, un poco confuso y demasiado trastornado como para tratar de apartarme de él. Mi mente vagaba aún por las imágenes de la noche anterior hechizándome con su presencia en mi cabeza.
"No pasa nada. No ha ocurrido nada que ambos no quisiéramos." Explicaba mi hijo aun abrazándome con fuerza. "Tan sólo estábamos haciéndonos sentir bien el uno al otro, no hay nada de lo que arrepentirse." Quería contestar, decirle que eso no era así, que un padre decente nunca habría tenido que tener esta conversación, pero continué callado.
Al continuo hablando durante unos minutos, diciéndome que no pasaba nada, que estaban cuidando el uno del otro, pero en cuando salí del shock inicial me separé suavemente de él. Nuestras miradas se cruzaran y no pude evitar bajar la mía en vergüenza. ¿Cómo podía pensar Albus que todo estaba bien? ¡Nada estaba bien!
"Al, lo siento tanto. No sé qué pasó, yo… yo no debería…" Mi escusas no eran suficientes como para que la culpa que me invadía disminuyera lo más mínimo.
"Ya te he dicho que no tienes que pedirme disculpas por nada. Yo quería que pasara." Me cortó efusivamente mi hijo. "No hemos hecho nada malo."
"¿Cómo puedes decir eso?" Exclamé un poco enfadado. "He permitido que esto ocurriera. ¡Al, soy tu padre! Debería cuidarte, no aprovecharme de…"
"No te has aprovechado de mí." Dijo también exaltado. "Si fuera el caso, yo soy el que me habría aprovechado."
"No es lo mismo, soy tu padre." Chillé nervioso.
"Y yo tu hijo, y tú estabas borracho. ¿Cómo puedes culparte cuando te estoy diciendo que quería que pasara?" Mi hijo parecía fuera de sí, nunca le había visto tan tozudo con nada.
Le miré durante unos segundos evaluándole, pensando en que sería de nuestra relación ahora que esto había ocurrido.
"¿Entonces no disfrutaste anoche?" La frase hizo que le mirara con la boca abierta de la sorpresa.
"¿Qué?" Exclamé.
"Sé que disfrutaste. Y yo también. ¿Por qué alguno de los dos tendría que disculparse?"
"Al, no es tan sencillo." Dije intentando calmarme.
"Sí, sí que lo es." Respondió mirándome fijamente. "Es tan fácil como que ambos podemos disfrutar de ello. ¿Por qué dejarlo aquí?"
La pregunta me dejó petrificado. "Acaso estás sugiriendo qué…"
"Sí, lo estoy sugiriendo." Lo dijo tan seriamente que no pude ni responder.
"Estás loco." Comenté volviendo en mí.
"¿Por qué? ¿Por querer hacer sentir bien a una persona que quiero y admiro al mismo tiempo que yo también disfruto? ¿O sería más lógico hacer como Scorp y tirarme a todo extraño que se me pase por delante?" Su mirada apasionada me impactó.
"Yo no he dicho eso." Me defendí. "Pero Al, soy tu padre. ¿Qué no lo comprendes?"
"Claro que sí, pero no veo el por qué no podríamos llevar esto adelante. Sólo será sexo."
"No puedes estar hablando en serio." Mi mirada incrédula le hizo ponerse a la defensiva.
"¿Y por qué no? Te he dado mis razones. Hago que te sientas bien." Mientras lo decía su mano iba bajando por mi brazo acariciándolo con suavidad. "Y al mismo tiempo yo también disfruto." Ahora sus labios se posaban sobre mi cuello depositando un pequeño beso. No pude evitar tensarme ante el contacto de su boca contra mi piel, ligeramente húmeda y caliente. "¿No es mejor que lo haga contigo que con cualquier extraño?" Su mano había dejado de acariciarme para posarse en mi barbilla y elevarme el rostro para que nuestras miradas se encontraran. "No es mejor que te haga sentir bien a ti, que a otro por el cuál no sienta absolutamente nada." Pasó un largo rato antes de que alguno de los dos hiciera el más mínimo movimiento, pero al final Al lo rompió acercándose y chocando su labios contra los míos.
El beso empezó en algo repentino y suave, pero en breves instantes se tornó salvaje y fogoso. Había intentado no dar el mismo ardor que estaba recibiendo, pero era imposible cuando aquel ser ante mí te besaba de ese modo. No sé si eran esos labios carnosos y suculentos, o si era tan solo el empuje salvaje e indomable con el que te atrapaba, pero había algo que hacía imposible rechazar a Albus, y eso era lo que me mantenía allí, de pie, besando sin control a mi propio hijo.
Tres meses después…
Habían pasado muchas cosas desde aquella noche donde Al, Scorpius y yo habíamos ido al 'Madness'. A pesar del tiempo que había transcurrido aún me sentía avergonzado de la clase de relación que tenía con mi propio hijo. Al había sido una fuerza imparable durante estos tres meses, acechándome a cada esquina, poseyendo todo de mí hasta dejarme sin nada con lo que resguardarme de su pasión. A veces pensaba que todo esto había dejado de ser sólo sexo para convertirse en algo diferente, y eso me causaba terror. Pero desde que accedía a tener esta extraña relación con él no había podido evitar complacerle en todo lo que me pedía, en todo lo que le gustaba, en todo lo que deseaba hacer.
El sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos.
"Pasa." Dije sin siquiera mirar a la puerta.
"Jefe, tengo el informe sobre el caso del robo del otro día." La voz de Scorpius hizo que elevara mi cabeza a mirarle.
"Déjalo en mi mesa." Volví mi atención de nuevo a lo que estaba leyendo.
"Veo que estás estresado por lo de Rippley." Elevé mi mirada otra vez para fijarla en el muchacho frente a mí.
"No es eso, es simplemente que mi vida se está complicando por momentos." Dije un poco aflijido.
"No es su culpa que Rippley sea un estúpido. ¿A quién se le ocurre atacar a un mortífago por el simple hecho de que llevara la varita en la mano?" Comentó el rubio frente a mí.
"Lo peor es que además de que no tenía motivos, los del departamento de evaluaciones han descubierto que podría tener motivos personales para querer atacarle." Odiaba que estas cosas ocurrieran y más si se trataba de un auror a mi cargo. Éramos lo buenos, éramos los que defendían la verdad y el bien, no los que se dedicaban a impartir justicia sin pruebas ni juicio.
"No le des más vueltas, al final ya verás como el estúpido de Rippley recibe lo que se merece. No vale la pena pensar en ello."
"Cambiando de tema. Me dijo Al que el otro día fuisteis a celebrar el enorme éxito que ha tenido su artículo en 'Pociones hoy'." Estaba orgulloso de mi hijo y eso se me notaba con solo hablar de él.
"Sí, fuimos a celebrarlo al restaurante nuevo de la calle Grafton con Goyle, Marie y Magda." Había conocido a la mayoría de los amigos de Al, incluso a Marie quien salía con Goyle desde hacía años.
"¿Magda?" Pregunté con curiosidad, nunca había oído hablar de ella.
"Sí, la novia de Al." En cuanto salieron las palabras vi la expresión en el rostro de Scorpius. Si algo había aprendido al ser auror era a detectar cuando alguien había metido la pata y estaba seguro que Scorpius no quería haber sido él quien me dijera eso.
"¿Al tiene novia?" Dije sin poder evitar mi desconcierto. Intenté ignorar las punzadas que me atravesaban el corazón ante tal revelación, mi hijo no me había dicho nada en absoluto.
"Sí. Yo… No creo que sea yo el correcto para decírtelo. Al me hizo prometerle que no te lo diría hasta que su relación fuera más seria." Ante su explicación asentí intentando no mostrar la turbación que esta revelación me provocaba.
"No te preocupes, no le diré nada." Mis palabras sonaron firmes e indiferentes, pero aunque quisiera alegrarme de la noticia, no entendía por qué no podía. "Debo terminar el trabajo." El muchacho entendió mis palabras, asintió, y salió rápidamente del lugar.
Con un breve movimiento de varita cerré la puerta y miré fijamente por la ventana. Hacía un día hermoso, el sol brillaba con fuerza, los niños correteaban en el parque de enfrente, todos parecían tan felices. Por qué entonces me sentía de repente tan miserable.
"Ya era hora de que llegaras." Me dijo Al acercándose y dándome un breve beso en los labios.
"Ha sido un día duro." Dije sin poder mirarle a los ojos aún.
Me había pasado todo el santo día sopesando que significaba todo esto. Al tenía novia, por tanto entre nosotros todo tenía que volver a la normalidad.
Recordaba con exactitud las palabras de Al: "Yo no tengo a nadie con quien quiera estar y tú tampoco… ¿Por qué no darle un oportunidad a esto? Si alguno de los dos encuentra alguien podemos volver a estar como antes." Esas palabras me habían convencido. Me gustaba pasar tiempo con mi hijo y me gustaban mucha de las cosas que me hacía. ¿Por qué entonces no podíamos disfrutar el uno del otro mientras no hubiera nadie que importara por el medio? Y ahora Al tenía novia, así que lo correcto era romper el trato y volver a la normalidad.
A pesar de todo, no podía descubrirle a mi hijo que lo sabía y menos que me lo había dicho Scorpius. Sabía que Al querría decírmelo cuando estuviera preparado y tampoco deseaba que se enfadara con su mejor amigo por un desliz tonto.
"¿Podemos hablar?" Dije al fin reuniendo todo el valor que tenía.
"Claro. ¿De qué?" El chico estaba sentado en el sofá mirándome con curiosidad mientras se comía un donut relleno de chocolate. No pude evitar que una ola de afecto me recorriera de la cabeza a los pies ante la dulce imagen frente a mí.
"Bueno, es sobre nosotros, sobre… bueno, ya sabes." Al asintió y yo continué. "¿Te acuerdas que dijimos que dejaríamos esto cuando encontráramos a alguien con el que quisiéramos entrar en una relación?" Observé como mi hijo bajaba la mano con el donut apoyándola en su pierna y mirándome con una mezcla de sorpresa y confusión. "Pues he decidido darle la oportunidad a alguien." La frase no causó el efecto que había simulado. Pensaba que Al me sonreiría e inmediatamente me confesaría que él también había encontrado a una persona especial. No es que quisiera oírlo de sus labios, pero sabía que como su padre, era mi deber estar ahí y apoyarle. Pero no, el efecto fue otro. Al estaba estático mirándome fijamente de una manera que me asustó.
"¿Quién?" Le oí decir friamente. Su voz sonaba un poco enfadada y me molestó que se comportara así cuando el mismo estaba ocultándome su relación con otra persona.
"Es Julia, la secretaria de Dereck." Mientras hablaba me continuaba mirando con un tinte sádico que me causaba escalofríos.
"Muy bien." Dijo impasiblemente, levantándose del asiento y saliendo de la habitación.
¿Qué le pasaba a mi hijo? Le miré huir de aquella sala sin siquiera volver a mirarme. No sabía que es lo que había ocurrido pero lo que sí que sabía era que mi reacción si la situación hubiera sido al revés no hubiera sido tan indiferente.
"Al joder, concéntrate." Oí que decía Scorpius a mi lado.
Aún tenía las palabras de mi padre clavadas en la mente, deambulando una y otra vez e infectándome con su presencia: 'He decidido darle la oportunidad a alguien.'
"Aaaaargh…" Grité cabreado cogiendo el vaso de precipitación más cercano y estampándolo contra la pared. No dejé de mirar al frente temblando aún del enfado.
"Veo que hoy no estamos de humor." La estúpida voz de mi mejor amigo me sacó por completo de mis casillas.
"Déjame en paz de una jodida vez, Scorpius." Grité con rabia alejándome del banco donde estábamos haciendo la poción.
"Tranquila fiera, que yo no te he hecho nada."
Sabía que estaba montando una escena, y que todo acabaría con Scorpius averiguando la verdad, pero no me importaba. Lo único que me importaba ahora era que mi padre volviera a ser mío, sólo mío. No quería a ninguna Julia, ni a nadie con dos piernas cerca de él, tocándole, besándole, follán….
"Merlín." Susurré intentando borrar la imagen de mi mente. No quería ni pensar en la posibilidad de alguien más poseyéndole del mismo modo que yo le había poseído.
"¿Pero qué te pasa Al?" La voz preocupada del rubio a mi espalda hizo que me girara.
"Nada." Respondí fríamente.
"¿Siempre tiene que costarme tanto sacarte una respuesta?"
No quería mirarle, sabía que si seguía insistiendo acabaría desembuchando todos mis secretos. Aún no sabía cómo, pero Scorpius no se había enterado de la relación entre mi padre y yo, a lo que agradecía a todos los dioses por ello. Me había costado lo mío, como también me había costado que nadie le contara nada al respecto de Marga a Harry. Aún no sabía qué hacer con ella, no quería herirla, pero estaba claro quién era más importante para mí, mucho más importante para mí. Sólo era cuestión de tiempo que encontrara una razón convincente para acabar nuestra relación, pero ahora ya no valdría de nada, Harry me había dejado.
Quería llorar, quería gritar, quería… quería que volviera a ser mío. Inocente de mí, había pensado que mi padre se sentía como yo, que no todo era tan sólo sexo sin sentido, sino un sentimiento mucho más fuerte, amor. Era consciente que él me quería, pero no me conformaba con ese tipo de querer, el querer de un padre, necesitaba algo más, deseaba todo lo que me pudiera dar.
"Al." La mano de Scorpius en mi hombro hizo que saliera de mi mundo.
"No pasa nada." Dije de nuevo monótonamente.
"Cuéntamelo, sabes que te sentirás mejor." Le miré pensativo durante unos segundos y al final desistí.
"Mi padre ha decidido salir con una mujer de su trabajo, una tal Julia Bennett." Confesé.
"Es guapa." Le oí susurrar para sí mismo. "Bueno, ¿Y cuál es el problema? Creo que le sentará bien salir con alguien."
"Nadie ha preguntado tu opinión." Le dije más duramente de la que quería.
"Ya vuelve el hijo celoso. No tienes cinco años y tu padre es una adulto que puede hacer lo que quiera. Tienes que aceptarlo de una vez." Comentó el rubio ante mí.
"No quiero aceptarlo. Él es mío y yo puedo darle todo lo que necesita, no tiene porqué salir con otras personas." Sonaba a pataleta pero que podía hacer.
"Ahora hablas como un amante en vez de un hijo." Al principio me miró con diversión, para que luego su rostro pasara a completa sorpresa. "¿Qué has hecho?" Preguntó con sospecha.
"Yo… yo…" Lo había descubierto. Scorpius sabía exactamente lo que había hecho e incluso él me miraba desaprobadoramente.
"Al, sé cómo es Harry y él no puede haber iniciado esto."
"Eso no importa. Él era mío y ahora lo he perdido. No sé cómo, pensaba que las cosas iban bien… yo… no le entiendo." Dije al fin mirándole desesperado.
Segundos después elevé la vista fijándola en mi mejor amigo que me miraba pensativo. Y de pronto pareció caer en algo.
"Albus, ¿Harry no sabía lo de Magda, verdad?" Preguntó el Slytherin.
No pude evitar mirarle con rabia. "¿Qué le has contado a mi padre Scorpius?"
Habían pasado dos días desde mi conversación con Scorpius y por lo menos ya había sacado en claro porqué Harry me había dejado tan repentinamente. Y aún peor, no se lo podía reprochar. La culpa era mía por no haber sacado valor y haber roto con Magda hasta esta misma tarde.
La verdad es que ella no se había sorprendido demasiado. Citando sus propias palabras 'mi corazón nunca había estado en esa relación' y no podía evitar estar de acuerdo
Volví a casa cansado de un día en el laboratorio y de una tarde horrible con Magda para encontrarme con aquella escena que por poco me arranca el corazón de cuajo. Me acerqué un poco más para observar a Harry y a una mujer rubia, que sin duda era Julia, cocinando juntos. La mujer le ofrecía el cucharón para que probara la estúpida comida que estaba preparando y Harry le sonreía acercándose a ella.
Merlín tenía que parar esto ya.
"Hola." Dije rompiendo el momento con sumo gusto.
"Ah, hola Al. Veo que ya has llegado. Me gustaría presentarte a Julia Bennett. Julia, este es mi hijo Albus." Su sonrisa aún no había dejado su rostro, se notaba que estaba a gusto con la mujer a su lado y eso sólo causó que me enfadara más.
"Encantado." Dije fríamente estrechando la mano que me ofrecía. Era una mano pequeña, con dedos finos y perfectos, nada comparables a las manos ásperas y duras que había conseguido jugando de bateador.
"Lo mismo digo, Harry no para de hablar de ti." La voz aguda de la mujer me irritó. ¿Por qué tenía que quitarme a mi padre? ¿No podía buscarse a otro? Sabía que mi mirada la estaba poniendo nerviosa pero no podía evitarlo.
"No exageres, simplemente estoy orgulloso de mi hijo." Dijo mi padre rompiendo un poco la tensión. "Bueno Al. Julia se ha ofrecido a cocinar una deliciosa cena para nosotros. Se moría por conocerte." Comentó. "Vamos ayudémosla y pongamos la mesa mientras acaba."
Tras nuestra tarea de preparar la mesa nos sentamos todos a cenar. Nunca había estado en una cena donde quisiera que todo saliera mal y donde intentara hacer que la cocinera huyera de miedo y volviera al agujero de donde había salido. Resumen, fue la cena más incómoda y violenta de mí vida. Pero estaba feliz de que hubiera sido así.
Tras la cena, Harry acompaño a Julia hasta la chimenea dándole un breve beso en los labios que me hizo apartar la vista de asco. Tras un abrazo ambos partieron y Harry se giró a mirarme.
"Has sido todo lo grosero que has podido y más." Dijo con visible enfado.
"Es una idiota. ¿Cómo puedes querer estar con ella?" Mi voz era aún brusca destilando en cada palabra toda la antipatía que sentía hacia aquella mujer.
"Julia es una persona adorable y sincera y no se merecía la mitad de las cosas que has dicho hoy y mucho menos la actitud con la que la has tratado." No quería verle defendiéndola, quería… quería que la dejara y que volviera conmigo.
"Es una zorra y si no lo ves, es que eres un estúpido." Grité histérico. Odiaba verle con ella, odiaba que la tocara, odiaba que quisiera besarla, odiaba…
'Plas' el ruido de la bofetada que ahora está impresa en mi rostro hizo que mis ojos se abrieran de par en par. Puse mi mano sobre mi mejilla y toqué la zona caliente por el golpe.
"Perdón, no debería haberte golpeado." Le oí decir arrepentido.
Aún estaba sorprendido por la bofetada, mirando al infinito y tratando de sacar algo en claro.
"Me voy a mi cuarto." Dijo visiblemente consternado por la situación.
No pude evitar que una ola de desasosiego me invadiera y en un arrebato le cogí de la mano impidiéndole irse.
"¡No entiendes nada!" Le grité mirándole aún nervioso.
"Al." Mi nombre salió como un susurró de esos labios, que tan sólo una semana antes había podido besar a mi gusto.
"¡No entiendes que no puedo aceptarlo!" Notaba la humedad en mis ojos, notaba como las lágrimas caían por mis mejillas, notaba como la mano de mi padre se soltaba de mi agarre y rescataba las gotas que llegaban casi a la altura de mi barbilla.
"¿Qué ocurre?" Preguntó preocupado. "Si es por Julia, puedo…"
"Te quiero." Las palabras salieron tan fácilmente de mi boca que hasta yo mismo me sorprendí. Mi padre me miró fijamente analizándome pero no tardó en responder.
"Yo también te quiero, hijo." La frase causó que mi corazón se encogiera.
"No, no lo entiendes. Te amo." Cambiar la palabra sirvió para que entendiera a qué me refería. "Te amo tanto que a veces al verte se me olvida respirar, te amo tanto que cuando te abrazo no querría que el momento acabara nunca, te amo tanto que no puedo permitir que nadie te tenga excepto yo." Las palabras iban surgiendo de mi boca sin control alguno.
Mi padre continuaba allí con su mano en mi mejilla mirándome en completo shock. Al fin las palabras que quería oír salieron de su boca.
"Yo también te amo, Al."
No esperé ni un solo instante más, cogí su cuello con mi mano y le empujé hacia mí tomando su boca con toda la pasión que sentía. Sí, él me amaba. Sus labios se abrieron ante mi invasión, respondiendo con el mismo desenfreno con el que le estaba atacando yo. Su mano, que antes estaba en mi mejilla se había colocado en mi pelo acercando aún más nuestras bocas si era posible, y con mi otro brazo acerqué nuestros cuerpos robando todo el calor que podía del magnífico ser frente a mí.
Tras varios minutos de besos tuvimos que sepáranos por la estúpida necesidad de respirar. Mis ojos miraban con amor a aquellos que era tan similares a los míos. No quería parar de observarle, de tocarle, de besarle, de poseerle y de hacerle mío hasta que en lo único que pudiera pensar fuera en mí. Hasta que todo él me perteneciera y a eso es a lo que iba a dedicar mi tiempo. Ahora Harry Potter ya no era sólo mi padre, sino mi amante y mi vida.
FIN
Bueno, he dejado cosas por resolver lo sé. Pero creo que la gente entenderá que este fic no trataba de lo que los demás pensarían de su relación, que no creo que fuera demasiado bien aceptada, sino de cómo ellos se sentían el uno por el otro. Y nada, aquí el final de este fic que tantísimo me ha gustado escribir.
Muchas gracias de nuevo por darle una oportunidad al fic y por leerlo. ¡Y espero que os haya gustado mucho!
Un saludo,
Debauchi