Advertencias: los personajes y toda la fauna konohiana no me pertenecen, si fueran míos, Naruto sería una serie yaoi, mu basta llenita de cameos con forma de calippo de fresa y Kakashi e Iruka saldrían en todos los epis... queriéndose mucho, os lo aseguro. ( Son de Kishimoto sama)

Que conste que esto lo he soñado y me he visto en la obligación de escribirlo o me daría algo... por que intento escribir mis otros fics y no puedo, esta historia me golpea las meninges con fuerza, a si que me he decidido a sacarla a la luz y así poder seguir con mi vida.

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Mi perrito Iruka

Capítulo 7: Como crear una granja de la nada en tu propia casa.

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Iruka se retuerce en el lecho de Kakashi tratando de liberarse de las esposas, que le mantienen las manos por encima de la cabeza y agarrado fuertemente a la cabecera de la cama.

El collar de cuero sigue en su cuello y la cadena agarrada a la arandela como la dejó el jounin horas atrás, pero ni se acerca a menos de dos metros del tigre en el que se ha transformado el menor-.

Comprobó con cierto temor, que convertirle en tigre no había sido tan buena idea como parecía al principio.

Iruka le mordió, con fuerza, y con rabia contenida en el hombro y trató con todas sus ganas consumar con su "pareja" el ritual de apareamiento a como diera lugar. Aunque Kakashi acabara mordisqueado entero, dolorido e inconsciente. El instinto era mas fuerte que la razón y el chuunin ya no atendía a razones y afortunadamente para él, Pakkun seguía por ahí y reaccionó mucho mas hábilmente que el mayor, alejando el peligro de su dueño el tiempo suficiente para darle unos valiosos segundos en los que reaccionar como una víctima de un ataque, que es lo era en ese instante.

Kakashi cierra la puerta de su cuarto en cuanto Iruka deja de forcejear contra las esposas y, tras volver a emitir un profundo gruñido, hacerse un ovillo enroscando la cola en su propio muslo y quedarse dormido profundamente, sin importarle en absoluto el hecho de estar encadenado a la cama.

Tarda casi una hora en encontrar a la hokage, que medio borracha disfruta de una partida de cartas con el resto de médicos residentes en una de las salas de urgencias en el hospital de la aldea.

Con una risita de borracha le guía hasta una habitación a parte, para estar mas cómodos y lejos de las miradas curiosas.

Kakashi se quita el chaleco y la camiseta para enseñarle a Tsunade las lesiones que le ha provocado su "misión".

Minutos después las heridas están sanadas, pero la mirada de la mujer se clava en su cara como el kunai mas afilado.

– Te dije que cuidaras de él hasta que diera con la solución. – voz etílica, mirada borrosa pero extrañamente fija en el jounin, acusadora. – Creo que no dije que podías intimar ¿O me equivoco?

– ¿Y como se supone que voy a detenerlo?. – se queja molesto el peliplata, ahora el dolor es mas a su ego que a su cuerpo.

– Solo te puedo decir que Iruka está en una especie de celo animal. – Kakashi alzó una ceja con una expresión que decía a las claras, que se había dado cuenta de ese pequeño detalle.

Sus heridas eran un claro testimonio de lo encelado que estaba el erótico chunin.

Iruka le tumbó de un movimiento sin hacer esfuerzo alguno, ni se lo esperaba, ni podría desviarlo aunque lo hubiera sabido con antelación. Esa fuerza monstruosa no era normal... igual que la maldita técnica que le mantenía en esta situación...

Aunque a estas alturas estaba dispuesto a reconocer que había encontrado un modo de hacerlo mas agradable, y es que, esa relación basada en la sumisión canina, perro/amo, que estaban manteniendo tenía sus indiscutibles ventajas.

Después de constatar, después de casi dos horas de charla, que era completamente inútil tratar de buscar algo parecido a ayuda en su líder tetona, regresó a su apartamento.

Emitió una leve risita contra la tela que le cubría el rostro al mirarle.

Iruka dormía encogido en si mismo sobre la cama, las manos sobre la cabeza atadas aún, en su última versión, la felina.

Abrió los ojos al rato, enfocando sus pupilas verticales en el otro, de pie en la entrada sin moverse.

Kakashi sacó la mano del bolsillo, lo que hizo al chuunnin ensanchar sus pupilas hasta el límite, ocupando casi toda la parte coloreada del ojo, ocultando el chocolate que siempre estaba ahí y que a Kakashi le apasionaba.

Las orejitas redondas se echaron hacia atrás, pegándose al cráneo, tratando de colocarse en una postura de caza, pero sus manos esposadas hacían las cosas mucho mas difícil. Iruka entonces enfocó su mirada en las cosas de metal que le inmovilizaban contra la cama, y tironeó con ganas, una y otra vez, solo para comprobar que era imposible quitárselas tirando de ellas.

Acercó la cara al metal y lo alojó entre los dientes. Kakashi que seguía ajeno a la escena, perdido en su propio mundo, se dio cuenta demasiado tarde.

La sangre de Iruka escurría por la comisura de sus labios hasta el pecho, recorriendo la barbilla y llegando a las sábanas bajo él.

Kakashi cometió el error que acudir en su ayuda sin medir las consecuencias, ni la situación.

No era nada, solo se había hecho una pequeña herida abierta en la encía al tratar de morder el metal de las esposas con los dientes, pero la sangre es escandalosa se mire como se mire, y Kakashi tampoco podía saberlo.

Iruka atrapó al jounin en cuanto entró en su espacio personal y le atrajo hasta su cuerpo con las piernas, convertidas en presas poderosas alrededor de su cintura.

Lamió la cara y parte del pelo de un solo lametazo, manchándole de sangre indirectamente.

La vibración del ronroneo agitaba el colchón bajo ellos y le hacía saber a Kakashi, que el "gatito" solo quería jugar, o darle la bienvenida.

Sea como fuere, de nuevo estaba en la cama con Iruka, y la parte buena es que parecía colaborador.

La parte mala es que a Kakashi no le gustaban los gatos; los detestaba, punto.

Dejó que Iruka le lamiera con esa lengua áspera y caliente por donde quiso hasta hartarse. Cuando quiso cambiar de zona Kakashi levantó sus manos siguiendo la dirección de las de Iruka, y le colocó las manos en un nuevo gesto.

Cruzó mentalmente los dedos, esperando acertar esta vez con el animal correcto.

Soltó las muñecas de Iruka de sus presas metálicas antes de completar el sello y cerró los ojos en un acto reflejo, que ya empezaba a ser extrañamente familiar para él. El denso humo llenó la estancia, anotó mentalmente abrir la ventana para la siguiente vez, eso si no le mataba antes, y esperó que se disipara para ver si esta vez el resultado estaba a la altura de las anteriores.

Los enormes ojos negros se posaron en el jounin de inmediato, cuando la niebla se disipó. Estaba acuclillado en el sitio, ni se había movido, temblando de pies a cabeza.

Los largos bigotitos blancos que nacían de la parte superior de su labio, tintinearon al mismo tiempo que alzaba la cabeza y miraba alrededor.

Dos largas orejas blancas se alzaron lentamente, como con miedo, despacio muy despacio, temblando a cada centímetro que subían. El interior sonrosado contrastaba perfectamente.

Kakashi se mordió el labio inferior. ¡Oh dios mio! Gracias por el regalo, pensó ansioso.

La mirada asustada de Iruka recorría la habitación con prisa, buscando sin descanso un sitio en el que esconderse. Ese rincón de ahí parecía perfecto.

Posó las manos en el suelo, por delante del cuerpo y se impulsó sin hacer fuerzas hacia delante, en dirección al rinconcito en que tenía pensado refugiarse, dando un pequeño saltito, y otro mas después.

Cada salto que hacía con buenos resultados, se detenía y miraba a Kakashi. Primero de lado y luego de frente, esperando su reacción. Cuando estaba seguro de que no iba a moverse, avanzaba un par de saltos mas, perdiendo el miedo según se acercaba a su meta.

Kakashi se llevó las manos a la boca, las dos, conteniendo una palabrota de alegría que amenazaba con salir de golpe por sus labios.

El pompón que coronaba el final de espalda de Iruka era de lo mas sensual que había visto en su vida. Blanco, mullido, esponjoso y pidiendo a gritos ser acariciado, esa cola redonda, como una pelota puesta ahí, daban ganas de morderlo hasta el final.

Iruka llegó a su objetivo y se giró para pegar la espalda en la unión de las dos paredes, encogiendo las manos contra el pecho, en un acto de temor absurdo.

Kakashi no iba a hacerle nada... bueno, nada doloroso... ermmm...

Vale, el conejito tenía razones para estar asustado.

Pero ahora en serio, ¿De verdad alguien podía resistirse a eso? ¿Alguien? ¿Quién sea? ¿Cualquier persona humana?, ( Guy sensei no cuenta, he dicho humana).

Pestañeó una docena de veces sin moverse apenas del sitio, contra la esquina de la pared, y trató de subir por ella marcha atrás cuando el jounin dio dos pasos en su dirección para acercarse.

Iba a tener que ser mucho mas cuidadoso en esta ocasión si quería llegar si quiera a rozarle.

Un paso mas cerca del chuunin, que se limitó a girar sobre sí mismo, tratando de atravesar la pared.

Kakashi suspiró. Lo último que quería era asustarle mas de lo que ya estaba, a si que desandó lo andado y esperó hasta que Iruka se decidiera a acercarse a él por iniciativa propia.

El conejo arañó el suelo con rapidez, calmando así el temblor de su cuerpo y finalmente se sentó, suspirando profundamente en el mismo gesto.

Un movimiento de rumia se instaló en su mandíbula, haciendo que pareciera comer chicle, y moviendo sus bigotitos en espasmos olisqueó su alrededor largo rato.

– Maa, maa, Iruka senseiiiii. – Kakashi consiguió la atención del herbívoro... pero no podía esperar mas tiempo. Estaba claro que ese tampoco era el adecuado y regresar a Iruka a su forma humana, o perruna que era la que mas le gustaba con diferencia, era lo mas indicado en ese momento.

Pero si Iruka no le permitía acercarse, iba a quedarse así hasta quedarse sin chakra, o le noqueara por la fuerza.

Iruka se giró dándole la espalda y pegó la frente a la pared, acuclillado. Aun así, las orejas estaban giradas completamente para escuchar incluso los pensamientos del Jounin.

No podía hablar, pero di dejarle claro su hostilidad, y esperaba que darle la espalda sirviera para hacerle entender que no estaba muy contento con la situación.

Estúpido Kakashi y su estúpido aroma... y encima ahora un conejo... Genial.

No podía haber elegido un animal mas inútil y estúpido. ¿Cómo iba a defenderse de ese pervertido?

Iruka suspiró. Está bien, Kakashi no tiene toda la culpa... en realidad, en el fondo, muy, pero que muy en el fondo, ( profundo y oscuro), el jounin trataba de ayudarle.

A su manera, retorcida y obscena... y aprovechándose de la situación hasta el límite, pero una ayuda al fin y al cabo.

Y estar esquivándole no era colaborar precisamente...

Giró la cara lentamente para mirarlo aunque fuera por el rabillo del ojo, pero mientras el estaba pensando, Kakashi se había agachado a su lado, y mantenía su cara a escasos centímetros de la cola peluda y pomposa de Iruka.

– ¿Te apetece comprobar si lo de los diez segundos es cierto?. – El lascivo comentario hizo a Iruka dar un salto en el sitio, pero al tratar de alejarse se dio de cara contra la pared.

Se llevó las manos, encogidas en el pecho, a la cabeza y emitió un pequeño quejidito en un susurro para manifestar su dolor. Una de las orejas se dobló hacia delante y Kakashi la atrapó entre dos dedos, para verla mas de cerca.

Iruka se quedó estático, con los ojos abiertos hasta el límite y corazón bombeando con fuerza en su pecho.

Kakashi exploró el apéndice con cuidado, despacio y sin movimientos bruscos.

El menor se calmó al darse cuenta de que solo quería mirar mas de cerca, o eso creía él; hasta que los dedos de la otra mano de Kakashi se cerraron en torno a su cola.

Acarició y masajeó la cola blandita y suave y exploró los alrededores, hasta que un gemido, bajito, susurrado, casi inapreciable para cualquier otra persona que no fuera él, salió de los labios morenos.

La mano que disfrutaba de la cola, se desplazó en una caricia por el borde del pantalón hacia delante. Iruka adelantó la cara y olisqueó con descaro la boca del jounin. La lengüita surgió a cámara lenta y se posó en los labios contrarios.

Kakashi ensanchó una sonrisa y no movió nada, salvo la mano que a estas alturas, se perdía dentro del pantalón del conejo blanco.

Iruka gimió de nuevo, pero no por la razón que creía Kakashi, si no por que en sus pensamientos se estaba auto castigando por caer de nuevo en lo mismo... lo estaba deseando.

Apenas rozó la piel cálida con la punta del dedo, Iruka cayó fulminado de costado, moviendo levemente las piernas adelante y atrás, sufriendo las sacudidas del orgasmo solo en los miembros inferiores...

si, la curiosidad de que los conejos eyaculan a los diez segundos era cierta... Ahora solo quedaba comprobar si era capaz de hacerlo una docena de veces mas, igual que los herbívoros...

Y Kakashi no tuvo tiempo ni de limpiarse la mano, por que un conejo de tamaño humano le cayó encima con todo su peso.

Le iba a doler la cara de tanto sonreír...

Continuará...

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Wiiiii ¿Qué taaaalllll?

Gomen por la espera ( matarmeeeee) pero por fín sigo con el fic ( arf arf arf) jejeje

Esto se va aclarando poquito a poquito... o sea, que la clave es uno de los animales... y para mas inri, ¡¿Iruka está en celoooooooooooooooo?! ( ¿En serio te acabas de dar cuenta?. – chibi 'ruca mira a chibi shiga con una ceja levantada)

En fin, espero que Kakashi sobreviva al asalto, para el siguiente cap, jajajaj

¿Alguna petición? ¿Un animalito en concreto?... ¿Os gustaría que Iruka tuviera cachorros ?

Pues espero que me digáis, ¿Nee?

Besitos y mordiskitos

Shiga san