Disclaimer: Rumiko Takahashi es la unica y maravillosa creadora de la serie Inuyasha, sus personajes ni la serie me pertenecen (desgraciadamente) la historia le pertenece a Mioshi Taisho quien la hizo hace años atras y yo la obligue a que la subiera por FF, pero ella es demasiado ... para hacerlo, yo le ayudo y por cierto soy la editora, asi que sin mas que decir enjoy! Ja ne!
Había tenido que escapar. El calor en el salón de baile era insoportable, había demasiada gente, le costaba trabajo respirar, le dolía la cabeza y estaba segura que se desmayaría. Eso, al menos fue lo que ella se dijo al ensayar mentalmente las escusas que tendría que darle a Inuyasha si él la encontraba, pero Kagome sabría que existían otras razones que explicaban mas urgentes su repentina y apremiante necesidad de huir. Nunca imagino que aquello cobraría tales proporciones.
Cerro los ojos apoyada en contra dela barandilla de la estrecha terraza que se extendía detrás del hotel, odiándose. Escuchaba los cubiertos resonar, música y risas estrepitosas. El baile pronto terminaría, eran más de las once. Todo el mundo estaba eufórico; era la última noche del congreso y al día siguiente des pues del desayuno, ella tomaría el avión de regreso a casa. Había logrado escabullirse de él en el salón de baile. Todo lo que tenia que hacer permanecer fuera de su alcance hasta que pudiera subir a su habitación y por la mañana se iría a casa antes que Inuyasha se despertase.
¡Oh, estas aquí!- La voz hizo que la chica se estremeciera apretó la barbilla y tuvo que respirar antes de poder voltear y sonreírle.
¡Hola, Inuyasha!- Dijo la chica azabache con todo el esfuerzo que su cara y voz podían.
Te he estado buscando por todas partes, ¿Qué haces aquí afuera?- Camino hacia ella con indolencia a la vez que sus ojos color miel brillaban con la luz de aquella noche de luna nueva.
Estaba apunto de volver al salón- mintió disponiéndose a regresar al salón.
Inuyasha se paro frente a ella y puso las manos en la barandilla, sonrojado, una mano a cada costado de la joven impidiéndole salir.
¿Estabas jugando al escondite?- pregunto y su voz se convirtió en un murmullo sensual que hizo que la chica azabache se estremeciera - ¿Tengo derecho a un premio por encontrarte? ¿No?- Kagome noto que Inuyasha le miraba los labios descaradamente y se estaba inquietando por ello.
Hacia tanto calor adentro… necesitaba un poco de aire, no podía respirar…. – Dijo ella esquivando su mirada penetrante.
Ya decía yo… que pareciera como que si te hubieras quedado sin aliento. Comento Inuyasha con su mirada ambarina sobre ella haciendo que el pulso de la chica se acelerara. De eso precisamente había huido. Durante toda la semana había mantenido un juego que esa noche se convirtió en algo diferente. Al bailar habían olvidado de todos aquellos quienes los rodeaban. A pesar de hablar y reír, la forma en que Inuyasha inconscientemente la presionaba su cuerpo con el de ella la había puesto a un grado inaguantable, y había así preferido huir. Pero esto era peor, peligros, ahí afuera estaban solos bajo el cielo negro inundado de estrellas.
¡Había mucho ruido!- supongo que estoy cansada, ha sido una semana agitada- era la primera vez en su vida que Kagome asistía a una conferencia y esperaba que fuese la ultima. Por cierto no habría sido así kouga no hubiese cometido la imprudencia de rebasar un camión en una curva peligrosa la noche anterior a la salida del vuelo, claro no esperaba menso de un fanático de la velocidad.
Con tan corto plazo la Sra. Kamasaky había pensado que Kagome era la única persona de confianza capaz de presentar a la compañía Shikon no kakera. Kagome estaba al tanto de todo lo que sucedía en el grupo ya que todas las decisiones importantes emanaban de la Sra. Kamasaky y que mantenían un férreo control sobre la cadena hotelera que había heredado de si difunto esposo.
En su calidad de asistente particular de la Sra. Kamasaky no tuvo necesidad de recibir instrucciones sobre los asuntos que, según su jefa deberían plantearse durante las sesiones del congreso. Ala joven le había parecido tan divertido al principio; pero ahora deseaba no haber ido jamás.
¿Tímida, Kagome?- ella mantuvo la cabeza inclinada, no atreviéndose a mirarlo por miedo a lo que podían decir esos ojos o a lo mejor era miedo a lo que ella seria capaz de hacer.
Inuyasha…- empezó por decir, interrumpiéndose enseguida su mente se entorpece, cada vez que trataba de explicarle; era cobarde, no se alentaba a hacerlo.
Ya se- la interrumpió. – es algo así como ser arrollado por una avalancha ¿cierto? Dijo en tono desafiante e imponente, Kagome sonrió algo forzada.
No sabía decirlo, nunca me ha arrollado nunca una ¿sabes esquiar Inuyasha? Me he preguntado mucho si…
Deja de hablar- El la tomo de la barbilla, haciéndole la cabeza hacia atrás, de tal modo que sintió que el tibio cabello de color plateado rosaba su vestido raso verde mientras que su cabello tan indomable y rebelde era azabache.
Con la otra mano Inuyasha le estaba acariciando, enredadando los dedos entre sus cabellos sedosos y largos de Kagome mientras ella con los ojos entrecerrados lo miraba mientras el corazón le latía desenfrenadamente admirándolo con tal belleza y ternura.
Te ves increíble con ese vestido.- le dijo con un tono de seducción.- en toda la noche no he podido dejar de verte.
Gracias.- se había limitado a decir, pero ella había escogido con extremo cuidado el vestido semanas atrás, para una cena. Los vuelos adornaban el escote con el encanto romántico de un traje de noche victoriano que hacia juego con el cinturón apretado y pequeño cinturón que se ajustaba perfectamente en su pequeña cintura y la amplia falda que caída delicadamente hasta sus pies. Kagome no lo había comprado pensando en Inuyasha desde luego, pero de pronto supo que nunca podría volver a ponérselo sin pensar en el, y en la manera tan provocativa que el la miraba.
Tú también estas magnifico.- dijo ella, pero involuntariamente y enseguida deseo no haber hecho tal comentario.
Así era como había empezado todo, una semana antes, en el avión de Tokyo; no podía creerlo ahora, peor ni siquiera reparo e el durante media hora. Estaba sentada junto a la ventanilla mirando el paisaje formado por nubes, cuando de pronto el cielo se despejo y vio el resplandor del cielo en el océano y se enderezo con brusquedad, lanzando una exclamación de placer.
¿Vio un ovni?- Pregunto con voz burlona, y al volver a ver, la joven vio por primera vez a Inuyasha.
No creo en ellos.- dijo Kagome, y el sonrió con sarcasmo-
¿En que cree entonces?- ella había encogido los hombros por la pregunta ella por el ambarino.
No hay tiempo para relatos… llegaremos dentro de una hora.
¡Cielos! – Exclamo, arqueando sus cejas en actitud de incredulidad.- me deja sin aliento, no me tomaría mas de un segundo enumerar las cosas en las que creo.
¡Ah, un creído! – Kagome había sonreído y la había recorrido a su mirada miel.
Es muy linda….- aguardo unos segundos antes de añadir con burla.- ¡Su voz!
Vamos.- fue todo lo que se le había ocurrido decir a Kagome en ese instante pudo haberse preguntado que estaba haciendo, ¡coqueteando de ese modo con un extraño!, peor en ese momento no había pensado en consecuencia, se sentía libre, despreocupada, feliz y lo mejor de todo cómoda.
Entre otras cosas.- añadió Inuyasha, y antes de que ella pudiera salir de ese shock, le dijo su nombre.
Soy Inuyasha Taisho ¿Vas a Tokyo por vacaciones?- pregunto con mucho interés acerca de la respuesta que esa interesante chica.
No, de negocios.- dijo y con un tono de despreocupación le contesto inmediatamente.- Y me llamo Kagome Higurashi.
Continuara...
