El calor era insoportable.

Hermione se encontraba sobre su escritorio, tendida y él encima de ella. Parecía imposible para ella saber cómo llego a esa situación. Profesora y alumno en una situación reveladora.

Ella estaba casada y tenía una hija de su misma edad, la cual estaba profundamente enamorada de él, entonces ¿Qué diablos le pasaba? , era cierto que el chico la satisfacía mucho más de lo que su esposo lo hizo nunca, pero eso no era una razón válida y mucho menos justificable.

Sus cavilaciones fueron detenidas cuando sintió la lengua de él lamer su cuello y apretar fuertemente sus senos sobre la blusa blanca. ¿Hace cuanto llevaba con estas "clases privadas "? se le hacía difícil decirlo; desde que ella fue nombrada hace dos años como profesora de defensa contra las artes oscuras, comenzaron ese escabroso juego, las miradas furtivas , las caricias inocentes, los besos cándidos, que más tarde se volvieron húmedos y calientes, toqueteos atrevidos …

Y ahora ese chico rubio de electrizantes ojos grises, estaba a punto de perder su virginidad con ella, deseaba que su primera vez fuera sublime, quería satisfacerlo y brindarle placer. Quería que fuera inolvidable, porque la primera vez de ella no lo fue, hubo mucho dolor e insatisfacción para querer recordarlo.

Habían estado practicando mucho para aquel momento, aún recordaba como la mano de él tembló al colocarla por primera vez entre sus piernas, su mirada expectante al notar sobre su ropa lo húmeda y caliente que estaba por él. Sus dedos moviéndose lentos y tímidos dentro de ella, penetrándola profundamente y llenándose de sus jugos.

Pero sobre todo recordaba aquella mirada de placer, cuando ella en un movimiento atrevido había introducido en su boca la hombría dura y palpitante del chico, los gemidos entrecortados, apenas entendibles –Profesora…Granger-. Había susurrado mientras mecía sus caderas buscando más placer, follando su boca de forma desesperada. Los ojos grises de Scorpius llenos de placer, su respiración entrecortada, su llamado suplicante entre gemidos y sus simiente llenándola ¡Merlín, solo de recordarlo se humedecía!

Esa fue la penúltima "asesoría" que habían tenido, ahora era el momento de aplicar todo lo aprendido, de que la exploración de sus cuerpos diera cabida al siguiente paso. Era tiempo de ver que tan buen estudiante era Scorpius Malfoy e iba de maravilla.

Había llegado minutos atrás a su oficina con ese porte altanero común en su familia, cerró la puerta con un hechizo y silenciado el cuarto. Todo preparado para el gran evento, aunque sabía que esas medidas no eran nada contra un alumno de nivel avanzado o un profesor, quienes podrían anular esos hechizos fácilmente, Hermione no hizo el mero intento de reforzarlos. El saber que podían ser descubiertos logró prenderla aún más, si eso era posible. Lo apasionante en un amor prohibido era el peligro de ser descubiertos.

Sin ningún reparo la había empujado hasta el escritorio, con besos alocados, él no era un hombre, era un adolescente que hace unos meses había explorado el placer de la carne y sus caricias eran demandantes, desesperadas con un poco de timidez.

Sí, así había llegado a aquella situación comprometedora. Sintió los dedos delgados moverse con extrema agilidad de bajo de la blusa y quitarle el sostén, sus manos palpar su senos estremeciéndola, tocando sus ya duros pezones y una corriente de lujuria sacudirla.

Ella había introducido al placer carnal a aquel niño, porqué no era más que eso, él solo tenía escasos dieseis años, Merlín podría ser su hijo, "pero no lo es" se recordaba mentalmente cada que la culpa la asaltaba.

Sería la primera, robaría su dulce virginidad mientras todos los demás alumnos incluyendo sus hijos tomaban clases. Aunque Hermione supo que esos pensamientos eran un tanto perturbadores, no podía evitar la satisfacción que sentía en aquellos momentos.

Poco importaba ya él porque engañaba a Ronald de aquella manera, el que pensarían sus hijos al encontrarla en esa situación, el que pensarían los demás profesores y sobre todo que pensaría Draco Malfoy , su antiguo compañero de clases, de que su querido hijo estuviera en la oficina de la profesora Granger teniendo sexo.

Lo único que importaba era la lengua húmeda de Scorpius, que lamía y succionaba sus rosados pezones, la mano que se deslizaba astutamente debajo de su falda y que la acariciaba sobre su ropa interior. Como su mano había movido a un lado sus bragas y la había penetrado con dos de sus dedos en un ritmo suave y tortuoso que la hacía enloquecer.

Qué en sus pelvis sentía la erección de su alumno crecer de manera dura, gruesa y potente. Qué él había acomodado su rostro entre sus piernas y su aliento cosquilleaba sobre su húmeda vagina; que su lengua caliente, húmeda y resbaladiza se encontraba en su interior, saboreando todo de ella como si fuera el más exquisito manjar.

Sentir su lengua húmeda moverse dentro de su cavidad era una experiencia única, así que fue inevitable para ella la que explotar en su boca. Definitivamente era un excelente alumno.

Él se quito lentamente el pantalón dejando ver su erección y ella se relamió los labios, al recordar el líquido dulce que s había probado hace unos días atrás. Sin más preámbulos ella abrió las piernas para él, acogió su larga polla dentro de sí.

¡Merlín! La llenaba por completo, golpeaba sus entrañas de manera casi irreal, aunque era primerizo sus embestidas eran rítmicas, hambrientas y fuertes. En una última potente estocada derramó su caliente y espeso semen dentro de ella, salió de su interior y aunque Hermione aún no había tenido su propio orgasmo comenzó a reacomodar su ropa. Interiormente sabia que algo así sucedería, después de todo era su primera vez, pero acostumbrada a que lo mismo sucediera con Ronald no se sintió decepcionada.

Iba a abrochar los botones de su blusa, cuando sintió el grande pene de su alumno penetrarla por detrás, un sola estocada que logró hacerla gritar, su ritmó ahora era más agresivo. Su cálida lengua estimulaba sus orejas, por medio de lametones y mordidas, su suave voz le susurraba lo estrecha y cálida que se sentía alrededor de él. Sus pechos rebotaban de manera rítmica a cada estocada que su viril miembro le ofrecía, sus piernas temblaban como gelatina y se sintió explotar cuando él volteó su rostro y su lengua de reclamó la boca de ella con una ansiedad febril, cuando nuevamente llenó su vientre de su cálida semilla.

Rose se dirigía hacia la oficina de su madre al girar el pomo se percato de que había un hechizo, el cual quito con un poco de dificultad, al abrir la puerta se encontró a su madre y su amor platónico en el escritorio.

Estaban cómodamente sentados, Hermione detrás del escritorio y él del otro extremo, de forma recatada.

— ¿Qué haces aquí cariño?—preguntó la castaña dulcemente.

Pero antes de que ella pronunciara algo más, el rubio se levantó de su asiento.

—Gracias por las clases, profesora Granger – pronunció educadamente, sin ver a Rose en ningún momento.

—Fue un placer, señor Malfoy, pero usted está ya muy avanzado, creo que esta será nuestra última clase privada.

—Me atrevería contradecirla, creo que apenas hemos empezado a progresar, mañana vendré a la misma hora —sin darle tiempo a Hermione de responder se marchó.

—Mamá ¿le das clases privadas a Scorpius?—inquirió tímidamente Rose, mientras tomaba asiento.

—Sí cariño, él vino a verme un día, a pedirme apoyo en defensa contra las artes oscuras.

—Pero si él es muy bueno —comentó Rose asombrada, ya que era el mejor en aquella materia.

—Por eso mismo, es demasiado bueno y las clases le parecen aburridas, por eso le doy clases especiales — respondió de forma segura.

— ¿por qué tu puerta estaba cerrad, con un hechizo?

—Bueno, no me gusta ser molestada mientras enseño a mis alumnos, la educación es primordial.

Rose asintió y Hermione se sintió aliviada, después de todo cuales eran las posibilidades de que alguien sospechara la clase de sesiones que compartían, el futuro premio anual y la "feliz" casada profesora de defensa contra las artes oscuras . Mínimas pero suficientes para que no se perdiera la excitación y pasión de cada encuentro.

—Mamá, ¿Qué piensas de Scorpius?

—Bueno es un chico, muy atento y dulce, creo que es un buen chico.

—Sí yo saliera con Scorpius, ¿Crees que papá se molestaría?

Hermione reprimió las ganas de reír, Ronald pondría el grito en el cielo y moriría al saber que su hija había caído en las garras de un Malfoy, y no pudo evitar carcajear al pensar en la cara que pondría al saber que su "esposa" había caído ante el mismo Malfoy.

— ¡Mamá, no te burles de mí!— exclamó colorada.

—Lo siento hija.

— ¿Es qué, enserio sería tan imposible tener una relación con él?

—Bueno, ni siquiera le hablas.

—Es que él es tan fantástico, tan guapo e inteligente, que cuando lo tengo frente a mí no se qué hacer.

A Hermione aquella conversación le recordaba mucho a la que unos años atrás tuvo con Ginny , cuando le aconsejaba sobre su relación con Harry, y recordando las consecuencias de aquellos consejos prefirió egoístamente no volverlos a decir, aunque esta vez era su propia hija quien los necesitaba.

-Tú te llevas muy bien con él mamá, ¿Qué haces usualmente con él?

La castaña se atraganto con su propia saliva y su corazón latió desbocadamente, nunca había esperado que la conversación tomara ese rumbo.

-Son cosas aburridas, seguro no las quieres oír.

-¡Yo quiero conocer todo de Scorpius!- Exclamó con frenesí Rose; recordando a su madre lo bien que ella sí conocía a Scorpius.

-Bueno dejemos de hablar de Scorpius Malfoy, ¿Qué es lo que querías? –preguntó Hermione tratando de desviar la conversación.

-Oh, cierto papá sea enterado que mañana es tú día libre y quiere saber si pueden ir a cenar.

-Cariño, me es imposible, sabes que estoy sustituyendo temporalmente al profesor de pociones.

-Pero mamá, papá y tú ya casi nunca están juntos.

-Lo siento cariño, pero me es imposible.

-Lo entiendo mamá.

Rose salió cabizbaja y Hermione la observó mortificada y antes de ser consiente gritó.

–Tratare de hacer lo posible por ir.

Rose sonrió animada antes de cerrar la puerta, había sido demasiado bajó por parte de Ronald, mandar a su hija sabiendo que ver su cara triste lograría hacerla ceder. Maldijo su nombre todo lo que faltaba para terminar el día.