Disclaimer: Ninguno de los personajes de Full Metal Alchemist me pertenece.

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¡Hola a todos! ¿Cómo están? Espero que bien. Y, como prometido, estoy acá subiendo el capítulo final de esta historia... que ojalá les guste y les haya gustado. Como dije, intentaré empezar a subir el siguiente Royai en el que estoy trabajando lo antes posible. Y pensé en decirles que va a haber un siguiente fic de ésta pareja por si a alguno/a de ustedes les interesa. En fin, como siempre, quería agradecerles a todos los lectores por seguir esta historia hasta aquí. Gracias también a quienes la agregaron a Alerts y Favorites y más aún a tan amablemente me hicieron saber lo que pensaban y me animaron con sus reviews. ¡Gracias! A todos (agradecimiento especiales al final). Y espero no decepcionarlos y no haberlos decepcionado tampoco. Como siempre, y si no es demasiado abusar de su bondad, me encantaría saber que les parece y le pareció. Lo apreciaría mucho. Gracias. ¡Nos vemos y besitos!


En el último lugar del mundo


XII

Epílogo


Sabía que la estaba observando, podía sentir sus ojos negros –más negros que habitualmente- clavados en ella y podía oír el movimiento de su pluma entre sus dedos dando golpecitos constantes y uniformes sobre la superficie del escritorio. Asimismo, podía percibir los ánimos pensativos que lo rodeaban incluso desde la distancia en que se encontraba de él. Era inevitable, suponía, después de tantos años y después de todo lo acontecido habían llegado a un punto donde incluso podían percibir la presencia del otro sin tener que voltearse a cerciorarse de que, de hecho, estaban donde creían que estaban. Él siempre estaba allí, de todas formas. Y ella siempre estaba un paso atrás cuidando su espalda. Ese era el trato, después de todo y Riza se aferraba a aquello de seguirlo hasta su tumba aún con todo lo que había acontecido durante aquellos siete años. Incluido el instante en que casi había debido cumplir su promesa de matarlo con sus propias manos aquella vez con la situación de Envy y los homúnculos.

Hughes estaba muerto y aún cuando ya llevaba demasiado tiempo de esa forma ninguno de los dos podía dejar de pensar –a veces- que el hombre atravesaría la puerta o llamaría por teléfono para alardear de su esposa e hija. En ocasiones, Riza podía ver que Roy desearía que eso pasara, aún cuando fuera muy orgulloso para admitirlo. Incluso entonces, en Ishbal, Roy había sido demasiado orgulloso para admitir que el hombre le importaba aún cuando pretendía no hacerlo y pretendía estar irritado por ello. Elicia tenía ya 8 años y cada día se parecía más y más a Gracia lo cual sabía habría complacido a Hughes considerablemente. Por su parte, ella no había tenido una relación tan intrínseca con el hombre. Salvo las ocasiones en que Roy y él habían coincidido en Ishbal estando ella presente y las veces en que Maes se había aparecido en su oficina hablando de su familia. Aún así, lo había respetado e incluso llegado a apreciar considerando también que era una persona importante para Roy.

Por otro lado, el resto de las personas que habían permanecido por tanto tiempo a su lado habían seguido sus vidas parcialmente también. Falman había decidido regresar al Norte tras su experiencia en el Fuerte de Briggs con la general Armstrong y sorprendentemente se había casado mientras que el resto había decido permanecer en el Este junto a ellos. Havoc tenía actualmente una novia, o eso decía y curiosamente Rebecca Catalina también estaba viendo a alguien de quien no quería hablar. Pero Riza era demasiado aguda para no haber sido capaz de poner 2 y 2 juntos. Por supuesto, Rebecca y Havoc ambos ignoraban esto, así como ignoraban que Roy también estaba al tanto de la relación. No que a ellos le importara. Pero sospechaba que ésta vez Havoc no correría riesgo de perder ante él, dado que Rebecca y Roy no tendían a congeniar tan idealmente como para dejar a Havoc por su superior.

Además, Edward-kun y Alphonse-kun habían finalmente recuperado sus cuerpos (con la excepción de la pierna del mayor de los hermanos pero el menor había dicho que de todas formas estaba bien de esa forma, porque así Winry podría continuar atendiendo su automail) y el mayor de los dos había contraído recientemente matrimonio con la joven mecánica rubia. Mientras que Alphonse se encontraba en Xing con May Chang aprendiendo Rentanjutsu aunque se había tomado el tiempo para regresar a la boda de su hermano. Acero –como aún continuaba llamándolo Roy a pesar de todo- y Winry tendrían pronto un bebé. Y Edward insistía constantemente en que sería un niño, aunque Winry no estaba tan segura.

Ella, por su parte, continuaba igual que lo había estado desde que habían regresado ambos de Ishbal. Aún llevando su carga sin quejarse y aceptando sus pecados como parte de su vida mientras ambos intentaban poco a poco revivir la cultura Ishbalita con ayuda del Mayor Miles y de Scar. No era fácil, no lo negaría, pero era algo que ambos querían hacer particularmente y algo particularmente personal también para los dos. Aún cuando el resto del equipo los estuviera ayudando con la tarea.

Roy había perdido la vista, había quedado ciego y la había recuperado. Y ella había sentido por un instante que todo por lo que habían trabajado se desmoronaría y era su culpa porque no había sido capaz de protegerlo como había dicho que haría. Él había desmentido fervientemente el argumento, pero ella probablemente continuaría adjudicándose la responsabilidad que de todas formas sabía que le correspondía. Aún así, y con varias cicatrices más de las que habían tenido tras la guerra, ambos seguían vivos. Las escaras de su espalda aún seguían allí, donde él la había quemado y seguirían allí por el resto de su vida pero esas eran cosas que no podrían importarle menos. Eran pruebas de que habían vivido, y sobrevivido –como la cicatriz del cuello de ella y de las manos de él-, y pruebas de que estaban más cerca de alcanzar la ambición que él se había propuesto todo aquel tiempo atrás.

Roy ahora era General, tras haber sido ascendido a General de Brigada y ella simplemente había optado por mantenerse en su puesto para poder continuar junto a él cuidándole la espalda. Su lealtad no era y -desde Ishbal probablemente- nunca había sido realmente con la milicia, al menos no realmente pero mientras él estuviera en ella, y fuera ella la lealtad de Riza no flaquearía. Aún así, había momentos en que podía verlo observándola como lo estaba haciendo ahora y no dudaba en suponer casi acertadamente qué estaba pensando. Ella estaba pensándolo también, probablemente, pero se habían resignado a ello mucho tiempo atrás.

Soltando un suspiro, depositó su pluma sobre el escritorio calmamente —General, ¿puedo preguntar por qué me está observando?

Pero él solo sonrió carismáticamente y se acomodó en su silla una vez más, su expresión ligeramente arrogante, mientras que el papeleo yacía olvidado sobre el escritorio de él —Por nada en particular, teniente. Sólo estaba pensando...

Riza cerró los ojos y negó con la cabeza —No lo haga —replicó severamente, retomando su propia tarea—. Haga su trabajo, señor. De otra forma, no se hará solo.

Roy frunció el entrecejo e inclinándose hacia delante apoyó su mentón sobre el dorso de sus manos. Codos sobre el escritorio —Estoy perfectamente conciente de eso, teniente —aseguró.

Pero ella no alzó la vista. Sus ojos caoba clavados en el papel delante suyo —No lo parece, general.

Aún así, él ignoró el tono estricto. No era nada nuevo, de todas formas —¿No quiere saber en qué estaba pensando? —sugirió, aún sonriente.

Si continuaba de esa forma, tendría que borrarle la sonrisa de un disparo. No literalmente, por supuesto —¿Tengo opción, general?

Ésta vez, él pretendió sentirse ofendido —Por supuesto teniente, ¿qué clase de superior cree que soy?

Riza volvió a hacer un gesto negativo con la cabeza y continuó trazando con su pluma sobre el papel —No querrá saber mi respuesta al respecto, señor —aseguró.

Él bufó indignado, cruzándose de brazos —Ilústreme, por favor. Teniente. ¿Qué clase de superior cree que soy?

Riza ni siquiera vaciló al replicar. Su expresión neutra —Uno negligente, la mayor parte del tiempo —añadió. Y aunque no sonrió –ni siquiera sutilmente- Roy pudo oír el gesto en su voz.

Después de todo, ambos habían recorrido juntos demasiado. Demasiado tiempo. Y demasiadas cosas habían visto y vivido para sus cortas vidas también pero eso estaba bien por él. No lo negaría, sería hipócrita decir que no disfrutaba su compañía y sería más aún si no se admitiera a sí mismo que aún pensaba en volver a besarla. Y maldición que lo hacía pero ella probablemente le dispararía si intentaba siquiera hacer un ataque frontal que ella pudiera prever. Además, suponía que debía considerar todas las otras razones por las que probablemente no debería hacerlo, así no pudieran importarle menos. Y sinceramente, no lo hacían. En absoluto. Pero sabía que a ella sí le importaban y ésa era otra de las razones por las que se abstenía de actuar.

—¿Y la otra parte del tiempo, teniente? —presionó el asunto, con una sonrisa arrogante pero una vez más ella no se inmutó. Sabía lo que estaba haciendo, de todas formas y no podía permitirle seguir avanzando ese camino. Después de todo, ellos habían dejado de transitarlo tras su regreso de Ishbal y era lo mejor para ambos, de todas formas. Y uno de los dos tenía que tener la cabeza en el correcto lugar para tomar las decisiones que debían tomarse. Él le había concedido esa tarea tiempo atrás, cuando habían hecho la promesa, y ella había decidido que aquella era la decisión que se debía tomar.

La respuesta era no. No podían volver a caer de donde probablemente no podrían salir jamás y Riza sabía que si caía no podría volverse a levantar más. No después de todo. No ella, al menos —Uno irresponsable, señor.

Por supuesto, esa no era ni había sido la respuesta esperada por él. No, había esperado otra cosa pero probablemente había sido iluso de su parte el hacerlo. Y estaba bien de esa forma, o eso quería convencerse –con considerablemente poco éxito-, ellos estaban bien de esa forma. Mejor inclusive, que todos esos años atrás en el desierto. Si... definitivamente mejor. Pero de alguna forma no lo creía tampoco. Creía, y no lo negaría, en que las circunstancias eran mejores y de eso no había duda. Pero él no se sentía mejor posicionado respecto a ella. No. Desde el último desliz, tras la muerte de Hughes (ya casi tres años atrás), con ella no se había vuelto a sentir bien posicionado de ninguna manera. Hawkeye no había hablado de ello, y él no hablaría tampoco porque eso era lo que ellos hacían –y siempre lo hacían- pero Roy sabía que el ignorarlo no haría todo lo demás desaparecer. No, nada probablemente lo haría desaparecer, salvo la muerte.

Y había tenido y visto demasiado de esa a lo largo de toda su vida como para ponerse a contemplar posibilidades relacionadas. Estaba cansado, no se mentiría, pero ella parecía inamovible respecto al tema. En definitiva, era un tema complicado para ambos. Uno delicado. Y uno que generalmente optaban por eludir. Él menos que ella, estadísticamente.

—¿Realmente cree sólo eso? Me ofende, teniente —musitó, fingiendo estar herido por sus comentarios asertivos mientras continuaba observándola desde su escritorio con el mentón sobre el dorso de las manos.

Ella negó con la cabeza y Roy pudo jurar ver un destello de suavidad en sus tiesas facciones, así como una mirada apreciativa en sus habitualmente imperturbables ojos —Sabe que no —rectificó. No podía mentirle a él, nunca había sido capaz de hacerlo de todas formas. Aún así, preferiría que el general permaneciera en el campo seguro del profesionalismo y no se deslizara nuevamente allí. Aquel era un sacrificio que ella había estado perfectamente dispuesta a hacer y aún lo hacía pero cada vez que él intentaba tocar la temática Riza sentía que quizá –solo quizá- podría haber posibilidades para ellos de rever las decisiones que habían tomado y que los había llevado hasta allí. Era una mentira, sabía. Al final del día la calma retomaría y todo regresaría a la normalidad pero no podía evitar pensar luego al respecto. Y sentir que había tomado la decisión equivocada. Y, siendo sincera consigo misma –y Riza intentaba hacerlo la mayor parte del tiempo, salvo cuando se reducía a continuar ensuciándose las manos- estaba cansada de tomar decisiones erradas y cargar con ellas día a día.

Ishbal había sido un error. Uno que desearía haber podido evitar pero de haberlo sabido probablemente habría hecho lo mismo. Probablemente lo habría seguido hasta allí de todas formas, empuñando su rifle por el bien de lo que ambos habían deseado para el país. Por el bien de él, y por el bien de ella también. Si, probablemente habría hecho lo mismo. Una y otra vez. Cada segundo sobrevivido y cada acción tomada allí también. Incluidas las concernientes a él. Especialmente, las concernientes a él.

—¿Alguna vez... —se arrepintió?.

—No —lo cortó. Voz firme— Y preferiría que no vuelva a preguntármelo, general. De todas maneras, creí que mis acciones habían hablado por su cuenta.

Si lo que habían hecho en Ishbal, si los pecados que debían cargar, si los errores que estaba y estaría dispuesta a repetir, si su disposición a desertar la milicia y tomar parte en un golpe de estado por él, si la culpa y el remordimiento que debían compartir no hablaba volúmenes de su apreciación hacia él. Nada lo hacía. Estaba segura.

Y él lo entendía perfectamente —Tiene razón, lo siento teniente —masculló, pellizcándose el puente de la nariz—. Únicamente estoy algo cansado. No me preste demasiada atención.

La expresión severa de Riza se suavizó —No, disculpe mi exabrupto. Señor —y su mano finalmente dejó de asir la lapicera firmemente. Su otra mano tomando los papeles ya firmados y guardándolos cuidadosamente en uno de los cajones del escritorio. Sus dedos permanecieron alrededor de la manija por un segundo, su expresión seria y ausente.

Suspirando, permaneció allí otro segundo más. Sus ojos castaños fijos en su propia mano, clavados, y ausentes. Eso era, al menos, hasta que una mano de blanco se posó sobre la suya y suavemente retiró los largos dedos pálidos de ella de alrededor del objeto de madera —Parece cansada —lo sintió susurrar cálidamente contra su nuca, trazando cada palabra lentamente contra su piel con su aliento—, teniente. Vaya a casa.

Intentando sonar consistente, y lográndolo considerablemente dada la situación, Riza negó con la cabeza calmamente. Pero su vista continuaba fijada en el punto de contacto. Algo que ella deliberadamente había intentado eludir por mucho tiempo. Demasiado tiempo, desde la muerte de Hughes —Aún hay trabajo por hacer...

Dándole un suave tirón de la mano, la forzó a ponerse de pie. Su rostro ahora a centímetros del de ella, sus dedos enroscados alrededor de su muñeca —Puedo encargarme por mi cuenta, teniente —aseguró, sonriendo fanfarronamente e intentando aligerar el ánimo, principalmente la tensión en el rostro y los hombros de ella—. Aunque no lo parezca, puedo ser perfectamente capaz cuando me lo propongo.

Riza frunció el entrecejo. Estaba segura que en ningún momento había puesto en entredicho su capacidad. De hecho, jamás la había cuestionado. Ni siquiera una vez. Y quería dejarlo en claro —Eso lo sé, general.

Él asintió, colocando una mano en la parte baja de su espalda. Reconocía esa acción. Era un gesto íntimo, uno de los pocos que habían sostenido a lo largo de los años a pesar de haber cesado su aspecto más personal de la relación que compartían, junto con otra serie de gestos que se habían rehusado a resignar. Como las sonrisa sutiles de parte de ella y las miradas firmes estrictamente dirigidas a él y la mayor cercanía que él solía mantener para con ella –estando de pie- que con el resto de los miembros de su equipo. Eran nimiedades, ambos sabían, pero eran nimiedades que los habían ayudado a seguir avanzando a pesar de todo y eran lo más remotamente similar a una sensación de familiaridad que ambos podían obtener. Era algo, algo que preferían no definir pero a lo que se aferrarían cada vez que pudieran. Y lo necesitaran.

Y Dios sabía que lo necesitaban —No quise decir eso, teniente.

Ella cerró los ojos un instante —Lo sé —sin embargo, antes de poder siquiera atisbar a abrirlos remotamente o a ladear la cabeza o a apartarse o retroceder, sintió los labios de él presionarse firmemente contra los suyos. Sólidamente. Como no los había sentido en mucho tiempo. Como no los había sentido desde Ishbal, dado que ni siquiera cuando Hughes había fallecido la había besado de esa forma. No, esa vez lo había hecho perdido y en la oscuridad. Y sabía que su mente no había estado completamente abocada a la tarea tampoco pero no lo culpaba. Si había alguien a quien culpar era a ella misma, por haber permitido que las cosas llegaran tan lejos entre ambos. Al punto en que ninguno de los dos contemplaba ya siquiera un camino sin el otro porque la idea era sencillamente vasto ridícula para ambos.

Así que simplemente se permitió aceptar el gesto con resignación y se aferró a él nuevamente como lo había hecho todos esos años atrás. Y él solo sonrió contra sus labios también, complacido de que finalmente los dos parecieran estar en la misma página. Quizá lo estaban, por primera vez en años –siete condenadamente largos años- y a aquellas alturas no podía importarle absolutamente nada más. Nada más que ella y él y el hecho de que ambos continuaban juntos –de una forma u otra- a pesar de todo y dirigiéndose hacia la cima. Hacia sus objetivos y hacia la ambición de él. Hacia el único lugar que debían dirigirse.

Y quizá aquello era todo parte de ese recorrido que debían andar. Después de todo, ella había estado desde el inicio en su camino, atravesándose a pesar de que él no lo había deseado y ahora finalmente estaba donde quería. Donde había querido que estuviera desde la primera vez que había besado las yemas de sus dedos en Ishbal. Desde la primera vez que habían estado juntos en la forma en que lo habían estado en aquella andrajosa carpa y eso estaba bien también. Él nunca se había negado lo que quería, de todas formas. No realmente.

Separándose ligeramente, pero con sus labios aún rozando al hablar los de ella, murmuró. Satisfecho —"La milicia debe valorar la prontitud" —mientras volvía a besarla. Una y otra vez—, eso significa que en batalla uno debe actuar rápido y terminar con el oponente rápidamente, teniente.

Entre beso y beso, Riza logró articular unas breves y concisas palabras —Aún ahora, general. Estoy segura que no se referían a esto.

Él asintió, robando otro beso de ella. Uno que, esta vez, no había sabido a aridez y pólvora. No del todo, al menos. Y eso era un alivio. No quería volver a saborear el desierto en sus labios nunca más —Probablemente no —concedió, entretenido. De todas maneras Hawkeye siempre tenía razón al respecto, y discutir parecía considerablemente menos atractivo a sus ojos que continuar besándola. Así que simplemente seguiría haciéndolo hasta que ella le disparara o lo detuviera por métodos más diplomáticos. Lo que ocurriera primero. Aunque sinceramente esperaba que fuera lo segundo.

Finalmente, ella apoyó su frente contra su pecho. Sus ojos cerrados y sus dedos enroscados alrededor de la tela de su uniforme. Las manos de él fueron a parar a los hombros de ella —¿Quiere saber en qué estoy pensando, teniente? —susurró, besando su frente.

Riza sonrió calmamente, sutilmente, a duras penas —¿Tengo opción, general?

Roy negó con la cabeza, su sonrisa calma también ésta vez a diferencia de la arrogante expresión que solía tener a diario. Y, por alguna razón, le recordó a Riza la vez que había despertado tras casi haber muerto por el corte en su garganta y haber sido salvada a último segundo por el Rentanjutsu de aquella niña de Xing —Me temo que ésta vez no —esa vez, él también había lucido de esa forma. Aliviado. Aliviado de saber que estaba viva—, así que simplemente quéjese con su superior al respecto, teniente —bromeó. Y ella negó con la cabeza aún contra él. Aún entonces, Roy no parecía estárselo tomando en serio. Pero ella sabía que lo hacía.

Aclarándose la garganta, continuó —Estaba pensando que esto no parece una tan mala idea —musitó, intentando ver la expresión de ella que permanecía oculta en el cuello de él ahora.

Riza cerró los ojos y se permitió inhalar calmamente antes de responder con la brutal sinceridad que solía caracterizarla —Es una terrible idea, general —Roy sonrió.

—Supuse que diría eso —replicó, presionando la palma de su mano contra el lado opuesto del rostro de ella al que permanecía presionado contra el cuello y la mejilla de él—. Pero verá teniente, tengo argumentos y soy una persona persistente cuando la situación lo requiere —susurró.

—¿Y lo requiere, señor? —lo cuestionó en otro susurro. No sabiendo si quería oír la respuesta y queriéndola oír de todas formas.

Él asintió presionando sus labios contra la sien de Riza —Por supuesto ¿Cree que no vale la pena investigarlo, teniente?

¿Si lo creía? ¿Si valoraba el riesgo como más válido a todo por lo que habían trabajado? Racionalmente, probablemente no. No lo hacía. Era un riesgo, para él, y Hawkeye temía a la larga terminar interponiéndose en su camino más que ayudarlo en su ascenso a la cima y esa era una de sus mayores preocupaciones –siempre lo era-, sólo no en ese preciso momento. Y odiaba su debilidad al respecto. Habitualmente no lo era. Débil, eso era. Pero habían pasado muchos años y había parecido una eternidad y aún cuando todavía creía que algo como ellos probablemente no podría sobrevivir en el mundo real no podía evitar desear tomar el camino que él sugería de todas formas. Y lo haría, y cargaría con el peso de las consecuencias también si era necesario porque no hacerlo era simplemente demasiado doloroso y una terrible idea aún cuando ya no tenían de excusa las posibilidades de que uno muriera de un momento para el otro como en la guerra.

Podían hacerlo, no lo negaría. La posibilidad siempre estaría pero se estaba engañando si decía que era por esas razones que lo hacía y no pretendía engañarse ésta vez al respecto. No, simplemente estaba cansada. Y siendo humana como solo él la hacía sentirse y eligiendo por voluntad propia aceptar aquello y aceptarlo a él a pesar del listado de razones que tenía para no hacerlo. Y la lista era larga.

Aún así, lo haría. Haría aquello con él también. Y aceptaría ocupar el lugar que él necesitara que ella llenara ahora (y en el futuro), mientras continuaba cubriendo su espalda, hasta que ambos lograran su ansiado objetivo. Juntos. Como habían decidido todo ese tiempo atrás —Si, señor —sonrió calmamente. Y él asintió también, complacido de tener su apoyo incondicional como siempre.

Pronto deberían regresar a Ishbal. Al punto de partida de ambos. Pero con ella el prospecto siempre parecía un poco más positivo. Aún cuando ambos resentían el tener que regresar a aquel lugar, sabían que no podían dejar de hacerlo. No, probablemente siempre regresarían allí, incluso cuando no lo hicieran. Era meramente lógico también.

Y no, palabras como amor y justicia no existían en el campo de batalla, de todas formas. En el infierno. Pero quizá, solo quizá, podían hacerlo. Quizá, solo quizá, era lo ganado por todo lo que habían perdido a lo largo de todo el tiempo. Querían creerlo, de todas maneras. Que era sólo intercambio equivalente. Que era únicamente justo. Que era únicamente lógico y que era todo lo que necesitaban realmente.

Todo lo que siempre habían necesitado.

Y todo lo que necesitarían.


Agradecimientos especiales a: Anne21, Halldora' Ballohw, Maii. Hawkeye, fandita-eromena, okashira janet, HoneyHawkeye, Alexandra-Ayanami, Sangito, Lucia991, inowe, Noriko X., Mary-T06, Evelyn Fiedler y Demona 0. Gracias, a todos. Por sus amables reviews y por haber agregado mi historia a Alerts y Favorites, respectivamente. ¡Gracias!