Hola!
Aunque es el primer capi os dejo algunas aclaraciones:
Más o menos se ambienta en la Edad Media, por lo que no hay ninjas, pero por lo demás hay pocas cosas reales. Uso el entorno de castillos y demás, pero el resto es todo inventado, que nadie se crea que la Edad Media es así, sólo utilizo un contexto muy pero que muy general.
Es una mezcla entre mundo real e imaginario. No voy a hablar de países reales, me inventaré los nombres o los sacaré del anime Naruto, pero por ejemplo, el termino oriental que aparece en el fic es el mismo que tenemos, los bailes serán una especie de los típicos bailes árabes, pero no hay árabes, en ese sentido es otro mundo con algunos toques reales.
En esta ocasión el romance será el género principal, pero como es normal en mí, no me puedo resistir a meter algo de misterio por medio, que en este caso será el origen de Sakura, su pasado.
Por ahora nada más, este capi será el más corto del fic, pero no quiero meterme de lleno en la historia desde ya, este es más a modo casi de introducción, para que os centréis en la historia n_n
Y por supuesto, los personajes de Naruto se los estoy tomando prestados a Masashi Kishimoto, que hay que compartir en esta vida XD
I. Exótico regalo
- ¿Y eso qué importa, mi querido amigo? Las mujeres son un excelente entretenimiento, y no te hablo precisamente por lo que tienen en la cabeza.
- Pero Naruto, ni siquiera una conversación normal son capaces de mantener.
- Volvemos a lo mismo ¿eso qué importa? Mientras se mantengan hermosas para nosotros y tengan un carácter sumiso y agradable, lo demás es cuestión de mantenerlas calladitas y sonrientes.
- Si tú lo dices…
Ambos amigos empezaron a reír, mientras su conversación subía de tono al hablar de sus pasadas, presentes y futuras conquistas. Era frecuente ver al joven Sasuke Uchiha comentando todo tipo de cosas con su fiel amigo y mano derecha Naruto Uzumaki. Ambos poderosos, apuestos y ricos, una delicia para toda mujer que les viera. Sin embargo ambos eran selectos con sus conquistas, disfrutaban de los placeres que les ofrecían, pero sólo aceptaban hermosas doncellas o mujeres casadas cuya belleza fuera demasiado espectacular como para permitir que un sólo hombre la aprovechara. Todas debían tener cierto rango social, y sólo en algunas excepciones visitaban los brazos de mujeres de las clases más bajas. Mucho menos se dejaban ver por esas casas de nefasta reputación cuyas habitaciones siempre estaban llenas.
Hoy era el cumpleaños del menor de los Uchiha, y todas las mujeres se habían engalanado con sus mejores trajes, sin perder la oportunidad de pasearse delante de los dos jóvenes, en un intento de ser las elegidas en ese día, o al menos llamar su atención. Claro que pocas alcanzaban las exigencias de los caballeros, quienes, además, raras veces repetían de compañía.
Las trompetas empezaron a resonar por todo el castillo, y la conversación de los amigos cesó, Fugaku había vuelto. Inmediatamente escucharon los pasos acelerados de alguien que corría hacia ellos.
- Señor Uchiha, su padre ha regresado.
Hizo una reverencia y se fue con la misma velocidad con la que había llegado.
- Siempre se causa un gran ajetreo cuando vuelve tu padre, pero ha llegado justo a tiempo para tu cumpleaños, me pregunto qué regalo te habrá traído…
- Lo mejor, por supuesto.
Sonrió arrogante y ambos fueron al encuentro del patriarca. Todos los sirvientes estaban en el patio central, alegres y emocionados, recibiendo a Fugaku Uchiha. Un conjunto de soldados a pie abrían el paso a soldados que iban sobre sus caballos, y completando el desfile, el dueño de la casa, con porte erguido y serio. Descendió del caballo y se acercó a su hijo y al rubio que le acompañaba, y con un gesto de cabeza ambos se dieron por saludados.
- Espero que no hayas tenido problemas en mi ausencia.
- No padre, me habéis enseñado bien. – respondió de forma respetuosa pero sin perder el tono de autoridad propio de su familia.
El hombre no dijo nada, sólo miró complacido a su hijo, dio algunas indicaciones a su guardia y volvió a centrarse en Sasuke.
- Entremos, debemos celebrar tu cumpleaños como Dios manda, ¿no cree Uzumaki?
- ¡Por supuesto, señor! – exclamó sonriente el aludido.
Los tres entraron en la mansión mientras los sirvientes empezaban a recoger las riquezas que su señor había logrado en la guerra.
El ambiente era alegre, el gran comedor había sido preparado para la doble celebración de ese día. La mesa rebosaba apetitosa comida, mientras los soldados bebían entre rudas carcajadas. En una esquina de la mesa, los anfitriones de tales manjares, hablaban sobre las experiencias militares de Fugaku.
- La verdad es que son difíciles de matar esos condenados dahil, tienen buen armamento y son fuertes. Pero sus técnicas de combate no son tan buenas, y nuestro armamento les supera en todos los sentidos.
- Ya veo, pero no creo que se rindan, esa derrota sólo habrá logrado que quieran venganza. Y si Orochimaru sigue vivo, sin duda se volverán a levantar.
- Eso mismo creo yo… me alegra que estés tan concienciado, no creo que el rey tarde mucho en pedirte que te unas a las filas de su ejército.
- Eso espero, padre.
- No te apresures, tendrás tu oportunidad Sasuke, y llegarás lejos.
- Gracias, padre.
- Ey, señor Uchiha – intervino Naruto - ¿Es que hoy no van a venir las bailarinas? Creo que en un día como este son fundamentales.
Ambos Uchiha sonrieron. A lo largo de las victorias que Fugaku había ido consiguiendo, como premio recibía una parte del botín, que iba desde oro y piedras preciosas a hombres y mujeres que convertía en sirvientes. Una de las costumbres de Fugaku era conseguir a las mujeres más hermosas y virtuosas del enemigo para incluirlas en su colección, entre esas mujeres destacaban el grupo de bailarinas que siempre amenizaban las fiestas de los Uchiha.
- Por supuesto, Naruto. Pero ahora deben estar preparando a la nueva.
- ¿La nueva? – preguntó, y Sasuke miró a su padre con la misma curiosidad.
- Así es, ella es tu regalo de cumpleaños, Sasuke. – El aludido simplemente sonrió – Desconocemos quien es, desde que la encontré en la corte de Orochimaru no ha dicho ni una sola palabra, pero su belleza es impresionante. Deberás decidir si la quieres o no, porque muchos se han interesado en ella, incluso el rey la quería para servir en la corte.
- De la corte de Orochimaru ¿Entonces es oriental?
- Allí la encontré, pero sus rasgos físicos no corresponden con los rasgos orientales, tal vez fuera esclava de Orochimaru o algo así.
- ¿Una esclava? – Preguntó escéptico – Pues debe ser muy hermosa para que hayas traído a tu casa a una vulgar esclava.
- Esclava tal vez, pero vulgar… Hay algo especial en esa mujer. No sé explicártelo, pero te aseguro que merece añadirla a nuestra colección.
Sasuke seguía mirándole con curiosidad, esperando que la chica en cuestión apareciese pronto; mientras que a su amigo le brillaban los ojos de la emoción.
- Oye Sasuke… la compartirás, ¿verdad?
Una ladina sonrisa fue la única contestación que recibió.
- Ten cuidado, hijo. Puede que sea muy hermosa, y aunque no haya hablado ni haya opuesto resistencia a que nos la lleváramos parece que es orgullosa, no creo que sea una simple plebeya, y tiene agallas, de eso no hay duda. No ha demostrado temor en ningún momento, y parecía analizar friamente la situación a cada paso que daba. Tal vez no te sirva tan sumisamente…
- Herís mi orgullos, padre.
- Cierto, señor ¿Conocéis a alguna mujer que se haya resistido a Sasuke?
Los tres empezaron a reír hasta que una suave música con toques orientales invadió toda la estancia provocando que todos callaran inmediatamente. Suavemente fueron apareciendo las diferentes bailarinas, dispuestas a contentar los refinados gustos de sus señores. Centralizando la coreografía una mujer joven, de piel muy blanca, rasgos finos, el pelo cubierto por un largo velo que, sin embargo, dejaba ver que era largo y de tonos rosados. Y tras las sedas que las bailarinas manejaban con soberbia maestría, los espectadores pudieron distinguir dos ojos verdes, que demostraban seguridad e indiferencia, mezclado con un punto de calidez y pasión.
Tanto Sasuke como Naruto fijaron sus miradas en la nueva con suma atención, y Fugaku sonrió orgulloso por su exquisita adquisición. La teoría de que fuera una esclava de Orochimaru quedaba bastante respaldada por lo bien que bailaba la chica, seguramente fuera una bailarina en aquella corte. Sus movimientos eran suaves y delicados, y a la vez transmitían fuerza y sensualidad; todo ello acompañado por las suaves ondas que las telas de seda de sus ropajes ocasionaban con cada movimiento, envolviendo a las mujeres en atmósferas de ilusión, como si fueran un sueño irreal.
La danza terminó, y los soldados que habían acudido al banquete de celebración aplaudían entusiasmados, incluso los sirvientes miraban embelesados a las jóvenes damas. Naruto se levantó y aplaudió más efusivamente que nadie, con una gran sonrisa y los ojos brillantes de una mezcla entre emoción, diversión y deseo.
- Definitivamente en esta ocasión tienes que compartir, Sasuke.
Él Uchiha menor no respondió, estaba demasiado absorto analizando a esa joven. Cierto que era hermosa, pero como había dicho su padre, había algo especial en ella, no era como el resto de esclavas y sirvientas que su padre había traído. Su mirada no demostraba alegría ni tristeza, ni diversión ni enfado. Era algo distante, pero al mismo tiempo cálida.
- Sasuke… ¡Sasuke! ¡Te estoy hablando!
La chillona voz de Naruto le sacó de sus divagaciones.
- ¿Qué si mañana vienes a la cacería?
Afirmó con la cabeza ligeramente y siguió comiendo como el resto, olvidando brevemente a la pelirrosa.
Cuando se sintió saciado se levantó sin llamar la atención del resto que ya estaban algo ebrios, y se dispuso a conocer su nuevo regalo, mientras pensaba, complacido, que sus pensamientos de la mañana eran acertados: su regalo sería lo mejor. Fue hacia la cocina y varios de los sirvientes se apresuraron sorprendidos a hacer una reverencia.
- ¿Dónde están las bailarinas?
- En los baños, señor.
- ¿Y la nueva?
- Creo que en el mismo sitio, señor.
Con paso decidido se encaminó a los baños. La mansión contaba con un apartado dedicado sólo a las mujeres solteras que servían a los Uchiha, entre ellas las bailarinas. Sólo era una cuarta parte de la casa, pero tenían todo lo que pudieran desear. Los baños, por ejemplo, eran amplios, con diferentes zonas de agua caliente, fría y templada, con espléndidos mosaicos y pinturas decorando las paredes, techo y la superficie de los baños. Eran un lujo que ni siquiera muchos nobles podían permitirse.
Cuando llegó pudo comprobar que allí, efectivamente, se encontraban varias de las bailarinas. Todas y cada una de ellas habían pasado por sus brazos, pero eso no impidió que se sobresaltaran al verle y cubrieran su desnudez como pudieron, completamente abochornadas.
Sasuke repasó con la mirada a cada una, buscando su regalo, pero no lo encontró. Iba a preguntar por ella cuando notó que todas las miradas se fijaban en un punto concreto detrás de él. Se giró y pudo ver lo que buscaba.
La joven llevaba un vestido más sencillo y que cubría más piel que las telas que utilizó para bailar, pero igualmente se podían adivinar cada una de sus curvas. Su pelo ahora se mostraba sin velo alguno, ligeramente húmedo, por lo que algunos mechones se pegaban a su rostro. Finalmente se detuvo en sus ojos. Mostraban dureza y decisión, como había dicho su padre, sin temor alguno, mirándole fijamente a los ojos. El moreno no pudo evitar sorprenderse, era la primera persona, a parte de su familia y Naruto, que no bajaba la mirada ante la intensidad de la suya, y la única que no escondía el rostro avergonzada por su presencia.
Ambos se mantuvieron la mirada varios segundos, hasta que Sasuke decidió actuar.
- Sabrás que hoy es mi cumpleaños, y tú eres mi regalo.
Ella no dijo nada, siguió mirándole con la misma intensidad, sin cambiar ni una sola expresión de su cara.
- Ven conmigo – dijo autoritario – te diré cuales son las normas a las que deberás ceñirte a partir de ahora.
La joven no se movió, tampoco respondió. Sasuke frunció el ceño y agarró su brazo con determinación, dispuesta a llevársela por la fuerza si era necesario. Muchas otras habían intentado resistirse a acatar órdenes, pero padre e hijo sabían mantener la disciplina en su casa, al precio que fuera.
Intentó tirar levemente de ella, dándole una segunda oportunidad a que se moviera voluntariamente, pero ella no lo hizo, sólo agravó su mirada y frunció fuertemente su ceño. Sasuke sintió el estúpido deseo de pasar su dedo por el ceño para que volviera a su posición anterior.
- He dicho que vengas. En esta casa la disciplina es lo principal, y no permitimos ni el más mínimo gesto de insubordinación. Serás bien tratada mientras te atengas a las normas y seas leal a esta familia; pero si te opones no habrá piedad. Desde el momento en que fuiste capturada tu libertad nos pertenece, tu vida nos pertenece. Así que es tu última oportunidad, vamos. – finalizó, tajante.
La mirada de la joven se oscureció con ira, y su ceño se frunció más, pero siguió sin hablar. Tras varios segundos bajó levemente la mirada, volviendo sus facciones a la normalidad, y caminó pausadamente hacia la salida, cumpliendo las órdenes del moreno que seguía cada uno de sus pasos, pensativo. Sin duda era un regalo interesante, lástima que perdiera el interés por ellos a las pocas semanas de abrirlos; pero para poder olvidarse de su regalo, primero debía abrirlo, y parece que eso le iba a llevar algo más que unas cuantas semanas.
Sonrió con autosuficiencia y siguió los pasos de la chica, bajo la atenta mirada de las bailarinas, que habían contemplado incrédulas la escena, y miedosas a la reacción del Uchiha.