Capítulo 5

La vuelta a casa fue confusa. Amu no conseguía impedir que las lágrimas inundasen su rostro y luchaba por respirar mientras el hipo y el frio de la noche resentían su garganta. Ikuto no hizo ninguna pregunta ni hizo esfuerzos por iniciar algo de conversación. Simplemente se quedo cayado, sujetando las cajas donde había guardado sus pertenencias, mientras seguía caminando a su lado. Cuando llegaron a casa, Ikuto simplemente dejó las cajas en una esquina del comedor y se sentó en el sofá donde había pasado la noche.

Amu permaneció de pie, sin moverse, observando la postura relajada de Ikuto. Su cuello se curvaba hacia delante y dejaba ver a través de la camiseta la linea que marcaban sus cervicales. Intentó relajarse. Esta no era la primera vez que se había enfrentado a una situación así. Siempre había conseguido mantener la calma, al menos el suficiente tiempo como para no preocupar a sus padres. Sin embargo, ahora por más que tratara de deshacer el nudo que se anidaba en sus entrañas no era capaz. Cerraba los ojos y veía a Takumi, mirándola desde la oscuridad. Sus ojos azules aparecían entre las sombras, con la pupila contraída, haciendo que el celeste de su irises se volviera aún más profundo. Su boca proyectaba una sonrisa macabra, que dejaba ver unos dientes blancos y rectos que relucían como la luna en la oscuridad.

Ikuto la miró fijamente y por un momento, Amu se planteó contarle todo lo de Takumi.

Una brisa de aire fresco se coló por la ventana de la cocina. Se le puso el vello de punta.

De repente, Ikuto soltó una carcajada. Literalmente, estalló de risa hasta que tuvo que ponerse un cojín en la boca para parar de reír. Amu lo miro como quién ve a un mono jugando al ajedrez.

''Idiota, ¿se puede saber de qué te ríes?'' Le preguntó, molesta.

A Ikuto le tomó veinte largos segundos en responder.

'' De ti, por supuesto ¡Eres una humana muy graciosa! ''

'' ¿Y qué se supone que te hace tanta gracia de mi? ¿EH? '' contestó, mientras le tiraba un cojín a la cabeza. Ikuto lo desvió sin siquiera tocarlo a la otra punta de la habitación con un simple movimiento de muñeca.

'' Tu cuerpo reacciona de manera bastante infrecuente a como lo haría un ser humano normal ¿sabes? '' Ikuto la miró. Sus ojos estaban vidriosos del llanto por la risa. ''En el tren de vuelta a casa me asustaste. Cuando te encontré en el andén, todo tu cuerpo exudaba miedo y adrenalina, como si fueras una gacela a punto de ser comida por el león. Tu mente trabajaba a la misma velocidad que el motor de un avión, ¡y sin embargo mírate ahora! '' Ikuto extendió los brazos y la señaló entera.

Amu se observó a sí misma, pero se sintió estúpida. Ikuto se quedó callado, como si esperase la respuesta de Amu, pero al ver que la chica lo miraba con cara extraña y que no tenía ni idea sobre lo que estaba hablando, bajo los brazos, decepcionado.

''¡Tu sistema límbico!'' Respondió como si fuera lo más evidente del mundo

''¿Mi qué de QUÉ? ¿Qué diablos es eso?'' preguntó Amu, totalmente perdida en la conversación.

'' ¡Pues tu sistema límbico! ¡La parte de tu cerebro que crea los estímulos emocionales!

''¿Y qué se supone que hay de malo en eso eh?'' Respondió Amu. Ikuto se acercó a ella y la obligó a sentarse con él en sofá.

'' En un caso normal, en una situación de peligro, el cuerpo reacciona sobre produciendo adrenalina y preparando los músculos para la huida. Cuando el peligro desaparece, el cuerpo cae en un estado de relajación, lo que provoca un descenso en la resistencia tanto física como emocional. En ese estado los humanos se vuelven vulnerables. El miedo a una posible reaparición del depredador inunda su cerebro. Cada vez que piensan en el agresor, su mente produce sentimientos de rechazo, terror e incluso aversión que se expande tanto por el plano físico como por el emocional. En casos graves, la víctima incluso tiene miedo de salir de su hogar por temor a encontrarse de nuevo con el agente agresor. '' Mientras Ikuto hablaba, Amu notó la emoción en su tono de voz. ¿Por qué se ponía tan contento? '' Cuando te derrumbaste sobre mí en el tren de vuelta a casa, pensé que te tomaría días recuperarte, incluso meses. Pero en cuanto hemos llegado aquí, tu mente se ha deshecho del miedo de manera tan fácil como quién tira un trozo de papel a la basura. ¡Es asombroso!''

''Pero eso no es así, ¡sí que estoy asustada!''

'' Estar asustada no es lo mismo que tener miedo, Amu. Lo primero es un mero instinto de supervivencia. Lo segundo, no. ''

''¿Y eso qué significa?'' gritó Amu '' ¡Acaso mi cerebro funciona mal!''

¿Por qué de repente sentía ganas de llorar?

Ikuto calló.

'' No es nada de lo que avergonzarse'' La voz de Ikuto sonó baja, con un leve matiz de seriedad '' A mi me gustaría tener tu cerebro Amu '' Amu se sonrojó levemente, a pesar de lo zombi que había sonado la frase. '' ¿Me dejas probar una cosa? Sólo para asegurarme…''

La voz de Ikuto, aunque suave, contenía un tono de orden que la hacía imposible de contradecir. Amu asintió con la cabeza.

'' Cierra los ojos y piensa en alguien que te guste ''

Amu lo miró con la duda en sus ojos. Ikuto, al otro lado del sofá, mantenía la vista centrada en ella, esperando. Al final, Amu se rindió y cerró los ojos. Pensó en alguien que le gustase… ¿Aquél modelo de televisión tan guapo? Se concentró en recordar sus facciones, pero hacía tanto que lo había visto que casi ni se acordaba de…

Sintió una mano recorrerle el cuello.

Inconscientemente, Amu le soltó una bofetada a Ikuto.

'' ¡Se puede saber que haces, pervertido!'' chilló Amu, apartándose de él.

Ikuto se masajeó la mejilla, pero no parecía enfadado. ''Tranquila fresita, solo he comprobado que la otra parte de tu cerebro andaba bien''

''¿Qué otra parte? ¿La del ASCO, quizás? '' respondió vengativa.

''No. La del deseo. Y funciona bien, por lo visto. ''

Amu no respondió, pero se llevo la mano al cuello mientras lo miraba con indignación.

'' Sé que no me lo vas a preguntar, pero te lo explicaré de todas maneras. El miedo es una emoción que tarde o temprano desemboca en odio. El odio y el deseo son dos emociones conjuntas, producidas por la misma zona del cerebro. Tan pronto podemos estar sintiendo la una como pasar a sentir la otra. Simplemente, he comprobado que aunque tu cerebro no trabaja bien con miedo, sí que lo hace con los estímulos sexuales. De hecho, por tu forma de sonrojarte violentamente, de taparte el pecho con los brazos y de lucir indignada, tengo la teoría de que todo ese miedo que tu cerebro no puede sentir, lo compensa con una profunda estimulación sexual. ¿Me equivoco?''

''Vete a la mierda'' Amu, sonrojada, le lanzó otro cojín, el cual siguió el mismo rumbo que el anterior. Ikuto soltó una carcajada al aire.

''Creo que acabo de descubrir tu punto débil, fresita''.

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Hotori Tadase soltó un suspiro mientras se secaba el sudor de la frente.

Aquella mañana le tocaba turno de limpieza y había tenido que madrugar especialmente para limpiar el aula de clase. Además, como era el delegado de clase, se encargó también de realizar todo el papeleo correspondiente a la época de exámenes. En conclusión, no eran ni las 8 de la mañana y ya estaba echando de menos su cama.

Terminó de escribir las últimas notas cuando la puerta corredera de la clase se abrió con un chirrido.

'' Buenos días, Tadase-kun'' saludo gentilmente Takumi.

''Buenos días, Renji-kun. Has llegado temprano hoy, no ha llegado nadie todavía. Realmente eres un alumno modelo ¿eh?''

Takumi sonrió y se sentó en su pupitre, en primera fila. Sacó los libros y se puso a estudiar, dando por finalizada la conversación.

Hotori le observó por la espalda mientras su mente repasaba el historial de su compañero. Takumi Renji era la perfección personalizada: campeón de kendo, secretario del colegio, miembro de honor del consejo y estudiante de matrícula. Realmente, no había ni una sola gota de grasa en su historial inmaculado. Salvo quizás, aquél incidente con Hinamori hace unos meses…

Tadase volvió a su tarea, intentando concentrarse en otros asuntos y dejar de lado aquellos que no le inmiscuían. Sin embargo, una parte de su mente seguía preguntándose por aquello. Hinamori Amu era una alumna bastante alejada de ser una estudiante perfecta. Su carácter, seco y autoritario, combinado con su pelo rosado y su uniforme decorado al estilo gótico, la hacían ver como a una pandillera, más que como una dulce niña de dieciséis años. Sin embargo, conocía a Amu desde que eran niños. Sabía que su fachada de frialdad era una excusa para tapar su dificultad a la hora de entablar relación con alguien. A pesar de que habían crecido y de que su relación se había enfriado con el tiempo, Hotori tenía la sensación de que Amu seguía siendo en el fondo aquella niña tímida deseosa de hacer amigos que había sido antaño.

Ahora, Amu era la chica más odiada de todo el colegio. Muchas veces, Tadase había pillado a alumnos insultándola por lo bajo, sin atreverse a enfrentarse cara a cara a ella (realmente, Amu era una persona que podía intimidar bastante). Él escuchaba pero callaba. No eran asuntos suyos. Además, estaba de acuerdo con lo que pensaba la mayoría de la clase: Amu no debió haber pegado a Takumi.

¿Qué pinza se le había soltado, por el amor de Dios? Ella alegaba que Takumi era un mal tipo pero eso era imposible. Conocía a Takumi desde hacía tres años, cuando empezaron la secundaria. Había mantenido una buena relación con él, ya que ambos eran miembros de consejo estudiantil, lo cual les obligaba a pasar mucho tiempo juntos. En todo el tiempo que pasaron juntos, Takumi hizo gala de una caballerosidad y una educación de primera. No había por donde pillarle un mal comentario o una mala acción. Todo lo que salía de él era entusiasmo, afabilidad y optimismo.

''Tadase-kun.'' Takumi interrumpió sus pensamientos.

''¿Si?''

''Tengo que ausentarme un momento, ¿te importaría decirle al profesor que tardaré un poco en llegar?''

Tadase sonrió con la mirada. ''Claro. Yo me encargo''.

El rubio observó como Takumi se levantaba, dejando sus cosas en el pupitre, y se marchaba del aula. Por más que lo imaginara, era humanamente imposible que alguien tuviera algo malo contra Takumi. Tenía un aura tal angelical que bañaba todo su alrededor en una burbuja de confortabilidad.

En tal caso, Amu debe de ser un demonio No se le ocurrió otra alternativa.

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Amu maldijo a Ikuto de nuevo.

Por su culpa había llegado más temprano que de costumbre al instituto, sólo para sacárselo de encima. Desde que había descubierto que cualquier contacto físico intencionado la ponía de los nervios, no paraba de acercarse a ella. Tan pronto se distraía, encontraba sus ojos mirándola fijamente mientras en su cara se reflejaban perfectamente pensamientos poco decentes.

Lo peor de todo es que lo hacía, no por que estuviera interesado físicamente en ella, sino porque se lo pasaba bien viendo como cada vez que lo hacía, la cara de Amu se volvía roja como un tomate. Básicamente, era un entretenimiento para paliar su vida aburrida en su casa.

Amu suspiró resignada, mientras subía los últimos escalones hacia el balcón del ático. Era el único lugar poco transitado donde podía estar tranquila hasta que comenzaran las clases.

Ikuto realmente era un dolor en el culo. Ni tres días viviendo juntos y ya quería darle la patada para que se fuera de casa. Sin embargo, tenía que reconocer que su compañía a veces era agradecída. Ikuto aún no conocía la historia de Takumi, ni tampoco hizo muestras de querer saberla. Por otra parte, todo lo que le había dicho sobre su cerebro había resultado ser verdad. Había pasado una semana desde que Takumi la había atacado en el andén del metro. Cuando fue a clase al día siguiente, Amu creía que no podría ver a Takumi sin sentir el pavor que había sentido cuando le amenazó, pero para su sorpresa, su mente no hizo más que sentir odio por él. Incluso tuvo que contenerse para no soltarle una buena bofetada.

Pero, realmente, golpear a Ikuto era una buena manera de liberar toda aquella frustración acumulada. Él no se quejaba ni devolvía los golpes, por mucho que ella le chinchara, así que por una vez en mucho tiempo, Amu estuvo en paz consigo misma.

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La campanita del Stars's café sonó con un leve ping cuando Ikuto abrió la puerta. En cuanto entró, un olor a humo y aceite le inundó el olfato. El local estaba vacío a excepción del barman y la camarera que limpiaba el suelo con la escoba. Se acercó cabizbajo a la mesa, esperando que le atendieran.

''¿Ikuto? ¿Eres tú?'' El barman de cabellos cenizos y gafas se acercó. '' Benditos los ojos, ¡eres tú!'' Desde detrás de la barra, Nikaidou le dio un efusivo abrazo al demonio.

Ikuto sonrió, y correspondió al abrazo. De cerca, Nikaidou seguía oliendo a limpio, a pesar del mal olor de su local.

''Nos tenías preocupados Ikuto. Supimos de tu plan para regresar al mundo de los demonios. Despues de eso, todos pensamos que estabas muerto. ¿Dónde has estado este último mes?

Ikuto frunció el ceño al recordar su fracasado intento de huida a su hogar. Si no hubiera sido por aquel dichoso hombre, lo habría conseguido.

''Casi me matan, Nik. Pero ya sabes, mala hierba nunca muere. ''

Nikaidou sonrió

'' ¿Quieres algo de beber? Espera…¡Ven aquí Iru, Ikuto ha regresado!'' Gritó Nikaidou a la camarera que barría las mesas más allá. Una joven de cabello negro, con sugerentes ropas que dejaban a la vista un pronunciado escote y unas piernas de infarto, se acercó hasta la barra dónde Ikuto se sentaba.

''Vaya vaya… así que el demonio no estaba muerto como muchos creíamos. Mi hermana se llevará una grata sorpresa cuando se lo cuente. '' Iru se acercó un cigarro a la boca y sacó el mechero del bolsillo de la camisa. Lo encendió y dejó que el humo pasara por sus vías respiratorias, saboreando el amargo sabor de tabaco. ''Es lo malo de ser seres sobrenaturales. Tus papilas gustativas no llegan a acostumbrarse al sabor del alquitrán''

''Iru, ¿Cuántas veces te he dicho que no fumes en horas de trabajo?'' le regañó Nikaidou.

''No es trabajo, es mi hora de descanso'' Iru soltó el humo y fijó su mirada en Ikuto. Apoyó los brazos en la barra, dejando ver una gran parte de sus pechos apretados a Ikuto. '' Sabes Tsukiyomi, hemos puesto una mesa nueva ahí detrás, ¿Por qué no vienes y la probamos juntos?

Ikuto sonrió ante la provocación de Iru y se acercó a ella.

''Lo siento, pero ya estoy comprometido con una mujer''

Iru y Nikaidou se quedaron estáticos, procesando la información.

'' ¿Has hecho el contrato? ¿Tú? ¿Cómo? '' exclamó Nikaidou, sorprendido.

'' Sí, lo sé. Es un dolor en el culo, pero en fin… antes de contaros necesito saber algo más…. ¿Sabéis algo de él?''

''¿El que te mando de una patada de vuelta al mundo de los humanos cuando intentaste regresar a casa?'' comentó Iru. ''No, ni idea''

'' Yoru nos dijo lo que pensabas hacer. En cuanto lo supimos intentamos salir en tu búsqueda para evitar que te mataran, pero ya era demasiado tarde. Después de eso, perdimos todo rastro de tu energía vital. Todos creimos que la habías palmado. Yoru estuvo llorando durante noches. ''

Ikuto desvió la mirada, sintiendo los remordimientos crecer en él. Realmente había sido bastante estúpido por su parte haberse aventurado a las bravas a su mundo sin esperar que nada pasase.

''La verdad es que estuvieron a punto de acabar conmigo. Por suerte sobreviví lo justo como para crearme un cuerpo alternativo donde poder recuperarme. Y entonces ella me encontró,,,''

''¿Quién es ella'' preguntó Iru con curiosidad.

Ikuto bebió un sorbo de la bebida que Nikaidou le había ofrecido, demorando su respuesta.

''Es…una estudiante de instituto''

Por un momento Iru y Nikaidou no dijeron nada. Intentaron aguantar, hasta que al final estallaron en carcajadas.

''Jajajaja. ¡Una estudiante de secundaria haciendo contrato con el gran Ikuto Tsukiyomi!'' rió Iru.

''No tiene gracia. He venido aquí intentando saber cómo romper el contrato. No puedo volver si sigo estando vinculado a ella.

''¿Volver a dónde Ikuto? ¿No planearás regresar de nuevo al mundo demonio?'' dijo NIkaidou

El silencio de Ikuto fue toda la respuesta que el barman necesitó.

''¡No puedes hacer eso!'' gritó ''¡Te arriesgas a que te maten, de nuevo!''

'' Está vez lo calcularé mejor. La otra vez fui un imprudente…. Está vez lograré regresar.''

'' No, Ikuto. Piensa en Yoru, él es como un hermano para ti. ¿Piensas abandonarlo de nuevo?''

Ikuto desvió la mirada ''No juegues la carta de la lástima. Sabes que tengo que hacerlo''

'' Ese es TÚ punto de vista. Aborreces tanto el mundo humano que no soportas quedarte en él, ¡pero no es tan malo como parece!''

'' ¡Vosotros sois ángeles, para vosotros da igual estar en un lugar o en otro, todo os va bien! '' gritó Ikuto, estampando las manos contra la barra. '' Pero el lugar donde yo pertenezco…es el mundo de los demonios. Como demonio. ''

'' Ikuto, cariño, tú hace mucho que dejaste de ser un demonio en pleno poder. Ahora no eres más que una sombra de lo que antaño fuiste'' comentó Iru, distraída, mirando el brillo de sus uñas '' Jamás encajaras ahí''

Las palabras de Iru quemaron como la sal en una herida. Indegnado, Ikuto se levantó de la silla y se dispuso a marcharse.

''¡Espera Ikuto! ¿Qué hay de lo de la humana? ¡Aún podemos intentar liberarte del contrato!

Ikuto paró, y tras varios instantes de duda, volvió a sentarse en el taburete donde antes.

'' Dime, ¿qué clase de contrato tienes con esa muchacha?'' preguntó Nikaidou, advirtiendo a Iru con la mirada de que estuviera callada.

''No estoy seguro. El contrato lo hize cuando me transformé en gato. Pero te puedo decir que permanecí alejado de ella tres días y casi me muero. ''

'' Para variar'' dijo Iru, ganándose una mirada de odio de Ikuto.

''Además, siento el vínculo con ella. No suele ser muy fuerte, pero lo noto, como una cuerda que me une a A… la humana'' por alguna razón, Ikuto no quiso decir el Amu delante de sus amigos. ''Pero por otra parte, puedo estar alejado de ella si es por un corto periodo de tiempo''

'' Entiendo'' dijo Nikaidou. '' No soy un experto en esto, pero yo diría que tienes un contrato tipo D.5.''

''¿Y cómo se rompen los D.5?'' preguntó Ikuto.

'' Generalmente, el contrato se debilita con el paso del tiempo hasta que ambas partes quedan desvinculadas. No te preocupes, no es un contrato muy fuerte''

'' Entiendo. Gracias por tu ayu…''

Socorro

De repente, Ikuto sintió un fuerte mareo. Su pecho comenzó a quemar y cada una de las células de su cuerpo comenzó a arder. En alguna parte de su cuerpo, algo pedía ayuda.

''¡Ikuto, qué te sucede!'' exclamó Iru, mientras el demonio se agarraba la cabeza con fuerza.

''¡Es ella, está en peligro. Nik, las llaves de tu moto!'' gritó Ikuto.

Nik le lanzó las llaves e Ikuto no espero ni un segundo para salir corriendo del bar. La campana de la puerta volvió a hacer ping mientras en el exterior se oía como la moto arrancaba y las ruedas chirriaban contra el asfalto al acelerar.

Despues, el silencio.

''Maldita sea… tiene un problema más grave de lo que pensaba'' susurró Take por lo bajo.

'' ¿Por la chica? ¿Por si se muere?'' preguntó Iru

''También. Pero eso no es lo que más me preocupa. '' Nikaidou se quitó las gafas y se apretó el puente de la nariz con fuerza '' Si es capaz de sentir que su contratista está en peligro es que el contrato es más fuerte de lo que pensaba. Tal vez un A, un B si tenemos suerte…''

'' ¿Y cómo se rompen esos contratos, Nik? Preguntó Iru, temerosa.

''Esos contratos Iru…'' respondió Nikaidou, mirándola fijamente '' esos contratos no se pueden romper. En la vida.''

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Era la hora de comenzar la clase. Amu por poco se había quedado dormida, tumbada en la azotea, pero por suerte la campana del instituto la había despertado a tiempo. Se levantó recogió sus cosas y se dispuso a salir por la puerta, sin embargo, está estaba cerrada y no podía abrirse

''Qué raro…antes me había asegurado de dejarla abierta…''

Amu intentó abrirla con todas sus fuerzas, pero fue inútil. La puerta de metal estaba firmemente cerrada. Desistiendo en la idea, Amu se asomó por la barandilla, esperando que alguien se diera cuenta de que estaba allí si gritaba con fuerza; pero la azotea daba cara al gimnasio, y a esa hora de la mañana nadie pasaba, ni siquiera los profesores.

En un intento de pensar, Amu sacó el móvil, rezando por que tuviera cobertura. Suspiró al ver que todavía tenía una batería y que la cobertura era buena. Se acercó a la barandilla, intentando coger más señal y llamó al número privado de la escuela. Espero a que el móvil marcara, pero antes de dar señal, algo la agarró por la nuca y la impulsó hacia adelante.

Amu soltó un grito, dejando caer el móvil al vacio, dónde se estrelló y quedó hecho añicos. Intentó girarse, pero la mano que le sujetaba la nuca era fuerte.

'' Bonitas vistas ¿no?''

Amu reconoció la voz de Takumi. Intentó defenderse, pero lo único que consiguió fue que Takumi la aproximara más y más al vacio. Amu notó como todo su cuerpo se ponía en tensión y sus frente comenzaba a transpirar.

Takumi la agarró por el cabello y la jaló hacia un lado, dejándola cara a cara con él. La agarró del cuello y comenzó a apretar, sintiendo como el cartílago duro de la traquea se apretaba entre sus manos.

''Es una pena ¿no?'' comentó Takumi, tranquilo mientras Amu intentaba desesperadamente apartar las manos de su cuello. ''Los estudiantes que sufren acoso acaban por suicidarse. Es una realidad como que el dia y la noche existen''

Amu boqueaba. Sus pulmones comenzaban a quemar y su cabeza a dar vueltas. Los espasmos de sus piernas se volvían cada vez más incontrolables.

''A…yu…da…'' gritó débilmente Amu.

'' Eres una monada, Hinamori Amu. Pero has visto demasiado. Lástima que tenga que acabar así'' Takumi la empujo hacia delante. El cuerpo sin fuerzas de Amu se deslizó sin problemas y comenzó a caer al vacio.

''¡NO!''

Ikuto llegó justo a tiempo para agarrar del uniforme de Amu e impulsarla hasta suelo firme. Amu tosio fuertemente mientras se agazapaba en el suelo y se retorcía de dolor.

''¿Quién eres y como has entrado aquí?'' Grito Takumi.

Ikuto se volvió hacía él. Takumi sintió algo extraño. La mirada de aquel chico desprendía odio de una manera tan intensa que Takumi se tuvo que controlar para no salir corriendo.

'' TÚ CABRÓN '' Sin dilación, Ikuto se abalanzó hacía Takumi, pegándole un puñetazo en la barbilla que hizo que se le rompieran varios dientes. Takumi intentó defenderse pero su cuerpo se encontraba paralizado. Ikuto le partió la nariz de otro puñetazo, dejando un charco de sangre por el suelo. Ignorando los sollozos del muchacho, Ikuto descargó a puñetazo limpio toda su rabia contra él. La mente del demonio se volvió un borrón gris, dónde todo lo que importaba era golpear, destrozar y cercenar.

Siguió peleando hasta que notó una molestia en el hombro. No se preocupo por ella hasta que la molestia se trasladó a su vista y le dejó ciego momentáneamente.

Entonces lo escuchó.

''¡Ikuto, para! ¡Vas a matarlo!''

La tenue voz de Amu casi no sonaba entre los sonidos de sus puñetazos, pero una parte de sí mismo, la más racional, se obligó a parar la masacre. Amu contuvo a Ikuto hasta que él paró completamente el movimiento de sus brazos. El demonio pudo ver como la cara y el cuerpo de chico estaban recubiertos de sangre, dejándolo irreconocible.

'' ¿Está muerto?'' Preguntó Amu

''No. Su corazón aún late. '' Contestó Ikuto '' ¿Quieres que lo mate?

Amu cerró los ojos y abrazó a Ikuto desde atrás y apoyó el pecho en su espalda. ''No. No quiero que mates a nadie. Por favor''

Ikuto se miró las manos llenas de sangre y miró con los ojos vacios al cuerpo ensangrentado de Takumi. Echó la cabeza hacia atrás y se apoyó en uno de los hombros de Amu.

'' Su mente está enferma. Merece morir. '' Ikuto posó sus manos sobre el pecho de Takumi. Amu se precipitó a pararle pero se detuvo. Ikuto estaba regenerando el cuerpo casi sin vida del chico. ''No te vayas muy lejos. Necesitaré tu energía para curarle''

Amu asintió y posó sus manos encima de las de Ikuto. Notando como la energía fluía lentamente a través de ella y cómo la piel de Takumi cicatrizaba, un pensamiento pasó por su cabeza.

No tengo miedo.