Sorprendido
Sirius Black no era capaz de creerlo. No. Definitivamente no. De seguro estaba alucinando, Ginny Weasley no se encontraba frente a sí. Aquello era sumamente imposible, sobre todo porque se trataba de Ginny.
Marlene también estaba sorprendida e incluso el mismo Kreacher. Winky simplemente se mantuvo detrás de todos, esperando que de un momento a otro estallase la bomba.
Sí, reconocía a esa chica frente a sí. Era una Weasley, pero no cualquiera sino que la novia de Harry Potter y muy prontamente su esposa. No entendía nada, y por los rostros de sus acompañantes aseguraba que tenían las mismas dudas que ella tenía.
La pelirroja simplemente se había quedado sin habla. Era como si el tiempo se hubiese congelado, incluso los mortífagos que allí estaban y hasta el propio Scabior se habían quedado en un silencio perturbador.
— Buenos días, Sirius Black—se escuchó la voz de Luna.
Sirius se giró hacía la rubia y sus ojos se abrieron desmesuradamente ¿Qué rayos estaba haciendo Luna allí? De seguro era otra alucinación. Sí, definitivamente se estaba volviendo loco, ya sólo faltaba que en su alucinación apareciera Nimphadora, quizás Fleur o…
— ¿Qué sucede aquí? — cuestionó Hermione al llegar al salón.
Silencio. Desgarrador, perturbador e incesante silencio. Hermione abrió desmesuradamente los ojos, mientras miles de preguntas rondaban por su mente principalmente el por qué Sirius Black se encontraba en aquel lugar.
— Marlene dime que esto es una alucinación. —dijo por fin Sirius.
Su esposa le miró y negó.
— No lo creo, Sirius… ellas verdaderamente están aquí. —habló la susodicha mientras volvía sus ojos a todos los presentes.
Sí, definitivamente aquellas chicas habían ayudado a los mortífagos. Ella al igual que Winky, Kreacher y demás esperaba la reacción de Sirius, después de todo era por él que ellos estaban allí.
Sirius suspiró. Aceptando al fin que aquello no era una alucinación y que su mente no le jugaba ninguna mala pasado. Sus ojos se posaron en Regulus y el asentimiento de cabeza que este le proporcionó terminó por quitarle cualquier duda de que aquella situación fuera irreal.
— Bien. Sólo tengo una pregunta… ¿Qué rayos hacen ustedes tres aquí?
Ginny, Luna y Hermione suspiraron. Tendrían que contarle una larga historia a los recién llegados. Marlene, Sirius y los elfos terminaron de adentrarse a aquella casa y fue en el momento cuando se sentaron en el sillón más cercano que algunos mortífagos se retiraron y otros simplemente se quedaron para escuchar la conversación, después de todo tenían curiosidad.
Sus manos se posaban delicadamente sobre aquella foto en donde estaban juntos. Aún recordaba el día en que se la habían tomado. Estaban peleados en aquel entonces- lo cual no era para nada raro.-, él había querido arreglar las cosas y una salida romántica le pareció la mejor idea. Y sí, fue la mejor idea que se le habría podido ocurrir, ella lo perdonó y como recuerda estaba aquella foto. Una foto que representaba uno de los mejores días de su vida, aunque en realidad lo eran todos en los que estaba con Hermione.
Había decidido volver. No soportaba estar un día más sin Hermione, era - para él- prácticamente imposible. Pero no contaba con aquello, no contaba con que la casa pareciese desabitada y no sólo eso sino que así se encontraba. Nadie estaba allí, al parecer desde hacía mucho Hermione no iba a dormir a aquel sitio.
No sabía por qué, pero algo dentro de sí le indicaba que aquella pelea no sería igual que las anteriores, al parecer aquella pelea que habían tenido semanas atrás marcaba el final de su relación.
— ¿Dónde estás, Hermione? — preguntó al aire, mientras se dejaba caer en el suelo.
Quizás no la volvería a ver jamás y eso le dolía. Demasiado.
Marlene sonreía, Winky no podía creer las palabras de las brujas. Sirius tenía una expresión indescifrable, al parecer aún no comprendía la explicación que entre Hermione y Ginny habían dado. Y Kreacher… él continuaba con su cara de rabia, asco y desdén sobre todo al ver a la castaña.
— Por más que me lo expliquen no creo poder entenderlo… ¿Qué ganan con todo esto? —cuestionó por fin luego de varios minutos de silencio.
Ginny, Luna y Hermione suspiraron al unísono.
— Justicia…— comenzó Hermione.
— Felicidad…—continuó Ginny.
— Y paz. —finalizó Luna.
Marlene miró significativamente al Black. Dándole a entender con sólo esa mirada que ya era suficiente y que debía aceptar las explicaciones de las tres jóvenes frente a si, pese a no estar del todo de acuerdo con ellas.
— No apoyo mucho su manera de proceder; pero está bien…—comentó. —, pueden contar con Marlene y conmigo para lo que necesiten. —acotó.
Kreacher se levantó a pesar de todo el asco que le producía estar allí, rodeado de traidores a la sangre y de una sangre sucia, había tomado una decisión.
— Kreacher se quedará aquí para ayudar a los mortífagos. Y al amo Regulus…— dijo simplemente, mientras dirigía sus pasos hacía la cocina.
Sirius observó con detenimiento al elfo. Winky siguió los pasos de Kreacher en silencio, dando a entender que de igual manera ella se quedaría en aquel lugar para ayudar a… todos.
— Bien. Entonces yo también me quedaré. —acotó el Black.
Marlene simplemente asintió, sabía cuando y en que momento podía hablar, y pese a que la situación le parecida de lo más divertida, sabía perfectamente que no lo era. De hecho era más serio que la mismísima caída de Lord Voldemort.
— Entonces… ¿Viviremos juntos luego de tanto tiempo? —cuestionó Regulus, mientras se acercaba a Sirius.
Canuto sonrió notablemente ante las palabras de su hermano. Aún recordaba la última vez que había convivido con este, con diferentes ideales, diferentes pareceres, diferentes personalidades y aún así podría ser sincero al admitir que de todos sus familiares… Regulus era el mejor y quizás el único al que le tenía algo de cariño.
— Así parece, hermano.
Sirius extendió la mano y Regulus la estrechó con fuerza. Era un simple saludo, sin embargo para ambos tenía varios significados, sobre todo para Regulus, al parecer su hermano ya había perdonado su ignorancia y predilección por el lado oscuro.
Hermione sonrió al ver aquella extraña escena, al observar esa relación entre hermanos total y absolutamente fuera de serie. No eran aquellos tipos de hermanos que se abrazaban y se decían cuanto se querían, muchos menos parecían de aquellos que peleaban cada quince minutos y se dejaban de hablar durante muchas semanas. No, eran diferentes. Demasiado diferentes.
— Bienvenido seas a mi hogar, Sirius Black. — dijo Luna, mientras se levantaba de su asiento. — Y ahora si me disculpan iré a descansar. — concluyó.
Simplemente salió del salón sin decir una palabra más. Hermione decidió hacer lo mismo, al igual que Ginny, después de todo las explicaciones ya habían sido dadas. Y además necesitaban descansar, recuperar fuerzas que le serían necesarias dentro de algunos días, cuando la última parte de su plan debiera ser cumplida.
— Nosotros también iremos a descansar... —comenzó Marlene. —, no lo parece pero aparecerse agota y mucho. —acotó con una sonrisa, mientras salía del salón acompañada por Sirius.
Regulus sonrió mientras se dejaba caer en el sillón. Al parecer las cosas comenzaban a tomar su curso, estaba seguro de que muy pronto tendrían que enfrentarse con los aurores y aunque no lo admitiría, le gustaba que su hermano estuviera de su lado.
Pero no era sólo eso lo que le preocupaba, sino sus nuevos sentimientos que iban dirigidos hacia cierta castaña, sabía que a la final eso podría finalizar en problemas, sin embargo también estaba consciente de que no podía evitar que dicho sentimiento continuase creciendo, debía admitirlo… Hermione Granger era sencillamente maravillosa.
Un suspiro surcó de sus labios.
— Estoy peor de lo que imaginé.
— ¿Qué crees que haga tu primo? — cuestionó Astoria.
Sus blanquecinas y frágiles manos se paseaban con delicadeza por el pecho enmarcado de su rubio esposo. Demarcando sus pectorales y suspirando ante el simple hecho del roce entre pieles.
— No lo sé. — confesó Draco, mientras unía sus labios con la Malfoy. — Quizás salga de aquí directo hacía el ministerio y nos acuse con Potter…— continuó. —, tal vez se una a la causa de Granger, Weasley y Lovegood…—agregó. —, la verdad Astoria no tengo ni idea de lo que irá a hacer Sirius Black.
Esta vez fue Astoria quien unió los labios de ambos. Saboreándose mutuamente, entregándose, sellando un pacto, como cada vez que estaban a solas. Cada vez que se besaban, que se acariciaban, que se…amaban.
— Yo creo que nos ayudará… no me preguntes por qué, simplemente lo creo. —dijo la rubia con una sonrisa en sus labios.
Draco se reincorporó un poco, quedando cara a cara con Astoria y sonrió de medio lado, como solía hacerlo antiguamente en Hogwarts. Tomó el rostro de su esposa y la besó nuevamente.
— Y yo pienso que eres demasiado crédula.
Sus manos se colocaron en la cintura de Astoria para atraerla más hacía sí. Y volvió a besarla, mientras una de sus manos se colaba dentro de la camisa de la rubia, quien gimió ante aquel simple contacto.
Los labios del rubio hicieron contacto con el cuello expuesto de la Greengrass, mientras que su mano exploradora subía cada vez más. Astoria gemía y el gruñía, los constantes sonidos que hacía su esposa lo estaban volviendo literalmente loco.
La acariciaba. Theodore acariciaba la nívea piel de la mujer que tan sólo minutos antes había sido suya…de nuevo. Daphne sonreía notablemente, estaba total y absolutamente feliz, extasiada y sobre todo enamorada.
Ella subió una de sus manos para acariciar el cabello castaño del joven frente a sí. Nott agachó su cabeza y la besó. Podían suceder muchas cosas fuera de esa habitación, pero cuando entraban allí nada más importaba, sólo ellos.
— ¿Qué crees que sucederá ahora que Black sabe todo? — cuestionó la Greengrass sin poder evitarlo.
Necesitaba hacer esa pregunta, pese a que no demostró importancia al principio. Theodore suspiró, al parecer se conocían demasiado y si ella no hacía la pregunta, la haría él.
— La verdad no lo sé. —confesó. — Pero algo si es seguro… muy pronto descubrirán nuestro escondite y deberemos pelear contra los aurores. —acotó.
La rubia suspiro y besó el mentón del castaño. Sabía que ese momento llegaría algún día, no cualquiera escapaba tan fácil del Ministerio de Magia y mucho menos ahora con el nuevo ministro. Pero no quería que llegara el día en que los descubrieran, quería seguir en aquella casa, viviendo cosas extrañas y por sobre todo estar con Theodore.
— Espero que ese día no sea demasiado pronto. — opinó.
Y lo besó. Junto sus labios con Theodore para no pensar en nada más, sólo cuando estaban juntos, uniéndose en uno se olvidaban de todo a su alrededor y aquello era precisamente lo que ella quería.
Pansy sonrió. Aquella era su oportunidad, nadie era capaz de negársele y mucho menos Zabinni. Aquel moreno no se escaparía de sus manos, aunque debía admitir que lo que le había dicho la última vez la dejó intrigada… ¿Cómo era eso de que algún día lo harían? ¿Qué acaso a Blaise ya no le gustaban las mujeres? Debía averiguarlo, aunque lo dudaba porque la última vez gimió ante sus caricias.
Abrió lentamente la puerta, allí estaba él profundamente dormido. La morena sonrió aún más, aquello se había vuelto más divertido, entro rápidamente a la habitación y cerró la puerta tras de sí. Se acercó hacía Blaise, le acarició el rostro con una de sus manos y con la otra acariciaba su pecho descubierto.
Definitivamente Blaise Zabinni no se escaparía tan fácilmente de sus garras. Hermoso, se veía peligrosamente hermoso mientras dormía, y su rostro mostraba una serenidad envidiable, hipnotizada por aquella belleza que mostraba el moreno Pansy se acercó lentamente al rostro de este y cuando sus labios estuvieron totalmente cercanos, ella unió los suyos con los de él, mientras cerraba los ojos.
Y Blaise abrió sus ojos. Aquello era lo último que podía imaginar que encontraría al despertar, sentía que no había dormido nada y de hecho así era, aún era de noche al menos pudo darse cuenta al ver la oscuridad en que aún permanecía en su habitación; pero no era aquello lo que le sorprendía sino que Pansy estuviera besándolo y más cuando él estaba dormido.
Sin embargo no pudo controlarse y le correspondió, sus labios se movían al ritmo de los de Parkinson y ésta dándose cuenta de aquel detalle rompió el beso.
Pansy abrió los ojos un poco sorprendida, había sentido algo extraño y no tenía idea de cómo explicarlo; pero luego vio la mirada interrogativa de Blaise y quitó su cara de asombro, al contrario de esto sonrió notablemente de manera juguetona.
— Buenas noches, Blaise. — dijo sin dejar de sonreír, mientras se volvía a acercar al moreno.
Y lo besó de nuevo. Blaise sabía que no debía y sin embargo correspondió, era débil; pero simplemente no podía evitarlo, quizás si la situación iba más allá de lo establecido y conociendo a Pansy así sería, lo mejor era terminar antes de que comenzase.
— Basta Pansy. — dijo mientras la alejaba de sí. — Creo que fui lo suficientemente claro la última vez. —acotó con seriedad.
La morena lo vio con la rabia reflejada en su rostro… ¿Cómo? ¿Cómo se atrevía Blaise Zabinni a rechazarla?
— ¡Por favor, Blaise! Sé bien que te gustan mis besos y mis caricias…—le susurró al oído, mientras una de sus manos se dirigía al pecho del moreno y descendía aún más.
Su cabeza descendió hasta el cuello del ex -Slytherin y mordisqueó el mismo. Blaise cerró los ojos un momento, soltó un gruñido y esto lo hizo despertar de su leve letargo. Tomó ambas manos de Parkinson y la alejó completamente de sí.
— He dicho basta Parkinson. — exigió mientras la empujaba fuera de su habitación. — Y por favor no vuelvas a entrar a mi habitación. —pidió antes de cerrar la puerta en la cara de la morena.
Pansy bufó. Maldito, maldito Blaise; pero no lo dejaría en paz, él sería de ella como que se llamaba Pansy Parkinson, pateó la puerta frente a sí, soltó un chillido y con una expresión de total enojo se dirigió hacía su habitación.
Scabior suspiró. Las cosas se habían complicado un poco, tal vez demasiado. Él quería a Hermione sólo para sí, pero no contaba con no ser el único en fijarse en ella, malditos mortífagos ¡Ella le pertenecía!, le pertenecía tanto como aquel trozo de tela que ahora reposaba en sus manos.
No entendía cómo pero aún conservaba su olor, pese a los años que habían transcurrido luego de la guerra. Todavía recordaba como había obtenido aquel trozo de tela, se lo debía a un árbol, en realidad al bosque en donde Voldemort le había encomendado para encontrar escondites de sangres sucias y traidores a la sangre, era allí donde había conseguido ese pedazo de tela, más bien la bufanda que un día fue.
Se había quedado con ella, y cuando atrapó a Potter junto con sus dos amigos reconoció el olor en Hermione, sí era ella a quien había olido en aquel bosque, y la que lo engaño ese día con un nombre falso. Sonrió ante aquellos recuerdos, durante tantos años lo que había tenido de esa hermosa chica había sido aquella bufanda, hasta que un día su dueña se dio cuenta de su dependencia por dicha prenda y decidió destruirla… al final sólo pudo salvar un pequeño pedazo, que era el que se encontraba en su mano.
Y ahora tenía algo mucho mejor, ella. La tenía completa, no un simple pedazo de tela, tenía su cuerpo, su perfume, su rostro… la tenía allí casi junto a él, pero no contaba con que no sería el único deslumbrado por su belleza, ahora tendría luchar por sus sentimientos, por su cuerpo, por toda ella.
No importaba, en cierta manera le gustaba tener contrincantes, volvía la situación más divertida y placentera, pero odiaría si tendría que compartirla, aunque eso sólo lo decidiría ella.
Llevó el pedazo de tela hacia su nariz y sonrió notablemente, mientras lentamente cerraba los ojos, era momento de descansar, y qué mejor que hacerlo recordándola, oliendo su perfume, imaginándola de él aunque no lo fuera aún.
¡Buenas!
He sido mala con ustedes. Discúlpenme eso, porque este capítulo al igual que varios más ya están escritos, he sido vaga y descuidada al no publicarlos por este medio, pero supongo que estar en ciertos lados me hacen olvidarme de este compromiso que adquirí con ustedes. Aún así ya luego de dos años (creo que eso llevo con este fic xD) siento que hay muchas cosas que debería modificar en los capítulos. No los cambiaré, sólo los pondré decentes xD igual quién sabe cuando me ponga a eso... cuando la uni me deje, supongo.
Contestaré comentarios pronto. Eso de tener el tiempo contado no es lindo, pero toca, cosa de ir creciendo y madurando.
Saludos y si aun hay lectores por aquí, gracias por la lealtad.