The Lost Canvas
Por Joey Hirasame

Capitulo 1
A Beginning's Bolero

"¡Maldición!"

El sonido estridente del cristal golpeando el suelo se extendió a lo largo y ancho del establecimiento, y todas las miradas fueron a parar al muchacho de cabello turquesa, arrodillado en medio del pasillo recogiendo los trozos de lo que antes era una vacija de vidrio.

"¡Wallace!" -Rugió un hombre, y pronto, el muchacho sintió como un par de manos se apoderaban de sus hombros y lo obligaban a levantarse del suelo.- "¿Qué te he dicho de tocar la mercancía frágil?"

"Que... ¿No lo haga?" -Murmuró el joven, desviando su apenada mirada. El otro tipo, un hombre de edad, alto y fornido, de cabello canoso y ojos de un color negro opaco, suspiró y dejó libre a Wallace.- "Lo siento, señor."

"Deja de disculparte y trae una escoba." -Ordenó el señor, antes de arrodillarse a recoger los pedazos más grandes. Wallace miró a su alrededor: todos los clientes en la tienda habían parado sus tareas para girarse y prescenciar su pequeño traspié. El muchacho rodó los ojos, agachó la mirada y fue a cumplir la orden de su jefe.


"Oye, Winnie." -Susurró una chica, inclinandose hacía la muchacha sentada junto a ella, rompiendo el espectral silencio en el salón de clases. Sin embargo, la aludida le ignoró y continuó con la vista fija en la hoja de papel en su pupitre.- "¿Podrías explicarme-"

"No." -Respondió cortantemente, sin dignar sus ojos color lavanda a posarse sobre su compañera.- "Ahora deja de hablar, necesito concentrarme."

"Pero si ya casí terminas." -Chilló la desconocida. Sin embargo, ya no salió palabra alguna de la joven. El hombre al frente del salón, el profesor, miró por sobre su hombro al reloj en la pared y golpeó su escritorio estruendosamente con la palma de su mano.

"¡Se acabó el tiempo! Escriban su nombre en la parte superior de sus hojas y dejenlas sobre mi escritorio antes de salir." -Dijo el hombre, antes de pasar a sentarse detrás del mueble. Uno a uno, los alumnos iban pasando y dejando sus examenes a la vista del profesor, pero ninguno de ellos captó su atención hasta que llegó la muchacha de cabello y ojos lavanda.- "¿Cuales son sus predicciones, señorita Nagi?"

"Perfecto. ¿Todavía lo duda, señor?" -Murmuró ella, mirandole de reojo mientras se dirigía a la puerta.

Sus movimientos eran perfectos y mecanizados, se movió en linea recta desde el salón de clases hasta el final del pasillo, donde le esperaba su casillero. Entró la combinación, abrió la puerta, dejó dentro todo lo que no necesitaría y tomo las cosas que si, para después cerrar la puerta y marcharse. Todo esto sin parpadear, relajar los musculos o bajar la mirada.

Salió de Golden High, en medio de una horda de adolescentes hiperactivos, pero sola al mismo tiempo, sin nadie a quien dirigir su mirada o que respondiera el gesto. Al salir del patio frontal, sin embargo, se encontró con una auto que ella conocía bien; pequeño y compacto, de color azul y vidrios polarizados.

Giró su inexpresiva y monótona mirada al vehiculo, mientras una de las ventanas, la del conductor, bajaba lentamente y revelaba a un hombre. De aspecto avejentado, pero varonil, el sujeto en cuestión lucía cabello gris, con unas cuantas canas, un par de brillantes zafiros donde deberían ir sus ojos, y una gabardina azul que hizo sudar a Winona al solo verla.

"Buenas tardes, señorita Nagi." -Saludó el hombre, sonriendo elegantemente. Winona avanzó un par de pasos e hizo una respetuosa y robotizada reverencia.

"Buenas tardes, Don Juan." -Saludó la estudiante, aún sin dignarse a mostrar emoción alguna.- "¿Qué lo trae a Golden High? Esta un poco lejos de su zona de trabajo, ¿No lo cree?"

"No planeo quedarme aquí mucho tiempo." -Susurró el hombre, antes de asomar la cabeza por la ventana y examinar sus alrededores.- "La falta de belleza y vitalidad en este lugar comienza a sofocarme. Pero tú lo vales." -Winona no pudo evitar arquear una ceja ante las palabras del hombre. Juan sonrió ampliamente, presionó un botón en la puerta del auto, y un pequeño click salió de una de las puertas traseras.- "Sube."

"¿Por qué?" -Preguntó ella, sin embargo el ojiazul se mantuvo en silencio y mantuvo su vista en el volante del auto. Winona suspiró pesadamente y finalmente subió al vehiculo.


"Wallace, por el amor de dios, ¡Quedate en la caja!" -Gritó el hombre, iracundo después de otra de las hazañas de su empleado.- "Si rompes otra cosa te juro que te desheredaré."

"Está bien, papá." -Suspiró el muchacho, dejandose caer en la silla detrás del mostrador. Su mirada escaneó la tienda entera, no era muy chica, pero desde donde estaba podía ver hasta el último rincón de ella. Fue idea de su padre acomodar los estantes de manera que fuera fácil vigilar todo el lugar. Solo había un par de personas, así que esos serían 5 minutos que el muchacho podría disfrutar.

Buscó algo en uno de los cajones detrás del mostrador, y de él sacó una libreta y un lapiz. Su mano temblorosa tomó el pedazo de madera y grafito y trazó un par de nerviosas e incomodas lineas sobre el papel. Un par de segundos después, su dibujo cobró vida. Era una bola de pelo, con ojos grandes y brillantes, patas gruesas, con garras afiladas como un demonio, y un par de diminutas alas de ángel salían de su espalda. El muchacho le sonrió a su dibujo, una sonrisa de satisfacción.

"Muy enternecedor, joven Mikuri." -Esa voz lo sacó de sus pensamientos tan violentamente que casí cae al suelo con todo y silla. Apresurada y torpemente, abrió el cajón del que sacó sus instrumentos y los botó dentro. Trató de cerrar el cubiculo rápidamente, pero había algo atorado que se lo impedia. Después de varios intentos, finalmente la obstrucción cedió y el mueble quedó en su estado inicial. La mirada de Wallace se alzó por sobre el mostrador para encontrarse con un hombre y una muchacha. Ella lucía como de su edad, y Wallace se tomó su tiempo para analizar cada una de sus facciones, hasta que se topó con sus ojos, que le miraban totalmente huecos.

"Eh, D-Don Juan. ¡Qué alegría verlo!" -Exclamó el muchacho, para después levantarse de su asiento y extender su mano al hombre. Juan miró a su mano como si fuese un objeto alienigena o algo similar, y tres segundos después, Wallace entró en razón y retiró su mano como si estuviese en llamas, para proceder a hacer una reverencia. Sin embargo, al hacerlo, su frente se dio un poderoso encuentro con el mostrador.- "¡Auch!"

"Relajate muchacho." -Aconsejó el hombre. Wallace respiró profundamente y finalmente cada musculo de su cuerpo se aflojó un poco.- "Buen trabajo."

"Lo siento. ¿En qué puedo servirle?" -Preguntó el joven de cabello turquesa.- "¿Necesita que lleve sus compras a su auto?"

"No vengo a comprar nada, muchacho." -Explicó el hombre, sorprendiendo sobremanera a Wallace.- "Vengo por tí."

"¿Por mí? ¿Qué necesita?" -Preguntó el muchacho, intrigado ante la rareza en el comportamiento de Don Juan. Ese hombre venía 3 veces a la semana a la tienda de su familia desde hacía 3 años, siempre a comprar lo mismo y siempre pedía que Wallace cargara sus bolsas a su auto, para después dejarle 3 PokeYens de propina.

"Quiero que vengas conmigo." -Dijo Juan, antes de girarse hacía el interior del establecimiento.- "Señor Mikuri, ¿Le importaría prestarme a su hijo por un par de horas?"

"No hay problema, incluso le pagaría por quitarmelo de las manos un rato." -Exclamó una voz detrás de uno de los estantes.- "Wallace, lleva algo de dinero y pasa a la ferretería por una caja de clavos cuando vuelvas, ¿De acuerdo?"

"Esta bien, papá." -Gritó el muchacho, mientras se dirigía a la puerta, detrás de Juan. Fue entonces que su mirada se posó en la joven acompañante del hombre. No había dicho ni pío desde que entró a la tienda, lucía bastante tensa y ni siquiera había parpadeado. El muchacho extendió su mano y le sonrió.- "Mucho gusto, soy-"

"Ya habrá tiempo para presentaciones, muchacho." -Le interrumpió Juan, desde fuera de la tienda, señalando a su auto estacionado al otro lado de la calle.- "Ahora tenemos que irnos."


"¿Qué es este lugar?" -Se atrevió a preguntar Wallace, sin embargo nadie respondió. Don Juan se había estacionado frente a un complejo de pequeñas estructuras, rodeado por un bello y verde pastizal. La mirada de Winona fue a parar a la inscripción en uno de los muros.

"Academia de las Bellas Artes de Goldenrod." -Leyó en voz alta, sorprendiendo a Wallace, quien le miraba extrañado. Así que así sonaba su voz, pensó él.

"Por aquí, muchachos." -Comandó el ojiazul, seguido de cerca por los jovenes. El hombre los condujo por una serie de pasillos vacíos y desolados. Wallace había concluido, por la fachada del lugar y la inscripción en el muro de la entrada, que eso era una escuela. Los tres caminarón en total silencio hasta llegar a un jardín.

Era pequeño, pero tenía una atmosfera serena y pacifica. Había cesped que se extendía como una alfombra bajo sus pies, con un par de flores adornandolo en ciertos puntos, y un árbol erguido orgulloso cerca del muro que delimitaba el lugar. Y debajo de ese árbol, había un muchacho, sentado de piernas cruzadas. Aproximadamente de la misma edad que Winona y Wallace, de cabello rojo intenso y tez blanca como leche, sus ojos marrones se incrustaban molestos sobre Juan.

"Por fin. ¡Me tienes esperando aquí desde las 2 de la tarde!" -Exclamó el muchacho, sin siquiera mostrar interes en levantarse del suelo.

"Mis más sinceras disculpas, joven Wataru." -Exclamó el hombre, con intenciones entremezcladas. Su voz decía que estaba siendo honesto, pero su sonrisa dejaba ver que no lamentaba nada.- "Pero estaba ocupado reuniendo a los demás."

"Disculpe." -Llamó Wallace, atrayendo hacía si todas las miradas.- "¿Podría explicarme qué está pasando aquí?"

"Si, creo que sería apropiado." -Murmuró Juan, antes de señalar al cesped junto al muchacho pelirrojo. Wallace y Winona procedieron a sentarse uno a cada lado del joven, intercambiando miradas confundidas.- "Bienvenidos a la Academia de las Bellas Artes. Una vez que comience con mi explicación de por qué están aquí, les pido que reserven todas sus dudas para el final." -Los trés asintieron.

"En este lugar, yo soy el director. Yo digo lo que aquí sucede y lo que no. Así ha sido en mi familia por las últimas trés generaciones. Ese es un ciclo que terminará abruptamente, ya que yo nunca me casé y estoy demasiado avanzado en la carrera de la vida para procrear. He llegado a la conclusión de que abandonaré este mundo en poco tiempo, y no he dejado un legado que pueda ser recordado por generaciones futuras; no he hecho nada trascendental. Invertí mis años en perfeccionar trés de las Bellas Artes, y me atrevo a decir que hoy en día, no hay persona más sabia que yo en estos temas. Es por eso, que hoy iniciaré mi legado, ustedes serán mi regalo al mundo."

"¿Es decir que nos enseñará arte?" -Preguntó Wallace, arrancando una pequeña carcajada de labios del Director de la Academia.

"En escencia: si." -Se limitó a responder.

"¿Por qué a nosotros?" -Preguntó Winona, demostrando solo un poco de interés.- "Tiene cientos de alumnos en esta escuela, ¿Por qué solo enseñarnos a nosotros de entre tantas personas?"

"El arte se trata de crear belleza de la nada." -Comenzó a explicar Juan.- "Eso es un reto al que se enfrenta todo artista. Pero se necesita a un verdadero Maestro, para crear belleza a partir de lo mas horrendo."

"...Eso si que es halagador." -Murmuró el pelirrojo.- "¿Por qué debería quedarme aquí para que me insulten?"

"No estoy diciendo nada que no sea absolutamente verdadero." -Aseguró el Artista, antes de posar su mirada sobre Winona.- "Winona Nagi: Tu cuerpo no conoce la gracia, tus movimientos son fríos y mecanicos, totalmente carentes de vida, tus emociones no afloran y el mundo no conoce tu verdadero rostro, ya que siempre vistes una mascara que oculta tus facciones. A tí, te enseñaré a moverte con elegancia, te moldearé de tal forma que podrás escribir poesía con el cuerpo y relatar las más bellas historias como una diosa. Tú eres mi lienzo en movimiento; mi Canva de la Danza." -Winona agachó la mirada, y después los ojos de Juan fueron a posarse sobre el pelirrojo.

"Lance Wataru: tu voz retumba en los oídos del espectador como un trueno en medio de la tormenta. Tu oído escucha solo lo que quiere escuchar y no puedes ser capaz de ver más allá de lo que está frente a tus ojos. Te enseñaré a escuchar- ¡Te enseñaré a romper las barreras de la vista y guiarte por uno de los sentidos olvidados! Te enseñaré a hablar el lenguaje del corazón y a derretir las voluntades con solo sonidos. Tú serás mi lienzo en el aire; mi Canva de la Música." -Lance sonrió de lado primero, y después desvió la mirada hacía un montón de flores. La mirada del Maestro fue a parar finalmente sobre Wallace.

"Wallace Mikuri, mi reto más grande." -El muchacho no pudo evitar ofenderse un poco, y bajó la mirada avergonzado.- "Tus manos se mueven tan torpemente como un pés en la red de un pescador: desesperado y jadeando por sobrevivir. Vives día a día tratando de hayar la belleza, y moldearla con tus torpes instrumentos, recurres a la memoria para hacer tus trazos sobre papel y dado a eso solo eres capaz de plasmar descentemente una imagen. Te enseñaré a abandonar el papel y el lapiz, a abrir tus horizontes y transformar los materiales más simples y burdos en obras de arte. Te enseñaré cómo se puede usar el alma como cincel y la voluntad como tu martillo para esculpir en el marmol del corazón. Tú serás mi lienzo de la imagen, el lienzo de la fachada y la vanidad; mi Canva Visual."

"Ustedes serán mis obras maestras, mis lienzos en blanco en los que plasmare mi escencia." -Finalizó el hombre, levantando su mirada al sol del atardecer, al cielo nublado de la ciudad dorada.- "Ustedes serán los lienzos perdidos: The Lost Canvas."

"Suena muy, muy bien." -Musitó Lance, remarcando el sarcasmo en cada palabra.- "¿Pero qué ganamos nosotros? A parte de más posibles insultos de usted."

"Cada uno de ustedes obtendrá una beca para estudiar en la Academia." -Anunció el hombre, inmediatamente ganando la atención de los dos chicos del grupo.- "Sé que ustedes dos lo apreciarán mucho, ya que ninguno está estudiando, pero..." -El hombre se giró hacía Winona, quien llevaba un buen rato en silencio.- "No sé si tú estarías dispuesta a abandonar tu escuela para emprender este viaje con nosotros."

"Tendría que pensarlo." -Fue su única respuesta, antes de levantarse del cesped.- "Si eso es todo, tengo que ir a casa a terminar mis tareas."

"Si, claro." -Respondió Juan, y de inmediato Lance y Wallace saltaron del suelo como si les quemara.- "Las lecciones comenzarán mañana a las 3 en punto. Si no se presentan, supongo que tomaré eso como su respuesta." -El hombre hizo una corta reverencia, que imitaron Winona y Wallace, pero Lance se mantuvo al margen.


"Vaya, Don Juan si que sabe cómo bajarle la moral a alguien." -Exclamó Wallace, mientras caminaba por las calles de Goldenrod City, acompañado por sus nuevos compañeros.- "¿Qué piensan ustedes?"

"Yo lo haré. Ni siquiera tengo que pensarlo." -Exclamó Lance, como si fuera lo más obvio del mundo, y probablemente lo era.- "No es como si estuviese haciendo algo importante, y será una buena forma de sacarme a mis viejos de encima."

"¿Y tú qué dices, Winona?" -Preguntó el muchacho de cabello turquesa a la Canva de la Danza, quien se había mantenido en silencio durante todo el trayecto.

"Creo... que necesito hablarlo con mis padres." -Murmuró la muchacha, ganando miradas extrañadas por parte de sus compañeros.

"Si, supongo que esto es algo que debo hablar con mi padre." -Murmuró Wallace para si mismo, antes de sonreir ampliamente a los otros chicos.- "Suena interesante. Conozco a Don Juan desde hace mucho tiempo y nunca le pregunté qué es lo que hacía, así que no sabía que esperar de él."

"El tipo no nos está haciendo ningún favor, solo quiere que la gente lo recuerde cuando muera." -Musitó amargamente el pelirrojo.- "Viejo infeliz."

"Oye, ten un poco de respeto, ¿Quieres?" -Gruñó Wallace, mirando desafiante al Canva de la Música.- "Tal vez sus motivos no sean del todo generosos, pero al final nos está haciendo un bien."

"Si, lo que quieras, niño Visual." -Musitó desganado, antes de detenerse en la esquina de una calle.- "Yo aquí me largo."

"¡Nos vemos mañana!" -Gritó Wallace, mientras Lance se alejaba, ondeando su mano perezosamente. La mirada del chico Mikuri se posó en Winona.- "Entonces, ¿Estás estudiando?"

"Creo que eso quedó bastante claro." -Dijo ella, sin mirar a Wallace a los ojos.- "No tengo nada más que hacer. No hay otro aspecto notable que deba considerar para tomar esta decisión."

"Vaya..." -Murmuró Wallace, para después rodar los ojos. Ambos cruzaron la calle una vez que la señal al otro lado se los permitió, para continuar su camino.- "¿Tienes algún motivo que te empuje a decir que si?"

"¿A qué te refieres?" -Preguntó ella, finalmente haciendo contacto visual, pero sin terminar de girarse para verlo.

"Bueno, hasta ahora solo haz listado tus estudios como obstaculo, pero no haz dado ningún motivo por el que pudieras aceptar la oferta." -Razonó Wallace, ante la mirada hueca de Winona.- "¿Te interesa al menos?"

"¿Por qué te interesa a tí?" -Preguntó ella, tomandolo fuera de balance. Wallace le miró sorprendido por unos momentos, antes de desviar su mirada al cielo del atardecer.

"Bueno, Don Juan tiene razón: soy muy torpe con las manos." -Confesó el muchacho.- "Siempre lo he sido. Y a pesar de nunca haber ido a la Academia, solía ver a los estudiantes que pasaban por la tienda después de clases. Con sus guitarras y sus instrumentos, y todos esos materiales. Siempre me pregunte cómo sería ser un Artista y hacer cosas maravillosas. Ahí fue cuando comencé a dibujar, pero mis manos eran tan torpes que no podía trazar dos lineas rectas. Entonces pasé semanas y semanas tratando de trazar el mismo dibujo, y finalmente lo conseguí: un demonio peludo con alas de ángel. Hasta la fecha, eso es todo lo que sé dibujar correctamente." -Wallace agachó la mirada y una de sus manos fue a para sobre su nuca.- "Creo que la razón por la que esto me interesa... es porque quiero probarme a mi mismo que no soy un total fracasado, y que puedo construir algo hermoso con este par de torpes manos."

Winona mantuvo su mirada estatica sobre el muchacho, hasta que ambos pararon en una esquina. La joven de cabello lavanda hizo una rápida y superficial reverencia antes de seguir por su camino.

"¡Oye!" -Le llamó Wallace. La muchacha le miró de reojo por encima de su hombro.- "M-Me interesa también... verte ahí mañana." -Winona le miró por un par de segundos más, antes de seguir por su camino y perderse de vista en cuestión de minutos.


Lo logró justo a tiempo. Llegó a la ferretería solo 5 minutos antes de que cerraran, ahora solo debía llevar la caja de clavos a su padre y su día estaría finalmente libre de tareas. Conocía la ruta de memoria, y se atrevería a ir con los ojos cerrados... si no fuese tan torpe, así que los mantuvo abiertos. Dobló en una esquina y-

"¡Cuidado!" -Wham* Todo se volvió negro, y juraría que escuchó cuando su craneo impacto contra el concreto.- "Oh, mi espalda... ¡Oye, estás bien!" -Sus ojos finalmente se abrieron y una vez que todo dejó de darle vueltas, se enfocaron en el joven frente a él, tirado en el suelo con una bicicleta encima.- "Lo siento, no fue mi intención."

"Eh, no te preocupes." -Gruñó Wallace, levantandose del suelo lentamente, tratando de no chillar de dolor. Su espalda lo estaba matando, pero trató de aguantarlo.- "Creo que debí haberme fijado antes de dar la vuelta... sobre la acera."

"Si, bueno. Ya me han dicho muchas veces que no condusca sobre la acera." -Confesó el apenado muchacho. Su piel era blanca, más de lo que Wallace pensó que era saludable, los ojos del muchacho eran de un color que rayaba entre el dorado y el amarillo, y su complexión era delgada y algo frágil.- "De verdad, lamento haberte arrollado... er..."

"Wallace. Soy Wallace." -Se presentó el muchacho, extendiendo su mano. El moreno la estrechó sonriente y la sacudió nervioso.

"Llamame Shio; todo el mundo lo hace." -Se presentó sonriente, antes de darse cuenta de algo. Levantó su mano para ver el reloj en su muñeca, arrastrando consigo la de Wallace. Finalmente, Shio soltó a Wallace, recogió su bicicleta del suelo y huyó, musitando algo acerca de llegar tarde. Wallace soltó un pesado suspiro y dio media vuelta, dispuesto a irse, pero se dio cuenta de algo: la caja de los clavos había desaparecido.

Buscó en sus bolsillos, en el suelo... y finalmente encontro la pequeña caja de cartón. Abierta, de cabeza sobre la rejilla del alcantarillado en la calle. El muchacho la levantó y ojeó el interior: nada, ni un solo clavo quedó.

"Maldita sea..."

N/A: OK, lo primero que quiero dejar en claro es que no soy corrupto. La votación que hice acerca de mis fics de la cual hablé en "Lazos" si importó y definitivamente voy a escribir "Decisiones", pero surgieron un par de inconvenientes. Me di cuenta de que "Lazos" dependió mucho de las canciones que utilizé en cada capitulo. Me comunicaron que era contra las reglas usar liricas de canciones, y traté de ver cómo quedaría el fic sin las partes que necesitaban de las letras. Era horrendo; estaba mutilado y carecía de mucho sentido.

Entonces, ahora tengo que replantearme el modo en que quiero escribir "Decisiones", ya que no quiero depender tanto de canciones para esa historia, y entre tanto, les presento este fanfic. Decidí empezar este en este instante porque es ligero y no estará tan largo como "Lazos", ademas de que aportará mucho a lo que sucederá en la siguiente parte de esta Saga.

En fin, sin mas por el momento, les agradezco por leer y les pido que por favor me dejen un review antes de cerrar esta ventana. Chao!