hola hola.. aki sta el ultimo cap de sta historia.. espero les haya gustado
cuidence
Capitulo 23
Cuando Edward terminó de leer la carta, alzó la vista del papel y la miró.
-Tu padre amaba mucho a tu madre.
-Sí.
Edward dobló cuidadosamente la carta, volvió a meterla dentro del sobre y en ningún momento dejó de mirarla.
-Me hubiese gustado conocerle. Yo era apenas un crío cuando él vino al castillo y no permaneció mucho tiempo.
Bella sostuvo su mirada.
-¿Qué debemos hacer?
Edward se acercó a ella y cogió su rostro entre sus manos.
-Debemos enseñarle esta carta a la abuela.
-Pero ellos están muertos y ella está viva. Yo la quiero mucho y no deseo que sufra.
El se inclinó para besarle las pestañas.
-Te amo, Bella, por muchas razones, y ahora acabas de añadir otra a la lista. -Edward le alzó la cabeza para mirarla nuevamente a los ojos-. Ahora escúchame, mon amour, y confía en mí. Ella debe conocer el contenido de esta carta para tranquilizar su conciencia. La abuela cree que su hija la traicionó para luego abandonarla. Ha vivido durante veinticinco años creyendo que su hija mancilló el honor de la familia. Esta carta significará mucho para ella. Podrá leer en palabras de tu padre el amor que Renee sentía por ella y, lo que es igualmente importante, comprenderá el amor que tu padre sentía por su hija. Él era un hombre ho norable, pero vivió pensando que la madre de su esposa estaba convencida de que era un ladrón. Ha llegado el momento en que todo este asunto debe aclararse para siempre.
-Está bien -convino ella-. Si crees que es lo correcto, eso haremos.
Edward sonrió y le besó las manos antes de ayudarla a que se levantara del suave colchón de hojas.
-¿Dime, querida prima -la risa burlona y familiar iluminó su rostro-, siempre harás lo que yo diga?
-No -dijo ella meneando vigorosamente la cabeza-. En absoluto.
-Ah, eso pensé. -Los dos caminaron hacia donde estaban los caballos-. Nuestra vida no será nada aburrida. -Cogió las riendas de "Ba bette" y Bella montó sin necesidad de que la ayudase-. Eres perturbadoramente independiente, obstinada e impulsiva, pero te amo.
-Y tú -dijo ella, mientras Edward monta ba ágilmente en su alazán- eres arrogante, autoritario y engreído, pero yo también te amo.
Pronto llegaron a las caballerizas. Después de entregarle los caballos al mozo de cuadra, se dirigieron al castillo cogidos de las manos. Cuando llegaron al jardín, Edward se detuvo y la miró.
-Debes ser tú quien le entregue la carta a la abuela, Bella -dijo, extrayendo la carta del bolsillo y entregándosela.
-Sí, lo sé -dijo ella, cogiendo el sobre-. Pero tú estarás conmigo, ¿verdad?
-Oui, ma petite. -La estrechó entre sus brazos-. Me quedaré a tu lado.
La besó tiernamente y Bella enlazó sus brazos en torno a su cuello hasta que el beso se hizo más profundo y sólo existieron ellos dos en el mundo.
-Muy bien, hijos míos. -La voz de la condesa rompió el hechizo y ambos se volvieron para descubrir su delgada figura en el borde del jardín-. Veo que habéis decidido dejar de luchar contra lo inevitable.
-Eres muy lista, abuela -dijo Edward alzando una ceja-. Pero creo que hubiésemos podido arreglárnoslas sin tu valiosa cooperación.
Los elegantes hombros de la condesa se movieron significativamente.
-Pero los dos habríais perdido demasiado tiempo y el tiempo es un producto muy valioso.
-Entra con nosotros, abuela. Bella tiene algo que desea mostrarte.
Los tres entraron en el amplio salón y la condesa se sentó en el trono de brocado.
-¿Qué es lo que quieres mostrarme, ma petite?
-Abuela -dijo Bella acercándose a la anciana-, Jacob me trajo algunos documentos que me envió mi abogado. No me preocupé por averiguar su contenido hasta que él se marchó, pero cuando lo hice descubrí que eran mucho más importantes de lo que yo había imaginado. -Le entregó la carta-. Antes de que leas esta carta, quiero que sepas que te quiero mucho. -La condesa abrió la boca para hablar pero Bella continuó-: Amo a Edward y, antes de leer lo que tienes en las manos, él me dijo que también me amaba. No puedo decirte cuán maravilloso fue que me lo dijera antes de leer esa carta. Los dos decidimos que debías leerla porque te que remos.
Bella se sentó en el sofá mientras su abuela procedía a leer la famosa carta; Edward se sentó junto a ella y le cogió la mano.
Los ojos de Bella permanecían fijos en el retrato de su madre y volvió a comprobar que en la mirada de Renee había alegría y felicidad, que era la mirada de una mujer profundamente enamorada.
"Yo también la he encontrado, mamá -dijo en silencio-, la abrumadora alegría del amor, y lo tengo aquí en mi mano."
Bajó la vista hacia las manos entrelazadas donde los dedos bronceados se cruzaban con los de alabastro y el anillo de rubíes que había per tenecido a su madre brillaba con el contraste de los colores. Miró el anillo y luego alzó la vista y miró la réplica que llevaba su madre, y entonces comprendió. El movimiento de la condesa al ponerse en pie sacó a Bella de sus ensoñaciones.
-Durante veinticinco años he juzgado mal a este hombre y a la hija a la que tanto amaba. -Sus palabras eran suaves y la condesa se volvió para mirar hacia la ventana-. Mi orgullo me cegó y endureció mi corazón.
-Tú no podías saberlo, abuela -dijo Bella, observando la rígida espalda de la condesa-. Ellos sólo querían protegerte.
-Para protegerme del hecho de que mi esposo había sido un ladrón y de la humillación de un escándalo público, tu padre permitió que le acusaran de robo y mi hija renunció a su familia. -La condesa se dejó caer nuevamente en su elegante sillón-. A través de las palabras de tu padre percibo claramente el amor. Dime, Bella, ¿mi hija fue feliz?
-Puedes ver sus ojos cuando mi padre la estaba pintando. -Bella señaló el retrato-. Siempre tuvo esa mirada.
-¿Cómo puedo perdonarme por lo que he hecho?
-Oh, no, abuela. -Bella se puso de pie y fue a arrodillarse frente a la condesa, cogiendo sus manos y besándolas-. No te entregué esa carta para añadir dolor a tu espíritu, sino para quitarlo. Has leído la carta y sabes que ellos no te culpan de nada. Al contrario, ellos decidieron voluntariamente que creyeras que te habían traicionado. Tal vez cometieron un error, pero ya está hecho, y ya no se puede volver atrás. -Aferró con fuerza las delgadas manos de la condesa-. Yo no te culpo de nada y te ruego que hagas desaparecer ese sentimiento de culpa.
-¡Ah, Bella, mi querida niña! -La voz de la condesa era suave como sus ojos-. Está bien -dijo bruscamente irguiendo nuevamente los hombros-. Sólo recordaremos los tiempos felices. Tú me contarás la vida de Renee con tu padre en Georgetown y volverás a acercarlos a mí, ¿verdad?
-Oui, abuela.
-Tal vez un día me lleves a conocer la casa donde creciste.
-¿A los Estados Unidos? -preguntó Bella profundamente asombrada-. ¿No tienes miedo de viajar a un país tan incivilizado?
-Vuelves a ser impertinente -dijo la condesa altivamente mientras se levantaba de su trono-. Comienzo a creer que llegaré a conocer muy bien a tu padre a través de ti, Bella. -La anciana meneó la cabeza-. ¡Cuando pienso en el precio que tuve que pagar por esa maldita pintura! ¡Me alegro de haberme librado de ella!
-Aún tienes la copia, abuela -dijo Bella-. Yo sé dónde está.
-¿Cómo lo sabes? -preguntó Edward ha blando por primera vez desde que entraron en el salón.
Bella se volvió hacia él con una sonrisa.
-Lo pone ahí, en la carta, pero al principio no lo descubrí. Cuando nos sentamos en el sofá y tú me cogiste la mano, me di cuenta. ¿Ves esto? -Alzó la mano enseñando el anillo de rubíes-. Era de mi madre, el mismo anillo que lleva en el retrato.
-Yo había visto el anillo en la pintura -dijo la condesa lentamente-, pero Renee jamás tuvo un anillo semejante. Pensé que tu padre lo había incluido sólo para que hiciera juego con los pendientes.
-Ella tenía el anillo, abuela. Era su anillo de compromiso. Mamá siempre lo llevaba con la sortija de boda en su mano izquierda.
-Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la copia de la Madonna de Rafael? -preguntó Edwardfrunciendo el ceño.
-En la pintura ella lleva el anillo en la mano derecha. Mi padre jamás hubiese cometido ese error de detalle a menos que lo hiciera intencionadamente.
-Es posible -murmuró la condesa.
-Sé que está allí. Lo dice en la carta. Mi padre dice que la ocultó, cubierta por algo infinitamente más precioso. Y, para él, nada era más precioso que mi madre.
-Oui -convino la condesa, estudiando la pintura de su hija-. No había otro lugar más seguro donde ocultarla.
-Tengo una solución -dijo Bella-. Puedo despintar una esquina y entonces estaremos seguros.
-Non. -La condesa meneó la cabeza-. Non, no hay necesidad de hacerlo. No permitiré que destruyas ni una pulgada del trabajo de tu padre aunque debajo se encontrara el Rafael original. -Se volvió hacia Bella y le acarició la meji lla-. Ahora mis tesoros sois tú, Edward y esta pintura. La dejaremos allí. Ese es el lugar que le pertenece. Ahora os dejaré solos. Los enamorados deben tener su intimidad.
Abandonó el salón con el porte de una reina y Bella la miró con admiración.
-Es una mujer magnífica, ¿no crees?
-Oui -convino Edward, cogiendo a Bella entre sus brazos-. Y muy lista. No te he besado ni siquiera una hora.
Después de que Edward hubo solucionado esa discrepancia para satisfacción de ambos, miró a Bella con su habitual gesto de suficiencia.
-Una vez que estemos casados, mon amour, encargaré a alguien que pinte tu retrato y añadiremos otro tesoro al castillo.
-¿Casarnos? -repitió Bella frunciendo el ceño-. Nunca he dicho que pensaba casarme contigo. -Se apartó de él como si le rechazase-. No puedes ordenarme que haga algo semejante. A una mujer le agrada que se lo pidan.
Edward la atrajo hacia él y la besó profun damente con labios cálidos e insistentes. -¿Decías algo, prima? -preguntó.
Bella le miró con expresión seria, pero entrelazó sus manos detrás del cuello.
-Nunca seré una aristócrata.
-El cielo no lo permita -exclamó él sinceramente.
-Nos pelearemos a menudo y te sacaré de tus casillas.
-Eso espero -dijo él.
-Muy bien -exclamó Bella con una sonrisa en los labios-. Me casaré contigo... con una condición.
-¿Y cuál es esa condición? -preguntó Edward alzando una ceja.
-Que esta noche me acompañes a dar un paseo por el jardín. -Bella se ciñó con fuerza a su cuerpo-. Estoy cansada de caminar a la luz de la luna con otros hombres y deseando que fueras tú.
-Entonces no se hable más ma Bella…
Fin.
y FIN aki termina todo.. espero les haya gustado la historia cuidence
espero los ultimos reviews..
byee