Los personajes son propiedad de la señora Meyer.
Un pequeño coso que escribí hace tiempo, en uno de mis momentos de ocio en la escuela.
Soledad
Sola.
Así es exactamente cómo se sentía Leah, ese detestable sentimiento del cual siempre pensó que podría huir.
Para ella ya no habría más ese sentimiento cálido que abrasaba su corazón. Y no, ni siquiera la furia lograba ya rescrebajar esa profunda capa de hielo que se había formado en su pecho.
Ya no habría alguien que tuviera unos brazos dispuestos a abrazarla y nunca dejarla ir. Nadie que poseyera una sonrisa única, sólo para ella, especial para Leah… Tal y como Sam la tenía…
Nadie. Nadie para ella. Nadie que quisiera entrar en su corazón, y nunca salir de ahí.
Y lo peor del asunto, lo que más furia le daba, es que la culpa no era precisamente de Sam, por más que lo culpara, tratando de hacerle la vida tan difícil a él como podía ser una décima parte de la de ella.
Le dolía el hecho de haberlo perdido por algo que estaba por completo fuera de su control, y era algo que simplemente no podía ocultar… aunque quisiera. Detestaba con todo su ser ese maldito destino que le había tocado. Ese desgraciado destino que la había obligado a quedarse sola. Sola.
Y así sería hasta… bueno, Leah no lo sabía, no tenía ni la más remota idea. Y eso era lo que le dolía más.
Bueno, creo que es más que obvio que Leah es de mis favoritas. Una de las (miles de) cosas por las que detesto a la Meyer es por haber dejado sola a la pobre de Leah, y que al final, mientras se apuraba en escribir más de 800 páginas de cosas sin sentido, se olvidara de darle un final más apropiado a la pobre chica lobo.
En fin.. ¡Saludos!
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