Capitulo 10. Solo es crema Gwen…
Merlín se veía hermoso a la luz de la luna; Arthur siempre lo había sabido. También se había dado cuenta de que su amante se veía igual de hermoso cuando su rostro era bañado por la luz de la mañana. Aunque estaba consciente de que ese momento su cabello estaba en un estado alborotado, su boca abierta dejaba escapar un hilo de baba, sus labios estaban ligeramente hinchados después de tanto besarse y roncaba ligeramente, pero para Arthur aun se veía hermoso.
Con suavidad el príncipe acercó su mano para retirar el flequillo del rostro de Merlín. El brujo suspiró con satisfacción dentro de su sueño y buscó más el tacto. Inclinándose hacía adelante, Arthur depositó un beso en cada uno de los párpados del chico.
Merlín gimió al recibirlos pero no se despertó. Arthur rodó sus ojos ante la adorable pereza de su criado, entonces se deslizo debajo de las sabanas para darle un lengüetazo suave al pene de su amante.
La acción sacó de su sueño a Merlín, pronto se dio cuenta que su hombría estaba siendo atendida. Levantó las mantas y miró hacia abajo encontrándose con los ojos de Arthur, que poco a poco fue tomándolo entero en su boca.
—¡Oh, mi dios, Arthur— jadeó Merlín.
Percibió la sonrisa del príncipe alrededor de su hombría, mientras este continuaba lamiendo y chupándosela. Justo cuando Merlín sintió que se iba a venir, Arthur se apartó.
—¿Qué? Arthur, tu te estas burlando— se quejó Merlín.
Arthur lo acalló con sus labios, antes de separar las piernas de Merlín con sus rodillas. Como la noche anterior, Arthur metió sus dedos en el ano de Merlín y los movió en su interior. Sus dedos localizaron rápidamente el punto que hacía a Merlín gemir y suplicar tan deliciosamente.
—Arthur, por favor— dijo Merlín casi sin aliento. —Te ne… necesito… dentro… de… de mi.
—Paciencia amor—le dijo Arthur mientras se tomaba su tiempo para terminar de preparar al brujo.
Había llevado a Merlín a donde el quería exactamente, a gritar, suplicar y gemir. Así era como Merlín se veía más bello, decidió Arthur. No se pudo contener más a sus propias necesidades, el propio Arthur se introdujo dentro del otro chico.
A pesar de que se acoplaron más fácilmente que la noche anterior, Merlín aun seguía estaba muy estrecho. A petición de Merlín, Arthur comenzó a embestir dentro de su siervo.
—Rápido Arthur… más fuerte— Merlín gritó y el príncipe se apresuró a obedecer.
Justo en ese momento, afuera de las habitaciones, Uther estaba llegando con la esperanza de poder platicar son su hijo.
—¡Oh no, otra vez!— se lamentó consigo mismos, antes de cubrirse los oídos en un intento de bloquear los sonidos y rápidamente se alejó del sitio.
—¿Esta bien mi Lord?— Morgana le preguntó comedidamente cuando el rey se encontró con ella y Gwen.
—Estoy bien— les respondió, forzando una sonrisa, que más bien pareció una mueca.
—¿Quiere que vaya a buscar a Gaius?— le preguntó Gwen. — Se ve un poco verde Sire.
—¡Oh, no, no es necesario!—respondió Uther, antes de pasar junto a ellas. —Oh, cierto chicas, sería mejor que no vayan a los aposentos de Arthur en este momento. El esta un poco… humm… ocupado.
Morgana y Gwen intercambiaron una mirada emocionada y esperaron a que el rey diera vuelta en la esquina antes de correr directamente a las habitaciones del príncipe para que pudiera escuchar a través de la puerta.
—¡Oh… Oh si, Arthur, justo ahí!— escucharon gritar a Merlín.
—Cariño, eres tan estrecho, se siente tan bien— respondió Arthur.
—No… no te detengas— dijo Merlín. —Sigue jodiendome.
—Te amo mielecita— dijo Arthur.
—¿Mielecita?— Morgana y Gwen abrieron la boca antes de tapárselas con sus manos para acallar sus risas.
Escucharon un intercambio de palabras sucias, algunos gruñidos y un rasgar de mantas antes de escuchar el grito de éxtasis Merlín. Entonces todo se terminó y las chicas se alejaron antes de que los chicos las descubrieran.
Esa noche, Uther le pidió a su hijo que se reuniera con él en la cena. Morgana también estuvo ahí y cuando Arthur entró tenía una sonrisa enorme tatuada en su rostro.
—Buenas noches padre— saludó Arthur. —Morgana.
—Buenas noches Arthur— respondió Uther de manera educada a pesar de que no miró a los ojos a su hijo. —Espero ya te encuentres bien.
—Si, gracias— respondió Arthur.
—¡Oh! Es estupendo escuchar eso— exclamó Morgana mientras bebía un poco de vino. —Mielecita— añadió en voz baja para que únicamente le escuchara Arthur.
Le miró con recelo, ni por un segundo creería en su mirada inocente.
El rey platico sobre asuntos de política mientras comían. Arthur escuchó fingiendo interés y apurándose a comer para ir al encuentro de Merlín. Fue entonces cuando prácticamente saltó de su asiento, al sentir unas manos acariciando sus muslos.
Arthur bebió un poco de vino y miró debajo de la mesa para encontrar a Merlín sonriéndole, instantes después comenzó a sacar lentamente su hombría. El rubor subió a las mejillas del príncipe y casi se atragantó con su comida cuando sintió la boca de Merlín alrededor de su pene.
A juzgar por la mirada de Morgana, Arthur sospechaba que ella sabía que Merlín se encontraba debajo de la mesa durante todo ese tiempo y por el brillo en los ojos de la vidente estaba seguro que sabía lo que estaba sucediendo.
—A veces siento una gran simpatía por ustedes los hombres— comentó Morgana. —Siempre tienen que estar preparados para la batalla, eso debe ser… duro.
Arthur la miró fijamente mientras sus manos se sujetaron de la mesa, sus nudillos se volvieron blancos de tanto apretar cuando luchó para controlar su tono de voz placentero.
—Me di cuenta que tu viejo sirviente ha regresado— Uther dijo.
—Si… Merlín regresó— respondió Arthur, tratando de controlar su respiración.
—¿Puedo preguntarte, cual fue la causa de su ausencia?— preguntó Uther.
—El… tuvo que visitar a su… madre— mintió Arthur.
—¡Oh, ya veo!— dijo Uther. —¿Confió en que este de vuelta para quedarse?
—Bueno aunque si Merlín se fuera otra vez, tengo toda la confianza que el volverá de nuevo pronto—. Morgana espetó mientras disfrutaba viendo como el príncipe se removía en su lugar.
—Parece que cuidas mucho a tu sirviente— comentó Uther
—Si, él es un buen… un buen sirviente— Arthur dijo con dientes apretados.
—De hecho es cierto—. Estuvo de acuerdo Morgana mostrando una sonrisa luminosa. —Deberías ver la forma en que Merlín pule la espada de Arthur.
—Hummmm— replicó Uther.
—Sabes mi Lord; creo que a Arthur le agradaría decirte algunas de las virtudes de Merlín— dijo Morgana dándole una mirada al príncipe.
—¿En serio?— preguntó Uther. —¿Y que podría ser Arthur?
—Oh, bueno, eh…— Arthur no sabía que decir.
Esta conversación estaba siendo incomoda, pero seguro sería mucho más fácil responder si Merlín no estuviese dándole tan buen servicio, Arthur no quería se detuviera. Se acomodó mejor en su silla y abrió más sus piernas para darle al brujo un mejor acceso. En cualquier momento explotaría y no tenía idea de cómo iba a permanecer callado cuando llegará su orgasmo.
—Lo que ocurre, es que Merlín es…— Arthur trató de decir, cuando sintió como una gota resbaló por su rostro. —Él es… bueno lo que ocurres es que es… oh, dulce dios, él es… umm…
—Tu amante— Uther dijo tranquilamente, ocasionando que los ojos de Arthur se abrieran en shock y Merlín se golpeara la cabeza con la mesa.
—¿Qué? ¿Qué… acabas de… como lo supiste?— preguntó Arthur.
—Podría decirse que estoy volviéndome lento por mi vejez Arthur, pero aun no estoy completamente tonto— le dijo Uther. — Ahora ve, encuéntralo y… haz lo que tengas que hacer.
—Umm… yo—. Arthur dudó, se sentía incomodo, mientras Morgana ahogaba una risa con su mano.
—Tu sirviente se encuentra debajo de la mesa, ¿no es así?— preguntó Uther.
Morgana comenzó a reírse fuertemente, mientras Arthur profundizaba su rubor y Merlín salía tímidamente debajo de la mesa.
—Buenas noches mi Lord— dijo alegremente Merlín. —Yo solo estaba… ummm, parece que escucho a Gaius llamándome.
Merlín huyó del comedor y corrió por los pasillos antes de chocar con Gwen.
—¡Oh, lo siento!—. Se disculpó el chico, mientras la ayudaba a levantarse.
—No te preocupes Merlín, estoy bien. —Le aseguró Gwen. —Merlín ¿Has estado en las cocinas otra vez?— le preguntó.
—¿Qué? No— respondió confundido Merlín. —¿Por qué dices eso?
—Tienes un poco de crema alrededor de la boca— le dijo ella.
—¿Crema?— preguntó Merlín antes de darse cuenta de lo que realmente era. —Si, crema… es solo que… me comí un poco de helado—. Rápidamente se limpió con su manga y le sonrió antes de continuar su camino.
—Eres muy extraño Merlín— le gritó mientras negaba con la cabeza divertida.
Cuando finalmente Arthur pudo escapar de la vergonzosa plática con su padre y Morgana, se aventuró a ir a sus habitaciones esperando encontrar a Merlín ahí.
—Así que… el rey sabe lo nuestro— espetó Merlín.
—Si— respondió Arthur. —Y lo ha tomado… sorprendentemente bien.
—¿Debo preocuparme?— cuestionó Merlín
—No— le aseguró Arthur— No te hará daño. Sin embargo no podemos dejar que sepa que eres un brujo.
—Bien, eso ya lo sabía, no soy un completo idiota— respondió Merlín.
—Podrías haberme engañado con eso— respondió Arthur, ganándose un mohín de disgusto. —Hablando en serio, nuestra relación es aceptada. Mientras seamos discretos, mi padre será feliz que estemos juntos.
—¿Pero que pasara? Ya sabes tienes que continuar el linaje Pendragon, tener un hijo— cuestionó Merlín.
—Hemos discutido eso— le dijo Arthur mientras sostenía al chico entre sus brazos y lo dirigía hacia la cama. —Creemos que lo mejor para todos es que Morgana sea quien lleve a mi hijo. Pero eso no tiene que suceder pronto y eso estará bien para él.
—Esta bien Arthur— respondió Merlín. —No me agrada la idea que estés… en una situación intima con otra persona, pero entiendo que necesitas tener descendencia y Morgana es la mejor persona para esto. Quiero decir ella sabe lo nuestro y sabemos que podemos confiar en ella y bueno… ella no te va arrancar de mi, ella es…
—Eso nunca— le dijo Arthur. —Nunca nadie tomará tu lugar en mi corazón Merlín.
—¿Me lo prometes?— le preguntó Merlín, mientras se acurrucaba más entre los brazos del príncipe.
—Te lo prometo— le dijo Arthur mientras se inclinaba para capturar los labios del chico.
Se besaron lenta y apasionadamente para quedar finalmente abrazados. Cuando Arthur miró a su amante dormido, sonrió al darse cuenta cuan increíblemente mágico se sentía amar a un brujo.
Fin
Gracias por leer
iArima chan /i