A través de la burbuja.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 1: Un caso muy particular.
-Bienvenido Sr. Cullen—me saludó la secretaria de mi padre en cuanto crucé la puerta.
-Buenas tardes.
-Su padre le está esperando—levantándose y guiándome hasta la su oficina—es un auténtico placer que alguien con su prestigio se incorpore a trabajar con nosotros, sobre todo si…
"Sobre todo si menea ese trasero delante de mi cada día." ¡Oh! Qué bien, otra secretaria de mente calenturienta. ¿Qué hay que hacer hoy en día para encontrar a una persona decente y de confianza para que trabaje para ti?
-Señorita…
-Lauren, Lauren Mallory.
-Señorita Mallory, ¿hay alguna posibilidad de que usted a trabajar para mí?
-Actualmente trabajo solo para su padre, pero si lo desea puedo pedir un cambio—sugirió relamiéndose.
-No será necesario—gracias a Dios—no creo que a mi padre le haga gracia prescindir de su gran capacidad.
Ella se regodeó en mis palabras. Mal asunto, no quería que se cogiera muchas confianzas conmigo.
Tocó en la puerta al fondo del pasillo, con un cartel que anunciaba: Dr. Carlisle Cullen.
-Sr. Cullen, su hijo acaba de llegar.
-Hazlo pasar—dijo una voz desde dentro.
En cuanto estuve dentro, Lauren cerró la puerta tras de mí. Mi padre estaba sentado en el escritorio y se levantó para recibirme con un abrazo.
-Cuanto tiempo Edward—dijo emocionado.
-Dos años, sí. Me sorprendió que me llamaras. ¿Tienes algún problema? ¿Necesitas algo?
-Bueno, ahora que me lo preguntas, si necesito que me hagas un favor.
-Y yo que esperaba que solo quisieras que viniera a verte. ¿Cómo están mama y los chicos?
-Están todos bien, gracias por preguntar.
-Bueno. ¿Qué era eso tan importante de lo que quieres que me encargue?—sonreí burlón.
-Verás, debido a nuestra condición… "especial" tenemos la capacidad de tratar ciertas anomalías humanas mejor que los propios humanos, ya que nosotros no podemos coger gérmenes de ningún tipo, ni enfermar, ni infectar a nadie.
-De acuerdo, se lo que significa ser vampiro, pero no te sigo.
-Verás, en este hospital tenemos un caso muy especial en cuanto a esas anomalías se refieren, algo que ha pasado muy contadas veces en todo el mundo.
-¿De qué se trata?
-"Niño burbuja"—su voz sonó emocionada.
-¿Estás hablando enserio?—pregunté perplejo.
-Completamente. Es "niña burbuja" en este caso. Es bastante excepcional, tiene diecisiete años y lleva toda su vida encerrada en una cámara de plástico aislada del resto del mundo. Es una auténtica hazaña que haya conseguido vivir tanto tiempo y por eso es que su caso me tiene totalmente abducido. ¿Entiendes lo que es para mí poder estudiar está enfermedad a fondo y buscar algún tipo de cura?
-Es bastante increíble sí. Y supongo que para un vampiro de más de cuatrocientos años, toparse con algo tan insólito es algo que no debe tomarse a la ligera.
-Exactamente.
-¿Y cuál es mi posición en todo esto?—arqueé una ceja.
-Verás. Cuando llegué aquí no tenía consciencia de su caso, y hasta tiempo después no me enteré. Parece que ella es algo tan normal aquí que ya casi ni le prestan atención.
-Es horrible.
-Sí, lo es. El caso es que, yo asumí todas mis obligaciones como director del hospital antes de saber de su existencia, y no puedo centrarme en la investigación, organizar el hospital y cuidarla a ella al mismo tiempo.
-Empiezo a comprender que es lo que quieres que haga aquí. ¿Soy una especie de niñera?
-Creo que es una experiencia que te gustará. Además también te he llamado porque tienes un gran conocimiento médico, aunque no tanto como yo—se rió ante mi cara de pocos amigos—pero además eres vampiro vegetariano controlado, puedes cuidar de ella sin causarle ningún mal, ya que no puedes hacerla enfermar y eres capaz de leer la mente a todo el mundo, con lo que sabrás en todo momento que necesita y que siente.
Suspiré.
-De acuerdo. Supongo que no puedo desobedecer las órdenes del gran jefe—me reí. Él me precedió.
-Te caerá bien. Es una joven muy bonita aunque no es que sea muy sociable.
-Voy a encerrarte entre cuatro paredes de plástico sin ningún tipo de contacto con el mundo real a ver si te apetece conversar con desconocidos—le señalé acusador.
-De acuerdo, de acuerdo. Tiene sus muy buenos motivos. Ahora, ¿quieres conocerla?
-Claro, ¿por qué no?
-Recuerda que, aunque no sea necesario que ella esté protegida ante nosotros, no debe saberlo. Debe creer que somos humanos normales—me advirtió por el camino.
Asentí.
Subimos hasta el segundo piso donde estaban las habitaciones de los pacientes estables. Carlisle me iba contando el funcionamiento del hospital mientras avanzábamos, donde quedaba cada cosa, a quién tenía que dirigirme si tenía alguna pregunta y a quién debía evitar para que no me retuvieran mucho tiempo. Este apartado incluía la enfermería—naturalmente llena de enfermeras dispuestas a adular—y la administración, por obvias razones también. En cuanto llegamos a una habitación aislada del resto, en la zona más al este de esa planta, nos topamos con un joven que salía por esa misma puerta.
Al vernos, agachó la cabeza tímidamente y prosiguió su camino.
-Es Seth. Un joven muy prometedor, aunque le falta experiencia. Es el que se encarga de regular las condiciones de la habitación, desde la ventilación, hasta la temperatura y posibles contrariedades. He ordenado que ese sea tu trabajo a partir de ahora. Después te daré las pautas a seguir para la estabilidad de Isabella.
-¿Isabella?
-¡Ah! Es el nombre de tu paciente. Perdón por no habértelo comentado antes.
-No te preocupes.
Mi padre abrió la puerta y una corriente fría salió de la habitación. Entramos rápidamente y cerramos a nuestras espaldas.
La mitad de la habitación estaba cubierta por un plástico de gran tamaño que cubría esa zona completamente, apartándola del resto de la habitación. Justo por fuera había un par de sillas, supuse que para los posibles visitantes. Todo era tan blanco, inmaculado y tan cerrado que casi parecía un… manicomio. O algo por el estilo.
-¿Cómo pueden encerrarla en un lugar como este? ¡Ni siquiera hay ventanas!—le dije a Carlisle en un tono tan bajo que nadie con un oído humano podría haberlo escuchado.
"Lo sé. Aún estoy tratando de mejorar eso"
No quería ni siquiera pensar en que esa chica hubiera podido estar ahí encerrada toda su vida.
En el centro de la zona aislada había un pequeño bulto en el suelo envuelto con una manta roja, apoyada contra una pequeña cama. Tenía la cabeza sobre las rodillas y solo podía ver una mata de pelo castaño esparcida alrededor de ella.
-Hola Isabella—saludó mi padre cordialmente-¿cómo te encuentras hoy?
No hubo ningún tipo de respuesta. Ni siquiera levantó la cabeza.
-He traído a mi hijo para presentártelo. Será tu nuevo doctor, estoy segurá de que te llevarás muy bien con él.
Percibí un movimiento por su parte y, aunque no podía asegurarlo, parecía que estuviera observándome a través de su cabello.
-Hola Isabella, soy Edward. Vendré a partir de mañana a pasar tiempo contigo. ¿Te gustaría eso?
Creí ver que se estremecía.
"Prácticamente está siempre sola, no está acostumbrada a que estén con ella y mucho menos que alguien se lo proponga. Creo que le ha gustado la idea"
Bueno eso era un alivio.
Mi padre me agarró por el hombro.
-Ahora me lo llevaré para contarle todo lo que haga falta sobre tu caso, ¿de acuerdo? Mañana a primera hora lo tendrás de vuelta.
No respondió.
Cuando salía, me pareció ver de reojo que levantaba la cabeza para mirar, pero solo vislumbré un destelló chocolate antes de que mi padre cerrara la puerta.
Mientras caminábamos de vuelta a su despacho, no pude evitar preguntarle:
-Dices que pasa la mayor parte de tiempo sola, ¿es que sus padres no vienen a visitarla de vez en cuando?
-Ah… sobre eso, en cuanto sus padres supieron del problema que su hija tenía al nacer, renegaron de ella y la dejaron aquí sin ningún tipo de consideración. No sabe lo que es tener padres—dijo apenado.
No pude evitar sentir pena por ella. De verdad que eso no era tener una vida, sino ser prisionera de ella. Mañana iba a tratar de cambiar un poco las cosas a su favor.
Mientras caminaba me puse a cavilar sobre algo bastante interesante. Por muy débil que estuviera, no era posible que no se le pasara nada por la cabeza en el tiempo que estuvimos allí. Quizás era que no estaba prestando demasiada atención a eso. ¿O quizás… era otra cosa?
-¡Hola de nuevo!
¿Cómo estan mis lectoras favoritas?
¡Si me he animado y he comenzado esta nueva historia que espero que les guste y me dejen un review de vez en cuando!
Naturalmente es ficción, la idea la saqué de una peli que vi ya hace años sobre un niño burbuja, pero lo que saqué de la peli fue lo de la
habitación plastificada no la trama de la historia, esa es mía. No tengo aún muchos conocimientos acerca de este caso, no soy medico jajaja
pero intentaré hacerlo lo mejor posible. De todas maneras si tienen alguna critica que me puede ayudar, ya saben, ¡estoy abierta a nuevas
ideas y consejos!
Espero que les guste. Trataré de renovar pronto, a ver si los exámenes me dejan.
Besitos, Sele.