Ni los personajes ni la historia original de Inuyasha me pertenecen. Las cosas hubieran sido demasiado distintas. Por ejemplo, Batman definitivamente hubiera hecho su aparición en algún capítulo. Seh... Batman.


El vampiro que usa sostén

Después de otra batalla ganada (y dejando atrás a un par de aldeanos agradecidos de seguir con vida), el grupo se asentó en las afueras de un pueblo cualquiera en mitad de ningún lugar.

Era de noche, cerca de las tres o cuatro de la mañana, y la única que parecía no poder conciliar el sueño era Kagome, que se dedicaba a escuchar los ruidos del bosque y pasear la vista entre sus compañeros, quienes dormían plácidamente, cansados por la lucha. Y, después de mucho pensar y pensar, a Kagome se le formó una idea… Pronto dirigió la vista a un costado.

Inuyasha estaba sentado contra un árbol, con los ojos cerrados y la respiración acompasada; Kirara dormía a su lado, junto con Shippō. Kagome se acercó sin hacer ruido y sacudió con delicadeza el brazo del mitad demonio, acompañado de un rítmico «I-nuuu-yaaa-sha».

Él gruñó algo, pero abrió los ojos con molestia.

—¿Qué ocurre?

Kagome le sonrió.

—¿Sabes?, estaba pensando… —comenzó, y él suspiró, adormilado y con el ceño fruncido.

—¿No puedes decírmelo luego? —gruñó, molesto—. ¿Cuándo sea de día?

Kagome hizo una mueca muy parecida a un puchero.

—Pero la idea se me va a ir de la cabeza.

Él calló.

—Estaba pensando —siguió, contenta—, que eres como un Batman feudal. ¿Qué crees?

Inuyasha frunció el ceño sin comprender. Se escuchó un murmullo a su lado, mientras Shippō se incorporaba frotándose los ojos con sus dos pequeñas manitos de zorro.

—¿Qué es eso? —soltó el hanyō, re burbujeante de no-simpatía.

Ella soltó una risita y Shippō los observó con curiosidad.

—Es un superhéroe —sonrió. Él giró los ojos—, un hombre que sale a atrapar a malas personas vestido de murciélago.

—¿Como un vampiro? —preguntó Shippō, vacilante. Kagome negó con un movimiento de manos.

—No, no como un vampiro —respondió—, como un hombre murciélago.

Shippō se rascó la cabeza e Inuyasha frunció aún más el ceño. Más allá, Miroku y Sango se medio incorporaron a observarlos, con los ojos casi pegados.

—¿Dónde hay vampiros? —murmuró la exterminadora, conteniendo un bostezo y estirando la mano en busca de Hiraikotsu.

—No hay vampiros —aseguró Kagome, pero Shippō la interrumpió.

—Hay hombres murciélagos.

—Sí —intervino Inuyasha—, y cazan personas.

—No, no cazan personas —sonrió la sacerdotisa con nerviosismo—. Batman es un hombre que combate a los delincuentes y parece un murciélago por el traje que usa.

—¿Tiene piel de murciélago? —preguntó Miroku, extrañado.

—No —musitó Kagome, entrecerrando los ojos—, tiene una capa, se viste de negro... Es el que te mostró Sōta la otra vez, ¿lo recuerdas, Inuyasha?

Inuyasha pareció meditar un momento, mientras todo el grupo lo observaba con detenimiento.

—¿El que usa los calzones para afuera? —murmuró, con un leve sonrojo.

—¿Ventila sus calzones? —exclamó Sango, confundida.

—No, es su traje…

—¿De murciélago?

—No.

—¿Con los calzones afuera? —preguntó Shippō, haciendo una mueca graciosa—. ¿Eso le da más poder?

Kagome negó con la cabeza, pero, antes de decir nada, Inuyasha siguió.

—¿Debemos usar los calzones fuera de la ropa?

Lo que sea por más fuerza. Si tenía que mostrar su ropa interior para darle una buena patada a Naraku, lo haría con gusto.

—¿El sostén también, Kagome? —inquirió Sango, frotándose un ojo, aunque eso le pareció sumamente incómodo y vergonzoso.

—No —resopló.

—¿Ese tipo usa sostén? —Esta vez Inuyasha, acompañando la pregunta con cara de asco.

—No, él no usa sostén ni los calzones para afuera. Él es un hombre…

—¿Vampiro? —aventuró Miroku—, ¿es que acaso no es peligroso?

—No. Es un…

—¡Hombre lobo! —exclamó Sango.

—No. Un humano…

—¿Aunque sea tiene colmillos? —soltó Shippō.

—¡No! ¡Es sólo un humano!

Todos fruncieron el ceño sin comprender. Antes de que Kagome pudiera terminar de respirar hondo y conservar la calma, Inuyasha preguntó:

—¿Y por qué usa los calzones sobre la ropa?

—¡No usa los calzones sobre la ropa! —gritó la sacerdotisa, con las mejillas de un suave rosa.

Se hizo el silencio un momento, mientras Kagome pasó a frotar su frente con los dedos gordo e índice. Entonces, Miroku se dirigió a Inuyasha, con una sonrisa tranquila.

—No son calzones, seguramente es piel de murciélago.

Kagome cerró los ojos con cansancio e Inuyasha siguió, pensando en su ropa de ratas de fuego.

—Entonces… ¿Batman anda vestido solo con piel de murciélago? —masculló, arrugando la nariz.

—Qué asco —soltó Sango, moviendo la cabeza de un lado a otro.

—Kagome —empezó Shippō—, ¿la piel de murciélago te convierte en un caza-gente?

Kagome sentía un tic en su ojo izquierdo.

—¡Basta! —gritó ella al fin y todos hicieron silencio para mirarla, un poco asustados—. Batman no es un hombre lobo, o un vampiro, no tiene colmillos ni usa sostén o piel de murciélago… Y no caza gente —respiró, mirándolos—. Batman es una persona que combate a los malos y que me recuerda a Inuyasha por eso. Eso es todo.

Los chicos la observaron en silencio. ¿Qué? ¿Por eso tanto alboroto? De pronto, Inuyasha frunció el ceño y soltó de mal humor:

—¿Y por qué demonios te recuerdo al tipo que ventila sus calzones?

Kagome pasó a mirarlo con hastío y resopló un «Volvamos a dormir» antes de regresar a su lugar y cerrar los ojos con fuerza.