Konnichiwa! Salut! ¡Hola! Aquí llego, al fin, con el epílogo y punto y final de mi fic =). Ejem... ¿Quién me iba a decir, cuando comencé a escribirlo (allá por ¿diciembre?, sin perspectivas de publicarlo) que acabaría logrando que la gente me pidiera que lo continuara? Ciertamente, lo escribí para mí misma, pero el día de Reyes , como regalo (en un principio para mí misma XD), decidí comenzar a publicarlo. Fue algo impulsivo. Creía que pasaría sin pena ni gloria y que me vería obligada a terminarlo rápido o a eliminarlo de la web... Pero no ha sido así. He conseguido gustar a unas cuantas personas que, aunque no sean demasiados, han leído mi fic, les ha gustado y no se han molestado mucho por mi tardanza en algunas ocasiones. Por tanto, aunque no haya logrado fama mundial ni nada de eso, soy feliz. Me da un poco de pena acabar mi relato, pero soy feliz por el hecho de que haya gustado.

Pasemos ahora a los agradecimientos:

-A ShihoShVG, por su fidelidad por leer y reviewar todos y cada uno de los capítulos. Me daba muchísimos ánimos ver tus reviews cada capítulo, y, por tanto, te dedico el fic como parte de un pack de regalos por leer y reviewar mi fic entero. Je promets d'apprendere français. Je vais être en mesure d'écrire en français très bien.

-A Asuhara, reviewador/a no registrado/a (no sé si eres chico o chica) que empezó a reviewar hace unos capítulos (en el 7, por cierto) pero que, desde entonces, ha reviewado en cada capítulo. Tú también me dabas muchísimos ánimos. Muchas gracias.

-A todas las personas que han leído mi fic entero y, hayan reviewado o no, han constituido parte de las gráficas que me animaban a seguir publicando cada vez que las miraba (me ha llegado a leer gente de Vietnam O.O. Un saludo a aquel/aquella vietnamita).

-Y a ti, que estás leyendo esto ahora mismo. No sé tu sexo, tu religión, tu nacionalidad... Ni me importa. Lo único que sé es que has abierto mi fic y estás leyendo esto ahora mismo, seguramente pensando: "¡Que termine ya la introducción, que quiero leerme el epílogo!". XD. Bueno, pues antes de dejarte que leas tranquilamente, únicamente te quiero dar las gracias. Gracias por entrar en y leer mi fic. Gracias de corazón por interesarte en mi humilde trabajo. Gracias de todo corazón de esta humilde fanfiquera.

Así pues, sin olvidar recordaros que los reviews son gratamente recibidos, os dejo con el epílogo de mi fic. Saludos, besos, gracias y buena lectura de parte de

Sherry Furude,

humilde fanfiquera en mi tiempo libre.


Epílogo: Un recuerdo más.

El viento soplaba con fuerza en el solitario cementerio, haciendo ondear la ropa de las pocas personas que se encontraban visitando a sus difuntos. Uno de ellos era un joven de pelo rubio y liso hasta más de la cintura y con los ojos de un verde claro impresionantemente brillante. Flamante en sus 20 años, Mamoru se encontraba frente a la tumba de su madre, mirándola fijamente. Un jarrón de porcelana albergaba flores frente a la lápida, y un par de varitas de incienso llenaban el aire con su dulce y fuerte olor. El chico vestía unos sencillos vaqueros algo sueltos junto con una simple camisa de estampado escocés en verde y negro, y sus zapatos eran de un negro reluciente. Por un bolsillo del vaquero sobresalía un paquete de tabaco.

-Hola, mamá –saludó el joven a la tumba- Aquí estoy, como siempre. Resulta increíble que ya sea mayor de edad, ¿no? –el silencio fue la única respuesta que el chico obtuvo- Seguro que te gustaría estar aquí para ver a tu hijo, tu pequeñín, con 20 años ya. Aunque creo que sería mejor que no –la tristeza tiñó los ojos del chico antes de que pudiera continuar- Como ya te dije, me adoptaron unos miembros de la Organización, y antes de cumplir los 14 años ya formaba parte de ella. La verdad es que aprendí rápido; manejar un arma no es tan difícil como parece, y tengo buena cabeza para pensar en planes y esas cosas. Lo que fue duro fueron los sentimientos: me daba miedo convertirme en un asesino como ese maldito Kenzo, o que los remordimientos por arrebatar vidas humanas me devoraran.

Cuando maté a la primera persona me sentó bastante mal. Es horroroso ver morir a alguien frente a tus ojos, y lo peor, que tú hayas sido el causante. Piensas en todos los planes de futuro, las esperanzas, las ilusiones que esa persona puede que tuviera… En cuántas personas sufrirán con su muerte…. Y todo por tu culpa. Es simplemente horrible. Porque, realmente, ¿quién eres tú para decidir dar fin a una vida humana, para acabar con tantos sueños e ilusiones de golpe y porrazo?

Pero sabía que mi destino era ser un Hombre de Negro, un asesino, "el digno sucesor de tu padre", según el Jefe. Así que, sabiéndome incapaz de escapar, decidí, a partir de ese momento, simplemente, olvidar. Esforzarme en olvidar a las personas que mato. Olvidar el lugar, la fecha, la persona... Todo con el fin de, aunque suene egoísta, evitarme sufrimiento.

El joven se mantuvo en silencio durante unos momentos. Cerró con lentitud sus ojos y, tras unos segundos, los volvió a abrir. De lejos, se escuchaba a una mujer arreglando las flores de alguna tumba, pero, excepto por eso, el cementerio se encontraba en el más absoluto de los silencios. Un par de vencejos atravesaron el cielo azul, rompiendo momentáneamente aquel sepulcral silencio con sus gritos.

-Por lo menos, Kenzo murió –continuó el muchacho- Al parecer, el propio Jefe de la Organización mandó a uno de sus peones, que trabajaba como guarda en la cárcel, que acabara con él. Temían que se fuera de la lengua –explicó, y una sonrisa algo maliciosa se dibujó en sus finos labios- Según escuché, sufrió: le clavaron un cuchillo en el abdomen y agonizó durante un par de horas hasta morir. La verdad es que me alegro, y espero que sufriera mucho más que tú. De todos modos, seguramente ahora mismo esté ardiendo en el infierno, pagando por todo el mal que hizo.

Mamoru interrumpió su relato al escuchar pasos. El sonido fue aumentando, y finalmente una mujer con un ramo de flores en las manos pasó junto a él. Cuando dobló una esquina y desapareció, el joven continuó:

-¿Sabes?, te agradezco de corazón que me pidieras que le revelara a Shiho mis sentimientos. Ella también me amaba –informó- La relación va genial desde el primer día. Lo malo es que tenemos que ocultarla un poco, porque su hermana no me quiere ni en pintura, pero lo importante es que nos queremos mucho. Solemos quedar todos los días: por la mañana, por la tarde, por la noche… Todo va de maravilla: yo la amo con todo mi corazón, y ella a mí. Además, como trabaja de científica en la organización, nos vemos todos los días. Incluso a veces, cuando se queda a dormir en mi casa, vamos juntos a la base de los Hombres de Negro–una sonrisa, esta vez muy dulce, curvó los labios del joven- La quiero muchísimo.

De pronto, una alarma sonó. Mamoru miró a su muñeca y pulsó un botón de su reloj. Eran las cinco en punto.

-Bueno, creo que debo irme ya –informó a su madre- He quedado con Shiho frente al hotel Haido a las cinco y veinte, y hasta allí aún me queda un buen cuarto de hora en coche. Volveré dentro de una semana y te traeré flores nuevas. Hasta entonces, mamá –se despidió finalmente el chico.

Haciendo ondear su larga cabellera, Mamoru se giró y comenzó a alejarse de la tumba de su madre. En cuanto salió del cementerio, se encendió un cigarrillo y sacó de un bolsillo las llaves de su Porsche mientras pensaba en su cita con Shiho. Sin volver la vista atrás al silencioso cementerio, se montó en el coche y se marchó a toda velocidad.

Jamás olvidaría su infancia, pero la vida debía continuar.