¡Hola! Mmm me salió largo, pero no lo puedo cortar porque si no quedaba feo... Espero que no les resulte tedioso... Y que les guste, por supuesto. Yo siempre con mis dudas.

En fin, los dejo con el último capítulo:

iCarly no me perteneció, ni me pertenece, ni me pertenecerá... sino a Dan Schneider..

Capítulo 21: ¿Todo se termina?, parte 3

—¡Freddie! ¡Sam! —llamaba Carly mientras iba con su mochila al hombro por los pasillos de Ridgeway, mirando de aquí para allá. Hacía ya unos quince minutos que Freddie y Sam se habían ido y no habían regresado. Al punto de estar empezando las clases, la chica se desesperó por la ausencia de ambos. —¿Freddie? ¿Sam?

En el transcurso de su búsqueda, una compañera de ellos de cierto curso pasó por al lado de ella, pero enseguida Carly la detuvo poniéndole la mano en el hombro.

—¿No has visto a Sam y a Freddie? —le preguntó en cuanto la chica se detuvo y la miró.

—Aaaaw —expresó la chica entonces, sintiendo ternura, pero no le contestó. Carly la miró con confusión unos segundos y luego siguió recorriendo el establecimiento. Nuevamente pasó por al lado de ella una de sus compañeras, así que, apenas tocándole el brazo, la detuvo y le preguntó:

—Hey, ¿has visto a Sam y a Freddie?

Pero súbitamente, la chica la agarró de los hombros y Carly puso una expresión de susto, abriendo los ojos como platos.

—¡Yo todavía creo en Creddie! —espetó entonces la chica, alterándose.

Pero una chica que pasaba por allí escuchó y le gritó:

—¡Sam y Freddie se aman!

Pronto la fan Creddie soltó a Carly y empezó a discutir con la fan Seddie.

—¡Carly ama a Freddie! —le espetó la chica. Carly miraba sucesivamente a cada una de las chicas sin quitar su acostumbrada mirada de susto. —¡La otra vez en iCarly le acarició la mejilla!

—Oh, no, no fue así… —habló Carly—… Él tenía mancha…

—¡Freddie llama a Sam "Princesa Puckett"! —exclamó la chica Seddie.

—¡Sam le tiró un burrito a Freddie en la cara! —espetó una enojada Creddie.

—Sí, por eso tenía mancha… —insistía Carly, pero seguían interrumpiéndola.

—¡Carly ha hecho que se dieran un abrazo en medio del show!

—¡Porque se pelean mucho! ¡Creddie!

—¡Se pelean porque se aman! ¡Seddie!

Pronto las dos chicas empezaron una furiosa lucha de manos. Carly miraba con su habitual expresión de susto, pues eso es lo que sentía. Poco a poco, fue dando pasos hacia atrás hasta que salió corriendo hacia el aula de su primera clase. Como ya estaba por empezar, se imaginó que Sam y Freddie estarían allí ya.

Sólo estaba Freddie, e inmediatamente, con una expresión de confusión, fue a sentarse al lado de él. El chico no estaba enterado de nada, porque miraba hacia su cuaderno abierto.

—¿Y Sam?

Pero Freddie seguía mirando a la hoja en blanco del cuaderno… Pensaba en Sam antes que concentrarse en lo que pasaba a su alrededor. Por lo menos, hasta que Carly lo agarró del hombro y le espetó:

—¡Freddie! ¡Escúchame!

—Oh —dijo él, y volteó a mirarla, para luego tragar saliva.

—¿Y Sam?

—Terminé con ella —dijo él, con voz dolida.

Carly lo miró con expresión de sorpresa y en el momento en que entraba el profesor a la clase y saludaba, ella le preguntó a su mejor amigo:

—¿Por qué?

Freddie le hizo una expresión de "Así tenía que ser".

—¡Freddie, no! —exclamó la castaña.

—Carly… —empezó a decir el chico con voz casi inaudible, para que dejara de insistir sobre el tema.

—¡Pero…!

—Señorita Shay —dijo entonces el profesor— y Señor Benson…

Los aludidos voltearon a mirar al maestro enseguida.

—¿Quisieran compartir su conversación con la clase?

—No, claro que no, señor —dijo una asustada y apresurada Carly.

—Bien, entonces, empecemos…

La mente de Sam no dejaba de ver escena tras escena. Momentos en los que Freddie salía corriendo porque lo perseguía, momento en el que ella le tiraba un burrito a la cara y sólo porque lo estaba deseando, momento en el que le cortó las mangas a su camiseta y las piernas a su pantalón; en el que le había puesto aderezo de queso azul en su shampoo; cuando le había mandado el celular a Acapulco; cuando le regaló su PearPhone a un grupo de fans que se les habían acercado para pedirles un autógrafo y en el que empezaron a discutir… Recordó todas aquellas travesuras que le había hecho a él, cada pelea, cada conversación, y de pronto, cada beso.

—¿Crees que deberíamos besarnos?

—¿Me vas a romper el brazo, verdad? —había preguntado entonces Freddie, con voz estrangulada.

—No —respondió Sam, seriamente. Hablaba enserio.

—Bueno —empezaba a decir Freddie, pensativo—... ¿Deberíamos? Sólo para que ambos terminemos con esto.

—Hmm —se ponía a pensar Sam—. Pero para salir del hoyo únicamente —dijo después, con más seguridad.

—Para salir del hoyo —estuvo de acuerdo Freddie.

—¿Y juras que vamos a odiarnos después de esto? —preguntó entonces la rubia, acercándose más a él. Quería estar segura... ¿Y si le gustaba Freddie después?

—Totalmente... Y jamás le diremos a nadie.

—Jamás —corroboró Sam, para después quedar los dos en silencio. Sam sólo esperaba el acercamiento del chico, que no llegaba porque éste se había puesto nervioso. —Y bueno... ¡Hazlo! —sólo había querido apurarlo para que terminaran con ese asunto enseguida. Freddie tomó valor y entonces se fue acercando a ella. Ella se acercó a él también y sus labios se unieron.

Fue dulce.

— Claro, somos amigos... ¡Ahora, sólo cállate! — le espetó Sam al chico, en un susurro.

— Dilo otra vez... — le pidió Freddie.

Los dos estaban uno frente al otro, él sonriendo, y Sam mirándolo a los ojos sin ninguna expresión, pero sintiendo mucho.

— ¡Ahora, sólo cállate! — repitió ella.

— ¡Eso no! — corrigió el chico— . Di que somos amigos... Aunque me odies...

— ¡Sí, somos amigos!

— ¡Por supuesto!

— ¡Amigos, solamente! — espetó Sam, tozuda.

— ¡Sí, amigos!

Se quedaron mirando sólo un segundo a los ojos, porque al otro segundo, Sam juntaba sus labios con los de él... Fue maravilloso. Intensamente dulce. Y por primera vez, estaba poniendo todo su corazón en ello... él.

—Y Carly está loca si cree que yo no seguiré molestándote… Y tú también... ¿Para qué existes si no?

—¿Para hacer mi vida miserable? —preguntó el chico acercándose más a ella. Estaban a medio metro de uno y otro...

—Ni en tu sueños dejaré de molestarte, Benson —dijo Sam, como aclarando un punto.

—Yo no dije que lo hicieras —mencionó Freddie.

Sam sólo vio sus ojos y se preguntó qué sería de su vida si Freddie no existiera y no lo hubiera conocido y no fuera su amigo… ¿A quién habría molestado? Freddie le hablaba, pero ella ya no escuchaba…

Su corazón ya estaba apunto de explotar de tantas calladas, de tanto sentimiento…

Sin poderlo evitar, agarró a Freddie de los hombros y plantó sus labios sobre los de él.

Había puesto su corazón y su alma en ese beso... ¡Le dijo con eso todo lo que sentía y no se atrevía a decirle!

—¡FREDWARD BENSON, ERES UN TONTO! —exclamaba la rubia, caminando por la calle, sin rumbo fijo.

Freddie y Carly regresaban al departamento... Carly llevaba en su mano su Pearphone con el que no había parado de insistir en tratar de comunicarse con Sam, llamándola y mandándole mensajes. Pero la rubia no había dado rastros. Freddie iba muy pensativo en el camino y Carly sólo iba concentrada en las llamadas que esperaba que Sam atendiera.

—¡Sigue sin responder!

Freddie y Carly se despidieron en aquel momento, y Carly vio entrar a Freddie a su departamento con cara abatida, algo que la había dejado mal a ella, aunque todavía no entendía nada de lo que estaba pasando. Cuando entró a su departamento, dando una última mirada abatida a la puerta del departamento de Freddie, la castaña vio a Spencer martillando un clavo en el soporte de la rueda gigante... Uno tras otro iban los golpes del martillo. El muchacho estaba agachado y aparte de esos movimientos no daba señales de vida.

—¡Spencer!

—¡Ouch! —gritó el muchacho cuando se martilló el dedo.

—¡Lo siento! —dijo la chica—. Spencer, dime que no has estado así todo este tiempo... Estás en la misma posición de antes de que saliera hacia la escuela.

—No —se apresuró a decir a Spencer, y sólo para no decir "Sí", y poniéndose de pie.

Pronto, mientras Carly empezaba a olfatear el aire y a sentir un horrible olor que le estaba dando asco, Spencer volteó a mirar a sus pantalones.

—Spencer, ¿estabas cocinando algo? —se apresuró a decir Carly, yendo apresurada hacia la cocina. No había nada allí...

—Creo que me hice en los pantalones... —dijo el muchacho, sin inmutarse.

Carly regresó apresurada y vio que la parte delantera del pantalón de su hermano mayor estaba mojada.

—¡Spencer! ¡Sí, no te has movido de ahí en todo este tiempo! —se alteró Carly.

—Ñaaa...

—¿Qué ocurre? Has estado extraño últimamente...

—Me voy a dar una ducha —sólo dijo Spencer. No quería decirle la verdad todavía. Carly se lo quedó mirando entre triste y confundida, pero, pronto, se dirigió a su habitación a buscar el desodorante de ambiente con olor a flores silvestres.

Entró tan apresurada a su cuarto que no vio un bulto sobre su cama, hasta que dio media vuelta, luego de agarrar el frasco de desodorante de ambiente. Sam estaba allí acostada, mirando al techo. Carly pegó un grito que duró unos segundos, pegando un saltito y tirando el desodorante al piso.

—Ah, hola, Carls —dijo la rubia sin ninguna emoción, dirigiéndole la mirada sólo un segundo para después volver a mirar el techo.

—¡Sam! ¡Qué haces aquí!

—Fui a casa de mi madre —empezó a explicar la rubia, volviendo a mirar a su mejor amiga—… Pero ella estaba… —después de unos segundos pensando—… No importa —se retractó y volvió a mirar el techo. Carly prefirió no preguntar qué estaba haciendo la madre de Sam.

—¡Sam! —exclamó Carly y corrió a sentarse a la cama.

En aquel momento, Sam largó un gruñido (Aggrr) porque ya sabía sobre qué quería hablar Carly, y ella no quería hablar sobre lo que había pasado con Freddie.

—¡Sam, Freddie me habló de lo que…!

—AAAGGRR —volvió a gruñir la rubia, sin levantarse de la cama.

—¿Enserio no quieres hablar de ello? —preguntó Carly, comprensiva. —¿Te preparo un sándwich?

—De cuatro pisos y mucho jamón…—pidió Sam.

—Lo sé… ¡Y lévantate! ¡No pensarás dejar migas en mi cama! —exclamó Carly.

Sam suspiró y poco a poco se puso de pie al tiempo que decía:

—Está bien, Carls.

Freddie intentó concentrarse más que nunca en los estudios, aunque mucho no lo lograba, y ya sólo faltaban tres exámenes que dar. Al día siguiente, creyendo que la rubia no iría, la encontró apoyada en su casillero. Llegó y se la quedó mirando sin saber qué hacer ni qué decir, moviéndose entre incómodo y nervioso. Sam sintió su presencia y lo miró tan seria que lo dejó en claro que en algún momento le daría un golpe. Sin embargo, él no se alejó…

Carly llegaba a la escuela, sonriente, de la mano de Ethan, que la había ido a buscar al departamento para ir juntos.

—¿Entonces, tu abuelo lo creyó todo?

—Sí —respondió Carly.

—Oh, qué bien… ¡Me has asustado! —exclamó el chico, deteniéndose para darle un fuerte abrazo que duró varios segundos. Luego se separó y empezaron a besarse, ella, poniéndole sus brazos alrededor de los hombros a él.

Pero Ethan reaccionó y la obligó a caminar antes de que llegara tarde a clases… En la entrada de Ridgway se volvieron a besar y se dijeron un "Hasta pronto", antes de que Carly entrara, llegara a la zona de su casillero, y viera a Sam doblándole el brazo a Freddie hacia atrás. Freddie estaba resignado, y no se resistía para nada.

—¡SAM!

Sam soltó a Freddie, pero su expresión no denotaba diversión ni gran rudeza, por única vez, su expresión decía: "Sólo por esta vez, no quería hacer esto". Freddie se acomodó la mochila y se dio vuelta para quedar ante Sam... Cuando sus ojos se encontraron, la chica dio un cuarto de vuelta y se fue. Freddie la siguió con la mirada y Carly miraba todo sorprendida y preguntándose: "¿Cómo hago para arreglar esto?". Después miró a Freddie un tanto enojada y, cuando el chico volteó a mirarla por sentir sus ojos en él, ella se alteró.

—¡No puedes cortar con ella sin esperar que quiera golpearte más de lo que quiere habitualmente! —le espetó, agarrándolo de los hombros y sacudiéndolo—. ¡Yo también deseo golpearte! —Terminó de decir la castaña, alterada y todavía zamarreando a Freddie.

—¡Oye! —exclamó Freddie.

—Lo siento —se disculpó Carly, apartando sus manos de él.

Sam siguió yendo a la escuela en la semana y parecía que todo había vuelto a la normalidad, porque parecía no haberle importado lo de Freddie y trataba al chico y a Carly como siempre... O más o menos, puesto que a Freddie lo molestaba más que nunca y había veces en que Sam intentaba decirle algo y terminaba dándole un golpe o gruñendo y yéndose.

El viernes, Carly entró a la escuela y un grupo de estudiantes, de cursos inferiores, que estaban reunidos a una distancia prudente de Carly por delante de ella y el mismo que se había entusiasmado porque Sam y Freddie eran pareja, vieron su llegada.

—¡Terminaron por Carly! —gritó uno de ellos, a los tres más que lo acompañaban.

—¿Qué? —preguntó Carly, con los ojos abiertos de par en par y quedándose estática, en el momento en que los cuatro chicos volteaban a la vez a mirarla penetrantemente.

Carly quiso escapar en el momento en que el grupo se empezó a acercar a ella, cada uno, sacándose la mochila y abriéndola... Todo parecía ir en cámara lenta.

Le empezaron a tirar cosas.

—¡Oigan! ¡Oigan! ¡Hey! —un pedazo de sándwich mordisqueado le fue a dar en la frente—. ¡Ni siquiera necesito esto! —espetó, viendo el sándwich tirado en el piso, y luego, le tiraron un cepillo, que logró agarrar con las dos manos—. ¡Vaya, esto sí…! —pero entonces vio que estaba lleno de pelos—. Iuuu —expresó con asco, tirando el cepillo al suelo, apresuradamente. Y Cuando alzó la mirada: — ¡Oh, dios! —se tuvo que agachar porque le venía algo más grande a la cara.

Vieron entonces que la Señorita Briggs llegaba con su megáfono y todos salieron corriendo.

—¡No se corre en los pasillos! —gritaba la Señorita Briggs con su megáfono, justo pasando al lado de Carly, a quien dejó sorda.

—Hola, Carly —llegó Freddie, poniéndose al lado de ella—. ¿Qué fue eso?

—Creo que me odian —respondió Carly.

—¿Por qué?

—¡NO LO SÉ! —se alteró, volteando a mirar al chico—. ¡SÓLO LLEGUÉ Y DIJERON "TERMINARON POR CARLY"! —aquello último lo dijo con voz de burla.

—¿De qué hablaban? —preguntó Freddie.

—¡YA SABES DE QUÉ HABLABAN! —Se alteró Carly, dándole unos golpes a Freddie, quien se tiró hacia atrás.

—¿Que terminé con Sam por ti? —preguntó el chico, confundido.

—¡Sí, y ahora todos me odian por eso!

—¿Pero cómo saben que Sam y yo terminamos? —preguntó Freddie.

En aquel momento, sonó el Pearphone de Carly, que ella enseguida atendió.

—¿Que qué me pasa con quién? —preguntó Carly, desesperada. —No entiendo, Ethan… ¿Por qué me pasaría algo con Freddie?

Freddie la miró con los ojos abiertos de par en par…

—¿Qué pasa acá? —preguntó Sam al llegar. Carly siguió hablando con Ethan y Freddie se volvió hacia Sam.

—¡No es lo que parece! —dijo él apresuradamente, entendiendo que podría haber escuchado a Carly preguntando aquello.

—¿Por qué todos están diciendo que tú y Carly están juntos? —preguntó la rubia.

—¿Te interesa? —se esperanzó Freddie.

—Me interesa darte un golpe —espetó la rubia.

Carly dejó de hablar con Ethan y volvió con los chicos.

—Alguien está mostrando fotos extrañas en un programa de televisión —explicó Carly. —Eso no es todo, invitan a nuestros fans a hacer debate: Seddie vs. Creddie.

—Uuuh, guerra —dijo Sam sonriendo, haciendo que Freddie y Carly la miraran ceñudos.

Durante todo el día en la escuela y en las calles, la mayoría no dejaba de mirar ceñudo y fulminantemente a Carly. Sam estuvo todo el tiempo sacando la llave inglesa de su mochila y dando amenazadoras miradas, aunque algunas personas con las que se cruzaban de camino a Bushwell sólo le sonreían. Pero no fue sólo eso. También gritaban "Creddie" y otros gritaban "Seddie". En esas circunstancias los chicos se quedaban callados y no decían nada, hasta que un grupo pasó por al lado de ellos y les gritaron "Creddie" una vez más.

—¡Oigan, ya dejen de decir eso! —espetó Freddie, volteando a mirar al grupo y señalándolos.

—Tranquilo, Freddie... —dijo Carly, acercándose a él y poniéndole una mano en el hombro.

—Aaaaw —expresó el grupo al ver eso.

—¡DEJEN DE DECIR ESO! —esta vez fue Carly la que se alteró.

Sam puso los ojos en blanco, riéndose, en esa parte.

Cuando entraron al departamento, vieron que Ethan y Spencer estaban sentados en sendos bancos rojos frente a la computadora y Spencer le preguntaba:

—No entiendo… ¿Quién es el novio de quién?

—Carly es mi…

—Hola, muchachos —saludó Carly, más tranquila.

Ethan sonrió, se puso de pie y se acercó a ella.

—¿No quieres arrojarme nada, cierto? —preguntó Carly, para asegurarse.

Pero Ethan no le arrojó nada a Carly. Tan sólo se acercó a darle un pequeño beso.

—Ahora, chicos, ¿vieron Chismes locos?

—No —dijeron Carly, Freddie y Sam al mismo tiempo.

Entonces, Ethan les pidió a los chicos que se acercaran a la computadora. Buscó por internet el programa aquel. Vieron que en el que habían dado hacía poco, hablaban de la relación entre Sam y Freddie y había mucho público allí alegre por eso. También daban la noticia del rompimiento para luego mostrar a Sam y a Freddie en el aula, cuya escena terminaba con Freddie diciendo "Creo que debemos terminar". Nunca mostraron cuando Freddie le decía el porqué de su decisión. Al verlo, Carly y Freddie no pudieron articular palabra, y Sam estaba furiosa.

—¿CÓMO LLEGÓ ESO AHÍ? —Gritó.

Luego los del programa especulaban si habían terminado por Carly mostrando fotos. En una, Carly y Freddie se sonreían, mientras que la castaña le hacía cosquillas en la panza al chico; en otra, ellos se abrazaban; en otra, Freddie agarraba a Carly de la cintura y los dos andaban muy cerca, mirándose y sonriendo. Freddie y Carly miraban con los ojos abiertos bien grandes. También Freddie tenía la boca abierta.

—Ahora entiendo por qué me arrojaron cosas —dijo Carly.

—¡Eso no fue así! —exclamó Freddie, dirigiéndole la mirada a Sam y empezando a explicarle a ella—. ¡Ella se tropezó y casi se cae encima de mí!

—Ya no somos novios —dijo Sam.

—Ouh —dijo Freddie, impactado, volviendo la mirada al frente y cruzándose de brazos.

—Tonto —le dijo Sam a Freddie.

—Demonio Puckett —soltó Freddie mientras Carly empezaba a mirarlos desesperada porque no querían que empezaran a pelear nuevamente.

—Te arrojaría algo —espetó Sam.

—¡YO LES ARROJARÍA ALGO! —expresó Carly, alterada… otra vez, haciendo que los chicos voltearan a mirarlos. Sam puso los ojos en blanco.

—Bien, vamos a romperles algo a esos —dijo Sam entonces, señalando hacia la computadora donde se veía el vídeo pausado de uno de los programas de Chismes locos.

—Iremos y estaremos todos calmados… Nada de llaves inglesas ni de calcetines con mantequilla —dijo Carly.

—¿Qué? ¿Por qué? —espetaron Freddie y Sam al mismo tiempo. Ellos se miraron por uno segundo y, cuando volvieron la mirada a Carly, Sam rodaba los ojos.

—Promételo, Sam —pidió Carly.

—Eh… Uh…

—¿Sam?

—Está bien —dijo entonces la rubia.

—¡Spencer, llévanos a los estudios de Chismes locos!

—Claro, siempre yo, ¿no? —se quejó Spencer, pero, sin embargo, se puso de pie y se preparó para salir, haciendo que Sam se sintiera ansiosa de darles algunos buenos golpes a todos los que hacían Chismes locos.

En cuanto llegaron, como ya se había imaginado Sam, vieron las puertas del estudio abiertas, pero en un pequeño hall, tras un mostrador, había un hombre perteneciente a la seguridad, vigilando a los que entraban desde la calle y mirando de tanto en tanto las pantallas de las cámaras de seguridad. Sin embargo, ya habían planeado algo en el viaje (que tan sólo había durado casi treinta minutos), así que Ethan se acercó al hombre de seguridad por el otro lado del mostrador.

—Señor, señor… —habló el muchacho, como si se estuviera desvaneciendo—. Me siento un poco mal… ¿No tiene un vaso de agua?

—Mmmm —empezó a dudar el de seguridad.

—Creo que… —Plaf, Ethan había caído al suelo, haciéndose el que se desmayaba.

El hombre salió de su lado del mostrador y corrió a darle palmadas al chico en las mejillas. Ante tal distracción, Spencer, Sam, Freddie y Carly corrieron hacia el interior. El vestíbulo era amplísimo y muchas personas iban y venían, y enseguida, Carly corrió hasta un cartel que estaba pegado al lado de un ascensor, y leyó: Chismes locos, oficina 5, 2º piso".

Cinco minutos más tarde, durante los cuales llegaron al segundo piso y caminaron cautelosamente por unos pasillos, vieron la oficina número cinco y un cartel decía: Chismes locos, productor y creador Frank Gutenberg.

Sin siquiera esperar a golpear, Sam sacó de la mochila que llevaba un salami y entró al lugar.

—¡Sam! —la regañó Carly por el salami, entrando tras ella.

—No dijiste nada sobre el salami…

Freddie rió ante aquella ocurrencia mientras entraba a la oficina entre Carly y Spencer. La oficina era grande, con un escritorio de caoba y una silla con respaldo rectangular y alto, además, había una biblioteca, una pantalla de televisión gigante y un sofá, donde, en aquel momento, había al menos cuatro personas con cámaras mirándolos sorprendidos.

—¿Ustedes son los de iCarly? —preguntó un hombre, poniéndose de pie. —Es un agrado tenerlos aquí, muchachos.

—¿Por qué está haciendo esto? —espetó Sam, furiosa, con el salami en alto.

—¿Dónde consiguió el vídeo de…? —empezó a preguntar Carly.

Pero, en aquel momento, Carly no pudo terminar de hablar, puesto que los hombres con cámaras se acercaron, encendieron sus cámaras y enseguida, micrófonos o grabadoras a mano, empezaron a hacerles millones de preguntas. Una tras otra.

—¿Cómo se sienten con el término de su relación? —a Sam y a Freddie.

—Freddie, ¿quieres recuperar a Sam?

—¡Oigan!

Los hombres se les habían acercado y le ponían los micrófonos o las grabadoras cerca de sus bocas.

—Sam, ¿quieres recuperar a Freddie?

Los chicos empujaron a los hombres y salieron corriendo. Los periodistas empezaron a perseguirlos y seguían haciéndoles preguntas mientras escapaban.

—¿Carly te gusta Freddie?

—¿Freddie te gusta Carly?

—Carly y Sam, ¿alguna vez pelearon por Freddie?

Carly llegó al ascensor y apretó enseguida el botón, pero como la tardanza era eminente y todos dirigieron miradas al grupo y vieron que estaban a escasos metros, volvieron a correr.

—Carly, ¿por qué siempre tratas de que Sam no moleste a Freddie?

—¿Lo defiendes?

—¿Te gusta Freddie?

—Sam, ¿por qué siempre molestas a Freddie?

Pronto llegaron a una escalera y bajaron los dos pisos subidos por ella y salieron al vestíbulo, y siguieron corriendo hasta el pequeño hall donde el hombre de seguridad estaba tras el mostrador otra vez. No había rastros de Ethan por ahí.

Después de aquel suceso, ya no se atrevieron a volver al lugar y no sabían qué podían hacer para que dejaran de meterse en sus vidas. En fin, trataron de hacer como si nada pasara, estudiaron mucho (bueno, Sam prefirió escribirse las lecciones en cualquier parte de su cuerpo), Freddie pensaba en Sam, Sam pensaba en Freddie, Carly pensaba en Ethan y Ethan pensaba en Carly. El show de iCarly del sábado se realizó con Sam más agresiva de lo habitual con Freddie, y según las estadísticas, sólo había bajado un 20 por ciento de los que los veían, por lo que no quisieron pensar que se tratara del asunto del Seddie vs. Creddie. Muchos comentarios decían que sabían del problema y no lo creían o sí lo creían pero iCarly seguía siendo cómico y eso era lo importante.

La Señora Benson seguía abordando a Sam, aun sabiendo que no estaba más con su hijo. Un día se estaba yendo hacia su casa cuando ella le entregó un chaleco que le había tejido y luego le había espetado: "¿Por qué no amas a mi hijo?" con gran desesperación.

Spencer no le dijo todavía a su hermana que su abuelo iba a llevársela a Yakima. Pensaba que era mejor que disfrutara con sus amigos y pasara todos los exámenes sin preocupaciones. Luego del show, Spencer había decidido dar un paseo con Carly, lo que a ella la desconcertó pero no se negó. Se divirtió mucho con Spencer y no preguntó nada. Eran hermanos y podían salir juntos cuantas veces se quisiera.

Aquella semana fue festejo para los chicos, puesto que habían aprobado todas las asignaturas. Freddie y Carly, gracias al estudio, y Sam, gracias a sus "ayudas memoria". Llegaban al departamento el último viernes de clases, liberados ya, cantando los tres una canción de liberación… Pero Carly se detuvo al ver a su abuelo sentado en el sofá.

—¡Abuelo! ¿Qué haces aquí? —se sorprendió la castaña, pues no había esperado que los viniera a visitar otra vez y con tanta rapidez.

—¿Así recibes a tu abuelo? —preguntó el Señor Shay, poniéndose de pie y acercándose a la castaña, quien sonrió y lo abrazó.

—Vaya dos visitas en tan poco tiempo, es grandioso —sonrió la castaña, dejando la mochila sobre el sofá. Freddie y Sam intercambiaron miradas confundidas, como la que el Señor Shay le estaba dirigiendo a Carly en ese momento.

—¿Spencer no te lo dijo? —preguntó el Señor Shay, ceñudo, al tiempo que Spencer aparecía silenciosamente y sentía tristeza y culpabilidad al mismo tiempo. Las expresiones de Sam y Freddie se volvieron más ceñudas.

—¿Qué? —preguntó la chica.

—Te irás conmigo a Yakima.

En aquel momento, Sam y Freddie intercambiaron una mirada de "¡No!".

—Pero… ¿Qué hay de Spencer? ¿De mis amigos? ¿De Ethan? ¿De iCarly? —preguntó Carly, un tanto desesperada.

—¡No necesitas iCarly! ¡Puedes tener un futuro mejor!

—¡No es sobre lo que yo necesito, es sobre lo que yo quiero! —exclamó Carly, sintiéndose desesperada. Sabía que aunque pataleara, su abuelo se la iba a llevar igual.

—¡iCarly es un juego de niños! ¡Y tú ya estás creciendo!—soltó el Señor Shay—. Carly, puedes ser grande…

—¿Qué dice mi padre de esto?

—Está de acuerdo si es lo mejor para ti…

Sam y Freddie miraban la escena petrificados, disgustados y sin saber qué hacer para impedir eso.

—¡No puede llevarse a Carly! —exclamó Sam.

—No voy a cambiar de opinión… Carly, prepara tus cosas que nos vamos en un par de horas.

Carly salió corriendo hacia su habitación, con principios de llanto, y Freddie fue corriendo tras ella. Pero Sam se quedó allí, mirando al hombre fulminantemente. El hombre se asustó un poco y se fue hacia atrás.

—¿Realmente te vas a ir? —preguntó Freddie, dolido, viendo a su amiga poniendo ropa en un bolso enorme, con mirada abatida.

—No hay nada que hacer —dijo Carly.

—Tal vez sí…

—¿Qué? Ya no queda nada… La mentira de Spencer se fue al caño…

—¿No le avisarás a Ethan sobre esto?

—Por supuesto, quiero que esté aquí…

—¿Y Sam? —preguntó Freddie, mirando hacia la puerta, ceñudo. —¿Por qué no ha venido?

—¿Por qué terminaste con Sam si sientes todavía mucho por ella? —preguntó Carly.

—Lo hice por ella —respondió él.

—No entie…

—¿No está tardando mucho? Te dejaré sola para que hables con Ethan, yo buscaré a Sam.

—Está bien —estuvo de acuerdo Carly, agarrando su Pearphone del bolsillo trasero de sus vaqueros.

Pero cuando bajó al living no estaban ni Sam ni el Señor Shay por allí…

—¡Sam! —empezó a llamar el chico, mirando hacia todos lados—. ¡Señor Shay! ¡Señor Shay! —nadie contestaba—. ¡Sam! ¡Sam!

En aquel momento, vio a la rubia entrar al departamento, se veía abatida.

—¡SAM! —exclamó el chico—. ¿Qué pasó? ¿Y el abuelo de Carly?

—Em… No sé… ¿No está aquí? —dijo la chica.

—No —respondió Freddie, solamente—. ¿Estás bien?

—Sí, claro… —mintió la rubia.

—Sam, ¿enserio que no sabes dónde está el Señor Shay? —le preguntó el chico, cruzándose de brazos y mirándola perspicaz. Sam se lo quedó mirando penetrantemente, ¿tan bien la conocía?

—Tal vez sí haya cambiado de opinión —sólo dijo Sam.

—Sam, ¿qué hiciste? —le preguntó Freddie.

—¡Nada! —espetó Sam. —¿Y Carly? —cambió de tema la rubia.

—Está hablando con Ethan ahora mismo —respondió el chico.

—Ah… —luego de aquello, ninguno dijo nada, porque no sabían qué decir, se sentía la tensión. Freddie tragó saliva unas cuantas veces y Sam miraba a cualquier lado. ¿Por qué le costaba decirle "te amo"? ¿Era cierto que él solamente la había dejado porque pensaba que no estaba enamorada de él o la había dejado porque era él quien no sentía nada por ella?

—¿Y mi abuelo? —preguntó Carly, bajando las escaleras. Aquello cortó el silencio y Freddie y Sam voltearon a mirarla.

—¡Yo no fui! —se apresuró a decir Sam.

Carly y Freddie la miraron significativamente.

Cinco minutos después, Freddie, Carly y Sam llegaban a la salida de emergencia y vieron al Señor Shay atado a una silla con una soga.

—¡Sam! —la regañó Carly, al tiempo que iba hacia él para desatarlo.

—Carly —temblaba la voz del Señor Shay al ponerse de pie—. Tu amiga me asusta —dijo el hombre, saliendo de la salida de emergencia mirando a Sam con cautela. Sam sonrió por la reacción que le había producido al hombre.

Sin embargo, aquello lo había hecho peor y el señor Shay seguía sin cambiar de opinión. Desde que Carly recibió la noticia y mientras ella terminaba de preparar todo, ninguno habló en el living de los Shay. Spencer, además, estaba decidido a no dirigirle ni una palabra más a su abuelo. Freddie y Sam no se dejaban de mirar, aunque trataban de disimularlo. Todo ese asunto los estaba poniendo tristes y necesitaban del otro sin poder pedirlo ni hacer nada.

Ethan y Gibby llegaron diez minutos antes de que se tuvieran que ir, el abuelo de Carly fue considerado en esperar su llegada para irse.

—Y prométanme que van a seguir haciendo iCarly… Ya muchos estarán contentos porque me odian —les dijo Carly a Sam y a Freddie. Todos estaban fuera del edificio, ante el auto del abuelo Shay.

—¡No, claro que no! —espetó Sam.

—¡No! —espetó Freddie al mismo tiempo que Sam.

—¡Vamos! Hagan audiciones para encontrar a alguien más.

—¡Si no eres tú, iCarly no es nada! ¡Nadie reemplaza a mi mejor amiga! —exclamó Sam.

—No quiero que dejen de hacer iCarly… Prométanme que seguirán haciendo el show, me encantaría verlo. Por favor, por mí —suplicó Carly.

—Deja ya de manipular con eso —espetó Sam, y luego suspiró—. Pero está bien, veremos qué podemos hacer con el show.

—Y también prométanme que no se matarán…

—Eso sí que no —dijo Sam de una.

—Adiós, Sam…

—Adiós, Carls…

Luego se abrazaron fuertemente. Freddie miraba abatido desde atrás. Cuando Carly y Sam se dejaron de abrazar, fue el turno de Freddie y Carly. Gibby se acercó luego para un abrazo e Ethan dijo:

—¿Para mí no hay nada?

Carly fue corriendo a besarlo y casi colgarse de él.

—Te amo, Carly.

—Y yo te amo a ti —dijo la castaña…

En aquel momento, Sam y Freddie se dirigieron la mirada, pero al darse cuenta de que era correspondida, la apartaron.

—Te visitaré —le dijo Ethan a Carly antes de separarse completamente.

Después la chica miró a Spencer y corrió a abrazarlo fuerte, ahí casi poniéndose a llorar, pero tratando de no hacerlo. Los chicos miraban la escena dolidos, y el abuelo sólo bajaba la mirada.

—Vamos, Carly —apremió el Señor Shay—. Adiós, chicos —saludó el hombre antes de subirse ante el volante, pero nadie lo saludó.

Carly trató de sonreír y se subió al auto, en la parte trasera.

Luego de verlos por el vidrio trasero, saludando con la mano con semblantes tristes, Carly recostó la cabeza en la ventanilla y empezó a pensar en sus amigos, en Spencer, en Ethan y en iCarly con lágrimas que recorrieron sus mejillas.

TRES DÍAS MÁS TARDE…

Sam estaba en pijama sentada en la cama de su habitación, comiendo más de lo que su estómago pudiera soportar pero sin notarlo. Extrañaba a Carly y extrañaba al ñoño. Hacía tres días que no había visto a ninguno de los dos pero aquella tarde se vería con Freddie para empezar a buscar reemplazante para la castaña, algo que ella no quería hacer, pero su mejor amiga les había pedido que siguieran con el show y lo haría por ella. Freddie le había comunicado por mensaje que ya había hecho el pedido por internet y había diez chicas que se presentarían a la entrevista que realizarían… En realidad, ya debería estar en el departamento de Spencer, ya que ahí se encontraba el set de iCarly y el muchacho no había tenido ningún problema en que continuara allí.

Sonó su celular y notó que Freddie la llamaba. Atendió sabiendo lo que el chico diría:

—¡Sam! ¡Ya tenías que estar aquí hace media ahora! ¿Dónde estás?

—Ya voy…

—¿Podrías llegar puntual alguna vez? —preguntó el chico.

—No —respondió Sam de una. —Deja de hacer preguntas tontas, Benson.

—¡Oye! ¡Ven aquí ahora!

—¡Ya voy!

—En quince minutos estarán las chicas aquí…

Sam rodó los ojos…

—Está bien, estaré en una hora —dijo la rubia.

—¿Qué? ¡No, Sam…!

Sam cortó la llamada y enseguida se levantó de su cama para buscar la ropa que se pondría.

Cuando Sam entró al departamento, que sintió vacío sin la presencia de su mejor amiga, encontró a Spencer hecho un ovillo en el suelo.

—¡Spencer! ¿Qué haces? —le preguntó la rubia, acercándose. —¿Extrañas a Carly, verdad?

—Ñaaaa —decía el chico en el suelo—. Freddie está arriba.

—¿Necesitas algo?

—Ñaaa

—De acuerdo —dijo Sam, que luego subió hacia el desván. Al entrar, vio que Freddie ya había preparado la mesa que habían utilizado en la subasta y las dos sillas en las que se sentarían. Frente aquella mesa, había una silla para que se sentara la chica a la que entrevistarían. Pero sobre la mesa había algo más. Un paquete de tres grasitos descansaban allí.

—Creí que te gustaría —dijo Freddie, apareciendo desde un rincón al que no había mirado. Se acercó a los grasitos, los agarró y se los entregó.

—A mamá sí les gusta —dijo Sam, arrebatándole el paquete a Freddie.

Freddie no apartó la mirada de los ojos de ella y ella no pudo apartarla de los ojos de él. Tenía que decirle…

—Freddie, yo…

En aquel momento, sonó el Pearphone de Freddie y Sam se interrumpió. Abrió bruscamente el paquete y empezó a comer los grasitos dando bruscos y grandes mordiscos.

—Ya llegaron, iré a buscarlas.

Cinco minutos después, chicas hacían fila tras la puerta del desván y una ya estaba sentada frente a los chicos.

—¡Me encantaría estar en el show! —decía la chica—. ¡Sería súper emocionante! —hablaba muy entusiasmadamente, con una ancha sonrisa. Sam la miraba con una de las comisuras del labio levantada, y Freddie con el ceño fruncido. — ¡Estar con ustedes chicos, eso sería un sueño! ¡Sería tan deslumbrante! ¡Tan deslumbrante como las estrellas del cielo!

Sam miró a Freddie boquiabierta y ojos inexpresivos mientras Freddie le dirigía una mirada ceñuda.

—¡Un sueño hecho realidad!

—Y seguirá siendo un sueño —espetó Sam—. ¡AHORA VETE! —soltó luego.

—Sí, lo sentimos —dijo Freddie.

—No, no es verdad —espetó Sam.

La chica hizo un pucherito y salió corriendo casi poniéndose a llorar. Tras la salida de la chica, entró otra, era alta y delgada, con pelo negro y bastante largo. Fue a sentarse pero sólo se quedó mirando a Freddie fijamente por un largo rato, haciendo que se pusiera un poco incómodo.

—Freddie, eres taaaan liiindooo —dijo la chica solamente.

—¡ADIÓS! —espetó Sam sin dudarlo.

Freddie sonrió y Sam le dirigió una mirada seria, que enseguida apartó al darse cuenta de que él la miraba con una sonrisa.

—¡Siguiente! —dijo Sam, tratando de olvidar ese percance. Una chica entró y se sentó en la silla—. ¡Ya, vete! —le dijo Sam de una.

—¡Sam! —exclamó Freddie.

—Pero todavía no comenzó la entrevista —se desconcertó la chica.

—Sí, pero ya pudimos ver tu cara, ¡ahora sólo vete!

—¡Sam! —la retó Freddie otra vez, mientras la chica se iba, volteando a mirar a los chicos de vez en cuando, confundida.

Sam se encogió de hombros.

—¡Tú también le viste la cara! —se justificó la rubia.

—Sí, pero no juzgamos por sus rostros —comentó Freddie en el instante en que entraba otra adolescente.

Miró a los chicos y se sentó en la silla en silencio.

—Hola, ¿cómo estás? —saludó Freddie.

La chica empezó a respirar agitadamente como si estuviera sintiéndose nerviosa…

—Bueno, dinos, ¿crees que puedes hacer reír a la gente?

La chica seguía sin hablar…

—Eh…

—¿Sabes que nos mirarán millones de personas, no? —soltó Sam.

La chica pegó un grito ininterrumpido y salió corriendo. Freddie y Sam rodaron los ojos y Freddie tachó en la lista que tenía ante sí los nombres que habían sido descartados. El próximo que entró era un chico.

—Pedimos chicas —dijo Sam instantáneamente al verlo.

—Sí, lo siento —dijo Freddie.

El chico los miró enojado y después se fue. Sam miró a Freddie, significativamente, con ganas de darle un golpe.

—¡Dijo que su nombre era Sam! —se justificó el castaño, tachando el nombre Sam de la lista. Sam puso los ojos en blanco.

—¡Siguiente! —pronunció.

La siguiente chica los aturdió con su habla incesante, era tanto lo que hablaba que cambiaba de temas cada dos segundos.

—Ya es suficiente —espetó Sam.

La siguiente decía pavadas y chistes y se reía de ellos, como si realmente causaran gracia.

—¡Siguiente! —espetó Sam, sin antes despedirla.

La siguiente no se presentó, pero sí lo hizo la última, que era perfecta, tanto, que Sam terminó por echarla.

—¡Sam!

—Nadie reemplazará a mi mejor amiga —soltó Sam.

—Sam, nadie la reemplazará como tu mejor amiga… Nadie igualará a Carly en ese sentido, sólo buscamos alguien para que esté en iCarly desde ahora.

—Sin Carly, iCarly no es lo mismo —dijo Sam.

Carly estaba con su laptop en la pequeña habitación de la casa de su abuelo. Tenía una cama, una mesa de luz con cajones, un armario y un escritorio. Eran las cinco de la tarde y leía el mail que le habían mandado sobre el lugar , la fecha (dos días después) y la hora de los premios iWeb.

—Es así como iCarly no ganará el premio —dijo Carly, sabiendo que su abuelo no la iría a dejar ir. Ya había dejado en claro que iCarly no le serviría para nada… Era cierto que ella no pensaba igual, pero era inútil discutir con él.

Freddie y Sam recibieron el mismo mail y lo leyeron cada uno en su casa. Mientras Freddie suspiraba porque estaba seguro de que no tendrían ningún premio, Sam se quedó leyendo la dirección y el día y horario del evento muy pensativa.

Aquella noche, como las tres noches anteriores, Freddie, Sam y Carly conversaban por chat conferencia, los tres juntos, y por supuesto, Sam no dejaba pasar oportunidad de molestar e insultar a Freddie desde allí. Esta vez, aquello hacía reír a Carly y no la hacía parar a Sam en las peleas de los chicos. Los extrañaba tanto, también aquellas peleas que tenían. Ello hacía que tuvieran una relación muy especial y ahora se daba cuenta. Pero igualmente no soportó que se estuvieran dirigiendo palabras entre ellos solamente cuando empezaron a discutir. A Freddie le parecía extraño que Sam lo estuviera peleando más que nunca, por lo que él le había preguntado por qué y, entonces, la chica le había respondido con un insulto. Enseguida, Carly los paró escribiendo en mayúsculas "OIGAN, CHICOS, ESTOY AQUÍ". En aquel momento, volvieron a conversar con Carly. Y no dejaron pasar el tema de los premios iWeb. Freddie y Carly empezaron a lamentarse de la pérdida, pero Sam no comentó sobre aquello. La rubia no estaba pensando en no asistir a los Premios iWeb… Haría que Carly fuera. Luego Carly preguntó si habían hecho audiciones para encontrar una chica que la reemplazara, Freddie respondió que Sam había echado a la mejor y entonces empezaron a discutir otra vez. Entonces, Carly escribió, también en mayúsculas: "DEJEN DE HACERSE LOS TONTOS. SE AMAN Y NO ESTÁN JUNTOS". Luego, ella se desconectó y Sam y Freddie dejaron de discutir y empezaron "¿Carly? ¿Carly? ¿Estás ahí?"… No hubo respuesta, por lo que sólo quedaron ellos dos… Freddie, tímidamente, empezó a hablar sobre cómo estaba llevando el asunto de la ausencia de Carly y Sam le respondió sin insultos. Hablaron diez minutos más y luego Freddie tuvo que ir a comer.

—Tonto, tonto —empezó la rubia a insultar a Freddie, hablando sola— tonto, tonto… Tonta, tonta, tonta —esta vez fue a ella misma. ¡Debía decirle a Freddie que lo amaba!

Al día siguiente, Freddie y Sam no se vieron, aunque ella quiso darse valor e ir decirle a Freddie lo que le pasaba… También se quedó pensando en que temprano ya tendrían que estar saliendo para buscar a Carly.

Más tarde, Freddie despertó asustado y escupiendo agua… Estaba chorreando.

—Pero ¿qué? —volteó a mirar y vio a un costado de la cama a Sam, con un balde en la mano y sonriendo divertida. —¡SAM! ¡QUÉ HACES!

—Levántate, iremos por Carly y a los Premios iWeb.

—¿Qué?

—Deja de hablar.

—Pero…

—¿Quieres recibir los premios? —soltó Sam. —Acuérdate del premio a los Efectos Especiales... ¡iCarly está nominado por ti…! ¿No te hace feliz eso?

Freddie se la quedó mirando pasmado, y sin pensarlo, dijo:

—¡Vamos!

Y salió de la cama.

—¿Era necesario esto? —preguntó entonces Freddie a Sam, arrebatándole el balde de la mano, y algo molesto.

—No —Respondió la chica de una.

—Me voy a cambiar —dijo un resignado Freddie, yendo a buscar ropa. Luego, se acercó al baño de su habitación y cerró la puerta. Sam sonreía.

Minutos más tarde, entraban a la habitación de Spencer. El muchacho estaba hecho un ovillo bajo la sábana… Freddie y Sam se miraron como instándose mutuamente y, al mismo tiempo, gritaron:

—¡SPENCER, DESPIERTA!

—AAAAH…

Spencer pegó un salto y se empezó a mover por la cama, asustado.

—¡Ouuh, ouh, ouh, ouh…! —expresaba…

Sam encendió la luz del cuarto y entonces el despeinado hermano mayor de Carly dejó de moverse y los miró confundido.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó.

—¡Debes llevarnos a Yakima con Carly! —exclamó Sam.

—¿Qué…?

Pero Spencer no terminó de hablar porque los chicos se acercaron, lo agarraron cada uno de un brazo y lo empezaron a arrastrar.

—¡Vamos, vamos!

—¡Vamos, Spencer!

—Chicos, ¿qué? ¿por qué? ¿Qué hora es? —preguntaba Spencer mientras lo arrastraban en pijama y despeinado hacia el living.

—¡Tenemos que ir a los Premios iWeb! —espetó Freddie.

—¡Debemos ir a buscar a Carly! —lo siguió Sam.

—Pero mi abuelo no querrá…

—Nadie dijo que se enteraría —dijo Sam.

—Uy, qué listos —dijo Spencer.

—¿Entonces, qué esperas? —preguntó Sam—. ¡Cámbiate! ¡Freddie preparará unos sándwiches!

Carly, recién duchada y vestida, entraba a su habitación…pegó un grito y luego preguntó, al ver a Sam y a Freddie allí parados, en medio de su habitación:

—¿Qué hacen aquí?

—Vienes con nosotros a los Premios iWeb… —espetó Sam, agarrándola del brazo derecho y arrastrándola afuera, pero ella no se movió.

—¡Pero mi abuelo no está de acuerdo!

Sam la soltó y dijo:

—Pues escápate.

—¡No voy a hacer eso! —espetó Carly, con los ojos abiertos bien grandes.

—¡Carly! —exclamó Sam, como lamentándose.

—¡Carly, tenemos que recibir esos premios! ¡Tú eres parte de iCarly! ¡Gran parte fue por ti! —espetó Freddie.

—No puedo hacer eso… —repitió.

Sam la agarró nuevamente del brazo y la empezó a arrastrar con más fuerza. Carly se resistía tirándose hacia atrás hasta que terminó cayéndose. Sam quiso volver a agarrarla, pero esta vez fue del pie…

—¡No voy a hacer esto!

Veinte minutos después…

—Oh, por Dios, ¡no puedo creer que esté haciendo esto! —exclamaba Carly, aterrada, sentada junto a Sam y Freddie en el asiento trasero del auto, camino a los premios.

Sam rodó los ojos.

—Todo estará bien —dijo Sam. —Ni que hubieras dejado una nota a tu abuelo diciendo a donde ibas.

Carly se quedó callada.

—¡Carly! —exclamaron Freddie y Sam al mismo tiempo, volteando a mirarla.

El Señor Shay ya estaba con su traje y había puesto en la mesa del comedor platos con tostados y jugo de naranjas, y al no ver a Carly todavía por allí, se dispuso a ir a su habitación y llamarla a desayunar. Sin embargo, no había dado ni dos pasos que vio un pedazo de papel en el extremo de la mesa en donde no había apoyado nada. Allí le indicaba donde había ido y sin más que esperar, se preparó para asistir.

Sam, Freddie y Carly estaban silenciosos y pensativos en el auto, hasta que Sam se inclinó por delante de Carly para dirigirse a Freddie.

—Tonto —le dijo.

—¡Oye! —exclamó Freddie.

—¿Cómo quieres que te llame? —preguntó entonces Sam, como si fuera imposible llamarlo de otra manera.

—¿Freddie?

—¿Qué gracia tiene? Eres un tonto y te digo tonto —dejó en claro Sam, pero no dijo nada más. El silencio duró dos segundos.

—Princesa de los demonios —dijo Freddie.

—¡No me llames así! —gritó Sam, intentando pasar por delante de Carly para darle un golpe al chico.

Empezaron una lucha de manos pero Carly estaba de lo más tranquila, un poco aplastada por Sam y cruzada de brazos, esperando que la pelea terminara. Duró unos segundos y luego Sam se sentó bien de golpe.

—Carly, ¿por qué no nos detienes? —preguntó Sam confundida.

—Sé que esa es su manera de llamarse la atención uno al otro así que sólo lo dejo pasar…

Freddie y Sam no dijeron nada en aquel punto. Y enseguida, Freddie sacó de la mochila que estaba entre sus piernas, unos papeles de colores.

—Bueno, niñas, a ensayar para el acto —dijo, y le entregó a Carly las notas con las ideas para el pequeño acto que harían antes de recibir los premios, si es que eran ellos los que ganaban.

El lugar era enorme… Todavía estaba vacío, pero cuando llegaran las personas todo se llenaría de murmullos y gritos entremezclados. Tenía tres pisos, la platea y el primer y segundo piso, con la forma de un anfiteatro. Fuera, había una boletería por los que querían comprar entradas antes del evento y poco a poco se iban agotando.

El tiempo iba transcurriendo y poco a poco estaban llegando personas que ocuparon la mitad de la acera en una fila e iba aumentando. Algunos de los participantes ya habían llegado, los del evento estaban preparando todo el escenario y en el lugar donde estarían los conductores del programa habían preparado una fila de sillas. La emoción estaba creciendo para los nominados y para los que iban a ver el evento y estaban ansiosos de ver a sus celebridades de la web favoritos. También había llegado una chica de pelo negro, corto y lacio, Estella, con un hombre que la acompañaba.

Carly y Sam estuvieron ensayando tres actos de cinco minutos y Freddie y Spencer no dejaban de largar carcajadas. El Señor Shay conducía en su auto en dirección a Seattle, hacia el mismo lugar donde se dirigían los chicos. Los espectadores de los Premios iWeb estaban ansiosos porque se abrieran las puertas y los dejaran entrar. Los demás participantes practicaban sus actos cómicos…

El tiempo iba transcurriendo y la fila fuera del lugar del evento iba creciendo más y más, y Spencer estaba llegando al lugar.

Sam estaba dando mordisco tras mordisco a los sándwiches que habían preparado antes de salir y que habían dejado en la mochila.

El lugar estaba atestado cuando Spencer llegó y tuvo que buscar un espacio para estacionar. Afortunadamente, en la puerta trasera, por donde debían entrar, no había nadie, así que pudieron circular con normalidad.

Hablaron con ciertas personas, se identificaron, y enseguida les indicaron el lugar de los camerinos, donde estaban los demás nominados. Sam seguía comiendo, y además, los tres estaban nerviosos. Carly había dejado de pensar en lo que pasaría con su abuelo, pero aun sentía culpa. Cinco minutos después de su llegada, entró un hombre con un cuaderno en la mano. Pronto, empezó a verificar que todos los nominados estuvieran.

—Carly, ¿quieres un sándwich ahora? —preguntó la rubia a Carly, sentada en el piso en un hueco que pudieron encontrar. Sam era la que sostenía la mochila.

—¡No! —exclamó Carly—. ¡No puede ser que haya hecho esto!

—Ay, ya —dijo Sam—. No pasa nada… Ya pronto lo empezarás a hacer siempre sin culpa —terminó diciendo la rubia con normalidad. Carly le dirigió una pequeña mirada fulminante y Freddie, una sorprendida. Pero después cambió el semblante y le dijo a la rubia.

—Yo sí quiero uno…

Sam miró a Freddie algo seria y sin quitar la mirada del chico, se llevó el último sándwich a la boca. Empezó a comérselo ante la mirada entre sorprendida y confundida del chico, quien después puso los ojos en blanco y dejó de mirarla, sin ver que pronto Sam había sonreído.

—Cada vez más tonto, Benson —dijo la chica.

—Ya deja de llamarme "tonto" —espetó el chico, dirigiéndole la mirada.

—Pero si lo eres…

—¿Tienes que ser tan honesta siempre? —preguntó Freddie.

En aquel momento, llegó una mujer anunciando que el evento estaba comenzando y que pronto les avisaría quién debía salir. Todos los allí presentes aplaudieron y vitaron entusiasmados, salvo Sam que estaba terminando el sándwich.

El tiempo iba transcurriendo y, poco a poco, las categorías fueron pasando, ciertos nominados recibieron su premio, y entonces…

—¿iCarly? ¿iDiversión? ¿iPM? Para la categoría de mejor efectos especiales, por favor —dijo la mujer que anteriormente les habían anunciado que el evento había empezado. —¿Pueden acercarse?

Los chicos nombrados pegaron un salto de donde estaban sentados y fueron hacia la mujer, que los condujo tras la cortina del escenario. Freddie daba saltos de los nervios, y daba sonrisas emocionadas. Sam y Carly se ponían en puntitas de pie para mirar por encima de las cabezas que tenían adelante. Un hombre con camiseta y pantalones largos caminaba por el escenario con un micrófono en la mano. Al costado, tras una plataforma, estaban las dos personas que entregarían el premio.

—Y el premio al Web show con mejores efectos especiales es… ¡ICARLY! —anunciaron en el momento en el que entraba al lugar el Señor Shay, con traje y corbata, y se quedaba parado viendo todo y cruzado de brazos.

Todos en el lugar habían explotado de aplausos y entusiasmo.

—¡Sí! —exclamó entonces Freddie, lanzando un puño al aire.

—¡Así se hace, muchachote! —exclamó Sam, agarrándolo del brazo y sacudiéndolo un poco. Carly les dirigió una mirada sonriente y Freddie sonrió a Sam, que no lo soltó y le dedicó una pequeña sonrisa.

Segundos después, los chicos corrieron sonrientes al escenario y empezaron a agradecer. Cuando se fueron tras bambalinas otra vez, Sam empezaba a pelear con Freddie.

—¡Sí, Fredwardo, ganaste el premio al mejor ñoño! ¡También te daría uno al mejor tonto!

—¡Oye! —espetó el chico, volteando a mirarla y señalándola. —¿Por qué me dices eso?

—Tu boca sólo dice estupideces —dijo ella.

—¡Ya deja…!

Ahora sí Carly se estaba cansando. Hasta se apoyó contra la pared del pasillo y se cruzó de brazos impaciente.

—¡Es cierto…!

—¿Por qué…?

—¡PORQUE SÍ TE AMO, IDIOTA! ¡Y NO TE DISTE CUENTA!

Carly se quedó con los ojos abiertos bien grandes y se descruzó de brazos… Freddie se quedó mirando pasmado a una avergonzada Sam, que se calló la boca.

—¿Qué? —preguntó Feddie al tiempo que Carly seguía mirando la escena con los ojos abiertos de par en par, entre impaciente por lo que iba a suceder y sorprendida por lo que había pasado.

—Con una vez, es suficiente, tonto…

—Hey, ¿y ahora por qué me dices tonto?

—Ah, porque me dieron ganas —dijo Sam como si nada, lo que hizo que Carly largara una risita.

Freddie sonrió y se acercó a Sam para besarla… Pero antes de tomarla por la cintura le preguntó:

—¿Volverás a ser mi novia, Sam?

Carly ahora sonreía, emocionada por ellos.

—¿Me compras un Licuado grande de grasitos? —preguntó Sam para asegurarse.

—Todos los que quieras —respondió Freddie.

—Eso es mucho.

Freddie sonrió, Sam también, y enseguida se acercaron a besarse, mientras, Carly seguía sonriendo, hasta que volteó a mirar y vio a Stella y a un hombre grabándolos con sendas cámaras digitales. Freddie y Sam se separaron y el chico pudo ver por sobre el hombro de Sam a las dos personas.

—¡Estella! —dijeron Carly y Freddie al mismo tiempo. Sam se puso inmediatamente al lado de Freddie.

—¿Estella? —preguntó Freddie, sin comprender.

—¡Oh, por Dios, tú eres de Chismes locos! —se alteró Carly, al darse cuenta de que la chica y el hombre tenían bordados en sus camisas el nombre del canal donde pasaban el programa.

—¡Adiós! —espetó la chica—. ¡Vamos, Eric, vamos!

Pero los chicos no perdieron oportunidad y salieron corriendo tras ellos. Sam atrapó a Estella y al hombre por la parte de atrás de sus camisas y ellos no pudieron seguir corriendo. Sam los tiró bruscamente hacia atrás y los hizo caer al suelo.

—¿Todo fue a propósito, cierto? —preguntó Freddie—. ¡Tú quisiste que terminara con Sam!

Eric y Estella se sentaron y voltearon a mirarlos.

—¡Tú filmaste el momento en que Freddie cortaba con Sam! —exclamó Carly—. ¡Dijiste que irías al baño!

—¡Todo para que tu estúpido programa tuviera ranking! —espetó Sam—. ¡Par de inútiles tontos!

—¿No van a decir nada?

—¡Vamos, Eric, vamos! —sólo dijo Estella, queriendo ponerse de pie nuevamente, pero Sam los volvió a detener agarrándolos de sus camisas y tirándolos nuevamente al piso.

—¡Van a decir toda la verdad!

—¡No!

—Hay muchos fans nuestro —empezó a decir Freddie, cruzándose de brazos. Sonreía perspicaz y Carly y Sam se lo quedaron mirando sin comprender a lo que quería llegar con ello—. Si no terminan con esto y no dicen la verdad, lo diremos nosotros. Creo que los fans Seddie se sentirían furiosos al saber que ustedes hicieron que terminara con Sam. Y también creo que los fans Creddie se sentirían furiosos al saber que los han ilusionado en vano.

—Creo que no les conviene seguir con esto —siguió Carly.

Eric y Stella los empezaron a mirar con expresión de que estaba preocupados y que estaban considerándolo…

—Así, me parece que su programa se va a ir más a pique de lo que estuvo antes de que empezaran con esto —continuó Freddie.

—Sí, eso está bien —empezó a decir Sam—. ¿Pero les puedo dar un golpe también?

Eso los hizo asustar más a Estella y a Eric.

—¡Está bien, está bien, terminaremos con esto! —espetó Eric.

—¡Sí, sí, terminaremos, terminaremos! —continuó Stella.

—Estaremos atentos —dijo Carly—. ¿Vamos, chicos?

—¡Pero yo quería darles un golpe! —se lamentó Sam cuando Eric y Estella se pusieron dificultosamente de pie y Freddie y Carly les habían dado la espalda y regresaban a los camerinos.

Pero Sam no se quedó tan tranquila, los volvió a agarrar de sus camisas y a tirarlos al piso a propósito. Los dos habían pegado un grito.

—Idiotas —dijo ella, arrebatándoles sus correspondientes cámaras digitales y partiéndolas al tirarlas contra el piso.

Luego, sonriendo, volvió a los camerinos.

—¿Por qué tardaste tanto? —le preguntó Carly.

—Por nada —respondió Sam.

Spencer llegó a los chicos y felicitó a Freddie por el premio que sostenía en la mano; Sam y Carly sonreían.

El tiempo siguió transcurriendo hasta el momento en que tuvieron que hacer su acto después del acto de iDiversión, también nominado al mejor show de comedia de la web, y de iSN. Todo el público volvió a aplaudirlos y a entusiasmarse cuando salieron y en todos los actos que realizaron no dejaron de reír. El Señor Shay ya se había sentado, y miraba con seriedad, pensativo. Más pensativo estuvo cuando los chicos terminaron los actos y se acercaron a darse un fuerte abrazo… De pronto, de pensativo siguió a sentirse culpable. Más cuando los chicos comunicaron los grandes amigos que eran, que iCarly era su vida y, cuando llamaron a Spencer, que estaba tras bambalinas, para que se unieran a ellos. Carly y Spencer se abrazaron eternamente y Spencer le revolvió el cabello…

—¡Mi hermanita linda…! —exclamó el muchacho, haciendo reír a Carly.

Enseguida, anunciaron a los ganadores, que resultó ser nuevamente iCarly, lo que sorprendió bastante a los chicos.

En aquel momento, sin importarle nada, el abuelo Shay se puso de pie y aplaudió con el público.

Quince minutos después, ya terminado el evento, los chicos salieron riéndose del lugar por la puerta trasera. Carly recibió un mensaje de Ethan preguntándole dónde estaba así se veían.

—¡Oh, por Dios! —exclamó Carly, con los ojos abiertos de par en par, entre sorprendida y asustada.

El Señor Shay llegaba agarrando a Ethan de la manga de su camiseta; el chico iba resignado. Cuando llegaron a donde estaban los preocupados chicos, el hombre soltó a Ethan y le dijo:

—Gracias, muchacho. Él no tiene la culpa, Carly… Él quiso escaparse cuando le pregunté si sabía dónde estabas.

—¡Abuelo, yo lo siento, no debí…! —empezó a hablar Carly desesperadamente.

—No, no, no sigas Carly —dijo el hombre. —Yo debería diculparme… Por no darme cuenta antes de lo que estaba haciendo. Alejándote de tu hermano, de tus amigos, de iCarly…

—Y de mí —dijo Ethan.

—¡Tú, cállate! —le espetó el Señor Shay, señalándolo con el dedo. Ethan no dijo nada más. —Y Spencer, te pido disculpas a ti también por alejarte de Carly… Pero todavía creo que deberías…

—¿Qué quieres decir? —preguntó Carly, esperanzada.

—Puedes volver a Seattle, con Spencer —respondió el señor.

Sam, Freddie y Spencer empezaron una extraña danza alzando los brazos, exclamando cosas sin sentido como: "¡Uh!" "¡Ah!" "¡Eh!", mientras Carly sonreía y se acercaba a abrazar fuerte a su abuelo.

—¿Vamos a festejar? —preguntó Spencer.

—Vamos a festejar —respondió el Señor Shay, sonriendo.

Para festejar fueron a un restaurante, Sam pidió más comida de la que podía pagar, hablaron, se rieron, y se besaron mucho (Carly con Ethan, Freddie con Sam). Los días siguientes, Carly se dedicó a llevar nuevamente a Seatle sus cosas y con ayuda de Freddie (Sam sólo se quedaba recostada en el sillón de la enorme habitación de la castaña) acomodó todo nuevamente. También estuvieron atentos a Chismes locos, que les habían hecho caso y dejaron de molestar. Spencer estuvo muy pensativo esos días y no soportándolo más les había dicho a los chicos que debía hacer algo importante. Llegando a la Escuela de leyes en época de exámenes finales, Spencer buscó desesperadamente por todo el lugar a una profesora joven y linda. La encontró sentada en su escritorio en el aula donde impartía su materia y con ella estaban algunos de los estudiantes.

—Hola —dijo.

La profesora se puso inmediatamente de pie al verlo en la puerta…

—¿Spencer?

Spencer se acercó con paso seductor y orgulloso…

—¿Qué le parece una cena? ¿A la luz de la luna? ¿Con música? —preguntó aquello último haciendo un movimiento de cadera.

—¡Váyase ahora mismo! —espetó la profesora.

Spencer hizo pucherito…

—Al menos lo intenté —dijo, dando media vuelta y saliendo del aula.

Iba caminando hacia la salida cuando unos pasos apresurados se acercaban y lo hicieron dar vuelta. Recibió un beso en los labios de la profesora y luego ella dijo:

—¿A qué hora? ¿Me pasarás a buscar?

FIN

BUENO, ¿ME DEJARÁN COMENTARIOS, NO? ¡LOS NECESITO MÁS QUE NUNCA PARA SABER QUÉ LES PARECIÓ! Por favooor... :)

Review, review

Siento que no estuvo bueno el cap en la forma en la que lo escribí... ¿A ustedes le gustó?

¿Le gustó o no el capítulo? ¡Dejen un Review! ¡Los estaré esperando!

AGRADEZCO A TODOS LOS QUE LEYERON LA HISTORIA Y A SUS LINDOS COMENTARIOS :)