Disclaimer: La serie no es mía; pero los siguientes personajes, sí que lo son: Tíos Henry y Mary, Michel, David, Mathew, Oliver, Joseph, Abby, Ethan, Sarah (Familia de Lisbon); Frank Morgan, Robert Johnson, Peter Carter, George Lewis, Karla García (personal FBI, Los Ángeles); Julie Scott (miembro de visualiza), Marc Robinson Davis (John el Rojo), su empresa MR Investments, sus padres Johana Davis y Wilson Robinson, Jeff (vigilante en la mansión de John el Rojo) y finalmente Cecilia (madrina de Ángela).
19. Redención
Spend all your time waiting
for that second chance
for a break that would make it okay…
-R-
La noche del sábado era joven, revestida de una brisa agradable y un cielo totalmente despejado; el viejo Sacramento se inundaba de alegría, podía contemplarse en sus calles, cómo los comercios se alzaban con vida propia, exhibiendo sus mejores mercancías; asimismo los cafés y restaurantes lucían sus mejores decoraciones, con especial énfasis en la iluminación con luces de colores, ya que a pesar de estar a mediados de noviembre, los festejos navideños se empezaban a hacer presente; también se apreciaban los diversos puestos ambulantes que se postraban a lo largo del muelle frente al río, cuyos ocupantes intentaban vender sus mejores muestras de artesanías, arte, ropa, libros, comida local…; sin embargo, la principal atención se centraba en las presentaciones de los artistas congregados por el festival de Jazz, Blues & Soul, quienes con sus armoniosas melodías iban colmando el ambiente de una exquisitez única.
Lisbon escuchaba casi embriagada de felicidad canciones de Etta James, Ray Charles, Aretha Franklin, Nina Simone, entre otros; mientras caminaba apaciblemente por el boulevard, observando las mil y una curiosidades a su alrededor; había cerrado el caso temprano ese día; por lo que se propuso desprenderse de todo resto de trabajo y disfrutar como se debe el fin de semana.
Un puesto hippie, colocado de manera improvisada a mitad de la acera, llamó su atención; estaba colmado de detalles hermosos: velas aromáticas, camisetas de colores, collares atrapa sueños, converse con dibujos a mano, aretes llamativos, pulseras y bolsas tejidas…; Lisbon inmediatamente pensó en Anabeth, su sobrina adolescente que pasaba por la edad de desvariar por ese tipo de accesorios y considerando que todo lo que usaba le lucía muy bien, decidió comprarle allí un regalo de navidad; aunque en ese preciso instante, le estaba costando un mundo decidirse por algo en concreto.
- Gran parte de la cultura hippie la determina el hecho de romper los patrones sociales existentes; por ejemplo, algunos hippies caucásicos les gustaba usar el cabello al estilo afro, tan solo por lucir distintos al resto… –la voz grave provenía desde su espalda, acompañada por esa presencia cálida que contrastó con el frío de la noche y que hizo a su cuerpo estremecer-.
Era absolutamente ridículo, cómo un puñado de palabras con datos simples podían hacerla tan feliz; no era lo que decía, sino el modo en que ajustaba sus palabras y medía con precisión magistral su tono, para convertirlo en un arsenal de seducción; él le hablaba de hippies y ella escuchaba un "te amo"; no pudo evitar sentir que su pecho quedara pequeño, ante un corazón crecido por la emoción del reencuentro; tampoco pudo evitar que su rostro brillara por la sonrisa naciente; a pesar de que cada día esperaba tenerlo de vuelta, no pensó que se presentara fugazmente ante ella en medio de la calle; adoraba esa clase de sorpresas. Volteó para quedar frente a él y ver de nuevo ese rostro amado que había extrañado tanto.
Un fuego repentino invadió su cuerpo cuando la vio aparecerse entre Front y L Street, llegó más temprano de lo que había esperado, lo que le resultó perfecto, ya que sus ansias por verla lo estaban volviendo loco. Sonrió como tonto con su sola presencia; ella era capaz de removerle descaradamente el alma y de traerle en cuestión de segundos pensamientos indecentes a su mente; lucía exageradamente hermosa –pensó-, la mujer tenía la bendición de mejorar con el paso del tiempo; que aunque solo había pasado mes y medio desde que se despidieron, se sentía como toda una vida.
Sin perderla de vista, siguió sus pasos a lo lejos; como si fuese un acosador obsesionado. Por un lado, la emoción de su cercanía le estaba volviendo loco por las ganas de comérsela a besos; sin embargo, decidió esperar el mejor momento para darle la sorpresa; mientras tanto disfrutaba verla perdida en su mundo y en su cotidianidad. Llevaba el cabello suelto, luciendo unas perfectas ondas sedosas que se enredaban con la brisa de invierno; vestía de jean, botines negros de tacón -esos que de vez en cuando usa para ir al trabajo- y un sobretodo negro que se ajustaba perfectamente a su figura. Ella iba observando las mercancías a su paso; se detenía y saludaba amablemente a los vendedores y personas a su alrededor; amaba su delicadeza y apertura para con los demás; sin duda estaba en paz consigo misma, y eso lo llenaba de dicha.
Vio cuando se detuvo en un puesto ambulante de curiosidades hippies, examinando a detalle cada objeto, tan metida y concentrada en decidir qué llevarse; que pensó era el momento preciso para acercarse sigilosamente sin ser descubierto. Estando a solo un paso delante de ella, sintió hervir su sangre sin control, tal vez debido a las hermosas curvas de su espalda o quizás por el aroma de su perfume que siempre lograba tenderle una emboscada que le hacía caer rendido a sus pies.
Sin pensar muy bien lo que diría, soltó lo primero que le vino a la mente sobre hippies, empezó a hablar con la intención de ofrecer un discurso prolongado sobre la cultura de los 60s, pero cuando ella volteó, para encontrar su mirada con la suya, simplemente enmudeció por un instante, debido al capricho de su propia boca por mostrarle a ella una amplia sonrisa.
No podían ocultar la emoción por verse, el brillo en sus ojos les delataba, además, esa química entre ambos, llenó rápidamente el ambiente con esa sensación romántica que sólo los enamorados pueden percibir. Sin saber qué hacer con todo ello, tan solo se quedaron a pocos centímetros de distancia, intercambiado miradas y sonrisas cómplices.
- …de hecho –continuó relatando suavemente Jane-, llevar los pantalones puestos fuera de su lugar, en el "hip o cadera", fue lo que originó la palabra hippie –ella amplió aún más su sonrisa y movió su rostro en negación, gracias a la conversación improvisada de Jane-.
- ¿Sabías que mi madre adoptó por muchos años la tendencia hippie? –Destacó él-.
- Ahora todo ese comportamiento tuyo tiene sentido –comentó ella alegremente. Jane soltó una pequeña carcajada-.
Fue cuando Teresa Lisbon sin mediar otra palabra, se lanzó hacia el rubio, cruzando sus brazos alrededor de su cuello y besándolo apasionadamente en los labios. Él respondió de igual manera, atrayéndola con fuerza hacia su cuerpo y cubriendo su cintura con ambos brazos; la suavidad de sus labios y el roce húmedo de sus lenguas, les tenía haciendo malabares con sus cuerpos a través de la delgada línea del deseo; en corto, era magia corriendo por sus venas. Por un momento dejaron descansar sus bocas; sin embargo, el abrazo duró unos segundos más, permitiéndoles regular un poco el estallido de sensaciones, producto de la excitación por verse de nuevo. Abrieron sus ojos para así darse pequeños besos intermitentes, de forma delicada, pero a su vez, frenéticamente.
- Bienvenido de nuevo –dijo ella con alegría-.
- Te extrañé tanto –respondió él en un suspiro-.
- Y yo a ti –agregó Lisbon, mientras separaban sus cuerpos, pero permaneciendo aún tomados de las manos-.
- Ya lo estaba dudando –dijo él con un puchero en el rostro-; por un momento llegué a pensar que querías deshacerte de mí y no sabías cómo.
- ¡Claro que no! Sólo te di el espacio necesario; además, estaba segura de que volverías en su momento.
- Quise volver dos horas después de habernos despedido; pero pensé que me golpearías si lo hubiese hecho –Lisbon rió espontáneamente-. Y si demoré tanto en regresar, es porque estuve cerrando varios ciclos pendientes, que me llevaron más tiempo de lo que imaginé.
- No tienes que dar explicaciones; además, es genial cerrar pendientes; tan sólo mírate –exclamó Lisbon, mientras soltaba las manos de Jane para separarse un poco de él y apreciarlo completamente-, ¡Demonios, te ves guapísimo! –Jane se sonrojó-.
- Bueno… –contestó él-, alguien una vez me dijo que debía diversificar un poco mi guardarropa y usar algo más que un traje de tres piezas en mis días libres.
Usaba un saco largo de invierno, color negro; debajo un suéter azul marino, su cuello portaba una bufanda de rayas grises y azules que caía y cubría todo su pecho, además iba de jean; todo ello lo remataba con su cabello adorablemente alborotado, lo que le daba un toque de informalidad.
- Lo único que sigue igual son tus zapatos desgastados –bromeó Lisbon-.
- Ellos no entran en discusión; son mi sello –le respondió con seriedad fingida-.
Lisbon sonrió y lo abrazó amorosamente, posando su cabeza en su pecho; él rápidamente cerró sus ojos lleno de dicha y comenzó a besar su mejilla con cariño.
- ¡Me estabas siguiendo! –Dijo Lisbon-.
- Te juro que sólo desde hace una cuadra.
- ¿Cómo sabías que vendría?
- ¡Oh vamos! –Exclamó en medio de una sonrisa-, desde que te conozco, nunca te has perdido el festival de jazz; siempre vienes, aunque sea por un momento –Lisbon asintió con su rostro, dándole la razón-. Supuse que teniendo mañana el día libre, te darías una vuelta hoy. En todo caso, no iba a dejar pasar de esta noche para buscarte; vinieras acá o no.
- ¡Pero ya estamos aquí! –Dijo ella tomándolo por la mano, para acercarse de nuevo al puesto hippie-; creo que te traje con el pensamiento; quería compartir contigo esta noche –confesó ella sin quitarle la mirada de encima-.
- Ohh si, lo haremos –le susurró él al oído con picardía-.
Caminaron un rato más, compraron algunos detalles para regalar por las fiestas navideñas, se tomaron algunas fotos, sonreían y se disfrutaban el uno al otro, celebrando la dicha de estar juntos de nuevo. Llegaron a un café con vista al muelle y a la pequeña tarima que ocupaban los músicos que deleitaban a los presentes con sus actuaciones; ocuparon una de las mesas al aire libre y ordenaron unas bebidas para compartir el momento.
- Después de tantos años, siento que soy capaz de caminar tranquilo –dijo de la nada Jane-, liberado, sin sentirme mal por ser feliz.
- No sabes cuánto tiempo esperé por escuchar eso.
- No quiere decir que haya olvidado mi pasado; sólo que ahora he elegido quedarme sólo con lo bueno –expresó él con sinceridad-.
- Como debe ser –respondió Lisbon, mientras acariciaba una de las manos de Jane-, es la forma digna de honrar a nuestra gente amada que ha partido, y también de tenerlos presente día a día en nuestras vidas.
Jane sin responder otra cosa, le besó con suavidad.
- Kristina me llamó hace un par de noches –comentó él-.
- Kristina –exclamó Lisbon con sorpresa- ¡En serio!
- Le han dado de alta –relató Jane-, quería agradecerme; le hicieron terapias con música de Bach y ha podido salir del trance.
- Es genial –expresó Lisbon con alegría -, gracias a ti, ¡tú descubriste el detonante!
- Bueno –agregó Jane con humildad-, también debemos darle el crédito a los médicos que hicieron su trabajo.
- Me alegro mucho por ella –expresó Lisbon-.
- Eso sí, aun cree hablar con los muertos; le dije entonces que no la curaron bien –comentó Jane riéndose-; algunas personas nunca cambian.
- No te burles –exigió Lisbon sonriendo también-, ¡vive y deja vivir! Yo a quien vi fue a Hightower –añadió ella-; fue al CBI, para retirar unas supuestas pruebas que habían tomado de su casa; ahora que su caso está completamente cerrado y con O'Laughlin y Ron cumpliendo cadena perpetua, se le han devuelto sus pertenencias.
- Lo sé –comentó Jane-, también estuvimos conversando por teléfono; dice que se tomará un año sabático, para pasar la amarga experiencia y disfrutar a sus hijos al máximo.
- Sabia decisión. Aunque la verdad, le echo de menos como jefa.
- Por cierto –Jane besó de repente a Lisbon-, felicidades, los rumores han llegado a mis oídos.
- ¿Qué rumores? –Preguntó ella sonriendo-.
- ¡Oh vamos!, ¡Ya sabes…, el hecho de que estoy hablando con la nueva directora del CBI!
- ¡Apuesto y fue el chismoso de Virgil quien te lo ha dicho! Sólo a él le comenté, Bertram no ha dado aún el anuncio oficial.
- Te equivocas, fue Rigsby –Lisbon le miró sorprendida, Jane rió al ver su rostro-, ¿En serio te sorprende que medio CBI lo sepa ya? ¡No digas a los chicos que los he delatado!
- ¡Es increíble! –Agregó Lisbon divertida-.
- Todos están felices por ti; aunque a la vez, están nostálgicos porque ya no los dirigirás directamente.
- Ya es hora de que ellos empiecen a destacar por cuenta propia; todos tienen madera de líderes –empezó a explicar ella-, perdimos a Ron y aparte varios agentes se jubilan este diciembre, así que tengo carta blanca para mover mis elementos y proponer una nueva estructura para la división de delitos serios del CBI.
- Te escucho –comentó con expectativas Jane-.
- Van Pelt coordinará el área de informática, dará apoyo de investigación tanto desde las oficinas como en el campo a los 4 equipos de la unidad.
- Por su parte Cho y Rigsby –continuó Lisbon-, serán los líderes de dos de esos equipos.
- ¡Fantástico! –Exclamó Jane- ¿Y dónde quedo yo? Porque es definitivo que te hace falta un consultor…, ya sabes, ese guapo, rubio, inteligente, que te alegra los días y por supuesto, las noches también –dijo esa última frase entre dientes-.
- ¡No me digas! –Comentó ella sonriendo y en tono irónico-; a mí se me había ocurrido enviarte a colaborar con Laroche –Jane se quedó mirándola sin reaccionar por unos segundos; luego ambos rieron al mismo tiempo-.
- Muy graciosa Teresa Lisbon –dijo él sin borrar su sonrisa-.
- Me alegra saber que quieres regresar a trabajar con nosotros.
- ¡Por supuesto! Renuncié al FBI, de hecho, he dejado una solicitud de empleo sobre tu escritorio.
- Bertram me ha dicho que te quiere con nosotros, pero con la condición de que yo te siga coordinando; no quiere dejarle ese karma a ninguno de los líderes de equipo; por alguna razón, él cree que tengo efectos positivos en ti.
- Es lo más sabio que Bertram ha dicho en su vida, sin duda alguna.
- Se me ocurre, que puedes irte rotando entre los 4 equipos, dependiendo de la prioridad del caso; es lo más saludable –agregó ella-, porque no creo que un mismo grupo te aguante una semana seguida.
- Quiero mi mismo espacio en el bullpen, por supuesto, con mi sofá.
- ¿Algún otro requerimiento su majestad?
- También quiero el ático.
- ¡Ni lo sueñes! Me parece que ese espacio puede ser más productivo.
- Claro, claro, ahora que estamos juntos, podemos escaparnos de vez en cuando allí, y hacer más productivo todo ese ambiente.
- ¡Ni de broma! La directora no va a estar teniendo sexo contigo en el trabajo.
- Yo no he dicho eso Teresa, ¡qué clase de pensamientos se te cruzan por tu mente!
- ¡Tonto! –Dijo ella sonrojada- En realidad debo ser masoquista al querer tenerte de vuelta en el trabajo. Como si fueses el único psíquico loco en California.
-Por supuesto que no; pero sabes que soy muy bueno en lo mío, y no hablo solo de resolver casos, sino también de lo otro que te hace tan feliz –dijo Jane sonriendo como niño-.
- ¡Petulante!
-¡Vamos Tessy, dime que alguna vez lo haremos en el ático!
- No insistas –cortó ella-.
- No sabes cuántas noches he fantaseado con nosotros haciendo travesuras allí –Soltó varias carcajadas antes de continuar…- Yo teniendo mis fantasías en el ático y tú atorada de trabajo por culpa de mis demandas.
- Eres un desgraciado, ¡sabes qué, olvídalo!, no trabajarás para el CBI, ve buscando otro sitio, quizás Johnson te acepte de nuevo en el FBI.
Seguían sonriendo sin parar, en eso Jane la tomó de la mano, la llevó a una esquina libre del café y se puso a bailar con ella, al ritmo de 'A natural Woman'. La hermosa canción soul, se adentró tan íntimamente en ellos, que no hubo necesidad de palaras, tan solo se abrazaban y disfrutaban de la danza y el momento…
Minutos más tarde, seguían el baile, pero ahora totalmente desnudos, desde una de las habitaciones del Delta King; un antiguo barco de vapor, remodelado en 1984 en un lujoso hotel flotante, anclado en el muelle del viejo Sacramento; muy cerca de donde estaba la tarima del festival, por lo que la música se colaba por las ventanas del recinto que compartían esa noche Jane y Lisbon.
La hermosa habitación, estaba revestida de madera caoba, decorada con detalles marítimos, como un bonito timón y algunos cuadros de embarcaciones; en el centro una cama envuelta en delicadas sábanas rojas y blancas; flores y lámparas con luces amarillas colmaban de calidez el lugar, mientras que Jane y Lisbon, de pie junto a la bañera se acariciaban sin cesar.
Ella posaba su espalda por completo en el pecho de él, por lo que Jane tenía la libertad de recorrer con sus manos el vientre, abdomen y senos de Lisbon, mientras que besaba su cuello e invadía con su lengua sus orejas; era una experiencia más allá de lo físico, sentían que abrían al otro, las puertas de su alma para dejarle recorrer hasta rincones que ni ellos mismos conocían…; entraron en la tina, Lisbon sentada en el borde de la misma; Jane de rodillas frente a ella; él le recorría a besos cada espacio de su piel; hasta que su lengua sintió la pequeña cicatriz en su pecho, cerca del corazón; Jane no pudo evitar detenerse y observarla por un momento. Lisbon tomó su rostro con ambas manos y le miró a los ojos…
- Me recuerda lo mucho que te amo –le dijo con una bella sonrisa-, no lo olvides, sólo nos quedamos con lo bueno.
Jane comenzó a besar nuevamente su cuerpo con suavidad, especialmente sus dos cicatrices; luego la abrazó fuertemente, mientras colocaba su cabeza en su pecho…
- Me recuerda lo afortunado que soy de tenerte –murmuró él. Ambos se sentaron bien en la bañera, quedando Lisbon por delante de Jane-.
Al cabo de un rato en silencio; tan sólo con la música de saxofón al fondo; Jane le preguntó…
- ¿Sabes lo que significa la redención? –Ella asintió, sin embargo, esperó a que él continuara-, es aquello que logra mitigar el sufrimiento de otra persona y hacerle seguir adelante. Es lo que permite sustituir los errores por amor y respeto a los demás; de tal forma que puedas enfrentar la vida, sin el dolor latente de tus pecados. Es una segunda oportunidad de existir. Gracias por ser mi redención Teresa; por ayudarme a apaciguar mis tormentas, a librar la guerra contra mí mismo y sobre todo por inspirarme a ser una mejor persona –le confesó mientras la abrazaba y apoyaba su rostro junto al suyo-.
-R-
I need some distraction
oh beautiful release
memory seeps from my veins
let me be empty
and weightless and maybe
I'll find some peace tonight.
Chicago, casa de los tíos Henry y Mary, 25 de diciembre:
El fuego de la chimenea hacía el ambiente más confortable; afuera -5 grados y nevando. La celebración por navidad estaba terminando mejor de lo que habían imaginado; toda la familia Lisbon se había congregado para celebrar, con cena, intercambio de regalos, música y la alegría de que por fin, desde hace muchos años, pudieron reunirse todos; Lisbon como lo había prometido, se tomó una semana de vacaciones, para compartir con los suyos; llevando como invitado especial a Jane, quien fue recibido por todos con mucho cariño, incluso los niños pequeños ya le decía con afecto 'tío Patrick', a lo que él respondía gustoso. Al acercarse las altas horas de la noche, los presentes se fueron retirando, quedando tan solo los anfitriones Henry y Mary, y Jane y Lisbon quienes se habían quedado como huéspedes en la casa.
- Aquí está tu té Patrick y aquí tu chocolate Tessy –decía Mary, mientras colocaba las tazas en la mesa de centro; ellos agradecían el detalle-. Y ahora si me disculpan, me retiro, porque me caigo de sueño.
- Descansa Mary, gracias por todo –le dijo Jane mientras le daba un fuerte abrazo-, ¡feliz navidad!
- Te quiero tía –le expresó Lisbon mientras le daba un beso y le acompañaba a la escalera- mañana tienen prohibido tú y mi tío levantarse antes de las 11 de la mañana.
- Matarías a Henry del desespero –comentó ella con gracia-, sino se toma su café a las 7 de la mañana, está nervioso durante todo el día.
- Dile que cuando despierte, se concentre en su respiración –comentó Jane, quien estaba sentado en un sofá al lado de la chimenea-, cuando inspire que cuente uno y cuando expire que cuente dos, te prometo que dormirá por lo menos un par de horas más –finalizó Jane mientras le guiñaba uno de sus ojos-.
- ¿Es eso cierto? –Preguntó Mary a Lisbon-.
- No pierden nada con intentarlo –contestó ella divertida mientras abrazaba a su tía-.
Mary subió a su habitación, dejando a Jane y a Lisbon solos en el salón iluminado solo con el fuego de la chimenea. Lisbon se dirigió hasta el árbol de navidad, tomó el último de los regalos que quedaba bajo de éste, y se sentó en las piernas de Jane, ya que el sofá donde él estaba, era de un solo puesto.
- ¡Me has comprado un regalo por navidad! –Dijo él feliz mostrando sorpresa fingida; ella rodó sus ojos-.
- Ábrelo –le pidió mientras postró un beso en su mejilla. Él sin dudarlo, empezó a rasgar el papel de regalo como lo haría un niño pequeño.
Era una hermosa maleta de madera, con una flor de lis tallada delicadamente en el centro, Jane miró a Lisbon con alegría. Seguidamente procedió a abrirla; al ver el contenido de la misma, él sonrió a más no poder: en varios compartimientos se podía apreciar pequeños envases de cristal y sobres que contenían té gourmet, de flores, frutas y especias en combinaciones especiales para preparar infusiones; además contenía una pequeña tetera y dos tazas de porcelana en juego, junto con un par de cucharitas de plata.
- Tú si sabes cómo hacer feliz a un hombre –le dijo él mientras la abrazaba-, gracias, es el mejor regalo que he recibido.
- Iba a comprarte unos zapatos nuevos, pero pensé que esto te gustaría más –bromeó ella-.
- Bien pensado –contestó él de inmediato, mientras con su dedo índice le hacía una señal de aprobación-; yo también tengo algo para ti.
- ¡No me digas! ¡Eso si qué es una sorpresa! –Dijo ella divertida. Él colocó la maleta en el piso junto al sofá, y sacó de su bolsillo, una pequeña cajita, la cual entregó a Lisbon; ella la tomó, mirándola por un momento extrañada-.
- No es lo que estás pensando –dijo él sonriendo-; me contuve mucho para no darte eso que piensas, sé que te espantarías.
- ¡No tienes ni idea de lo que estoy pensando! –Replicó ella de inmediato-.
- Claro que lo sé; a lo que viste la caja te has puesto tensa; pero adelante, acabemos con la incertidumbre; ábrela –Lisbon sonrió mientras negaba con su rostro; aún así se apresuró a abrir el regalo-.
- ¿Una llave? –Preguntó Lisbon expectante- ¡Espero que no vayas a decirme que es la llave de tu corazón! –Dijo con gracia; Jane sonrió-.
- En realidad, es la llave de nuestra nueva casa en Sacramento.
- ¡Nueva casa! –Repitió con asombro Lisbon-.
- Vendí la casa de Malibú.
- ¡Patrick! – Exclamó Lisbon-.
- Está bien; ahora está haciendo feliz a una nueva familia. Era un ciclo que necesitaba cerrar y estoy muy bien por ello.
- Además –continuó Jane-, estoy cansado de vivir en un motel.
- ¿Quieres que me vaya a vivir contigo?
- ¡No veo la hora! –Respondió Jane mirando a Lisbon a los ojos, lleno completamente de ilusión-, pero será cuando te sientas cómoda para dar ese paso; mientras tanto, tienes la llave; siéntete libre de entrar, salir o quedarte cuando quieras.
Lisbon sonrió y le besó en los labios.
- Tenemos que amueblarla –añadió Jane-, quiero que sea a gusto de ambos. ¡Te encantará, ya lo verás!; tres habitaciones, una cocina grande, un patio fantástico…
- ¿Dejarás que me lleve los cuadros de mi apartamento? Ya sabes, esos que son de los inquilinos anteriores.
- Claro, ¡mira que me encantan! –Respondió Jane divertido-, incluso podemos comprarnos un perro…
- ¡En serio! –Exclamó Lisbon con alegría-; hace tanto que he querido un perro, ¿Cuándo me mudo? -Sonrieron por su comentario mientras se abrazaban amorosamente-.
Afuera, -5 grados, adentro, un calor que embargaba sus corazones. Sabían que tenían aún mucho camino por delante; pero estaban seguros que el recorrido sería placentero, por el simple hecho de estar en la compañía del otro; cuando miraban atrás podían ver con satisfacción todos los obstáculos vencidos; pero lo mejor era mirar hacia adelante, esperanzados y felices con la idea de formar un nuevo hogar, por la pasión de amarse sin medidas, de seguir creciendo juntos y apoyarse continuamente; eso sin duda, era la materialización de la esperada redención.
-R-
…you are pulled from the wreckage
of your silent reverie
you're in the arms of the angel
may you find some comfort here (*)
- Fin -
(*) Angel - Sarah McLachlan.
A/N: Muchísimas gracias por acompañarme hasta el final de esta historia; aunque sin duda extrañaré escribir sobre sus personajes, situaciones y argumento; y sobre todo, echaré de menos sus comentarios; confieso que me siento contenta de haberle dado su merecido final. Recorrido a la Redención siempre será de mis favoritas; por ser lo primero que compartí acá en FF y por todo lo que me hizo divertir mientras le escribía. Espero les haya gustado la culminación de la historia, y en general todo el fic; finalmente y como siempre, agradezco sus reviews y críticas constructivas; un fuerte abrazo y hasta una próxima oportunidad.