Disclaimer: Naruto y sus personajes no son de mi propiedad, yo sólo los uso para descargar mi imaginación
Espero disfruten del capítulo después de una buena espera.
SUCESOS
Capítulo 25: Sorpresas y problemas (parte 1)
Era su segundo día de camino, después de tres largas y aburridas semanas, les habían concedido una misión. No muy difícil, sólo tenían que ir a una aldea, en la frontera del país del fuego con el país del rayo, escondida en ese bosque –no les faltarían más que un par de horas para llegar, quizá menos– donde unos bandidos robaban muy seguido, su deber era vigilar los alrededores, encontrar a los bandidos, seguirlos, descubrir su refugio, de serles posible, atraparlos y llevarlos a las autoridades locales, de lo contrario sólo darían el informe y otros se encargarían.
El calor era casi intolerable, especialmente a esa hora, ni la sombra de los árboles lograba refrescarlos. Aun así los tres eran reacios a quitarse sus chamarras, parecía cuestión de orgullo, una guerra para ver quién era el primero en sucumbir. Akamaru desde las primeras horas de la mañana no había querido que Kiba lo cargara dentro de su chamarra, todo ese tiempo lo había tenido sobre su cabeza, disfrutando de cada brisa de aire que llegaba.
– Oi, Shino ¿Todavía falta mucho para llegar? Akamaru se está deshidratando– y no era el único, el calor del can se fusionaba con el suyo, dándole la sensación de tener fiebre, su rostro bronceado no dejaba ver el ligero sonrojo que tenía.
– Deberías ser capaz de provisionar tus alimentos y líquidos según la misión que se nos encargue, no estaré recordándote que llenes tu cantimplora cada que estemos cerca de una fuente de agua. – A Kiba le dio un tic en su ojo izquierdo, él quería una respuesta, no un sermón– En dos horas llegaremos.
– Estúpido Shino, con sus estúpidos sermones.
– Odio el calor, no me gusta… no sé porque siempre uso una chamarra si prefiero el frío, creo que soy un persona rara.
– El verano es buena época para la cría de insectos. Suficiente calor y humedad para observar a la mayoría de las especies, un bosque espeso como este es un buen nido.
Se sumergían en sus pensamientos para no tener que sentir el calor sofocante. No necesitaban ver el camino para saber hacia dónde dirigirse.
Kiba se sentía feliz, el sentimiento de orgullo que hinchaba su pecho aun no desaparecía, él era quien estaba más seguro que los tres conformarían el mejor equipo de rastreo en la historia, esa misión lo comprobaba, el primer paso hacia su nueva meta. No le importaba si debían dejar a Tamaki atrás, la agresividad de esa chica era perjudicial para él, específicamente, para su cabeza. Hinata, en cambio, era agradable, le sonreía y no le hacía el feo a Akamaru, eran capaces de trabajar en equipo y no se enojaba con facilidad, ella si se reía de sus bromas y cuando no las entendía, le gustaba ver su cara de confusión, sí, en definitiva cambiaría a Tamaki por Hinata en cualquier momento.
Hinata se sentía un poco fuera de lugar, pocas veces había entrenado con otros equipos y todas sus misiones se habían dado con alguien del equipo 7. No le desagradaban, Kiba le recordaba a Naruto, hiperactivos, siempre creían tener la razón, temperamentales con su compañero varón, Shino le agradaba bastante, era inteligente, un buen estratega, callado, y, por lo mismo, y sacaban de quicio a sus compañeras con increíble facilidad… necesitaba tener mucho cuidado en cómo actuaba frente a Shino, en tanto esa misión no se complicara no tendría problemas. Mas no podía confiarse, el Aburame era observador, astuto, callado, sin duda, peligroso. Lo respetaba por ello, también a Kiba, si fuera capaz de tomarse las cosas con seriedad tendría un buen desarrollo; sin duda eran buenos compañeros de equipo, pero eso no quitaba el hecho de que si tuviera que matarlos, lo haría sin miramientos, ellos todavía no lograban ganarse el cariño que ya sentía por el equipo 7, y eso, era lo que más odiaba de su personalidad, la rápida confianza que le daba a las personas.
Shino pensaba en las posibles rutas de escape de los bandidos, le intrigaba la forma en que eran capaces de entrar y salir desapercibidamente, los pocos ciudadanos que los habían visto eran incapaces de seguirlos, no porque fueran shinobis, mercenarios asesinos o psicópatas armados, los paralizaba el miedo de tener una vida pacífica, ignorante de cómo actuar en situaciones así. Los criminales podían correr lentamente y los ciudadanos no moverían un músculo… Aun así no podían descartar la posibilidad de enfrentarse con gente peligrosa, había zonas donde el bosque era tan tupido que serían incapaces de moverse con libertad, el camino que recorrían era fácil de atravesar para un grupo de unas trece personas, pero no había huellas en el suelo que indicaran que fuera transitado más que ocasionalmente.
El aire se sentía ligeramente más frío, levantándose con más frecuencia, y aun así seguía siendo escaso. Nadie más habló, les quitaba la poca energía que les permitía seguir adelante con la lucha de orgullos, esas brisas eran un confortante alivio y aliento para continuar con las chamarras encima. Los árboles empezaban a desaparecer, una muralla mediana de color arena se veía cada vez más cerca, sus ojos brillaron, estaban por llegar, Kiba casi soltaba lágrimas de alegría, necesitaba un galón de agua con urgencia, y bajar a Akamaru, no sería capaz de soportar su calor corporal por más tiempo; Hinata evito dejar escapar el suspiro de alivio que subía por su garganta, esperaba que tuvieran aire acondicionado y Shino aumentó ligeramente su paso casi sin darse cuenta. Habían logrado llegar una hora antes de lo previsto, silenciosamente acordaron ir a comer a cualquier puesto cercano que encontraran.
Llegaron casi trotando a la entrada, no había nadie vigilándola, el informe decía que no existía tal vigilante, una de las razones por las que podían robar tan fácilmente. Las calles estaban desoladas, casi no se escuchaba ruido en los alrededores, pasada la una, no trabajadores, no niños, ni puestos abiertos. Por un instante se les cruzó la idea de que se habían equivocado de aldea. La desecharon, esa aldea se caracterizaba por sus extrañas y puntuales costumbres, había una hora para que las mujeres compraban alimentos, para que los trabajadores salieran y entraran al trabajo, otra en donde los niños dominaban las calles, incluso había una hora colectiva para tomar la siesta, d de la tarde, justamente cuando los robos se llevaban a cabo, las únicas excepciones eran los turistas que quedaban fascinados por esas costumbres.
– Sasori–sempai sería feliz en esta aldea, le diré que venga para relajarse un día, pero que no traiga a Dei–baka, de lo contrario este lugar desaparecerá.
– Este lugar no me agrada, para nada. Causa escalofríos– avanzaron lento, esperando encontrar a alguien
– No seas imprudente, sólo es un poco diferente a lo que estás acostumbrado– él mismo se sentía un poco incómodo, pero no podía permitírselo, estaban en una misión, en la que él era el líder.
– Esta vez concuerdo con Kiba, he visitado muchas aldeas mientras viajaba; es la primera vez que encuentro una tan… extravagante.
– Ya sabía yo que por algo me agradabas, Hinata– mencionó con una sonrisa burlona, que Shino ignoró, se recargó en su compañera, quien sintió un golpe de calor, se calló el insulto para el Inuzuka.
Se escucharon varias voces y pasos, la vida empezaba a poblar las calles, los puestos abrían, la gente caminaba, aun si fuera sólo para pasear, parpadearon, que extrañas eran esas personas. Buscaron un lugar que estuviera protegido por las sombras de los árboles, casi pegado a la muralla y con un sonido zumbante que no era molesto, era indicador de un aire acondicionado en marcha.
– Éste lugar parece adecuado, tenemos que presentarnos al señor feudal de esta aldea en un corto periodo de tiempo. No podemos seguir buscando.
– Estoy de acuerdo contigo, necesito sentarme. Akamaru ocupa un tazón con agua y otro con carne. En cuanto antes empecemos, antes terminaremos, esta gente es rara y el calor, insoportable– esperó alguna queja de Shino, pero sólo hubo silencio, sonrío, al parecer no estaba tan equivocado en su comentario.
– No nos quedemos aquí parados, entremos antes de que se llene el lugar y no puedan atendernos.
Se sentaron en la barra, Kiba no quería arriesgarse que los echaran –por Akamaru– si se sentaban en una de las mesas interiores, sin embargo la encargada parecía encantada con el cachorro, tanto que le dio un pequeño trozo de carne y un tazoncito con leche como cortesía. Los tres pidieron platos fríos y agua con mucho hielo.
Antes de irse pidieron indicaciones para encontrar la casa de su cliente, la cual sería muy fácil de encontrar, sus muros amarillos eran muy saltantes a la vista.
Pagaron, agradecieron y una fuerte brisa los terminó de refrescar. Después de dos minutos caminando, sintieron algo parecido a un muy pequeño temblor, sorprendido se detuvieron. Todas las personas parecieron salir de la nada para inundar las calles y atropellarlos en el proceso. Se vieron ahogados entre la multitud que los empujaba en dirección contraria a donde iban, Akamaru se asustó tanto por el repentino y agitado movimiento que, de no ser porque Kiba lo sostenía, se hubiese ido a esconder a un lugar más tranquilo. Con dificultad siguieron avanzando sin perderse de vista, les llevó cerca de diez minutos llegar a una calle donde podían respirar sin tener que ser apretados, pisados o empujados.
– ¿No les había mencionado que odio éste pueblo? –quería sobarse los pies, los tenía sucios y magullados por tantos pisotones– ¿Por cierto, por dónde queda ese lugar a dónde vamos?
– Avanzaremos dos calles más.
– A trabajar se ha dicho, apresurémonos, apresurémonos– Kiba no planeaba quedarse más que lo estrictamente necesario, el calor había vuelto, esa multitud le había quitado la poca tranquilidad que había conseguido.
Unos muros de un brillante amarillo los cegó, eran considerablemente pequeños teniendo en cuenta a la persona que vivía en ella, no medían más de un metro. Lo siguieron con la vista, había un hombre parado frente a la puerta.
– Deben ser los ninja de Konoha, nuestra señora los está esperando, me alegro de su puntualidad– se movió para abrirles el paso, pero antes de que avanzaran señaló a Akamaru– debo asegurarme que el perro no tenga pulgas, no queremos alimañas entre los muebles o las mascotas– se escuchó un crujido en la mandíbula de Kiba, no se movió cuando el guardia puso sus manos sobre Akamaru.
Antes de poder gritar, Shino le sujetó y cubrió su boca, con ayuda de Hinata, le estaba haciendo una llave, su brazo izquierdo estaba detrás de su espalda casi de forma dolorosa. Sin embargo, Kiba retorcía tanto que parecía poder salirse por cualquier hueco para destarar su furia contra el hombre en frente suyo, quería molerlo a patadas. Pese a eso, Akamaru era ajeno a todo, él se sentía acariciado y reconfortado ante las manos expertas del hombre, haciendo el desentendido ante los sentimientos de su compañero.
– Está limpio, pueden pasar– Metieron a Kiba a la fuerza antes de que pudiera replicar, siendo Hinata quien agarrara al perro, dejando extrañado al guardia por la actitud tan rara de los jóvenes– increíble que unos niños tan pequeños hagan trabajos así.
Entraron a un jardín extenso, cubierto por un césped verde y flores que formaban pequeñas figuras de colores, a la derecha estaba un estanque con peces, a la izquierda árboles en pleno crecimiento.
– ¿Cómo se atreve? ¡Akamaru no es un perro cualquiera, él está más limpio que cualquier animal que habite por aquí!– sus réplicas no eran más que palabras masticadas con mucha fuerza.
– Tranquilízate Kiba, no estamos aquí para pelear. Estamos aquí por una misión, estas cosas no deberían molestarte.
– No me puedo calmar, es imposible que puedan encontrar cualquier cosa en Akamaru… a quien debieron de expurgar sería a Shino, es él quien está lleno de bichos, ninguno de nuestro perros ha sufrido de plagas, en cambio Shino parece una andante…– Kiba se desentendió de todo lo que no fueran sus pensamientos.
– Ehh, Kiba– Hinata fue ignorada, su compañero seguía gruñendo.
– Déjalo Hinata, él siempre ha sido muy bocazas. Es difícil que algo así me afecte, ya estoy acostumbrado.
– Mentira– el aura oscura de Shino era imposible de ignorar, tal vez era porque esa aura, ahora que veía mejor, era un enjambre listo para el ataque– y Kiba sigue siendo ajeno a ésta situación, me recuerda mucho a Naruto–kun.– empezaba a divertirse con la actitud de esos dos.
– Kiba, deja de balbucear– la voz de ultratumba que usó Shino logró detenerlo, un escalofrío le recorrió la columna, ver esa faceta que pocas veces mostraba, siempre lo asustaba– dejando de lado tu disgusto, debemos presentarnos de forma adecuada.
– Sí, sí, creo que tienes razón, pero me molesta que crean eso de Akamaru siendo que entre nosotros…– no pudo seguir hablando, un enjambre de insectos estaba subiendo por sus pies.
Ignorando los gestos de asco y patadas que daba para quitárselos de encima, Shino se adelantó, y con él los insectos desaparecieron, dejando a Kiba estupefacto y con pequeños temblores; Akamaru había tenido la precaución de quedarse en los brazos de Hinata, había sido capaz de oler el estado del domador de insectos, no era tonto para volver con su compañero, quien siempre hacia ese tipo de idioteces. Los siguientes días tendría una mirada amenazante, oculta detrás de unas gafas oscuras, observando cada uno de sus movimientos, en algún momento sería capaz de guardar sus pensamientos antes de que salieran por su boca… o Shino aprendería a lidiar con su forma tan directa de hablar. Hinata sólo observaba la graciosa escena entre los dos, no esperaba que Kiba pudiera ser "domado" tan fácilmente por el ser más callado de los tres, si no es que de toda la generación, pero debía admitir que también había temblado ante la actitud del Aburame, entendía por qué era un clan tan temido y no sólo por su astucia, poder y habilidades.
En las puertas principales de la casa les esperaba un sirviente, quien, sin hablar, los llevó por largos y amplios pasillos. Se parecía un poco a las guaridas de Akatsuki, pensó Hinata, diseñados para confundir y tan estrechos que dos adultos serían incapaces de caminar lado a lado. Llegaron a un pequeño jardín interno, no mayor de veinte metros cuadrados, con una mesa de cristal sobre el pasto y una silla, sobre ella estaba sentada el señor, bastante afeminado en figura, casi parecía una mujer. Bebía tranquilamente una taza de té, los miró, sin duda parecía una mujer, al levantarse el largo cabello verde ondeo con el viento, tenía unos hermosos ojos plateados, piel bronceada y rasgos tan finos, sino era mujer era el hombre más… femenino que habían visto es sus cortas vidas; no habían escuchado que su cliente fuera mujer, ni siquiera habían escuchado que una mujer pudiera ser señor… señora feudal.
– Al fin han llegado, temía que pasaran semanas antes de que pudiéramos tener noticias de Konoha– se levantó de su silla con intensa aflicción– me alegra haberme equivocado, pero me han encontrado en la hora de mi té ¿Gustan acompañarme? –pidió más sillas para sus invitados, tazas y té – Tal vez no han comido nada, que descortesía la mía– pareció avergonzarse por su "falta de cortesía"– soy como mi marido solía decirme, una dulce y torpe olvidadiza– se perdió en sus recuerdos.
– No es necesario, gracias. Hace poco comimos– Shino se obligó a dirigirle la palabra.
– Una lástima, pero siéntense, no les dejaré rechazarme una taza de té– dijo cuándo los sirvientes traían todo lo pedido, sus ojos tomaron un matiz serio, amenazante– no me he presentado mi nombre es Natsume Kaoru, qué será de la olvidadiza de mí –su rostro se iluminó, como si hubiese descubierto una gran verdad– a lo importante, a lo importante, he sido la líder de ésta aldea desde hace dos años, los mismos que lleva muerto mi querido Shori– su tristeza formaba una neblina sumamente espesa entre ellos, lágrimas amenazaban con salir– pero no puedo vivir todos los días en la tristeza, debo seguir adelante por el bien de todo lo amado por Shori. –su determinación se impuso sobre la tristeza– ahora ustedes, preséntense, me gustaría saber sus nombres.– volvió a cambiar a un estado tranquilo.
Se quedaron callados, era difícil hablar cuando estaban aturdidos por tan drásticos cambios de humor, no recomendables ni típicos en el comportamiento de ningún líder, señor feudal, kage, ni nadie quien tuviese un poco de poder y responsabilidad sobre otras personas. Era impresionante que una persona como ella pudiera llevar con tanta tranquilidad y de forma tan bien organizada toda esa población, dos años y esa pequeña aldea seguía en pie, cualquiera diría que eso era imposible por su gobernante tan… extravagante, afectando con sus decisiones el bienestar de la aldea. El pensamiento de que alguien más fuera quien tomaba las decisiones o que ella no era más que un adorno que servía para asuntos externos cruzó por sus mentes.
– Mi nombre es Shino Aburame, soy el líder de esta misión, mi compañero Inuzuka Kiba, su perro se llama Akamaru, y nuestra compañera Hinata– dudo por un segundo si debía mencionar o no su apellido, pero creyó más prudente no hacerlo, así mismo ella no parecía tener un afecto especial por el clan en el que había nacido. La miró discretamente, no parecía enfadada, molesta o disgustada, había acertado.
– Pero bueno, niños, nunca pensé que unos niños fueran capaces de hacer trabajos tan peligrosos, harán que me arrepienta de haberlos llamado, niños, sin embargo no me pudo dar el lujo de hacerlo. Siéntense, siéntense que el té se enfría, si preferían otra cosa debieron decírmelo antes; no, no es que los regañe, vamos niños, sin pena.
– Escuche señora, no… –calló un quejido de dolor, Shino le había pateado en el tobillo– perdón, señora feudal, pero me gustaría que dejara de llamarnos niños, estamos aquí como shinobis, no como visitantes. –volvió a omitir un quejido de dolor, Hinata había logrado que Akamaru le mordiera la mano, suavemente, sin embargo sus colmillos arañaron su piel.
– Entiendo, entiendo, no se preocupen… jóvenes, los llamaré por su nombre… pero será en otro momento –su gesto despreocupado e infantil, se tornó serio– es hora de que hablamos de su misión.
– Permítame, deseo ver si nuestras instrucciones son correctas, – Shino no supo cómo sentirse ante la penetrante mirada que le dio, tal vez no debería interrumpirle cuando hablaba– estamos aquí debido a los últimos y frecuentes robos que se dan por la tarde. Personas han visto a los delincuentes, sin embargo no han podido atraparlos. Nosotros los buscaremos, al encontrarlos les proporcionaremos la información para que puedan actuar. De sernos posible ayudaremos en su captura.
– Sin duda, no te has equivocado joven Shino– una mueca de orgullo brilló en su rostro– efectivamente, somos una comunidad pacífica, por eso estamos alejados de la mayoría de las aldeas, por lo que no sabemos actuar correctamente ante estas situaciones– una extraña aura de tristeza la cubrió– por eso requiero su ayuda, de ser posible, que actúen desde hoy.
– Así será, no tiene de qué preocuparse.
– Somos el mejor equipo de rastreo que jamás verá, ¡Se lo aseguro!– Todos se le quedaron viendo; emocionado, se había levantado bruscamente. Creyó que sus palabras habían hecho eco en los corazones de los demás, pero cuando sitió algo caliente derramándosele encima, entendió que había tirado el té, quemaba como los mil infiernos.
– Jaja, su compañero es muy gracioso– Hinata y Shino sólo pudieron verlo con vergüenza, en tanto Natsume se reía sin remordimientos.– muy bien jóvenes, espero no importunarlos, pero debo continuar con mis deberes. Les pido que hagan su mejor esfuerzo. Joven Kiba, si lo desea puede pasar al baño para refrescarse, uno de nuestros sirvientes le acompañará.
– Se lo agradecemos– Hinata habló por los tres, Kiba parecía incapaz de hacer algo que no fuera brincar y Shino, de alguna manera, parecía compartir su dolor. Los hombres resultaban muy sensibles en algunas ocasiones.
– Kiba, te esperaremos afuera.– ignorando lo que sería un reclamo, se dirigieron a la salida.
– Shino, también notaste lo espeso y difícil que es moverse por el bosque.– ellos habían ido por el único camino que permitía moverse libremente, sin embargo, debía existir otra ruta, un pasaje secreto o un grupo de ciudadanos que sólo inventaban cuentos para salirse con la suya.
– Lo hice, tenemos poco menos de tres horas para inspeccionar los alrededores, después de eso seguramente actuarán.
– ¿Roban algo en especial?
– Dinero y pequeños objetos de valor que encuentran en los establecimientos con poca seguridad.– le hizo un gesto de despedida al guardia, pero se quedaron quietos un paso después.
– La aldea no es muy grande. Podremos cubrir más terreno si nos separamos.–Shino asintió– ¿Tus insectos pueden crear un perímetro fuera de la aldea?– él movió ligeramente la cabeza, sus lentes brillaron; definitivamente le agradaba la actitud de su compañero, ya lo había hecho.
– Entiendo
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Estaba atardeciendo, Hinata no sabía qué pensar, cada casa, negocio y construcción era capaz de guardar lo que habían estado robando, pero nadie parecía tenerles desconfianza ni trataban de huir de ellos. El muro estaba rodeado por varios cientos metros de árboles y vegetación difíciles de atravesar, sin embargo las copas de los árboles permitían moverse libremente, ¿Se estarían enfrentando a otros ninjas? No había razón para que bandidos atacaran una y otra vez la misma pequeña aldea sin atractivo para robarse pequeños botines, mercenarios o cazadores de tesoros tampoco deberían tener gran interés, ¿Buscarían algo en especial?
La hora preferida de los robos había sido tranquila, nada había pasado. Pensar que era una simple coincidencia sería descuidado, dudaba que se hubieran detenido y no sabía si aceptar la posibilidad de que supieran que estaban allí.
Llegaba la hora de reunirse con los demás, suspiró con resignación, no había sido capaz de encontrar nada que les diera una pista o un rastro que les pudiera indicar el camino a seguir. Frunció el ceño, no sabía si era normal, un bandido o ladrón común forzaría cerraduras, dejaría algún desastre en el lugar asaltado, sin embargo la gente del lugar no ponía candados o aseguraba sus puertas y las posibles huellas que dejaban se borraban entre todas las demás que las personas hacían cada día. Fuera de la aldea tampoco había huellas, eso la desconcertaba, el único camino libre era por el que había llegado, no importaba que este fuese pedregoso, debían dejar algún rastro; además, en la zona tupida de árboles, el suelo era una combinación de pasto y piedras, sin duda difícil para moverse. No tenía sentido. Ni siquiera una moneda o joya estaba tirada fuera de la aldea, eso o su Byakugan aún era débil, cosa que tampoco le hacía gracia.
Kiba y Shino llegaban casi al mismo tiempo, se veían cansados y acalorados, la temperatura no estaba muy alta, había disminuido bastante, pero seguía sintiéndose un calor húmedo que los hacía sudar.
– No encontré nada, tantos olores confunden mi nariz, no hay ninguno en particular que llame nuestra atención.
– Yo tampoco encontré nada extraño, mis insectos no han reportado por sospechosos.
– Ningun aldeano parece ser responsable y los caminos están limpios.
Kiba suspiró fuertemente, terminar todo al primer día no había sido posible. Pero no era del todo malo, podía aprovechar de refrescarse un poco, se sentía pegajoso, acalorado y estaba seguro que su ropa estaría llena de manchas de sudor, lavar no era una de sus actividades favoritas, con suerte podría hacerlo al mismo tiempo de bañarse.
– Oi, Shino, no has dicho en dónde nos quedaremos.
– Planeaba ubicarnos en el bosque, es el mejor lugar para una emboscada.
– Estoy de acuerdo con Shino. Encontré un pequeño arroyo en el lado este, podemos acampar junto a él.
– No se diga más, ¡vamos!– nada se comparaba a una ducha bien fría por la noche, sin esperar a nadie, empezó a correr
– ¡Kiba, es para el otro lado!– se detuvo de golpe, dio media vuelta y siguió corriendo.– Shino, el último en llegar prepara la cena– Hinata sonrió al domador de insectos antes de seguir a su compañero. El domador de insectos sonrió levemente, no era el mejor cocinero pero algo podría hacer.
Sin deseo de correr, se fue despacio.
Localizarlos fue fácil, pero le sorprendió ver a una Hinata más fresca –sólo con unas bermudas negras y una playera color rojo oscuro– encendiendo una fogata, la tienda ya estaba alzada, no se había tardado tanto. Kiba seguramente estaría chapoteando por ahí. Él también necesitaba refrescarse, se volvía molesto seguir con toda su ropa encima, se sentía como en un horno.
– Kiba prometió traer pescado, hace poco se fue, así que va a tardar.– se sorprendió ligeramente de que lo hubiera visto, estaba detrás de unos árboles, quizá no había sido tan sigiloso como había pensado o Kiba tenía razón, eran buenos encontrando personas.
– Los ladrones– inició, sentándose al lado del fuego.
– Lo sé. El pueblo es pequeño, no hay rastro de que alguien haya invadido. Los caminos están limpios y son difíciles de atravesar. Los árboles en cambio son excelentes.
– Hay algo que no va bien.– frunció el ceño, algo no tenía lógica. Pueblo pequeño, robos consecutivos, entradas y salidas limpias, aldeanos que seguían sus rutinas sin importar el miedo… ¿Había alguna trampa? ¿Alguien les estaría mintiendo? Pero lo más intrigante era el ¿Por qué? ¿Con que fin?
– ¡Shino, pequeña tortuga! Creí que llegarías hasta mañana– una toalla cayó sobre su cabeza, estaba mojada– Hinata traje los peces, vamos a cocinarlos que muerto de hambre. Y tú Shino, mejor te vas a bañar, ¡seguro que hueles fatal!– fingió olerlo y taparse la nariz dramáticamente– uff, y yo creía que sólo los mariscos podrían oler así– soltó una carcajada, ignoró cuando Shino se levantó apuradamente, pasó a su lado, y siguió riendo aun cuando la amenaza de su furia se cernía sobre su cuello. Después de tres minutos se calló, con una expresión algo seria– Ese Shino debe aprender a relajarse, sé que esta no es una situación normal, al menos no para una misión rango C. sin embargo, se freirá el cerebro pensando en todos los posibles escenarios y mi instinto me dice que esto no lo resolveremos pensando.– esperó por un regaño, un sermón parecido a los que le daba su compañero, Hinata también era racional, pero ella también debía entender que había cosas que el cerebro no era capaz de descubrir.
– Deberías aprender otra forma de distraerlo, o es posible que termines siendo comida de insecto– ambos se sonrieron. Hinata estaba de acuerdo, existían cosas que sólo pensando nunca se resolverían.
– Sí, creo que tienes razón, pero eso será para otra ocasión, ¡tengo hambre y quiero que ese pescado este bien cocinado!
– Prefiero un perro bien asado.
Apenas les dio tiempo de reaccionar, esquivaron la llamarada que se dirigía a su campamento, Hinata se aferró a las ramas de un árbol, viendo quemarse la tienda y árboles caer. Kiba estaba detrás de unos arbustos, Akamaru a su lado. Esperaron por algo más, pero nadie aparecía, con el viento en contra el Inuzuka no sabía contra cuantos se enfrentaban, Hinata activó su Byakugan, tres o cuatro personas, había una mancha intermitente justo en el límite de su visión, Shino se dirigía hacia ellos, alertado por el estruendo.
- No se preocupen, esperaremos a que llegue su amigo, no queremos que esto termine rápido.
Kiba maldijo en voz baja, sabía que algo fuera de lo común ocurría, pero ¿¡no pudo esperar para después de la cena!?
Miró hacia Hinata, buscando algún indicio que le indicara qué hacer, moverse les daría su posición –si es que todavía no la tenían- y retroceder para agruparse tampoco le agradaba y no creía que fueran capaces de huir, no se habían dado cuenta de cuándo llegaron, ni siquiera el momento en que iban a ser incinerado sino fuera por su advertencia.
Gruñó con fuerza, alcanzando a Hinata casi al mismo tiempo que Shino.
- No puedo creer que nos hayan llamado por algo como esto.- era un hombre chaparro, un poco más bajo que Naruto, y eso era mucho decir, tenía una larga cabellera verde lisa y vestí todo de negro.- estar robando en este lugar olvidado sólo para atraer a estos niños.
- Pelear contra estos criajos no será divertido.- Era el doble de alto que el primero, pelón, con su torso musculoso cubierto de vendas
- Pero la recompensa vale la pena.- el tercero sólo era un poco más alto que el primero, cabello corto café, vestido igualmente de negro.- sólo tenemos que capturar a la chica, los otros dos sólo estorban, dijo que ni importaba si matábamos a alguno de los niños siempre y cuando nuestro objetivo quede ileso.
- Matar a un par de genins, no veo la diversión, pero el dinero valdrá la pena, no pensé que saquear esta pequeña aldea también nos daría dinero.
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Hola, hace años que no les traigo un capítulo. Muchas excusas, pero espero que quienes lean este capítulo lo disfruten, trataré de tardar menos con el siguiene, pero no puedo prometer nada, me esta costando un poco -de hecho es por eso que no publicaba y he decidido partir el capítulo en dos-.
Así que espero lo disfruten, y todo comentario será bien recibido =)