Amor sicario

Disclamer: Hetalia no me pertenece

La puerta se cerró bruscamente al ser empujada por el pie de uno de ellos, mientras arrastraba a su compañero al interior de la habitación, uno besaba al contrario con furia, pasión hasta podía decirse con desesperación como si temiera que se marchara y lo abandonara si lo soltaba. El otro por el contrario se removía ligeramente entre los brazos del primero intentando zafarse mientras luchaba por conseguir aire para respirar, cosa que se veía difícil puesto que su compañero lo tenia firmemente sujeto mientras le devoraba la boca.

Los labios del primero bajaron hasta el cuello del otro, recorriéndolo lentamente, lamiendo, besando y mordiendo el cuello del contrario. El otro dejo escapar un fuerte gemido de sorpresa cuando su compañero lo mordió.

-Romano-jadeo intentando recuperar el aire perdido momentos antes-para

-¿Pasa algo veneciano?-pregunto el mayor intentado quitarle la chaqueta

-Esto no es esta bien-musito el italiano menor-la iglesia…-comenzó a decir pero su hermano lo corto de tajo

-La iglesia también condenara lo que hicimos hace rato-dijo Lovino quedamente-no es el primer pecado que cometemos-dijo mirando fijamente los ojos verdes de su hermano

-Lo sé-coincidió el menor-pero…-antes de que pudiera continuar el mayor lo acallo con un beso

-Shit-susurro Lovino poniendo uno de sus dedos en los labios del menor-tranquilo veneciano se como te sientes pero no podemos hacer nada recuerda son ellos o nosotros-dijo Lovino intentando tranquilizar a su hermano pero sabia que era inútil, la culpa lo carcomía vivo al igual que el

Si veneciano nunca se hubiera involucrado con la mafia, si hubiera tenido mas cuidado ese día, si lo hubiera protegido mejor.

Feliciano nunca debió de haberse involucrado con la mafia italiana, debió de ser siempre el joven soñador y optimista que siempre había conocido, el hermano que siempre había amado pero en la vida no todo sale como lo planeamos y el destino da caprichosas volteretas de circo, eso era algo que Lovino Vargas había aprendido por las malas y de la forma mas dolorosa posible.

Viendo como su querido e inocente hermanito mataba a alguien por salvarle la vida a él.

Todo había empezado hacia tres años Lovino venia huyendo de un hombre de otra mafia que quería adornar todo su cuerpo con balas, era de noche y casi no había nadie en las calles. La hora perfecta para un encuentro de amor clandestino o un asesinato silencioso.

Al doblar una esquina se encontró con la persona que menos deseaba que viera el intercambio de balas o la futura masacre del cuerpo del sujeto que lo perseguía o el suyo propio. Feliciano Vargas, su hermano menor.

Veneciano no debía ver eso por ningún motivo, no debía de intervenir o lo reclutarían en la mafia, algo que Lovino no estaba dispuesto a permitir bajo ninguna circunstancia.

El sujeto disparo dándole en la pierna derecha, Lovino aulló de dolor pero siguió corriendo ahora con una ligera cojera, para alegría suya Feliciano no lo había visto. La mafia no lo metería en sus negocios sucios eso si que no. Primero tendrían que pasar por encima de él antes de tocarle un cabello a veneciano. Se topo con un callejón sin salida. La hora de decidir había llegado.

Matar o morir.

Saco su pistola del bolsillo de su chaqueta y reviso la recamara, tenia balas suficientes para hacer cinco disparos contra su adversario, se dio la vuelta y miro al hombre a los ojos, estaban cara a cara y solo uno saldría vivo esa noche.

Levanto el arma y disparo dándole en el muslo a su oponente haciéndole hincarse ante el mientras este suelta un quejido de dolor y disparando a su vez.

La bala le dio en la mano que sostenía el arma, Lovino dejo escapar un gruñido de dolor mientras que la sangre comenzaba a brotar de la herida, Lovino calculo sus posibilidades, el arma había caído muy lejos de él, no podría disparar y al mismo tiempo detener la sangre que manaba de sus heridas, había quedado indefenso ante su oponente ahora solo le quedaba esperar un milagro o que el disparo que lo matara casi no le causara dolor.

En ese momento Feliciano entro al callejón, los sonidos de los disparos y el grito de Romano lo habían alertado del peligro pero en vez de correr a esconderse como siempre lo había hecho fue a investigar que pasaba, presa de un mal presentimiento.

Ahora ese mal presentimiento se confirmaba: iban a matar a Lovino.

Feliciano no pensó en lo que iba a hacer solo actuó mientras el hombre parado frente ha su hermano se preparaba para disparar tomo la pistola del suelo, apunto y disparo. El hombre grito cuando la bala entro en su espalda, Feliciano hizo dos disparos más y el cuerpo del sujeto se desplomo en el suelo sucio del callejón. Lovino miro el espectáculo atónito y aterrado. Su hermano había matado a alguien a sangre fría.

Su hermano había matado a alguien. Se había convertido en un asesino por salvarle la vida.

Feliciano soltó el arma, se dejo caer de rodillas al suelo y comenzó a llorar en silencio, ahí fue cuando Lovino se acerco y a pesar del dolor causado por sus heridas, lo abrazo con fuerza, intentando darle algo de consuelo, algo que le diera fuerza para no volverse loco por el horror del acto que acababa de cometer.

Lovino no supo como o cuando llegaron a casa, como obligo a su hermano a meterse en la ducha y bañarse, al entrar en la habitación de Feliciano para sacar ropa limpia para que su hermano pudiera vestirse reparo en el uniforme manchado con sangre de su hermano.

Lovino levanto la chaqueta sucia del suelo y se la acerco a la nariz y fue ahí cuando se dio cuenta de que nada volvería a ser igual. La chaqueta de Feliciano ya no tenía ese aroma característico suyo, ese olor que relacionaba con Feliciano y con nadie más, ese olor a frutas, a tomates, a pan recién horneado, a pintura, ese olor a hogar ya no estaba, había sido abruptamente remplazado por el olor a sangre, a tierra, a suciedad, a sudor, a pólvora…

Olor a muerte.

Lovino empezó a llorar, lo que había luchado tanto por evitar por fin había pasado, Feliciano se había convertido en un asesino y era su culpa, enterró la cara en la prenda buscando desesperado algo que indicara que la persona que había conocido en el pasado seguía ahí pero lo único que encontraba por mas que buscaba era el olor a sangre, el olor normal en la ropa de un matón, de un asesino, no había nada que indicara que el olor de su hermano seguía ahí, tiro la chaqueta al suelo, saco algo ropa para Feliciano y salió corriendo en dirección al baño.

Una vez ahí, se agarro con fuerza del lavabo, respirando entrecortadamente, con las mejillas bañadas en lágrimas y sintiendo deseos de vomitar, Feliciano salió de la ducha en ese momento, cubierto solo con una toalla alrededor de su cintura.

-¿Pasa algo, Romano?-pregunto con timidez acercándose a él con preocupación en su rostro

Lovino miro a su hermano a través del reflejo del espejo del baño y no respondió, los ojos verdes de Feliciano lo miraban con preocupación y angustia, angustia y preocupación que él le había provocado a pesar de haber hecho todo lo posible por evitarlo, se dio la vuelta, lo abrazo y sollozo en su hombro, buscando algo que le dijera que su hermano seguía siendo el mismo de siempre pero por mas que inhalaba entre sollozos el maldito olor seguía ahí, inamovible, imperturbable.

-Lovino-llamo Feliciano-¿Qué tienes?-pregunto asustado

Lovino no contesto pero hizo algo que nunca debió de haber hecho, algo que duplicaría la culpa que sentía pero no le había importado en lo mas mínimo en esos momentos.

Lo había besado

Había besado a su hermano.

Feliciano abrió los ojos de par en par sorprendido por la acción de Lovino, podía apartarse pero no lo hizo demasiado desconcertado como para reaccionar, Lovino lo besaba con pasión, con desesperación, con locura. Lovino tampoco podía pensar con claridad solo quería sentir que la persona que conocía y amaba todavía estaba ahí.

Lovino saco a su hermano en brazos del baño y lo llevo a la habitación más cercana, una vez ahí lo acostó en la cama y le quito la toalla que rodeaba su cintura Feliciano hizo lo mismo con su ropa momentos después, estaban demasiado confundidos, demasiado perturbados y desesperados para pensar con claridad y cuando por fin lo hicieron era demasiado tarde.

Y todavía no sucedía lo peor.

De algún modo u otro la mafia italiana se entero de lo que había pasado esa noche y le ofrecieron a Feliciano unirse a ellos además de que lo amenazaron con que si se negaba adornarían el cuerpo de su hermano con balas. Lovino le grito a veneciano que no lo hiciera, que se negara, que no importaba lo que le hicieran si no se metía con ellos, le advirtió del dolor que traía convertirse en sicario, le dijo que no soportaría verlo cubierto de sangre la mayor parte del tiempo pero ninguna de esas suplicas o advertencias sirvieron para algo. La mafia recluto a Feliciano pese a todos los esfuerzos de Romano por impedirlo.

-¿Por qué lo hiciste?-pregunto Romano cuando la mafia se fue

-No tenia otra opción-dijo veneciano-iban a matarte si no lo hacia

-Pudiste negarte-dijo Lovino-no sabes lo difícil que es estar con la mafia

-No me hará sentir mas culpa que la que cargo ahora-dijo Feliciano con simpleza

Lovino se estremeció, aquello le había dolido más que las heridas corporales que tenia y que todavía no habían sanado. El primer trabajo de Feliciano para la mafia fue difícil: matar a un diplomático que iba camino al trabajo en una calle muy transitada, Feliciano hizo el trabajo con limpieza y en silencio, antes de que el diplomático pudiera decir esta boca es mía, veneciano ya lo había despachado y el pobre tipo ya estaba chupando gladiolo, con el éxito de la misión se revelo un lado de su hermano que Lovino intuía pero del que ni siquiera podía imaginarse claramente.

Feliciano era increíblemente ágil y certero a la hora de matar.

Veneciano pronto aprendió a ignorar la culpa y a matar con indiferencia, después de todo se había convertido en un sicario y ese era su trabajo le gustase o no además no podía pensar en abandonar la vida de mafioso porque en esa zona llena de oscuridad había una vieja y muy rigurosa filosofía: estas dentro o estas muerto.

Lovino estaba al borde de la desesperación, su mayor temor se estaba haciendo realidad, Feliciano se estaba quedando vacio de sentimientos, ya no lloraba, no sonreía, apenas y quería comer y tenía problemas para dormir, Lovino estaba preocupado por su hermano a quien ya no parecía importarle nada y tenia una apariencia casi cadavérica.

Había dejado de ser su Venecia para convertirse en un juguete de la mafia

Lovino quería de regreso a su hermano, aquel que se reía, lloraba, hacia un escándalo, pintaba hermosos cuadros dignos del Louvre, cantaba cuando cocinaba y tenía ese cálido aroma a hogar pero sabia que era muy difícil que ese joven alegre, despreocupado y soñador volviera a su lado puesto que había sido reemplazado por un hombre frio y calculador que hacia obedientemente lo que aquellos cerdos le pedían con indiferencia y sin la menor pizca de compasión o culpa y que tenia un olor a muerte impregnado en la piel.

Los odiaba, lo odiaba.

Odiaba a la mafia por convertir a su hermano en un monstruo, odiaba a su hermano por haber cedido tan fácilmente a los deseos de esos cerdos y se odiaba a si mismo por permitir que eso pasara.

Lovino sabia que Feliciano no hacia lo que la mafia le ordenaba por dinero, Feliciano nunca había sido codicioso y tenia indiferencia respecto al tema, a Lovino le quedaba muy claro que lo hacia por otra razón.

Lo hacia por placer. Por el mero gusto de matar.

La mafia era cruel, podía transformar a la creatura mas inocente, pura e inofensiva en una dura maquina para matar, en un asesino en potencia sin compasión ni piedad para sus victimas. Los que caían en sus redes se convertían en muñecos de trapo, en sirvientes sin voluntad, hacían lo que se les ordenaba sin cuestionar o sentir culpa o remordimiento por sus acciones.

Y lo peor era que Lovino sabia que no era culpa de su hermano el haberse convertido en un asesino, que se había convertido en un monstruo por él. Por protegerlo, por salvarle la vida.

Romano sabio que el veneciano que conocía se había ido y que era muy difícil hacer que volviera, sabia que era su culpa el haberlo perdido pero de algún día, de algún modo iba a quitárselos a los perros de la mafia.

¿Continuara?

Si quieren lo continuo pero si no se quedaran con la duda. Ustedes deciden.