Capitulo VI. Inminente Final
Estaba soñando lo sabia. Como muchas veces estaba declarándole mi amor a Kagome Higurashi en un sueño, estaba harto ya de hacerlo, desde que la conozco en mis sueños siempre termino declarándomele pero al final cuando ella me va a responder, despierto. Es tan normal para mí, que hasta siento a veces que es real. Este es uno de esos sueños, en lo que siento que en verdad ella esta frente a mí, en ese momento comencé a recordar como llegue a ese instante.
- Buenas noches, Señora Higurashi.
Salude en cuanto la madre de mi querida Kagome había abierto la puerta con la inmensa sonrisa que la caracterizaba y que su hija había heredado. La señora Higurashi era muy parecida a Kagome solo que tenia su pelo de un color castaño y no tan negro como la chica que estaba en la segunda planta de aquella inmensa casa.
- Pasa querido – Pase a su lado para entrar en el recibidor - ¿Quieres galletas? Las acabo de hacer.
- Seguro – Sonreí de vuelta, tomando una de las galletas que me ofrecía.
- Iré a avisarle a las chicas.
Comencé a admirar las fotografías que estaban colgadas a un lado del recibidor, pero una llamo mi mayor atención. Había un hombre, y estaba Kagome. Que dulzura, pensé sonriendo. Ese hombre debía ser su padre, eran muy parecidos. En ese momento el timbre de la casa volvió a sonar, y para comodidad de la señora Higurashi, abrí la puerta con rapidez.
Ojos azules. Pelo negro recogido en una pequeña coleta. Sonrisa simpática. Piel blanca, y un aire de galantería. Sin duda alguna era mi mejor amigo, Miroku Houshi. Lo mire ceñudo mientras el me miraba confundido, pero luego relajo su rostro y volvió a mirarme con una sonrisa, una sonrisa extraña.
- Entonces ¿Me invitas a pasar? – Cuestiono.
- Claro.
Paso por mi lado, para sentarse en el lugar que yo antes había ocupado. Así era de confianzudo, ni siquiera se preguntaba que hacia yo aquí, como yo me preguntaba que el hacia aquí. Suspire al ver que se comía mis galletas, y también porque las chicas no bajaban. Aunque entendía que las películas no se equivocan en eso de que las mujeres comienzan a cambiarse cuando llega su pareja a buscarlas; Suspire nuevamente tomando asiento frente a mi amigo.
- ¿Te preguntas que hago aquí? – Inquirió sorprendiéndome.
- Exacto.
- Logre convencer a Sango de ser mi pareja esta noche.
- ¿En serio? – Pregunte recordando el día que ella me había dicho que nunca iba a salir con el.
- ¿Por qué no me crees?
- Te creo, solo quiero… confirmar – Mentí al ver su cara de indignación.
- Pues si, la he convencido ¿Y tu que haces aquí?
- Pues iba a llevarlas al baile a ambas, a Kagome y a Sango pero como tú llevaras a Sango entiendo que yo llevare… - No lo puedo creer.
- ¿A Higurashi?
- Si.
- A ver si te le declaras eh.
- Es cierto, hoy es la gran noche ¿no? – Cuestiono la voz de mi pelinegra favorita entrando al salón paralizando mi corazón por una de dos razones, o posiblemente por las dos.
Su pelo negro recogido en una cola que descansaba sobre su hombro derecho con unos ligeros toques que brillaban en la luz, un maquillaje destacado pero delicado como ella. Una hermosa sonrisa llena de alegría en esa piel blanca que estaba brillando más que nunca, unas uñas perfectamente arregladas. Un hermoso vestido color piedra con escote strapless que se amoldaba a su cuerpo perfectamente, y unos tacones del mismo color pero con toques negros.
- Estas… Hermosa.
- Gracias, tu también te ves fabuloso e increíblemente vamos combinados – Murmuro sonrojada.
Ahí me di cuenta. Todo era parte de un plan macabro ideado por Sango. Lo más increíble es que debería estar enojado, pero no lo estaba. Todo era perfecto. Sonreí ante mis pensamientos mientras tomaba del brazo a mi pelinegra para salir de la casa, ya los chicos estaban adelantados.
- ¡Esperen! ¡Una foto!
OH, no. Nunca he sido muy fotogénico. Suspire, hasta la pelinegra estaba emocionada no podía negarle nada que la hiciera feliz. Así que mi mano derecha la coloque en su cintura, ella puso su mano sobre la mía, y me tomo por la cintura también. Fue un momento que ni una foto podría demostrar el inmenso sentimiento que estaba sintiendo en este momento. Sonreímos para la cámara, para luego salimos de la casa con aparente tranquilidad.
Siempre pensé que el temblor en las piernas era cosa de chicas, pero debo ser un caso particular porque Miroku se ve muy seguro de si mismo, pensaba mientras le veía abrirle la puerta delantera a su compañera de esta noche e hice lo mismo con Kagome al llegar a mi auto. Literalmente corrí al lado del conductor cuando cerré la puerta de la pelinegra.
- ¿Tu mama no querrá una foto?
- No, me tiro miles a cada paso que daba hacia la salida – Sonreí recordando ese momento.
- ¿Y estas listo?
- ¿Para que?
- Tú sabes, para confesarle tu amor a esa chica especial.
- No – Ella rió ante mi sincera respuesta.
Eso fue solo el principio de nuestra alegre conversación de camino a la escuela donde se celebraría el fin de un etapa maravillosa para mi porque pude compartir con ella, aunque fuera de lejos. Suspire mientras cerraba la puerta del piloto para encaminarme a abrirle la puerta a mi pelinegra, al abrir la tome de la mano ella me sonrío.
- ¡Esta precioso! – Exclamo bajito para si misma pero pude escucharla entonces me fije en la entrada al baile.
Era un pasillo formado con rosas blancas y unas pequeñas luces amarillas las iluminaban era como navidad, pero sin los colores rojo y verde. Sonreí pensando en lo buena decoradora que era la amiga de mi verdadero amor. Le brinde mi brazo con una sonrisa tímida, y ella se sonrojo. Miro mi brazo de soslayo, luego me miro a los ojos y tomo mi brazo. Caminamos lentamente por aquel inmenso pasillo que daba al Gimnasio donde se celebraría el tan esperado evento.
- ¡Por fin llegaron!
Nos recibió con gran efusividad algunas chicas de nuestra clase, pero al ver que les interesaba mas hablar con Kagome que conmigo, decidí apartarme aunque me doliera demasiado entonces vi de soslayo a mis tres favoritos amigos en el mundo entero, claro aparte de Miroku.
- Chicos – Salude cuando estuve detrás de Kikyo.
Ella me miro sonriente.
- ¡Hermano, no te veo desde hace una semana! Esos exámenes… - Y así Onigumo se perdió en una conversación con Houjo.
- ¡Mírate! Estas muy guapo.
- ¿Tu crees? – Dude y me acerque a su oído – Me tiemblan las piernas.
- Estarás bien, ella no es tan ciega para no ver el amor que ocultas en esos dos ojos dorados que tanto me llaman la atención – Sonrío mirando a mi espalda donde estaba ubicada la pelinegra.
- Necesito un trago – Rogué y ella me paso el vaso de vodka que tenia en mano.
En realidad como éramos todos mayores de edad, nos permitieron alcohol pero con la excelente supervisión de los profesores del recinto, y aquel que iba conduciendo no mas de dos tragos de alcohol. Que mala noche para tantas reglas, pensé para mi mismo mientras sentía el ardor por mi garganta.
- ¿Cuánto falta para el momento?
- Menos de cuarenta minutos – Respondió mi amiga.
- Estoy jodido.
- ¡Déjate de drama! – Rió ella conmigo – En veinte minutos iras en busca de Higurashi para tenerla cerca a la hora del vals, bailaras la canción seleccionada con ella y la llevaras al balcón donde por supuesto, le confesaras tu amor.
- Esta bien.
- ¿Dónde esta tu mascara?
- ¿Mi mascara? - ¡Ay no!
- No me digas que la olvidaste.
- No te diré entonces – Bromee. Ella me miro ceñuda.
- ¡Lo sabia!
Ambos pegamos un pequeño saltito al sentir esa exclamación a nuestras espaldas, y al girarnos no era nada mas ni nada menos que Sango Sawachika la mejor amiga de la chica de mis sueños, sonriendo como si hubiera ganado un Oscar. La mire ceñuda, y Kikyo respiraba profundo ante el tremendo susto.
- ¿Qué sabias? – Curiosee.
- Que se te iba a olvidar la mascara – Contesto lentamente mientras sacaba algo de su bolso.
- Eres rara.
- Toma – Dijo pasándome una mascara color plateado, entonces mire hacia Kagome y entonces entendí.
- ¿La gemela de Kagome?
- ¡Es que me pareció adorable! – Rió ella, con Kikyo acompañándola.
- ¿Qué?
- Se vera romántico, Inuyasha… Tu y ella iluminados por las luces azules del Gimnasio, solos en la pista, ambos perfectamente combinados y tus ojos dorados brillando con las luces – Suspiro Kikyo.
- Se oye bien – Comentaron mis amigos al oír la descripción de Kikyo.
- ¿Solos en la pista?
- ¡Ah si! Sobre eso, digamos que les hemos pagado a varios alumnos, la mayoría hombres para que no bailen el vals… Así que tu solo bailaras – Sonrió nerviosa la castaña.
No tenía palabras para lo que acaba de oír, estaban bromeando seguro. Eso aumentaría la tensión en el momento, ahora si estoy temblando de verdad. Comencé a transpirar al imaginar ese momento, si seria romántico pero no soy un príncipe no estoy acostumbrado a tener toda la atención.
- No.
- ¿Cómo que no? – Insistieron todos al mismo tiempo.
¡Buenas noches chicos! Es hora de una canción romántica, disfruten los enamorados… Sus mascaras, por favor.
- ¡Ay se nos paso el tiempo! – Me tomaron del brazo y me halaron hacia las cercanías de Kagome.
Suspire y me acerque a ella con aparente tranquilidad, en ese instante a solo tres pasos para llegar a ella. Ella me miro, y yo no supe que hacer. ¿Me reconocería?
- ¿Me permite esta pieza, Mi Lady? – Hice una pequeña reverencia que había aprendido en viejas películas románticas.
- Si – Afirmo mientras tomaba mi mano y nos encaminábamos a la vacía pista de baile – Al parecer a nadie más que nosotros nos interesa bailar esta canción ¿O tuviste algo que ver?
- Culpable.
Sonreí cuando ella sonrió. Llegamos al centro de la pista, nos detuvimos uno frente al otro. La tome de la cintura acercando su cadera a la mía, sentí su estremecimiento ante el tacto de su cuerpo junto al mismo. Sus manos se colocaron alrededor de mi cuello, mientras la tomaba de la cintura. Comenzamos a bailar, a paso lento aquel precioso baile, todos nos miraban sentía las miradas en mi espalda pero no quería apartar mis ojos de sus ojos chocolates, estaban brillando y estaba sonrojada.
Pegue mi frente a la suya, era perfecto. Ella sonreía y a veces, hasta se mordía los labios. Tenia que estar disfrutándolo me dije a mi mismo, en ese momento me sentí mas seguro, me dejaron de temblar las piernas. Todo era perfecto, no quería que ese momento terminara. Las luces azules iluminándonos, parecíamos dos amantes en su primera semana de casados. Sonreí ante la idea.
Sentí un pesado cosquilleo por mi mejilla, y cerré los ojos no volviendo a ver ese hermoso rostro que tanto anhelaba ver cada día de mi vida.
- ¿Estas bien, Inuyasha?
Escuchaba su voz estaba en algún lugar pero no sabia donde, y abrí los ojos, ahí estaba. Preciosa como siempre pero ya no estaba tan bien peinada como hace unos minutos juraba haberla visto, pero todavía estaba preciosa, la quería demasiado hasta sentía que mi rostro me dolía por amarla tanto.
- ¡OH, Inu! ¡Has despertado! ¡Que susto nos has dado! – Sonrió ella.
- ¿Un sueño? – Susurre.
- Si estas acostumbrado a soñar conmigo, entonces estas soñando – Rió ella, me encanta su risa.
- Sueño cada día contigo.
- ¿De verdad crees que soy un sueño?
- ¿Sabes que? Se que nunca lo haré en la vida real, así que te diré esto para calmarme la maldita conciencia – Ella se mostró sorprendida, que buena imitación – Cuando te vi por primera vez, me pareciste tan hermosa y por primera vez en mi vida quise que una chica se enamorara de mi, no quería que me trataras como todo el mundo, como el chico popular o el mas inteligente quería que te enamoraras de mi persona de quien soy en realidad – Tome aire, no tenia los pulmones de Sango.
- Tú eres…
- ¡No! Déjame hablar… - La interrumpí levantándome del suelo del Gimnasio donde estaba, esto era un sueño pero parecía muy real – No se en que momento paso… No se como, pero… No se que me hiciste – Dije tomándola de los hombros con delicadeza para mirarla fijamente a esos ojos chocolates que tanto me encantan.
- No entiendo.
- Yo tampoco entiendo que pasa, solo se que cada vez que me despierto en la mañana y me encuentro solo en mi habitación, quisiera no estar solo quisiera estar contigo… Cada vez que te veo quiero tomarte en mis brazos, y apretarte a mi para que no te separes de mi nunca mas; Cada vez que hablas, la forma en como se mueven tus labios es gloriosa, cuando bailamos es como si lo hubiéramos hecho toda la vida; Cada vez que te miro, siento que mi corazón quiere salir de mi garganta y tu… Ni siquiera me miras – Reí amargamente.
- Yo…
- ¡No! – La volví a interrumpir – Eso me encanta, porque todas se fijan en mi pero tu no, tu ni siquiera te sabias mi nombre hasta hace tres semanas.
Ella se quedo en silencio. Si, era un sueño en cualquier momento despertaría pero no por eso me iba a callar, tenia que calmar mi conciencia.
- Cada verano era una tortura para mi sentía que mi mundo volvía a tornarse frío y vacío como antes estaba, tenia una sensación de perdida aun sabiendo que estabas viva – Volví a reír – No se como lo hiciste, Kagome Higurashi pero lo hiciste. Nunca nadie me hizo sentir esta sensación en mi estomago – Dije tomando una de sus manos, y llevándola a mi abdomen – Al principio pensé que estaba enfermo, pero era una sensación agradable que solo sentía cada vez que te veía en las mañanas, o cada vez que nos encontrábamos en el camino a casa; y la sensación aumento cuando tomaste mi mano aquel día.
Ella mostró sorpresa, y unas pequeñas lagrimas en los ojos. Nunca mi sueño habia hecho eso.
- ¿Eres tan ciega?
- ¿Qué? – Pregunto confundida.
- ¿Eres tan ciega como para no saber cuanto te amo, que ahora eres mi vida?
- Yo…
Simplemente no podía asimilar lo que estaba escuchando de los labios de mi vecino, era simplemente imposible. No podía haber sido tan ciega como para no notar en ese momento el inmenso brillo que inundaba los ojos dorados de mi vecino, parecían estar hablando de alguien muy especial es como si sus ojos quisieran decir, mas de lo que dicen sus palabras; ¡Oh Dios! Yo era su persona especial.
- ¡OH Dios!
- ¿Puedes pellizcarme? – Le mire confundida – Creo que he cometido un error – Murmuro mirando a todo mundo en el Gimnasio.
- No estas soñando; Cuando estábamos bailando Kouga se vino hacia ti y te dio un fuerte golpe en la mejilla y desde hace unos quince minutos has estado desmayado, y cuando despertaste empezaste a decir esas cosas y yo… - Comencé a llorar, no sabia que hacer – No se como pude ser tan ciega, lo siento mucho… yo en verdad no quería hacerte sufrir tanto, yo…
El se me quedo mirando serio pero con ternura. Cuanta ternura, pensé para mi misma. Me acerque hacia el. Estaba parado frente a mi con esa expresión en su rostro, apoye mi cabeza en su torso las lagrimas caían por mis ojos, no sabia que hacer. Si, me gusta pero…
- Kagome un consejo antes de bajar, tu corazón es quien elije amar, si necesitas tiempo esa persona te lo dará porque te ama – Murmuro Sango, no entendía su consejo.
- ¿Lo dices por el chico de la carta?
- La carta no dice ni una palabra que abarque todo lo que ese chico te presenta en su mirada.
Sentí sus fuertes manos en mis hombros no quería que me alejara de el yo… ¡OH Dios! Cuando sentí su abrazo miles de sensaciones se abrieron a mi merced ¿Qué es esto? Ahora recuerdo cuando estaba en primaria me gusto mucho el chico nuevo, pero el era demasiado experimentado para mi; Había tenido novias, y hasta había llegado a la segunda base, mientras que yo seguía siendo una virgen inocente que les gustaban las caricaturas. Cuando me entere que se mudo a tres casas de la mía siempre pasaba en mi bicicleta por su casa, quería ver si de alguna manera yo podía gustarle aun sin experiencia, pero nunca le llame la atención entonces le olvide al entrar a secundaria y conocer a Kouga, un chico genial con experiencia pero no tanta como mi vecino, era el ideal para obtener la experiencia y competir con las mujeres que tenían un nivel como el de primer amor.
- No tienes que decirme nada, solo quería expresarlo.
Me separe para mirarle decidida a decir lo que tenia que decir.
- Soy virgen ¿sabes?
Me miro sorprendido, y sonrojado.
- Creo haberlo oído.
- Mi primer beso lo di en la secundaria, hace un año.
- Increíblemente, no sabía eso.
- Me olvide de ti – Confeso volviendo a llorar – El chico de misteriosos ojos dorados que había llegado un día al Instituto, ultimo año de Primaria; Según rumores un chico experimentado a su corta edad, todas locas por el ahora te recuerdo – Vi como asentía avergonzado.
- Creo que exagere un poco – Confeso revolviéndose el pelo.
- Me fije en Kouga un chico experimentado pero un poco menos alto que tu.
- No entiendo.
- ¡OH Dios! Esto es tan difícil – Susurre, todos nos miraban – Eras demasiado para mi, yo solo era una tonta chica con coletas largas y unas tontas pecas en la mejilla – Chille frustrada.
- Me gustaban tus pecas, me sentí triste cuando llegaste hace dos años sin ellas – Sonrió.
- Me gustas.
Todo el salón se fue en murmullos, nadie podía creerlo. ¿Ella estaba hablando enserio? Comencé a enojarme conmigo mismo, como no lo había notado. ¡¿En que estupido mundo pude no haberme fijado?
- No relajes con eso.
- Hace un momento, según tu, estabas soñando; Ahora estoy aquí diciéndote que correspondo a tus sentimientos tal vez no de forma tan intensa porque de alguna u otra manera estoy comenzándote a conocer desde hace unas semanas, pero si lo suficiente para aceptarte una primera cita.
La mire en silencio. No lo podía creer, sabia que si ella decía eso iba a ser feliz pero me sentía inmensamente feliz como también sabia que tenia una estupida sonrisa en el rostro pero es que no podía asimilarlo.
- ¿Contrato a la banda de nuevo? – Sonreí.
- Seria buena idea.
En ese momento todos nuestros amigos vinieron a felicitarnos pero yo no podía despegar mi mirada de ella, había perdido seis años de mi vida por amarla en silencio quien sabe ahora podríamos tener seis años de relaciones. Que tonto, pensé sonriendo.
La música comenzó esta vez un poco más movido, pero no por eso lo suficiente para bailar separados. Los chicos se acomodaron en parejas y nos dejaron a nosotros en el centro de la pista, esta vez no solos pero si con la nueva oportunidad de bailar. Me acerque a ella, le hice una pequeña reverencia y ella me respondió.
Tome su mano entre la mía, y junte nuestros cuerpos quería sentir nuevamente esa sensación de su cuerpo junto al mío. Comenzamos a bailar mientras me acerque mis labios a su oído.
- No debiste decir que eras virgen.
- No hallaba como explicarlo – Estaba sonrojada.
- ¿Qué dices del sábado?
- ¿Qué? – Sonreí. Tan distraída como siempre.
- Nuestra primera cita – Le dije mientras con mis dedos acariciaba su mejilla.
- Me suena perfecto.
Quería besarla, pero no. Si íbamos a tener la primera cita entonces, creo que tendré que aguantarme estas inmensas ganas que tengo que comerme su boca en un beso. Mi lengua pasó por mis labios, que ganas más inmensas.
- Te tengo un regalo – Me dijo.
- ¿Un regalo?
- Si, pensé esta mañana que ya que iba a rechazar a mi admirador de años seria bueno un ultimo detalle, y como no te rechacé seria bueno darte un detalle que te recuerde esta noche.
- Créeme, no olvidare esta noche – Reí con ella - ¿Qué es?
- Dame tu mano – Se la pase cuando paramos de bailar, entonces vi como saca de uno de sus pequeños bolsillos que cargaba aquel vestido una masculina pero delicada pulsera de plata. En ese momento me sentí apenado, yo no había tenido la delicadeza de hacer un detalle para ella.
- Gracias – Agradecí sonrojado pasando la mano por aquella delicada prenda – Te lo recompensare, algún día.
- Ya se que quiero de regalo, pero no me atrevo a pedírtelo – Tartamudeo ella.
Con mis dedos tome su barbilla, y la alcé para que pudiera mirarme a los ojos entonces vi vergüenza en ellos. ¿Podría estar pensando lo mismo que yo hace unos minutos?
- ¡OH, OH!
- Creo que tenemos que besarnos.
¡Que lindo sonó eso! ¿O es mi idea?
- ¿Qué?
- Tienen que besarse Inuyasha – Me aclaro mi amiga Kikyo viniendo hacia nosotros con Houjo a su lado.
- ¿Qué?
- ¡No sabes! – Mas bien afirmo, que preguntar – En este instituto, en el ultimo baile de toda nuestra educación tenemos una tradición... – Sonrió – El rey y la reina deben besarse sean o no sean pareja.
- ¿Rey y reina? ¿Me perdí de algo?
Unas chicas se acercaron a nosotros colocándonos unas coronas encima de nuestras cabezas, se me estaba olvidando esta estupida tradición pero no sabia lo del beso. Esto me convenía, así que si ella no se opone yo tampoco lo haría.
- ¿Quieres besarme, Inuyasha?
¿Qué si quiero? ¡Tengo seis años deseándolo!
- Si tú me permites.
- Tienes todo el permiso.
Me acerco lentamente quiero ver tus reacciones ante cada uno de mis movimientos. Tal vez no sea el primer beso, pero si será el mejor. Toco con mi dedo todo el borde tu boca, entreabres los labios enseñándome que te gusta. Me estas mirando directamente a los ojos, cada vez mas cerca entonces juntamos nuestros labios. Que sensación, pensé. Nuestras bocas luchan tibiamente, mordiéndose con los labios apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando con nuestro paladar. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo negro como la noche, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo. Te siento estremecerte ante mi, entonces nuestro aire se agota con un ultimo beso pequeño separamos nuestros rostros.
… FIN ….
¡Gracias a todas por sus hermosos comentarios! ¡Nos vemos en un tiempito corto, porque estoy de vacaciones asi que tengo tiempo para escribir jajaj. Aquí les dejo el final de esta historia espero les guste, y bueno el epilogo en un tiempito corto :D
¡Gracias de verdad! ¡Espero me sigan apoyando asi! ¡Y animo en sus historias!
¡Las quiero! ¡Y nos vemos en la proxima!