Declaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen.

Advertencia: Es un AU (Universo Alterno). Alguna palabra obscena.


Amante de Sangre

11. El primer hijo.

Fugaku Uchiha nunca fue un hombre muy hablador, más que nada él observaba su alrededor, escuchaba algunas palabras salida por la boca de otros con coherencia y sí le resultaban interesantes correspondía con algún intercambio, asentimiento o ruidito de garganta, o en su caso, si eran chorradas sin sentido alguno, lo ignoraba con brusquedad y sin miramientos.

Cerrado, cabezota y directo. A la hora de negociar su actitud y talante era la misma y su perspicacia era conocida y reconocida. No era un hombre al que pudieras subestimar ni de bromear, sus ojos negros como el carbón, pequeños y tan parecidos a los de un gato, analizaban a los demás y con un simple vistazo te podías hacer una idea de cuan duro e inflexible resultaba tratar con él.

Nadie podía imaginarse que una persona como él pudiera soportar a una caprichosa y romántica Mikoto Uchiha, pero él no eligió a su esposa y, pese a que no le gustara ser ordenado, era por el bien del clan Uchiha, por el bien de la raza vampira pura por el que él tenía que casarse con una mujer que le garantizara que su descendencia tendría su magnífica sangre y genes. ¿Qué era una prima segunda? Bueh, todo queda en familia. Y no dijo nada, ni rechistó. Frunció el ceño, cerró la boca y aceptó casarse con ella. Fin.

Sin embargo, absolutamente nadie pudo predecir que con el tiempo, Fugaku aprendió a querer a su manera a su esposa. Mikoto era ante todo particular, una mujer con carácter detrás de una sonrisa bella y un rostro hermoso. Nunca fue valorada lo suficiente y fue tratada como a una joya que se cuida, se pule y se vende. Fugaku sabe escuchar, aunque no siempre tome en cuenta tu opinión, y por eso, supo ver en ella lo que nadie más veía: inteligencia, terquedad y decisión.

Mikoto no peleaba con los puños, sino con la dialéctica. Las palabras eran venenosas, sobre todo si las enmascaras detrás de sutilezas, sonrisas y cortesías. Dañinas como el peor de los venenos. Y Uchiha la encontró como un arma letal convertida en mujer.

Como el patriarca de los Uchiha, él tomó sus responsabilidades bajo sus hombros, al igual que supo, que así como él heredó el cargo de líder de los vampiros, que durante generaciones, se le concedió dicho honor a su clan, más tarde, cuando el momento llegara, sería uno de sus hijos el que se haría cargo de tal tan privilegio.

Fugaku nunca lo admitiría en voz alta y para nadie, pero sintió terror cuando se enteró de que Mikoto estaba esperando a su primer hijo, pero calló, colocó una mueca de orgullo en sus labios y fingió leer el periódico. Tuvo miedo de perder a su esposa en el parto, de que su hijo naciera débil y falleciera. Fueron muchos sus pensamientos, pero la alegría y calidez que sintió cuando tuvo a su hijo en brazos fue su bálsamo.

El primer hijo siempre es especial. Y Fugaku, nunca fue hombre que creyera en presentimientos, pero mientras sostuvo contra su pecho al pequeño bebé de piel rojiza, él tuvo ese sentimiento de que ese niño sería un gran hombre en un futuro. Y el señor Uchiha sí creía en su instinto.

Quizás por eso, el nacimiento de Sasuke y sus consecuencias no fueron bien tomadas por él.

Fugaku sabía lo que significaba ser tres hermanos y pelear con tu propia sangre por un puesto al que ni siquiera sabes por qué aspiras, y que deseas por el mero hecho de recibir reconocimiento por parte de tus padres y clan. Olvidar que alguna vez te han mirado con desprecio.

Mikoto se quedó embarazada por segunda vez y Fugaku rezó en silencio y a solas porque ese bebé fuera una niña, una hermosa y preciosa niña igual a su esposa. Las mujeres no podían optar a una posición de líder -a no ser que no tuviera hermanos varones- y aunque no estaba muy seguro de cómo tratar a una hija, Fugaku no deseaba que sus hijos pelearan.

Sin embargo, los genes fueron en su contra y nació Sasuke. Lo único que sí fue cumplido fue el parecido con Mikoto.

Los vampiros son una raza muy antigua, cargada de leyendas, mitos y poderío, pero nunca se habló de quién les manda, quién les exige ciertas normas, quién puede dominarlos. Los describen como seres solitarios, bebedores de sangre inmortales que seducen muchachas para matarlas lentamente, mientras les roban su aliento de vida para obtenerlo ellos. Fugaku siempre chasqueó la lengua ante las historias de los humanos y rodó los ojos ante tanta impertinencia. No sabían nada. Nada. ¿Drácula? Un bebé llorón.

Su raza tenía normas. La sociedad avanzó, la tecnología se instaló dentro de los medios de cada vampiro, pero su manera de ver a los demás y de regir las clases sociales seguía siendo tan antigua como su viejo trasero inmortal. Cambiar las mentalidades de las personas era difícil, él lo sabía por experiencia propia, tan bien como sabía que los vampiros no veían factible cambiar un sistema que se había regido por siglos.

Itachi era el primogénito, el que cargaría con todo el poder de un rey, o eso es lo que se esperaba de un bebé que el único pecado cometido fue nacer y no tener más hermanos antes de él. Pero el oráculo, el destino y antiguas leyes no estuvieron de acuerdo.

A Fugaku todavía se le hiela la sangre cuando recuerda aquel día, porque todo era sencillo, muy sencillo. Su primogénito era un varón, por lo que sería el líder y sería criado para ser un líder. Correría peligro, sin duda. Habrían conspiraciones para poder tener el lugar del chiquillo, pero Itachi, solo sería la figura portadora del poder, no el verdadero rey. Fácil.

Eso era lo que él quería. Hasta el nacimiento de su segundo hijo varón.

El señor Uchiha nunca creyó en leyendas, magia negra o cuentos fantásticos, sí, bueno, él era un ser que no debería existir, lo admitía, pero eso era si lo mirabas desde los ojos de un humano. Para él todos esos mitos de viejas que corrían de boca en boca y que daban explicación a cosas absurdas, eran mentira. Sin embargo, el oráculo y el Consejo de ancianos no estaban de acuerdo, y se lo dejaron muy claro la noche que Sasuke nació.

Llovía, recuerda que llovía a cantaros, una tormenta de verano. Las nubes negras encapotaron el cielo y los truenos y relámpagos cruzaron el firmamento anunciando la llegada de un nuevo vampiro.

Había una profecía. La profecía de la reencarnación del sumo rey. Los líderes de la raza que habían existido hasta el momento, incluido el abuelo, padre y el mismo Fugaku, eran solo eso, figuras que representaban a un rey, pero el original y verdadero padre de los vampiros murió. Murió por traición y avaricia.

Él siempre rodó los ojos ante dicho cuento por la incoherencia del mismo, pero la noche en la que volvió a escuchar el relato, el mismo día que Mikoto dio a luz a su segundo hijo, no pudo hacerle tal desprecio y sintió escalofríos por todo su cuerpo.

El padre de los vampiros lo sacrificó todo por su raza, para crearla y darle un nombre, unas reglas, unas virtudes y unos defectos, él es el símbolo de sangre pura y poder de los chupadores de sangre. Y ese sumo rey fue respetado por su gente, hasta que fue destronado. Destronado por sus mismos genes. Se le arrebató el alma con magia negra y se quemó su cuerpo. Un nuevo rey se alzó victorioso como rey, mientras debajo de su trono, encerrado dentro de una cajita se encontraba el alma vengativa del padre de los vampiros.

Por supuesto, eso era una leyenda, porque todos necesitamos algo en qué creer y un motivo para estar en el mundo. La versión más oficial y realista dice que de alguna manera los Uchiha llegaron al poder por ser uno de los clanes con la sangre más pura y más antiguo dentro de los vampiros, y por eso se les concedió el honor y privilegio de ostentar al cargo de líder. Sangres puras.

Itachi iba a ser el representante, no solo de su familia, sino de todos los vampiros. Y como siempre, muchos eran los que no estaban de acuerdo con el liderazgo de los Uchiha permanente, como si los demás clanes de tantos siglos tras su espalda no fueran nobles. Pero según varios estudios, los Uchiha eran los que tenían antepasados más cercanos a la creación de la raza, y estaban en todo su derecho de ser ellos los líderes.

Con el nacimiento de Sasuke, otro hijo varón, no importaba la opinión de Fugaku o su fe en las capacidades que su pequeño niño de cinco años hubiera mostrado, la tradición decía que debían pelear por el puesto de líder cuando llegara el momento de sustituir a su padre.

Sin embargo, el oráculo había anunciado desde tiempos remotos el nacimiento del sumo rey, la reencarnación del antiguo padre en un nuevo vampiro, con un nuevo cuerpo, pero con la misma alma, esa que una vez estuvo cautiva. Y esa noche del veintitrés de Julio, la profecía volvió a recitarse después de siglos sin escucharla, y Sasuke quedó marcado. En todo el sentido de la palabra. El pequeño bebé nació con un dibujo de tres aspas en su nuca. Imborrable, recordatorio de su destino.

Cada vez que un nuevo bebé Uchiha llegaba al mundo se le enseñaba a los antepasados, se le pedía una bendición a los más ancianos y solo por ser el hijo directo de un líder pasaba a ser el candidato oficial. Sasuke no fue un candidato, sino el Príncipe, el heredero, el futuro sumo rey de la raza.

– ¡No! ¡Mi hijo no es ningún príncipe!

–Mi señora, no desprecie al oráculo, no desprecie a nuestros antepasados, nuestros sabios que todo lo saben.

– ¡Sabios mi trasero! ¡Ellos no saben nada! ¡Esas momias no tienen cerebro! ¡Mi hijo no es un rey! ¡Es solo un bebé!

Mikoto nunca aceptó nada. Y esa fue la primera vez que la vio fuera de sí y diciendo malas palabras. Si bien, tener como hijo al elegido para ser el sumo rey de la raza podía ser un gran honor, para ellos fue una maldición. Ser el rey significaba que su vida siempre estaría en juego. Además, nadie sabía con exactitud qué pasaría cuando Sasuke ascendiera al trono y reclamara su lugar. Nadie, ni siquiera esa panda de viejos excéntricos. Y el oráculo lanzaba la piedra, pero escondía la mano.

A partir de ese día, Itachi dejó de ser una apuesta segura para la candidatura y Sasuke fue examinado con ojos de lince.

Fugaku se centró en su hijo mayor, fingiendo que nada pasaba, que él sería la apuesta segura para ser el patriarca y el líder vampiro, cuando en realidad todos los cercanos a la familia, todos los vampiros puros, comenzaron a notar que el pequeño bebé Uchiha despedía un brillo especial que no tenía Itachi. Nadie dijo nada directamente, susurraban entre sí y llegaban solos a sus propias conjeturas y teorías, intuyendo que había gato encerrado.

Mikoto, una madre amorosa y preocupada, nunca se despreocupó de su hijo mayor, pero siempre centró más su atención en Sasuke. Nerviosa, paranoica, aterrada. La señora Uchiha calma, de sonrisa cínica y ojos sagaces entraba en pánico en todo a lo que Sasuke se refería, temerosa de que un día, su pequeño bebé desapareciera de su cuna y nunca más lo volviera a ver.

Porque claro, ellos no eran los únicos que sabían el destino marcado de su hijo. Los Ancianos y los líderes de los demás clanes más antiguos y respetados lo sabían y si bien, Fugaku tenía amistad con algunos, siendo dos de ellos sus mejores amigos, también sabía que la avaricia y la envidia llenaban el saco y los hacían explotar. Incluso, dentro de su familia, los celos eran evidentes.

Fugaku siempre fue exigente a la hora de criar a sus hijos, pero Sasuke fue el más perjudicado. Itachi tenía talento, Sasuke se esforzaba. El señor Uchiha reconocía que tenía cierta predilección por su primogénito, admitía que no le cayó bien la profecía puesta sobre los hombros de su pequeño Uchiha, pero quería a sus dos hijos.

Con Sasuke fue más duro e inflexible, a él le pedía más, discutía más y lo retaba continuamente para un mejor resultado. Lo comparaba con Itachi y lo hería, pero lo hacía más fuerte, porque ese era el método del terco chiquillo. El orgullo lo hacía querer superarse a sí mismo, no poder alcanzar las expectativas de su padre lo humillaba y le dolía y por eso buscaba su reconocimiento a través del esfuerzo. Quería controlarlo y mantenerlo bajo su manto para que no fuera atacado por otros, pero Sasuke no pensaba igual que su padre y le jodía ser ordenado. Era tan parecido a Mikoto.

Fugaku sabía que todo no era por el bien de Sasuke, sino que el patriarca Uchiha estaba herido porque Itachi fue rechazado y él quería probar qué tan hábil era Sasuke, qué podía ofrecer ese niño que no tuviera el genio primogénito para ser elegido, sin ver siquiera sus habilidades, como un Príncipe.

Sí, el primer hijo siempre es especial.

Sin embargo, el matrimonio Uchiha creó una red de mentiras, ocultando a sus hijos el destino de Sasuke, explicando con palabras bonitas que las tres aspas de su nuca era una simple marca de nacimiento, y basando su educación en que ambos tendrían que pelear por el puesto de patriarca y líder. Per-fec-to.

Fugaku sabía que Itachi no le creía desde que tenía diez años, como también, dudaba que Sasuke no sospechara que algo no iba bien con él. Pero si algo había aprendido el señor Uchiha de sus hijos era que no importara cuán bueno fuera Itachi o cuánto le dijera que era un prodigio, el hermano mayor siempre cuidaría del pequeño, estando dispuesto a dar su vida a cambio de la suya propia por él. Como también, comprendió que Sasuke es demasiado obstinado y orgulloso para admitir la derrota y que siempre está en busca de la superación. Y aun así, Fugaku sabe que si Sasuke peleara contra Itachi, el hermano pequeño nunca ganaría. No al menos con su poder actual. No sin crecer.

– ¡Fugaku! Tan puntual como siempre.

Minato lo saludó con una sonrisa simpática y tranquila, dándole una suave palmada en el hombro.

–Hmp. –ese fue su corto saludo.

El representante de la familia Namikaze se encogió de hombros por la poca habladuría típica de Fugaku y le hizo un gesto con la cabeza a Hiashi Hyuga cuando se les unió. El rubio no pudo evitar acordarse de las palabras mordaces de su esposa a contemplar el gesto fruncido de su amigo Hiashi "Parece que tiene un palo metido por el culo, Minato, de veras", y no pudo evitar sonreír sin razón aparente, mientras sus dos acompañantes lo observaban pensando que su salud metal se había visto gravemente afectada por su loca esposa.

–Hiashi ¿cómo va el entrenamiento de tus hijas?

Fugaku a veces no sabía si envidiar a Hiashi o no. Nunca tuvo un varón, sino dos preciosas hijas. La primogénita era el símbolo de delicadeza y dulzura, la menor fuerza y coraje. Y al contrario de él, que apostaba por su hijo mayor, Hiashi depositaba cada esfuerzo en su hija menor, Hanabi. Sin embargo, si bien ambos hombres se parecían en cuanto a carácter orgulloso y poco hablador, la táctica de comparación entre hermanos no funcionaba como debía ser entre las hermanas Hyuga. Hinata era tímida y si bien, Sasuke se hacía fuerte con cada humillación, la chica perdía su autoestima. Y Hiashi se negaba a cambiar su método, porque seamos francos, él no conocía otro.

Mikoto, en cambio, veía perfecta a Hinata para Sasuke, por el mero hecho de ser tan delicada y dócil. Fugaku lo encontraba una terrible ironía, dado que su esposa no era ni la mitad de sumisa que era la Hyuga, y no podía evitar pensar si Mikoto no encontraba perfecta a Hinata para ella como suegra.

–Como siempre, Hanabi demuestra ser una digna Hyuga. –gruñó el hombre con palabras secas.

Pero, porque siempre estaba el pero, tan mortal y aterrador.

Hiashi podía ver a Hanabi como digna sucesora, pero el vampiro no podía evitar ver más en ella su sexo que su talento. Y se mostraba totalmente enojado ante el hecho de que su sobrino Neji fuera considerado el verdadero genio de los Hyuga y no ninguna de sus hijas. Nadie se atrevería a decir tal blasfemia delante del líder del clan, por supuesto, querían vivir y conservar sus pelotas en su lugar, pero él sabía tan bien como los demás, que eso era lo que todos pensaban, incluido él.

– ¿Y tú cómo vas con Naruto? –cambio de tema, Fugaku, percibiendo la hostilidad de Hiashi.

Minato se rascó la nuca.

–Naruto es un chico listo con mucho potencial, pero a veces se distrae con demasiada facilidad.

–Se parece demasiado a su madre en cuanto a intelecto. –terminó la frase Fugaku con la mayor sinceridad del mundo y no sin cierto toque agrio, demostrando su relación no-tan-simpática con Kushina.

–Cuidadito de lo que dices de mi o sobre mi hijo, vampestreñido.

Él gruñó, frunciendo el ceño.

– ¿Vampestreñido?

–Tan superior qué dices ser y tanto que criticas mi intelecto ¿y no sabes qué quiero decir? –alzó las cejas con altanería. –Abreviatura de vampiro estreñido.

–Más que abreviatura parece una palabrota. –añadió cizaña Hiashi, porque se ve que él no sabía callarse a tiempo e igual le gustaba competir con Kushina.

–Y por este tipo de cosas cuestionamos tu salud mental e intelecto, Uzumaki. –terminó Fugaku con pedantería en cada palabra.

Kushina apretó los puños y Minato le tapó la boca, sujetándola por la cintura, antes de que comenzara a poner a parir a los dos hombres, incluyendo algún movimiento fluido que pondría en evidencia a cualquiera de los dos orgullosos líderes. Él nunca entendería por qué estos tres no podían simplemente llevarse bien, pero no podían, todo era una competición, todo era insultos, sarcasmos, burlas, nunca amabilidad y cuando lo eran, daban aun más miedo que cuando se peleaban.

–Señores, pasen a la sala y empecemos con la reunión

Uno de los miembros del consejo intervino, mirando con censura a la temperamental Kushina, razón por la que Minato la detuvo.

–Kushina, no les des tanta importancia. –Tsunade le guiñó un ojo a su esposa y ella se soltó de su agarre, soltando humo.

Se adelantó con la vampira rubia de coletas y grandes atributos. Tsunade era una de las vampiras sanadoras más reconocidas de toda la comunidad vampiríca. También se la conocía por su afición al alcohol, su poca tolerancia a este -pese a que los vampiros no se emborracharan con facilidad, Tsunade no resistía tanto como cualquier otro de su especie- y su adicción casi desenfrenada a las apuestas.

La mujer se conservaba aun joven pese a todos los años que cargaba a su espalda -joder, los vampiros conservaban su juventud durante años, sí, pero ella había pasado ese límite- y tenía muy mal carácter, poseyendo una fuerza brutal en su puño. Sí, la rubia era llamativa por sus dos buenas razones para observarla, pero no era toda apariencia la que hacía a Tsunade, heredera del clan Senju y además una de los tres sannin de la raza -vampiros con poderes únicos y extraordinarios capaz de traer a la vida una de las tres antiguas mascotas del sumo rey de los vampiros. En su caso, la babosa.- ella era mortal.

A Fugaku la sala de reunión del Consejo Vampírico siempre le dio escalofríos. Incluso él, que no era un entendido sobre moda o combinación de colores, encontraba todo el Palacete gris y sin vida. Los miembros del Consejo vivían como monjes dentro de la Fortaleza Antigua y según los rituales de antaño, allí esperaban la muerte, aunque el señor Uchiha no veía que esta llegara alguna vez a esos viejos. Por cruel que sonara, era cierto.

Los vampiros eran inmortales, sí, pero una cosa es tener una vida longeva y otra que no puedan morir. Ellos también morían, solo que no morían como los humanos. Son inmunes a enfermedades humanas y no son tan fáciles de asesinar. Sin embargo, las mujeres son más vulnerables en los partos, al igual que los bebés y los niños. Quizás por esto, los vampiros eran una sociedad tan machista y cerrada en cuanto al trato con la mujer, eran conscientes de que sin ella la especie no podía prosperar y en su afán por conservarla y protegerla del mal, la ven con una única función. O quizás eso solo sea una excusa patética para que el varón reine.

Además, existía una enfermedad que era como la peste en tiempos de época, la violeta, un nombre bonito para algo atroz. Manchas violetas aparecían en la piel, pequeñas, con formas distintas, mataban al vampiro en tres días, y si tenían suerte de superar tres días de fiebres, vómitos y alucinaciones, sería un milagro. Los niños no lo soportaban en la mayoría de sus casos. Pese a que ya no era tan común como lo fue en sus tiempos y la medicina vampírica avanzó favorablemente con la sociedad humana, aún le tenían miedo algún brote incontrolado de la violeta. Una vez uno está enfermo, se propaga con rapidez y por ello, los cuerpos se queman una vez fallece el vampiro. Sí, la violeta es mortal.

Igualmente, hay maneras de asesinar a un vampiro, mucho más personales que clavarle una estaca en el corazón. Fugaku todavía bufa ante las creencias humanas. Dicen que los vampiros son no muertos, pero aseguran que mueren con estacas de cutre madera en el corazón sin vida. Pero él sabía la realidad.

El cuerpo vampiro vive, respira, realiza sus funciones vitales y por supuesto, su corazón late. Las heridas superficiales cicatrizan con facilidad, por eso son longevos, su cuerpo se cura con rapidez a sí mismo, y por eso, si se rompen un hueso y no se lo colocan bien, el mismo proceso de curación de su organismo puede dejarte cojo o inútil. Desventajas. Daños colaterales, como él bien dice.

Las heridas en puntos vitales son sangrantes y peligrosas, si no se las atiende en un margen corto de tiempo y se le suministra al vampiro una dosis considerable de sangre rica, poderosa y pura, el individuo muere. Y esto solo es posible si el ataque solo rozó el órgano.

Por eso los vampiros no eran únicamente belleza o poderes superiores, eran una raza guerrera. Aprendían a luchar desde jóvenes, explotaban sus sentidos agudizados al máximo y su propia magia para realizar nuevas técnicas. El inútil que no sabe manejar su cuerpo nada más que para los bailes de fiestas elegantes era un completo idiota. Contra un humano con sus capacidades inaptas desde niño podría sobrevivir. Y eso si era inteligente. Porque los humanos no tienen nada en especial, pero el miedo es un gran combustible para hacer a las personas más fuertes y despiadadas. Pero si peleaba contra un vampiro, era obvio quién acabaría muerto.

Además, la sociedad vampírica pese a la magia que la rodeaba, igual que sus leyendas y mitos, había logrado perfeccionar con el paso de los siglos sus propias técnicas de supervivencia e investigar un poco más sobre su organismo. Y no todo era bueno. Como en todo, salían cosas buenas y cosas malas. Medicinas y venenos.

El final de la vida de un vampiro era incierta y no le podía poner un número exacto, pero dependiendo de cada individuo, en determinado momento de su vida, después de siglos, cuando tu vida está completa, envejecía y con el tiempo moría. Las leyendas aseguraban que el vampiro debía experimentar antes de morir la vejez, como una vez fue niño, para poder marchar en paz.

Fugaku no estaba seguro de nada de eso. A decir verdad, él no entendía bien muchas cosas. No creía en leyendas, se consideraba un excéntrico y solo daba por hecho que el mundo de los vampiros era así, porque era lo que él conocía y no buscaba más explicaciones. Fugaku aprendió a luchar y logró controlar su magia para poder crear bolas de fuego como el Uchiha que era, se casó y tuvo sus descendientes. Como padre quería que sus hijos fueran los mejores y le cabreó el hecho de no poder encontrar una razón para que Itachi y Sasuke no tuvieran que medir sus fuerzas. Eso derrumbó el pequeño mundo que él tenía creado en su mente. Sin necesidad de entrenamiento, esfuerzo, sudor o lágrimas, Sasuke se convirtió en el ser más poderoso y temido de los vampiros. Su padre se revolvería en su tumba.

–Fugaku ¿y tu esposa?

El Uchiha clavó sus ojos pequeños de felino en el hombre encapuchado del consejo. Lo identificó como Uno. Nunca entendió esa estupidez de cubrirse el rostro o ser llamados por números y no por sus nombres. Todos iban con las mismas ropas, todos cubrían su identidad a través de una tela. La única diferencia entre ellos era la voz y el espacio que ocupaban. El consejo no es una persona, es una unidad. Para reafirmar ese lema no se llamaban a sí mismos como individuos, y quizás por eso iban de uniforme.

–Se sentía indispuesta.

– ¿No le sentó muy bien la elección de Sasuke? –comentó otro de voz chillona, burlándose. Ese era el idiota del grupo, el sexto y último miembro del consejo, también el más joven.

Ellos eran los vampiros más antiguos y sabios de los vampiros, a medida que uno moría, entraba otro. Siempre eran seis y el primero era el más viejo y el sexto el más joven.

–Seis, deja tus impertinencias para otra ocasión. –lo regañó la voz de una mujer, Dos.

–Sin embargo, la elección de Sasuke no me parece la más acertada. –Ese fue Tres.

Fugaku rodó los ojos. ¿Los llamaron allí para poner entre dicho a la amante de sangre de Sasuke? ¿Es que esa chica nunca iba a tener suficiente? No es como si le importara, pero Sakura ya bastante tenía con soportar a Mikoto. ¿Los miembros del consejo ahora también pretendían gobernar qué tipo de mujer podía follarse o no su hijo?

Aunque bueno, en realidad Sasuke ni siquiera la había tocado. Lo percibía en el aire. En ningún momento, él olió sexo en Sakura, no olió la esencia de su hijo en ella. Joder, ni siquiera se había alimentado de ella como debía ser. La chica estaba en su casa más por capricho que por función. Pero como siempre, él callaba y observaba. Y cuando la mierda se desbordaba él intervenía con el desatascador.

– ¿Nos hiciste venir para discutir la vida sexual de Sasuke? –alzó las cejas Tsunade. –Él es mayorcito para elegir a su amante de sangre, no entiendo el revuelo.

Los demás líderes de las familias asintieron. Fugaku sabía también como todos ellos que la rubia era la maestra y madrina de Sakura, y que era muy fácil de irritar, y eso incluía ofender la honra de la chica.

–Sasuke es el príncipe de la raza, debería de haber escogido a una mujer de su entorno social.

Pero se ve que siempre hay gilipollas en este mundo que no saben escuchar.

Tres era el miembro del consejo más obsesionado con ese aspecto y en realidad con cualquier cosa que tuviera que ver con el rey de los vampiros. Él era el vampiro que controlaba el oráculo y hablaba con los espíritus del pasado. Fugaku lo veía como un chalado. Bueno, él y todos, para qué negarlo.

–Sasuke por muy príncipe que quieran hacerlo, sigue siendo hombre y tiene derecho de elegir a la mujer que se le antoje. Solo déjenlo disfrutar tranquilo de su capricho y guárdense sus mariconadas para su té de las cinco. –los cortó con desdén y tono frío.

Todos guardaron silencio. Fugaku estaba irritado.

–No lo hacemos príncipe, él es el príncipe. –lo corrigió con molestia Tres.

Tsunade rodó los ojos.

–Aun así. ¿Quién eres tú para decidir con quién folla o se alimenta Sasuke? ¿El oráculo también te dijo eso? ¿Uh?

Hubo un momento de silencio sepulcral por parte de todos. Kushina bufó desde su asiento y murmuró algo sobre lo estúpida que era la reunión y el tiempo que le estaban quitando de comer ramen.

– ¿Proseguimos? –preguntó Minato, quitándole algo de tensión al ambiente.

– ¿Dónde está la serpiente estúpida?

Los presentes centraron su atención en el compañero sannin de Tsunade, Jiraiya, él podía invocar una rana y al contrario que su amiga, él si tenía ya los primeros síntomas de que los años vampíricos no eran de eterna juventud. Su pelo largo se había teñido en su totalidad de blanco y las primeras arrugas aparecían allí donde las marcas faciales indicaban. Parecía aburrido y se podía diferenciar sobre la mesa su cuaderno donde escribía sus novelas eróticas, que era lo que había estado haciendo desde que se sentó.

–Orochimaru avisó que no podía venir porque tenía un compromiso que no podía esperar. –contestó Cuatro.

A diferencia de los demás presentes, él era el único miembro del consejo que le hablaba por cuenta propia a Orochimaru. Los demás no simpatizaban con el sannin que invocaba a la serpiente. La serpiente era la mascota tabú del Rey vampiro. Fue la más fiel y también la primera en traicionarlo cuando más la necesitó. Y aparte de ese detalle, el hombre era bastante escalofriante y particular con sus creencias.

Fugaku observó la silla de piedra vacía al lado de Jiraiya y un escalofrío recorrió su columna dorsal. Tuvo un mal presentimiento, y normalmente, él no se equivocaba.


Hacía frío.

La casona vieja y abandonada a las afueras, mentida en un pequeño bosque perteneciente a la misma propiedad, era tan lúgubre como la foresta que rodeaba sus paredes. La humedad se comía la pintura, haciendo que el color pastel se cayera, y dándole ese olor característico de cerrado y polvo a la residencia. Sobre todo, todo junto lograba que la calidez no llegara.

Orochimaru se mantuvo erguido en su posición, con la espalda recta y el cuello estirado. Paseó su lengua por sus labios a la espera de que su anfitrión hablara. Justo enfrente de él, el hombre mantenía los ojos cerrados, sentado en la gran silla victoriana.

–No es necesario que estés tan tenso, Orochimaru. –habló con una sonrisa confiada y arrogante.

Internamente, él lo insultó, pero sabía cuál era su posición, y por mucho que le jodiera, Madara Uchiha era más poderoso que él.

Sin embargo, Orochimaru era famoso por unirse a los más fuertes y luego engañarlos. Un traidor nato. Nunca un lameculos fue tan peligroso. Podía ser el más fiel de los vasallos y demostrarlo una y otra vez, y cuando menos te lo esperabas, clavarte la peor de las puñaladas. Madara era consciente de esto, pero era divertido ver a Orochimaru arrastrarse.

– ¿Qué has averiguado?

–Sasuke sigue conviviendo con la chica. –hizo una mueca de repugnancia. –Según escuché a las empleadas, Haruno y él no tienen ninguna relación como se estipula en el contrato de amante de sangre. Además, Mikoto está que se sube por las paredes, decidida a que su hijo cambie de parecer acerca de su elección.

Madara asintió aburrido.

–Nada nuevo.

–Ah, y ese joven, Sasori, el nieto de Chiyo la curandera, se ha acercado bastante a la chica, demostrando interés por ella, mi señor. –añadió con rapidez, tratando de complacer a su jefe.

– ¿Oh, en serio? –sonrió de medio lado.

Madara chasqueó los dedos y por una puerta lateral, apareció una mujer. Una humana rubia, bastante alta y despampanante, casi parecía una modelo. Él le hizo señas para que se acercara y ella, con los ojos vacíos y sumida en un trance, se acercó a su señor.

– ¿Cuál es el plan, mi señor? –preguntó tentativamente, cruzando sus manos, a la espera de alguna misión. De algo más.

–Sigue al acecho, Orochimaru. –la humana se sentó en su regazo y él jugó con su cabello. –Vamos a ver cómo se desarrollan los hechos y qué papel juegan Sasori y Mikoto en este vals. Y cuando sea el momento…–su mano tocó el cuello femenino y los colmillos de vampiro aparecieron. –Yo moveré mi ficha. –y mordió a la mujer, desgarrando su garganta.

Orochimaru apartó la mirada, no porque le desagradara o sintiera compasión, simplemente le parecía innecesario. Los humanos eran presas, comida, sí, y estaba bien jugar con ellos, pero no valían tanto como para destrozar su moqueta. Prefería desangrarlos en el sótano, mirándolos a los ojos cuando perdían poco a poco el aliento de vida y ellos no podían hacer nada contra su agresor.

Una vez el cuerpo de la rubia súper modelo cayó al suelo sin vida, Madara se relamió los labios manchados de su sangre y sus ojos rojos lo observaron con la maldad brillando en cada pupila.

– ¿Algo más, Orochimaru?

–Aún no me ha dicho qué haremos después, mi señor.

Madara se rio.

–Lo sabrás a su debido tiempo, Orochimaru. No seas impaciente, sannin.

Él asintió, sin embargo, los dos sabían cuál era la verdadera intención del invocador de la serpiente del Rey.


–Usted dirá, señora.

Mikoto sonrió de medio lado, complacida. Le gustaba crear expectación, ser el centro y mantener la intriga. Ser como una novela de misterio o algo parecido. Sí, así de fantástica.

Sasori al otro lado de la mesa de la pequeña cafetería esperó a que la madre de su mejor amigo decidiera hablar y contarle el motivo de su reunión confidencial. Una parte de sí mismo sabía cuál era la respuesta a la incógnita, pero otra quería oírlo de la boca de la propia mujer.

–Eres inteligente, Sasori, no por nada eres amigo de mi hijo. –se miró las uñas y luego levantó la mirada. –Para ti no debe de ser muy difícil de averiguar el motivo de nuestra particular reunión.

Él asintió.

–Me gustaría que usted confirmara mi sospecha. –tomó un sorbo de su café amargo. –No me gusta andarme por las ramas cuando se trata de negocios, señora Uchiha.

Ella rio encantadoramente, tapándose la boca con la mano.

–Por supuesto. Sabes que vengo a ofrecerte un trato. –Mikoto lo miró a los ojos, seria. –El motivo central de este negocio es la amante de sangre de mi hijo, Sakura Haruno.

Sasori le devolvió la mirada con la misma intensidad.

–La escucho, señora.


¿Mis excusas? Les diré lo que no me he cansado de repetir por mp o en reviews, no escribo por compromiso o por subir el capítulo. Escribo principalmente para mi, en la escritura es donde me he permitido ser egoísta, y quiero seguir siéndolo, lo siento si no les gusta.

¿Saben? A la primera que le jode dejarlos sin una continuación es a mi. Me molesta no seguir la historia, porque al subirla aquí ya no es una de mis historias inconclusas que son hechas para mi y que no me importa (mucho) no terminar, sino que otras personas las leen y me parece mal dejarlo a medias. Siento que tengo un compromiso con las personas que siguen el fic, igual que yo quiero que una autora a la que amo (J. , eres mi diosa, en serio. Si las traducciones que leo de tus libros son taaan magnificas no me imagino como serán tus libros, escritos con su idioma original. En serio, eres jodidamente fantástica y me gustaría golpearme contra una pared por no saber inglés y vivir allá, contigo. Ignoren este corchete, amo a esta mujer, ha sido una gran inspiración para mi y muchos de mis aspectos al escribir se han definido gracias a ella.) escriba rápido un libro y me de mi dosis de literatura, comprendo que ustedes quieran leer la continuación del fic. Pero realmente, me hacen sentir mal sus comentarios pidiéndome una continuación, única y exclusivamente, sin comentar nada más. Sus "conti" "por fa, sigue rápido" "sube el siguiente cap" solo me estresan, sobre todo cuando escribo un one-shot y me dejan un comentario en el mismo diciéndome "continua amante de sangre". ¿Saben como desmotiva eso? Una cosa es que me dejen el comentario aquí o me manden un mensaje privado, con eso no tengo problema, pero en un fic qué nada tiene que ver...pues como que no.

Escribo según me viene la inspiración. Sé que soy una puta inconstante, sé que me cuesta escribir fics largos (y no solo fics, sino los originales más largos que he tratado de escribir me cuestan y se me atraviesan) Pero mi propósito escribiendo un fic largo es cumplir mi reto de acabarlo, retarme a mi misma y decir "to puedo hacerlo". Yo entiendo que se enojen, que quieran tirarme cartas bombas o lo que sea. Lo entiendo y lo comparto, pero soy una persona, tengo vida. Y aunque sé que cualquiera podría decir "tienes tiempo para escribir otros fics y para este no?" yo le contestaré lo mismo de siempre "Escribo porque me gusta y quiero, sobre todo porque tengo la idea y la plasmo. Por eso tengo tantos one-shot, son fáciles de escribir. pero con amante de sangre tengo una trama detrás, y se supone debo ser coherente. No es solo tener la idea, es seguir un hilo de ideas y que estas tengan sentido en mi cabeza. Encontrarle una solución o una continuación a lo que planteé en el cap anterior. Eso no es tan sencillo, al menos no para mi."

En fin, solo quería decirles mis sentimientos. No estoy enojada, aunque pueda sonar agresiva -.- Es solo que quiero que traten de entenderme, igual que yo los entiendo a ustedes.

¿Sobre el capítulo?

Soy una persona, escribo sin intenciones de lucro ni por nada así, escribo porque me sale de los ovarios, así de claro xD. Y cuando no sé como seguir un fic, simplemente no escribo la primera pajada que se me atraviesa por la mente. No quiero que mis fics sean una sucesión tras otra de momentos incoherentes (por muy incoherente que yo sea a veces xD).

Este capítulo me costó francamente escribirlo. Estuve durante una temporada bastante larga con la parte de Fugaku escrita, pero le faltaba algo más para poder ser publicado. Sabía que quería añadir algo más, que quería añadir algo de intriga y no solo centrar el fic en una relación amorosa de Sasuke y Sakura, donde la principal trama será "¿cuándo se acostará Sasuke con Sakura?" El problema es que siempre me ha costado eso de escribir intriga o será que ese genero no lo he tocado y no tengo confianza a la hora de escribirlo. Además, soy olvidadiza y no tengo la costumbre de apuntar los detalles importantes, como también me enrollo mucho y lo más probable es que este trozo debería de haberlo añadido antes al fic, esa es la sensación que tengo, sobre todo siento que fue aburrido y pesado de leer tanta info junta, pero sentía que ya tocaba aclararlo y por eso, cuando hoy lo releí (bueno, todas las veces que lo he releído) no he editado nada, sino que he añadido más cosas. Pero bueno, como ya saben, desde que publiqué el fic hasta ahora, he cambiado mi manera de narrara (aunque en esencia sigue siendo lo mismo xD) y por eso quizás, si ahora editara el fic, sería diferente y tendría menos caps, pero me da mucha floreja editar fics y no quiero que este pierda su esencia, por eso, seguiré como hasta ahora.

Bueno, creo que con esto lo digo todo.

Sé que me odian, no solo porque tardé un huevo, sino que además no les di nada de romance (aunque hasta ahora no les he dado romance, solo momentos que los deja con las ganas xD), pero ...solo me queda decir ¡tenganme paciencia! Sé que leerme puede ser una tortura, porque se enganchan (o eso me dicen xD) y no actualizo con regularidad o tengo un día para hacerlo, pero tengo mis motivos y espero que puedan entenderme.

Gracias por seguir el fic hasta este punto y soportar a alguien tan lenta como yo.

Nos leemos, babys~ (y espero que no sea después de tanto tiempo.)