Yo no soy la autora solo me dedico a la adaptación de las novelas que me gustan, si les cambio algunas cosas, pero ni la historia ni los personajes me Pertenecen, algunos de los personajes de esta historia son propiedad de Stephenie Meyer, el nombre de la historia original la publicaré al final. Que disfruten…


El Príncipe, el rufián y el bastardo.

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Mayo, 1085,

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Un aire expectante reinaba en el pequeño patio cercado por altas murallas en Swan. Sue, la niñera de las tres hijas Conde Charlie, luchaba una batalla perdida por mantener a las jovencitas ocupadas, mientras los sonidos y los olores de las preparaciones festivas competían por la atención de ellas. En algún lugar en el pueblo cerca del castillo, los carpinteros martillaban las maderas para armar los puestos y colgaban alegres banderines, mientras los cocineros se ocupaban de asar carne y los panaderos mantenían los hornos encendidos día y noche para preparar bastante pan y tortas para nobles y campesinos.

De vez en cuando, el ruido de caballeros llegando con sus acompañantes se oía en las calles estrechas de piedra. La mayoría buscaría alojamiento dentro del pueblo, pero algunos de los más distinguidos de la nobleza disfrutarían de la hospitalidad de Charlie.

Sue observó como la niña primogénita, Isabella de doce años de edad, luchaba reticentemente con su trabajo de costura. La niña sostuvo el mantel del altar en el que ella había estado trabajando, lo inspeccionó con disgusto, y lentamente comenzó a descoser los puntos ella hacia poco había completado.

No, la niña nunca sería notable por su habilidad con la aguja e hilo, o con cualquier otra tarea de ama de casa. Bien, ningún caballero le preocuparía eso porque la niña ya era muy reconocida por su belleza. A diferencia de otras muchachas de la edad de ella, Isabella de Swan carecía de esa torpeza tan frecuentemente asociada con la aproximación de la feminidad. Con cabello oscuro largo que caía en una cortina gruesa hasta su cintura minúscula, una piel lisa y clara con un rubor saludable, y un par de ojos color marrón chocolate bordeados con pestañas negras y gruesas, en conjunto presentaba una hermosa visión.

A los doce, ella era pequeña y delicadamente hecha, pero sus pechos jóvenes ya se esbozaban en la pechera del vestido rojo. Se rumoreaba que el Conde Charlie pretendía arreglar pronto su matrimonio, y los criados que Swan esperaban que su Lady iría a algún lugar donde sería más apreciada.

Un insulto moderado se escapó los labios de la niña mientras arrojaba al suelo su trabajo llena de frustración. Abruptamente se levantó y comenzó a caminar impacientemente de un lado al otro con pasos largos.

- ¡Mi Lady! - La voz de Sue subió en reprobación.

-No me importa -, murmuró Isabella. -Es fácil reprender a alguien cuando vos puedes coser excelentemente. Pero mi costura no es mas que un conjunto de nudos y yo debería estar avergonzada de ofrecer esto al altar de Creso y pateó la tela arrugada con su delicado pie.

-Niña, ¿no te enseñé nada?- preguntó con calma.

-No, pero yo no puedo ser lo que se supone que me han enseñado- . La niña señaló la alta muralla de piedra que los rodeaba. -Yo preferiría ser una campesina, allá afuera, viendo, disfrutando sintiendo el festival. Pero no, estoy aquí sentada, descosiendo las puntadas una y otra vez.- cruzó sus brazos, abrazándose. -¿Por qué nadie mas que Edward me puede entender?

La gobernanta suspiró simpáticamente.

-No puedes seguir a Edward a todos lados, mi Lady. Pronto será el momento de prepararse para ser la lady de un caballero. - se inclinó para recoger la tela descartada. - Aquí tienes, no puede estar tan mal. Trabajaremos juntas en esto - Una Inspección mas cercana hizo que sacudir la cabeza.

- Ves, hasta vos que me quieres consideras que eso no tiene arreglo.

-Déjame ver-, intervino Jessica de diez años, -aunque sé que el mío es mejor.

Sue escondió el mantel.

- En cuanto a vos, pequeña Jessica, necesitas saber que hay mas en ser una lady que sólo coser-, reprendió a la niña mas joven.

-Pero por lo menos yo no paso todo el tiempo en el patio con un muchacho del establo bastardo-, replicó la niña. -Mamá dice que las damas no siguen a los muchachos de los establos.

-¡El no es un muchacho del establo, Jess! El es tu propio hermano.

-Medio hermano-, dijo Jessica desdeñosamente, -es un bastardo después de todo.

- Eso no es culpa de él-, lo defendió.

-Edward es un bastardo-, Leah de siete años intervino. -Todo el mundo sabe que él es un bastardo.

- Ves, hasta Leah sabe lo que él es. Mamá dice que él sólo sirve para alimentar a los caballos.

-Mamá está celosa porque ella nunca tuvo un hijo-, contraatacó Isabella.

-Mmmmmmmm... se lo contaré a Mamá -, amenazó Leah.

-No harás nada de eso -, Sue intervino, -a menos que quieras pasar el Festival en el cuarto de niños mientras el resto de nosotros estamos fuera. El duque en persona vendrá a Swan.

-¿El Viejo conquistador? - Hasta la misma Isabella fue atraída por las noticias. - Yo pensé que estaba en la frontera francesa. ¿El traerá la corona de Inglaterra para usarla?

-Eso no puedo decirlo. Todo lo que sé es lo que oí, él viene a pedir el apoyo contra el Rey Aro.

-Bien, pierde el tiempo-, Isabella mostró una perspicacia más allá de su edad. -Si quiere el apoyo de Swan, tendrá que exigirlo. Mi padre tiene demasiado cuidado por su propio pellejo como para luchar la guerra por otro hombre. El afirmará que no puede luchar porque es un vasallo de ambos: del Duque Anthony y del Rey Aro.

-De cualquier modo, vendrá aquí, tal vez hoy o mañana.

Pero la atención de Isabella se dirigió de repente a los sonidos que venían de más allá de la muralla. El sonido de una pelea que se preparaba en el campo al lado de la fuente de drenaje. Apenas podía entender los insultos

-¡Bastardo! ¡Bastardo! ¡Hijo de una puta sajona!- Instintivamente recogió sus faldas y se dirigió con determinación al portón.

-¡Lady Isabella! - imploró Sue. -¡Él puede cuidar de si mismo!

Isabella empezó a correr, pasando al lado de los centinelas que vacilaron en poner una mano sobre la heredera. Cuando traspasó el portón, pudo ver una multitud reunida al borde del foso maloliente. Parecía que Edward había sido acorralado al borde del agua por un grupo de niños que blandían espadas. El estaba lanzando golpes con un palo robusto sujetado delante de su pecho.

Isabella se lanzó apresuradamente contra el grupo de observadores, jadeando, se abrió camino hacia delante. El hecho que esos niños eran hijos de las mayores casas nobles de Normandía, Maine, y Bretaña no la preocupó para nada. Para ella, sólo eran un grupo de bandidos intentando perjudicar a su hermano.

-¡Idiotas! ¡Tarados! - gritó. -Tienen que venir en grupo para golpear a un niño? ¡Qué vergüenza! ¿Dónde está su honor? ¿Dónde está su caballerosidad?

El jefe de los atormentadores de Edward, un niño alto de cabello rubio,

Ordenó,

-Sujétenla, así puede verme ahogar al bastardo.

Los otros estaban vacilantes. Por la riqueza de su vestido, era evidente que pertenecía a una familia importante. Ella sacó provecho de esa vacilación para arremeter contra ellos.

-¡Tarados! Si se atreven a ponerme una mano encima, ¡los haré azotar!

-¡Basta, fuera de aquí! - le gritó Edward. - ¡Este no es lugar para una niña!

-No, hermano, no dejaré que te dañen en una combate injusto.-Retrocediendo, continuó,- ¡Todos ustedes son unos cobardes! Él puede vencer a cualquiera de ustedes. ¿Por qué van todos contra uno?

-No, él no puede vencer Hall-, alguien gritó.

-Entonces deja que Hall luche solo.

El niño de cabello rubio se burló.

-Yo no ensuciaría mi honor peleando con un sajón bastardo.

-¡Desvergonzado! ¿Llamas a esto honorable? ¿Luchar ocho contra uno? ¡No estás preparado para usar la espada que llevas en tu mano!

Estaban tan atentos a la situación, que ni la niña ni los escuderos, notaron la aproximación de varios caballeros. No fue hasta que el líder, un guerrero enorme de cabello rubio, cabalgó directamente en medio de ellos y desmontó que logró llamar su atención. Expresiones de perplejidad, descreimiento, y horror se esparcieron por las caras de los niños. Por detrás de Isabella apareció un hombre viejo, aunque apuesto, que preguntó,

-¿Qué pasa aquí?

La multitud se quedó callada y extrañamente incómoda. Isabella giró para enfrentar al recién llegado mientras los otros miraban sus propios pies. Los ojos azules del hombre mayor recorrieron el grupo hasta que se focalizaron en ella.

-Bien-, habló finalmente en un tono áspero, -¿No hay un hombre entre ustedes para salvar a esta muchacha? Ella se para valiente aquí mientras ustedes se encogen como cobardes.- A pesar del desafío, nadie se atrevió a responder. -Bien, mi Lady, entonces le pregunto a usted, ¿Qué pasa aquí?

-Estos… estos escuderos se divierten atacando a mi hermano por ninguna razón más allá que su condición de bastardo. - Ella señaló al niño alto identificado como Hall. -El amenazó con ahogarlo.

-Jasper - el hombre mayor se dirigió al muchacho de cabello rubio —-¿es eso verdad?

La respuesta de Jasper fue evasiva.

-Sir, él iba a usar los escudos con nosotros y ni siquiera ha sido entrenado. Esta claro que es de una condición social inferior y no es apropiado que esté con nosotros.

-¿Y por qué no debería usar los escudos? – cuestionó, Isabella, calurosamente. - Son suyos y este es su campo de práctica -. Enfrentó desafiantemente al niño alto. -¿Qué derecho tienes para venir a Swan y provocar al hijo de Swan?

-¿Si es tan noble, por qué no lo crió y lo educó? - replicó Hall.

-¡Silencio! - Había una autoridad inconfundible en la voz del hombre mayor. - Quiero saber si la disputa es acerca de su condición de bastardo.¿Alguien aquí me lo puede decir?- Hizo avanzar a Edward y lo enfrentó duramente.

-¿Bien?

Era obvio que Edward no tenía ningún deseo de responder, pero Isabella se rehusaba a permitir que los atormentadores no fueran castigados.

-Caballero… mi Lord -, llamó la atención del viejo, -ellos lo han provocado, llamándolo bastardo y llamando a Lady Esme prostituta sajona. Lo acusan de algo de lo que él no tiene la culpa.

-Yo sé mucho sobre la condición de bastardo, mi Lady -, fue la respuesta concisa.- El bastardo de Charlie, ¿eh? No te pareces a él.

-Me parezco a mi madre, mi Lord-. Contestó Edward. -Mi madre es la hija de un jefe sajón y no es una prostituta o alguien de una condición social baja.

El hombre viejo frotó su mentón pensativamente.

-Una lastima que Charlie sólo haya tenido un hijo varón fuera del matrimonio. Deseo saber… - Dejó el pensamiento sin terminar. -Nunca te han educado, ¿eh?

-Mi madre no quiere oír hablar de eso.- Isabella intervino en la conversación. -Ella lo odia.

-Puedo creer eso de Renée de Mcarthy-, comentó secamente. -¿Cómo te llamas, mi Lady?

-Yo soy Isabella, heredera de Swan-, Respondió orgullosamente, - y este es mi hermano, Edward Masen.

-Ya veo. ¿Y cuántos años tienes, Edward?

-Tiene casi dieciséis, mi Lord -, respondió Isabella.

-Mi Lady, no parece ningún tonto -, le habló, el viejo. -Seguramente puede responder preguntas simples.

Isabella se ruborizó y se mordió el labio para ahogar una réplica. Edward tuvo que sonreír ante su derrota cuando respondió por ella esa vez,

-Perdón, mi Lord, pero Bella es muy decidida y siempre está lista para hablar por mí.

-Ya veo. Bien, Edward Masen, no has sido entrenado, pero tu hermana dice que puedes luchar. ¿Realmente tienes conocimiento de las diferentes habilidades en combate?

-Si, mi Lord, puedo luchar con la lanza, con machete, con espada,…

Los que estaban alrededor de ellos rieron desdeñosamente. Jasper de Hall bufó,

-Eso demuestra que es un mentiroso, Majestad, porque una espada de hoja larga es casi tan grande como él.

-Creo que tenemos que verlo, Jasper.- le respondió. -Si este muchacho puede responder por si mismo contra vos, yo mismo lo entrenaré. Creo que nosotros los bastardos debemos estar juntos y apoyarnos.

Edward estaba pasmado por ese cambio súbito de su suerte. Cuando el finalmente pudo hallar su voz, dijo,

-Pero… mi Lord, no me conoce ni yo lo conozco.

Eso trajo otro bufido de Jasper de Hall.

-Este estúpido no conoce Normandía ni Inglaterra, Majestad.

Un niño pequeño mayor que Edward enfiló su caballo hacia adelante desde donde había estado observando con los otros que acompañaban al hombre mayor.

-Oye- se dirigió a Edward Masen, estás delante de tu duque.- Su cara mostró una sonrisa amigable y Edward se ruborizó, el muchacho agregó, -Mi padre hará justicia con vos aunque vos no lo reconozcas.

Edward e Isabella se arrodillaron ante el Duque Anthony. El recién llegado giró su atención hacia Isabella.

-Eres una buena defensora para tu hermano, mi Lady. Ya quisiera que cualquiera de mis hermanas, saliera así en mi defensa.

Anthony le dio a la multitud una última mirada antes de ponerlos de pie. Con su propia mano, ayudó a Isabella a ponerse en pie y la estudió atentamente.

Aparentemente le gustó lo que vio, y su cara se suavizó en una sonrisa.

-Garrett-, se dirigió al caballero al lado de ellos, -acompaña a Lady Isabella dentro mientras yo me ocupo de los que se atreven a provocar a un bastardo.- Su mano todavía envolvía la de ella en una sujeción firme. -¿Todavía no tiene novio, mi Lady?

Isabella enrojeció bajo su mirada.

-No, su… Majestad.

-Eres una pequeña doncella feroz, Isabella de Swan, y mereces ser la novia de un guerrero. Tal vez, debería hablar con Charlie sobre un marido satisfactorio para vos.- Liberó su mano con un suspiro. -Yo tengo cinco hijas, y ninguna tiene tu espíritu. Ruego que te sea permitido mantenerlo.-Acercándola al caballo de su hijo, se inclinó y unió sus manos. -Vamos sube-, como ella vaciló antes de pisar sobre sus palmas. Con un fuerte impulso, la puso delante del príncipe sobre el caballo. Garrett se deslizó hacia atrás en la silla para hacer espacio al cuerpo esbelto de Bella y deslizó un brazo sobre su cintura para afirmarla.

-A veces mi padre halla tareas particularmente agradables para mí, mi Lady -, murmuró.

-Espera, ¿y mi hermano?

El Duque Anthony le respondió.

-Tu primo Emmett prestará su cota de malla de modo que el joven Masen tenga la oportunidad de enfrentarse a Jasper en un combate justo. Después de eso, planeo azotar a Hall yo mismo.

El Príncipe Garrett se movió detrás de ella para soltar su espada. Tomándola por el cabo, se la ofreció a Edward.

-Haz tu mejor papel, Masen. Te presto a Vengador. Úsala bien, niño, porque tienes la oportunidad de hacer algo que yo he deseado intentar.

-Pero nunca te atreviste -, Provocó Hall.

El príncipe ignoró la burla. -Recuerda, Masen, montarás conmigo.

-Garrett-, el Conquistador advirtió a su hijo, -quiero que aprenda el arte de la guerra no el arte de conquistar muchachas.

La observación causó risas en el resto de los niños. Era bien sabido que el príncipe de diecisiete años tenía buen ojo para la belleza femenina y un apetito vigoroso por los favores de algunas de las ladies casadas en la corte de su padre. Garrett rió todavía apretando su brazo alrededor de Isabella.

-No les prestes atención, mi Lady, por el día de hoy soy tu esclavo.

Edward frunció el ceño, sus ojos verdes se estrecharon ante las palabras de Garrett. Se dirigió protectoramente a su medio hermana, pero se detuvo cuando vio que no había nada más que amistad y provocación en la expresión del príncipe. En cambio, cogió el zapato de Isabella para llamar su atención.

-Bella, si tengo que enfrentarme a Hall, me gustaría tener algo tuyo.- Bella se ruborizó con placer ante ese pedido hecho tan seriamente como si ellos fuesen un caballero y una lady. Asintiendo con la cabeza, se quitó un broche que usaba fijado a su hombro. Inclinadose hasta donde se atrevió, mientras Garrett sujetaba su cintura, ella intentó fijarlo en la áspera túnica de lana de Edward. Con la tarea completada, lo besó solemnemente. - Que mi prenda te traiga buena suerte hoy, hermano.

El príncipe Garrett espoleó su caballo. Cuando comenzaron a subir el camino rocoso, Isabella trató de ver como Emmett de Mcarthy comenzó a quitarse la cota de malla y sus protectores de cuero.

-No temas por él, pequeña-, el príncipe la tranquilizaba. - Aunque dudo mucho que tu hermano pueda vencer a Hall, realmente dudo que alguien pueda hacerlo, te aseguro que mi padre no dejará que el niño sea dañado.

Fue entonces que la real importancia de ese día impactó a Isabella y se quedó callada. El hecho que Edward hubiese ganando un lugar en la casa de Anthony el Conquistador era un gran honor. Para Isabella, significaba perder a la persona mas querida de su corazón. Intentó focalizar su pensamiento en el hecho que era por lo menos una oportunidad para que se hiciera un lugar en el mundo que le era negado por herencia. Más allá de eso, si Edward hubiera sido un hijo legítimo de una casa noble, habría sido llevado a otro castillo para ser entrenado como caballero a la edad de siete u ocho años. Por lo menos, lo había tenido cerca mucho más tiempo que la mayoría de las hermanas tenían a sus hermanos.

-¿Por qué tan silenciosa, mi Lady? Estabas llena de palabras cuando estábamos allí.

-yo… yo extrañaré a mi hermano-, dijo.

-Mis hermanas casi no podían esperar para que yo me fuera de casa-, le contó, -y yo pensaba bastante parecido a ellas. Mi hermana Victoria tiene el temperamento de una víbora.

Isabella habló antes de pensar.

-No puede ser lo mismo para vos, Su Gracia. Tu padre no te odia por ser una niña, y estoy segura que tu madre no te odia. Mis padres nunca me perdonaron por algo que yo no puedo evitar. Supongo que por eso Edward y yo siempre nos quisimos tanto, ambos somos menospreciados por una condición de nacimiento. Sólo él, Lady Esme, y mi gobernanta se preocupan por mí. Yo amo a Edward por encima de todas las cosas.- Los hombros de Bella comenzaron a temblar ligeramente.

-Mi Lady, te lamentas muy temprano. Tu hermano volverá con frecuencia para visitarte. Lo prometo. -Las palabras de Garrett sólo parecieron aumentar su angustia, y él intentó otro tema de conversación. -Aún si estás infeliz por un momento, pequeña, no será mucho tiempo antes que seas prometida a un caballero que te ame.- El movió su brazo para envolverla contra él. -No, dulce niña, nadie podría mirarte y no amarte.

-Eres amable-, dijo ella, -pero no me conoces. Mi marido probablemente me golpeará porque no puedo coser y no tengo la menor habilidad en las tareas del hogar.

La inocencia de ella le produjo un deseo feroz de protegerla y confortarla.

-Créeme, cuando te digo que tales habilidades son recomendables pero tienen poco que ver con el amor de un caballero por su mujer. Un hombre puede pagar para tener las costuras hechas por otra persona, y puede tener mayordomo para manejar el castillo. Por otro lado, es raro que un contrato de matrimonio te ofrezca una esposa bonita.

-Su Gracia...

-Mi Lady, puedes llamarme Garrett. Vamos, no soy mucho mayor que tu hermano. ¿No podemos ser amigos?

Ella dobló su cuerpo para mirarlo. La sinceridad en su cara era inconfundible cuando lo estudió. A diferencia de su padre, él no era oscuro. Su semblante estaba enmarcado por cabello marrón claro cortado directamente por la frente, a la moda Normanda, y sus ojos, también marrones, no era muy oscuros. Pero era su sonrisa fácil y sus modales suaves lo que la hicieron pensar que seguramente debía ser uno de los mejores hijos de Normandía.

-Tengo diecisiete años y todavía no fui designado caballero -, continuó él. - Aunque hay una pequeña diferencia en nuestras edades, espero que tu hermano y yo podamos hacernos amigos. Tal vez nosotros podamos visitarte, y tal vez mi padre te ordenará ir a la corte cuando esta disputa con Francia haya terminado.

Ella apoyó su cabeza contra su pecho como habría hecho con Edward. Cuando el brazo del príncipe se apretó protectoramente alrededor de ella, Bella de repente pensó en la imagen impropia que debían representar. Intentó sentarse erguida antes que cualquiera pudiera verla, pero se halló tan firmemente sujetada contra él que pudo sentir el latido de su corazón.

-Su Gracia… Garrett-, protestó, - es impropio que me sujetes así, aunque la culpa sea mía.

El relajó su brazo reticentemente.

-No, Isabella, es culpa mía.

-El de cabello rubio, la persona llamada Jasper... no me gustó nada-, cambió el tema a algo mas seguro. -¿Es siempre así?

-Siempre. El joven conde de Hall es excesivamente orgulloso, excesivamente cruel y excesivamente vanidoso. A Nadie le gusta como es, pero todo el mundo le tiene miedo. Él hijo de Heidi.

-¿Heidi?

-Se dice que es una bruja.- y luego Garrett agregó,- no creo mucho en tales cuentos, pero se dice que envenenó al padre de Jasper. Hay otras cosas que se dicen de Jasper y su madre que no me atrevo a contarte.

-¿Qué cosas?

-Ya he dicho mucho. Lo que he oído es impropio para tus oídos. Basta con decir que mi padre es la única cosa a la que Jasper de Hall teme. Cuando mi padre ya no esté, me temo que el Diablo andará suelto.

-Y vos, mi lord. ¿Temes a Jasper?

El se encogió de hombros detrás de ella.

-¿Yo? No soy un soldado por naturaleza, mi Lady. Lucho si debo, pero preferiría no hacerlo. No tengo una naturaleza combativa. Además, como el hijo mas joven, tengo bastante poco por que luchar.- Había un rastro de amargura en su voz y luego agregó, -Bien, mi Lady, hemos llegados, y por lo que veo, tu falta ha sido sentida.

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-Charlie, ¡No toleraré esto! Anthony, el Bastardo puede ordenarte que lo sirvas, ¡Pero no puede dar órdenes en mi casa! - la voz de Lady Renée era estridente, y llegaba bastante mas allá de los confines del solar.

-Renée… - Charlie de Swan trataba de aplacarla.

-¡Renée Nada! ¡El niño no es nada más que forraje del establo, y la niña nos ha avergonzado con su atrevimiento! Te digo que ambos van a estar a pan y cerveza en la cocina durante el Festival. ¡No los tendré sentados a mi mesa!

-Y yo te digo que Anthony exige la presencia de ellos. He sido advertido, "yo no la azotaría, porque mi padre la quiere en la cena de hoy como recompensa por el coraje de la muchacha". - Charlie se ahogó con el recuerdo de la frialdad del Príncipe Garrett cuando habló con él. -Lo que nosotros consideramos un atrevimiento excesivo por su parte, el duque lo considera valentía, así que tenemos que controlar nuestras lenguas. Isabella cenará con el duque en persona, ¡Te lo advierto! ¿O querrías que me azotara a mí porque vos odias a tu hija?

-¡Sois vos quien la maldice por no ser un hijo varón! – gritó Renée.

-Si, pero todavía puede tener algún valor para mí, esposa.

-Entonces deja que la pequeña prostituta aparezca en la cena, pero, Charlie te lo advierto no tendré al hijo de tu prostituta en mi salón.

-No, no hay maldad en ese niño, Renée, y parece que ha llamado la atención de Anthony. Emmett me dijo que pretende tomar a Edward bajo su servicio.

-¿El hijo de una puta sajona? - Renée apretó sus labios en descreimiento.

-Es el nieto de un jefe sajón. Él podría ser un crédito para mí.

-Tanto crédito como la pequeña prostituta, te lo aseguro.

-¿Isabella? No, aunque no quieras admitirlo, querida Renée, la niña es una belleza. Yo puedo apuntar alto en la búsqueda de un marido para ella, te lo aseguro.

Él no podría haber escogido sus palabras con menos cuidado. Lady Renée estaba intensamente celosa de la apariencia de la niña y no podía aguantar el más mínimo elogio de su belleza.

-Marido, ¿estás loco? ¡No va a hacer otra cosa que avergonzarte! ¿Qué valor hay en una muchacha que ha perdido el decoro y que se mezcla en una pelea con gente común? Déjala ir a un convento y busca un marido para Jessica. No, cambié de idea. Dile al Duque Anthony que está enferma.

La paciencia de Charlie estaba agotada.

-Por todos los santos, eres estúpida, Renée. Fue el coraje de Isabella lo que me deja bien ante el duque. Anthony la ha notado y ha sugerido un interés en su matrimonio. Y vos, estúpida celosa, no me harás perder esta oportunidad. Podríamos conseguir un marido que convirtiera a Isabella en una condesa o algo más. Puedo vestir a la niña con ropa elegante, y cubrirla de joyas.

-Si vos la pones en nuestra mesa, yo no estaré allí-, amenazó.

Charlie abrió su puño y golpeó con la palma abierta su mejilla. Ella retrocedió por el golpe, con expresión de descreimiento y shock. Llevó su mano a su cara y gritó,

-¡Me golpeaste!

-Si, lo hice y lo haré nuevamente si me desafías. ¡Escúchame, Renée! Lo único que has hecho es interponerte en mi camino desde que viniste a mí. Sois capaz de desobedecer a tu Lord con tal de satisfacer tu mezquindad, esposa. ¿Y qué es lo tuve de vos? - Su voz volvió amenazante. -Te diré: un montón de llanto en la cama de matrimonio y nada más que tres niñas como resultado de trece años como esposa. Vos provocas a Esme y haces un infierno de su vida, pero por lo menos ella sabe como hacer un hijo.

La rabia de Renée la hizo temeraria.

-¿Realmente, Charlie? - lo desafió. - ¿Es tuyo el hijo varón? Siempre lo he dudado. Edward no es muy parecido a vos, mi Lord, pero aún así vos lo exhibes ostentándolo como un símbolo de tu virilidad. Bien, ¿y qué hay de mí? Concebí tres niñas vivas y cuatro niñas que nacieron muertas, Charlie, y si no di un hijo, es porque vos no concebiste uno.- La voz se volvió un susurro rencoroso. -No, marido, vos no puedes engendrar un varón.

Charlie estiró su mano y agarró su mentón dolorosamente.

-Ten cuidado con lo que me dices, mi lady, o te apartaré de mi vida. ¿Me oyes, mujer? - El la soltó y dio un paso atrás. - Ahora Isabella va a cenar con nosotros y vos aparecerás como una madre orgullosa. Y si golpeas a la niña y le dejas marcas, yo te marcaré a vos. En cuanto a Edward, verás que esté vestido decentemente aunque tengas que desvestir a tus parientes pomposos para hacer eso. No lo enviaré con el duque con harapos. Si no apareces, serás echada de mi casa.

Él había ganado. Renée estaba de pie ante él con la cara pálida y enormes ojos amedrentados. Abruptamente se dio la vuelta y salió, y pasó por al lado de su hija primogénita en las sinuosas escaleras de piedra.

Isabella había oído todo, y estaba indecisa, tratando de decidir si ir con su perturbada madre o seguir a su padre furioso. Terminó de subir los pocos escalones hacia el solar de Lady Renée, donde halló a su hermosa madre todavía temblando, sus manos sujetaban sus mejillas. El primer impulso de Isabella fue abrazarla y confortarla, pero retrocedió cuando vio a Renée. El odio en los ojos de su madre era inconfundible.

- ¡Aquí estás, niña estúpida! ¡Te odio, fuera de mi vista!

-Mamá, por favor...

-¡Fuera! ¡Todo lo que me pasa, es culpa tuya!


Bueno, pues como podéis observar… en esta historia hay un poco de todo… El apuesto príncipe Garret… que parece estar interesado en la hermosa Isabella, el cruel Jasper de Hall (lo siento chicas, advierto que en esta historia no será el caballero al que estamos acostumbradas), y el "Bastardo" Edward Masen, medio hermano de Isabella… pero que se esconde ante tanto amor de hermanos¿?... prometo que la historia es emocionante, con intrigas, obsesiones… y de más… diría que la mejor historia que me he atrevido a adaptar… bueno mis niñas nos leemos un besote enorme… dejen sus RW, guapetonas.