si me hubiesen arrancado el corazón en ese preciso momento no hubiese dolido tanto como lo que veía en ese momento, el alma me cayo a los pies cuando vi a Edward desnudo sobre la cama y una mujer desnuda sentada a horcadas sobre sus caderas, ella se movía frenéticamente disfrutando de su placer, y el estaba allí con los ojos cerrados, y los rasgos deformados de placer, sentía que mi alma se desangraba y mis lagrimas de impedían la vista… como podía hacerme esto, como podía hacerme pedazos de esta manera.

Seguí observando cómo se entregaban, como terminaba con el último vestigio de sentimientos que quedaba dentro de mí.

Edward – grite con la voz desgarrada.

La mujer giro hacia mí y no creía que nada podría ser peor, pero lo fue cuando vi que se trataba de Jessica Stanley.

Bella – dijo Edward con voz opaca intentando moverse de la cama.

Infelices – grite con odio y Salí corriendo de allí, no sé como respondieron mis piernas, pero llegue al auto, acelere a toda velocidad y llegue a mi casa arrastrándome a mi habitación como pude, sentía que no podía respirar y no dejaba de sollozar.

No sé ni en qué momento me quede dormida, seguro mi cuerpo no pudo mas con todo el dolor que sentía.

Desperté como desencajada, como si hubiese sido todo una horrible pesadilla, pero mi mente me decía que no lo era, que Edward me había engañado de la manera más ruin, había jugado conmigo, me había hecho creer que me amaba, cuando me había engañado quien sabia cuantas veces; la simple idea de que me había engañado con anterioridad hizo que el hueco de mi corazón se estremeciera de dolor.

No sabía que haría, me sentía perdida, destrozada, la persona a la que más amaba, en la que mas confiaba me había traicionado.

Me vestí y evite que mi padre me viera salir, camine sin rumbo por los sembradíos, era una mañana calurosa, pero no podía percatarme de nada, estaba hundida en el dolor, en la mayor de las decepciones.

Escuche el sonido de un auto detenerse de pronto, gire para ver de qué se trataba y vi el auto de

Edward casi derrapar sobre la arena, se bajo rápidamente y corrió hasta donde estaba.

Bella.. Por favor – intento sujetarme pero forcejee con él.

Suéltame, suéltame infeliz – gritaba llena de odio y coraje.

Amor, tenemos que hablar, tienes que escucharme – dijo con la mirada desesperada intentando tranquilizarme.

Lo mire queriendo desaparecerlo de la faz de la tierra – te escuche, te oí bien anoche mientras gemías con esa mujer – dije soltando cada palabra llena de rabia.

No, bella, no fue así…

Eres un infeliz, te odio, te odio con toda mi alma – comencé a golpearlo con todas mis fuerzas, mientras las lagrimas caían por mis mejillas.

No se movió, ni siquiera se defendió – eso no es cierto, me amas tanto como yo te amo a ti – dijo con tristeza.

No… destruiste mi amor por ti Edward, cuando te vi con esa mujer, todo ese amor se murió – dije casi con la voz apagada.

Déjame explicarte mi amor – sus ojos estaban cubiertos por lagrimas- jamás te engañe, te amo – casi gritaste.

No lo repitas, me duele, entiéndelo, me lastimas – puse mis manos en mi pecho intentando contener el dolor.

No… mi amor, no quiero que sufras, déjame explicarte, yo jamás estuve con ella por que quisiera, ella hecho algo en mi bebida – comenzó a justificarse.

Solté una amarga carcajada – crees que soy tan estúpida, para creer que ella te drogo… Edward, querías que yo fuera, que me acostara contigo y como no pude buscaste desahogarte con esa mujer – dije desecha.

No, bella, jamás podría, te amo, te deseo solo a ti… no deseo a otra mujer, no podría, te amo – intentaba convencerme.

Yo te amaba, si hubiese ido a acostarme con otro tipo, seguirías creyendo eso – dije lastimosamente.

Una mueca de dolor surco su rostro y la ira la acompaño –jamás, jamás estarás con otro hombre, eres mía, solo mía, y yo soy tuyo, te amo y no te engañe mi amor, escúchame – dijo desesperado.

Negué incapaz de seguir escuchando nada mas – no puedo, no puedo más, esto me está dañando mas, y así jamás podre pensar con claridad, vete Edward, déjame sola –dije agachando la mirada.

No… te lo suplico, escúchame – dijo con desesperación.

No puedo, no puedo – dije llorando sin cesar.

Me miro fijamente y después de varios segundos se alejo un poco, seguro vio la desesperación en mi mirada – vamos a hablar, cuando estés más tranquila, pero tienes que saber que te amo y que seria incapaz de engañarte – dijo con tanta convicción que casi me convence.

Me costó todas mis fueras no decirle que se que quedara, que no me dejara nunca, que me jurara que no me había engañado, pero algo me lo impidió.

Ese día fue el más difícil de mi vida, tome una decisión que me iba a destruir y a la vez salvarme del dolor… decidí marcharme, no le di explicaciones a mi padre, pero sabía que él se daba cuenta de que el principal motivo era Edward.

Le hice jurar a mi padre que nunca le diría donde estaba, que no le proporcionaría ningún dato que le permitiera encontrarme…

Y ahora estaba aquí, llorando nuevamente, después de tres años, sufriendo como el primer día, desgarrándome por dentro.

Tome una larga ducha y después me dormí, estaba exhausta, mi mente no podía seguir pensando mas, ni desgastarse buscando respuestas.

Paso una semana en la que pude evadir a Edward lo mejor que pude, ahora se paseaba por la casa, comía o cenaba aquí y era cuando mis dolores de cabeza repentinos aparecían, llamaba por teléfono preguntando por mi por lo menos 3 veces al día, ya no encontraba la manera de evitarlo, o tal vez era que no quería hacerlo.

Amaba a Edward, a pesar de su engaño, lo amaba a pesar de los años de lejanía, lo amaba a pesar de decirme a mí misma, que lo debía odiar.

Esta noche tenía una cena con Jacob Black, era el hijo de un importante ganadero, mi padre como Cupido nos había arreglado una cita, al parecer Jacob no podría venir, pero vendría u chofer a buscarme.

Me puse un vestido negro ceñido y me arregle bastante, quería causar una buena impresión, aunque no fuese a tener nada con Jacob Black nunca.

Un elegante auto me recogió a las 8 y me llevo a un lugar al que nunca había ido, parecía una especie de casa en medio de la nada, era pequeña y bonita, pero no entendía que hace aquí.

El chofer me indico que bajara y un poco desconfiada lo hice, esperaba que se tratara de un cambio de planes, al llegar a la puerta me recibió un mesero y me tranquilice, me hizo pasar a un bonito recibidor, alce la vista y vi a un hombre de espaldas, vestía un traje negro, iba a saludar cuando giro quedando de frente a mí.

No era Jacob Black, era Edward!

¿Qué haces aquí? – dije confundida.

Sonrió de lado – creías que iba a permitir que fueras a no sé donde sola, con el imbécil de Black – dijo serio.

Negué sorprendida – que demonios te importa, como te atreves, quiero irme – exigí.

Me importa – camino hacia mi indicándole al mesero que saliera y cerrarla puerta, escuche como echaba llave – porque tú eres mía, y no soporto que otro hombre este cerca de ti, mas si es Black – gruño – lo mataría su pusiera sus sucias manos sobre ti – dijo decidido.

Eres…como te atreves, tu y yo no somos nada, he intentado dejártelo claro, pero pareces no entender – le reclame- que tiene de malo que quiera estar con alguien, soy una mujer joven, saludable y no tengo ningún compromiso- le recordé.

Su mirada ardió de ira-si quieres estar con un hombre aquí estoy yo – dijo serio – solo necesitas mirarme, solo necesito un roce de tu piel para arder en deseos por ti-dijo con vos sensual.

Sus palabras estaban causando estragos en mí, no podía dejar de estremecerme – así que eso es lo que quieres, acostarte conmigo – gruñí – ¿eso hará que me dejes en paz? – pregunte.

Suspiro – quiero hacer el amor contigo, quiero tenerte entre mis brazos, toda mi vida – me miro con ojos profundos.

Quiero irme-dije decidida.

Se acerco a mí y temblé al pensar que me iba a tocar, pero no fue así, saco un sobre de su saco y me lo tendió y lo mire confundida, parecía viejo pero cuidado.

¿Qué es esto? – pregunte.

Tendrás que escuchar toda la historia para saberlo – me miro profundamente – pero tienes que prometer que no interrumpirás bella, si tu prometes esto y después de todo me quieres lejos de tu vida… te juro que aunque se me vaya la vida en ello me alejare de ti – dijo y su voz parecía sincera.

Intente asimilar que eso sería lo mejor para ambos.

De acuerdo – dije con calma.

El suspiro y comenzó a moverse de un lado a otro con nerviosismo, intente permanecer tranquila, pero su movimiento me confundía.

Bella, aquella noche no te engañe – dijo con seguridad.

Edward…

Lo prometiste – dijo serio y solo pude asentir.

Aquella noche te llame, porque te extrañaba mucho y quería estar contigo, mirarte o simplemente abrasarte – dijo con ternura – cuando terminamos de hablar me senté en la terraza y bebí un poco de champagne, tuve una llamada de un comprador y entre a casa un momento, cuando regrese encontré junto a la mesa a Jessica Stanley – escuchar su nombre me revolvió todo internamente.

Ella era solo una administradora para mi, y por eso siempre me burle de tus celos, porque en mi no cavia la idea de engañarte con nadie…-suspiro – me pidió una copa de champagne y me pidió que la acompañara con una, sin pensar mal lo hice – dijo con enojo.

Después de eso todo se volvió muy borroso, he logrado recuperar vestigios de recuerdos, donde te veía a ti y te acariciaba, ella me decía que la amara, que era mi bella, y yo solo obedecía por amor – las lagrimas inundaron mis ojos.

En el momento en que entraste en la habitación, una pequeña parte de mi cobro sentido y quise correr hace a ti, pero no podía, mis piernas estaban flácidas y mi cuerpo no me respondió, no sé cómo me quede dormido – relato.

Al día siguiente pude verlo todo de mejor manera, estaba desesperado por buscarte y decirte la verdad y así lo hice, pero todo salió demasiado mal – frunció el ceño – creí que debía darte un poco de tiempo, en lo que conseguía pruebas para demostrarte mi inocencia- agacho la mirada dolido, no podía dar crédito a sus palabras…

Míralos bella – se acerco a mi mientras abría el sobre, no era una experta, pero decía que una sustancia nociva estaba en la sangre de Edward, y los síntomas que había padecido.

Lo mire asombrada y asustada, si esto era cierto, significaba que Edward no me había engañado, que todo lo que había sucedido era una mala broma del destino.

Estabas drogado – dije como pude.

Asintió – si, no pude hacer nada para detenerla, pero al día siguiente no pensé dos veces en despedirla y amenazarla que si volvía, la denunciaría – explico.

Nos quedamos mirando fijamente no se cuanto tiempo, necesitaba mucho tiempo para asimilar todo lo que estaba ocurriendo.

Tres años, tres años sin ti – murmuro – fue el infierno, creía que me moría – se acerco a mi acariciando mi mejilla – te he necesitado como al aire, te he deseado más que a nada…

Estaba tan cerca, que su calor me trapazaba completamente.

Agache la mirada derrotada, no podía con tantas cosas, no podía creer que había sido tan ciega, que había alejado al hombre de mi vida 3 años, por no escuchar, porque no era capaz de dejar mi orgullo de un lado, por una zorra que quiso tener a Edward a toda costa…

Bella – susurro muy despacio, tomándome del mentón.

Que hice – dije con la voz quebrada y derrotada.

Edward me tomo en sus brazos apretándome contra su cuerpo, lo rodee con mis brazos llena de necesidad, cansada de luchar contra este amor que me calaba los huesos.

Bella, júrame que no me volverás a alejar, dime que me amas, dime que olvidaremos todo… que comenzaremos de cero – decía con la voz entrecortada.

Lo mire fijamente, era tan hermoso – puedes olvidar…

Sonrió – si tu estas a mi lado, puedo hacer lo que sea – me miro con amor y ternura.

Fui tan tonta… me dolía tanto pensar que me habías engañado-dije abriendo mi corazón.

Lo sé, pero no fue así… te amo bella, te amo – dijo con fervor.

Acaricie su rostro – te amo Edward, te amo, mi amor – dije con el alma.

Sus ojos brillaban emocionados y miraba mis labios con hambre – bésame Edward, antes de que muera de necesidad –suplique.

Estrello sus labios contra los míos con fuerza y suavidad, el calor de sus labios desemboco un caudal de sensaciones en mi cuerpo, no imaginaba cuanto lo había deseado hasta este momento, enrede mis dedos en su cuello y lo atraje mas a mí, ambos gemimos cuando nuestra lenguas entraron en contacto y comenzaron a acariciarse.

No te alejes, ni un centímetro – le suplicaba entre beso y beso.

Nunca mi amor, nunca – prometió con la voz ronca.

Sus manos recorrieron mu cuerpo encima del vestido y después lo quitaron con suavidad, haciéndome estremecerme.

Cuando este cayó al suelo, me miro fijamente – eres tan preciosa, perfecta- susurro, mirando mi cuerpo cubierto por una fina ropa interior de encaje.

Me tomo en brazos y comenzó a caminar hacia el fondo por un pasillo, abrió con un pie una puerta y me sonrió con ternura; dentro había una habitación preciosa, con una enorme cama con dosel en medio, parecía cuento de hadas.

Lo mire fijamente mientras me recostaba sobre la cama, cubriendo mi cuerpo con el suyo.

Nos condene a un infierno por no poderte creer – dije con tristeza.

Shh, no quiero que pienses en eso – acaricio mi cuello y mi abdomen con delicadeza- ahora estamos juntos, juntos – murmuro con deseo.

Nos besamos nuevamente olvidando todo el pasado, comenzando de nuevo una historia que había empezado desde que éramos niños, las prendas fueron cayendo poco a poco, bajo en calor de las caricias y los besos, de pronto mis manos ansiosas no tocaban más que suave y firme piel masculina, músculos que se contraían y me hacia desearlo muchísimo mas.

Estaba delirando perdida en sus besos y caricias, Edward desabrocho mi sostén y me miro fijamente con un deseo arrollador en la mirada – casi me muero cuando te vi parada en los sembradíos – murmuro mientras acariciaba mis pechos con sus dedos haciéndome temblar de placer – parecía imposible que en 3 años estuvieses más hermosa, más sensual – dijo con voz ronca.

Edward – gemía.

Te deseo – murmuraba.

Sus manos fueron sustituidas por sus labios y sentí que estaba ene l cielo, hacia tanto tiempo que no experimentaba un placer tan maravilloso, sentí que mi corazón, aletargado por tantos años quería salirse de mi pecho a toda costa.

Mi amor,… - le decía una y otra vez mientras jugaba con su cabello y acariciaba su fuerte espalda.

Beso mi abdomen y mis caderas con dulzura, busco la orilla de mis bragas y las bajo lentamente, dejándome totalmente expuesta, cuando estas cayeron al suelo, beso mis labios con deseo y amor, y yo me abrase a él perdida y deseosa.

Fuiste mía por primera vez, y sigues siendo mía – decía posesivo y me encantaba.

Solo he sido tuya mi amor, solo tuya – dije con el alma.

Sonrió de manera sensual mirándome a los ojos – me volvía loco pensando que pudiera ser de otra manera, después de ti no ha habido otra mujer para mí – dijo con fervor.

Te amo – dije con el alma.

Te amo, mi bella – respondió.

Juntos nos deshicimos de su estorboso bóxer y quedamos desnudos, extasiados y maravillados por la necesidad que sentíamos, Edward se acomodo entre mis piernas con delicadeza, y no dejo de besarme con suavidad mientras entraba lentamente en mí.

Ambos gemimos ante el calor del otro, estábamos llenando de nuevo ese vacío abierto durante tres largos años, todas las noches de anhelo y necesidad habían valido la pena por este momento.

Dios, esto es el cielo – murmuraba con la voz casi opaca por el deseo.

Mi amor – gruñí mientras lo atraía a mis labios.

Mientras nos besábamos con adoración, Edward comenzó con un suave y placentero vaivén que me hacía temblar bajo sus brazos, el calor de su cuerpo penetraba el mío y sus labios, su dulce aliento regresaban a mi vida la tranquilidad y la felicidad.

Me retorcí, grite y gemí con cada movimiento de su cuerpo, disfrutaba mirando sus ojos casi negros de placer y sus facciones denotando todo el placer que estaba sintiendo al hacerme suya.

Sus movimientos se aceleraron después de lo que parecían horas, de exquisito placer, nuestras respiraciones eran agitadas y no parábamos de tocar nuestras pieles.

El placer fue insoportable y enterré mis uñas en la piel de su espalda, mientas sentía que subía a lo más alto del placer entre los brazos de mi único y perfecto amante.

Edward – gemí y no pude hacer nada más porque estaba sintiendo el orgasmo más perfecto de toda mi vida, el más largo y devastador.

Mi bella – gimió desesperado mientras temblaba de placer y caía sobre mi cuerpo que estaba lleno y extasiado de su ser.

Nuestros corazones golpeaban en el pecho del otro y nuestras respiraciones eran agitadas y ruidosas, pasamos varios minutos así, solo intentando recuperar un poco de compostura.

Edward me miro fijamente sonriendo, glorioso y feliz, beso mis labios mientras nos giraba atrayéndome a su pecho y abrasándome contra este, temblé un poco por el aire que se colaba por la ventana y el nos cubrió con una cálida y suave manta.

Siento que estoy soñando –murmure.

Yo también, pero es mucho mejor que un sueño… es real – sonrió complacido.

Te amo Edward, te he amado toda mi vida, primero como a un hermano, y cuando me convertí en mujer, te ame como a un hombre – dije con el corazón.

Yo también te he amado toda mi vida, cuando mis padre murieron, tenerte a mi lado era lo único que me mantenía con esperanzas, saber que te tenia a ti, a mi pequeña – acaricio mi cabello – cuando tuve que irme fue lo más difícil que jamás hice, me moría si te dejaba, pero no tenia opción – dijo – y cuando regrese mi niña ya no estaba… te habías convertido en una mujer maravillosa, preciosa, que me volvía loco con sus miradas y su cariño – sonrió – espere lomas que pude y me enamore como un loco de ti, y cuando tuve la oportunidad te pedí que fueras mi novia, y me hiciste el hombre más feliz al aceptar, moría por ti mi cielo – dijo sonriendo cálidamente.

Yo también sentía que me perdía por tanto amor, que no podía hacer nada más que amarte – acaricie su rostro.

La vida tenia predestinado que estaríamos juntos, nunca ha habido otra opción, tenemos que estar juntos, amarnos para siempre – dijo convencido.

Lo sé, ni siquiera la distancia y creer que me había traicionado, sirvió para que te dejara de amar – dije con el alma.

Yo tampoco, te he dejado de amar, ni un segundo – prometió - Bella, mi bella – murmuro besándome con suavidad.

Mi Edward – dije a la vez que lo abrasaba con fuerzas.

Se separo un poco de mi y gruñí por eso, quería que nos quedáramos así para siempre, busco algo en el cajón del buro y me ayudo a incorporarme sentándome sobre la cama.

Bella, no puedo vivir un día mas sin ti, te necesito cada segundo a mi lado – dijo con la mirada profunda.

Isabella Marie Swan, ¿quieres casarte conmigo y hacerme el hombre más feliz sobre la faz de la tierra? – pregunto con adoración.

Abrió una pequeña caja de terciopelo negro donde estaba un hermoso anillo sencillo, pero con un hermoso diamante en medio.

Las lagrimas corrieron por mis mejillas y asentí – claro que quiero casarme contigo, te amo Edward – dije con todas las fuerzas de mi alma.

Lo coloco sobre mi dedo, y apretó mi mano entre las suyas besándola y después atrayéndome a sus brazos completamente feliz.

Te amo, te amo – decía complacido.

Yo también te amo- respondí, siendo inmensamente feliz.

Mi niña… siempre mía – me miro a los ojos.

Siempre tuya – dije mientras sellábamos nuestra felicidad con un beso, que seguramente no pararía en unas cuantas horas.

THE END


espero les haya gustado mucho

dejen sus comentario para ver que tal...

mil besos!