Los personajes de esta historia no me pertenecen. La historia por el contrario es completamente de mi autoría.

Gracias por leer flores…

BÁRBARO.

Capítulo 32

"Lloran las rosas"

-Siobah, este hijo tuyo no tiene sangre en las venas. - Colum, soltó la espada de acero en el suelo y dio la espalda al débil y moreno hijo de la mujer que recargada en uno de los gruesos árboles de la explanada, miraba la escena con los ojos entornados.

Eleazar , habia salido a la parte de la familia mas debilucha y enclenque. Siobah,farfulló entre dientes palabras malsonantes y escupió el hierbajo que mordía mientras observaba la escena con una ira desastrosamente controlada.

-Ha salido a la familia de papá, Colum, gentes sin apariencia; pero inteligentes y acerados como los depredadores. No le quites mérito a mi muchacho. Si no sirve para pelear, podra ser un gran estratega, detrás de las tropas.

Colum, giró el rostro de nuevo hacia el muchacho, que lo miraba con ojos de halcón, inteligentes y frios.

-Quizás lleves razón, pero debe de avergonzarle de sobremanera que Maude envaine la espada como lo debiera de hacer él.

Siobah elevó una ceja y negó repetidamente con la cabeza, agarrando con fuerza otro hierbajo y machacandolo entre sus dientes fuertes.

-Temo la llegada de Lionel, Colum. Cuando vuelva y vea que la muchacha se ha convertido en una bruja que sabe manejar la espada y el arco como un guerrero me va a retirar su proteccion de por vida.

Colum echó hacia atrás la cabeza y se carcajeó con fuerza. No podia reprimir sonreir al recordar a Maude.

Se habia ganado a él y a su mujer con aquellos ojos castaños, profundos e inteligentes y aquellas cualidades suyas tan inconfesables como increibles.

Elevó un brazo y se lo llevó a la mata de rizos color cobrizo, para apartarlos de su frente.

Volvió sobre sus pasos y fue hacia el chico que se mantenia como una pantera al acecho, sin respirar si quiera. Lo miró sin perder la sonrisa y le pasó un brazo por los hombros.

-Conozco a Lionel lo suficiente como para decirte que no es a ti si no a mí al que va a retirar la proteccion. ..

-Si Lionel Ward no quiere a Maude, la desposaré yo.

Siobah y Colum se miraron asombrados y forzaron sus gargantas para tragar aquella bola de aspera y violenta duda que los habia golpeado.

El hombre miró a su sobrino y le habló como a un igual.

-¿Sabes que Lionel te podria matar por esto, Eleazar? ¡Nunca debias de haber puesto los ojos en Maude! ¡Nunca! Ella le pertenece, muchacho.

Eleazar se desprendió del brazo de su tio, como si le asqueara y corrió campo a través sin mirar atrás. Peleado con el mundo y odiando a muerte a aquel hombre grande y fuerte, que parecia uno de los Dioses que adoraban sus ancestros.

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Katherine, observaba la figura de Maude mirando el fuego extrañada, la muchacha llevaba desde antes que comenzara a preparar el caldo sin decir palabra. Embobada con las lamidas de fuego que se perdian del calor del hogar. Se acercó a ella y le tocó uno de aquellos mechones oscuros, pasandolo entre sus dedos, acariciando deliciosamente el grueso fajo de así, tan ensimismada no auguraba nada bueno.

-Maude…- La muchacha giró lentamente la cabeza y miró la mano de su benefactora como si no estuviese en este mundo.

-Mi tiempo se acaba Katherine.- Maude buscó el pecho de la mujer con su cabeza y se pegó a él con los ojos abiertos y perdidos de nuevo.- Una primavera y Lionel Ward vendrá en mi busca y no me he convertido en la mujer que él anhela para sí, muy al contrario…podria combatir contra él cuerpo a cuerpo sin rendirme tan facilmente.

Katherine comenzó a reir silenciosamente, hasta que no pudo controlar una gran carcajada.

Maude se separó de ella y la miró entre sorprendida y enfadada. No era ninguna broma lo que le estaba contando. Aquella seria su ultima primavera con aquella pareja de seres tan especiales. En realidad apenas habia tenido trato con aquella mujer fría y sin sentimientos llamada Siobah Laurents, sin mentar a su hijo Eleazar, que la confundía con cada mirada solapada, llegando hasta ella los oscuros pensamientos del muchacho y vejandola por completo.

-No te molestes Maude, pero cuando Lionel vea en lo que te has convertido, caerá de rodillas postrado ante ti.- Katherine, acogió con ambas manos el rostro de la muchacha y lo meció con todo el amor que anidaba en su pecho.- Y eso sin hablar de ese maravilloso don, con el que los Dioses te han bendecido. – Katherine arrugó el entrecejo y negó suavemente un par de veces , apartando las manos del rostro de la muchacha.- Pero¿ que es lo que te abruma de la vuelta de Lionel, Maude? Es uno de los hombres mas justos que he conocido y sin duda estaras mucho mas cómoda viviendo en su morada que con mi cuñada y sobrino. Sé positivamente que Eleazar no te gusta, aunque Siobah , tampoco es fruto de tu devoción. Debes esperar anhelante la vuelta del hombre que te hará una mujer y te amará. No lo dudes. Yo no lo hago.

Maude cerró los ojos por unos instantes, recordando la figura del caballero del yelmo de León, su mata de cabello de un tono extraño, aquella boca, posesiva y la belleza de aquellos ojos verdes hipnotizantes, sintiendo como un calor sofocante se esparcía por todo su cuerpo y anidaba en las partes mas pudientes de una mujer y en el rostro. Alzó las palmas de las manos para taparse aquellos nubarrones de densa bruma carmín y oyó a Katherine lanzar una nueva carcajada mientras se levantaba en busca de una olla para terminar de preparar la sopa de verduras antes de que llegara su esposo, Colum O´Connell. Último varón del clan de los O´Connell de Aberdreen. Hermano de Siobah y Rebecca e hijo de Kenneth y Amelia O´Connell Fitzpatrick.

Suspiró ante el hecho de que él seria el último varón que ostentara el apellido O´Connell.

Ya eran demasiados años sin poder concebir, y ya habian perdido toda clase de esperaza.

El vientre de Katherine no habia sido creado para que una nueva vida anidara en él.

El dolor que la atenazaba muy de vez en cuando desde la llegada de Maude se focalizó en lo mas hondo del corazón y aquel suspiro se convirtió en quejido y éste en un llanto silencioso y casi incontrolado.

Maude sabia el anhelo de aquellas dos personas buenas que la habian tratado como si fueran carne de su carne.

Colum, la habia observado desde la distancia, la primera vez que ella comenzó a construirse el primer arco, dejandola y ayudandola cuando lo necesitaba. Primero tratandola casi con hostilidad y luego con amabilidad y ternura.

Mas adelante, le construyó una firme espada de madera y ganandose por completo al hombre cuando como simbolo de agradecimiento corrió hacia sus brazos y le dio uno de aquellos escasos a los que Maude no estaba acostumbrada, convirtiendose en su mas fiel discipulo y arropandola en todo momento, frente a los malos modos de su hermana y sobrino, que no le tenian en ninguna estima.

Maude sonrió solapadamente y buscó en el enorme bolsillo de su falda harapienta y sucia, agarrando con fuerza la piedra blanca y dudando si en mostrarsela o no a Katherine.

-Katherine.- Su voz convertido en un cadente susurro hizo sonreir tiernamente a la mujer.- Toma.- El brazo grácil y largo de Maude se estiró , abriendose como una hermosa flor aquella mano de dedos largos , finos,apareciendo justo en el medio la piedra blanca completamente esferica.

Katherine arrugó el ceño y miró la piedra con curiosidad primero y luego lentamente aproximó su mano dura, callosa y trabajada, agarrando entre los dedos aquella extraña forma.

-¿Qué es esto, Maude? .- Preguntó sin ni tan si quiera mirar a la muchacha, pasando los dedos por la forma ovalada del pedrusco, sintiendo su frialdad.

-Duerme con esta piedra despues de yacer con tu hombre.- Maude, ni siquiera miró a la mujer,ruborizada por la escena que imperaba en su mente.- Pide una gasa de recien nacido a cualquier mujer que haya parido hace poco y envuelve con ellas tus partes pudientes, el ultimo dia de tu menstruacion.- Maude suspiró mientras caminaba hacia la puerta paralizada por el ruido que habia comenzado a dominar el espacio donde se hallaban Katherine y ella.

Las manos de Maude tocaron la puerta de madera y cerró los ojos, sintiendo como las vibraciones de las personas que gritaban fuera venian hacia ella.

Pudo ver con total claridad como los rostros de la gente se volvían, mientras que las manos llegaban a su boca. En los ojos de todos ellos, pudo ver con una claridad aplastante, el yelmo del león. Abrió los ojos de golpe y miró horrorizada a Katherine.

-Es él….él, ha llegado antes de lo previsto .- Paralizada por la realidad, Maude apenas notó como Katherine abria la puerta y corría en busca de un abrazo de aquel hombre que adoraba tanto como a la que seria su futura esposa.

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-Lo que me dices no puede ser cierto. Tú..tú no me has puesto en conocimiento en ningún momento que pariste una hija, Maude. ¡Y ahora me vienes con el cuento de que una de esas mujeres es tu hija! – Edward caminó de unal ado a otro como un león ejaulado, sin mirar a la mujer, que lo observaba como un halcón, sin pestañear si quiera.- No me gusta que haya secretos entre nosotros, mujer. Yo te he tratado como si fuera yo mismo; mi conciencia, pidiendo de ti los mejores consejos ante mis dudas, mis inseguridades y tu no me cuentas partes fundamentales de tu propia vida. ¿No has confiado nunca en mi, hasta ese punto Maude?

La vieja suspiró y se acercó a la repisa donde guardaba las vasijas de barro, allí agarró una y buscó la jarra de agua miel, para servirse un buen golpe de aquel liquido almibarado.

No es que le faltara valor para hablar; pero a veces los recuerdos son demasiado dolorosos y la mente ; discreta. Los mantiene dormidos, para que no aguijoneen cuerpo y alma.

- ¿Vas a respetar el hecho que no quiera contarte lo que ocurrió con mi hija? Al menos de momento. – Maude empinó la vasija y bebió de ella hasta casi finalizarla.

El Bárbaro, asintió sin dejar de mirarla. Elevando un brazo y apuntando con el dedo indice a la mujer, que lo observaba tambien, sin respirar.

-Quiero saber quien es. Aunque lo intuyo.- susurró de mala gana Edward.- Dime Maude, ¿Quién de las dos mujeres es la que ser formó en tus entrañ…

-Rosalie.- jadeó Maude, llevandose una mano al pecho.- Rosalie es mi hija, Edward.

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-Kaichiri, Zafrina, dejadnos solas. – Bella observó como Jane se mantenía rezagada detrás de ellas, mientras caminaban de nuevo hacia la Fortaleza.

Las dos muchachas asintieron y se marcharon, dejando solas a las tres mujeres, que buscaron abrigo en uno de los grandes salones donde una gran chimenea presidia el centro.

Buscaron unas sillas y se sentaron, mirandose las tres.

Bella atenia millones de preguntas que hacerle a aquella mujer que no la habia tratado de la mejor de las maneras cuando estuvo guarida en Shadow.

-¿Cómo llegaste aquí? – Preguntó Rosalie, apretando el arco fuertemente sobre su pecho .- ¿Viniste en busca del pariente de mi marido, verdad?

Bella negó bajando la cabeza. Mirando los pies de las dos mujeres. Las botas estaban tan roidas que casi se podian vislumbrar los dedos de los pies.

-Es una historia muy larga…- Bella suspiró.- Vivia con Alice y Jasper, ellos tambien pudieron escapar de aquella horrible matanza. Fui engañada y expuesta a la venta como carnaza en una region no muy lejana aquí. Garret el hombre de confianza de Edward me compró junto a otras mujeres que corrian la misma suerte que yo. Es una casualidad que justamente haya llegado a parar aquí.

-¿Ese malnacido, compra mujeres? .- Rosalie se levantó de la silla y las aletas de su nariz se ensancharon, henchidas de fúria.

-No…no, calmate, Rosalie. Al contrario. Las respeta, les da abrigo, las cobija e incluso las empareja con los hombres que tiene en sus filas. Parece ser un hombre justo y querido. Ellas hablan bien de su amos y ellos las adoran.

-¿Sus amos?- Rosalie se sentó, enarcando una ceja.- Nadie es dueño de nadie y eso es lo primero que quiero que aprendas si vas a ser mi pupila.

Jane sonrió mientras miraba a su cuñada. Aquella mujercita de cuerpo debilucho y sonrisa franca, iba a convertirse en una maquina de matar en todos los sentidos si se dejaba guiar por Rosalie.

-Eso es cierto, pero no puedes negar el hecho que cuando una mujer se une a un hombre se convierte en su hembra.- Inquirió Bella.

-Si, pero siempre que el hombre sea tan tuyo como tu suya. Metete eso en la cabeza, pequeña aprendiz de guerrera. ..pero cuentame. ¿Eres suya? .- Rosalie, sonrió con picardia mientras miraba a Jane solapadamente y elevaba las cejas.

-Si. Soy suya.- Respondió Bella mirandola a los ojos .- Pero no tengo la certeza de que él sea mio. Yo solo he sido de él, en cambio él…

El gran salón se llenó con las carcajadas de Rosalie. La rubia alargó la mano y acarició a la castaña, con dulzura.

-Eso es algo casi normal, pequeña guerrera. Yo cuando fui de mi Emmet, iba como mi madre me echó al mundo. No sabia nada de nada. Con él descubrí que pasa entre un hombre y una mujer y estoy orgullosa de ello. Él me enseñó a marcar lugares de su cuerpo con mis besos y caricias y aunque sé positivamente que él yació con mas hembras antes de ser mío. Tengo la certeza que nunca hubo ninguna que lo tuviese de la manera que lo tuve yo.

-¿De que manera? .- Preguntó Bella en un tenúe susurro.

-En cuerpo y alma.- Rosalie suspiró, mientras que intentaba no llorar.

Aún pese al tiempo no habia logrado superar la perdida de su macho.

Bella meditó durante unos segundos y abrió la boca para hablar, pero la voz potente de su dueño emergió en aquel entorno como un aullido.

-¡Aquí estais las tres! – Edward caminó hacia ellas, deteniendose justo en medio de ellas.- Vosotras dos, id para vuestro cuarto. Luego hablare contigo .- Inquirió apuntando con el dedo indice a Rosalie; ésta lo miró de arriba abajo y sonrió antes de levantarse y agarrar de la mano a Jane, que parecia asustada por los bramidos de aquel hombre, que en esos momentos mas bien parecia un animal.

Bella lo miró fijamente a los ojos, levantandose de aquella silla y haciendo la intentona de marcharse de allí. Despues de lo que habia ocurrido con Fury, lo ultimo que queria era hablar con él.

Pero se vió paralizada por unos dedos largos, que la agarraron con fuerza la muñeca.

-¿Dónde te crees que vas? – susurró el Barbaro, acercandola a su cuerpo y siseando muy cerca de su oido.

-Debes estar loco si piensas que voy correr a tus brazos despues de como me has tratado, Edward.- Escupió ella, tan cerca de su rostro que casi podian rozarse.

-Podrias intentarlo…he tenido un dia muy duro, Bella…tu me ayudarias a relajarme. ¿No te apeteceria un baño? .- él volvió a sonreir de medio lado y Bella notó como se calentaba y mojaba en sus lugares mas secretos.

-No.- Ella intentó soltarse, pero él no la dejó, apretandola mas contra si, notando lo muy duro y fuerte que estaba en toda la extension de su cuerpo.

-Bella.- susurró.- Es posible que mañana partamos a Getway y no se cuando volveremos. Esta quizás sea la ultima noche en muchas otras que no estemos juntos y deseo sentirte, tenerte…que seas completamente mía.

Bella notó su corazón se resquebrajaba, pero todo lo ocurrido en el dia y las palabras de Rosalie, martilleaban su mente y su alma.

-No…yo…no soy tuya….- susurró sin mirarlo a los ojos.

El calor del cuerpo del hombre se fue perdiendo poco a poco, deshaciendose de su agarre. Edward la dejaba escapar de sus brazos con lentitud.

Los dedos de él elevaron su barbilla, para buscarle los ojos, pero ella se escapó de él corriendo hacia donde la llevaran los pies.

No queria que viese la mentira escrita en sus ojos chocolate.

Edward la vió huir completamente abatido.

Con cansacio, llegó a su cuarto y la vió enroscada en el jergón que compartian, tapada por completo.

Dudo en cruzar el umbral de la puerta y finalmente no lo hizo. No queria ni deseaba obligarla, porque era tal su deseo que tenia miedo de forzarla. Se dio la vuelta , cerrando la puerta suavemente, caminando hacia las caballerizas donde reposaba su animal.

Alli se tendió sobre el pajizal y espero que el astro rey saliera.

El dia venidero seria mas duro si cabía que el vivido, ya que no buscaria a su hembra, se marcharia sin el sabor de un ultimo beso o de la calidez nunca vivida entre las piernas de ella. Gruñó ofuscado por el mal humor y el deseo, mientras se enroscaba cerca de Fury, que dormia placidamente.

Continuará…

Gracias por leer mi amores!