PARTE 1

-¿P-Pero qué significa esto, Kingsley? – dijo Harry alzando la muñeca derecha, desconcertado. Con el brusco movimiento, otra muñeca que no era suya se alzó.

-¡Ouch! ¡Potter, con cuidadito! – Harry giró la cabeza, para mirar con espanto a quien había hablado. Draco Malfoy le devolvió una enfadada mirada, frotándose la dolorida muñeca de la que Harry había tirado. - ¿Y me puedes explicar qué narices es esto, Kingsley? – dicho esto, alzó su mano izquierda, repitiendo en movimiento que había hecho antes Harry, quien protestó esta vez.

-¡Malfoy, cuidado con tirar de la maldita muñeca! – Draco lo miró con odio, pero no dijo nada más. Se hizo el silencio mientras ambos Aurores miraban al Ministro de Magia, quien contemplaba la escena, entre divertido y preocupado. Por fin, después de unos segundos, decidió hablar.

-Malfoy. Potter. Voy a decir esto una vez y no me vais a hacer repetirlo. No quiero quejas, ni llantos, ni gritos. Y por favor, que no tenga que inmovilizaros con algún hechizo para que no os lancéis hacia mí… - Dicho esto, el Ministro se alejó unos pasos de ellos y sacó su varita amenazadoramente, para después proseguir.- Yo, y todos los malditos trabajadores del Ministerio, estamos HARTOS de vuestras estúpidas discusiones. Destrozáis paredes, mesas, puertas y todo lo que está a vuestro paso, solo con cruzaros ya empezáis a discutir… ¡Se acabó tanta tontería! Vais a estar esposados el uno al otro. Hasta que a mí me de la Real gana de liberaros. Vais a comer, dormir, ducharos e ir al baño juntos... Oh si, Malfoy, no pongas esa cara de espanto, de esta no te libras. Potter, mañana empiezas las vacaciones, así que estaréis así por lo menos hasta que acabe la semana. Malfoy, desde este momento estás de vacaciones con Potter durante siete días. Y quiero que os llevéis mejor cuando volváis.

Cuando Kingsley acabó de hablar, la habitación se llenó de los gritos de protesta de ambos Aurores, que rugían contra su superior. A ninguno se le entendía bien, pues las protestas de uno quedaban sofocadas por las del otro, y viceversa. En su empeño por gesticular para demostrar su enfado, tiraban el uno del otro, balanceándose peligrosamente cada vez, listos para caer al suelo en cualquier momento, aunque ninguno parecía darse cuenta. Al final, visto que el Ministro no parecía dispuesto a ceder, los gritos fueron bajando de tono, hasta que Malfoy acabó de quejarse gritando:

-¡Y definitivamente NO pienso hacer mis necesidades delante de Potter! ¡Prefiero que me mates! Mátame ahora mismo, o quítame esta mierda…- Suplicó desesperado, mientras tiraba de la esposa intentando romperla y deslizarla a través de la mano a partes iguales, inútilmente.

-¡Ey, ey, ey! ¡Quieres estarte quiero, Malfoy, me vas a romper la muñeca!

-Pues no era mala idea.- Dijo, dando un último tirón, que pilló a Harry desprevenido. La fuerza le hizo precipitarse contra el suelo, llevándose al rubio con él. Draco cayó de culo, maldiciendo todo lo que pudo, y Harry encima de él. Se irguió rápidamente, sentándose al lado de Malfoy, esperando a que este decidiera levantarse también. Pero éste se dejó caer al suelo, suspirando. – Kingsley, te juro que dejo que me revienten los riñones.- Dijo en tono tranquilo, como sentenciando lo inevitable. Seguía tumbado en el suelo, y tenía su mano derecha, la que no estaba esposada a Harry, en la frente, frotando su inminente dolor de cabeza.- Todo mi orgullo… A la basura… Mi intimidad, mi dignidad, mi todo…

Harry lo miraba gesticular dramáticamente, y a pesar de que le divertía la actitud de Malfoy, no podía estar más de acuerdo. Miró a Kingsley y asintió.

-Tiene razón, Ministro, no puedes hacernos esto.- El aludido sonrió, encantado de ver que la cosa ya iba funcionando, y dijo divertido:

-Veo que ya empezáis a poneros de acuerdo, así es como debe ser. Como recompensa, y para que a Malfoy no le dé un ataque al corazón, os doy veinte minutos al día de libertad. Diez a la mañana y diez a la noche. Las cadenas se rompen a las nueve de la mañana y de la noche, todos los días, hasta las nueve y diez. Ni un minuto más ni un minuto menos. Más os vale estar cerca cuando el tiempo acabe, si no ambos os Apareceréis a mitad de camino, y no puedo garantizar que no os Escindáis. ¿Queda claro?

-Clarísimo.- Dijo el rubio sin moverse, todavía compungido.

-¿Potter?

-Sí, queda claro.

-Bien, pues os dejo solos para que os vayáis acostumbrado. Hasta dentro de una semana…¡Ah! Y nada de lanzaros maldiciones, las esposas llevan un escudo. Nos vemos.- Y dicho esto se fue, dejando a los dos Aurores solos, mirando al aire, aturdidos.

Ambos se quedaron callados durante un rato, hasta que Malfoy no lo aguantó más y se puso de pie, alzando a Potter con él.

-Bien, es hora de comprobar si ese "escudo" es de fiar.-Dijo mientras se sacudía la ropa.

-¿Qué piensas hacer, Mal-?

-¡Furnunculus! –Gritó el rubio, sin dejarle terminar la frase. El hechizo salió despedido hacia Harry, pero rebotó contra una barrera invisible y salió despedido contra la pared.

-Muy gracioso Malfoy.

-¡Diffindo! –Volvió a gritar el aludido, sin prestar atención a Harry. Esta vez apuntó hacia la correa que unía las esposas, esperando poder cortarla, pero el escudo volvió a aparecer y el conjuro se desvaneció en el aire.

-Es obvio que no vamos a librarnos de esta…- Suspiró Potter.

-Oh, sí, ¿en serio Potter? ¿En que lo notas?- Le contestó el otro con el tono más sarcástico que pudo.

-Mira, Malfoy, esto ya va a ser bastante duro sin que tengas que estar metiendo baza, así que, ¿por qué no intentamos hacer lo que dijo Kingsley y acabamos cuanto antes?

-En tus sueños, Potter. Te voy a hacer la vida imposible, que lo sepas.

Harry suspiró apesadumbrado, esto iba a ser mucho más difícil de lo que parecía, si eso podía ser posible. Intentando contener las ganas de pegarle un puñetazo al rubio, decidió que lo mejor era tener paciencia, no iban a llegar a ningún lado si empezaban a pegarse o gritar. Comprobó la hora y vio que ya era tarde, tenía hambre y no quería quedarse en el despacho toda la noche, así que se giró hacia su nuevo compañero dispuesto a llegar a un acuerdo sobre dónde "vivir".

-Malfoy, ¿en tu casa o en la mía?

-¿Q-Qué? – Dijo el rubio, levantando la cabeza, sorprendido. Harry no pudo evitar soltar una risita.

-¿Dónde vamos a vivir mientras estemos esposados?- La nueva pregunta pareció relajar a Malfoy, que se llevó su mano libre a la barbilla, pensativo. Al cabo de un rato, dijo:

-Pues hay un hotel a las fueras de la ciudad que…

-¿¡Qué! ¿Esperas que nos alojemos en un hotel dios sabe cuánto tiempo?

-Pues, Potter, ilumíname. No pienso meterte en la Mansión Malfoy si eso es lo que quieres. Mi madre vive allí, y no creo que le haga mucha gracia.

-No por dios… Vas a tener que venirte a Grimmauld Place.

-¿Esperas que viva contigo, Potter? En… En esa antigualla de casa… ¡Ni loco me meto ahí!

-Malfoy, mi casa no es una antigualla, tiene varios pisos y muchas habitaciones. No es una mansión, pero tampoco es un cuchitril. Además, no nos queda otra.- Harry enfatizó la última frase alzando la muñeca derecha y enseñándole a Draco las esposas que los unían. Malfoy lo miró horrorizado. Sabía que no quedaba más remedio que hacerle caso, pero aun así parecía reacio a aceptar.

-Ay dios, que cruz. E-Esta bien, Potter. Pero que sepas que solo lo hago para saber dónde vives y poder hacer cosas desagradables con tu casa cuando todo esto acabe.

-Sí, sí. Lo que tú digas. ¿Nos vamos?

-Que prisas. Primero quiero ir a mi casa y coger mis cosas.

-Está bien, está bien. Cuanto antes acabemos…

-Sí, sí…- Dicho esto agarró la mano de Potter y los Apareció en las puertas de la Mansión. Entró sin miramientos, tirando de Harry todo el rato, quien iba detrás procurando no llamar demasiado la atención. Subieron un tramo de escaleras y se metieron en la habitación del rubio.

Éste sacó una maleta de debajo de la cama y se puso a llenarla con toda la ropa de los cajones y armarios. Cuando llevaba un rato metiendo ropa sin parar y la maleta parecía no llenarse nunca, Harry supuso que llevaba un Hechizo de Extensión. A continuación Malfoy pasó al baño, y cogió lo que parecía una cantidad exagerada de botes de champú y cremas y más cosas que el moreno no logró distinguir demasiado bien. Cuando acabó, cerró la maleta y la colocó en el suelo. Dio un último vistazo a la habitación y asintió, satisfecho.

-¿Puedes enviarla a tu casa, Potter?

-Sí, ¿no va a meter nada más el Señor Marqués?

-No, estúpido Gryffindor, ya está todo.

Harry suspiró y dio unos toques con su varita en la maleta, que se esfumó en el aire y fue a parar al salón de su casa en Grimmauld Place.

-Ahora a explicarle esto a mi madre. – Suspiró Draco, volviendo a llevarse la mano a la frente. El dolor de cabeza ya había aparecido y amenazaba con reventarle la sien.- Tú déjame hablar a mí y estate callado.

Harry asintió, recordando a Narcissa Malfoy. La mujer era temible, y no quería hacerla enfadar más de la cuenta, así que siguió al rubio escaleras abajo, intentando camuflarse con las paredes. Draco le explicó a su madre lo que había pasado, aunque su versión de la historia implicaba que toda la culpa había sido de Harry y él había tenido que pagar el pato. Potter se debatió entre soltar alguna burrada o dejar que la madre del rubio se creyera la pantomima, y decidió que lo mejor era callarse y evitar más problemas.

-Está bien, querido. Ten cuidado.- Dijo Narcisa en cuanto Draco terminó de hablar.

-Sí, madre. Vendré a visitarte.- Dicho esto el rubio se inclinó y le dio un rápido beso en la mejilla.

-Sí, pero no te olvides que mañana salgo de viaje.

-¿Vuelves en una semana, verdad? Pásalo bien.

-Gracias, querido. Buenas noches.

-Buenas noches.

-Buenas noches, Señora Malfoy.- Dijo Harry, intentando ser educado. La aludida lo miró con una expresión indescifrable y le contestó.

-Buenas noches, Señor Potter. Trate bien a mi hijo.

Harry evitó con todas sus fuerzas poner los ojos en blanco, y en lugar de eso hizo un gesto que esperaba fuera lo suficientemente parecido a una sonrisa como para que la mujer no le lanzara una maldición. Draco decidió que ya habían tenido bastante, así que salió por la puerta empujando a Potter con él, y lo llevó hasta la salida. Una vez fuera de las defensas mágicas de la Mansión, le dijo:

-Bueno, Potter. A tu casa pues.

-Marchando.- Dijo el aludido, y acto seguido agarró la mano de Draco y los Apareció en el número 12 de Grimmauld Place. Una vez a las puertas de la casa, modificó las defensas para que Malfoy pudiera entrar y le abrió la puerta.

-Adelante, siéntete cómodo y esas cosas.

-¡Ja! – Fue la única respuesta que obtuvo del obtuso rubio, que miraba a todas partes, analizando la vivienda como si de ello dependiera su vida. Harry intentó descifrar que era lo que pasaría por la mente de Malfoy en ese momento, y esperaba que la impresión que daba la casa no fuera demasiado mala. Después de todo, se había encargado él mismo, con ayuda de Hermione, de remodelar paredes y habitaciones para quitarle el aire a mansión encantada, sustituyendo el grisáceo color de paredes y muebles, por unos más vivos y acogedores.

Malfoy pareció dispuesto a no decir una palabra, así que Harry supuso que la impresión no había sido demasiado mala. Iba a decir algo para romper el incómodo silencio que se había formado cuando llegó una voz del salón.

-¿Harry?- En seguida la reconoció como la voz de Hermione.

-¡Hermione! ¿Qué haces aquí?- Dijo, dirigiéndose a la sala, mientras Malfoy lo seguía sin decir nada.

-¡Harry! – Sonrió la chica al verle entrar por la puerta. Después fijo su mirada en el rubio. Harry esperaba que se sorprendiera o gritara, o algo por el estilo, pero ella sonrió, divertida.- Veo que Kingsley ha puesto en marcha el plan "Reconciliación".

Harry la miró estupefacto, y no pudo evitar soltar un acusador:

-¿Tú sabías esto? ¿Y no me dijiste nada?

-Harry, es que Kingsley tiene razón. Ya es hora de que empecéis a comportaros como adultos y dejéis las rencillas de niños en el pasado. – Acto seguido dirigió su mirada a Malfoy. – Buenas noches, Draco.

-No muy buenas.

"¿Draco?" ¿Harry había oído bien? ¿Hermione acababa de llamar "Draco" a Malfoy? Harry se quedó estupefacto, con la boca abierta, lanzando miradas a uno y a otra, intentando buscar una razón plausible de por qué su amiga llamaba tan familiarmente a Malfoy, y por qué éste no parecía molesto.

-Por dios, Harry. Yo también trabajo en el Ministerio, y ya son 2 años desde que empezamos. Draco y yo nos llevamos bien, ¿verdad?- Dijo esto último mirando al Malfoy, quien asintió con la cabeza, serio. Harry estaba seguro de que en el fondo se estaba divirtiendo de lo lindo, viendo como había reaccionado él mismo ante el descubrimiento.

-Potter, Potter. Deberías salir más del despacho entre caso y caso. Hablar con la gente y esas cosas. Se llama vida social.- Le dijo Malfoy.

-Igual si no salgo más es porque cierto rubio loco siempre aparece detrás de una esquina dispuesto a lanzarme alguna maldición. ¿Tienes idea de quién puede ser, Draco?- Harry se aseguró de pronunciar el nombre con el tono más pedante que pudo. Malfoy le lanzó una mirada que podría haberlo matado en el acto, y parecía dispuesto a decir algo cuando Hermione lo interrumpió.

-Está bien, chicos, ¡no empecéis! Harry, ¿te acuerdas qué día es hoy?

Harry la miró sorprendido. Estuvo a punto de contestar "24 de Enero", pero supuso que la chica quería decir otra cosa, y se quedó pensando. No era el cumpleaños de nadie, ¿verdad? Y no había quedado en ir a cenar a casa de Ron… ¿Entonces? Harry le lanzó una mirada de disculpa y la chica suspiró.

-Harry, ¿dónde tienes la cabeza? Adromeda se va de viaje mañana, y tú te ofreciste encantado a cuidar de Teddy durante la semana que está fuera. Se supone que te iba a acompañar a ir a recogerlo, para despedirnos de Adromeda.

-¡Teddy!- Gritó el moreno, llevándose la mano libre a la frente. Con el asunto Malfoy se había olvidado completamente de su ahijado. Miró al rubio preocupado, se preguntaba si sería buena idea cuidar de Teddy con una mano esposada a Malfoy. Para su sorpresa, el rubio sonrío en cuanto oyó el nombre del niño y dijo:

-¡Así que Teddy se viene! Al menos él hará este infierno de vivir con el Elegido un poco más llevadero. La verdad es que también había pensado en ir a despedir a Adromeda, pero con este follón…

Harry se sintió entonces más idiota que nunca. La mandíbula se le escapó y quedó abierta, y no parecía querer cerrarse. Miraba a Malfoy como si nunca lo hubiera visto antes, y es que a parte del hecho de que conociera a Teddy y estuviera exponiendo su intención de "haber pensado en ir a despedir a Adromeda", el rubio estaba sonriendo. Sonreía como Harry nunca lo había visto sonreír, una sonrisa amable, divertida, que iluminaba su cara y suavizaba sus facciones. Fue entonces cuando Harry se dio cuenta de cuánto había cambiado el rubio a lo largo de los años. El pelo seguía igual de rubio e igual de fino y bien colocado, pero ahora en vez de echado hacia atrás, el flequillo le caía de izquierda a derecha, casi rozando el ojo, y lo llevaba un poco más largo. Las facciones de la cara eran menos puntiagudas, y su trabajo de Auror le había remarcado levemente los abdominales. Las piernas y los brazos eran largos y elegantes, al igual que sus dedos, pero aun seguía siendo dos centímetros más bajo que Harry.

-¿Harry?- Lo llamó Hermione sacándole de sus ensoñaciones. El moreno se giró hacia ella avergonzado, y un furioso sonrojo le cruzó el rostro sin que pudiera evitarlo. Malfoy lo miraba, intentando descifrar que era lo que le pasaba por la cabeza, pero Harry apartó la mirada en seguida.

-Perdona, es que me sorprendió que…

-¿Qué ya no sea el niñato que conociste en Hogwarts y me lleve bien con mi familia?- Terminó Malfoy la frase por él, sonriendo sardónicamente. Harry se giró sorprendido, y pensó en decir que su sorpresa venía más de aspectos "físicos" de cambio, pero se mordió la lengua, pensando lo raro que sonaría. En vez de eso, sonrío ampliamente y dijo:

-Me alegra que te guste Teddy. Será mejor que vayamos a por él cuanto antes, ¿no? – Dijo, mirando ahora para Hermione, que tenía una sonrisa que Harry no supo identificar, esta se levantó y dijo:

-Os espero allí.- Y dicho esto se Desapareció. Harry miró a Draco y este le devolvió la mirada. El moreno se fijó por primera vez en sus ojos grises, y descubrió que brillaban con cada matiz posible. "No podían ser más bonitos", pensó mientras agarraba la mano de Malfoy y los llevaba a la casa de Andromeda. Sólo cuando llegaron apartó los ojos del rubio, para girarse de cara a la puerta, donde ya estaba Hermione, llamando.

Les abrió Andromeda, quien sonrío al verlos a todos allí.

-¡Pasad! ¡Pasad! Ya creí que os habíais olvidado de mí.- Dijo riendo, haciendo aspavientos con las manos para indicarles que podían entrar. – Draco hijo, ¡cuánto tiempo!

-Buenas noches, tía.- Le dijo este, y la abrazó cariñosamente con el brazo libre. Ella río y le devolvió el abrazo.

-¡Espero que tu madre lo tenga todo listo!

-Claro que sí, está deseando irse.- Le contestó el rubio, y fue entonces cuando Harry comprendió que Narcisa y Andromeda se iban juntas de viaje. Le inundó una cálida sensación por dentro al comprobar que las cosas se habían arreglado en la familia, y que los Black y los Malfoy se llevaban bien por fin. Cuando hubo intercambiado unas palabras con Draco, Adromeda se dirigió a Hermione, le dio un cálido abrazo, y se giró hacia Harry.

-Harry, cariño, ¿cómo estás? ¿Estás seguro de que no te importa quedarte con el diablillo ese?- Le dijo mientras lo abrazaba.

-Claro que no, sabes que me encanta.- Le contestó con cariño. Fue entonces cuando la mujer se fijó en las esposas que él y Draco llevaban. Harry le explicó rápidamente la situación, y cuando hubo acabado, Adromeda tuvo que sentarse para no caerse por culpa de la risa. Los miraba a ambos intermitentemente, y cuando parecía que ya se le había pasado, volvía a convulsionarse en carcajadas.

-P-Perdonadme, es que es tan surrealista.- Dijo cuando se calmó.- Bueno, ya es bastante tarde, así que no os entretengo más. Teddy está durmiendo ya, así que voy a por él.

Volvió al cabo de unos minutos con el niño de 5 años en brazos.

-¿Quién se ofrece a llevar a la bestia?- Dijo cuando hubo bajado las escaleras. Draco se adelantó y alzó los brazos para cogerlo. Lo colocó cuidadosamente con la cabeza en su hombro y le pasó el brazo libre por detrás para agarrarlo, de modo que Teddy quedó de espaldas a su abuela. El niño se medio despertó con el movimiento y abrazó a Malfoy.

-Primo Draco, buenos días.- Dijo en un somnoliento susurro antes de volver a dormirse. El pelo, que era violeta cuando apareció, se estaba volviendo rubio poco a poco. Draco sonrió y miró a Harry con suficiencia.

-El rubio le queda genial.- Harry le devolvió la sonrisa sin poder evitarlo, pensando lo bien que le sentaba al rubio esa sonrisa tan honesta, en comparación con la usual mueca de desprecio que le ponía siempre que se cruzaban. Para su sorpresa, Malfoy pareció darse cuenta de lo que estaba pensando y giró la cabeza bruscamente, y a Harry le pareció ver como sus mejillas se teñían de rojo. La visión de Draco colorado fue más de lo que pudo soportar, y también giró la cabeza. Se dirigió a Adromeda mientras notaba cómo el mismo se estaba poniendo colorado.

-Bueno, será mejor que nos vayamos ya. Pásalo muy bien en el viaje.- Le dijo, dándole un último abrazo.

-Eso, Adromeda, buen viaje.- Le dijo Hermione, abrazándola también, mientras miraba a Harry con una sonrisa divertida.

-Hasta dentro de un mes, tía. Y ya sabéis, ¡a echar la cana al aire!

-¡Draco por dios!- Río Andromeda en respuesta a la alocada propuesta del rubio, mientras le daba un leve golpecito en el hombro. Malfoy tan solo río y se dio la vuelta, tirando de Harry con él, que lo miraba estupefacto, pero sin poder evitar reír también. Hermione los seguía, con una mano en la boca, intentando contener las carcajadas. Cuando estuvieron fuera de casa, Hermione les dijo:

-Bueno, ya es bastante tarde, así que me voy a casa. ¿Puedo dejaros solos sin que os tiréis de los pelos?

Harry le lanzó una mirada especulativa a Draco, y esté se la devolvió, divertido. Después de ver lo bien que se llevaba el rubio con Teddy y su abuela, a Harry se le quitaron todas las dudas. Además, la presencia del pequeño seguro que ayudaba a evitar más de una pelea.

-Claro, Hermione.

-Bueno, pero si pasa algo me llamáis enseguida. Cuidad de Teddy, y Harry, ¡no lo tengas todo el día jugando a la consola!- Harry no pudo más que reír ante la advertencia. La verdad es que le encantaban los juegos Muggles, y solía jugar con Teddy durante horas cuando estaba con él, ya que al pequeño parecían gustarle tanto como a él.

-Lo intentaré.- Mintió. Hermione le lanzó una mirada que mostraba que no se creía una palabra.

-Bueno, pues me voy entonces. Hasta mañana chicos.

-¡Hasta mañana!- Contestaron Harry y Draco a la vez. Hermione rió y se Desapareció.

-Bueno, será mejor que nos vayamos también.- Dijo, agarrando la mano del rubio y llevándolos a casa. Dejaron las cosas de Teddy en su habitación y Draco lo acostó, acto seguido Harry le enseñó la casa al nuevo inquilino, explicándole brevemente cada cosa. Cuando terminaron la ruta, el estómago le rugía con bastante fuerza, y supuso que Malfoy también tendría hambre, así que se dirigió a la cocina, dispuesto a preparar algo. Abrió la nevera y observó críticamente lo que había dentro. En seguida se dio cuenta de que Hermione la había aprovisionado con montones de comida, seguramente pensando en el pobre Teddy, ya que Harry pocas veces comía en casa y su nevera destacaba por estar casi siempre vacía. Analizó la variedad de ingredientes que había y decidió qué hacer. Sacó lo que necesitaba y abrió un armario para comprobar con alivio que tenía espaguetis. Se giró hacia Malfoy y le preguntó:

-¿Tienes hambre? ¿Te gusta la pasta?

Malfoy lo miró desconfiado durante un rato, pasando la mirada de él al paquete de espaguetis que tenía en la mano, para finalmente decir:

-¿Sabes cocinar, Potter?

-Sé hacer alguna que otra cosa, sí. Solía tener un elfo doméstico que me ayudaba con estas cosas, pero no me sentía bien teniéndolo aquí solo, así que lo mandé a Hogwarts. Desde entonces cocino yo, más o menos.

-Típico de ti, mandar a un elfo a Hogwarts porque te da pena. –le reprochó el rubio. Y a continuación añadió: - Me gusta la pasta, más te vale hacer algo decente. No quiero morir de inanición.

-Tranquilo, es mi especialidad. – Y dicho esto se puso a preparar la cena. Intentaba preparar espaguetis carbonara, pero fue un poco difícil debido a que Kingsley le había esposado la mano derecha, y le costaba moverla a pesar de que Draco intentaba seguir sus movimientos para no molestarle, pero al final consiguió acabar sin mucho apuro, a pesar de que los champiñones quedaron cortados de forma extraña.

Acto seguido puso la mesa y sirvió los platos, se sentaron uno al lado del otro, en una mesa alta que había en el centro de la cocina. A Hermione le había gustado al verla en unas revistas Muggle, y a Harry le resultaba cómodo sentarse en los taburetes. En cuanto hubo empezado a comer, el moreno decidió que preparar espaguetis había sido mala idea. Primero intentó comerlos con la mano izquierda, pero se le escurrían, y antes de cambiar el tenedor a la derecha, decidió que iba a aprender a usar la mano izquierda en un futuro, por si acaso. Malfoy se dio cuenta de lo que le pasaba y lo miraba divertido, mientras él no tenía ningún problema ya que Kingsley le había esposado la mano izquierda.

-¿Y se puede saber por qué Shaklebot esposó mi mano derecha y no la tuya?

-Los Malfoy tenemos esa suerte innata.

-Ya, claro…- Se quejó Harry, mientras tiraba de la mano izquierda del rubio para llevarse un bocado a la boca. Malfoy hizo una mueca y siguió comiendo. - ¿Está bueno? – Le preguntó Harry sin poder evitarlo, mientras observaba cómo Draco se llevaba bocado tras bocado a la boca. Se dijo con todas sus fuerzas que la visión no era encantadora y los labios de Malfoy del color y la grosura perfectos para besarlos, como tampoco pensó que eso era lo que quería hacer. El rubio lo miró cuando le hizo la pregunta, y antes de contestar se lamió el labio superior, haciendo que un furioso sonrojo cruzara el rostro de Harry, que giró la cabeza enseguida y se puso a empujar los espaguetis de su plato intentando no pensar en nada. Draco se tomó su tiempo en contestar, mirando a Harry con una expresión indescifrable.

-Está muy rico, Potter. Me sorprende que sepas hacer algo más que lanzarte en frente de maldiciones e intentar suicidarte a cada rato.

-Gracias.- Dijo Harry riendo, extrañamente feliz por el cumplido.- Pero no intento suicidarme, solo intento proteger a la gente, ya sabes, que nadie salga herido…

-Lazándote en medio sin ningún hechizo de protección. Eso se llama suicidio lo mires por donde lo mires.- Le respondió, señalándolo acusadoramente con el tenedor. El moreno bajó la mirada avergonzado, sin poder negar las palabras de Malfoy, la verdad es que siempre le había gustado más actuar que pararse a pensar. Olvidándose por un momento de las esposas, se llevó la mano derecha a la cabeza, en un gesto que solía hacer bastante a menudo cuando estaba nervioso. El movimiento pilló desprevenido a Draco, que se precipitó desde su taburete hacia Harry y lo empujó hacia atrás. Éste intento agarrarse a la mesa, pero se resbaló y a falta de respaldo se vio tirado en el suelo, con Malfoy encima de él. Sus manos estaban apoyadas en el pecho de Harry, y lo miraba sin pestañear, asombrado por la caída.

Él también había entrado en una especie de shock. Miraba al rubio con una mezcla de susto y expectación. Notaba el cuerpo de Draco pegado al suyo, y de repente empezó a notar cómo le subía la temperatura, especialmente en las partes en contacto con el otro. Malfoy no parecía dispuesto a moverse, y después de un rato de mirarse sin atreverse a decir nada, Harry se dio cuenta de que tenía apresado al rubio con su brazo. Lo había agarrado durante la caída para evitar que se hiciese daño, y no lo había soltado desde entonces. Lo apartó rápidamente en cuanto se dio cuenta, mientras notaba como la cara se le ponía roja por momentos.

Malfoy pareció salir de su trance cuando sintió el movimiento de Harry y se puso en pie enseguida, ayudándolo a levantarse a él también.

-P-Perdona, es una manía…- Se disculpó cuando estuvieron sentados otra vez.

-Lo sé. Y acaba de cenar de una vez, ¿quieres? Tengo sueño, y se te va a enfriar.

Al oír la palabra "sueño" Harry se dio cuenta de que él también estaba agotado. Había sido un día largo y extraño, y le entraron unas ganas locas de tirarse en la cama y descansar. El pensamiento lo llevó a darse cuenta de que iba a tener que dormir con Malfoy. Dormir en la misma cama, al lado de Malfoy. Cerró esa línea de pensamientos antes de que llegara a lugares que no estaba muy seguro de querer descubrir, y se concentró en la comida, dándose cuenta que Draco estaba esperando a que terminara.

Cuando acabó, recogió rápidamente los platos y los limpió y guardó con un toque de varita. Por suerte no le resultaba tan difícil hacer conjuros con la mano izquierda, aunque los platos se tambalearon peligrosamente al rozar el borde del mueble donde iban colocados.

-Bueno, será mejor que cojamos tus cosas y… ¿nos acostemos? – Un segundo después de hacer esa pregunta, a Harry le dieron ganas de pegarse cabezazos contra la pared. Malfoy elevó una ceja y lo miró con una media sonrisa.

-Claro, Potter, vamos a acostarnos juntos.- Dijo en tono de burla. Harry se sonrojó y decidió que lo mejor era no decir nada, por miedo a soltar otra estupidez. Se acercó al salón y levitó la maleta de Malfoy hasta su habitación. Una vez dentro, el rubio colocó la maleta en un rincón y se puso a rebuscar hasta sacar un pijama verde oscuro, casi negro. Sin previo aviso, se puso a cambiarse, Harry se quedó estupefacto mirando la pálida piel de la espalda de Draco. Siguió la línea de su cuello bajando despacio por toda la longitud, hasta llegar a… El moreno se giró bruscamente. El corazón le iba a mil, y esperaba con todas sus fuerzas que Malfoy no se hubiera dado cuenta de su escrutinio. Cuando se hubo calmado se puso a mirar casualmente por la habitación, como buscando algo, intentando no darse cuenta de que el rubio se estaba cambiando de pantalones. "Y definitivamente NO estoy pensando que Malfoy tiene un culo que quita el hipo. No, no, no, no, no, no." Pensó.

-¿Potter? – Harry dio un respingo ante la mención de su nombre y se giró sorprendido. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no se dio cuenta que Draco había acabado y lo estaba mirando especulativamente. - ¿Vas a dormir así?

Harry miró hacia abajo viendo que aun llevaba las ropas de Auror.

-No, claro que no.- Acto seguido se acercó a un armario y sacó los pantalones de chándal y la camiseta que usaba para dormir. Enseguida se sintió avergonzado de usar ese tipo de ropa frente al elegante pijama de Malfoy, pero definitivamente no tenía nada para igualar al rubio, así que se encogió de hombros y se dispuso a cambiarse. Se quitó la capa, y cuando fue a sacar la manga derecha se dio cuenta de que no podía por culpa de las esposas. Se preguntó cómo lo habría hecho Malfoy, y visto que él no conocía ningún conjuro para arreglarlo sin partir la capa a la mitad, se decidió a preguntarle.

-Mmmhh, estooo… ¿Malfoy?- El aludido, que había estado de espaldas todo el rato, se giró para ver a Harry con cara de circunstancias y la capa colgando tan solo del brazo esposado. Suspiró y sacó su varita.

-En serio, Potter, parece mentira que siendo quieres eres no seas capaz de hacer un simple hechizo como este.- Dicho esto, movió levemente su varita y la ropa se escurrió por la muñeca de Harry como si fuera agua y cayó al suelo completamente intacta.

-¿Siendo quién soy?- Dijo Harry, intentado sonar casual, aunque la afirmación de Malfoy le había dolido extrañamente. Nunca se había sentido orgulloso de ser quien era, ya que se debía a la muerte de muchas personas, entre ellas sus padres. Sacudió la cabeza apesadumbrado al recordar todo lo que había pasado, mientras se quitaba el jersey.

-No es que te considerara gran cosa cuando íbamos a Hogwarts. Ver tu cara hacía que me enfadara, e igual te tenía un poquito de envidia, pero me parecía estúpido que por llevar una cicatriz todo el mundo se creyera que eras increíble, cuando ni siquiera sabías hacer una poción al derecho…- Contestó Malfoy mientras le ayuda a desprenderse de la prenda. Harry lo escuchaba atentamente.- Bueno, dejando de lado mis celos de niño, el caso es que al final lo conseguiste.

Dicho esto se quedó un momento callado, y lo miró a los ojos. Harry le devolvió la mirada sin poder apartar sus ojos de los grises.

-Me salvaste de la habitación en llamas, a pesar de lo imbécil que había sido momentos antes, y de que todo fuera culpa mía. Y después fuiste derecho a acabar con Quien No Debe Ser Nombrado… Así que, sí, Potter. Puedo meterme contigo por no saber hacer un hechizo tan simple como este.- Dijo finalmente, añadiéndole a la última parte un tono más relajado, mientras le desprendía de la última capa de ropa que llevaba. Harry cogió la camiseta con la que iba a dormir y le dijo:

-Tuve muchísima ayuda, nunca lo habría conseguido sin Hermione o sin Ron.- Se paró un momento y miró a Malfoy con fijeza, como queriendo remarcar lo que iba a decir.- Y nunca lo habría conseguido sin ti.

Malfoy lo miró sorprendido, pero se rió y dijo:

-Venga ya, Potter, no hace falta que seas considerado solo por qué-

-No estoy siendo considerado. Te negaste a reconocernos cuando estábamos en la Mansión, y eso nos dio tiempo, y ya sé que no lo hiciste adrede, pero fue gracias a tu varita que pude acabar con Voldemort.

Malfoy sacudió la cabeza y le ayudó a colocarse la camiseta. Harry acabó de vestirse en silencio, deseando no haber sacado el tema, no era algo agradable de recordar, y todos habían cometido muchos errores. Por segunda vez en menos de media hora, le dieron ganas de aporrearse contra la pared, a ver si se le pasaban las ganas de ponerse en situaciones comprometidas. "Igual me quedo tonto y así ya no tengo que preocuparme por co-".

-¡Potter! – Lo llamó Malfoy, sacudiéndole levemente el hombro, sacándolo de sus ensoñaciones.

-¿Q-Qué?

-Que eres imbécil, y tengo sueño…- Le dijo mientras lo arrastraba hacia la cama. Se tumbaron el uno al lado del otro, mirando hacia el techo. Harry estaba demasiado nervioso para dormirse, pero Draco parecía más dispuesto. Al cabo de un rato su respiración se fue haciendo más sueva y acompasada, y Harry supuso que ya estaba dormido. Pasó un rato más y Malfoy se giró hacia el lado del moreno, de forma que éste pudo apreciar su hermosa figura. – Y gracias.

Harry dio un respingo cuando lo oyó hablar, y se giró sorprendido hacia Draco. ¿Le había dado las gracias? No pudo evitar esbozar una sonrisa, sí que habían cambiado las cosas con el tiempo. Decidiendo que definitivamente Malfoy ya se había dormido, se dedicó a contemplar su rostro durmiente. No pudo evitar fijarse en la dulce expresión que tan pocas veces podía ver cuando estaba despierto, y en las largas pestañas que se movía de vez en cuando contra su mejilla, y en los mechones de pelo que le caían por delante de la cara y se deslizaban por el cuello... Le dieron ganas de apartarlos con la mano, pero se contuvo. "Es injusto que esté tan guapo cuando duerme", pensó Harry mientras se le cerraban los ojos y él también caía en un profundo sueño.