Ya se, ya se. No parezco yo actualizando tan rápido y más cuando dije que tardaría más. ^_^ jeje… bueno, espero que al menos haya pagado el haber tardado tanto en subir el capítulo anterior.
Pues aquí llega el final de este fic. Para aquellos que pensabais que esto era el fin fin… pues no. A lo que me refería era a que la primera parte de este fic se ha acabado. Supongo que haré una secuela después de este, pero por lo menos esta parte quería acabarla.
Al principio dije que serían 70.000 palabras y lo seguirán siendo, pero he cortado la historia en dos partes.
Bueno, no me enrollo más, solo agradecer de nuevo a los maravillosos lectores que dejaron review: Princesa Vampírica, Dafne10, Lekaiel, VeroSev, Luna, Lord Queen y Sekiyu.
Y a todas aquellas personas que durante este año y medio han seguido este fic. ¡Muchísimas gracias a todos! ¡No puedo creerme que tenga más de 100 reviews en un fic…!¡ jeje… ¡Os adoro! ^_^
¡Pues lo dicho, disfrutad del capítulo!
PD: No se si se verá, pero lo que está en cursiva es pársel
Capitulo 10: Manipulando a Harry
Llevaba un par de semanas que no sabía si sentirme molesto, aliviado o simplemente feliz. Por muy extraño que parezca tanto Tom Riddle como el irritante Abraxas Malfoy me habían dejado en paz. Era una sensación extraña el no tener que preocuparme por nada más que estudiar, comer y dormir. Sinceramente alababa con devoción al dios que me había otorgado aquel maravilloso regalo como era el librarme de esas dos serpientes.
"¿Harry, vienes?" Oí que decía Mel a mi lado. Negué con la cabeza y me dispuse a recoger mis cosas tranquilamente. "Entonces nos vemos en la charla." Comentó brevemente antes de alejarse de mí con unas amigas de Ravenclaw.
Era la última clase de hoy, cuidado de criaturas mágicas. La verdad es que desde el primer día que asistí a clase con la profesora Murgiplup no pude evitar echar de menos a Hagrid. Si con el semigigante había pensado que la clase era aburrida no podía ni encontrar una palabra para describir con exactitud como era la de Murgiplup. Era todo un reto el no cabecear con cansancio ante las interminables y soporíferas charlas de la mujer. ¿Pero qué esperaba? Tres horas seguidas hablando sobre los hábitos alimenticios de los chizpurfle no era lo que hacía que los alumnos se interesaran por una asignatura. Y el problema no era sólo el hecho de que hablara de cosas sin ningún valor real sino que cuando explicaba cosas sobre criaturas a las que sí valía la pena mencionar se le iba la cabeza completamente y acababa todo en desastre.
Era increíble que añorara mis días con los escregutos y su estúpida cola explosiva. Todo era mejor que oír a aquella mujer hablar sin parar de cosas sin una pizca de importancia.
Lo único salvable de la clase era que una vez cada dos semanas salíamos del castillo a hacer prácticas en el exterior. Ahora mismo me encontraba cerca de donde estaría la cabaña de Hagrid con las diversas jaulas del último animal que habíamos estudiado, el escarbato, otro de los bichos más estúpidos que existían sobre la tierra.
Resoplé con cansancio antes de introducir mi libreta en la mochila y la cerré con cuidado. Miré por última vez con detenimiento a mí alrededor para ver si me había dejado algo y vi que uno de mis guantes de piel estaba sobre la piedra donde había estado sentado durante la mayor parte de la clase. Me acercaba a recogerlo cuando oí un ruido a mi espalda. Me giré a observar que lo había provocado pero no vi a nada ni a nadie así que supuse que había sido mi imaginación, al fin y al cabo todo el mundo debía de estar de camino a la charla que daba a las cuatro uno de los aurores invitado por el colegio.
Me giré de nuevo a recoger el guante sin prestar mucha atención a lo que estaba haciendo y entonces noté una punzada en mi mano. Reaccioné apartándola rápidamente y miré hacia abajo sorprendido. Justo donde estaba mi guante había una serpiente. Era bastante pequeña y de un color pardo que se fundía con el terreno. Tenía la cabeza aplanada, la nariz picuda y las pupilas alargadas y verticales dándole un aspecto peligroso.
Me aparté unos pasos de ella y me miré la mano donde pude ver dos pequeñas punzadas que estaban comenzando a sangrar. Tras mi susto inicial me giré hacia la serpiente con enfado.
"¿Porqué me has mordido?" Pregunté con irritación mirando fijamente a la serpiente. La susodicha elevó un poco la cabeza analizándome detenidamente y yo no aparté mis ojos de ella. Para ser sincero, si no estuviera un poco turbado incluso me hubiera reído ante la imagen tan ridícula que formábamos.
Pasó como medio segundo y la serpiente aún no me contestaba así que ahora más calmado decidí averiguar algo que me urgía más. "¿Eres venenosa?" Pregunté inquieto ya que no tenía ni idea de que tipo de serpiente tenía enfrente.
De nuevo el reptil meneó la cabeza de una manera que me pareció graciosa. Exasperado me dispuse a sacar la varita, invocar mi guante e ir directo a la enfermería, pero unas palabras me sacaron de mi tarea.
"Comprender ti." Le oí decir con lo que me pareció un acento extrañó. "Ser vipera latasti. No veneno." La serpiente movió de nuevo la cabeza con diversión. La miré con detenimiento parecía que no mentía así que decidí asentir y dejar que continuara. "Tu hablar con mi también." Siseó de nuevo mientras zarandeaba un poco la parte trasera de su cuerpo como si fuera un perro y no una serpiente.
"¿A qué te refieres?" Dije un poco extrañado sin entender del todo que estaba diciendo.
"No saber que tu, humano, hablar también." La serpiente parecía divertida ante la situación y se deslizó un poco más cerca de mí sacando su lengua durante unos segundos. "No entender porque hablante querer que morder."
Todo esto era bastante raro, creo que había sido la conversación más larga que había tenido con una serpiente y si entendía bien la reptil estaba insinuando que yo la había provocado. "¿Te aseguro que yo no quería que me mordieras?" Dije un poco indignado.
La serpiente me miró moviendo de nuevo su cuerpo con lentitud. "No entender. Hablante querer que morder."
La pequeña víbora se estaba volviendo un poco molesta. Yo no le había incitado para nada a que me atacara así que no entendía porque insistía tanto. La miré durante unos segundos más y decidí que lo mejor era asentir y zanjar el asunto de una vez. Estaba claro que los reptiles de esta época estaban un poco chiflados.
"Esta bien. ¿entonces puedo recoger mi guante?" Comenté sonriendo levemente mientras señalaba el objeto al lado de la roca. La serpiente se giró y lo miró brevemente apartándose lentamente. Supongo que eso significaba que si.
"Hablantes ser interesantes."
No conseguí discernir lo que acababa de decir porque en ese momento estaba recogiendo mi guante, así que después de tenerlo en mi posesión me volteé y le pregunté. "¿Qué?"
La reptil volvió a mover con un aire seductor la cabeza mientras sacaba su lengua juguetonamente. "Nos ver de nuevo humano." Dicho esto se deslizó lejos de mí sin prestarme atención de nuevo.
Me quedé un poco inquieto al verla marchar tan súbitamente aunque también reconfortado al saber que no era venenosa, eso era lo que me faltaba morir dolorosamente de una estúpida picadura de serpiente.
Metí el guante en mi bolsa cerrando la mochila después, me la puse en la espalda y me dirigí hacia el gran comedor. Estaba seguro de que Mel y Brit estarían esperándome.
Era consciente de que debería prestar atención pero no podía evitar mirarles, algo pasaba entre esos dos. Estaba seguro.
Desde el minuto en que la pequeña serpiente había entrado al gran salón Tom Riddle no había dejado de observarle con una expresión de fascinación que superaba a mis propias miradas obsesivas. Y eso ya era decir. Ese tipo de atención solo iba a llevarle problemas al pequeño Slytherin, que parecía no entender que Tom Riddle era alguien peligroso.
En este mismo momento sabía que mi propio cuello estaba en la línea floja. Había podido salir indemne de la enfermería pero comprendía perfectamente que aunque Riddle me había dado un indulto eso no significaba que volviera a tener tanta suerte. Entendía lo peligroso que era el prefecto de Slytherin y tras dos semanas de reflexionar había decidido desistir en mi empeño de conseguir a Harry Evans. Al fin y al cabo sabía que no ganaría contra Riddle, era prácticamente imposible que bajara la guardia y aunque lo hiciera sabía que no era prudente crearse a un enemigo tan poderoso a estas alturas de la vida.
Me costaría olvidar a Harry Evans, era alguien encantador y tan sumamente atrayente y rebelde que hacía vibrar cada parte de mi cuerpo, pero al fin y al cabo nunca podría ser totalmente mío. Yo era el heredero de una familia sangre limpia y eso quería decir que mi futuro estaba sellado, muy probablemente con alguna muchacha que mis padres aprobaran.
Volví a notar como Riddle miraba a Harry con un brillo insano en los ojos, estaba claro que la situación de Harry Evans iba de mal en peor. Lo curioso es que también había notado alguna mirada rápida del joven Slytherin. Era algo curioso y perturbador. ¿Acaso Harry sentía algo por Riddle? Esperaba que no. Quería que Riddle tomara de su propia medicina y que sufriera lo máximo posible.
Era miércoles por la tarde y me hallaba en la sala común de Slytherin estudiando. Aunque estudiando exactamente no era lo que hacía, más bien me hallaba observando a cierta persona con más atención de la que me querría. ¿A quién quiero mentir? Me sentía como un mero acosador. Desde hacía días no podía parar de mirarle como un estúpido, era tan frustrante.
Cada vez que entraba en una habitación, cada vez que me miraba, cada vez que sentía su presencia… mis ojos sin pedirme permiso se fijaban en él, en aquel petulante y pretencioso Slytherin.
Era una sensación tan rara que pensé que podía deberse a una poción como la que ya me habían dado antes. Pero recordaba perfectamente la sensación de estar bajo la Amortentia, no era eso lo que sentía ahora, era algo completamente diferente. Algo en mi interior me hacía estar atento a cada uno de sus movimientos, a cada uno de sus gestos, a cada puñetera cosa que hacía o que decía.
Entonces noté como elevó su mirada de nuevo y me cazó observándole. Rápidamente bajé mis ojos hasta fijarlos de nuevo en el libro frente a mí. Esto no podía continuar así. ¿Qué era lo que me pasaba? ¿A qué se debía todo esto?
Advertí como se levantaba de su silla y se acercaba hasta quedar tras de mi. Su presencia tan cerca de la mía hizo que mi corazón empezara a latir más rápidamente sin que pudiera evitarlo.
"Dime Harry. ¿Necesitas ayuda?" Oí que decía susurrante a mi espalda.
Ni siquiera me giré para contestarle. "No gracias. Puedo arreglármelas solo." Mi vista continuaba fija en el libro y a pesar de que no lo tenía delante estaba seguro de que en su cara se había formado una mueca divertida.
"¿Estás seguro? Por como me mirabas pensaba que necesitabas algo." Insistió aún sin moverse de donde estaba.
"No, estoy bien." Contesté lo más fríamente que pude. Quería que se alejara, su presencia allí solo hacía que alterarme de una manera que no era capaz de comprender.
Entonces su mano rozó mi cuello y sin poder evitarlo de mi boca se escapo un pequeño gemido. ¿Qué era aquella sensación que me recorría cuando sus dedos tocaban mi piel? Esto no podía ser normal.
"Tenías un pequeño cabello, tan sólo te lo estaba quitando." Sabía que se había percatado de mi reacción y también sabía que ahora mi rostro debía estar teñido de un color escarlata de lo más mortificante. Entonces noté como se agachaba lentamente hasta que su noté su respiración en mi oído. Mi corazón palpitaba de una manera que me aterrorizó. "Si necesitas algo ya sabes que estoy a tu disposición." Le oí decir sensualmente con esa voz grave tan característica suya. Tan cerca de mí incluso podía notar como esa mueca satisfecha que tanto odiaba ver en él se ensanchaba de manera insufrible. Aun así intenté no reaccionar. Sabía lo que estaba intentando y si pensaba que me tenía donde quería no sabía quien estaba tratando.
Me giré y le miré con toda la indiferencia que pude. "Lo tendré en cuenta."
El me miró con una satisfacción que encontré sumamente irritante. No tardé ni dos segundos en volver a mi tarea sabiendo que aunque el insufrible de Riddle se largara de allí ya no podría concentrarme lo suficiente como para acabar el deber de astronomía.
Desde hacía unos días estaba de mejor humor que en mucho tiempo, incluso mis compañeros de Slytherin se habían percatado de ello. Todo se debía al gran gozo que sentía cada vez que cazaba a Harry mirándome con una fascinación que sabía que no podía evitar. Parecía que la poción estaba dando sus frutos y de una manera más que satisfactoria.
Al principio tuve mis dudas, ya que no me fiaba completamente de Devania Cormack, pero nadie podía discutir que esta vez había hecho un buen trabajo.
Pero no era sólo por esa razón por la que estaba feliz era por algo más, algo que había descubierto tan sólo días antes. Harry Evans era hablante de pársel. Aún no estaba muy seguro de cómo era posible que el joven Slytherin pudiera hablar la lengua más noble de todas y me hacía preguntarme si de alguna manera pertenecía a mi mismo linaje.
Aún recordaba el momento que le oí hablar con la pequeña víbora que había enviado para que le mordiera días atrás. Incluso desde la lejanía me di cuenta de que Harry no se sentía incómodo o sorprendido hablando pársel sino que era completamente consciente de su don. Eso me hizo preguntarme porque había ocultado aquella habilidad si le podría haber otorgado el respeto y la admiración de toda su casa.
Guardar aquel impactante secreto era tan típico de Harry Evans. Y si antes mi interés por la pequeña serpiente había sido elevado ahora parecía haber llegado a niveles peligrosos. No por primera vez me desilusionaba que Harry fuera tan buen oclumens, si no fuera así no dudaría ni un minuto en entrar en su mente y averiguar todo lo que quería saber sobre aquella insólita criatura.
En ese mismo momento percibí que Harry entraba por la puerta acompañado de una de sus amigas. No tardó ni tres segundos en desviar su mirada hacia mí y cuando nuestros ojos se cruzaron pude ver como su cara enrojecía rápidamente. Le dediqué una de mis muecas socarronas a lo que él respondió apartando sus ojos y huyendo de la habitación.
Su amiga se quedó observándole durante unos segundos sorprendida viéndole marchar antes de sentarse en una de las mesas del fondo.
Este juego del gato y del ratón era realmente divertido pero incluso el mejor de los juegos tiene que acabar en algún momento. Estaba claro que tenía a Harry donde quería ahora sólo tenía que recoger lo que sin duda alguna me pertenecía.
Me levanté de mi silla y miré a Orion. "Vuelvo en un rato." Y sin esperar respuesta alguna me dirigí hacia la salida de la sala de estudio.
Caminé rápidamente sacando ls varita y conjurando un hechizo de búsqueda. De mi varita salió una resplandeciente esfera de luz que se alzó hasta colocarse a un par de metros de altura y sin esperar ni un segundo más se empezó a mover. La seguí satisfecho sabiendo que en pocos minutos estaría frente a Harry.
Pasillo tras pasillo fui siguiendo a la esfera sin saber exactamente donde me llevaba y entonces se paró delante de una puerta que reconocí vagamente y se desvaneció. Si no recordaba mal esta era la aula que se utilizaba para adivinación.
Nunca me había sentido atraído por aprender el arte de la predicción y el vaticinio. Era una rama de la magia para la cuál debías estar predestinado y yo nunca había tenido el ojo interior necesario para ello. Por tanto, desde tercer curso había decidido que no optaría por cursar la clase.
No esperé ni un minuto más y me decidí a entrar al aula. Abrí la puerta lentamente observando que estaba bastante oscuro. El lugar estaba lleno de bancos circulares, pufs y cojines y al fondo había una estantería enorme con objetos que no conseguía discernir.
Entre unos pasos más buscando a Harry y entonces noté como algo puntiagudo rozaba mi cuello.
"¿Qué haces aquí, Riddle? No creo que vengas a clase de Adivinación." Oí a mi espalda. No pude evitar que una mueca traviesa se formara en mi rostro.
"Estoy seguro que ya sabes que no. ¿Para qué preguntas entonces?" Le contesté mordazmente.
"Si, me imagino que estás aquí para torturarme con tu presencia como siempre." Comentó con visible irritación.
No dije nada, tan sólo me quedé callado sin hablar esperando a ver que se disponía a hacer ante mi presencia. Tras medio minuto de silencio volvió a hablar.
"Riddle, no me andaré con rodeos, sé que me has hecho algo." Afirmó sólidamente. "Y quiero saber lo que es."
Y ese era Harry Evans amenazando sin temor alguno al alumno más poderoso de Hogwarts.
"¿Porqué crees que te he hecho algo, querido Harry?" Dije girándome y fijando mis ojos en los suyos. El chico frente a mí no parecía temer a nada, es más, sino fuera quien soy incluso diría que parecía amenazante.
"¿Crees que soy estúpido? Sé que esto que siento no es para nada normal. Y es tu culpa." Gritó sin bajar la varita ni un centímetro.
"¿Y qué es eso que sientes exactamente?" Pregunté rápidamente.
El chico me miró durante unos segundos y respondió. "Hay algo en mi que me empuja a mirarte, a buscarte, a estar en tu presencia. Esta… esta obsesión que parece haber salido de la noche a la mañana es alguno de tus trucos, lo sé." Sonaba angustiado y entendía perfectamente el porqué. Harry no quería sentirse así y menos aún por mí, lástima que no me importara en absoluto obtener su permiso.
"Oh, mi pequeño y dulce Harry." Dije burlonamente. "Sabes que todo esto te lo has buscado tú solito." Expliqué acercándome más a él. Su varita se clavó contra mi cuello pero eso no me hizo apartarme ni un milímetro de donde estaba. "Tú mismo me retaste. Y te aseguro que en menos de un mes me necesitarás tanto, que serás tú el que venga a mí."
"Maldito. ¿Qué me has hecho?" Refunfuñó con furia clavándome aún más la varita en el cuello.
Ante su desesperación solté una carcajada que sabía que sólo le enfurecería más. Estaba claro que se sentía acorralado y Harry no respondía bien ante eso. ¿Pero que más daba? Con aquella poción que hacía que su magia y su alma se sintieran irresistiblemente atraídos por la mía no había manera de huir. Era mío lo quisiera o no.
No negaba el hecho de que los efectos podían ser contrarrestados, pero para cuando Harry averiguara de qué poción se trataba ya sería demasiado tarde y estaría completamente bajo mi poder.
"¿Porqué me haces esto?" Me dijo con desesperación. Entonces le vi bajar la varita y descender su mirada al suelo. Noté como su cuerpo empezaba a temblar y no pude evitarlo y lo rodeé con mis brazos. No trató de zafarse de mi abrazo ni de moverse, sino que se quedó quieto en aquel lugar dejándome vía libre. Mi cuerpo no tardó en pegarse más al suyo mientras mi cabeza descansaba en aquel precioso y rebelde cabello azabache que tanto me gustaba. El cuerpo de Harry olía a magia, a pasión y a poder, era adictivo y embriagador y sabía que ni aunque el castillo se derrumbara en este justo momento me conseguiría separar de este hermoso joven.
Aquella momento tan dulce y tierno tan poco común en mi vida se desplomó cuando noté como los brazos de Harry intentaban apartarme.
"Déjame." Le oí decir susurrante haciendo un esfuerzo patético por apartarse de mí. Estaba claro que el chico sabía que había perdido, que de ahora en adelante no había manera de huir. "Suéltame." Susurró de nuevo haciendo más esfuerzos por librarse de mí.
No tardé en complacerle mirándole con pasión y con aprecio.
"Harry, te avisé que no podrías escapar de esto." Le dije dulcemente viendo como el chico seguía sin elevar su mirada. "Ríndete Harry y se mío. Sabes que no hay otro camino." Intenté que mi voz sonara dulce y tranquilizadora, quería que cediese. Pero parece que su orgullo y su espíritu renacieron en ese mismo momento igual que lo hace un ave fénix.
"No soy ni seré nunca tuyo, Riddle." Le oí gruñir con fiereza. Entonces con sus manos me empujó de él y elevó su varita hacia mí murmurando un hechizo que no supe discernir.
No tuve prácticamente tiempo de reaccionar pero conseguí esquivar por los pelos el hechizo y sacar mi varita contratacando rápidamente con un expeliarmus.
Por alguna extraña razón, la vista de Harry se había desviado hacia la izquierda perdiendo la concentración y mi hechizo le golpeó lanzándolo contra las estanterías del fondo sin piedad.
Por un momento el pánico me invadió cuando vi que la estantería se bamboleaba y empezaba a caer sobre él.
"¡Harry!" Exclamé viendo como desmoronaba sobre él. Polvo mágico, cristales y madera rota lleno el lugar formando una niebla blanca un poco extraña que no me permitía ver si estaba bien o no.
Con un hechizo desvanecedor me deshice del humo y me acerqué al lugar levitando la estantería en el suelo. Lo que vi me dejó de piedra, Harry no estaba allí. Busqué por todos lados angustiado sin éxito alguno. Harry Evans había desaparecido, y peor, lo había hecho delante de mis propios ojos.
FIN
Pues eso es todo…. Supongo que ahora entenderéis porque he cortado aquí el fic, por lo menos la primera parte. La segunda será sobre como Harry regresa al futuro. Aquí debo hacer una advertencia. Como ya avisé, este fic se iba a hacer más y más tenebroso. Es muy pero que muy probable que en la segunda parte haya tortura, noncon, BDSM, etc… Ya os digo que no puedo imaginar al dark lord siendo cariñoso y afable. Si algo queda demostrado en los libros/películas es que Voldemort está desequilibrado (ya sea por hacer tantos hocruxes o por usar tanta magia negra) así que imagínate si le añadimos la obsesión que tiene por Harry. Pues eso es todo. De nuevo muchísimas gracias a todos por darle una oportunidad a este fic y sobretodo gracias a todos aquellos que han dado su opinión y me han apoyado durante todo el camino. Gracias. ^_^
Nos leemos pronto,
Besos,
Debauchi