Bueno, han pasado bastantes meses y al fin regreso con un nuevo capítulo.

No pondré escusas, pues no las tengo, ya os sabéis de memoria lo de la falta de tiempo etc etc, así que solo pido disculpas y espero terminar pronto la historia, es decir, no volver a tardar tanto tiempo.

Para las que necesitéis un pequeño recordatorio, estábamos en que de repente Draco se estaba volviendo más fuerte, hasta el punto de llegar a controlar el cuerpo de Hermione e incluso poder tocarla cuando estaba fuera.

Hermione estaba asustada, pues pensaba que quería quedarse con su cuerpo, sale corriendo a los jardines, y justo en ese momento ven a Hagrid a lo lejos, saliendo del bosque prohibido con un cuerpo.

Y aquí seguimos.

¡besos!

-¡Hagrid! – gritó Hermione, pero el estruendoso sonido de un trueno silencio su llamada. El semi gigante caminaba presurosamente hacia el castillo con el cuerpo de un chico en sus brazos.

-es mi… - susurró el espíritu de Draco – soy…

-eres tú, tu cuerpo…

Ninguno de los dos conseguía reaccionar. Miles de ideas rondaban sus mentes, pero solo compartían una. Todo estaba a punto de terminar.

La castaña consiguió levantarse, por fin, cuando Hagrid traspasaba las grandes puertas del castillo y desaparecía en el hall.

-vamos Draco, tienes que recuperar tu cuerpo. – el rubio no tardó en entrar en ella, y juntos llegaron a toda prisa hasta la enfermería, en la que Madam Pomfrey hablaba de forma apresurada murmurando palabras inentendibles.

Hermione entró en silencio, pues sabía que si alguien la veía, la echarían de inmediato. Observó desde una cortina y Draco salió de su cuerpo para ver mejor.

-por Merlin, las enredaderas de adiv mantuvieron su cuerpo con vida, pero solo su cuerpo ¿lo entiendes Hagrid? – decía la enfermera.

-pero entonces, despiértelo.

-Hagrid, no hay nada dentro de este cuerpo que despertar…

-pero… - el semi gigante abría y cerraba la boca sin saber que decir y Pomfrey limpiaba las lágrimas de impotencia que salían de sus ojos.

Draco se sintió extraño al ver que personas que no tenían nada que ver con él, se preocupaban y sentían hacia su persona. Sobre todo el guarda bosques, al que había tratado siempre de manera cruel.

-entonces… ¿mi cuerpo sigue vivo, pero no puedo volver a él?

-ellos no saben que todavía sigues aquí – susurró Hermione sin dejar de perder detalle de cualquier información más que pudiera sacar.

-señorita Granger – la chica se giró sobresaltada, encontrándose detrás de ella al director ¿la habría escuchado? – debería volver de inmediato a su torre, no debe estar aquí.

-pero señor… - Hermione quería explicarse, pero Draco colocó su mano en el hombro de la chica para detenerla. Ella sintió con nitidez su contacto.

-regrese a su habitación, señorita Granger. El señor Malfoy pasará la noche en la enfermería. Pueden volver mañana – y al decir esto último, miró un instante a Draco a los ojos, justo antes de desaparecer en el interior de la enfermería.

-vámonos – llegó a ordenar Draco pasados unos segundos en los que ambos habían estado observando la espalda del director mientras se dirigía hasta la cama donde yacía el cuerpo del chico.

-pero Draco, debemos decirles… tú sigues aquí…

-ya oíste a Dumbledore. Creo que él sabe más de lo que nos hace creer. – dijo pensativo el rubio.

-él siempre sabe más de lo que nos hace creer – dijo Hermione comenzando a andar resignada.

Cuando iba a subir las escaleras del hall, la fría y transparente mano del chico la detuvo, agarrándola de la muñeca.

-por ahí no… vayamos a la biblioteca. – le pidió él, y ella solo pudo cambiar de dirección y adentrarse a la oscura estancia, hasta llegar al ventanal más grande, el que se encontraba en el fondo, donde se sentó a contemplar la oscura tormenta.

-¿estás cansado? ¿Quieres regresar? – le ofreció.

-estoy bien. Me siento con bastante fuerza. – en realidad Draco no quería regresar, pues sabía que si lo hacía, ella sentiría sus emociones, y ni él las estaba entendiendo en ese momento. - ¿crees que pueda regresar a mi cuerpo?

La castaña le miró. Él la miraba a los ojos como nunca antes lo había hecho, con confianza, con conocimiento. Fue en ese momento en que sintió un gran vacío en su interior. Justo el que él iba a dejar. Algo muy fuerte no quería que la dejara, pero debía dejarle marchar. Por unos momentos durante ese mes había pensado que él estaría junto a ella para siempre.

-haré lo que sea porque regreses.

-no tienes por qué. Es decir… Yo nunca he hecho nada por ti. En realidad siempre te he estorbado. No merezco… - el fantasma se revolvió el cabello frustrado, nunca había sido bueno para esas cosas.

-¿crees que no has hecho nada por mi? – Hermione deseó tocarle, pero no se atrevió a hacerlo. Que él le tocara a ella era una cosa, pero ¿y si ella no podía? – tú me has dado una seguridad que no tenía, seguridad en mi misma, me has enseñado a valorarme y a no compararme con los demás, y… me has hecho fuerte – en un arrebato de esa seguridad de la que hablaba, alargó su mano, llegando a tocar los dedos del chico, que descansaban sobre la piedra de la ventana sobre la que ella estaba sentada – puedo tocarte… - sonrió distraida.

-puede que esto sea una despedida – mientras decía eso, entrelazó sus incorpóreos dedos con los de ella. El escalofrió que recorrió a la chica desde la punta de sus dedos hasta su columna la hizo sentirse más triste.

-nos seguiremos viendo, pero esta vez cada uno con nuestros cuerpos – intentó sonar segura, pero no lo consiguió. Ya nada iba a ser lo mismo. Si Draco regresaba a su cuerpo, a su vida, ellos dos no iban a ser amigos. Y lo peor de todo era que lo que estaba sintiendo en ese momento no era precisamente una amistad por él.

-Hermione… -se cortó a sí mismo, no podía decirle que prefería quedarse así para siempre y estar junto a ella, que recuperar su cuerpo y vivir separados. Ella no tenía que compartir cuerpo con él, pues ahora tenía el suyo propio. – Esperaremos a que todo el mundo en el castillo duerma y… - le soltó la mano – lo haremos.

Draco suspiró profundamente, ahogando sus emociones, antes de regresar al cuerpo de ella. Desde los ojos de la chica, ambos observaron la lluvia caer y el oscuro cielo iluminarse. El rubio se sentía bien sintiendo el corazón de ella tan cerca.

El enorme reloj del castillo marcó la media noche, pero no se movieron. Ninguno dijo nada hasta pasada la madrugada, alargando lo máximo posible el tiempo que les quedaba, solo estando juntos.

Fue Hermione la que se levantó y comenzó a caminar en silencio. El chico no dijo nada hasta que se vio a si mismo acostado en una de las camas de la enfermería. Solo en ese momento se separó de ella para colocarse a su lado.

Su cuerpo, al igual que él mientras era un espíritu, estaba vestido con el uniforme de quidditch de Slytherin, el cual estaba lleno de tierra y manchado de verde por ciertos sitios. Pero lo que le llamaba la atención no eran sus ropas, sino la enorme rama verde que salía de su cuello. Otras más pequeñas salían de sus brazos y de distintas partes de su cuerpo. Observó a Hermione, que se tapaba la boca y había cerrado los ojos de la impresión.

La griffindor abrió los ojos cuando un suave cosquilleó recorrió su mejilla para agarrar su mano, con la que se tapaba la boca.

-Esa planta me ha mantenido con vida…

-has tenido mucha suerte – dijo ella deseando que el chico, a través del cual era capaz de ver, no le soltara la mano nunca. Que no se fuera. ¿y si no salía bien? ¿y si desaparecía? ¿si su cuerpo ya no funcionaba?

-la he tenido, pero por estar contigo todo este tiempo. Cualquier otra persona habría ido a algún profesor o habría intentado deshacerse de mí. Gracias por eso.

-va a ser raro volver a estar sola. – no pudo aguantarlo y una lágrima escapó de sus ojos. Había decidido ser fuerte, pero los sentimientos se arremolinaban en su interior.

Él tiró de su mano y cuando se quiso dar cuenta la tenía entre sus brazos. La estaba abrazando, y es que esa lágrima se lo había dicho todo, todo lo que él necesitaba saber. Hermione nunca había recibido un abrazo tan cálido por una persona corpórea. En cambio un espíritu le estaba dando lo que ninguna persona viva había conseguido.

-al cuerno con todo Hermione. Tu no vas a estar sola – se separó para mirarla a los ojos e intentó limpiar sus lágrimas, pero al parecer podía tocarla a ella, quizá sus lágrimas no tenían la suficiente masa para que él pudiera arrastrarlas – no me importan las consecuencias, quiero estar contigo Hermione…

La castaña solo alcanzo a asentir antes de notar el cosquilleo que le proporcionaba Draco cada vez que la tocaba, pero esta vez lo sentía en sus labios. Draco la estaba besando, y aunque no podía sentir el roce, ese cosquilleo fue la mejor experiencia de su vida.

-en cuanto regrese podré hacerlo mejor.- Hermione soltó una débil carcajada y se separó de él. – solo espérame unos segundos.

Draco se acercó a su cuerpo y, con algunas dificultades se acostó sobre él mismo. Era como cuando regresaba al cuerpo de Hermione, solo que en ese lugar no sentía ninguna otra presencia. Cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos olvido que era lo que estaba pasando.

"Draco" llegó a escuchar a lo lejos "Draco por favor, despierta". Volvió a cerrar los ojos y cuando los abrió la luz le dañó intensamente.

-has regresado – escuchó la vez de una mujer. Poco a poco empezó a enfocar su pelo castaño recogido en una coleta desordenada, la forma de su cara, hasta que la reconoció. – lo has conseguido, estas de vuelta.

-pero que… - le dolía la cabeza y estaba confundido. Cuando se llevó las manos a la cara las encontró con tubos verdes, parecidos a plantas saliendo de ellas. - ¿Qué es esto? – se puso nervioso, incorporándose de golpe e intensificando el dolor de su cabeza - ¿Qué me has hecho Granger? ¿Qué es todo esto? – gritaba mientras se arrancaba todas las ramas, hasta que tocó la enorme que le salía del cuello - ¡maldita bruja! ¿Qué me has hecho? ¡Aléjate de mí!

Hermione retrocedió asustada y con nuevas lágrimas en sus ojos al tiempo que la enfermera llegaba arreglándose su bata.

-¿Qué ha ocurrido? ¡Señor Malfoy! – la mujer no salía de su asombro – está bien, tranquilícese por favor, no toque eso, yo se lo quitaré, tranquilícese.

-¿Qué me ha hecho esa bruja? ¿ha sido Potter verdad? – gritaba señalándola acusadoramente.

-señorita Granger, salga de aquí ahora mismo, lo está alterando – Hermione no se movía mientras veía la escena con ojos desorbitados y el corazón desgarrado.

-váyase Granger, ¡es una orden! – gritó la mujer.