Título: Chocolate
Personajes: Rukia Kuchiki/Ichigo Kurosaki. [Aparición "estelar" de Kon]
Número de Palabras: 499
Disclaimer:"Ni Bleach ni sus personajes me pertenecen; le pertenecen a Kubo-sensei"
Después de una larga jornada de entrenamiento, Ichigo apenas sentía sus huesos. Ni Byakuya ni Renji tenían razón para haber sido tan duros con él. Gracias a ellos, se encontraba incapacitado en su casa. Isshin había cuidado de él durante un rato, al igual que sus hermanas. Ahora ninguno de los tres se encontraba en casa e Ichigo estaba bajo el cuidado de Rukia, al menos por ese día.
Mientras Ichigo se encontraba descansando en el sofá, sin moverse; Rukia estaba en la cocina, preparando chocolate. Después de una hora, estuvo listo, lo probó y, satisfecha con el sabor, lo sirvió en dos tazas, al ofrecerle una de ellas a Ichigo, éste se mostró dubitativo: Los experimentos culinarios de Rukia no siempre resultaban buenos para la salud. Cuidadosamente, probó un poco, para su sorpresa y alivio, sabía bien y le gustó bastante, con Rukia sentada a su lado, se entretuvo soplando la bebida para enfriarla un poco.
Al cabo de un rato, la shinigami ya había acabado su taza, se iba a retirar cuando Ichigo la llamó, Rukia intentó protestar, pero tuvo que callarse cuando vio como Ichigo bebía el resto del contenido de la taza sin inmutarse por la temperatura, se la entregó y al ver que quería protestar de nuevo, la interrumpió:
— Estoy herido y se supone que tú me estás cuidando.
— Te estás portando como un niño, Ichigo—. Él no contestó, simplemente movió la taza en dirección a su compañera, que lo miraba de hito en hito, se estaba empezando a enojar; tal vez Ichigo fuese masoquista, pero debía admitir que Rukia enojada tenía cierto atractivo.
— Te manchaste, idiota—, espetó ella y esta vez, fue ella misma quien no dejó que Ichigo contestara—Déjame a mí—, le dijo, antes de tomar una servilleta que había traído al prever algo como esto, se agachó para limpiar el rostro del sustituto.
Una sombra, que acababa de notar la presencia de Rukia, corrió a través de la sala y se lanzó a la espalda de la shinigami.
— ¡Nee-san!—, exclamó; y mientras escuchaba sus murmullos, Rukia trataba de zafarse de la posición en la que estaba: Acostada en el sofá, encima de Ichigo, que casi lloraba del dolor. Se removió un poco, tratando de deshacerse de Kon, sin hacerle daño a Ichigo, hasta que al fin el pelinaranja, estiró su brazo hacia la espalda de la chica y estampó a Kon contra la pared; Rukia no se movió, acababa de notar algo… Un bulto entre las piernas del sustituto, quien carraspeó, incomodo. Sin mediar palabra, Rukia se las arregló para quitarse de encima de su compañero. Ambos shinigami, sonrojados, miraban en distintas direcciones, sin atreverse a decir nada. Un rato después, Rukia se encaminó a la cocina.
— Oye, Rukia—, la llamó Ichigo
— ¿Qué quieres?
— Ya no quiero más—, le contestó Ichigo, para después retirarse a su habitación.
Rukia se encogió de hombros, no importaba, al fin y al cabo, quedaba más chocolate para ella.