50 años después...
La espalda de Arthur crujió en modo de protesta mientras se arrastraba escaleras arriba. Parecía que cada día se hacía más difícil. Uno de estos días, se dijo a si mismo. Uno de estos días iba a instalar un elevador. Se quejó cuando finalmente llegó arriba y caminó lentamente hacia la sala de estar. Cayó pesadamente sobre su silla favorita y miró a Alfred, que estaba sentado mirando la pequeña televisión distraídamente. -Uno de estos días voy a instalar un elevador.
Los labios de Alfred se contrajeron en una pequeña sonrisa. -Dices eso todos los días, Arthur.
-Lo digo en serio. Llegó el correo.
Alfred lo miró, con los ojos brillantes. -Ooh, ¿qué recibimos?
Arthur puso sus ojos en blanco. No entendía como Alfred se las arreglaba para emocionarse tanto todos los días por algo tan simple como el correo. Hojeó las páginas y sobres. -Solo el periódico y algunos catálogos. Oh, y una postal de Matthew y Francis.
-¿Dónde están ahora?
-En un crucero por la costa española, ¿puedes creerlo?- dijo Arthur examinando la postal con la fotografía de una prístina playa en el frente y la letra de Matthew al dorso. -¿Cuándo van a entender que están tan viejos como nosotros?
-Hey, habla por ti mismo, anciano.
Arthur lo ignoró con la práctica facilidad que solo viene después de cincuenta años viviendo con un maldito e irritante estadounidense. Se recostó sobre los suaves cojines y abrió el periódico. Era una edición especial para celebrar el quincuagésimo aniversario del Día de la Victoria en Europa, el quincuagésimo aniversario del fin de la guerra en Europa. Alfred había sido invitado a numerosas ceremonias, por supuesto, pero nunca fue uno de aquellos que se hacía un gran lío por esa clase de cosas. Apenas había mencionado nada acerca del día y parecía bastante contento con simplemente mirar el proceso por televisión. Arthur se enfocó en el periódico y luego de pasar unos pocos artículos acerca del fin de la guerra y las presentes celebraciones, llegó a una página que lo hizo detenerse de sorpresa. -Bueno, derribenme.
-¿Hm?- preguntó Alfred vagamente, con los ojos pegados al televisor.
-¡Estás en el periódico!
Alfred lo miró sorprendido. -¿Qué? ¿Es acerca del avistamiento de OVNI que reporté el mes pasado?
-No...
-¿Es acerca del gato que rescaté del árbol del frente la semana pasada?
-No, Alfred...
-No es por esa lata de tomates que olvidé pagar en el supermercado, porque la devolví y la muchacha fue muy amable y me juró que no involucraría a la policía...
-Alfred, cállate.- Arthur le acercó la hoja del diario. Alfred se inclinó hacia adelante y entrecerró los ojos.
-¿Qué dice? Espera, necesito mis lentes con más aumento...- Alfred comenzó a hurgar dentro de la mesa de café.
Arthur sonrió levemente y sacudió su cabeza. -Dice "Ases de Combate de la Segunda Guerra Mundial".
Alfred levantó sus cejas. -¿No me digas?
Y mira, ahí estás.- Arthur miró la fotografía en blanco y negro de aquel Alfred de diecinueve años en el periódico, sonriendo ampliamente a la cámara con su birrete militar en un ángulo inclinado. Lucía exactamente como lo recordaba. Arthur suspiró tranquilamente. -Eras tan apuesto...
-¿Qué es todo eso de "eras"?
-Shush.- Arthur leyó el artículo en voz alta. -El teniente Alfred F. Jones de la Fuerza Aérea Estadounidense solo voló en combate por unos pocos meses en 1944 pero rápidamente se distinguió como uno de los mejores pilotos de la guerra. Conocido por el enemigo como "El Mago" debido a su incomparable habilidad de evasión, su récord de siete muertes en una sola batalla no ha sido igualado por un piloto estadounidense, antes o después. El último vuelo del teniente Jones, durante el cual fue aislado por un escuadrón de Messerschmitts alemanes en espacio aéreo aliado, es aún considerada como uno de los momentos más audaces en la historia de la aviación. Superados en número por una gran diferencia, Jones derribó siete aviones enemigos mientras defendía espacio aéreo estratégico y arrastró el fuego lejos de su escuadrón hacia territorio enemigo, donde fue derribado, capturado y...- Arthur flaqueó a lo largo de las siguientes palabras. Era increíble como luego de cincuenta años, cualquier mención del incidente aún lo afectaba tan fuertemente. Miró a Alfred, quien le estaba sonriendo amablemente.
-Salta ese parte.
Arthur respiró profundamente, omitió ese pedazo, y continuó leyendo. -Por este acto de valentía, Jones fue condecorado con la prestigiosa Medalla de Honor. Luego pasó a convertirse en un instructor de vuelo militar muy respetado. Viajó extensamente entre Inglaterra y los Estados Unidos y ha sido reconocido formalmente por el gobierno británico en numerosas ocasiones por sus servicios a la mancomunidad. Alfred Jones reside actualmente en Londres con su...- Arthur se detuvo una vez más.
-¿Con su qué?
La mente de Arthur giro por la incredulidad. Su boca se secó y apenas alcanzó a decir con palabras ahogadas -Con su pareja desde hace años, Arthur Kirkland.- Arthur lo miró asombrado. -Pusieron eso en el periódico... ¡puedes creer que ellos realmente pusieron eso en el maldito periódico nacional!
Alfred rió alegremente. -Ah, los tiempos están cambiando. Espera y verás, ¡estaremos caminando hacia el altar uno de estos días!
Arthur solo se quedó mirando el papel, no creyendo a las palabras impresas en frente de él. Después de todos estos años de ser la pareja de un héroe de guerra, esta era la primera vez que había sido públicamente reconocido como tal. No pudo evitar la oleada de orgullo que sintió, sabiendo que todo el país podría leer ese artículo y esas palabras. Tampoco pudo evitar la amplia sonrisa que se extendía por su rostro. Luego miro hacia arriba, vio a Alfred sonriéndole con malicia y se sintió un poco avergonzado. Dobló el periódico y lo lanzó junto a él. -Huh, bueno, ahí tienes, entonces. ¿Qué esa basura que estás viendo?
Alfred subió el volumen. -Un concierto de celebración por el quincuagésimo aniversario.
Arthur sacudió su cabeza disgustado. -Nunca me gustaron esas canciones depresivas del periodo de guerra.- Alfred solo rió. Cuando la siguiente canción comenzó, Arthur reconoció la melodía inmediatamente. Su estómago se congeló. -Oh no.- La cara de Alfred se iluminó y miró a Arthur emocionado.
-¡Arthur! ¡Es nuestra canción!
-Oh no.
Pero era demasiado tarde. Alfred ya se había levantado de su silla y estaba intentando arrastrar a Arthur sobre sus pies. Arthur intentó protestar pero ya sabía que sería en vano. Finalmente se dejó arrastrar fuera de la silla a los brazos de Alfred. Este lo sujetó en la familiar posición de baile y comenzó a danzar alrededor de la sala. Y, por supuesto, comenzó a cantar. -Nos encontraremos otra vez, no sé donde, no sé cuando...
El sol inundaba la habitación a través de las cortinas mientras recuerdos de esta canción inundaban la mente de Arthur. Cincuenta años. Cincuenta años que habían pasado en un santiamén. Cincuenta años de bailes y risas y horribles cantos y todo lo que venía con eso. En décadas pasadas habían bailado esta canción tocada desde una radio inalámbrica, un gramófono, un tocadiscos, un televisor en blanco y negro, un pequeño reproductor de casettes, un reproductor de CD que Alfred había traído emocionado una mañana en 1983, y en una memorable ocasión tocada por una banda militar en una función muy selecta mientras varios entretenidos y confundidos delegados internacionales los observaban. Y en esta tarde en particular bailaron la melodía emitida desde su pequeño televisor. Por supuesto que bailaban un poco más lento, Y Alfred no lo columpiaba alrededor como solía hacerlo antes. Pero algunas cosas, como la canción en si misma, nunca cambian.
-Sigue sonriendo hasta el fin, exactamente como siempre lo haces..." El cabello de Alfred estaba más delgado y gris. Su bello rostro estaba surcado por los años. Pero esa sonrisa aún tenía el mismo efecto de siempre. -¡Hasta que el cielo azul se lleve lejos las oscuras nubes!
-Bueno, una cosa ciertamente no ha cambiado,- dijo Arthur, sonriendo a los flameantes y azules ojos de Alfred.
-¿Qué es?- preguntó Alfred, sonriéndole mientras lo abrazaba estrechamente por la cintura y hacia girar su pulgar sobre su palma.
-Después de todos estos años, amor, sigue siendo el peor cantante que jamás he escuchado.
Alfred solo rió mientras continuaban bailando lentamente al ritmo de la bamboleante música, la luz del sol de la tarde inundaba la habitación. -También te amo,- respondió, antes de romper a cantar nuevamente. -¡Pero sé que no escontraremos otra vez en un día soleado!
EL FIN.
Para todos ustedes que dejaron reviews, agregaron a favoritos o simplemente leyeron y disfrutaron "We'll Meet Again", muchísimas gracias. Me hace muy feliz saber que han disfrutado mi pequeña historia. Nunca esperé la cantidad de elogios que he recibido por esto y estoy impresionado, abochornado y muy contento por los besos y palabras de todos. No puedo agradecérselos lo suficiente. ¡Cada review me daba mucho ánimo y hacía que todo el esfuerzo ocupado para encontrar tiempo para escribir valiera la pena! ¡Todos son completamente asombrosos! :D
También, para cualquiera interesado en la parte de Ludwig y Feliciano en esta historia, por favor vean fic compañero "Auf Wiedersehen, Sweetheart". :)
NdT
Bueno, finalmente logré llegar al final de este fan-fic. Tardé mucho más de lo que debería y pido perdón por eso, sé que en cierto modo es una ofensa a mis lectores. Reitero los agradecimientos del autor y espero que hayan disfrutado mi traducción aunque no haya sido perfecta. Quizás nos leamos otra vez. Saludos a todos y, de verdad, muchas gracias, no se pueden ni imaginar lo que esto significó para mi. Adiós.