DISCLAIMER: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son de Kishimoto-baka-sempai.

La noche sobre Konoha era húmeda, silenciosa e inusualmente tranquila. El Jounin de guardia suspiró y se puso una mano bajo la barbilla con aburrimiento. Masculló algo sobre el hastío y apretó los dientes con fuerza.

—Esto no pasaba cuando aún estaban aquí las Uzumaki.—Gruñó.

Su compañero dio, inmediatamente, un respingo, y le fulminó con sus ojos oscurecidos.

—¿Estás loco?—Murmuró, con la voz encendida de enfado.—Si te escuchan decir eso, te van a acusar de traidor, e irás a hacer compañía a Hyuuga-sama a su celda.

El hombre tragó en seco, recordando a la esposa del Hokage, siempre digna, ahora encerrada, y suspiró. En ese momento, el silencio de la noche fue roto por algo, un chasquido suave, casi inaudible, pero que hizo que ambos se levantaran de un salto.

—¿Quién anda ahí?

Escucharon un susurro suave, que trataba de pasar desapercibido, pero que llegó a sus oídos como traído por una brisa nocturna. Ambos reconocieron la voz, tanto como la técnica, y el miedo les heló la sangre en las venas.

—Kuchiyose no jutsu.

De la nada, apareció una lengua que tomó al primero. Una figura pequeñita, rubia, salió de entre las sombras, con una mirada oscura y que delataba una mezcla de decisión y pena. Los ojos del segundo Jounin se fijaron en él, e inmediatamente lo reconoció:

—Haruto-sama…

El niño le fulminó con la mirada, y entonces abrió los labios para decir algo, pero era tarde. El hombre desapareció en una nube de humo para dar la alarma, y una lenta sonrisa se deslizó por el rostro del Uzumaki.

—Gamakade-chan, puedes soltar al Jounin, le ataremos.—Le dijo al sapo de su lado, acariciando su rugosa piel.

El anfibio soltó un ruidito, desatando la lengua alrededor del Jounin, lo justo para que Haruto pudiera atarle.

—Vendrán a por ti ahora y te soltarán, mientras, yo voy a ir a ver qué puedo hacer para matar a esos viejos…Para que no se lo puedas decir a nadie.—Y le dio un golpe que le dejó inconsciente. Haruto sonrió, agradeciendo mentalmente a Natsuki el habérselo enseñado.

Aparecieron en el lugar varias figuras más, que le miraron de manera expectante. Él asintió con la cabeza y se rascó la nuca de manera nerviosa.

—Ya le dije a Natsu que yo era una genial distracción.—Fue todo lo que dijo, y la otra no pudo evitar reírse, aliviada. Había pensado que su hermano quería ser una "distracción" totalmente distinta.

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Kakashi fue rápidamente a avisar al resto de shinobis de Konoha, al menos a aquellos que seguían siendo fieles. El Hatake había dictaminado que necesitarían toda la ayuda posible cuando el enemigo se pusiera en movimiento.

Las celdas eran un lugar frío, oscuro y húmedo, que lograban sacar los peores sentimientos de Natsuki. En cuanto puso un pie en ellas, sintió unas súbitas arcadas, y las rodillas le fallaron. Estuvo cerca de caer al suelo, si no hubiera sido porque Obito estaba allí para cogerla.

—Vamos, tienes que ser fuerte.—Le exhortó al oído, ella le miró, con sus grandes ojos confusos, como si se sintiera perdida.

—No me gusta este sitio.—Confió en un susurro a su mejor amigo. Él le dedicó una sonrisa triste.

—Piensa en tu madre.

Esas cuatro palabras sirvieron para que ella se obligara a incorporarse. Se dio cuenta de que todos la miraban, en su mayoría con aprensión. Se obligó a sonreír y a alzar una mano, tratando de darse ánimos a sí misma más que al resto. Su voz sonó nerviosa, flaqueaba, y Naruto no pudo evitar fruncir los labios.

—Vamos a patearles el culo.

Mientras avanzaban, los sentimientos despertaban en Natsuki, llenándola de horror y un dolor casi físico. Notaba que las cicatrices le quemaban el cuerpo, y sabía que todo aquello era psicológico, sin embargo, no podía evitar que el espanto llenara cada rincón de ella, se hundía en la histeria tanto como en los pasillos de las celdas.

—Nosotros nos quedamos aquí.—Afirmó Anko mientras Itachi y ella se paraban en seco. Sakura abrió la boca para decir algo, pero Mitarashi la cortó con voz segura.—Tenemos que sacar a Naomi y a Tetsuya.

La Haruno avanzó hacia ellos, queriendo acompañarles. Sin embargo, Sasuke agarró con fuerza el brazo de la pelirrosa, mirándola con sus afilados ojos oscuros. Sakura asintió, entendiendo a qué se refería su esposo, y volvió sus iris verdes hacia su primogénito.

—Cuídate.—Ordenó antes de que el grupo siguiera su avance.

Se cruzaron varios ANBUS en su camino, y todos fueron despachados sin dificultades. Sasuke parecía enfadado tras esa capa de indiferencia que solía llevar encima, y todos podían ver fuego arder en su único ojo visible. Sabían que, para él, el haber traicionado la confianza de Naruto era la peor de las afrentas, pero el intentar terminar con personas tan importantes para el rubio Hokage era aún peor.

Apenas quince minutos después, el byakungan de Kasumi, Hinata y Natsuki detectó una figura de chakra. Las mellizas se lanzaron a toda velocidad hacia allí, de manera que parecían una estampida. Sus manos se aferraron a los barrotes a una, y aún en compenetración los movieron, como si quisieran tirarlos.

—¡Mamá, mamá!—Al momento, la voz de Haruto se unió a la de ellas.

—Se acabó.—Todos pudieron ver que las lágrimas cruzaban el rostro de Kasumi cuando se alejó.—Natsu, vamos.

Inmediatamente, la mediana entendió. Se alejó un par de pasos, su hermana extendió un brazo a un lado, y las manos de Natsuki comenzaron a moverse a toda velocidad, de forma que parecían tan solo borrones mientras formaban una esfera de chakra en la mano de su hermana. Ésta tomó impulso, y estrelló la técnica contra la cerradura, que saltó en mil pedazos. La puerta se abrió con un chirrido metálico, y allí, al fondo, con una camisa que imposibilitaba movimientos, estaba Hinata. Débil, llena de heridas, sangre y sudor, con el pelo sucio y engreñado.

Sin embargo, nada de ello importó a los tres niños Uzumaki cuando se lanzaron sobre ella a una, al grito de "¡mamá!". Los ojos de la Hinata del pasado se abrieron mucho, emocionados, al ver las lágrimas, mezcla de alivio, pena y temor, que bajaban rápidamente por las mejillas de las cuatro personas allí presentes. Natsuki no dejaba de decir cuánto lo sentía, y entre titubeos e hipidos, solamente se podían entender "¡ttebayo!".

—Mami.—Hacía años que ninguno de ellos llamaba así a Hinata.—te hemos echado tanto de menos, mamá.

Cuando al fin la sacaron de la celda, cortando la camisa de fuerza con un kunai y tirándola con aversión a un lado de la celda, Hinata se tambaleaba y parecía tan débil como si hubiera estado enferma un mes. Estaba esquelética, haciendo evidente la falta de alimentos que había tenido en aquel horrible lugar. Lloraba suavemente, y las lágrimas cristalinas rodaban por sus pálidas mejillas mientras acariciaba con manos temblorosas y débiles las caras de sus retoños. Giró la vista, siendo abrazada por todos de uno en uno, con cuidado, casi como si se fuera a romper. Ella no dejó de llorar en todo el proceso.

Cuando su vista se fijó en Naruto del pasado, sus ojos se abrieron mucho, y sus facciones tomaron una mueca de incredulidad.

—¿Naruto-kun?

—Hi-Hinata.—Naruto sonrió, nervioso, y se rascó la nuca.

Sakura, sin mediar palabra, comenzó a curar las heridas de la suave piel de la Hyuuga, mientras explicaba, en pocas palabras, lo ocurrido. A medida que la Haruno hablaba, el rostro de Hinata del futuro iba reflejando una incredulidad creciente. Sin embargo, sus ojos iban desfilando del rostro de Hinata del pasado a la de Naruto. Sus labios se entreabrieron, y negó un par de veces con la cabeza.

—Increíble.—Fue lo único que escapó de sus labios, con voz rota por el desuso, tras el discurso de Sakura.

Ésta asintió, de acuerdo. Ella misma había tardado mucho tiempo en creerse que aquellos Naruto y Hinata venían de un pasado lejano, un pasado lleno de oscuridad y desconfianza, del cual saldrían airosos en gran medida.

—Deberíamos irnos, mamá.—Comentó fríamente Hanami, pasando una mano por su cabello rosa en un gesto que denotaba nerviosismo.—Vendrán más ANBU pronto, y no podemos permitir que cojan de nuevo a Hinata-san…

—Tía Hinata.—Llamó Hikaru, preocupado por el tono de la mujer, que había pasado de su palidez habitual a ceniciento.—Si te encuentras muy mal aún, podemos esperar…

Una expresión de pánico se pintó en los rasgos de Hinata del futuro, y negó compulsivamente con la cabeza.

—No, no, no.—Susurró rápidamente.—Quiero irme de aquí cuanto antes, por favor.

Todos asintieron con la cabeza, y pronto avanzaban de nuevo por los pasillos, entre súplicas de libertad de los presos. Natsuki insistió en parar a salvarles, pero su tío Sasuke se lo impidió con un tono cortante y casi dañino, que hizo que la joven Uzumaki apretara los labios.

—No sabemos hasta qué punto está débil tu madre ni cuánto podrá aguantar consciente.—Espetó, taladrándola con una seria mirada negra.—Si quieres, puedes arriesgarte y parar, pero de todas formas, serán liberados por Anko e Itachi, así que sería dañar a Hinata por una estupidez.

Ella asintió seriamente con la cabeza y, juntos, siguieron avanzando con una lentitud casi exasperante. Los pasillos eran vigilados por el byakungan de las Uzumaki y la Hinata del pasado, pues su yo futuro aún estaba demasiado débil como para poder siquiera activar su técnica sucesoria.

Fue en ese momento cuando aparecieron. A lo lejos, unas quince figuras de chakra se hicieron presentes, acercándose a ellos a toda velocidad. Natsuki apretó los labios mientras veía a su tío Sasuke colocarse frente al resto. Sabía que su tío, a veces, era un poco duro, pero al final siempre había resultado ser un hombre que protegía a lo que amaba. Pronto, Hanami, Obito, Hikaru, Kasumi y Naruto estaban junto a él, en posiciones de combate. La mirada de Natsuki pasó a su madre, cuyo rostro era de consternación mientras era ayudada a caminar por su tía Sakura.

—Alto todos.—Ordenó. Las miradas fulminantes de los Uchiha por el mandato no se hicieron esperar, pero ella se cruzó de brazos y las aguantó con entereza.—No vais a pelear.

—¿Cómo que no? ¡Natsuki, vienen hacia aquí!

Ella les fulminó con la mirada y avanzó hasta quedar frente a todos. Puso los brazos en jarras y dictaminó, con una voz que no admitía réplicas:

—Voy a hacer de señuelo.

—¿Perdona ´ttebayo?—Chillaron a una Naruto y Haruto.

—¡Ni de broma!—Se quejó Obito.

—No.—La armonía de Hikaru y Kasumi era envidiable. Ambos se miraron y, recordando que seguían peleados, desviaron la mirada de forma incómoda.

—Voy a hacerlo.—Ella alzó la barbilla, orgullosa.—Tenéis que sacar a mamá de aquí, y todos sabemos que me seguirán si me ven. Soy la indicada, tenéis que confiar en mí.

De nuevo, las réplicas se alzaron. Ella les miró con ojos brillantes, su madre no paraba de negar con la cabeza en silencio, Hinata del pasado parecía horrorizada por la idea, también. Pero se había decidido, y ya no había marcha atrás. Dio la vuelta y les miró a todos por encima del hombro.

—Os prometo que no pasará nada.—Y echó a correr.

El primer impulso de Naruto y de las dos Hinata fue correr tras ella, sin embargo, Sasuke colocó un brazo ante ellos, impidiéndoles ir. Todos guardaron silencio, pero sus miradas decían elocuentemente que querían una explicación. Fue la impersonal voz de Hanami quien se la dio:

—Ella tiene razón, es un señuelo perfecto, es rápida, ágil y tiene algo a lo que proteger.—Miró a Kasumi, Haruto y a la Hinata del futuro de una manera que lo expresaba todo.—Si vamos, solo la entorpeceremos.

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Miyaki no se lo esperaba.

Cuando le avisaron de la traición de los Uzumaki, la anciana había prácticamente corrido para rodearse de ANBUS, y había dejado a Sohma al cargo de todo para avanzar hacia las celdas, sabiendo que esos niños tratarían de liberar a su madre. Debería haber matado a Natsuki cuando tuvo oportunidad, se repetía mentalmente una y otra vez, con los dientes apretados a causa de la frustración.

Sin embargo, lo que nunca previó fue que un kunai pasara tan cerca de su rostro que le hiciera un corte en la mejilla derecha. Se llevó los dedos a la herida sangrante, asombrada, y fulminó con la mirada a los ANBU que no la habían protegido lo suficientemente bien, en su opinión. Miró al frente, encontrando a la irritable niña que parecía empeñada en volver una y otra vez para estropear sus planes.

—Uzumaki.—Gruñó con enfado.

—Vieja.—Saludó Natsuki, como si ese fuera su nombre, haciendo una sarcástica reverencia de respeto. Los ANBU abrieron la boca, sorprendidos, momentos antes de lanzarse hacia ella.

Natsuki lo tenía previsto.

La chica contra la que se habían lanzado desapareció, mostrando que era, simplemente, un Kage Bushing. Escucharon algo correr tras ellos y se giraron a la velocidad del rayo descubriendo, atónitos, a la joven Uzumaki, saliendo de una esquina y precipitándose hacia los pasadizos de salida. Miyaki ardió en rabia, y sus ojos se volvieron la viva imagen de una locura impulsada por el odio.

—¡Tras ella!—Chilló, la voz tres tonos más aguda de lo habitual.-¡No dejéis que escape!

Natsuki notaba la respiración pesada, y los músculos se quejaban por la dura carrera que llevaba. Debería poder aguantar el ritmo durante más tiempo, como kunoichi que era, pero el estado de tensión permanente de su cuerpo durante los últimos meses lograba que se cansara con facilidad. Giró una esquina, notando los pasos tras ella, y aceleró el ritmo. No sabía dónde iba. No le importaba.

Tenía que alejarles de allí, fuera como fuera, no podía permitir que su madre volviera a sufrir las consecuencias de sus actos imprudentes. Notó que un ANBU se estrellaba contra su espalda, tirándola al suelo, ella se revolvió, dándose la vuelta para presentar batalla, sin embargo, el enemigo tomó sus dos muñecas y las colocó sobre su cabeza, sujetándolas con una sola mano para golpearla con la otra. Natsuki se preguntó cómo podía ser aquel hombre tan rápido.

Chilló y pataleó, mas no parecía haber forma de que la soltaran. Los golpes dolían, y notaba la sangre deslizarse por su labio y la nariz. Al fin, logró liberar una de sus manos y propinó un puñetazo en la mandíbula del ANBU, en la parte que dejaba al descubierto la máscara, él, pillado por sorpresa, cayó hacia atrás.

Natsuki se levantó rápida como el rayo y volvió a correr a toda velocidad, acumulando chakra en sus piernas para ir más rápida. Mientras continuaba su frenética carrera, utilizó los jutsus médicos para curar su rostro, y se quitó la sangre como buenamente pudo. Las voces tras ella seguían demasiado cerca como para hacerla sentir segura, y no pudo evitar que el más puro terror la carcomiera por dentro mientras corría.

Al fin, vio la luz al final de una escalera. Corrió a toda velocidad, llegando a la primera planta. La entrada estaba vigilada, y aquello no se le escapó a la chica, que entrecerró los ojos para acostumbrarse a la poca luminosidad que entraba por las ventanas, muy diferente a la oscuridad solo rota por las antorchas de las celdas, que se encontraban bajo el subsuelo. Continuó corriendo, y una y otra vez subió por distintas escaleras, sin darse cuenta de que subiendo solamente se encerraba a sí misma.

Al fin, llegó a la azotea. Su respiración errática y el rostro sudoroso. Miró hacia todos lados, buscando una salida, y solo entonces cayó en la cuenta de su fatal error. Chilló con frustración y corrió hacia el borde. Nada, no había ningún lugar al que asirse para bajar, y si saltaba, seguramente a esa altura no podría sobrevivir. Se giró, encontrándose a varios ANBUS, que dejaban paso a Miyaki.

—Me has dado muchos problemas, pequeña Uzumaki.—Ronroneó la anciana, acercándose peligrosamente a ella.

—¿De verdad? ¡Vaya! Yo que intentaba portarme bien ´ttebayo.—Dijo con sarcasmo Natsuki, notando el vacío bajo sus talones. Tragó saliva y se obligó a sonreír de manera socarrona.

—Siempre he odiado esa expresión, ¿sabes? Me pone de los nervios.—Se lamentó ella con un suspiro exasperado.—Tu padre también la usaba mucho "ttebayo esto, dattebayo lo otro".—Rió de manera alborozada, como si acabara de recordar un chiste privado, y luego miró a Natsuki con astucia en sus ojos ancianos.—No sabes lo divertido que fue traicionarle, ¡era tan confiado!

—¿Dónde le tienes?—Por primera vez, la voz de la chica flaqueó.

La conversación fue interrumpida por gritos que provenían del suelo. Natsuki giró la cabeza, encontrándose algo parecido a una auténtica batalla. Alcanzó a ver a su tío Neji, con sus movimientos ágiles y peligrosos, y el pelaje blanco de Akamaru denotaba su posición. No pudo evitar una sonrisa al ir notando, uno por uno, a la mayoría de sus amigos. Kokoro Nara estaba junto a su hermano y sus padres, Shikamaru a un lado, Temari al otro. Daisuke Inuzuka, su compañero de equipo, parecía más furioso de lo que le había visto nunca. Justo en ese momento, sus ojos se fijaron en el pequeño grupo que acababa de salir de las celdas, con su madre entre ellos. Natsuki estaba distraída por

la extraña sensación de júbilo que sentía en el pecho ante la escena, que debería ser escalofriante, y Miyaki lo notó.

La anciana sonrió de manera peligrosa, sus ojos chispeantes de victoria, su mirada se encontró con la azul de Natsuki y, por un momento, el odio iluminó ambas. La expresión de la anciana se volvió triunfante cuando se abalanzó contra la chica y la empujó al vacío.

Ella soltó una exclamación ahogada al notar que perdía el equilibrio y caía, sus manos trataron de cerrarse sobre algo, no hallando nada para ello. Cerró los ojos mientras notaba mechones de cabello sobre su rostro, siendo arrastrados por el aire. Pudo escuchar el chillido de sus amigos, y entre ellos fue claramente distinguida la voz de sus hermanos y su madre (la del pasado y la del futuro) aparte de la aguda de su padre del pasado.

Le hubiera gustado decir que tuvo una gran revelación, que entendió muchas cosas de su vida y que dedicó la caída a pensar en sus seres queridos, incluso hubiera deseado poder afirmar que esperó no hacer vomitar a alguien con cómo quedaría su cuerpo al caer desde tal altura, pero lo único que pudo pensar fue:

¡Mierda!

Y entonces algo la cogió. Quizá, fuera más exacto decir que fue alguien. Natsuki fue entonces consciente de que las lágrimas habían salido de sus ojos cerrados durante el momento que había pasado en el aire, y que estaba aguantando la respiración. Sin embargo, ni siquiera tuvo tiempo a coger aire antes de oír la voz. Vibrante, llena de energía, sincera y dinámica, con un toque de seriedad inusual.

—Las niñas grandes no lloran, Natsu.

El corazón le pegó un brinco en el pecho antes de comenzar a golpear éste a toda velocidad, sintió cómo el aire que había estado guardando abandonaba sus pulmones, abrió los ojos lentamente, casi con miedo. Los gritos que le llegaban eran de asombro, pero ella ni siquiera lo notó, eran un eco lejano en medio de su asombro. La voz le salió temblorosa, anhelante, como la de una niña que ha tenido una pesadilla y busca consuelo en sus progenitores.

—¿Papá?

Bien, antes de nada…¡LO SIENTO! Me he pasado un montón, de verdad, más de un mes sin actualizar T^T Pero tenéis que entenderme, he pasado una época sin inspiración ninguna, y la poca que tenía me llegaba para un par de Minakushi´s, que ahora, con eso de la ola amarillo+rojo…Bueno, aparte de eso, me he sentido un poco rara últimamente y no termino de saber por qué…Para recompensaros, he tratado de traeros el capítulo más interesante que he podido :D

Lo he tenido que escribir exactamente 4 veces para quedar convencida, pero en fin, el final es interesante, ¿eh? Ahora me voy unos días a Asturias (4, mira qué coincidencia) y no sé si podré escribir…¡Pero me esforzaré por traeros el siguiente capi pronto! ^^

Por otro lado, quiero daros las gracias a todos vosotros por vuestro apoyo en este fic, ¡que ya se acerca el final gente! ;P

Ahora sí, nos leemos y, de nuevo, siento muchísimo el retraso.

Sé que no los merezco pero…¿reviews? ^^U